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sábado, mayo 24, 2008

Los vencedores de Negrin-X


DÍAS PRECUSORES AL GOLPE DE ESTADO.
CASADO TRABAJA PARA ATRAERSE A LOS JEFES DEL EJERCITO DEL CENTRO.
La estancia del Gobierno en Madrid fue breve. Durante estos pocos días, las actividades de los descontentos estaban mas reducidas, y el mismo tono de Casado era menos violento.
Un nuevo acontecimiento vino a exacerbarle.
El Comité Provincial del Partido Comunista de Madrid,celebro una reunión, cuya autorización fue primero denegada y después rectificada por el propio Casado.
Hasta campaña persecutoria contra Mundo Obrero por Casado, no se había manifestado ningún acto agresivo.

La llegada del Gobierno hizo disminuir la exteriorizacion de esta animosidad.
En la reunión del Comité Provincial del Partido Comunista se comentaron con acritud las faltas observadas en el Ejercito, la operación de Brunete, la desconfianza en los militares profesionales, y la conduca de las fuerzas políticas que había roto sus relaciones con él.

Como nota saliente se destacaba la denuncia de hechos que demostraban la falta de lealtada de algunos jefes, sobre todo en el Estado Mayor de Casado y en él mismo.

Su irritacion era extrema.
-No debo tener contemplaciones-me deica enfurecido-. “Pasionaria”1 me ha llamdo “momia”, se ha insultado al Ejercito. He ordenado que se tomen los discursos taquigráficamente y los he mandado al fiscal.
Tenia miedo; su conciencia, a pesar de estos alardes de poder, le debía gritar reprochandole su defeccion.

-¡Que tenga cuidado! Tengo previstas todas las contigencias, si me pasara algo tengo anotados a mis enemigos y por mi solo, caerian mas de treinta.
Me alarmo la cifra, porque esta concreción descubria que había confeccionado una lista y hasta sospecha que había buscado a sus vengadores.
A mediados de febrero llegaron, procedentes de Francia, después de la perdida de Cataluña, los jefes y comisarios Modesto, Lister, Cordona, Galán, Mantecon, Delage y otros de menos graduación.
Se comento con recelo el que todos los que llegaban eran jefes y comisarios comunistas.
La critica de muchos se fundaba en la creencia de que era una maniobra de Negrin, al que atribuían las facilidades de estos traslados a España; en contra de jefes y personas de otros partidos que lo habían solicitado sin conseguirlo.
No era cierto.

Los que volvieron a España desde Francia en aquellos días lo hicieron por su iniciativa y voluntad y salvo algún caso muy excepcional los que no vinieron dejaron de hacerlo porque consideraron inútil su presencia en España, y ni siquiera el ejemplo del Gobierno y el de estos jefes y comisarios les estimulo a realizar una acto que, además de obligado, hubiera producido un excelente efecto entre sus correligionarios y en el pueblo republicano.

1Dolores Ibarruri.-“Pasionaria”.-Perteneciente al Comité Central del Partido Comunista. Diputado, y mujer de mucho ascendiente entre las masas proletarias de nuestro país.
El Gobierno tenia el propósito de que muchos funcionarios y militares viniesen a España después de haber evacuado Cataluña.
Se presentaron bastantes dificultades para el traslado de grandes continentes de personas, pero resaltaba el contraste entre la prisa de algunso para volver a España y las protestas y disculpas de otros para justificar su permanencia en Francia.

Rodríguez Vega, el secretario general de la U.G..T., había llegado a Madrid procedente de Toulouse.
Pérez,2 al saludarle, le dijo:
-No se si alegrarme o sentir que hayas venido, pero necesario si que lo es.
Estas palabras respondian al sentimiento de todos, y expresaba una gran verdad.
Nos reunimos los cuatro que formabamos la delegacion en esta parte de España, examinando todos los aspectos sindicales y de la guerra que cada día se agudizaban y se tornaba mas críticos.

Convenimos en reunirnos Ramon G. Peña, Claudina,3 Pérez y yo.
Se había instalado provisionalmente en el palacio de un procer en la calle de Zurbano.
Pocos empleados, salas solitarias y llenas de polvo atestiguaban lo improvisado de su estancia y la ausencia del aparato fastuoso de los ministerios.
Peña nos dio informes imprecisos y vagos de los propósitos del Gobierno, aconsejandonos únicamente que tomasemos algunas medidas de prevision para nosotros y los compañeros mas destacados de los sindicatos.
2 Antonio Pérez, obrero ferroviario. Vocal de la Comisión Ejecutiva de la U.G..T., de la significación socialista. Formo a parte del Consejo de Defensa en la Conserjería de Trabajo.

3 Claudina García. Obrera modista de significación socialista y Vocal de la Comisión Ejecutiva de la Unión General de Trabajadores.
En su conversación dejo traslucir que el Gobierno se preocupaba de la suerte de esta parte de España, y que ante la posibilidad de una fuerte ofensiva sobre Madrid, que no pudiera resistirse, se estaban haciendo gestiones para salvar lo mas posibles en hombres y valores de la España Republicana.
Salimos poco satisfechoas de la entrevista en la que no había encontrado un apoyo que desvaneciese mis preocupaciones y mis alarmas.
Yo veía como el desaliento iba aumentando de día en día.
La perdida de Cataluña era un hecho al cual al principio no se le dio importancia, pero no se había olvidado y su influencia se percibia progresivamente.
Para unos, este acontecimiento era el resultado de una mala política y de falta de dirección y de medios; en otros, servia para establecer la comparación de una falsa asistencia y de entusiasmo de los catalanes, sobre los que se vertian burlas y censuras porque no habían tenido capacidad combativa para defender su tierra.
La opinión publica seguía sin ser agitada, para evitar que cada día ganase su animo, la decepcion y el fatalismo.
Pocos actos públicos se celebraban en aquella fecha.
Los comisarios teníamos que suplir esta pasividad de los partidos, pero el desarrollo de nuestra propaganda encontraba en Casado mayores resistencias.
Celebramos un acto publico en el “Monumental”, en el que hice que intervinieran los cuatros comisarios de los cuatros cuerpos del ejercito: Herbas, Molina, Reyes y F. Benito, y en representación de otras armas, Girón.
Por una extraña casualidad estos comisarios pertenecian a los partidos republicanos, socialistas, comunistas y anarquistas y fue un vivo exponente de que en el Ejercito aun no se había roto la solidaridad y unidad de los antifascistas que combatían a Franco.
La principal idea que me movio a organizar este acto, estaba fundada en el deseo de probar a los partidos y sindicatos la utilidad de la propaganda.

En mi intervención destaque la necesidad de que nuestra actuación publica, se interpretase como un derecho de los comisarios políticos del Ejercito, a remover el interés de la retaguardia, cuando este cuidado y deber eran olvidados por los partidos políticos, los mas obligados a realizarla.

El “Hogar Catalán” organizo otro acto, en el que también intervinieron todos los sectores políticos representados por hombres de escada significación, y en el que San Andrés hizo un bello y poético discurso en defensa de Cataluña; y por ultimo, se celebro un acto que organizo el Frente Popular con la exclusión del Partido Comunista en el que intervinieron Carrillo, Prada y Del Rió. El acto no fue una exaltacion de las virtudes del pueblo madrileño para recordarle el deber de seguir manteniendo su moral del año 36-
Fue notada la ausencia del Partido Comunista, al que se dedicaron furiosos ataques, y como si el objetivo de esta acto no hubiera tenido otro fin.
Así el pueblo madrileño, rota públicamente la unidad de los partidos políticos, quedaban desorientado.
Esta política era la que impulsada Casado, secundado por algunos socialistas, los republicanos y los anarquistas, henchidos de una pasión equivocada y torpe, animada por gentes sin experiencia que caian de bruces en ella ciegos y furiosos.
La presencia del Gobierno, que en un principio domino sus actividades y les hizo vacilar por su continuidad, fue perdiendo efecto, en cuanto que aquel se marcho de Madrid para recorrer sin cesar las provincias.
Nada había seguro, unos decían que el Gobierno se iba a instalar en Valencia, otros en Madrid o en Alicante.
Una confusión de supuestos desorientaba a la gente que, al correr de los días, en la calma aparente de nuestros frentes, presagiaba por instantes un fin próximo.
Casado estaba atento a esta disminución del respeto hacia el Gobierno nacida del mal efecto que producía lo mudable de sus estancias.
-El Gobierno esta en Valencia.
-No, no ha pasado por Murcia.
-Pues yo se que esta en Alicante.
Casado sonreia cada vez que conocia el extracto de estas conversaciones e inquietudes.

Presentia, desde que había hablado con el jefe del Gobierno, que este desconfiaba de él, y temia unas veces por su vida y otras por su cargo.
-Tengo tomadas mis precauciones contra un acto de fuerza contra mi-me comunico, como una advertencia.
-Creo que exageras tus temores-le conteste.
Yo se muchas cosas, pero que tengan cuidado conmigo-y añadía con acento amenazador-: tu también lo sabes.
-¿Qué?-interrogue.
-No te hagas de nuevas-me replico con enojo-; que se habla de sustituirme por Modesto.
-¡No se!-afirme.
-Ten seguro que si el Gobierno me destituye por un hombre de capacidad y sin arrastrar como ese la vergüenza de una derrota, yo lo acatare; pero dar gusto al Partido Comunista, no-se enardecia y buscaba en mi un asentimiento.
-No creo que tal propósito tenta el Gobierno-le conteste con tono tranquilizador-
-Que lo intente-manifestó desafiador.
-Yo tengo en Madrid y en España un prestigio y una confianza ante el pueblo, el verdadero pueblo que sufre y calla, y haré lo que quiera.
Reaccionaba otras veces, en el curso de estas pláticas, como respondiendo a sus interiores ideas.
-Tenemos que resistir y esta resistencia encontrara los mejores elementos para concertar una paz humana.
Estas reacciones contradictorias eran muy frecuentes.Una lucha interior le desazonaba y le hacia vacilar.
Para llegar cuanto antes a la realización de sus propósitos, además de las ventajas obtenidas en los sectores políticos quería lograr otros en el Ejercito, en el que aun las discrepancias no se habían manifestado.
Llamaba a Mera con mucha frecuencia.
Varios días le había encontrado en su despacho, e invariablemente, todas las veces, cuando llegaba yo, se despedian.
-Chico-me decía jovial y comunicativo-este hombre es mi admiración. Ahí le tienes, un hombre que ha salido del anarquismo para convertirse en un jefe superior.
-Si es que una revelación-le contestaba-, disciplinado y duro.
-¿Cómo duro? Tu sabes como soy yo, energico y militar de verdad, pues bien, ante este hombre me inclino. En el aspecto de disciplina, es mas que yo.
-No exageres.
-Lo que te digo.
Estos elogios desmedidos hacia Mera, cuyos meritos no desconocia, aunque no para merecer el tono exaltado en que los exponía Casado, me llevaron a la conclusión de que se procuraba atraer a este jefe de manera incondicional.
Su compromiso para participar en la conspiración había sido preparado y aceptado por compañeros suyos.
Prada4, del Val y otros, de los que gracias a un habil trabajo de preparación, había logrado obtener su conformidad.
Su tema era invariable.
Su obsesión incontenible. Manifestaba su disgusto hacia el Gobierno sin recato, combatia los propósitos de continuar la guerra con formulas engañosas de interés hacia el pueblo, al que Negrin, según el, quería sacrificar.
Casado, con la suficiencia que ponia en sus palabras cuando trataba de asuntos militares, les aseguraba que no era posible la resistencia y que solo se abría la única posibilidad de salvar a los militares y hombres responsables de los sindicatos con una negociaciones de paz.
4 García de la Prada.-Director de “C.N.T.” periódico oficial de la Confederación Nacional del Trabajo, editado en Madrid.
-Yo os doy mi palabra de que esto puede hacerse, y puedo ser garantía para llevarlas a buen termino.
-Nosotros estamos conformes; la resistencia es inútil y seria criminal. Negrin quiere pasar a la posterioridad como un hombre ejemplar, sacrificando a la juventud y a España.
-Esto es verdad, y no quieren reconocerla los que están engañando al pueblo.
Los conceptos de pueblo, masas, militares y defensa de su vida, eran la forma que cubria sus propósitos de liquidar la guerra.
Le aseguraron la adhesión de Mera, hombre fiel con el que contaria Casado para dar el golpe.
Había que derribar al Gobierno.
Los partidos políticos cobardes y llenos de compromisos no serian capaces de terminar con esa política con la que la mayoría no estaba conforme.
Solo se abría el camino de la fuerza para poner termino a esta situación.
-Usted sabe, Mera, que hemos de obrar con energía.
-¿De cuantas batallones disponemos?
-¿Una brigada?
-Y usted, ¿a quien dejara el mando?
-A Liberino Gonzáles, el jefe de la 12ª. División.
-Es socialista.
-Si, pero seguro. Es antinegrinista-contesto Mera rompiendo en una ligera sonrisa su seriedad acostumbrada.
-Por ese lado le aseguraremos, con otros de su partido.
-¿Y Edmundo?-pregunto Mera.
-Con ese no contamos, no creo que se oponga a nada.
-Es muy amigo de Negrin.
-Lo se, pero creo que esta desengañado y cuando conozca lo serio de la cosa se unira a nosotros.
-¿No sabe ahora nada?
-No.
-Además, los de su partido no tiene confianza en él, ni le quieren.
-¿Y si estorba?-pregunto Mera.
-Yo no lo quiero mal, no nos vale y nada mas-contesto Casado.
Era mas difícil atraerse o neutralizar la acción de Barcelo, Ortega y Bueno-
Desde hacia tiempo los reunia con frecuencia para hacerles participar de las contiendas políticas.
Primero les inspiro la necesidad de mantenerse apartados de las actividades políticas. Después les participo los ataques y desconfianzas hacia el, para buscar una solidaridad de cuerpo.
Los tres pertenecian al Partido Comunista.
De Barcelo se decía que se había separado de los comunistas.
De Bueno, que no era fervorosa su adhesión a este partido.
Solo Ortega era el mas difícil de convencer, pues sentimiento políticos era mas acentuado.
De otra parte, existía cierta rivalidad entre Casado y Ortega, este de igual graduación que Casado y a quien sustituia en sus ausencias, conocia sus defectos, aunque estaba lejos de suponerle capaz de un acto de indisciplina, y menos de ambicion que justificarse un levantamiento.
Para desmoralizar a estos jefes, apelo a un recurso con el que contaba sembrar la desconfianza y la duda en el triunfo de las armas.
Estos hombres, abnegados y sobrios, alejados de la política, dedicados a las preocupaciones y necesidades de las fuerzas que mandaban, vivían en un mundo aparte, donde no llegaba la desmoralización.
Entregados con honradez a su deber, solo aspiraban a ser utiles a la Republica a la que consagraban su comodidad, sus intereses y sus vidas.
Tenia que mentir Casado, y mintio, para incrustarles la sombra del recelo, y destruir las ilusiones de su generosidad.
Como era obligado en él que me aviso que reuniria a los jefes para que yo convocase a los comisarios de los cuatros cuerpos de ejercito.
La reunión tenia un aspecto de mayor solemnidad que los acostumbrados. Concurrian a ella los jefes de Ingenieros, Artillería y Sanidad.
Con un temblor en la voz que denunciaba la violencia de su espíritu nos informo:
-Señores, les ha llamdo para darles una noticia importantisima y trascendental.-Hizo una pausa y continuo-. El Gobierno ha emprendido negociaciones de paz y les he reunido para conocer la impresión que este acontecimiento les producía.
Fue breve en la exposición de los motivos que inducian a proceder así al Gobierno.
Sus palabras no respondian a su pensamiento y se explicaba con dificultad.
Un silencio agobiante se mantuvo durante unos instantes.
Casado observaba que sus palabras habían causado sorpresa. De no haber venido de él, la noticia hubiea sido desmentida.
Se abstuvo de manifestar nada mas, esperando que los reunidos reflejara sus impresiones.
El coronel Ortega fue quien rompió primeramente este silencio, que ya embarazaba a todos.
-Yo respeto todo lo que el Gobierno haga-y en sus palabras revelaba la amargura y el dolor mas profundos.
Barcelo mas expresico, pregunto:
-¿Las negociaciones se hacen sobre los tres puntos aprobados por las Cortes en Figueras?
Casado replico insinuante, pero con seguridad.
-No sobre los tres no, nada mas que sobre los dos primeros, independencia y seguridades personales para los que quieran salir de España.
Barcelo contesto:
-Nada mas-y se replego en meditaciones.
Yo permanencia silencioso. Dudaba ante afirmaciones tan rotundas.
Las palabras vagas de Peña, sus consejor de tener previsto algún recurso ante al contigencia de evacuacion, las recordaba y admitía el supuesto de lo que Casado nos daba a conocer.
Mera intervino:
-A mi me parece bien que se tome este camino. Tenemos que reconocerlo. Si Franco se vuelve contra nosotros, no podemos resistir-y refirio los defectos de su Ejercito y las reducidas fuerzas que tenia para defender un frente tan dilatado como el suyo-. ¡Así no es posible luchar!
Casado comprendió que tenia que dar una sensación de mas aplomo y energía.
-No confundamos. Es precido estar atengos ante el enemigo, y dar una nueva moral a todos, pues si se rechazan estas proposiciones debemos luchar hasta morir. En la historia del mundo no hay un ejemplo de que un ejercito de medio millón de hombres se haya entregado sin condiciones.-Y termino aconsejando que estas noticias de cierta manera se dieran a conocer a los jefes de División.
Yo me opuse.
-Eso seria fatal-manifeste-; mientras el Gobierno no insinue este propósito, no debe extenderse la noticia, y menos dentro de un ejercito que esta en línea frente al enemigo.
Barcelo y Ortega fueron de mi opinión. Bueno5 no manifestó ninguna impresión. Estaba muy afectado.
5 Migual Bueno-Jefe del Segundo Cuerpo de significación comunista. Militar profesional. El Cuerpo de Ejercito que mandaba, ocupaba la Casa de Campo y Caranbancheles y todas las líneas mas próximas a Madrid y dentro de la ciudad.

Mera comunico que el era partidario de que los supiera hasta los soldados. Estos eran hijos del pueblo y no había por que ocultarles nada. Había probado su antifascismo arriesgando su vida y no era justo ocultarles la verdad, la favorable, como la adversa.
Cuando nos dejaron solos, no pude por menos de manifestar mi extrañeza a Casado por su información y por la reserva usada conmigo sobre el motivo de la reunión.
-Ya supondría que cuando lo he dicho es que no solo estoy seguro, sino autorizado para hacerlo.
-No deja de sorprenderme-le manifeste, mientras mi pensamiento se llenaba de recuerdos que contradecian lo que había oído.
-Si, y tu también lo sabes. El Gobierno esta haciendo gestiones por mediación de Francia y de Inglaterra.
-No, solo se que el Gobierno se preocupa de las posibilidades de una evacuacion forzosa y de una ofensiva.Desde luego, te aseguro que el Gobierno no negocia con el enemigo
-Directamente no, pero a través de agentes de esos dos países si.
-Ni eso. No seria político, ni daría fruto. El menor intento en ese sentido seria el termino de la guerrea y su desenlace fulminante.
Mr. Cowen era el que había facilitado a Casado la información sobre petición de barcos para tenerlos preparados y tras este indicio, los tanteos de agentes oficiosos, pero sin encargo expreso del Gobierno, para conocer la actitud de Franco.
Una vez mas, confirmaba la correspondencia con el enemigo, pues en las esferas inferiores de este, se daba por descontaba la rendicion de la Zona Centro-Sur.
Trate de ponerme al habla con Negrin, pero no pude y como no quería que un hecho de esta importancia quedara sin su conocimiento, deje una carta que entregue a García, el cual me prometio darsela.
Para que la maniobra no cobrase cuerp0o, y el propósito de desconcertar a los jefes de las grandes unidades no prosperase, visite por separado a Barcelo y Ortega.

Ortega estaba muy preocupado, recorrimos una parte del sector que sus fuerzas defendían, y se manifestó optimista por las obras que estaban haciendo.

Los soldados con quienes hable, muy ajenos a los propósitos de rendicion que se manifestaban en la retaguardia, estaban tranquilos y confiados en su fuerza y en su decisión de defenderse.
-No acierto a comprender bien la intención de Casadod al comunicarmos esta terrible noticia-me decía Ortega.
-Yo si-le manifeste.
Me miro interrogativo.
-Trata de buscar opiniones favorables a la rendicion-le aclare.
-Pues de mi no sale la noticia y además hace mucho tiempo que no voy por mi Partido, ire y les comunicares lo sucedido.
Barcelo fue mas comunicativo. Nos encerramos en su despacho. Su comisario me había dado muestras de debilidad y no quería que conociese lo que estabamos tratando.
-Yo no creo lo que Casado nos ha dicho-me comunico Barcelo-y menos que este autorizado para que, aun siendo cierto, nos lo comunicase.
-Has acertado-le dije-. Tras esa aparente muestra de confianza esconde unos tenebrosos propósitos-añadí.
-La gravedad de esto-Opino Barcelo- es que si estas negociacines no las hace el Gobierno, el hacer publico estas intenciones, es un delito.
-En efecto-asenti.
Yo no he dicho nada a nadie-me aseguro.
-Esta bien, pero además debes políticamente asegurarte de lo que hay-y le informe de lo que Ortega me había dicho.
Comimos juntos, uniendose a nosotros el comisario Hervas, al que me queje de que los comisarios no hubieran manifestado nada en la reunión con Casado, pues su invitación a que extendiera la noticia, rebatida por mi, no fue secundada por ninguno de los comisarios presentes y esto representaba el deseo manifiesto de quebrantar la moral del Ejercito del Centro.

Se tenia calculado todo. Casado estaba muy bien dirigido.
La noticia de las negociaciones era el final del trabajo del Comisariado que ya no tenia objeto en su misión educadora y de fortalecimiento.
Las palabras de aliento y confianza en la victoria resultaría un sarcasmo, y la consigna de resistir una formula en la que nadie creeria debilitando y despretigiando el Gobierno.

Desesperando por mi impotencia para frenar todos estos trabajos derrotistas, consulte a Vega y le comunique mi deseo de abandonar el Comisariado si no se me hacia caso.
Me aconsejo que esperase, pues esta actitud seria mal interpretada.
Cada día sucedia un nuevo hecho que me probaba lo audacia de Casado.
Una noche me invito a que fuesemos a ver al ministro de la Gobernación.
-Es necesario que sepamos que va a hacer y hace el Gobierno-me dijo-
-Me parece excesivo para un jefe de ejercito este interrogatorio.
-Nadie sabe donde esta el Gobierno, no hay manera de tratar con él y es preciso, te aseguro que es preciso, así no se puede continuar.
Pero bueno, ¿Qué pretexto vas a emplear para preguntar al Gobierno lo que hace?
-Esto te demuestra que si he llegado a este estado es por culpa suya.
-Pero no es reglamentario y solo se justificaria el que hablases al jefe del gobierno sobre un caso concreto y que afecte a nuestro Ejercito.
-¿Y de Madrid, y de España? ¿Crees que puedo quedar indiferente?
-No, pero esta preocupación puedes transmitirla de otra forma.
-No, yo no espero y me importa poco que se incomoden.
Ya se creai posesionado de su papel dominador y desafiaba toda prudencia, hasta atreverse a la exigencia de que el gobierno le diera cuenta de sus actos.
Paulino, a quien visitamos, le escucho con atención y entereza.
-Note, mi coronel-le replico- que sus preocupaciones. Muchas de ellas honrosas y que descubran un noble interés, son de incumbencia del Gobierno y que a este le corresponde darle a usted resuelto todo lo que a usted le preocupa.
Casado enredandose en sus manifestaciones, pues su deseo, mas impetuoso que entero ante las certeras contestaciones de Paulino, que demostraba serenidad y firmeza, se desconcertaba.
-Descuide usted, coronel, el Gobierno lo sabe todo, lo conoce todo y a todo atendera.
Casado no se resignaba y manifestaba su única obsesión, la de concertar la paz.
-No podamos resistir. Nuestro Ejercito no aguantara una ofensiva enemiga.
Peña, que había llegado después que nosotros, intervino también en el dialogo.
-Es verdad. No sirve el vivir de ilusiones-manifestó.
Paulino miro a Peña de manera tan expresiva que era evidente que le reconvenia.
-Nosotros, coronel, al regresar a España desde Francia hemos hecho el propósito de ofrendar nuestras vidas a la lucha. Yo le aseguro que no estoy apegado tanto a la mía como para que, por salvarla, realice ninguna indignidad. Al regresar, lo hemos hecho pensando que hay muchos que hacer, y se hará.
Casado se disculpaba. El carácter sobrio y fuerte de Paulino le ponia nervioso.
-Es que yo tengo precision de hablar con el jefe del Gobierno, tengo un ejercito importante y una población a quien defender.
-El jefe del Gobierno-informo Paulino- esta recorriendo toda la parte de España que es aun nuestra para recoger su espíritu y orientarse. Yo le aseguro que después vendrán las soluciones.
Casado buscaba una salida para sus propósitos. Seguramente que si el Gobierno le hubiese nombrado agente para comenzar unas negociaciones de paz, lo hubiera aceptado tanto porque subrepticiamente lo estaba haciendo, como porque su deseo consistía en ser él quien ofreciera este servicio en la creencia de que su acto seria correpondido con el agradecimiento de los españoles y del Ejercito. Su egoísmo no le ofrecía otra salida, temia que si la paz la gestionaba el Gobierno, el pudiera ser una victiam mas de las muchas que fatalmente había de causar la ultima derrota.

Me sentía acosado por los acontecimientos y por las personas.
Ni aun en el Comisariado tenia muchos amigos, y fuera de el, entre mis correligionarios no podía encontrar ayuda.
Algunas personalidades a quienes consulte, no participaban por completo de mis temores. Una injustificada confianza les mantenia tranquilos; mas cerca yo del peligro, de todos los factores y hechos que por días veía acumularse, los analizaba para llegar siempre a una conclusión desesperante.
Solo el Comisario general, Osorio y Tafall, que había regresado también de Francia, participaba de mis impresiones y de mis zozobras.
Casado no perdia un momento.

La noticia de las gestiones para hacer la paz atribuidas al Gobierno, no habían dado el fruto que el esperaba. Necesitaba mas, hasta agotar este deseo.

Quería obrar sobre seguro, tanto en lo que le sirviera para alarmar al propio Gobierno como para escudarse en los informes de los jefes de los cuatro Cuerpos de Ejercito que defendían Madrid.
A fines del mes de febrero, Casado convoco a todos estos jefes y comisarios a una reunión, a la que invite a Osorio y Tafall, para que por si mismo comprobase, cuando yo le había manifestado.
Tenia la certera de que cualquiera que fuese el pretexto o motivo de la reunión, Casado se descubriria fácilmente.

La reunión tenia por objeto preguntar a los jefes de cada Cuerpo de Ejercito el estado de moral de sus fuerzas y el reajuste de las mismas para concentrar, según el, las mejores en los puntos mas vulnerables.
Uno por uno, los cuatros jefes fueron enumerando sus fuerzas y la confianza que en ellas tenían.

-Semanalmente-explico Barcelo- yo reuno a todos los jefes de División y Brigada y en estas reuniones examinamos todos los problemas que nos interesan y que yo, como Jefe de Gran Unidad, debo conocer, para corregir errores y señalar nuevos trabajos.
-Mis líneas están aseguradas, los trabajos de fortificacion muy adelantados. Hay sector en que tengo tres líneas de fondo terminadas, abrigos, casamatas y puntos de apoyo, construidos con cemento.
-De material andamos escasos, pero no tanto que no ofrezcamos una fuerte potencia aun.
En municiones hemos llegado a rebasar nuestro calculo. La moral es inmejorable. A pesar del resultado de la operación sobre Brunete las unidades están fortalecidos y muy disciplinados.
Casado se impacientaba. Estas seguridades le disgustaban, prefería informes desalentadores.
-Pero ¿y fusiles?
-¡Ah! Fusiles ya conoce usted la cifra, Para unos 50,000 hombres tengo alrededor de 35,000.
-¿En uso?
-Desde luego-afirmo Barcelo.
Casado quería encontrar una falla a este balance tranquilizador.
Bueno, con voz ronca y pastosa, manifestó su confianza.
-Mi cuerpo de Ejercito esta bien de moral y material tenga mas del que he tenido siempre. Lo único es que mis fuerzas mezcladas con la población civil, se contaminan en algún caso. De soldados tengo pocas deserciones, pero de Guardia de Asalto, cada día aumentan, sin que esto sea excesivo, seis o siete cada día. Hemos localizado un trabajo de propaganda para facilitar estas deserciones, pues todas ellas se producen por la misma Brigada.
-Por lo demás, tengo la seguridad de que todo intento del enemigo por mi Cuerpo de Ejercito será inútil.
Casado se revolvia en sus asiento, y yo notaba su nerviosisimo. Seguía sin salir el informe que buscaba.
Ortega manifestó menos seguridad-
-Soy el que manda mas fuerzas de los cuatro Cuerpos de Ejercito, pero no todos me merecen confianza. Deben ser trasladados algunas y mezclarlas con otras, sobre todo las Brigadas de Carabineros y Guardias de Asalto. Esto, lo atribuyo a la falta de comisarios en estas fuerzas.
-De eso hablaremos después-interrumpí.
-Material y municiones-digo lo que Bueno-, nunca he tenido tanto, y como moral pongo el ejemplo del intento del enemigo por la Cuesta de la Reina donde destrozamos dos brigadas enemigas y conservamos las posiciones ganadas.
-¿Y usted, Mera?-interrumpio con ironia Casado dirigiendose al jefe del Cuarto Cuerpo de Ejercito- nos da un informe tan lisonjero?
-Yo no-afirmo Mera-. Usted sabe que mis fuerzas cubren un sector mayor que todos, casi tanto como el del Ejercito de Levante. 300 kilómetros de frente. Tengo dos brigadas mas, pero esto no es suficiente. Hay línea de vigilancia en algún lado pero no de resistencia.
-Me falta mucha fortificacion. Creo que mi gente es muy difícil de vencer, pero también tengo que decir que esto no es bastante por mucho que hiciera.
(No podía disminuir los efectivos de municion, pues recientemente yo había visitado sus depositos que estaban repletos de todas clases de proyectiles y en cantidades insospechadas. Seguramente era el Cuerpo de Ejercito mejor dotado).

-Tengo mucha municion, pero mi material es viejo, y ametralladoras me faltan muchas para tener lo indispensable.
Solo tengo una seguridad, en mis hombres y en mis jefes de División y de Brigada.

El disgusto de Casado por este balance confortador se manifestó al intervenir yo, recogiendo puntos de estos informes.
-Mi opinión-manifeste-es que, como fuerza de choque se retiren la Brigada de Carabineros y los de Asalto y dejarlas en reserva.
Casado me replico airado:
-Esto, señores, es grave. El Comisario del Ejercito hace unas manifestaciones que yo no diga que sean mal intencionadas, pero si por una casualidad el enemigo atacase por este sitio y no se hace lo que el dice, dira que lo tenia advertido para cargar sobre mi esta responsabilidad.
-No te exaltes-conteste enojado-mi criterio es este.Has propuesto la concentración de carabineros y guardias de asalto en un solo sector y eso lo creo perjudicial. No solo por el informe que hemos oído, sino porque conozco el estado de estas fuerzas. De las dos Brigadas de Carabineros, una responde, tiene buenos hombres y moral, la otra no. Las de Asalto tienen buenos jefes, pero malos mandos medios y además carecen de moral, desde que Armando Álvarez ha impedido que trabajen los comisarios.

(Era verdad, Álvarez cuando fue designado inspector de los Guardianes de Asalto planteo una cuestión que no pude resolverse, impidiendo que en estas fuerzas hubieran comisarios, como había en los demás unidades.)

En una entrevista conmigo-prosegui- se manifestó transigente, siempre que retirase de la División a su comisario Llera y otros de filiación comunista, a lo que yo me negué.
-No esta eso decidido. Esas fuerzas dependen de Gobernación-respondió Casado.
-Si, pero si tu eres el jefe de esas fuerzas, mientras pertenecen al Ejercito del Centro yo no renuncio a mi derecho de sostener los mismo comisarios en ellas y cuya necesidad se desprende de los informes que te dan estos señores.
-Yo no soy enemigo del Comisariado-me contesto- pero tampoco puedo imponerme por mi mismo.
-No-conteste-, pero niegues que desde hace tiempo se obstaculiza nuestra labor. Un día el comandante militar no da posesión al comisario que se le manda, otro tu impide que desarrollen nuestra propaganda.
El dialogo vivo entre los dos tomada giros de enojo.
-Esto es claro-manifestó airado-. Mi comisario y yo discrepamos.
-En esto si. Yo creo que tu te excedes en tus funciones. Puedes ejercer la censura sobre el elemento civil por estar en estado de guerra, pero el único que tiene facultades para señalar el trabajo a los comisarios soy yo, de acuerdo contigo.
-Tu eres un quisquilloso-me manifestó.
-Desde luego, soy quisquilloso, como tu lo eres, como se debe ser, cuando se quiere defender el fuero de un cargo.
Tafall intervino.
-Yo, señores, he venido aquí invitado y agradezco esta deferencia que me ha permitido conocer unos informes tan interesantes como los que han expuesto estos dignos jefes del ejercito.
En esta cuestión intervengo para dar mi opinión, si creen que es útil que la de.
-No faltaba mas-contesto Casado-. Además usted por su jerarquía, como por su persona, sabe que se lo agradeceremos.
-En la primera parte que ha producido en usted enojo-manifestó dirigiendose a Casado- Domínguez ha puesto estos reparos a la concentración de fuerzas de un mismo instituto porque me han oído a mi referencias de comportamiento que han tenido en Cataluña y tema que estos hechos se reproduzcan aquí.
-Así es-corrobore.
-En cuanto a que se mantengan los comisarios de estas unidades, yo he hablado con el ministro de la Gobernación, y me ha manifestado que siempre que estén en línea tengan comisarios y es contraproducente separarles cuando se relevan si no salen del ejercito y pasan de reserva, donde además hay que continuar la misión del Comisariado, tanto mas precisa por su contacto con la población civil.

Y continuo:
-Los actos que celebran los comisarios, si se trata de actos suyos propios, estos no pueden tener trabas ni el estado de guerra significa que se supriman.
-Seria una desigualdad ya que se impiden a los partidos que celebren actos públicos-contesto Casado.
-Pero es que el Comisariado no pueden estar incluido en esa medida, no es una fuerza política de partido, es un elemento que utiliza el Gobierno dentro del Ejercito para el sostenimiento de su moral y disciplina por las especiales circunstancias en como este se ha formado.
-Pues yo soy jefe del Ejercito y del pueblo-manifestó con énfasis Casado.
-Yo soy el jefe político de este Ejercito y no ceo en este derecho-replique.
Tafall volvió a intervenir, para apaciguar nuestras replicas apasionadas, y al salir, después de la reunión, me recomendo tacto y calma.
Ya no volvi a ver a Casado, hasta la noche en que se sublevo, pero por aquella reunión debio comprender que no había podido sacar de ella el provecho que deseaba cerca de los demás Cuerpos de Ejercito, a excepción de Mera.
-¿Para que esto nos ha llamado?-comentaba Hervas-¿para presenciar una disputa entre el jefe y el comisario?
-Y no acertaba con la secreta intención que movía a Casado para reunirnos.

Muy trivial era el motivo expuesto por Casado de hacer unos cuantos relevos para que justificase una reunión de jefes de Cuerpo de Ejercito; mas aun, careciendo de sentido la recomendación de tener prevista una contigencia de ataques, cuando se hablaban de negociaciones con el enemigo. Discurrian los jefes y comisarios sin encontrar el verdadero motivo de la reunión que por nuestra discrepancia se había hecho mas confusa y desordenada.

Muy a la ligera comente con Tafall la reunión a la que él había asistido, prometiendome que marcharia a reunirse con el Gobierno al que expondría nuestras comunes impresiones.

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