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sábado, marzo 01, 2008

Vencedores de Negrin-VIII

Que hacia Casado a mi regreso de Cataluña.
Le note muy sorprendido por mi vuelta.
Aun mas, observe que le desagrada. Cuando me presente a él, me saludo con disciplicencia y se limito a preguntarme por mi familia.
-Que, ¿has visto a tu gente?
-Si, ha quedado bien.
-Aquello se ha dado mal, ¿eh?
-Mucha confusión. Pero el Ejercito se repliega con orden.
-Pero se repliega a la frontera. Aquí no nos queda ese recurso.
No me pregunto por nadie mas. Ni si había visto al Gobierno, ni hizo ningún comentario.
Hubiera deseado que yo también fuera de los fugitivos, siquiera para que mi presencia no desmintiese la idea que se había hecho de mi, de que yo no volvería.
Mi interinidad, ejercida por Molina le satisfacia.


Comprendi que, sin llegar a odiarme, deseaba prescindir de mi.
A los poco días de llegar yo a Madrid supe que un ingles, cuyo nombre era el de Mr. Cowen o cosa parecida, visitaba a Casado. Le pregunte a este el objeto de estas visitas frecuentes y misteriosas.
-Este señor viene con el propósito de que se canjeen unos aviadores-me aclaro.
-¿Ahora? Y ¿Cómo a ti? Que se dirija al Gobierno o al Grupo de Ejércitos-le contesto.
Ya era muy claro que este hombre desorbitaba su función, de jefe del Ejercito del Centro.
Mr.Cowen era el cónsul en Madrid y el agente general en España de Inglaterra y quien negocio con los franquistas la entrega de nuestra plaza de Mahon.



Con Casado quería llegar a una inteligencia para conseguir este resultado respecto de Madrid.
Este al menos debio ser el fundamento de sus entrevistas. Después, en el curso de ellas, los planes fueron mas amplios cual el trabajo de Casado me los fue descubriendo.
Sobre la promesa que se respetaria la salida de España de los mas complicados, había de formalizarse la negociación.



Mr. Cowen se había ofrecido a conocer la opinión de Franco. Francia ayudaría en estos tratos.
En la mezcla de buenos propósitos, Casado dejaba traslucir su enemiga a continuar la lucha por motivos sentimentales, y la garantía de que otras personas pensaban como el, mas antes que nada había que derribar al Gobierno y ofrecer este presenta como prueba de decisión y del compromiso contraido.



Y había que seguir trabajando para lograr la participación de personas influyentes en la opinión, hasta convercerles de la conveniencia de la capitulación.



Las visitas del ingles me tenían muy preocupada y así se lo manifieste a Casado. Este me respondia:
-Son amistades y, de otras parte, influencias que me cargo y mis conocimientos me imponen. Ten en cuenta-agregaba- que Miaja desde Madrid era el jefe de todas las fuerzas militares de esta zona y que aun, el jefe del Ejercito del Centro, conserva esta autoridad.
Este hombre había concebido el propósito de convertirse en centro y dirección de la guerra, y esta idea, cada día mas arraigada en el, tomaba forma mas descubierta.
Me sentía inquieto e incomodo. Conocia la campaña que se hacia por republicanso, anarquistas y una parte de los socialistas contra el Gobierno de Negrin y su propósito de derrotarlo sin reparar en el medio.



Otro día, uno de esos en que Casado se mostraba confiado conmigo, hablamos de manera general de la desconfianza que el tenia de que el Gobierno volviera a la Zona Centro-Sur.
-Tu sabes que yo soy un militar disciplinado.



No conteste, esperando que terminase de exponer su pensamiento. Lo hizo con una pregunta.
-¿Qué harías tu si el actual Gobierno se desviase de su función y, atropellando toda legalidad quisiera mantener su poder?
-Examinaria estas circunstancias bien y sin precipitarme-Le conteste.
-Yo ni obedeceria-me afirmo rotundo.
-¡Cuidado!-le adverti.
-Nada,lo tengo pensado-insistió
Estas afirmaciones rotundas confirmaban el que él con otras personas, pensaban dar un golpe de audacia.



Y, mas locuaz, me espeto:
-Aquí ha estado Besteiro y me ha dicho que él no quiere meterse en nada.
-Pero bueno-replique alarmado-¿tenia algo preparado?.
-No, digo, no se-se disculpo-pero como se le atribuyen ciertas intenciones y Mundo Obrero no deja de atacarle…
-No es extraño-le manifeste-. El Heraldo y La Libertad todos los días le mencionan con algún motivo y ensalzan su figura. Esto, sospechoso que obedece a algún plan. Esta es mi opinión.
Llamaba a comandantes militares de provincias que no estaban en su jurisdicción, y los citaba a su despacho dandole ordenes o consejo. Una noche, me encontré al comandante militar de Albacete en su antedespacho.
-Como, ¿usted por aquí?-interrogue extrañado.
-Si, me ha llamado el coronel-

Calle pensativo y espere observando el desarrollo de la entrevista.
Hablo con Casado unos diez minutos. Entre en su despacho para conocer de que trataban. Pero Casado, en un rincón alejado de mi, y en voz baja, le daban instrucciones y no pude conseguir saber que ordenas eran estas.



-Esta bien, mi coronel-aseguro el otro, disciplinado.
Era un poco sorprendente que enter dos militares de la misma graduación se mostrase uno tan subordinado del otro.



-Nada mas, y vuelva seguida-dijo Casado despidiendole-
No hice ninguna alusión a este hecho, pero el incidente era el bulto.
De Albacete a Madrid, había que recorrer mas de doscientos sesenta kilómetros y otros tantos para volver; me parecían demasiados para que un viaje de esta extensión se hiciera sin un motivo secreto. Pues una cuestión sencilla hubiera sido resuelta por teléfono.
Cuando, en sus frecuentes retraimientos de sus actividades le visitaba en su hotelito de Barajas, charlabamos largamente.
Estos días, su imaginación debía trabajar intensamente.
Desde luego, su creencia en el fin de la guerra era muy arraigada.



Su competencia militar quizás examinara todas las posibilidades materiales que contabamos. Su tecnicismo le hacia llegar a la conclusión de nuestra impotencia e inferioridad.
Pero en esta apreciación no se tenia en cuenta ni el factor moral, ni los recursos desesperados que un pueblo bien inspirado y dirigido, puede ofrecer para vencer a un enemigo tan poderoso.
Una mezcal de amor profesional y de temor a perder la vida le inspiraba soluciones heroicas unas veces, y otras desalentadoras y derrotistas de entrega y de pactos con el enemigo.
-Yo pienso que podemos hacer mucho. No creo en la invunerabilidad de Madrid. Tu sabes el material que tenemos. Madrid se sostiene porque aun no le han atacado como a Cataluña. El día que monten una ofensiva así, no podremos defendernos.



Se rectificaba después al expresar sus ideas para que le escuchara no conociera lo recondito de sus pensamientos, y ofrecía soluciones de resistencia.
-Mi plan es que aun abandonando Madrid, podemos plegarnos a las sierras de Cazorla y en las provincias de Alicante y Murcia, concentrar allí todos nuestro recursos belicos.

La provincia de Murcia es rica y produciría bastante para sostener un ejercito de cien mil hombres y en ese reducto se unirian todos los dirigentes y responsables políticos y sindicales que tuvieramos que salvar, teniendo como salida Cartagena. Seria un trozo de tierra que podría ser defendido indefinidamente, y podría ser cotizado a mucho precio.

-¿Qué te parece?-me interrogaba.
-Siempre es un recurso. Ese u otro, que mas da, si el final y el propósito es resistir. Yo confio que una guerra prolongada, decidirla el éxito en nuestro favor.
Descubria su propósito en el abandono de Madrid, en su temor a ser cercado, diversos sentimientos agitaban su pensamiento que en su cama de enfermo, tomaba formas reales y tangibles.

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