COMUNICADO DEL COMITÉ ESPAÑOL DE ICOMOS ANTE EL PROYECTO DE CÉSAR PELLI EN SEVILLAEl anuncio de la construcción de un edificio de 178 metros de altura en Sevilla, muy próximo al límite del conjunto histórico y al Monasterio de la Cartuja, ha causado una profunda preocupación en el Comité Nacional Español de ICOMOS.
Durante los últimos años, Sevilla es una ciudad que ha llamado la atención de este Comité por numerosos procesos muy agresivos para el patrimonio de la ciudad: obras en la plaza de la Encarnación; actuaciones relacionadas con la instalación del tranvía denominado metrocentro (tanto en lo relacionado con los restos arqueológicos aparecidos, como en la eliminación de una buena parte del arbolado de la zona por la que atraviesa en el centro histórico); criterios utilizados en la rehabilitación del palacio de San Telmo, generalización del fachadismo y aumento de volumetrías en la rehabilitación de edificios, etcétera. La construcción de un rascacielos de dichas dimensiones evidencia un cambio en el modelo de ciudad que no se reflejaba en el reciente Plan General de Ordenación Urbanística del municipio y la perspectiva de un nuevo paisaje urbano.
Esta propuesta aparta a Sevilla del conjunto de ciudades medias europeas, especialmente de las ciudades con un rico patrimonio cultural. Éstas, habitualmente, basan su calidad ambiental y urbana en su escala histórica y en los hitos ya definidos, al menos en sus centros históricos y proximidades, por piezas arquitectónicas valiosas y de rotundo protagonismo en el escenario de la ciudad (Florencia, Estrasburgo, Praga o Berna).
Se caracterizan por un riguroso y prudente cuidado en la introducción en su entramado de obras de cualquier tipo que puedan trastornar un paisaje equilibrado y armónico, producto de siglos y que, sin embargo, puede ser alterado con una sola y desafortunada intervención.
Los procesos de globalización económica mundial están teniendo un efecto muy negativo en algunas culturas locales y, sobre todo, en las claves patrimoniales de muchas ciudades que parecen renunciar a los valores patrimoniales propios, para convertirse en poblaciones que poseen siempre el mismo modelo constructivo (rascacielos de cristal, acero y hormigón), inspirado en los centros de negocios de las ciudades estadounidenses, que han banalizado y homogeneizado la imagen de muchas ciudades del planeta. Shangai, Denver, Auckland, Johannesburgo o Sao Paulo poseen un paisaje urbano clónico, indiferenciado y con escasa identidad propia.
El paisaje cultural de la ciudad histórica europea es único en cada ciudad e irrepetible.Sevilla ha sufrido una importante pérdida de recursos patrimoniales en la segunda mitad del siglo XX, pero aún mantiene una singularidad inconfundible gracias a que las alteraciones de sus perfiles urbanos han sido menores. Construir este rascacielos no es sólo en sí un impacto y un cambio de modelo urbano, sino que dará argumentos a la construcción de nuevos rascacielos y a que el protagonismo del escenario urbano se desplace desde los hitos de verdadero valor histórico, patrimonial, colectivo e identitario, hacia otros que copian sin, obviamente, convertir a Sevilla en Nueva York o Chicago.
Esta propuesta refleja una valoración implícita en su ideología pero explícita en la imagen de la ciudad de la creciente potencia de los valores económicos, privados, ajenos a la trayectoria histórica y cultural de la ciudad y de la región y, sobre todo, extraños en una ciudad que nunca ha privilegiado en su imagen este tipo de identidades. Se ha tachado a Sevilla, y con toda la razón, de disfrazarse de sí misma en sus barrios más turísticos, con un producto que la aleja de la autenticidad (sobre todo en el entorno de Santa Cruz); ahora parece que Sevilla se disfrace de otro perfil de ciudad que aún está más lejos de crear y consolidar una ciudad basada en sus valores auténticos.
Este Comité recomienda que los responsables municipales, los autonómicos de Cultura y Urbanismo, así como los promotores de este inmueble reflexionen sobre las consecuencias de su construcción y les solicita las premisas y planteamientos conceptuales y legales con los que ha contado César Pelli para intervenir en una ciudad de marcado carácter patrimonial y que posee tres bienes que forman parte de la Lista del Patrimonio Mundial y cuya percepción paisajística, especialmente del hito por excelencia de la ciudad, la Giralda, se verá profundamente alterada al confrontarse, inevitablemente, con la proyectada nueva edificación de mayor altura.
Este Comité recuerda que la Giralda posee un renombre y reconocimiento universal y que, la nueva torre, sin entrar a valorar la calidad del proyecto, muy difícilmente podrá sobresalir tanto en el campo de la arquitectura actual, por muy renombrado que sea el arquitecto que lo proyecta, sino que probablemente no pasará de un edificio de media calidad que no sobresaldrá entre el sinfín de estos inmuebles que proliferan en las grandes metrópolis del planeta.
Ni Sevilla es una metrópolis, ni necesita serlo para asegurar la calidad de vida de sus ciudadanos y, sobre todo, no precisa de impactos tan profundos para competir y situarse entre las ciudades más innovadoras y creativas.Sevilla puede prescindir sin renunciar a nada de este tipo de estructuras que la hacen víctima de una incierta nostalgia de una pretendida modernidad.
Esta modernidad se consigue de otra manera en las ciudades europeas, y no es la altura de los nuevos edificios la que la determina, sino otros aspectos también cuantitativos, pero sobre todo culturales y cualitativos, que expresan mejor que con el lenguaje economicista y financiero de los rascacielos, el espíritu abierto, la capacidad creativa que busca nuevas formas de hacer ciudad y la apertura hacia nuevos modelos territoriales y urbanos más sensatos, justos y equilibrados.
En Ámsterdam, Copenhague, Hamburgo, Bolonia o Estocolmo, la modernidad se hace patente no en la escala de sus edificios, sino en la armonía de su conjunto, en su concepto de ciudad entendida como un todo en encomiable sintonía con su entorno y en la forma en que estas ciudades, y la inmensa mayoría de las del continente, saben reconocerse en el modelo de ciudad europea, tal vez la mejor y más elevada, aunque no medida en metros de altura, expresión de la cultura y civilización de esta parte del planeta.
Respecto a los promotores de la obra, las dos cajas de ahorro provinciales en proceso de fusión, se les recuerda su papel de referencia social y cultural. Sus actuaciones deben servir de paradigma en todas las facetas socioeconómicas, por lo que no parece aconsejable optar por la imagen que dan de sí los grandes bancos privados -que atienden prioritariamente a los intereses de sus accionistas- en las grandes metrópolis mundiales, sino que se acomoden a las claves de la modernidad y vanguardia cultural que asumen otras entidades de clara vocación colectiva y social en las ciudades europeas.Ante la gravedad de la operación que parece contar con los beneplácitos de las autoridades municipales y autonómicas, nos ponemos a su disposición para aclarar criterios de actuación y, en todo caso, recomendamos muy fehacientemente, además de las cuestiones ya señaladas, la conveniencia de que se cree un consejo de expertos en paisaje cultural que valore el impacto de esta actuación.
Si para la elección del edificio se ha optado por un concurso de ideas internacional en el que, además de los propietarios del suelo, se ha incluido un selecto grupo de expertos en arquitectura en su valoración como proyecto concreto, ahora es imprescindible un informe realizado por expertos en conservación del patrimonio cultural, en especial del declarado Patrimonio Mundial, y paisajistas en ámbitos patrimoniales de la misma talla (desde distintos perfiles profesionales como exige la gestión del patrimonio) que dictaminen sobre el impacto paisajístico del inmueble proyectado.
Conviene no olvidar que la citada presencia en la Lista del Patrimonio Mundial de tres monumentos de Sevilla comporta, según la Convención del Patrimonio Mundial, la conservación de su autenticidad e integridad y esto no solo afecta a la edificación propiamente dicha, sino a los valores culturales inmateriales implicitos en ellos (relación armónica con el entorno próximo y lejano, visuales, conservación de los ambientes, del perfil urbano y del paisaje, etc.). El conjunto de la ciudad, el paisaje de Sevilla, a la postre, es mucho más importante que optar por la calidad del diseño de un solo edificio, especialmente cuando la relación visual de esta ciudad se verá irrevocablemente alterada.
Madrid, 5 de marzo, 2007Vº Bº La Presidenta de ICOMOS España María Rosa Suárez-Inclán Ducassi
Durante los últimos años, Sevilla es una ciudad que ha llamado la atención de este Comité por numerosos procesos muy agresivos para el patrimonio de la ciudad: obras en la plaza de la Encarnación; actuaciones relacionadas con la instalación del tranvía denominado metrocentro (tanto en lo relacionado con los restos arqueológicos aparecidos, como en la eliminación de una buena parte del arbolado de la zona por la que atraviesa en el centro histórico); criterios utilizados en la rehabilitación del palacio de San Telmo, generalización del fachadismo y aumento de volumetrías en la rehabilitación de edificios, etcétera. La construcción de un rascacielos de dichas dimensiones evidencia un cambio en el modelo de ciudad que no se reflejaba en el reciente Plan General de Ordenación Urbanística del municipio y la perspectiva de un nuevo paisaje urbano.
Esta propuesta aparta a Sevilla del conjunto de ciudades medias europeas, especialmente de las ciudades con un rico patrimonio cultural. Éstas, habitualmente, basan su calidad ambiental y urbana en su escala histórica y en los hitos ya definidos, al menos en sus centros históricos y proximidades, por piezas arquitectónicas valiosas y de rotundo protagonismo en el escenario de la ciudad (Florencia, Estrasburgo, Praga o Berna).
Se caracterizan por un riguroso y prudente cuidado en la introducción en su entramado de obras de cualquier tipo que puedan trastornar un paisaje equilibrado y armónico, producto de siglos y que, sin embargo, puede ser alterado con una sola y desafortunada intervención.
Los procesos de globalización económica mundial están teniendo un efecto muy negativo en algunas culturas locales y, sobre todo, en las claves patrimoniales de muchas ciudades que parecen renunciar a los valores patrimoniales propios, para convertirse en poblaciones que poseen siempre el mismo modelo constructivo (rascacielos de cristal, acero y hormigón), inspirado en los centros de negocios de las ciudades estadounidenses, que han banalizado y homogeneizado la imagen de muchas ciudades del planeta. Shangai, Denver, Auckland, Johannesburgo o Sao Paulo poseen un paisaje urbano clónico, indiferenciado y con escasa identidad propia.
El paisaje cultural de la ciudad histórica europea es único en cada ciudad e irrepetible.Sevilla ha sufrido una importante pérdida de recursos patrimoniales en la segunda mitad del siglo XX, pero aún mantiene una singularidad inconfundible gracias a que las alteraciones de sus perfiles urbanos han sido menores. Construir este rascacielos no es sólo en sí un impacto y un cambio de modelo urbano, sino que dará argumentos a la construcción de nuevos rascacielos y a que el protagonismo del escenario urbano se desplace desde los hitos de verdadero valor histórico, patrimonial, colectivo e identitario, hacia otros que copian sin, obviamente, convertir a Sevilla en Nueva York o Chicago.
Esta propuesta refleja una valoración implícita en su ideología pero explícita en la imagen de la ciudad de la creciente potencia de los valores económicos, privados, ajenos a la trayectoria histórica y cultural de la ciudad y de la región y, sobre todo, extraños en una ciudad que nunca ha privilegiado en su imagen este tipo de identidades. Se ha tachado a Sevilla, y con toda la razón, de disfrazarse de sí misma en sus barrios más turísticos, con un producto que la aleja de la autenticidad (sobre todo en el entorno de Santa Cruz); ahora parece que Sevilla se disfrace de otro perfil de ciudad que aún está más lejos de crear y consolidar una ciudad basada en sus valores auténticos.
Este Comité recomienda que los responsables municipales, los autonómicos de Cultura y Urbanismo, así como los promotores de este inmueble reflexionen sobre las consecuencias de su construcción y les solicita las premisas y planteamientos conceptuales y legales con los que ha contado César Pelli para intervenir en una ciudad de marcado carácter patrimonial y que posee tres bienes que forman parte de la Lista del Patrimonio Mundial y cuya percepción paisajística, especialmente del hito por excelencia de la ciudad, la Giralda, se verá profundamente alterada al confrontarse, inevitablemente, con la proyectada nueva edificación de mayor altura.
Este Comité recuerda que la Giralda posee un renombre y reconocimiento universal y que, la nueva torre, sin entrar a valorar la calidad del proyecto, muy difícilmente podrá sobresalir tanto en el campo de la arquitectura actual, por muy renombrado que sea el arquitecto que lo proyecta, sino que probablemente no pasará de un edificio de media calidad que no sobresaldrá entre el sinfín de estos inmuebles que proliferan en las grandes metrópolis del planeta.
Ni Sevilla es una metrópolis, ni necesita serlo para asegurar la calidad de vida de sus ciudadanos y, sobre todo, no precisa de impactos tan profundos para competir y situarse entre las ciudades más innovadoras y creativas.Sevilla puede prescindir sin renunciar a nada de este tipo de estructuras que la hacen víctima de una incierta nostalgia de una pretendida modernidad.
Esta modernidad se consigue de otra manera en las ciudades europeas, y no es la altura de los nuevos edificios la que la determina, sino otros aspectos también cuantitativos, pero sobre todo culturales y cualitativos, que expresan mejor que con el lenguaje economicista y financiero de los rascacielos, el espíritu abierto, la capacidad creativa que busca nuevas formas de hacer ciudad y la apertura hacia nuevos modelos territoriales y urbanos más sensatos, justos y equilibrados.
En Ámsterdam, Copenhague, Hamburgo, Bolonia o Estocolmo, la modernidad se hace patente no en la escala de sus edificios, sino en la armonía de su conjunto, en su concepto de ciudad entendida como un todo en encomiable sintonía con su entorno y en la forma en que estas ciudades, y la inmensa mayoría de las del continente, saben reconocerse en el modelo de ciudad europea, tal vez la mejor y más elevada, aunque no medida en metros de altura, expresión de la cultura y civilización de esta parte del planeta.
Respecto a los promotores de la obra, las dos cajas de ahorro provinciales en proceso de fusión, se les recuerda su papel de referencia social y cultural. Sus actuaciones deben servir de paradigma en todas las facetas socioeconómicas, por lo que no parece aconsejable optar por la imagen que dan de sí los grandes bancos privados -que atienden prioritariamente a los intereses de sus accionistas- en las grandes metrópolis mundiales, sino que se acomoden a las claves de la modernidad y vanguardia cultural que asumen otras entidades de clara vocación colectiva y social en las ciudades europeas.Ante la gravedad de la operación que parece contar con los beneplácitos de las autoridades municipales y autonómicas, nos ponemos a su disposición para aclarar criterios de actuación y, en todo caso, recomendamos muy fehacientemente, además de las cuestiones ya señaladas, la conveniencia de que se cree un consejo de expertos en paisaje cultural que valore el impacto de esta actuación.
Si para la elección del edificio se ha optado por un concurso de ideas internacional en el que, además de los propietarios del suelo, se ha incluido un selecto grupo de expertos en arquitectura en su valoración como proyecto concreto, ahora es imprescindible un informe realizado por expertos en conservación del patrimonio cultural, en especial del declarado Patrimonio Mundial, y paisajistas en ámbitos patrimoniales de la misma talla (desde distintos perfiles profesionales como exige la gestión del patrimonio) que dictaminen sobre el impacto paisajístico del inmueble proyectado.
Conviene no olvidar que la citada presencia en la Lista del Patrimonio Mundial de tres monumentos de Sevilla comporta, según la Convención del Patrimonio Mundial, la conservación de su autenticidad e integridad y esto no solo afecta a la edificación propiamente dicha, sino a los valores culturales inmateriales implicitos en ellos (relación armónica con el entorno próximo y lejano, visuales, conservación de los ambientes, del perfil urbano y del paisaje, etc.). El conjunto de la ciudad, el paisaje de Sevilla, a la postre, es mucho más importante que optar por la calidad del diseño de un solo edificio, especialmente cuando la relación visual de esta ciudad se verá irrevocablemente alterada.
Madrid, 5 de marzo, 2007Vº Bº La Presidenta de ICOMOS España María Rosa Suárez-Inclán Ducassi
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