“Quien tenga un concepto tradicional de la política podrá sentirse pesimista ante este cuadro de verdades. Para los que tengan, en cambio, fe ciega en las masas, para los que crean en la fuerza irreductible de las grandes ideas, no será motivo de aflojamiento y desaliento la indecisión de los lideres, porque esos vacíos son ocupados bien pronto por los hombres enteros que salen de sus filas” Fidel Castro 16 de agosto de 1952. Email:bolchevismosevilla@yahoo.es
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Marx y los aztecas
Por Citlali Aguirre | Octubre 2023
El interés de Marx por la historia de las sociedades humanas surgió temprano en sus inquietudes intelectuales. Desde sus primeras obras, trató el desarrollo de la economía y la sociedad entre pueblos primitivos y precapitalistas. Sin embargo, fue hasta cinco años antes de su muerte cuando Marx se concentró en estudiar a los antropólogos y etnólogos de la época. Las notas resultantes de sus estudios tardíos (1879-1882) fueron reunidas y traducidas por el antropólogo estadounidense Lawrence krader en un documento titulado Los apuntes etnológicos de Karl Marx. Estos apuntes de Marx abordan distintas etapas de desarrollo de la sociedad humana basándose en los análisis y observaciones de antropólogos como Morgan, Maine, Phear, Kovalevski, Lubbock, entre otros, sobre grupos humanos de distintas partes del mundo. Uno de los capítulos de esta recopilación se titula La confederación azteca.
La confederación azteca contiene extractos e información que Marx obtuvo de Lewis Henry Morgan (antropólogo evolucionista considerado como uno de los fundadores de la antropología moderna). En dicho capítulo se analiza información proporcionada por Clavijero, Herrera, Sahagún entre otros cronistas y clérigos de la conquista sobre los aztecas. Antes de pasar al contenido, quisiera advertir que resulta complicado distinguir exactamente lo que dice Marx de lo que dice Morgan en dicho capítulo, por lo que pudiera cometer el error de atribuir a Marx una idea que en realidad era de Morgan.
Una de las observaciones más importantes en dicho capítulo es que, al llegar a México, los cronistas españoles vieron en el gobierno azteca algo análogo a la monarquía europea, lo que falseó todas sus narraciones históricas. De modo que, los hechos y características de los aztecas, sus herramientas, utensilios, edificios, alimentación y vestido tenían significación histórica solo en torno a las interpretaciones españolas, y carecían de todo valor respecto a la sociedad y gobierno indios. Así, para Marx, los escritores de la conquista ni aprendieron ni entendieron nada de los aztecas y sus confederados.
Según el entendimiento de Morgan y Marx, los aztecas no eran un reino, ni tampoco un imperio, como lo llamaron los españoles. Lo que hallaron los españoles, dicen, fue una confederación de tres tribus: 1) aztecas o mexicas (que poblaron la actual CDMX), 2) tezcucas (que poblaron el lago de Tezcuco o Texcoco) y 3) tlacopas (tepanecas que poblaron Azcapozalco). Estas tres tribus eran parte de las siete tribus nahuatlacas que vinieron del norte y se asentaron en el valle de México y sus alrededores, y que hablaban dialectos derivados de una lengua común (náhuatl).
La confederación es definida como una unión de tribus formada para protegerse mutuamente. Una confederación era una alianza defensiva y ofensiva entre las tres tribus, con distribución proporcional del reparto del botín y de los tributos que pagaban las tribus sometidas. Cada tribu era independiente en los asuntos de autonomía local pero, hacia afuera, las tribus de la confederación eran un solo pueblo en lo concerniente al ataque y la defensa. Cuando se descubrió América, dice el capítulo, “había confederaciones en distintas partes, entre otras: la confederación iroquesa de 5 tribus independientes, la confederación cric de 6, la confederación otawa de 3, la confederación moqui de 7 pueblos en Nuevo México, la confederación azteca de 3 tribus en el valle de México”.
La confederación azteca se fundó en 1426 y no tenía rey, dicen los apuntes de Marx; tenía un consejo de jefes con representación de las distintas tribus y un jefe de guerra o teuctli, también llamado tlatoani, que significa “el que habla”, por su calidad de miembro del consejo de guerra. Cada tribu miembro de la confederación tenía su propio teuctli o jefe de guerra; pero el teuctli azteca era el comandante en jefe de las tres unidades confederadas, lo que indicaba la preponderancia y fuerza de los aztecas frente a las otras dos tribus de la confederación. El teuctli tenía funciones distintas a las de un rey. No obstante, los cronistas españoles no usaron la palabra teuctli y la sustituyeron por “rey”.
El capítulo señala una decepción por la escasez de datos que ofrecían los escritos de los cronistas, clérigos y conquistadores españoles: “Con tan limitado material inventaron las crónicas españolas el reino de México, magnificado más tarde como el imperio azteca de la historia corriente”. El capítulo también señala que estos escritores proporcionaban información confusa y contradictoria en torno a algunos aspectos como la herencia dentro de los aztecas: Clavijero y Herrera proporcionan elementos que apuntan a una descendencia masculina, pero Sahagún proporciona elementos que apuntan a descendencia por línea femenina (por ejemplo el cargo del teuctli) que pasaba de hermano a hermano o de tío a sobrino, no de padre a hijo.
Asumiendo la clasificación de desarrollo social que Morgan presentó en su libro Ancient History, Marx consideraba que la confederación azteca se hallaba en el estadio “intermedio de la barbarie”; sin utensilios de hierro; sin rebaños; sin dinero y comerciando a base de intercambiar mercancías. Los aztecas, dice, no se hallaban lo suficientemente avanzados como para que, a ejemplo de los romanos, lograran incorporar en su territorio y cultura a las tribus que sometían. Como los indios de Norte América, los aztecas no canjeaban ni dejaban en libertad a sus prisioneros: se les quemaba en el poste si no eran salvados por adopción; eran sacrificados a los dioses, o se les esclavizaba. Así, los aztecas representaban un nivel intermedio entre los iroqueses (tribu importante del noreste de Estados Unidos que fue clasificada por Morgan en el estadio de la “barbarie temprana”) y los antiguos griegos (clasificada como “civilización”).
Las tierras eran de propiedad común. Los hogares eran grandes y en ellos vivían varias familias emparentadas, uno de los elementos que le permiten a Morgan y a Marx asumir que se practicaba un comunismo en la vida del hogar. Esto y más información sobre los aztecas y otros grupos humanos puede encontrarse en Los apuntes etnológicos de Karl Marx, material que se encuentra disponible en internet para quien tenga interés por la antropología en general y por las bases que le permitieron a Carlos Marx desarrollar su teoría materialista, dialéctica e histórica sobre la evolución de la sociedad humana.
Citlali Aguirre es maestra en Ciencias Biológicas por la UNAM e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.
Referencia
Krader, L. 1998. Los apuntes etnológicos de Karl Marx. Siglo XXI de España Editores.
miércoles, octubre 09, 2024
martes, octubre 08, 2024
El Che es la imagen del hombre nuevo
Cuando nos adentramos en su pensamiento, nos damos cuenta de que su núcleo central está constituido por la concepción del hombre nuevo y de su correspondiente formación.
Si bien es verdad que el Che no fue el primero en hablar del hombre nuevo, es el pensador contemporáneo al que se le vincula con más fuerza a esa concepción y desde una perspectiva Marxista; con una visión dialéctica parte del criterio de que el hombre nuevo se forja en el crisol de la práctica revolucionaria, a partir de la transformación del hombre que genera la vieja sociedad.
Para él, el hombre nuevo no es un estado que se alcanza, no es una estación a la que se arriba, no es tampoco una graduación que se concreta: “El hombre nuevo es un camino, un movimiento, un proceso que implica validar la condición de hombre nuevo de manera cotidiana”.
Nadie se gradúa definitivamente de hombre nuevo; se participa de ese
proceso; se está en ese camino, en la medida en que el ser humano responde a los problemas golpeantes de su tiempo con una actitud participativa, crítica y comprometida.
No se trata de establecer un signo de igualdad entre el hombre nuevo y el hombre perfecto. El hombre perfecto no ha existido ni existirá jamás; este, según el Che, está presente en todas aquellas individualidades de carne y hueso que trabajan, luchan y mueren día a día por lograr un mundo de justicia y equidad, y para avanzar hacia la última y más importante ambición revolucionaria, que es ver al hombre liberado de su enajenación.
Hasta la Victoria Siempre. Venceremos!!!
#CheVive
viernes, octubre 04, 2024
Las últimas palabras del comandante Igor Ostapenko:
"¡Los funcionarios soviéticos no se rinden! ", antes de ser disparado por los demócratas de Eltsin, tratando de defender la Casa Soviética durante el levantamiento popular de la noche del 3-4 de octubre de 1993.
No todo el mundo sabe que en octubre de 1993, Rusia casi se derrumbó en la guerra civil, muchos estaban insatisfechos con el presidente Eltsin y sus políticas destructivas e intentaron restaurar el poder soviético. El intento de sacar a Eltsin del poder falló, gracias a sus leales matones de la policía antidisturbios; cientos de civiles murieron en el levantamiento.
Ostapenko Igor fue galardonado con el título póstumo de Héroe de la Unión Soviética, por los populares diputados de la RSFS rusa, liderado por S. Umalatova, que se negó a reconocer el poder de Eltsin.
Una lápida conmemorativa fue erigida en el lugar de su muerte.
Un héroe que luchó hasta el final, por el regreso del poder soviético en Rusia.