Pero sobre todo, Sevilla tomó su nuevo estilo y se convirtió a partir de finales del siglo XIX, en la ciudad tópico de la alegría, el folklorismo, lo espectacular, lo aparente y el tipísmo.
Con 8 librerias y 160 tabernas declaradas en el año 1900; un Ateneo desde 1887, fundado por Sales y Ferré, 25 publicaciones periódicas en 1900 y con más de la mitad de población que no sabía leer ni escribir3
Es la ciudad de los contrastes. Entre el barrio de San Vicente y los de la zona norte (de San Marcos a la Macarena). Separados sólo por unos tramos de distancia, las grandes casonas de los ricos y de los corrales y habitaciones de los más míseros. De las 11.774 casas de la ciudad, en 1900, 1.118 eran corrales. Hay que citar una forma de vida aún más dramatica, el chabolismo.
En los cincos primeros años del siglo sólo se construyen 65 edificios. Y Sevilla estaba abandonada a su suerte cuando se producía (casi todos los años era frecuente) la inundación del río y sus afluentes, a la que se añadía la interior de los husillos del alcantarillado.
El año 1905 había habido una "hambruna" desastrosa en la ciudad. Este pauperismo del proletariado sevillano se explica por los salarios míseros, que iban, en el caso de los obreros, de una a dos pesetas, cuando el indice inflacionista de los precios de los productos de alimentación de primera necesidad llevó a una subida del 40 al 30% a los precios de la leche, la carne etc...
Los trabajadores especializados cobraban de 3 a 8 ptas y los aprendices cobraban lo mismo que los jornaleros del campo, de 1,25 ptas a 1,50. Las mujeres cobraban en la industria de una a cuatro pesetas.
A tan corta edad comenzó a sufrir los efectos de una dura explotación, pues aunque en 1900 se habían dado unas leyes que protegían el trabajo de las mujeres y de los niños, éstas no eran cumplidas impunemente por los patronos.
Las jornadas de trabajo eran para todos los obreros superiores a 8 horas, siendo la de algunos, como los cocheros, de 12 a 14 horas y hasta quince la de los panaderos4. se explica así que la miseria de las economias se acompañaran siempre de la incultura y el analfabetismo. En este año el 39,6% de la población sevillana mayor de diez años era analfabeto.
En 1921 había en la provincia de Sevilla 383 maestros, 8,26 maestros por cada 10.000 habitantes, cuando la proporción en España era de 13,17, de lo que se deduce la escasa dotación de enseñantes que había en Sevilla. Aunque aumentó en los años de la dictadura de Primo de Rivera, sin embargo muy y por debajo de otras provincias españolas por los que se deduce que se mantiene la situación rezagada. En 1923, la población escolar ni matriculaba en Sevilla era del 65%. Pocos maestros y muchos analfabetos.
Los obreros empiezan a asociarse por oficios y ya en 1904 había en la ciudad 24 asociaciones en las que predominaban los de la industria de la construcción.
3 Braojos, ob cita, cit.p 124 y ss.
4 M.Tuñon de Lara: El movimiento obrero en la Historia de España. Taurus,Madrid,1972,p.311
Con 8 librerias y 160 tabernas declaradas en el año 1900; un Ateneo desde 1887, fundado por Sales y Ferré, 25 publicaciones periódicas en 1900 y con más de la mitad de población que no sabía leer ni escribir3
En los cincos primeros años del siglo sólo se construyen 65 edificios. Y Sevilla estaba abandonada a su suerte cuando se producía (casi todos los años era frecuente) la inundación del río y sus afluentes, a la que se añadía la interior de los husillos del alcantarillado.
El año 1905 había habido una "hambruna" desastrosa en la ciudad. Este pauperismo del proletariado sevillano se explica por los salarios míseros, que iban, en el caso de los obreros, de una a dos pesetas, cuando el indice inflacionista de los precios de los productos de alimentación de primera necesidad llevó a una subida del 40 al 30% a los precios de la leche, la carne etc...
Los trabajadores especializados cobraban de 3 a 8 ptas y los aprendices cobraban lo mismo que los jornaleros del campo, de 1,25 ptas a 1,50. Las mujeres cobraban en la industria de una a cuatro pesetas.
A tan corta edad comenzó a sufrir los efectos de una dura explotación, pues aunque en 1900 se habían dado unas leyes que protegían el trabajo de las mujeres y de los niños, éstas no eran cumplidas impunemente por los patronos.
Las jornadas de trabajo eran para todos los obreros superiores a 8 horas, siendo la de algunos, como los cocheros, de 12 a 14 horas y hasta quince la de los panaderos4. se explica así que la miseria de las economias se acompañaran siempre de la incultura y el analfabetismo. En este año el 39,6% de la población sevillana mayor de diez años era analfabeto.
En 1921 había en la provincia de Sevilla 383 maestros, 8,26 maestros por cada 10.000 habitantes, cuando la proporción en España era de 13,17, de lo que se deduce la escasa dotación de enseñantes que había en Sevilla. Aunque aumentó en los años de la dictadura de Primo de Rivera, sin embargo muy y por debajo de otras provincias españolas por los que se deduce que se mantiene la situación rezagada. En 1923, la población escolar ni matriculaba en Sevilla era del 65%. Pocos maestros y muchos analfabetos.
Los obreros empiezan a asociarse por oficios y ya en 1904 había en la ciudad 24 asociaciones en las que predominaban los de la industria de la construcción.
3 Braojos, ob cita, cit.p 124 y ss.
4 M.Tuñon de Lara: El movimiento obrero en la Historia de España. Taurus,Madrid,1972,p.311
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