Translate,translator,traducteur,Übersetzer, traduttore,tradutor,переводчик

viernes, octubre 07, 2011

Respuesta a un trotskista cubano

La campaña del imperialismo y todos sus sirvientes contra Stalin y su obra, sigue su curso. Sus objetivos anticomunistas son claros y evidentes. Podemos afirmar, por eso, que el anticomunismo contemporáneo tiene un nombre: antistalinismo. Lo nuevo es que, hoy, se permite utilizar la prensa de un país socialista para realizar su labor contrarrevolucionaria. Este es el caso de Hart Dávalos y otros en Cuba. Si estos señores creen que sus especulaciones antimarxistas y su fobia antistalinista han de quedar sin la respuesta debida porque vienen de Cuba, se equivocan cruelmente.

La campaña del imperialismo y todos sus sirvientes contra Stalin y su obra, sigue su curso. Sus objetivos anticomunistas son claros y evidentes. Podemos afirmar, por eso, que el anticomunismo contemporáneo tiene un nombre: antistalinismo. Lo nuevo es que, hoy, se permite utilizar la prensa de un país socialista para realizar su labor contrarrevolucionaria. Este es el caso de Hart Dávalos y otros en Cuba. Si estos señores creen que sus especulaciones antimarxistas y su fobia antistalinista han de quedar sin la respuesta debida porque vienen de Cuba, se equivocan cruelmente.


Hart Dávalos comienza su libelo titulado «Stalin», con una referencia a la «biografía» del gran sucesor de Lenin, escrita por el trotskista polaco, Isaak Deutscher. Para darle autoridad a su pasquín el autor afirma que tal biografía, en la que se inspira, es la única «clásica» escrita sobre Stalin. Nadie puede negar, en efecto, que se trata de una biografía «clásica», pero clásicamente trotskista. No es por casualidad que Hart Dávalos no diga nada de la trilogía apologética que sobre Trotsky escribió Deutscher, poniendo al desnudo su trotskismo «convicto y confeso». En efecto, el autor de «El profeta armado», «El profeta desarmado» y «El profeta exiliado», nos presenta un Trotsky heredero y continuador del «marxismo clásico». Esta apología e interpretación que Deutscher hace del trotskismo, fue divulgada ampliamente en todo el mundo, por el imperialismo y la burguesía en general. Para nadie es un secreto que la propaganda anticomunista utiliza las obras de Trotsky y las publicaciones trotskistas presentándolas como «verdaderamente marxistas». ¡Paradoja increíble!!La burguesía y la reacción «defienden» el «verdadero marxismo»!… pero divulgando y ensalzando el trotskismo!

El trotskista Hart Dávalos pretende sustentar su antistalinismo, con un marxismo distorsionado que dice mucho de su debilidad ideológica. Esto es de su incumbencia; pero lo detestable y que repugna, es que utilice la insigne figura del Che Guevara, para apoyar su diatriba contra Stalin. ¿Cree Hart Dávalos que la opinión pública mundial no conoce las firmas del Che como Stalin II en las cartas escritas a sus familiares? ¿Piensa y cree que no conocemos sus ya históricas palabras «YO VINE AL COMUNISMO POR PAPA STALIN» ? ¿Supone que no se conoce en el mundo que el año de 1960, en Moscú, exigió a los revisionistas soviéticos que se le permitiera poner una ofrenda floral a Stalin en el Mausoleo de la Plaza Roja? Ahora se conoce su insistencia en que las bibliotecas de Cuba fueran completadas con todo lo escrito por Stalin sobre Economía Política. Un mínimo de honestidad, exige a los trotskistas cubanos dejar de utilizar al Che para sus trajines y prédicas contra Stalin. El Che se enfrentó al revisionismo soviético en la teoría y en la práctica y eso le costó, en última instancia, la vida. ¿Qué tienen que ver con el Che los trotskistas y revisionistas «perestroikos», defensores del «socialismo empresarial»?

Dice Hart: «Fidel y el Che nos hablaron de la importancia del factor subjetivo. La vida ha mostrado su valor en favor de la causa del progreso humano, también ha puesto en evidencia que el mismo influye, a la vez, en el estancamiento y el retroceso históricos. Se puede hacer una larga relación que lo muestra en la práctica tanto en lo positivo como en lo negativo. Stalin es uno de los grandes ejemplos de estos últimos, quizás sea la más importante muestra en el siglo XX de cómo la subjetividad puede influir negativamente en la historia. Téngase en cuenta que, como aquí expreso, lo subjetivo se revela en la cultura».

Analicemos por partes este intríngulis trotskista. Comencemos por recordar algo que es elemental en el marxismo: la relación entre lo objetivo y lo subjetivo, en condiciones históricas determinadas. Es sabido que Lenin elaboró su teoría sobre la «situación revolucionaria» en base a las enseñanzas de la historia. Refiriéndose a lo objetivo (condiciones objetivas) que hacen posible el triunfo de una revolución, en pocas palabras, el Jefe de la Revolución de Octubre, dice:

«En otros términos esta verdad se expresa en los términos siguientes: la revolución es imposible sin una crisis nacional general que afecte a explotados y explotadores». («La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo»).

Pero si esta objetividad no tiene respuesta en la subjetividad que le corresponde, es decir, si no existe una organización revolucionaria con capacidad suficiente para adquirir conciencia de la situación objetiva y no conduce a las grandes masas oprimidas y explotadas a la revolución, esta no se produce. De aquí la necesidad de que los dirigentes de un movimiento revolucionario conozcan, actúen y estén en relación directa con la clase revolucionaria y las grandes masas de explotados y oprimidos. Pero Hart prefiere que emigren para «culturizarse» y aprender idiomas extranjeros. Excepto Lenin, ¿cuál de los emigrados ha justificado su ausencia permanente de la Rusia zarista, haciendo aportes importantes en el proceso de la gran Revolución de Octubre y la difícil edificación del socialismo en la que fue Unión Soviética? Los «cultos» Trotski, Zinoviev, Kamenev, Bujarin y otros de su jaez, todos resultaron extraños al complejo proceso revolucionario que se desarrollaba en la vieja Rusia que ellos abandonaron para refugiarse en una cómoda autoexpatriación que les permitió «aprender otros idiomas», leer novelas, y hacer periodismo y política de cafetín. Pero a la postre resultaron simples esquiroles de la burguesía internacional, empeñada en impedir, primero la consolidación de la revolución de Octubre, y después la edificación del socialismo en la Unión Soviética.

En un proceso revolucionario lo subjetivo se plasma en la línea política del Partido, en sus objetivos. Es en base a estos que se realiza la acción revolucionaria, tanto tratándose de la conquista del poder, como en la construcción del socialismo. Pero Hart, refiriéndose a la Unión Soviética, enfoca este complejo problema considerando como cuestión fundamental la «influencia negativa» de Stalin. Este es un viejo cuento trotskista repetido por el revisionismo soviético, que es necesario desmenuzar. De ser cierta esta afirmación de Hart, la construcción del socialismo en la URSS fue negativa, la derrota del nazi-fascismo fue negativa y el surgimiento del campo socialista después de la Segunda Guerra Mundial también fue negativo.

Para explicar lo ocurrido con la Unión Soviética y el campo socialista, hay que buscar las causas; es necesario encontrar el origen del revisionismo jruschoviano. ¿De donde vino y qué le dio fuerza? La respuesta a estas preguntas conduce a establecer que existe una conexión estrecha entre la línea política aprobada ente el XX Congreso del PCUS y sus «reformas», con las posiciones defendidas anteriormente por la «oposición» trotskista bujarinista. Para que pudieran prosperar y ser aceptadas después de su derrota, se inventó el cuento de la «lucha contra el culto a la personalidad de Stalin»- Cualquiera que ponía en duda o cuestionaba la validez del «nuevo curso» aprobado por el XX Congreso, era calificado de «stalinista» y condenado por ser partidario del «culto a la personalidad de Stalin». Ya no hubo lugar a discusión, ni menos a la defensa de la línea general que condujo a la edificación victoriosa del socialismo y la derrota histórica del fascismo. Quien lo hacía era un «partidario del culto a la personalidad». De este modo se llegó, no solo al anquilosamiento de la teoría revolucionaria, sino a su traición descarada. Esta es la causa del «trágico desenlace del socialismo real», que ya no era socialismo, por obra y gracia del revisionismo trotskista-bujarinista. Solo tontos y mal informados pueden creer que la rehabilitación de Bujarin y finalmente de Trotsky por el revisionismo «soviético» solo fue un acto de ética y justicia. No, sus rehabilitadores eran trotskistas y bujarinistas, y ellos destruyeron el socialismo y enterraron a la Unión Soviética y al campo socialista.

Afirmar que la desaparición del socialismo en la URSS era inevitable porque lo hizo un hombre que no viajó al extranjero y no aprendió inglés, francés ni alemán, es una monumental idiotez. Es ocultar, con argumentos míseros, una verdad irrebatible: EL SOCIALISMO FUE DESTRUIDO EN LA URSS POR LA CONTRARREVOLUCION REVISIONISTA QUE TUVO COMO IDEÓLOGOS A TROTSKY, BUJARIN Y OTROS RENEGADOS.


Continuando su diatriba contra Stalin, el trotskista Hart, dice que el sucesor de Lenin «pasó por alto esenciales aspectos formales de carácter ético, jurídico y político lo que resultó particularmente grave porque a través de ellos se manifiesta la vida real de millones y millones de personas que inciden, desde luego, en el curso de la historia». Veamos brevemente cómo enfoca este problema el marxismo leninismo. Comencemos por «lo jurídico y lo político», recordando que es lo primero que cambia, después de la conquista del poder por la clase obrera. El Estado socialista expresa y representa los intereses del proletariado triunfante y consecuentemente, «lo jurídico y lo político» cambian radicalmente. Nace y se consolida la «dictadura del proletariado», con su propio ordenamiento jurídico y su propia política, que siempre tienen carácter de clase.

«La dictadura del proletariado – dice Lenin- es una lucha tenaz, cruenta e incruenta, violenta y pacífica, militar y económica, pedagógica y administrativa, contra las fuerzas y tradiciones de la vieja sociedad». Solo quienes han renunciado a esta concepción marxista leninista del Estado socialista pueden condenar y repudiar la experiencia soviética de los tiempos de Lenin y Stalin, con el argumento de que se violó «lo jurídico y lo ético». Toda revolución viola las viejas normas legales y sienta las bases de un nuevo derecho y una nueva ética. En el proceso de consolidación de la Revolución de Octubre esto se produjo en forma inevitable. Para los revisionistas y contrarrevolucionarios que sufrieron los duros golpes de la dictadura del proletariado, esto significa violar «lo ético y lo jurídico». Indudablemente que es una violación de «lo ético y lo jurídico» de la burguesía y demás clases explotadoras, «corazón de la cultura», según Hart Dávalos.

El antistalinismo enfermizo, propio de todo trotskista, le hace decir a Hart Dávalos que «Stalin no pudo alcanzar la dimensión de un dirigente socialista cabal». Dice el trotskista que por encima de Stalin está Ho Chi Minh porque vivió en Francia y EE.UU. y recibió en su patria la «influencia de la cultura francesa». Según este disparate, lo que debió hacer Stalin es viajar a París y estudiar en la Sorbona para «culturizarse» y aprender francés, en lugar de perder el tiempo organizando el Partido de los bolcheviques, dirigiendo sus luchas, y preparándolas para el Gran Octubre.


No hay que olvidar las declaraciones de Trotsky sobre la inevitable derrota de la Unión Soviética en la guerra que se avecinaba. Tenía tratos secretos con Hitler y se comprometió a entregarle Ucrania después de la derrota de la URSS. Desgraciadamente el profeta fracasado, no llegó a ver que sus «sabias predicciones» se hicieron añicos. Separar el triunfo de la URSS en la Segunda Guerra Mundial de lo que ocurrió en el terreno político y diplomático en la etapa precedente, no tiene sentido y conduce a plantear interrogantes de una ingenuidad increíble: «¿Por qué el Pacto Molotov Ribbentop?, ¿Por qué la guerra contra Finlandia?».

Las respuestas a esas preguntas las da el triunfo histórico de la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial. Ya en 1938 Stalin en su Informe ante el XVIII Congreso del Partido Comunista Bolchevique advirtió el peligro de guerra y la necesidad de aplazarla por todos los medios. Este fue el por qué del Pacto de No Agresión de 1939 firmado por Molotov y Ribentrop. La Unión Soviéticas ganó dos preciosos años, tiempo suficiente para duplicar su poder militar. Las razones de la guerra de Finlandia son las mismas: asegurar la existencia de la URSS, preparándola para la guerra que se aproximaba rápidamente.

Hart Dávalos no se atreve a repetir todas las mentiras abyectas del renegado Jruschov, sobre la supuesta incompetencia de Stalin en la conducción de la guerra. Las memorias de todos los altos jefes militares del Ejército Rojo sobre este asunto, han puesto al desnudo las farsas del payaso Nikita. Pero insiste machaconamente en que Stalin es el culpable de que en el siglo XX la política revolucionaria «marchó divorciada y separada de la cultura»•, llegando dice «a extremos más dramáticos», en el caso de la URSS. Lo que ocurre es que nuestro «culto trotskista» ignora que en la Unión Soviética de los tiempos de Stalin se produjo una verdadera REVOLUCIÓN CULTURAL. He aquí hechos contundentes y no palabrería hueca:

El cumplimento de los dos primeros planes quinquenales estalinianos, permitió implantar la instrucción primaria general y obligatoria además de la instrucción general en escuelas de siete grados en la ciudad. En lo que se refiere al número de alumnos, de primaria y secundaria, aumentó de 8 millones en 1914 a 33 millones hacia el final del Segundo Plan Quinquenal. En sus primeros 20 años, la URSS construyó más escuelas que en 200 años la Rusia zarista. Son numerosos los pueblos que carecían de alfabeto propio y el Poder Soviético se los dio, permitiéndoles crear su literatura y su teatro en su lengua propia. En 1936 se publicaron 183 millones de ejemplares de diversas obras en las distintas lenguas de los pueblos de la URSS.

En el campo de las ciencias son conocidos los nombres de Michurin, Vinogradov, Pavlov. La literatura dio obras luminosas de autores de la talla de Sholojov, Fadeev, Serafimovich, Nicolás Ostrovski. Por sus grandes méritos fue premiado Máximo Gorki con la Orden de Lenin. El creador del realismo socialista como método en la literatura, fue odiado y vilmente asesinado por el trotskismo. Y no olvidemos al gran Maikowski, el poeta más grande de la URSS en la época staliniana.

Ante estos hechos el «culto» trotskista Hart y sus especulaciones sobre la falta de cultura en la Rusia soviética staliniana, quedan a la altura de la suela de los zapatos, y es mejor que no vuelva sobre este tema, porque saldrá mal parado.


Mucha hojarasca, mentira y veneno hay en el libelo que sobre Stalin ha dado a luz el trotskista Hart Dávalos, creyendo que lo protege un buen blindaje porque escribe desde Cuba. Se equivoca. Todas sus divagaciones sobre Stalin son puro trotskismo. Solo el materialismo histórico puede darnos una explicación científica del rol que han jugado las personalidades en la historia y por consiguiente del que jugó Stalin.

No son los hombres, individualmente considerados, los que hacen la historia. Según Hart el socialismo soviético fracasó porque lo hizo mal Stalin. Esta es una concepción típicamente idealista, ajena al marxismo, al materialismo histórico. Tanto la Revolución de Octubre como la edificación del socialismo en la URSS, fueron producto de la acción revolucionaria de las grandes masas de los obreros, campesinos y de todo el pueblo soviético, que actuaron en condiciones históricas concretas, dirigidos por el Partido Comunista Bolchevique. Una enseñanza del materialismo histórico que no se debe olvidar es la que se refiere a que los hombres hacen la historia, pero no a su antojo, de modo caprichoso, sino con arreglo a leyes objetivas. Afirmar que el socialismo en la URSS estaba destinado a sucumbir porque Stalin era un hombre sin cultura, sin conocimientos de otros idiomas, es caer en una concepción idealista y, además, ridícula, dirigida únicamente a difamar a Stalin y ensalzar, indirectamente, a Trotsky, porque vivió en el extranjero y supuestamente era más «culto» que los dirigentes bolcheviques que escogieron el difícil camino de la organización y dirección de las luchas del proletariado contra la autocracia zarista, en condiciones excepcionalmente difíciles.

Ninguna clase social en ascenso ha podido triunfar de no haber contado con dirigentes dotados de conocimientos teóricos y capacidad organizadora. Y esto es más cierto tratándose de los dirigentes de la clase obrera. A la muerte de Lenin, Stalin demostró en la práctica que estaba más dotado de sagacidad, visión, experiencia, y conocimientos teóricos que sus opositores. Trotsky, Zinoviev, Kamenev y Bujarin, sus principales opositores, resultaron simples advenedizos que no tenían dominio del marxismo leninismo, ni conocían la realidad de un país que habían abandonado durante muchos años. No es casual la consigna aventurera de Trotsky: ¡sin zar pero con gobierno obrero! No hay que olvidar que la derrota del trotskismo-bujarinismo, fue primero una derrota ideológica y después política. ¿Podía un hombre «inculto», aplastar teóricamente a sus opositores? El cuento de la «incultura» de Stalin no tiene pies ni cabeza. Solo quien no conoce su producción teórica puede soltar tal despropósito.

Las grandes personalidades comprenden con más profundidad y lucidez la situación histórica en que viven y actúan; descubren las tareas que debe cumplirse para impulsar el desarrollo social. Tienen capacidad y cualidades para ponerse al frente de los movimientos de masas. La Gran Revolución de Octubre ha probado, una vez más, que los jefes revolucionarios, especialmente de la clase obrera, se forman y templan en las luchas de las grandes masas y no viviendo tranquilamente en el extranjero aprendiendo otros idiomas.

En Stalin encontramos las características que Plejanov, otorga al gran hombre: «es un iniciador porque ve más allá que los demás y desea más intensamente que otros. Resuelve las tareas científicas planteadas por el curso anterior del desarrollo intelectual de la sociedad; señala las nuevas necesidades sociales creadas por el desenvolvimiento anterior de las relaciones sociales y TOMA LA INICIATIVA DE SATISFACER ESAS NECESIDADES. ES UN HÉROE».

No hay comentarios :