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miércoles, febrero 13, 2008

Guevarismo-II

Desde ese ángulo, construyeron una pretendida "ortodoxia" leninista desde la cual persiguieron a cuanto "heterodoxo" se cruzara por delante. Lenin, en este registro stalinista rudimentario se convierte en un recetario de fórmulas rígidas, propiciadoras del "frente popular", la alianza de clases con la llamada "burguesía nacional" y la separación de la revolución en rígidas etapas. Además, desde los años '50 en adelante, el "leninismo" De Codovilla y Ghioldi se fue convirtiendo en sinónimo de "tránsito pacífico" al socialismo y oposición a toda confrontación político-militar y toda lucha armada (a pesar de que Ghioldi había participado en 1935 en la insurrección fallida encabezada por Luis Carlos Prestes en Brasil).
Todo el emprendimiento de Roque Dalton en Un libro rojo para Lenin constituye una crítica frontal y radical, punto por punto, parte por parte, de esta versión de "leninismo" divulgada y custodiada en nuestras tierras por Codovilla y Ghioldi.



En segundo lugar, en América Latina el líder del Partido Comunista uruguayo (PCU) Rodney Arismendi elaboró una versión más refinada y meditada de "leninismo". La suya fue una lectura más sutil y no tan vulgar como la de Codovilla y Ghioldi -lo que le permitió cierto diálogo con la vertiente guevarista como el mismo Roque reconoce en su otro libro Revolución en
La revolución y la crítica de derecha-, aunque el dirigente uruguayo compartiera en términos generales el mismo paradigma político que los dos dirigentes de Argentina. Arismendi pretendía dibujar una imposible solución intermedia entre las ortodoxias de los antiguos partidos comunistas prosoviéticos y el guevarismo.
Desde esa óptica intentó dialogar con los Tupamaros uruguayos e incluso llegó a participar (con una línea divergente) de la conferencia de la OLAS.



En tercer lugar, y ya bajo la estrella de la Revolución Cubana, la Pedagoga chilena Marta Harnecker intentará una nueva aproximación a Lenin desde América Latina. Lo hará desde la óptica política y epistemológica althusseriana, ya que Marta ha sido durante años una de las principales alumnas y difusoras del pensamiento de Louis Althusser en idioma castellano y en tierras latinoamericanas. Ese intento de lectura se cristalizará en laobra La revolución social (Lenin y América Latina), de algún modo deudora de obras previas como Táctica y estrategia; Enemigos, aliados y frente político así como de la más famosa de todas Los conceptos elementales del materialismo histórico. La obra pedagógica de Harnecker, mucho más apegada a Lenin que los anteriores intentos etapistas de Codovilla, Ghioldi o Arismendi, tiene un grado de sistematicidad mucho mayor que la de Roque Dalton. Sin embargo, por momentos los esquemas construidos por Marta rinden un tributo desmedido a situaciones de hecho, coyunturales (de todas formas sin llegar al extremo de Debray, Dieterich, Holloway o Negri).



Por eso sus libros teóricos van de algún modo "acompañando" los procesos políticos latinoamericanos. Así, perspectivas políticas determinadas se convierten, por momentos, en "modelos" casi universales: lucha guerrillera -como en Cuba- en los '60; lucha institucional y poder local -como en Brasil y Uruguay- en los '80 y '90; procesos de cambios radicales a través del ejército -como en Venezuela- desde el 2000.



El libro de Roque, sin duda menos sistemático y con menor cantidad de referencias y citas bibliográficas de los escritos de Lenin que estos manuales, posee sin embargo una mayor aproximación al núcleo fundamental del Lenin pensador de la revolución anticapitalista. La menor sistematicidad es compensada con una mayor frescura y, probablemente, con una mayor amplitud de perspectiva de pensamiento político, realizado desde el guevarismo latinoamericano.
En cuarto lugar, debemos recordar la operación de desmontaje que desde comienzos de los años '80 pretendieron realizar los argentinos (por entonces exiliados) Juan Carlos Portantiero, Ernesto Laclau y José Aricó, entre otros.





Toda su relectura de Gramsci en clave explícita y expresamente antileninista, constituye un sutil intento de fundamentar su pasaje y conversión de antiguas posiciones radicalizadas a posiciones moderadas(esta referencia vale para Portantiero y Aricó, no así para Laclau, quien nunca militó en la izquierda radical sino en la denominada "izquierda nacional", apoya brazos progresista del populismo peronista). Concretamente, el ataque a Lenin (acusado de "blanquista", "jacobino" y "estatalista") y la manipulación de Gramsci (resignificado desde el eurocomunismo italiano y el
posmodernismo francés) cumplen en los ensayos de Portantiero, Aricó y Laclau el atajo directo para legitimar con bombos y platillos "académicos" su ingreso alegre a la socialdemocracia, tras la renuncia a toda perspectiva anticapitalista y anticapitalista.
No podían realizar ese tránsito sin ajustar cuentas con la obra indomesticable de Lenin, hueso duro de roer, incluso para los académicos más flexibles y más hábiles.
El libro de Roque, pensado desde el guevarismo para discutir con el reformismo y el oportunismo de "la derecha del movimiento comunista latinoamericano", está repleto de argumentos que incluso les quedan grandes a las apologías parlamentaristas y reformistas de estos tres pensadores de la socialdemocracia.



En quinto lugar, no podemos obviar el ya mencionado intento de John Holloway y sus seguidores latinoamericanos por responsabilizar a Lenin de todos los males y vicios habidos y por haber: sustitucionismo, verticalismo, autoritarismo, estatalismo, etc., etc., etc. La "novedad" que inaugura el planteo de Holloway consiste en que realiza el ataque contra las posiciones radicales que se derivan de Lenin con puntos de vista reformistas pero..., a
diferencia de los antiguos stalinistas prosoviéticos o de los socialdemócratas, él lo hace con lenguaje pretendidamente de izquierda.



La jerga pretendidamente libertaria encubre en Holloway un reformismo poco disimulado y una impotencia política mal digerida o no elaborada (extraída de un esquema académico demasiado abstracto de la experiencia neozapatista, caprichosamente despojada de toda perspectiva histórica o de todaReferencia a las luchas campesinas del zapatismo de principios del siglo XX, que poco o nada interesan a Holloway. en ese sentido bien valdría la pena consultar la carta que Emiliano Zapata le envía en 1918 al general Genaro Amescua dondetraza un paralelo entre la revolución zapatista mexicana y larevolución bolchevique de la Rusia de Lenin.). Toda la crítica de Roque Dalton golpea contra este tipo de planteos académicos al estilo de Holloway (o de sus seguidores igualmente académicos), aunque por vía indirecta, ya que al redactar su polémico collage Roque pretendía cuestionar posiciones más ingenuas, menos sutiles y, si se quiere, más transparentes en sus objetivos políticos.



Finalmente, a la hora de parangonar la lectura guevarista de Roque con otras lecturas latinoamericanas sobre Lenin, nos topamos con el reciente análisis de Atilio Borón. Este autor acude al ¿Qué hacer?, para analizarlo, interrogarlo y reivindicarlo desde la América Latina contemporánea.



No es casual que, como Roque Dalton, Borón llegue a una conclusión análoga cuando señala a Fidel Castro como uno de los grandes dirigentes políticos que han comprendido a fondo a Lenin. Particularmente, hace referencia a la importancia atribuida por Lenin al debate teórico y a la conciencia y lo parangona con el lugar privilegiado que ocupa la "batalla de las ideas" en el pensamiento de Fidel.



Después de la rebelión popular argentina de diciembre de 2001, Borón analiza las tesis del ¿Qué hacer? y las emplea para polemizar con el "espontaneísmo", sobre todo de John Holloway, quien de hecho clasifica a Lenin como un vulgar estatista autoritario. También polemiza con la noción deshilachada yDifusa de "multitud" de Toni Negri, quien cree, erróneamente, que toda organización partidaria de las clases subalternas termina subordinando los movimientos sociales bajo el reinado del Estado. Crítico de ambas interpretaciones –la de Holloway y la de Negri-, Borón sostiene que gran parte de las revueltas populares de comienzos del siglo XXI han sido "vigorosas pero ineficaces", ya que no lograron, como en el caso argentino, instaurar un gobierno radicalmente distinto a los anteriores ni construir un sujeto político, anticapitalista y antiimperialista, perdurable en el tiempo.



En este tipo de lecturas, el leninismo de Borón mantiene una fuerte deuda con las hipótesis históricas del dirigente comunista uruguayo Arismendi, a quien cita explícitamente, aunque en el caso del argentino esas conclusiones a favor de un comunismo democrático estén completamente despojadas de todo vínculo con el stalinismo.

De la misma forma que el salvadoreño, en su trabajo sobre Lenin el argentino cuestiona "las monumentales estupideces pergeñadas por los ideólogos soviéticos y sus principales divulgadores". Si bien Borón y Dalton se esfuerzan por delimitar la reflexión de Lenin de aquello en lo que derivó posteriormente en stalinismo, depositan sus miradas en aristas algo disímiles. Por ejemplo, mientras Borón critica -siguiendo a Marcel Liebman- la "actitud sumamente sectaria" de Lenin durante el período 1908-1912,Roque defiende aquellos escritos de Lenin, duros, inflexibles, propiciadores de la clandestinidad, del "partido obrero de combate" e incluso de la guerrilla.



En ese sentido, el Lenin latinoamericano de Roque Dalton es unGuevarista avant la lettre.
Pensar el poder y a los clásicos del marxismo desde América latina
Además del libro de Roque Dalton, pieza arquitectónica inigualable del acervo histórico del pensamiento político guevarista latinoamericano, existen otras producciones que bien valdría la pena estudiar hoy en la formación política de la joven militancia latinoamericana. Entre muchas otras, estamos pensando en un documento político elaborado al calor del fuego y no en la mansedumbre tibia de una maestría o un doctorado académico.

Se trata de un trabajo colectivo, presentado en 1968 al IV Congreso del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) de Argentina. Este texto tiene como autores a tres miembros de la organización insurgente, entre los cuales se encuentra Mario Roberto Santucho, otro de los principales representantes del guevarismo en nuestras tierras. Resulta más que plausible que la mayoría de sus ideas principales pertenezcan a Robi Santucho.

El primer capítulo de este folleto, titulado precisamente "El marxismo y la cuestión del poder", ubica en el centro de la discusión aquella cuestión que estuvo ausente en las distintas corrientes de la izquierda tradicional argentina, por lo menos desde los levantamientos anarquistas –sangrientamentereprimidos- de principios de siglo. Junto a la cuestión del poder, allí se analiza el problema de la estrategia revolucionaria en los clásicos del marxismo, leídos -a diferencia del abordaje típicamente académico- desde preocupaciones esencialmentelatinoamericanas.



La reflexión se abre con una toma de posición metodológica. En el análisis del país y su sociedad se debe partir de la categoría dialéctica más omnicomprensiva: la situación del capitalismo mundial y la lucha revolucionaria internacional para, a partir de allí, avanzar hacia el estudio de la relación de fuerzas entre las clases sociales, tanto a nivel nacional como internacional. Ésa era la recomendación de Marx en sus borradores de El Capital (los Grundrisse), cuando afirma que la categoría dialéctica más concreta (porque encierra en su seno la mayor cantidad
De determinaciones) es el mercado mundial. (Aunque en la exposición lógico dialéctica de Marx esta categoría resulta el punto de llegada, en toda investigación sobre el capitalismo debería constituir el punto de partida, ya que el capitalismo conforma un sistema mundial).
No otra era la posición de Antonio Gramsci, cuando en el N°13 de sus Cuadernos de la cárcel proponía -siguiendo puntualmente a Lenin- estudiar el análisis de las situaciones políticas y las relaciones de fuerzas sociales, partiendo de la situación internacional.



Ese era el punto de vista del Che Guevara cuando en su "Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental" parte de un análisis del capitalismo como sistema mundial de dominación para, a partir de allí, formular una estrategia continental y mundial de enfrentamiento con aquel.

Ese mismo problema metodológico reaparecerá posteriormente, en la Argentina, en la discusión de 1970-1971 entre dosorganizaciones que intentaban inspirarse en el Che: el PRT-ERP y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). La posición de las FAR, defendida por Carlos Olmedo, quien seguía al pie de la letra la teoría nacionalista de las "causas internas" de Rodolfo Puiggrós (éste la había desarrollado en la Introducción de 1965 a su célebreHistoria crítica de los partidos políticos argentinos), reclamabaComenzar el análisis por la Argentina para luego remontarse hacia lo internacional.



La posición del PRT, que prolongaba el análisis del Che en su "Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental", proponía una mirada global sobre el conflicto con el
imperialismo. La lucha nacional, país por país,era para el PRT parte de una batalla mayor, de carácter antiimperialista einternacional. De este modo, el PRT le respondía a Olmedo -cabe aclarar que Santucho mantenía por Olmedo un gran aprecio personal, según le confiesa en una carta enviada desde la cárcel a su primera compañera Ana Villarreal- que el marxismo no es sólo un instrumento metodológico, sino también una ideología política y una concepción del mundo. En tanto método, ideología política y concepción del mundo, tiene como meta la revolución mundialy, por ello, debe analizar el capitalismo como un sistema a una escala que supere la estrechez reduccionista del discurso nacional-populista.



Después de sentar posición metodológica, el documento sobre el marxismo y la cuestión del poder del IV Congreso del PRT argentino pasa a discutir el problema de la estrategia político-militar, núcleo de fuego de la izquierda revolucionaria.



Para hacerlo, recorre la herencia de los clásicos. Comienza por Marx y sus escritos sobre la lucha de clases en la Europa urbana del siglo XIX.Principalmente, sobre las barricadas de París, tanto en 1848 como en 1871.



La estrategia de Marx apostaba a una acción insurreccional de la clase obrera, rápida y violenta, en las grandes ciudades, teniendo como meta el derrocamiento del Estado y la toma del poder.
Luego, se analiza la Introducción de Engels de 1895 a Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850. Introducción que ha sido considerada, habitualmente, como "el testamento político" de Engels. En ese texto, el compañero de Marx dejaba sentado que la barricada urbana y la lucha de calles habían perdido efectividad frente a los avances de la técnica militar y las reformas
urbanísticas (el trazado de las grandes avenidas, porejemplo, por donde podía desplazarse rápidamente el ejército).



La socialdemocracia internacional censuró ese documento de Engels. En 1895, G.Liebknecht publicó en el periódico Vorwärts [Adelante], órgano central del Partido Socialdemócrata alemán, varios fragmentos entrecortados donde Engels aparecía, según el autor del documento le confesó a Paul Lafargue en una carta, "como un pacífico adorador de la legalidad a toda costa". A pesar de la censura del partido alemán y de la posterior queja de Engels, los principales ideólogos de la socialdemocracia adoptaron este texto como caballito de batalla para insistir con el
parlamentarismo. Engels señalaba, acertadamente, el problema que se abría para el movimiento obrero. Pero no aportaba una solución. Casi inmediatamente después de escribirlo (y de
quejarse por la censura de la que fue víctima) Engels se muere, dejando sin respuesta política estratégica al movimiento obrero mundial.



A contramano de la socialdemocracia alemana y de todo el reformismo que tenía a esta última como faro y luz, en Italia Antonio Gramsci utilizó ese mismo texto de Engels para pensar la revolución pasiva en Europa Occidental.



El gran cerebro italiano, partiendo del "testamento" de Engels, intenta desentrañar las modernizaciones "desde arriba", Desarrolladas en Alemania por Bismarck y en Francia por Luis Bonaparte. En estas "revoluciones desde arriba", impulsadas por el Estado burgués, que cambia algo para que nada cambie, neutralizando de este modo la rebelión popular,institucionalizando el proceso social y apropiándose de los reclamos y reivindicaciones "de abajo", Gramsci visualiza un problema extremadamente difícil de resolver.



Para poder enfrentar eficazmente y derrotar estas "revolucionespasivas", en sus Cuadernos de la cárcel Gramsci propone cambiar la estrategia revolucionaria de la clase obrera: pasar de larevolución permanente y la guerra de maniobra a la guerra de posiciones. Esto para las sociedadesCapitalistas de Europa occidental. ¿Y en las capitalistas periféricas,que forman parte del Tercer Mundo? ¿Y en las capitalistas coloniales, semicoloniales y dependientes? ¿Y en las de América Latina? Aunque en sus Cuadernos de la cárcel realiza algunas breves observaciones sobre la estrategia política de la guerra de guerrillas en sociedades agrarias y atrasadas (tomando como ejemplo a los combatientes irregulares balcánicos o los grupos irlandeses, etc), Gramsci deja abierto el problema eIrresueltos sus interrogantes.



El guevarismo de Santucho y sus compañer@s de lucha parten de este problema central que atraviesa el núcleo político de la teoría revolucionaria.
Al igual que Gramsci, comienzan por el desafío político que Engels les deja pendiente a los revolucionarios del siglo XX. De igual modo que el italiano, no se resignan a dar por sepultado el fin de las revoluciones, para abrazar alegremente el Parlamento. Pero, como Santucho forma parte del marxismo latinoamericano, y el terreno social en el que se mueve la corriente guevarista es el Tercer Mundo, se esfuerza por resolver la incógnita del viejo Engels desde un ángulo distinto al predominante en EuropaOccidental.


Por eso Santucho y sus compañer@s fijan su atención en una serie de textos de Lenin, habitualmente desatendidos, soslayados, u "olvidados" por las distintas corrientes de la izquierda
tradicional. El principal de todos es"La guerra de guerrillas" 5 , un texto que el general vietnamita Giap y el comandante Ernesto Che Guevara conocían de memoria.
En estos textos "malditos", Lenin afirma que: "La cuestión de lasoperaciones de guerrillas interesa vivamente a nuestro Partido y a la masa obrera. [.] La lucha de guerrillas es una forma inevitable de lucha en un momento en que el movimiento de masas ha llegado ya realmente a la insurrección y en que se producen intervalos más o menos considerables entre «grandes batallas» de la guerra civil. [.] Es completamente natural e inevitable que la insurrección tome las formas más elevadas y complejas deuna guerra civil prolongada, abarcando a todo el país, es decir, de una lucha armada entre dos partes del pueblo".



Más adelante, agrega: "La socialdemocracia [Lenin utiliza en esos años -1906- el término"socialdemocracia" para referirse al partido revolucionario. Nota de N.K.]debe, en la época en que la lucha de clases se exacerba hasta el punto de convertirse en guerra civil, proponerse no solamente tomar parte en esta guerra civil [subrayado de Lenin], sino también desempeñar la funcióndirigente. La socialdemocracia debe educar y preparar a sus
organizaciones de suerte que obren como una parte beligerante [subrayado de Lenin], no dejando pasar ninguna ocasión de asestar un golpe a las fuerzas del adversario". En el mismo registro, sostiene que: "El marxista se coloca en el terreno de la lucha de clases y no en el de la paz social. En ciertas épocas de crisis económicas y políticas agudas, la lucha de clases, al
desenvolverse, se transforma en guerra civil abierta, es decir en lucha armada entre dos partes del pueblo. En tales períodos, el marxista está obligado [subrayado de Lenin] a colocarse en el terreno de la guerra civil.
Toda condenación moral de ésta es completamente inadmisible desde el punto de vista del marxismo. En una época de guerra civil, el ideal del Partido del proletariado es el Partido de combate [subrayado y mayúscula de Lenin]".

Después de recorrer estos pasajes (que constituyen apenas una pequeña parte de su reflexión sobre este tema), a un lector desprejuiciado le surgen los siguientes interrogantes: ¿acaso será Lenin un ingenuo apologista del "foquismo".? ¿Quizás un guevarista avant la lettre.?
Todos estos papeles y trabajos políticos de Lenin abundan en idénticas reflexiones. Son duros, contundentes, taxativos. No dan pie para la ambigüedad. No utilizan el marxismo como un recetario decorativo, sino como un instrumento de análisis para intervenir en la lucha de clases,desarrollar la confrontación de fuerzas entre las clases sociales hasta el nivel máximo, la guerra civil, y en ella, encaminar a los sectores populares hacia la victoria.

¿Qué conclusión extrajeron Santucho y sus compañer@s guevaristas de estos trabajos políticos de Lenin? Ellos destacaron que es el máximo dirigente bolchevique quien le encuentra resolución al problema abierto y planteado por el último Engels. En la lectura e interpretación de Santucho, la respuesta de Lenin saca al movimiento revolucionario del callejón sin salida donde lo había puesto la socialdemocracia. En su óptica, Lenin tiene lavirtud de haber descubierto las vías para una nueva estrategia política.

Ésta permitiría superar los obstáculos y dificultades, presentados a toda insurrección urbana rápida, por los avances de las nuevas tecnologías militares empleadas por las fuerzas represivas de la burguesía y sus nuevas reformas urbanísticas. Esa nueva estrategia política, descubierta por Lenin a partir de las enseñanzas de la insurrección de 1905, consiste en la lucha
popular y la guerra civil prolongada, la lucha entre dos partes del
pueblo, la construcción de un partido y un ejército revolucionarios, templados ambos en las grandes batallas y los pequeños encuentros.
" El marxismo y la cuestión del poder" resume su atenta y detallada lectura sobre estos materiales teóricos del máximo dirigente bolchevique, leído desde América Latina, del siguiente modo: "Lenin es el descubridor y el propulsor de la guerrilla urbana".

A continuación, el documento base del IV Congreso hace un balance y un beneficio de inventario de los aportes de León Trotsky y Mao Tse Tung a la teoría revolucionaria.
Aunque le reprochan a Trotsky "la ausencia de una clara estrategia de poder" para los países atrasados, "agrarios, coloniales y semicoloniales", destacan aquellos pasajes del Programa de transición donde Trotsky reclama y promueve "el armamento del proletariado".
En cuanto a Mao, resaltan su concepción de la "lucha armada permanente dirigida por el partido, la guerra civil prolongada y guerra de guerrillas".



De igual manera, evalúan que "tanto Mao como los vietnamitas distinguen cuidadosamente, como lo hiciera Lenin, lucha armada de insurrección general".
En conjunto, Santucho y sus compañeros tratan de romper la dicotomía y el enfrentamiento habitual de trotskistas y maoístas. Por eso, advierten que "para nosotros, desde la muerte de Lenin y posterior consolidación del stalinismo, no hubo una sola corriente que mantuvo vivas las tradiciones y concepciones marxistas-leninistas, sino dos. No fue sólo Trotsky y el trotskismo quien conservó y desarrolló el marxismo revolucionario frente a la degeneración stalinista. [.] Similar rol jugó Mao Tse Tung y el
maoísmo".
El balance concluye planteando, heréticamente, que: "Hoy [1968], la tarea teórica principal de los marxistas revolucionarios, es fusionar los aportes del trotskismo y el maoísmo en una unidad superior que significará un retorno pleno al leninismo".
En la última parte de esta recorrida histórica por los clásicos, el
documento del PRT se centra en el núcleo duro de su identidad política latinoamericana: el castrismo-guevarismo. En esta cuestión, Santucho aclara, presuroso, que "no hacemos distinción alguna entre castrismo y guevarismo, porque la distinción es falsa".

Santucho intenta sintetizar la estrategia de la revolución cubana. Ésta no consistía en una visión empírica hecha sobre la marcha sino en una perspectiva de alcance mundial. Para Santucho, esa estrategia mundial está resumida en el "Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental" del Che. Lo fundamental de dicha estrategia residiría en "la revolución socialista y antimperialista en los territorios dependientes".

Una perspectiva que, en aquellos años, emanaba de la OLAS (Organización Latinoamericana de Solidaridad, reunida en La Habana en 1967). Santucho aprovecha esta elucidación para recalcar que "el castrismo otorga mayor importancia que el maoísmo a la lucha urbana". A eso se agregaría –siempre desde su interpretación del castrismo- la necesidad de desarrollar una revolución continental a partir de revoluciones nacionales yregionales, mediante la estrategia de confrontación político-militar prolongada.
Finalmente, destaca que allí donde no existan fuertes partidos revolucionarios habrá que crearlos como fuerzas militares desde el comienzo, ligando todo el tiempo la lucha política y la lucha político-militar.

Después de haber comenzado con el punto de vista metodológico y de haber ido analizando las experiencias del pasado, desmenuzando el itinerario de la estrategia de poder en Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Mao, Ho Chi Minh, Fidel y el Che Guevara, Santucho y sus compañeros del PRT se abocan al debateespecífico sobre la estrategia de poder en la Argentina. Ésa era,
centralmente, la finalidad de este largo recorrido: el análisisconcreto de la realidad concreta.


Su estrategia política de poder caracteriza a nuestro país como una sociedad capitalista semicolonial y dependiente. A partir de este diagnóstico sociológico y económico, infiere que la revolución pendiente debe ser socialista y antimperialista, al mismo tiempo, entendiendo ambas como tareas y fases de un proceso permanente e ininterrumpido. El documento concluye
analizando las bases sociales en los que se apoyaba la estrategia de guerra revolucionaria prolongada: primero civil, al estar determinada por el enfrentamiento entre dos partes del propio pueblo argentino, y luego nacional-antimperialista, ante la previsible invasión norteamericana.



Guevara y la transición al socialismo en clave política
Las reflexiones del guevarismo latinoamericano no se agotan en las vías, tácticas y estrategias de lucha por el poder. Guevara también aporta Una meditada y detallada reflexión para después de la toma del poder, ya que la revolución entendida como proceso ininterrumpido, permanente, prolongado y a largo plazo no sólo no culmina con la toma del poder (como imaginan los
posmodernos que acusan de "estatismo" a los leninistas de la corriente del Che) sino que se prolonga y se multiplica tras la toma del poder. La batalla por la nueva sociedad, la nueva cultura y la nueva subjetividad comienza durante la confrontación con el mundo burgués y sus instituciones pero no se agota ni se extingue en esa lucha, sino que prosigue -si es que la revolución no se congela y no se detiene- después de la toma del poder.



Son bastante conocidos los estudios del Che sobre los debates marxistas acerca de la transición al socialismo, el papel del valor, el mercado, el plan, la banca, el crédito, los estímulos, la gestión de las nuevas empresas, etc., etc.. Pueden consultarse tanto sus intervenciones en "el gran debate" con Charles Bettelheim, Ernest Mandel y Carlos Rafael Rodríguez durante 1963-1964, sus intervenciones periódicas en el Ministerio de Industrias así como también sus extensísimas anotaciones críticas al manual de economía política de la Academia de Ciencias de la URSS (véase Che Guevara y otros: El gran debate. La Habana,, Ocean Press, 2003; Apuntes críticos a la economía política. La Habana, Ocean Press, 2006 y El Che en la revolución cubana. La Habana, Ministerio del azúcar, 1966. Tomo VI.).
Muchas de esas facetas de su pensamiento hoy son conocidas, aunque durante demasiado tiempo no se le dieron la importancia que se merecían.


Durante la década de los '80, Fidel Castro volvió a apelar a ellas para cuestionar a los partidarios perestroikos del mercado como panacea universal de la transición. Por entonces, en un célebre discurso de homenaje, en el XX aniversario de la caída del Che, Fidel defendió públicamente el libro de Carlos Tablada Perez (véase la última edición de Carlos Tablada Perez: El
pensamiento económico del Che. La Habana, Ruth casa editorial, 2006 [primera edición de 1987]. Nosotros hemos tenido la suerte de prologar las dos últimas ediciones de este excelente libro).


Ahora bien, más allá del debate específicamente "económico" sobre la transición al socialismo, ¿cuál es el aporte político de estos análisis del Che?
En primer lugar, creemos que el Che aporta una lectura de la marcha política al socialismo no etapista. En muchos de sus escritos, Guevara insiste en que se debe forzar la marcha dentro de lo que objetivamente es posible, pero quienes aspiran a crear un mundo nuevo nunca deben permanecer cruzados debrazos esperando que el funcionamiento automático de las leyes
económicas -principalmente de la ley del valor- nos conduzcamágicamente al reino del comunismo.



En segundo lugar, Che Guevara otorga un lugar principal a lasubjetividad y la batalla política por la cultura en la creación de hombres y mujeres nuevos. El socialismo no constituye, en su óptica, un problema de reparto económica (ni un problema de "cuchillo y tenedor", según le manifestó alguna vez Rosa Luxemburg en una carta a Franz Mehring). El comunismo debeser, no sólo la socialización de los medios de producción sino también la creación de una nueva cultura y una nueva moral que regule la convivencia entre las personas.
En tercer lugar, el tránsito al socialismo debe privilegiar laPlanificación socialista y los estímulos morales, como métodos principales dirigidos a debilitar y finalmente aniquilar la ley del valor y los intereses materiales individuales. La planificación constituye un instrumento político de regulación económica.



Ninguna revolución radical que se precie de tal puedeabandonar al libre juego de la oferta y la demanda el equilibrio entre la oferta global de bienes y servicios y la demanda global.
Los equilibrios globales entre las distintas ramas de la producción y el consumo deben respetarse pero violentando la perversa ley del valor, interviniendo políticamente desde el poder revolucionario sobre el pretendido funcionamiento "automático" del mercado.

Políticamente todo este programa de intervención en el transcurso de la transición al socialismo se asienta en el poder fuerte de la clase trabajadora -lo que en los libros clásicos del marxismo solíaDenominarse como "dictadura del proletariado"-, es decir, en el poder democrático de la mayoría social de las clases subalternas por sobre la minoría elitista y explotadora.
Poder superar la fase de "capitalismo de estado" e iniciar propiamente la transición al socialismo presupone, necesariamente, romper los límites de la legalidad burguesa y todo el armazón institucional que garantiza la reproducción del capitalismo, día a día, mes a mes, año a año.



Sin este poder fuerte, sin este poder democrático y absoluto de la
Mayoría popular sobre la minoría explotadora es completamente inviable cualquier cambio social radical que vaya más allá de experiencias populistas y de experimentos de "capitalismo de estado", por más progresistas o redistribucionistas que éstos sean frente al neoliberalismo salvaje. La historia profunda de América Latina está plagada de ejemplos que lo corroboran (desde la Guatemala de Árbenz hasta el Chile de Pinochet, pasandopor innumerables experiencias progresistas análogas finalmentefrustradas y reprimidas a sangre, tortura y fuego). Esa es la gran conclusión política que extrae el guevarismo de la historia de nuestra América. Conclusión que hoy puede servirnos para los debates sobre el socialismo del siglo XXI en Venezuela y quizás en futuras revoluciones latinoamericanas....
Razón de estado o revolución continental



Si existe un punto en común en los diversos aportes al pensamiento revolucionario realizado por el guevarismo latinoamericano (Che Guevara, Miguel Enríquez, Robi Santucho, Roque Dalton, etc.), éste consiste en el énfasis otorgado a la revolución continental por sobre cualquier apelación, supuestamente pragmática o realista, a la "razón de estado". No pueden confundirse los compromisos coyunturales, diplomáticos o comerciales de un estado particular con las necesidades políticas del movimiento popular latinoamericano en su conjunto.



Los revolucionarios de cada país pueden muy bien solidarizarse
Activamente con otros Estados -donde los trabajadores hayan triunfado o tengan políticas progresistas- sin tener que seguir al pie de la letra sus agendas ni subordinar la dinámica que asume la lucha de clases interna y la batalla antiimperialista en la propia sociedad a los intereses circunstanciales o a las necesidades inmediatas que puedan tener esos Estados.



Este punto en común resulta sumamente pertinente para pensar los desafíos actuales de los movimientos sociales y de todo el campo popular latinoamericano, profundamente solidario con Cuba y con Venezuela y al mismo tiempo impulsor de la resistencia antiimperialista y anticapitalista a nivel continental. La mejor ayuda para la revolución cubana no consiste en subordinar la lucha en cada país a los "contactos" diplomáticos de los estados amigos sino en impulsar y promover nuevas revoluciones en América Latina.



Esta elucidación resulta impostergable hoy en día, cuando más de uno pretende encubrir su completa subordinación política a diversos gobiernos burgueses seudo progresistas y proyectos económicos dependientes, apenas reciclados, apelando -para legitimarse- al nombre de Cuba o, más recientemente, al de Venezuela. La mejor manera de defender a Cuba y su hermosa revolución del imperialismo es luchando contra el imperialismoy por la revolución en cada país y en todo el mundo.
Preguntas abiertas, respuestas posibles
¿Cómo pensar en América Latina los cambios radicales más allá de la institucionalidad sin abandonar, al mismo tiempo, la necesidad de construir la hegemonía socialista que nos agrupe a todos y todas?¿Cómo hacer política sin caer en las tramposas redes de la
Institucionalidad y el progresismo, pero sin terminar recluidos en la marginalidad política?
¿Cómo volver a colocar en el centro de las discusiones, los proyectos y las estrategias revolucionarias latinoamericanas del siglo XXI el problema del poder, abandonado, eludido o incluso negado durante un cuarto de siglo de hegemonía neoliberal o posmoderna?

Para resolver estas preguntas no sólo debemos inspirarnos en lahistoria. En la actual fase de la correlación de clases -signada por la acumulación de fuerzas- necesitamos generalizar la formación política de la militancia de base. No sólo de los cuadros dirigentes sino de toda la militancia popular.


Se torna imperioso combatir el clientelismo y la práctica de los"punteros" (negociantes de la política mediante las prebendas del poder), solidificando y sedimentando una fuerte cultura política en la base militante, que apunte a la hegemonía socialista sobre todo el movimiento popular. No habrá transformación social radical al margen del movimiento de masas.

Nos parecen ilusorias y fantasmagóricas las ensoñaciones posmodernas y posestructuralistas que nos invitan irresponsablemente a "cambiar el mundo sin tomar el poder". No se pueden lograr cambios de fondo sin confrontar con las instituciones centrales del aparato de Estado. Debemos apuntar aconformar, estratégicamente y a largo plazo -estamos pensando en
términos de varios años y no de dos meses- organizaciones guevaristas de combate.
¿Por qué organizaciones? Porque el culto ciego a la espontaneidad de las masas constituye un espejismo muy simpático pero ineficaz.

Todo el movimiento popular que en Argentina sucedió a la explosión del 19 y 20 de diciembre de 2001 diluyó su energía y terminó siendo fagocitado por la ausencia de organización y de continuidad en el tiempo (organización popular no equivale a sumatoria de sellos partidarios que tienen como meta máxima laparticipación en cada contienda electoral).

¿Por qué guevaristas? Porque en nuestra historia latinoamericana el guevarismo constituye la expresión del pensamiento político más radical de Marx y Lenin y de todo el acervo revolucionario mundial, descifrado a partir de nuestra propia realidad y nuestros propios pueblos. El guevarismo se apropia de lo mejor que produjeron los bolcheviques, los chinos, los vietnamitas, las luchas anticolonialistas del África, la juventud estudiantil y trabajadora europea, el movimiento negro norteamericano ytodas las rebeldías palpitadas en varios continentes.

El guevarismo no es calco ni es copia, constituye una apropiación de la propia historia del marxismo latinoamericano, cuyo fundador es, sin ninguna duda, José Carlos Mariátegui. Guevara no es una remera. Su búsqueda política, teórica, filosófica constituye una permanente invitación a repensar el marxismoradical desde América Latina y el Tercer Mundo. No se lo puede reducir a tres consignas y dos frases hechas. Aun tenemos pendiente un estudio colectivo serio y una apropiación crítica del pensamiento marxista del Che entre nuestra militancia 6 .
¿Por qué de combate? Porque tarde o temprano nos toparemos con la fuerza bestial del aparato de Estado y su ejercicio
permanente de fuerza material.

Así nos lo enseña toda nuestra historia. Insistimos: ¡hay que tomarse en serio la historia! Ninguna clase dominante se suicida. Pretender eludir esa confrontación puede resultar muy simpático para ganar una beca o seducir al público lector en un gran monopolio de la (in)comunicación. Pero la historia de nuestra América nos demuestra, con una carga de dramatismo tremenda,Que no habrá revoluciones de verdad sin el combate antiimperialista y anticapitalista. Debemos prepararnos a largo plazo para esa confrontación.

No es una tarea de dos días sino de varios años. Debemos dar la batalla ideológica para legitimar en el seno de nuestro pueblo la violencia plebeya, popular, obrera y anticapitalista; la justa violencia de abajo frente a la injusta violencia de arriba.
Pero al identificar el combate como un camino estratégico debemos aprender de los errores del pasado, eludiendo la tentación militarista. Las nuevas organizaciones guevaristas deberán estar estrechamente vinculadas a los movimientos sociales. No se puede hablar "desde afuera" al movimientoDe masas.

Las organizaciones que encabecen la lucha y marquen un camino estratégico, más allá del día a día, deberán ser al mismo tiempo "causa y efecto" de los movimientos de masas.
No sólo hablar y enseñar sino también escuchar y aprender. ¡Y
escuchar atentamente y con el oído bien abierto! La verdad de la revolución socialista no es propiedad de ningún sello, seconstruirá en el diálogo colectivo entre las organizaciones radicales y los movimientos sociales. Las vanguardias -perdón por utilizar este término tan desprestigiado en los centros académicos del sistema- que deberemos construir serán vanguardias de masas, no de elite.

Si durante la lucha ideológica de los '90 -en los tiempos del augeneoliberal- nos vimos obligados a batallar en la defensa de Marx,remando contra la corriente hegemónica, en la década que se abre en el 2000, Marx solo ya no alcanza. Ahora debemos ir por más, dar un paso más e instalar en la agenda de nuestra juventud a Lenin y al Che (y a todas y todos sus continuadores). Reinstalar al Che entre nuestra militancia implica recuperar la mística revolucionaria de lucha extrainstitucional que nutrió a la generación latinoamericana de los '60 y los '70.

Tenemos pendiente pensar y ejercer la política más allá de lasinstituciones, sin ceder al falso "horizontalismo" -cuyos partidarios gritan "¡que no dirija nadie!" porque en realidad quieren dirigir ellos- ni quedar entrampados en el reformismo y el chantaje institucional. En América Latina, la gran tarea política de las ciencias sociales actuales consiste en cuestionar la dominación aggiornada del capital y en legitimar, al mismo tiempo, larespuesta popular frente a esa dominación, cada día más duray cruel. Esto es, frente a la creciente violencia de arriba,fundamentar la legitimidad de la violencia de abajo, popular, plebeya, obrera, campesina, anticapitalista y antiimperialista.

Nada mejor entonces que combinar el espíritu de ofensiva de Guevara con la inteligencia y lucidez de Gramsci para comprender y enfrentar el gatopardismo. Saber salir de la política de secta, asumir la ofensiva ideológica y al mismo tiempo ser lo suficientemente lúcidos como para enfrentar el transformismo político de las clases dominantes que enarbolan banderas "progresistas" para dominarnos mejor.

Como San Martín, Artigas, Bolívar, Sucre, Manuel Rodríguez, Juana Azurduy y José Martí, como Guevara, Fidel, Santucho, Sendic, Miguel Enríquez, Inti Peredo, Carlos Fonseca, Haydeé Santamaría y Marighella, debemos unir nuestros esfuerzos y voluntades colectivas a largo plazo en una perspectiva internacionalista y continental. En la época de la globalización
imperialista no es viable ni posible ni realista ni deseable un
"capitalismo nacional".

No podemos seguir permitiendo que la militancia abnegada -presente en diversas experiencias reformistas del cono sur- se transforme en "base de maniobra" o elemento de presión y negociación para el aggiornamiento de las burguesías latinoamericanas. Los sueños, las esperanzas, lossufrimientos, los sacrificios y toda la energía rebelde de nuestros pueblos latinoamericanos no pueden seguir siendo expropiados.
Nos merecemos mucho más que un miserable "capitalismo con rostro humano" y una mugrienta modernización de la dominación. El guevarismo latinoamericano tiene mucho que aportar en esa dirección y en esos debates.
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1 En este trabajo intentamos sintetizar y conjugar en una visión de
Conjunto sobre la concepción de la revolución en el Che Guevara y en el guevarismo hipótesis, sugerencias, análisis y conclusiones presentes en otros artículos, ensayos y libros donde, en formadispersa, hemos intentado ir recuperando el aporteespecíficamente político de distintos guevaristas(Robi Santucho, Miguel Enríquez, Roque Dalton, etc.). De alguna manera este
texto intenta hilar y enhebrar esos abordajes parciales dentro de un conjunto mayor, para tratar de mostrar que existe una concepción general integrada por todos ellos (de la cual nosotros, varias décadas después, aspiramos a formar parte, retomándola y recreándola, de acuerdo a nuestra época).



2 Es bien conocido el análisis del historiador británico Perry Anderson (a quien nadie puede acusar de provincianismo intelectual o de chauvinismo latinoamericanista), quien sostiene que el primer experimento neoliberal a nivel mundial ha sido, precisamente, el de Chile. Incluso varios años antes que los de Margaret Thatcher o Ronald Reagan. No por periféricas ni
dependientes las burguesías latinoamericanas han quedado en un segundo plano en la escena de la dominación social. Incluso en algunos momentos se han adelantado a sus socias mayores, y han inaugurado -con el puño sangriento de Pinochet en lo político y de la mano para nada "invisible" de Milton Friedman en lo económico-, un nuevo modelo de acumulación de capital de
alcance mundial: el neoliberalismo.



3 Recordemos que para Marx la república burguesa parlamentaria -que él nunca homologaba con "democracia"- constituía la forma más eficaz de dominación política. Marx la consideraba superior a las dictaduras militares o a la monarquía porque en la república parlamentaria la dominación se vuelve anónima, impersonal y termina licuando los intereses segmentarios de los diversos grupos y fracciones del capital, instaurando un promedio de la
dominación general de la clase capitalista, mientras que en la
dictadura y en la monarquía es siempre un sector burgués particular el que detenta el mando, volviendo más frágil, visible y vulnerable el ejercicio del poder político.



4 Como coherente partidario de la unidad con los militares
latinoamericanos, Dieterich no se ahorra la oportunidad de marcar sus enormes distancias con el marxismo del Che Guevara, a quien se refiere críticamente del siguiente modo: "Para transformar la sociedad hay tres caminos posibles: a) manipular
genéticamente al ser humano, b) tratar de crear al "hombre nuevo" y c) cambiar las instituciones que guían su actuación [...] La opción b) ha sido aplicada por todas las religiones del mundo, seculares y metafísicas, con resultados desastrosos " (véase Heinz Dieterich: Bases del nuevo socialismo. Buenos Aires, Editorial 21, 2001. p. 74)



5 "La guerra de guerrillas" fue escrito por Lenin después de la
Insurrección rusa de 1905. Fue publicado por primera vez en Proletari N°5, el 13/X/1906.
En Argentina, este texto curiosamente "olvidado" por los apresurados impugnadores del supuesto "foquismo", vio la luz -es probable que por primera vez- en 1945. Véase la antología La lucha de guerrillas a la luz de los clásicos del marxismo-leninismo. Bs.As., Lautaro, septiembre de 1945. pp.71-86. Esta edición del Partido Comunista argentino, seguramente respondía a la euforia que vivió esta corriente ante la victoria soviética (guerrillas incluidas.) sobre los nazis. Sin embargo, a pesar deHaberlo publicado, nunca se tomó como eje de lo que se consideraba oficialmente como sinónimo de "leninismo".





Más tarde, esta misma corriente traduce del ruso y publica las Obras Completas de Lenin. Con el tomo N°11 de estas últimas (volumen que incluye los textos sobre la guerra de guerrillas, posteriormente analizados por Santucho) sucede algo singular. Con esos materiales, los editores del comunismo argentino toman la decisión de publicar, al mismo tiempo, dos libros distintos. Por un lado, publican el mencionado tomo N°11, como parte de las Obras Completas, con el mismo formato y la misma tapa (fondo naranja, con la fotografía de Lenin en gris) que el resto de la colección. Por otro lado editan, al mismo tiempo, en un volumen separado: Lenin: Las enseñanzas de la insurrección y la guerraDe guerrillas. Bs.As., Ediciones Estudio, 1960 [Se trata de la
Reproducción exacta del tomo N°11 de las Obras Completas, impreso el mismo día y en la misma imprenta, pero editado al mismo tiempo con otro título y otro sello editorial]. Exceptuando algunos pocos trabajos económicos suyos sobre el imperialismo, esta operación editorial no se volvió a repetir nunca en Argentina con ningún otro escrito de Lenin.

6 Apuntando en esa dirección y hacia esa tradición política, hemos querido contribuir con un pequeñísimo granito de arena a través de nuestro Ernesto Che Guevara: El sujeto y el poder y con diversas experiencias de formación política en varias cátedras Che Guevara, dentro y fuera de la universidad, tanto en movimientos de derechos humanos, en el movimiento estudiantil como en escuelas del movimiento piquetero. Pueden consultarse algunos de esos trabajos en la página web de la «Cátedra Che Guevara – Colectivo Amauta»: amauta.lahaine.org y rebelion.org

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