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lunes, agosto 29, 2011

Libia:Retratos de marionetas del imperialismo


Pepe Escobar y Juan Gelman

La gran “revolución” con base en Bengasi, presentada a Occidente como si fuera un movimiento popular, fue siempre un mito. Solo hace dos meses los “revolucionarios” armados eran apenas 1.000. La solución de la OTAN fue crear un ejército mercenario –incluyendo todo tipo de sujetos repugnantes, desde ex miembros de escuadrones
de la muerte colombianos a reclutadores de Qatar y de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) quienes buscaron a numerosos tunecinos desocupados y gente de tribus descontentas con Trípoli. Todos estos, aparte del escuadrón mercenario de la CIA –salafistas de Bengasi y Derna– y el escuadrón de la Casa de Saud –la banda de la Hermandad Musulmana.

Reuters ya ha informado de que una “fuerza de transición” de unos 1.000 soldados de Qatar, los Emiratos y Jordania llegará a Trípoli para actuar como policía. Y el Pentágono ya está propagando que los militares de EE.UU. estarán en el terreno para “ayudar a proteger las armas”. Un toque hermoso que ya implica quién estará realmente a cargo: los neocolonialistas “humanitarios” más sus serviles agentes árabes.

Por lo tanto los grandes ganadores son finalmente Londres, Washington, la Casa de Saud y los qataríes (enviaron jets y “asesores”, que ya están manejando las ventas de petróleo). Con una mención especial al complejo Pentágono/OTAN – ya que Africom finalmente establecerá su primera base en suelo africano en el Mediterráneo, y que la OTAN está a un paso de declarar que el Mediterráneo es “un lago de la OTAN”.

Hay pocas dudas de que los nuevos amos occidentales no tratarán de resucitar una versión más amistosa de la corrupta, rapaz, Autoridad Provisional de la Coalición (CPA) de Iraq, convirtiendo a Libia en un sueño neoliberal de la línea dura de una propiedad total de los recursos libios, una repatriación total de beneficios, corporaciones occidentales con la misma posición legal que las firmas locales, bancos extranjeros que compran los bancos locales, y muy bajos impuestos a la renta y a las corporaciones.Mientras tanto, la profunda fractura entre el centro (Trípoli) y la periferia por el control de los recursos energéticos se inflamará.

BP, Total, Exxon, todos los gigantes petroleros occidentales serán recompensados con gratitud por el consejo de transición, en detrimento de las compañías chinas, rusas o indias. Las tropas de la OTAN en el terreno ayudarán ciertamente a mantener disciplinado y alineado al Consejo.

Los ejecutivos petroleros estiman que se tardará por lo menos un año hasta que la producción de petróleo vuelva a los niveles anteriores a la guerra civil de 1,6 millones de barriles por día, pero dicen que los beneficios anuales del petróleo podrían proveer a los nuevos gobernantes en Trípoli unos 50.000 millones de dólares al año. La mayoría de los cálculos indican reservas de petróleo de 46.400 millones de barriles, un 3% de las reservas mundiales y con un valor de unos 3,9 billones de dólares al precio actual del petróleo. Las reservas de gas conocidas son de unos 5 billones de pies cúbicos.


Es la de Libia. Una averiguación conjunta sobre el terreno del Centro de Investigación y Estudio del Terrorismo y de Ayuda a las Víctimas del Terrorismo (Ciret-AVT, por sus siglas en francés) y del Centro francés de investigaciones sobre inteligencia (Cf2R) lleva a esa conclusión: la oposición a Khadafi es sospechosa. Seis expertos de ambos think-tanks parisinos visitaron Trípoli y Tripolitania del 31 de marzo al 6 de abril y luego Benghazi, capital de los rebeldes, del 19 al 25 de abril. Mantuvieron encuentros con representantes de los dos bandos, evaluaron la situación imperante y elaboraron un informe de 44 páginas, el primero de este género (www.ciret-avt.com y www.cf2r.com). Sus conclusiones no son muy alentadoras.

Las dos primeras: los jihadistas jugaron y aún juegan un papel predominante en el alzamiento contra Trípoli y “los verdaderos demócratas” representan sólo una minoría. En el informe se identifican cuatro fracciones en el Consejo Nacional de Transición (CNT) opositor, que ha sido reconocido por varias potencias como la verdadera autoridad del país con Francia a la cabeza. Salvo en la caída de Khadafi, poco pueden acordar los miembros de voluntad democratizadora del CNT con los de los otros tres sectores: el que quiere reinstaurar la monarquía que derrocó el déspota en 1969, el de extremistas que pujan por el establecimiento de un Estado islámico y el constituido por ex figuras del régimen que abandonaron al líder por razones diversas, como el oportunismo, desde luego.

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Es muy clara la de los islamitas y los monárquicos: Idris I, el rey depuesto, era jefe de la Hermandad Senussi, que los autores del informe describen como “una secta musulmana antioccidental que practica un culto austero y conservador de la fe islámica”. Para decirlo de otro modo: son monárquicos-fundamentalistas.






El más prominente de los que dejaron a Khadafi, y presidente de la CNT, es Mustafá Abdul Jalil, “un tradicionalista” que los jihadistas apoyan. Tiene en su haber, entre otras, la historia de las enfermeras búlgaras.
El jefe, Mustafa Abdel-Jalil, ministro de justicia de Gadafi desde 2007 hasta su renuncia el 26 de febrero, estudió la Sharía y derecho civil en la Universidad de Libia. Esto le permitirá habérselas retóricamente con los fundamentalistas islámicos en Bengasi, al-Baida y Delna pero podría utilizar sus conocimientos para
defender sus intereses en un nuevo arreglo para compartir el poder.

Jalil presidía la Corte de Apelaciones de Trípoli cuando, a fines del 2006, un tribunal condenó a la ejecución a cinco enfermeras búlgaras y a un médico palestino por infectar deliberadamente con el virus del sida a más de 400 niños en un hospital de Benghazi. El tribunal había hecho a un lado sin piedad el testimonio de expertos, incluso de algunos Premios Nobel, que certificaron que el virus existía en el hospital desde años antes de que se contratara a los acusados (www.nationalreview.com, 20/12/06). Hubo apelaciones y Jalil apoyó en dos ocasiones el fallo del tribunal. Finalmente, luego de negociar con Francia, Khadafi concedió la libertad a los
seis candidatos al pelotón de fusilamiento.

En cuanto a Mahmud Jibril, presidente del consejo ejecutivo del TNC, estudió en la Universidad de El Cairo y luego en la Universidad de Pittsburgh. Es la conexión qatarí clave, al haber estado involucrado en la administración de activos para Sheikha Mozah, la esposa ultra influyente del emir de Qatar.

El informe señala la presencia en el CNT de representantes del grupo de combatientes islámicos de Libia, al que evalúa como “el pilar de la insurrección armada”. “De este modo –asienta–, la coalición militar que dirige la OTAN apoya una rebelión que incluye a terroristas islámicos.” Recuerda que Cirenaica fue una proveedora
esencial de reclutas de Al Qaida para Irak, “así que nadie puede negar que los rebeldes libios que hoy Washington respalda, apenas ayer eran jihadistas que mataban a soldados estadounidenses”.

El CNT no ha dado a conocer los nombres de la mayoría de sus miembros, en parte por razones de seguridad, en parte porque son impresentables como dirigentes de un sedicente movimiento democrático. Sucede con Abdul Hakim al Hasadi, autodeclarado reclutador para Al Qaida, que el informe califica de “líder de los rebeldes libios”.
De los 31 integrantes del CNT, su vitrina sólo presenta a 13, “gente con reputación de ser democrática, simpática, atractiva”, declaró Yves Bonnet, ex jefe de los servicios secretos franceses y uno de los autores del estudio (www.english.rfi.fr, 13/6/11). Los 18 restantes, a saber.

Eric Decéné, director del Cf2R, regresó de una gira por Túnez, Egipto y Libia con pesimismo sobre el alcance de la “primavera árabe”. Admite “la aspiración a más libertad” de la población de esos países, pero estima que el cambio de los equipos dirigentes puede ser el umbral de una gran frustración. “No creo en la espontaneidad de esas ‘revoluciones’, preparadas desde hace varios años”, señaló al diario La Tribune (www.latribune.fr, 1/6/11). “En la semana que precedió a los acontecimientos –agregó–, los altos mandos de los ejércitos de Túnez y de Egipto estuvieron en Washington, que asegura lo esencial de sus respectivas financiaciones, a fin de que EE.UU. les diera luz verde para sacar a regímenes” muy desgastados.

Gobierna Egipto una junta militar de la que forman parte el jefe del Estado Mayor y el ex director de los servicios de inteligencia. En Túnez, los viejos colaboradores del ex autócrata Ben Ali son mayoría en la nueva administración. Para Decéné, todo se trató de una renovación de dirigencias que, “con el acuerdo de Washington,
organizaron –sin estruendo– golpes de Estado aprovechando una ola de protestas populares que explotaron con inteligencia”. Lo que hoy se llama “un cambio en la continuidad” y el príncipe de Salinas “un cambio para que nada cambie”.

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