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jueves, diciembre 25, 2014

Las cooperativas en Cuba.




“Si la economía cubana ha revolucionado y tenemos las condiciones, por qué no estar a tono con ella”, dijo Nancy Varela, presidenta de la Cooperativa Confecciones Model. Foto:Jose M. Correa

En los últimos meses creció en la Isla el número de cooperativas no agropecuarias, una modalidad que ya se extiende con la aspiración de inyectar dinamismo y eficiencia en las actividades económicas de la nación caribeña.
Actualmente hay en la mayor de las Antillas 452 asociaciones de este tipo en los sectores de comercio, gastronomía y servicios; construcción; transporte; industria y alimentación; y recientemente las ramas de energía y servicios contables acogieron esta modalidad de gestión.
La historia registra la creación de la primera cooperativa en 1884, cuando 28 obreros textiles abrieron en la localidad de Rochdale, en Inglaterra, un establecimiento para facilitar el acceso a alimentos.
Los trabajadores compraban al por mayor azúcar, harina, sal y mantequilla y luego los vendían a precios más bajos que los existentes en el mercado, en una asociación sustentada en el libre ingreso y libre retiro; control democrático; neutralidad política, racial y religiosa; ventas al contado; devolución de excedentes; interés limitado sobre el capital y educación continua.
A partir de ese momento se evidenció un auge de ese movimiento, el cual tuvo un mayor repunte tras la fundación en Europa, en 1895, de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI).
Ya hoy se estima que existen en el mundo 750 000 cooperativas, que agrupan a más de 800 millones de personas, lo que significa más de un 12 % de la población del planeta.

Debido a la habilidad de su personal Confecciones Model ha ganado clientes entre personalidades de la Isla como el afamado pianista Frank Fernández Foto: Jose M. Correa

Datos de la ACI indican que actualmente las cooperativas ofrecen servicios a uno de cada dos habitantes del planeta y las 300 más importantes del mundo están valoradas en dos billones de dólares.
Cuba tiene una experiencia de casi medio siglo en este tipo de asociación laboral, con el surgimiento en 1960 de la Cooperativa de Crédito y Servicios, luego de la Cooperativa de Producción Agropecuaria y posteriormente en 1993 de las Unidades Básicas de Producción Cooperada; todas en el sector agrícola.
Este aval, reconocido a nivel internacional, le ha permitido a la Isla presidir la Red Latinoamericana de Cooperativismo, una organización que, junto a la Confederación de Cooperativas del Caribe y Centroamérica y otras instituciones, fomenta esta modalidad en el continente.
Con la extensión del cooperativismo hacia otras áreas de la economía, Cuba pretende desplegar esos conocimientos de más de 50 años a otras esferas de la vida nacional.
No hay dudas de que las cooperativas, como alternativa organizativa y de autogestión, ocupan un lugar importante en la actualización del modelo económico cubano.

Naomi Karla Pez Lemus, estudiante de la escuela de Oficio Hermanos Armeijeiras, ya considera formar parte de este colectivo cuando culmine sus estudios. Foto: Jose M. Correa

Y de ello da cuenta el programa aprobado en el 6º Congreso del Partido Comunista de Cuba, en el cual, además de la empresa estatal socialista, se reconoce y promueve el cooperativismo, debido a la necesidad de descentralizar la gestión del Estado para lograr una mayor eficiencia.
Además, no discrepan con el sistema de justicia social de la Isla, sus principios básicos de membresía abierta y voluntaria, control democrático y participación económica de los miembros, compromiso con la comunidad, su autonomía e independencia, lo que posibilita un clima de ayuda mutua, responsabilidad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad.
CONFECCIONES MODEL: UNA INICIATIVA CUBANA DE PARTICIPACIÓN
Después que pasó a ser una cooperativa, la dinámica ha ido cambiando en Confecciones Model, un antiguo atelier en la calle de San Rafael, en La Habana.
Hace aproximadamente un año, los trabajadores de ese centro, dedicado a la confección y venta en pesos cubanos de prendas de vestir —principalmente la tradicional guayabera—, visionaron la posibilidad de ser independientes y desvincularse económicamente de la empresa.
"Si técnicamente teníamos todas las condiciones para enfrentar grandes volúmenes de producción ¿por qué no cambiar y estar a tono con la economía cubana?", comentó aGranma Internacional su presidenta, Nancy Varela Medina.
Para convertirse en cooperativa contaban con un valioso equipo de trabajo, buenas maquinarias y un local adecuado en espacio y ubicación.

Confecciones Model cuenta con un punto de venta con una excelente ubicación para atraer con las muestras exhibidas a clientes potenciales. Foto: Jose M. Correa

"Fuimos los primeros en presentar un proyecto y realmente gustó mucho; no fue fácil, pero lo logramos. Nos llegó la aprobación del Consejo de Ministros e hicimos los trámites con el Bufete Internacional, el registro mercantil, y a partir del primero de octubre de 2013 empezamos como cooperativa".
Entre modistas, sastres, costureras, cortadores y trazadoras, hoy son 41 socios, suficientes para encargarse de los grandes pedidos de uniformes y guayaberas que reciben.
¿La vida siguió igual?
Los cambios son palpables. Anteriormente teníamos un salario fijo y una estimulación; y hoy cobramos según lo que vendemos, acotó Nancy Varela, quien ya siente el rigor de ser autónomos y mantenerse productivos. "Es muy diferente ser la directora del atelier a ser la presidenta de la Cooperativa Confecciones Model".
El régimen de pago depende de las utilidades, o sea, con la ganancia de la venta del mes anterior se paga a los trabajadores teniendo en cuenta su desempeño laboral, tras honrar los compromisos económicos con la Oficina Nacional de Administración Tributaria; las deudas con la Empresa en cuanto al arrendamiento de inmuebles, local y equipos; y la compra de la materia prima.
"Un ejemplo, las costureras especializadas en una labor (en hacer guayaberas o trajes a la medida) tienen un salario diferente de los demás y según su categoría se les paga. También que es muy difícil encontrar un personal tan preparado en sastrería como los que están aquí y eso hay que cuidarlo".

Aun con su preocupación por el futuro de su oficio en Cuba, Alfredo Valdés, sastre de 80 años de edad, percibe ya los beneficios económicos de ser socio de la cooperativaFoto: Jose M. Correa

Para Alfredo Valdés, un sastre de 80 años de edad, después de la salud, la sastrería y la música son los dos elementos más importantes en la vida.
"La música alegra el pueblo y sin ropa no se puede lucir. Esto es un arte. El sastre es un ingeniero", afirmó Alfredo mientras medía un saco con precisión.
"En Cuba hay muy pocos sastres. Hay que preparar a gente joven, a los cuales hay que enseñarles la belleza de una profesión que es necesario rescatar".
Aun con insatisfacciones personales, Alfredo siente que su vida ha mejorado desde que se convirtió en socio de la cooperativa. "Hasta ahora estamos bien, pero no pueden fallar el tejido y el hilo".
La inquietud del octogenario es bien justificada. Según la presidenta de la cooperativa dentro de los tropiezos a los que se enfrentan en la nueva estructura organizativa se encuentra la disponibilidad y el costo de la materia prima.
"Confrontamos algunos obstáculos con los insumos. Mediante contratos —explica Nancy Varela— compramos directamente la tela y el hilo a la entidad Universal Habana, antes lo hacíamos con la empresa intermediaria. El bache mayormente lo hemos tenido en el precio, pues teniendo en cuenta los volúmenes que manejamos, consideramos que debe ser un precio más bajo al que se le oferta a los cuentapropistas."
Sin embargo, Marquidia Pérez, quien lleva casi 20 años trabajando en Confecciones Model, observa otra señal de alerta que puede afectar el ritmo productivo.
"Los clientes salen de aquí muy satisfechos con la calidad del trabajo, gracias en gran medida a la experiencia de nuestros sastres. Pero es preocupante que ellos sean bastantes mayores y el relevo está escaso, hace falta capacitar más a la gente joven y enseñarle el valor de este trabajo."
Esta nueva estructura —apuntó— nos ha traído muchos beneficios tanto económicos como personales, pero lo fundamental es que ahora somos más unidos y nos ayudamos mucho, es decir, trabajamos como compañeros. Sabemos que nuestra supervivencia depende de la labor en colectivo, de la responsabilidad y las decisiones que adoptemos para mantener con buena salud nuestra cooperativa.

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