Translate,translator,traducteur,Übersetzer, traduttore,tradutor,переводчик

martes, noviembre 16, 2010

Los vencedores de Negrin-XIX

LA DESBANDADA. DOLOR Y DESESPERACION
Después de haber escuchado al Sr. Del Río dando cuen¬ta del término de las negociaciones, me apresuré a reunir, tras de muchas dificultades, a los compañeros que de dife¬rentes partes dé España habían llegado a Valencia, para asistir a la reunión de representantes de' Federaciones Nacionales y Provinciales, celebrada el día 25. Acudieron todos aquellos a quienes pude avisar.
A Vega le localicé en el Gobierno civil.
Estaba con Pascual Tomás y el gobernador Molina Conejera, y le requerí para que se reuniese con nosotros.
Era preciso adoptar una resolución.
Si algo teníamos que hacer para salir de España, había -que realizarlo inmediatamente.
Cuando Vega se reunió con nosotros, nos comunicó que había hablado con Pérez por teléfono desde Madrid y que éste le había dado una ligera impresión de confianza, por lo que se acordó aplazar nuestra salida para el día si. guiente.
Mientras, lentamente, sin apresuramientos, el Ejército de Franco avanzaba por Extremadura y Toledo.
El lunes 27 de marzo, el Consejo, tardíamente, reac¬cionó y rectif.icó su inacción, decretando la constitución de una Junta de Evacuación, pero este intento llevaba ,en germen su inutilidad.

Este amago de intento de concentrar gente en los puer¬tos de' España, carecía de sentido.
¡Si no había con qué salir! ¿Para qué esta Junta de Evacuación? ¿Para pasear a las gentes por las carreteras, y en el curso del viaje distraer sus preocupaciones y man-• tener una esperanza que por anticipado se sabía que no tenía objeto?
Era un sarcasmo que debió ser inspirado por el genio mendaz que animaba a los consejeros.
No había coches: Septiem, a quien designaron para proporcionados, preguntó ¿qué tengo que hacer?, sin que hubiera nadie que supiese contestarle.
El Comandante General de Valencia, general Arambu¬ru, a quien se dirigió, lo ignoraba.
El material, en manos de particulares o del Ejército, era retenido con el propósito de poder ser utilizado cada vehículo por sus poseedores.
Faltaba gasolina en los depósitos de ruta, y donde la había la negaban y la improvisada medida ni remediaba nada ni para nada servía.
Los comunistas, encarcelados, a través de rejas reciben la noticia de la descomposición de la República y de su inminente final.
Se consideran como muertos en vida, a los que pro• bablemente se piensa entregar maniatados a Franco.
El Consejo, en estas postreras horas de su existencia,. siente el aguijón del remordimiento, y finalmente les pone en libertad.
Pero la tardanza de esta resolución les ha privado de procurarse el medio de intentar huir de España, en don¬de de manera tan evidente peligran.
Al salir de las cárceles, no saben dónde ir, y deambu¬lan desorientados buscando un cobijo que les libre de las primeras redadas, en las que saciarán su sed de vengan-
za, los fascistas. '
N o tienen medios para moverse, su cárcel sólo se ha ensanchado, y continúan siendo prisioneros en las pobla-• ciones donde aún pueden residir.
253
Jesús Hernández, Diéguez, Checa y otros., aquella no~ che, ante la gravedad de los acontecimientos, decidieron realizar una salida arriesgada.
En el Aeródromo de los Alcázares quedaban aÚIi doce o catorce aviones a disposición del Consejo.
Rápidamente se organiza en el 22 Cuerpo de Ejército una pequeña columna, y se dirige hacia este campo de aviación.
¡Gente brava y desesperada, que está dispuesta a no entregarse!
Dominan la guardia del aeródromo fácilmente y se apo¬deran de las aparatos.
Todos no pueden salir, y se elige entre los asaltantes, quienes tienen que hacerlo, sin violencia y sin protestas. . Los demás, quedan defendiendo su salida y los aparatos son ocupados por hombres, mujeres y niños que les con¬ducen hasta Argelia.
Este apisodio se repite en otras partes.
Mera huye con Liberino González, en avión también.
Mera no se fía de las promesas de Casado, ni de la cle¬mencia de Franco. Su historia de luchador sindical no puede ser olvidada por los reaccionarios y pesarían• más en la balanza de la justicia franquista sus cargos, que los atenuantes de su desgraciada intervención final.
Miaja, huye también~
En Alicante aguarda un avión.
Le rodean varios jefes y oficiales, que esperan el mo¬mento de asaltarlo y huir.
El .general Miaja llega, vestido de paisano, y les sor-
prende con un saludo afectuoso. -¿Qué hay?
-A sus órdenes, mi general.
-Ya no soy general, ¿no me veis de paisano?
N adie responde.
El general no sigue la conversación con quienes le acom¬pañan y se mete en el avión que ha de conducirle a Argel.
Mientras se pone en marcha el aparato, Miaja saca un
libro y comienza a leer con tranquilidad, dejando confu¬sos y decepcionados a los que esperaban utilizar el avión para marchar también.
La Presidencia del Consejo le retuvo hasta el día 29.
Pero no quiso continuar en ella. Pudo creer en su utili¬dad, pero cuando conoció, aunque tardíamente, que por última vez pasaba por el trance de ser utilizado para dar autoridad y prestigio a personas y organismos únicamen¬te, les. abandonó, dejando al Consejo por entero, la res¬ponsabilidad del final de la nefasta obra.
El mismo lunes, de acuerdo con Vega, gestioné la con~ cesión de unos autocares para que los compañeros de la U.G.T. pudiéramos trasladarnos a Benidorm, único recur¬so que nos quedaba que utilizar para salir de España.
El coronel Alonso me los proporcionó y decidimos sa~ lir a las dos de la tarde, cuando ya toda espera en los medios que debían mandar la Internacional del Transpor¬te o Trifón Gómez, la considerábamos agotada.
Vega habló con Pérez, el cual dijo que había una re~ mota posibilidad de obtener un plazo que retrasase la en¬trega. Yo no participé de este optimismo. De otra parte ¿para qué iba a servir? Pero Vega quería seguir esperando.
Millares de compañeros quedaban sin poder salir. Sentía cierta verguenza en anticipar nuestra salida sin apurar hasta el último minuto nuestra espera ante la po¬sible llegada de un auxilio que podría ser utilizado por centenares de militantes sindicales.
Unos cuantos compañeros sintieron deseos de aprove-) chal' este respiro, que les inspiraban las impresiones de Pérez, para regresar a Madrid y despedirse de sus fami¬liares. Yo me opuse, señalándoles que posiblemente ni po¬drían llegar a la capital de España; pero lo más segur era que ya no pudiesen llegar a Alicante.
Desgraciadamente, este vaticinio se cumplió.
Su noble intención les ha privado de la libertad o de la vida que hubieran librado en la emigración.
Madrid seguía apegado• a su tradición. Los d[as de ase- dio le hacían mirar el riesgo impasiblemente. Pero no era la repetición de otras fechas.
No obstante, los madrileños tenían a menos huir, como si esto fuera un acto indigno ..
Su ánimo estaba dispuesto a todas las pruebas, hasta la de la muerte.
Como no les decían que se marchasen, no se movían.
El amor a Madrid era superior a todo. ¿Dónde ir? ¿Cómo? ¡Si van a entrar, que entren! Aquí estamos y estaremos. Nada tememos.
y una sombra de confianza en el respeto a esta viri¬lidad, mantuvo a las gentes en Madrid, que prefirieron soportar las persecuciones y las venganzas de los fascis¬tas que el remordimiento de abandonar su querida capital.
Esta serenidad de la calle, confundía a Pérez y a casi todos.
El Consejo nada . ofrecía, y como si la quietud exterior fuera una fuerza desconocida que moviera la voluntad de Franco, pensaba en retrasos que permitieran en un in¬tento de evacuación, confianza que nos comunicaba Pé¬rez, pero sin asomo de fundamento.
Por la noche, varias personas del Frente Popular de Madrid, radiaban sus discursos aconsejando que nadie se moviera.
Yo oí a Gómez Egido que decía:
-La Agrupación Socialista recuerda las fechas memo¬rables del 36, y como en aquellos días, espera que sus afi¬liados cumplan con su deber. ¿ Cuál?
Mientras así hablaban, las líneas de Villaverde y Gua¬dalajara habían sido abandonadas completamente por nues¬tros soldados.
Aquella tarde, se requirió a Vega para que asistiera a una reunión en el Gobierno Civil ..
Había llegado un barco francés, proporcionado por el Comité Internacional de Coordinación.
Cuando regresó Vega, informó:
-Este barco lo ha fletado el Comité Internacional de


Coordinación y para la evacuación se ha hecho el re¬parto proporcional entre todos los partidos.
-¿ y los comunistas'? -pregunté.
-También. A nosotros nos corresponde evacuar a 45
compañeros, pues, aparte de las representaciones naciona¬les, se han dado unos pasajes a los de Valencia.
-Muy poco es, pero es algo.
-No te quejes, pues hemos tenido suerte.
-¿Por qué?
-Este barco viene de Alicante, donde no ha embar-
cado nadie.
, -¿Cómo es eso?
-En Alicante, el responsable que viene dirigiendo la expedición, se dirigió, como ha hecho aquí, al Gobierno Civil, en donde cOnvocaron a todos los partidos políticos. -¿ y qué pasó en la reunión?
-Pues que los partidos allí reunidos se negaron a em-
barcar a elementos comunistas. -¡Es increíble!
-Pues a eso se debe el que haya venido aquí este bar-
co. La Comisión que viene en él, representando al Comité Internacional de Coordinación, se indignó, y propuso que si no salían proporcionalmente miembros de todos los partidos, sin excepción, no embarcaría a nadie Alicante,
-¿ y se negaron?
-Sí. Afortunadamente, aquí, este problema no se .!lit
suscitado, y todos hemos estado conformes en que salga gente de todos los partidos y organizaciones, hasta los republicanos de la Esquerra Valenciana, partido que casi existe.
-Está muy bien.
-Ahora, haced las listas, y a ver quiénes pueden 11/1111
-¿Por Federaciones?
-Desde luego, teniendo en cuenta las más numerosas
Hicimos unas relaciones con los nombres de pro puestos. El resto de estas representaciones saldría para Benidorm, al día siguiente.
El día 28, fecha en que entraban las fuerzas de Fran¬co en Madrid, tUve un forcejeo con Claudina para que me precediese en la marcha. Se negó, alegando que mar¬chaba a Alicante para reunirse con su hijo.

Los demás compañeros determinaron que fuera yo quien saliera con la expedición del "Lezardieux".

Aun en aquellas horas quedaban escrúpulos en algu¬nos para no salir los primeros.
Dos días antes, Cañas, desde Murcia, le pedía a Ca¬rrillo instrucciones. Los fascistas ya habían salido a la ca¬lle con banderas y en camiones recorrían la ciudad dando mueras y vivas.

Carrillo le ordenó que esperase. Esta orden era la que generalmente daba el Consejo.
Pero Cañas no obedeció y marchó a Alicante.

De Albacete salían caravanas de automóviles hacia Le¬vante.
Millares de hombres salían de todas las provincias, y recorrían alocados las carreteras para llegar a Alicante y Valencia.
En Alicante había dos barcos, el "Stranbrok" y el "Ma¬rítima" que ofrecían la salvación de millares de hombres que temían a la "justicia de Franco".
De Valencia, salió el "Lezardieux"; de Cartagena, un barco petrolero, "El Campillo". Los demás puertos de la costa sólo emplearon embarcaciones pequeñas.

Mientras el capitán del "Stranbrok" admite a todos los que van llegando, hasta llenar el barco, el del "Marítima", después de haber accedido a que embarcasen las autori¬dades republicanas de la provincia y de Madrid, y algu¬nas otras personalidades, se niega, y solamente embarcan treinta personas, entre ellas el gobernador Manuel Ro¬dríguez.

Miles de hombres, enloquecidos, quedan abandonados en el puerto.

La obcecación fascista, como postrera manifestación de odio, hace que su aviación arroje bombas al "Stranbrok", hiriendo a algún pasajero.

De Jaén han salido gentes que no pueden llegar a sen¬tir la caricia del mar, detenidos en el camino, y algunos como Menoyo, el jefe del 9 Cuerpo de Ejército, se entre¬gan a las fuerzas de Franco, mientras el Consejo huye dejando a millares de españoles antifascistas mirando an¬gustiados las aguas del Mediterráneo como si fuera una carretera inmensa que se pierde en el horizonte, trastor¬nados e impotentes, queriendo encontrar en ella su sal¬vación Ha terminado la guerra en España. Los barcos se ale¬jan de sus costas, perseguidos en el camino como si fue¬ran presas ofrecidas que frustran los designios de sus per¬seguidores.


'El Consejo salía desperdigado de Madrid. Pérez y Bes¬teiro quedaron en España. El primero, engañado y ven¬dido; el segundo, por propia decisión, consecuente, al me¬nos, con su posición.



Casado es detenido en el camino, pero se dan órde¬nes para permitirle que continúe su viaje. Sus íntimos y adictos le acompañan.
En Gandía les espera un barco ofrecido por Inglate;¡ rra, país en el cual no se admiten a los republicanos es\ pañoles ..
¡Resistir! ¡Que resista Negrín! Y el eco de estos gritQs, ahogaba el de las maldiciones que les persiguieron en su travesía hasta la nación en donde fueron a esconder su verguenza y a recibir el premio de su felonía.

El corresponsal de la Agencia Radio, en Valencia, in¬formó que todos los' miembros del Consejo de la Defensa Nacional de Madrid, con excepción de Julián Besteir.o, se reunieron hoy en la noche en aquella ciudad con. objeto de estudiar la situación, en vista de la toma de Madrid por las tropas nacionalistas.
Se espera 'que los nacionalistas entren en Valencia a fines de la presente semana. Mientras tanto, cerca de, diez; mil personas, que temen se ejerzan represalias sobre ellas, piden que se les saque de la ciudad.

"Se ha puesto en claro la verdadera fuerza que. tenía la "Quinta Columna" de Madrid. Se calcula que Falange tenía cuarenta mil miembros en esta capital, bajo la jefa~ tura del doctor Manuel Valdés, quien ha afirmado que ha sido Falange la que tomó Madrid.
" .... Aunque la mayoría de los 'adalides republicanos lograron salir, algunos que quedaron han sido ya apre~ hendidos y esperan en la cárcel que se les juzgue. Don Julián Besteiro permanece en Madrid, viviendo en la casa de un falangista amigo suyo, y no se le ha molestado."
Vega y otros muchos compañeros representantes de Fe~ deraciones Nacionales y de diversos sindicatos que no pu¬dieron salir en el "Lezardieux", intentan salir por Be~
nidorm. '
La aviación ametralla la carretera llena de coches y de camiones que van hacia Alicante. Los faros de los ve-• hículos sirven de punto de referencia y el tráfico queda cortado.
Las sombras de la noche aumentan. la desorientación y mientras en los barcos y barcazas montan los más pró~ ximos y los más afortunados, Vega y sus acompañantes, perdidos en la confusión, quedan para siempre en España.
y en este último episodio de la epopeya del pueblo es¬pañol, como expresión de airada protesta y de valor CUA~ RENTA y CINCO• COMBATIENTES DEL EJERCITO DE LA REPUBLICA SE SUICIDARON Y LLENARON CON SU SANGRE GENEROSA EL ASFALTO DEL PUERTO DE ALICANTE.
En España han quedado muchos antifascistas. Dura será la represión, pero ni Franco ni nadie será capaz de extin¬guir el sentimiento democrático y el ansia de libertad del pueblo español.
CONCLUSION FINAL
Varias veces que Casado, en sus contradicciones espo. rádicas y claudicantes, fingía un prop'ósito honrado, solía decir:
-En la historia de los pueblos, no conozco un solo caso en el que un ejército de más de 700,000 hombres se en¬tregue sin condiciones a su enemigo.
Esta alusión que recordaba la tradición valerosa y dig~ na, mantenida como imperativo indeclinable del honor mi¬litar, al ser abandonada después por Casado, pudiera com~ prometer y mancillar el crédito heroico y la sublime con¬ducta que observó durante la guerra nuestro abnegado Ejército.
Nuestro Ejército, magnífico conjunto de fuerzas huma¬nas, que aun a pesar de estar agitadas por diversos sen¬timientos políticos conservó hasta el último momento su fe en el triunfo de la República, mantuvo con esforzado empeño su cometido sin que su inferioridad material fren~ te a su enemigo le descorazonase, haciéndole concebir trai¬ciones y cobardías. Sus afanes sostenidos y llenos de gran¬deza espiritual, fueron los de hacerse digno de los que cayerÓn en la lucha, defendiendo el mismo ideal.
El Consej o Nacional de Defensa, tomando como pre¬texto el odio a Negrín y el temor a la hegemonía comu¬nista, pero evidentemente de acuerdo con el enemigo in¬terior y el exterior, .principalmente con las potencias democráticas y, en especial, con Inglaterra, precipitó fb¬surda y estúpidamente nuestra derrota final. Pero este acontecimiento en el que tantos factores han contribuido para que se produzca, ha servido para que el combatiente español, formado como militar durante la guerra, sin re¬cursos suficientes para sostenerse en una lucha tan cruen¬ta como feroz, nuevamente haya abierto las páginas . d la historia de España para grabar en ellas nuevos episo¬dios que la engrandecen y la honran.
La guerra civil En España se ha perdido

CAUSAS EXTERNAS

Por la ayuda ilimitada y cínica, prestada a Franco por Alemania e Italia, de la que han obtenido pingues bene¬ficios.
Por la política falaz e hipócrita de Francia e Inglaterra








Por la política falaz e hipócrita de Francia e Inglaterra que inventaron el famoso y desacreditado Comité de "No Intervención" que aunque fue inspirado por Inglaterra, le correspondió a León Blum la mezquina honra de permi¬tir nuestro desastre de Irún. Francia e Inglaterra además se llenaron de oprobio después al ponerse de acuerdo con Casado para terminar nuestra guerra, no facilitando a los republicanos los medios indispensables para pod~r evacuar la Zona Centro-Sur, a fin de que no hubiesen quedado en las manos sanguinarias de Franco, hombres indefensos, honrados y buenos, en los que está saciando su odio y su crueldad.
CAUSAS INTERNAS

Por la falta de un trabajo de agitación intenso de la Se¬gunda Internacional que impidiera la parcialidad de la So¬ciedad de Naciones, negando el derecho indiscutible de la República de adquirir armas para combatir a los facciosos, mientras toleraba y consentía que Alemania e Italia desca¬radamente se las proporcionasen a Franco.

Por la falta de vigilancia y persecución contra el tra¬bajo audaz de la "Quinta Columna" favorecido por la di¬visión de los partidos políticos en España.
.
Por la 'división interna del Partido Socialista cuya falta de unidad le imposibilitó terciar con acierto, en la lucha enconada entre el Partido Comunista y los anarquistas, que éstos mantuvieron por una apreciación contraria al desarrollo de la guerra.
Por el deficiente trabajo de una gran parte de los sin~ dicatos obreros especialmente por los sindicatos de la CNT, más atentos a practicar experiencias y ensayos económi¬cos y socializantes, que a los deberes que la guerra im¬ponía.

Por la traición constante de algunos militares profesio¬nales, que al producirse la sublevación, el destino los re¬tuvo a nuestro lado, pero carentes del sentimiento y fervor republicano.
Por todas estas causas dejó de existir la República co~ mo Estado político, pero sus esencias y principios no se han destruido, se mantienen vivos en la conciencia y en las almas atormentadas y endurecidas de los hombres más representativos y selectos del pueblo español.
En cada ciudad o pueblo, en cada grupo de hombres surge espontánea la coincidencia mental que añora a la República.
La fuerza represiva del vencedor puede ahogar las ma¬nifestaciones externas de este sentimiento, pero será im¬potente para arrancarle de la entraña profunda de su ca¬riño y de la fe inextinguible en los ideales que animaron a los dignos republicanos españoles.
Orán.-Mayo de 1939.

No hay comentarios :