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miércoles, octubre 22, 2008

Manifiesto por la nacionalidad-II


Andaluces de todos los campos y partidos: Venid a esta labor', los hombres de ideas más opuestas, unidos por el ideal de una Andalucía grande y redimida.



Invocamos a todas las clases, principalmente d las obreras, que tienen la fuerza reformadora del Poder a la orden de su voluntad; a todas menos a una pseudo intelectualidad andaluza y española. de espíritu castrado y de alma cobarde, que abdicó el rango de clase dirigente y sólo sirve para entorpecer la ideación generosa y la valiente acción.



y decimos a las clases acomodadas: Ved que en el orden polí­tico y social ofrecemos ordenadamente los avances de una fatal evolución. Ved que el hambre del pueblo ruge; que su organiza­ción está ya operada en casi todos los pueblos andaluces; que to­dos los obreros se encuentran ya asociados por la intensificación en estos últimos tiempos del hambre y de las nuevas auras de libe­ración. Si no os apresuráis a hacer justicia, llegará el día luctuoso en que se liberarán rencores en ineluctables venganzas.



y decimos a los obreros: El Último Congreso Socialista ha vo­tado la defensa de las autonomías regionales y locales y del prin­cipio federativo.
La democracia trabajadora de Oriente, organiza la República federal rusa, constituida sobre la base de la libre federación de las regiones o nacionalidades, organizadas en soviets regionales y lo­cales.



Sindicalistas: Venid a defender con la liberación de la Tierra el medio único que tenéis de ensayar SLI explotación por los sindicatos obreros y con los establecimientos de intermediación mercan­til municipal el medio Único que también existe de explotar esta manifestación de la actividad humana en benefició de todos. por lo que vendría a ser un Sindicato municipal.
Vengan los obreros, sobretodo los campesinos, n defender la aplicación del sagrado principio de tierra y libertad.



Nuestra voz convoca principalmente a los rudos pastores de las serranías para que vengan a formar el ejército liberador de Anda­lucía, con los famélicos de las campillas acotadas.
Campesinos andaluces: Sois los conductores de la Andalucía pura en las ciudades se vino a mezclar su sangre con la de extra­ña gente. Vuestra historia es la historia de Andalucía. Vuestros padres. hicieron de esta triste patria nuestra un vergel delicioso. en donde los más deleitosos frutos estaban de balde; en donde to­do ell11undo sabía leer y escribir, presidido este vergel por la glo­riosa ciudad desde donde os dirigí mas nuestra voz: por Córdoba. la ciudad que condensó el espíritu andaluz, acumulándole en ochenta Universidades y Bibliotecas ingentes, como no existen en la España de hoy; prodigándolo generosamente a Europa, cuya civilización vino a iniciar. De aquí salió el espíritu que fundó las Universidades europeas. Aquí la civilización tuvo asilo inexpug­nable, acosado por la barbarie medieval.



y vino esta barbarie a dominar por a Andalucía. Y, enton­ces, los dominadores se repartieron en grandes porciones el suelo de la patria y expulsaron a nuestros padres, generosos y creadores. a las playas inhospitalarias del África hosca y redujeron a los que quedaron a abdicar su genio rebelde y creador. encerrándole como
esclavos en esas ergástulas que llaman gañanías, en donde pena; aun su martirio la Andalucía jornalera, la verdadera y triste Anda­lucía.



Los caciques territoriales y políticos, por medio de la desamor­tización, por medio de contribuciones, vinieron a completar la obra de arruinar al pequeño labrador que cultivaba intensamente sus tierras .. creándose así, junto a los estados de los nobles, los modernos latifundios.



Mienten quienes digan que Andalucía rie. La risa de Andalucía es la mueca del genio enloquecido por el martirio, debilitado por el hambre; de un genio que tuvo y tiene por fondo un optimismo creador; una santa alegría de vivir, caricaturizado hoy por una larga tragedia de miseria y sufrimiento.



Es cien veces más horrible que el llanto, la risa trágica de la degradación. Andalucía no ríe, llora. Llora al ver Sus hijos, tamba­leándose de hambre y de dolor,. emprender el camino amargo que a la emigración conduce, buscando tierras que ella no puede dar­les, porque entre unos cuantos señores la esclavizaron; llora cuan­do percibe a sus niños jornaleros que atisban con ansia un pedazo de pan, consumida la niñez en las rudas faenas del campo; llora cuando contempla a sus mujeres jornaleras, implorar en los hoga­res desolados, guaridas de la miseria y de la muerte, en los tristes días de invierno, y a sus evocaciones no se responde con el ali­mento que la prostitucion les dona por la mano de señoritos casi­neros, dueños de la tierra y herederos de los nobles haraganes; llo­ra cuando les ve deformándose los cuerpos juveniles en bestiales faenas campesinas, impropias aun de hombres fuertes; llora cuan­do cuenta el noventa por ciento de Su población esclavizada por el bárbaro latifundio: cuando en ese noventa por ciento de jornale­ros. ella misma se contempla, humillada y hambrienta, en la Sucia gañanía.



Dicen que los cantares andaluces son evocaciones a la muerte: ¿qué otro refugio que la deshonra y la muerte dejaron a esta diosa excelsa humillada. que se llama Andalucía?
Andalucía no ríe: llora. Los españoles no lo ven: los extranje­ros sí. Campesinos andaluces: El escándalo de vuestra existencia miserable ha pasado la frontera y, pregonado por escritores ex­tranjeros, es la vergLienza más trágica de España y de Andalucía. ¡Arriba los corazones! ¡No emigréis, combatid! La tierra de An­dalucía es vuestra. ¡Recobrad la tierra que vino arrebataras ¡a dura dominación! ¡Perezca la gañanía y tenga Andalucía un hogar rien­te y feliz en la granja limpia de los estudiosos campesinos! Sois vosotros los que habéis de redimiros. Vuestra redención es la de la patria nuestra. Organizaos al requerimiento de nuestra voz. No os constituyáis en banda desorganizada, sino en ejército regular.



Andaluces todos: La hora ha llegado de reanudar vuestra inte­rrumpida historia. Andalucía es Bética que produjo para la huma­nidad los mejores hombres de ciencia y los emperadores más humanos filósofos; es el Andalus que salvó la civilización del mundo, creada por la primitiva Andalucía. Sed dignos de la gran­deza pasada.



Organizaos, y como los andaluces de 1835, por la Junta Regio­nal de Andujar, imponed la reforma de los Poderes Centrales es­pañoles; tomaos vuestra propia libertad: acordar las medidas de vuestra propia redención y sed el pueblo más eficiente en los Estados unidos de España. Sea vuestro grito de combate y de victoria:¡Por Andalucía, Por España y la Humanidad!
Córdoba, 1 de enero de 1919



Blas Infante.- Por el Centro Regionalista Andaluz de Jaén: Inocencio Fe, Emilio Álvarez, Juan García Jiménez, Manuel Rosi (Secretario). Por el Centro Regionalista Andaluz de Córdoba.- Dionisio Pastor, Eloy Vaquero, Francisco Azorin, Francisco Córdoba.

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