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viernes, mayo 23, 2025

La reconstitución de la II Internacional obrera

 Un segundo tipo de solución le sugería el socialismo,modelo de anteguerra.

La Internacional Obrera,de la que se había demostrado que no estaba hecha para tiempos de guerra, por día, ahora que la paz estaba restablecida,pensar en reconstituirse.

La primera conferencia se celebró en Berna en Febrero de 1919,'y fue un semifracaso.En primer lugar,por su composición: varias delegaciónes-acudieron de 26 países, con un total de 97 personas-llegaron escindidos en dos ramas: por otra parte, los bolcheviques, imitados por los PS suizos, italianos,servio y rumanos,declinaran su participación.En segundo lugar, por su desarrollo.Dos temas dominan los debates: uno sobre la responsabilidades de los PS en la guerra: el otro, sobre la actitud a adoptar respecto al bolchevismo.El primero dio lugar a controversias tan apasionadas-la mayoría de los delegados alemanes se negaban a reconocer que el imperialismo alemán había contraído mayores responsabilidades que los imperialismo aliados- que ni siquiera se intentó abordar el segundo tema,sobre el cual la conferencia se hallaba dividida el principio: la derecha reclamaba una condena explícita del nuevo régimen ruso,la izquierda se pronunciaba contra " toda clase de vilipendios a la Republica de los Soviets".

Los trabajos que no fueron llevados a buen términos en Berna tampoco lo serían en la Conferencia de Lucerna, en agosto de 1919,y en Congreso General convocado en Ginebra en Febrero de 1920 tuvo que ser aplazado hasta el mes de julio siguiente.

Aunque seguía siendo el símbolo de la unidad proletaria internacional, pues contaba con 47 partidos u organizaciones obreras afiliadas de 31 países,entre los cuales:

Partido Laborista ingles......4.000.000 miembros.

Partido Socialdemócrata Alemán.....1.000.000 

Partido Obrero Belga ......500.000

La Internacional Obrera topaba en sus esfuerzos de reconstrucción con su incapacidad de apreciar las virtualidades revolucionarias de la posguerra mucho más sus que no había apreciado las de la guerra: el centro de gravedad de la Internacional se desplazaba,pues, en el orden político hacia la derecha(mientras que las tendencias y corrientes de izquierda tendían a salir de ella) y en sus dimensiones geograficas hacia el oeste,de Berlín a Londres, lejos de aquella Europa oriental y central en la que rugia la revolución.

Pág 83-84.Annie Kriegel.Las Internacionales Obreras(1864-1964)

La sacralización de José Mujica Funerales del ex presidente de Uruguay, José Mújica, considerado un referente en el pensamiento de izquierda de Latinoamérica. Foto

 

Funerales del ex presidente de Uruguay, José Mújica, considerado un referente en el pensamiento de izquierda de Latinoamérica. Foto
Funerales del ex presidente de Uruguay, José Mújica, considerado un referente en el pensamiento de izquierda de Latinoamérica. Foto Xinhua
19 de mayo de 2025 00:02

Los panegíricos constituyen la peor versión de la militancia acrítica. Resultan empalagosos, caricaturescos y ahistóricos. Ensalzan virtudes, ocultan vicios. Envilecen la manera de rendir homenaje cuando la muerte alcanza la vida. Las contradicciones marcan el paso. Lamentablemente, hay quienes se empeñan en presentar a hombres y mujeres como santos. Cuasi dioses en la Tierra. Hoy, nos enfrentamos a la beatificación de José Mujica, ex presidente de Uruguay. 

Se ha creado un personaje sin macula. Cuesta, entre las decenas de artículos, viñetas y comentarios, encontrar una crítica a sus decisiones políticas. Todo gira en torno a su modo de encarar la vida, su matrimonio y los avatares de la militancia. Se destaca la sobriedad, honradez, su crítica al consumismo, o el llamado a la juventud a tomar el relevo. Hechos significativos, pero no se pronuncian sobre sus decisiones políticas. Si la izquierda debe poner el foco en la decencia de sus dirigentes, estamos huérfanos de liderazgo. La ética y la dignidad deben sobrentenderse, son condición sine qua non. Baste un ejemplo, la vida política de Ho Chi Minh, cuyo retrato sobre la mesa de trabajo, era observada día a día por Salvador Allende. 

Hay preguntas, sin acritud, imposibles de ignorar en la militancia de José Mujica. ¿Cómo llegó a ser presidente de Uruguay? ¿Cuáles fueron sus compromisos? ¿Sus alianzas? ¿A qué renunció? ¿Quiénes quedaron en el camino? ¿Cuáles sus adversarios? ¿Cómo enfrentó sus contradicciones? Busco respuestas, pero tras su deceso, encuentro laudatorias. Salvo el editorial de La Jornada del miércoles 14 de mayo, y el artículo publicado en Le Monde Diplomatique de Uruguay por su director Roberto López Belloso –“Las muertes y resurrecciones de Pepe Mujica”–, hay un vacío, si descartamos las diatribas en redes. Ni dios ni diablo. 

Seguramente, me recriminarán, no es el momento para desnudar flaquezas. Hoy toca ensalzar su humanidad, su rechazo al boato y la parafernalia institucional. Poner en valor su renuncia a 90 por ciento del salario como presidente de la República, conducir un coche destartalado o mantener un trato amable, cercano y nada egocéntrico con sus interlocutores. Y si hay que enumerar logros durante su mandato, señalar tres: matrimonio igualitario, legalización de la mariguana y despenalización del aborto. Pero, ¿qué responsabilidad le cabe en el nombramiento de Luis Almagro, su ex ministro de Asuntos Exteriores, a quien apoyó como secretario general de la OEA? ¿Y su negativa a realizar un plebiscito impulsado por la principal central sindical uruguaya para establecer la edad de jubilación a los 60 años, equipar las jubilaciones al salario mínimo o poner límite a los fondos privados de pensiones? Y qué decir de su condescendencia con militares que violaron los derechos humanos. 

Acólitos, detractores, adversarios y enemigos, confluyen, fue un político de consenso. Hoy, un presidente transversal. Eduardo Galeano dijo de Mujica, ya como presidente, que era lo más parecido a lo que son los uruguayos. Su historia es la de muchos uruguayos que sufrieron la dictadura, la represión, lucharon y luchan contra la desigualdad, la justicia social y algunos, no pocos, contra la explotación capitalista en la calle, las escuelas, el campo, los barrios, las organizaciones populares, las fábricas. O las mujeres que se enfrentaron a violaciones en los centros de detención de las fuerzas armadas, al machismo en la vida cotidiana y el patriarcado en las estructuras sociales y de poder. Parafraseando a Mario Benedetti, en la lucha, codo a codo somos mucho más que dos. No es un héroe. 

Ponderación en el juicio, pero ni neutral, ni imparcial. José Mujica, fundador del Movimiento de Participación Ciudadano (MPP) y dirigente del Frente Amplio, tiene tras de sí una historia política de tres cuartos de siglo. Militó en una tríada de organizaciones. Debió pelear para ser presidente, no ganó su nominación en una tómbola. Se enfrentó a camaradas, amigos que dejaron de serlo o se convirtieron en “cadáveres políticos”. Pero cuando se trata de forjar un ídolo y no un dirigente político, se invisibiliza. 

Difícil no traer a colación la letra de Silvio Rodríguez, cuya loa al Che, Canción del elegido, nos relata que hará “la historia de un ser de otro mundo. De un animal de galaxia. Es una historia que tiene que ver con el curso de la Vía Láctea. Es una historia enterrada, es sobre un ser de la nada […]. Sintió en su cabeza cristales molidos y comprendió que la guerra era la paz del futuro. Lo más terrible se aprende en seguida y lo hermoso nos cuesta la vida. La última vez lo vi irse entre humo y metralla. Contento y desnudo. Iba matando canallas con su cañón de futuro”. 

El poeta tiene licencia. El historiador, no, sus correligionarios tampoco. Las historias oficiales, adolecen de crítica. Distorsionan los hechos. Por eso son oficiales. Versiones acomodaticias. Sucede igualmente con lecturas de autores, sea Lenin, Marx, Bolívar o Martí. Se les considera textos sagrados, no pensamiento vivo. En política, recordemos algunos nombres y su proyección internacional. John Kennedy, Winston Churchill, Gamal Abdel Nasser, Mahatma Gandhi; en América Latina, ponga usted el nombre que desee, según su militancia. Pero recuerde, se hará un flaco favor sacralizando a quienes pecaron y mucho. No fueron santos.


Cómo el Fondo Monetario Internacional subdesarrolla África

  



Las ilustraciones de este boletín fueron producidas por el departamento de arte de Tricontinental para nuestro dossier de mayo, El pacto fáustico de África con el Fondo Monetario Internacional.

Queridas amigas y amigos,

Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.

A inicios de 2025, Sudán registró un alarmante índice de endeudamiento respecto al PIB (Producto Interno Bruto): 252%. Esto significa que la deuda pública total del país es 2,5 veces el tamaño de toda su producción económica anual. No es difícil entender por qué Sudán se encuentra en una situación tan crítica. Como señalamos la semana pasada en nuestro boletín, el país ha estado sumido en un conflicto durante décadas, lo que ha interrumpido gravemente cualquier posibilidad de crecimiento económico y estabilidad financiera. Sin embargo, en cierto modo, Sudán –uno de los países más ricos en recursos pero más pobres en términos de ingresos y riqueza familiar– también es representativo de lo que ha estado ocurriendo en el continente africano. Hasta 2022, la relación deuda/PIB promedio en los países subsaharianos era del 60%, habiéndose duplicado desde el 30% en 2013. Este aumento del endeudamiento es impactante.

La deuda total de África supera el billón de dólares, con costos anuales por servicio de deuda de 163 mil millones de dólares. La deuda total de los países en desarrollo alcanzó los 11,4 billones de dólares en 2023, cuatro veces el total de 2,6 billones registrado en 2004. Este extraordinario incremento ha provocado una crisis de deuda en más de 30 de 68 países de bajos ingresos. Este endeudamiento desbordado impacta el desarrollo de dos formas principales:

  1. Debido al mayor riesgo de incumplimiento, el crédito adicional se vuelve muy costoso y, a menudo, solo está disponible a través de prestamistas comerciales. La deuda comercial total de África representa ahora el 43% de su deuda externa total —más del doble que en el año 2000.
  2. El alto servicio de la deuda limita la flexibilidad fiscal, obligando a muchos gobiernos a recortar el gasto en educación, salud, desarrollo industrial e infraestructura. En muchos países africanos, esto ha llevado a medidas de austeridad generalizadas: 22 países gastaron más en pagar intereses de su deuda que en salud en 2022, y seis de ellos destinaron más al servicio de la deuda que a la educación. Una carga elevada de deuda conduce, en última instancia, a medidas de austeridad y, por tanto, a la contracción económica.

Solo un puñado de países africanos ha logrado inmunizarse de la crisis, en gran medida porque tienen poblaciones más reducidas y exportan bienes de alto valor. Uno de ellos es Guinea Ecuatorial, con una población de 1,8 millones de habitantes, ingresos anuales de 5.130 millones de dólares (principalmente por exportaciones de petróleo crudo y gas natural) y una relación deuda-PIB del 31,3%. Otro caso es Botsuana, con 2,5 millones de habitantes, ingresos anuales de 5.330 millones de dólares por exportaciones de diamantes y una relación deuda-PIB del 27,4%.

El pacto fáustico de África con el Fondo Monetario Internacional (mayo de 2025) es el tercero de una serie de dossiers en los que se analiza el impacto de la crisis económica africana (el primero fue Vida o deuda: el yugo del neocolonialismo y la búsqueda de África por alternativas en abril de 2023, seguido por Cómo el neoliberalismo utilizó la “corrupción” para privatizar la vida en África en noviembre de 2024). Esta trilogía, escrita por el investigador senior Grieve Chelwa y por mí, será publicada este año por Inkani Books en una versión ampliada y con una introducción sustancial.

La serie sostiene que:

  1. La era colonial empobreció al continente africano, tanto en riquezas como en población. Millones de personas fueron capturadas, llevadas a América y brutalmente esclavizadas. Cuando los países africanos alcanzaron su independencia en las décadas de 1960 y 1970, simplemente no tenían los recursos estatales ni el capital acumulado en manos del sector privado necesarios para construir infraestructura a gran escala o industrializarse.
  2. Los países que intentaron acumular ahorros internos y pedir préstamos al bloque socialista para proyectos de infraestructura clave, como represas y sistemas eléctricos, deliberadamente descuidados por los colonizadores, enfrentaron asesinatos (Patrice Lumumba en el Congo, enero de 1961; Louis Rwagasore en Burundi, octubre de 1961) y golpes de Estado (Kwame Nkrumah en Ghana, febrero de 1966).
  3. El sistema neocolonial estructuró la economía mundial de modo que los países africanos se vieron obligados a: vender sus materias primas a precios bajos; recibir regalías mínimas de las corporaciones multinacionales occidentales; pagar precios elevados por productos terminados importados (en muchos casos, fuentes de energía); endeudarse a través del FMI y acreedores comerciales occidentales para cubrir déficits presupuestarios; implementar programas de austeridad exigidos por el FMI, entrando así en una espiral de deuda aparentemente eterna.
  4. El FMI y sus diversas agencias asociadas (como Transparency International) presionan a los gobiernos de los países africanos vulnerables para que erosionen aún más su capacidad estatal, mediante el cierre de instituciones reguladoras y la reducción de su propia competencia para negociar acuerdos con los acreedores occidentales y las empresas mineras multinacionales. Un Estado reducido significa que la población de ese país —y el continente en su conjunto— tiene menos poder para negociar dentro de la estructura neocolonial.

En nuestro dossier más reciente, mostramos cómo la nueva política del FMI en África se asemeja mucho a su antigua política (como ocurre también en otras partes del mundo, como analizamos en nuestro dossier de octubre de 2023, Cómo el Fondo Monetario Internacional está exprimiendo a Pakistán). En este trabajo, ofrecemos un breve resumen de los continuos intentos por construir instituciones financieras africanas, como un Banco Central Africano, un Banco de Inversiones Africano, una Bolsa de Valores Panafricana y un Fondo Monetario Africano. La fecha límite establecida para su creación ya ha pasado, pero su necesidad sigue vigente en la Agenda 2063 de la Unión Africana (establecida en 2013). También defendemos el regionalismo en el continente, tomando como ejemplo el debate en torno a la Zona de Libre Comercio Continental Africana. No existe una panacea fácil. Al final del dossier, examinamos el caso de Senegal para comprender los desafíos que enfrentan los países que afirman su soberanía. Cuando el nuevo gobierno progresista de Senegal, liderado por Diomaye Faye, auditó los datos reportados al FMI y demostró que algunos eran erróneos, la entidad respondió suspendiendo la línea de crédito de 1.800 millones de dólares destinada al país. ¿Qué puede hacer Senegal ahora? El gobierno de Faye volverá a negociar con el FMI en junio. Concluimos el dossier planteando la pregunta: “¿Se abrirán otros caminos para Senegal, o estará condenado a transitar por la agenda de deuda y austeridad con que el FMI ha plagado a los países del Sur Global durante décadas?”.

El año anterior a la pandemia, volé desde el aeropuerto de Entebbe (Uganda) hasta la ciudad de Kisoro, cerca de la frontera con la República Democrática del Congo (RDC). Junto a un guía llamado Katende, nos dirigimos hacia el paso fronterizo de Bunagana, donde el grupo rebelde M23 (Movimiento 23 de Marzo, respaldado por Ruanda) se había establecido en el lado congoleño. Atravesamos las hermosas colinas verdes del suroeste de Uganda hasta llegar a un pueblo casi desierto y un puesto fronterizo desolado. Antes se había hablado de modernizar este puesto debido al gran volumen de mercancías que circulaban en ambas direcciones. Pero ahora, debido a la guerra, solo se veían unas pocas bicicletas, que los guardias y agentes de aduanas, desganados, dejan pasar con un simple gesto.

A través de Katende, hablé con algunas personas que merodeaban una pequeña tienda llamada duuka (del hindi dukan, llevada a esta región de Uganda por comerciantes indios antiguamente conocidos como dukwallas). Allí conocí a una anciana comerciante que cruzaba la frontera con mercancías de la RDC. ¿Qué tipo de mercancías? De todo, a veces incluso diamantes. Se llamaba Ssuubi y hablaba luganda. Dijo algo que hizo reír a Katende. Cuando le pregunté qué era, tomó mi cuaderno y escribió: Akakonge ak’omu kkubo. Bwe katakukuba magenda, kakukuba amadda. Luego me lo entregó con la traducción: “Si el pequeño tocón en el camino no te hace tropezar al ir, te hará tropezar al volver”. Supongo que Ssuubi hablaba del contrabando y los guardias de aduanas. Pero quizás era también una reflexión sobre la vida, donde el destino parece marcar su pobreza, pese a traficar con diamantes, tan baratos aquí, tan caros en los estados del Golfo, Amberes y, finalmente, las joyerías de lujo del mundo.

Ssuubi seguirá en su duuka, comprando un jugo, comiendo algo empaquetado, esperando bajo el sol a ver si es seguro cruzar la frontera, lidiar con los hombres armados del M23, encontrar a quien vender sus diamantes, regresar, intentar no tropezar y, al final, vender las piedras por casi nada a un comerciante que las llevará al puerto de Mombasa (Kenia), desde donde saldrán de África. Ninguno de los involucrados, quien extrajo los diamantes, quien se los vendió a Ssuubi, ella misma o quien los compra para llevarlos a Mombasa, acumula riqueza. La acumulación de capital comienza recién cuando el barco llega al Golfo o Amberes y las piedras llegan a manos de quienes las pulirán. Antes, la pobreza acompaña a las joyas de mano en mano, mientras sus dueños sobreviven al día. Esta es la realidad de la riqueza africana y su robo. Esto es lo que yace bajo la carga de la deuda y la agenda de austeridad del FMI.

Cordialmente,

Vijay

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Tricontinental: Institute for Social Research · Shadipur · New Delhi 110008 · India

miércoles, mayo 21, 2025

La situación de la izquierda boliviana ante las elecciones de agosto.


  •  legado antiimperialista de José Martí,

Bolivia. Elecciones en agosto: Andrónico Rodríguez y Eduardo del Castillo compiten por el poder en la izquierda boliviana en medio de la ruptura entre Luis Arce y Evo

Por Lorenzo Santiago, Resumen Latinoamericano, 20 de mayo de 2025.
Evo Morales, no podrá postularse a un cuarto mandato, no logra inscribir su candidatura y la izquierda se AIZAR RALDES / AFP

El expresidente boliviano Evo Morales no logró viabilizar su candidatura para las elecciones presidenciales de este año . La inscripción de candidatos cerró este lunes (19) y el grupo del líder cocalero no tuvo la inscripción de Evo aceptada por el Tribunal Supremo Electoral (TSE). Ahora, la izquierda boliviana está dividida entre el candidato del Movimiento Al Socialismo (MAS), Eduardo del Castillo, y el senador Andrónico Rodríguez .

El grupo vinculado al expresidente creó el movimiento Evo Pueblo e intentó registrarlo digitalmente en el partido Acción Nacional Boliviana (Pan-Bol). La lista de candidatos habilitados e inhabilitados recién se conocerá el 6 de junio, pero la candidatura de Evo fue rechazada por el TSE porque, según el secretario de la Sala del TSE, Fernando Arteaga, el partido no está reconocido.

“Evo Pueblo no es un partido con personería jurídica vigente, y a Pan-Bol le han revocado la personería jurídica, por lo que no pueden inscribir candidatos”, afirmó Arteaga. El registro de Pan-Bol fue revocado por el TSE a principios de mayo porque el grupo no recibió más del 3% de los votos en las elecciones presidenciales de 2020. Al Frente Para la Victoria (FPV) también le revocaron su registro por la misma razón.

El Tribunal Constitucional Plurinacional de Bolivia (TCP) decretó, en diciembre de 2023, que los presidentes y vicepresidentes solo podrían ejercer su cargo por dos mandatos, consecutivos o no. Con el fallo judicial, Evo Morales, quien fue presidente durante tres mandatos, no pudo regresar al poder.

El candidato del MAS será el ex ministro de Gobierno Eduardo del Castillo. Ocupa el lugar del presidente, Luís Arce, quien se retiró de la candidatura a la reelección . El presidente dijo que no quiere ser un “factor de división popular” y pidió a Evo que también evite postularse a ese cargo. Morales fue expulsado del MAS en noviembre del año pasado, perdiendo el liderazgo del partido después de 25 años.

Pero el candidato que lidera las encuestas es Andrónico Rodríguez, un dirigente cocalero de 36 años que lideró movimientos sindicales y ganó aún más prominencia luego de que Morales lo mencionara en 2019 como un candidato capaz para liderar el MAS. Su candidatura, sin embargo, también está siendo analizada por el TSE. Pretendía postular por el MAS, pero fue registrado por Alianza Popular. Esto porque un tribunal del estado de Beni presentó una medida cautelar para evaluar su candidatura.

La Fiscalía solicita una evaluación del Movimiento Tercer Sistema (MTS), del que forma parte Alianza Popular. El Tribunal señala que el MTS no renovó su directorio en el plazo estipulado. La candidatura de Andrónico a la coalición será evaluada este miércoles (21).

Candidatos de derecha
Desde el golpe de Estado contra Evo Morales en 2019, la derecha boliviana ha perdido fuerza y ​​no ha logrado definir un nombre fuerte. La Unidade Aliança está ahora consolidada como el principal bloque de oposición. Su fórmula estará integrada por el empresario Samuel Doria Medina y el ex funcionario del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) José Luis Lupo.

Otro candidato es el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga, quien postuló por la Alianza Libre, junto al empresario Juan Pablo Velasco. En la última encuesta presentada por el instituto Red Uno, Andrónico lideraba con el 18% de la intención de voto y era seguido por Doria y Quiroga.

Otros grupos menos populares también presentaron sus propias candidaturas, como el Partido Demócrata Cristiano (PDC), el Movimiento de Renovación Nacional (Morena), la Nueva Generación Patriótica (NGP), la APB-Súmate y las alianzas Libertad y Progreso (ADN) y Fuerza del Pueblo.

Editado por: Rodrigo Durão Coelho

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Inaguran monumento en plaza venezuela dedicada a la victoria sovietica contra Alemania en 1945


 

RPDC. Comunicado urgente

Un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de la República Popular Democrática de Corea emitió el viernes el siguiente comunicado de prensa titulado

«Estados Unidos debe dejar de ofender a la RPDC con provocaciones maliciosas innecesarias e ineficaces»:



Recientemente, el Departamento de Estado de Estados Unidos cometió una provocación política al reclasificar a la RPDC como «Estado no cooperativo en la lucha contra el terrorismo» con el pretexto de no sumarse a sus «esfuerzos antiterroristas».

Esta campaña unilateral y maliciosa de clasificación, que Estados Unidos lleva a cabo cada año, debe ser debidamente denunciada y rechazada por la comunidad internacional, ya que se trata de una estrategia de desprestigio para tildar a los Estados soberanos independientes de «Estados patrocinadores del terrorismo» y convertirlos en blanco de la crítica internacional.

La «antiterrorismo» que defiende Estados Unidos no es más que una excusa para justificar la injerencia en los asuntos internos de otros países y el derrocamiento de sus sistemas sociales. De hecho, los países que Estados Unidos designa como «Estados no cooperativos en la lucha contra el terrorismo» se están convirtiendo en los principales objetivos de su política hostil y su amenaza militar, expresión del terrorismo de Estado más atroz.

Nadie le ha pedido a Estados Unidos que lidere los esfuerzos internacionales antiterroristas, ni le ha otorgado tal poder.

La «Declaración sobre Medidas para Eliminar el Terrorismo Internacional» y otras leyes internacionales adoptadas en el 49.º periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU tipificaron como crímenes los actos que amenazan las relaciones amistosas entre Estados y que atentan contra la integridad territorial y la seguridad de un Estado, y estipulan claramente que la lucha contra el terrorismo internacional debe librarse con arreglo a la Carta de la ONU y otras leyes internacionales.

Esto demuestra que los actos hostiles ilegales e injustos de Estados Unidos contra la RPDC y otros Estados soberanos constituyen la violencia política más grave, además del terrorismo de Estado.

La RPDC mantiene una postura firme de oponerse firmemente a todas las formas de terrorismo que amenacen la paz y la seguridad internacionales. Sin embargo, los llamados «esfuerzos antiterroristas» de Estados Unidos, reconocidos como sinónimo de injerencia en los asuntos internos y actos de agresión contra países independientes, son irrelevantes para la voluntad de la RPDC contra el terrorismo.

Antes de abordar la «cooperación» de alguien en materia de «antiterrorismo», Estados Unidos debería afrontar la situación actual de las relaciones entre la RPDC y Estados Unidos, que se han consolidado como una relación entre Estados profundamente hostiles debido a las acciones unilaterales y erróneas de Estados Unidos.

Cuanto más provoque Estados Unidos a la RPDC con actos maliciosos innecesarios e ineficaces, más intensificará la hostilidad irreconciliable entre ambos países.

La RPDC nunca tolerará ningún intento externo de menoscabar y violar la dignidad, los derechos soberanos y los intereses de seguridad del Estado, sino que adoptará medidas eficaces y adecuadas para hacer frente a las provocaciones hostiles de EE.UU. en todas las esferas. 

Un lenguaje de sangre domina nuestro mundo |

 

Boletín 20 (2025)

Dahlia Abdelilah Baasher (Sudán), Sin título, s.f.

Queridas amigas y amigos,

Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.

En las últimas semanas, la atención internacional se ha centrado, sin lugar a dudas, en la escalada entre India y Pakistán, sobre la cual escribiremos más adelante, cuando se asiente el polvo. Aunque ninguno de los ejércitos cruzó la frontera ni la Línea de Control, la preocupación es comprensible: ambos países cuentan con armas nucleares en su arsenal. Por ahora, se ha retomado de hecho el alto al fuego de 1948, que ha persistido durante décadas sin que se haya alcanzado un tratado de paz satisfactorio e integral. La atención internacional también se ha mantenido, con razón, en el genocidio en Palestina, donde Israel ha intensificado el asedio total a Gaza, tal vez como represalia por el retorno de la población palestina al norte de Gaza el 27 de enero de 2025, en un acto de desafío radical frente a la guerra genocida.

Mientras tanto, algunos conflictos, como la guerra en curso en Sudán, han sido prácticamente olvidados. Este boletín se centra en ese conflicto, elaborado a partir de conversaciones con trabajadorxs humanitarixs y figuras políticas sudanesas. La noción de que esta guerra es desconcertante y no tiene explicaciones fáciles refleja el racismo de nuestra cobertura mediática, que considera los conflictos en África como incomprensibles e interminables. Sin embargo, por supuesto que hay causas para esta guerra, lo cual implica que también existen formas de ponerle fin. Es necesario dejar de lado ese lenguaje de sangre que domina nuestro mundo y, en su lugar, buscar en los detalles políticos las posibilidades concretas de la paz.

Rashid Diab (Sudán), Sin título, 2016.

Hace dos años, la frágil pero esperanzadora paz en Sudán se rompió cuando las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF, por su sigla en inglés) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF por su sigla en inglés), ambas del aparato estatal sudanés, entraron en guerra entre sí. El segundo aniversario de este conflicto se conmemoró el 11 de abril de 2025 con un espantoso ataque de las RSF contra el campamento de refugiadxs de Zamzam, en el norte de Darfur. Como relató Hawa, una madre de tres niñxs que, junto con ellos, sobrevivió al ataque, “las bombas cayeron sobre el hospital… Quienes sobrevivimos salimos solo con nuestrxs hijxs a cuestas”.

Para el 16 de abril, el campamento, que alguna vez albergó a medio millón de personas refugiadas, quedó destruido, dejando cientos de muertxs, obligando al resto a huir hacia las cercanías de El Fasher y Tawila. En dos años de combates, al menos 150.000 personas han muerto y cerca de 13 millones, más de una quinta parte de la población sudanesa de 51 millones, han sido desplazadas. Esta catástrofe en curso carece por completo de sentido para la mayoría de la población sudanesa.

Todo parecía distinto el 11 de abril de 2019, seis años antes de la masacre de Zamzam, cuando el presidente Omar al-Bashir, en el poder desde hacía décadas, fue derrocado por un movimiento de masas y, finalmente, por el ejército. Las protestas contra el gobierno de al-Bashir comenzaron en diciembre de 2018, motivadas por la inflación y una creciente crisis social. Incapaz de dar respuestas al pueblo, al-Bashir no pudo sostener su mandato, ni siquiera por la fuerza, especialmente cuando las Fuerzas Armadas sudanesas se volvieron en su contra (como lo hizo el ejército egipcio con el entonces presidente Hosni Mubarak en 2011). Al-Bashir fue derrocado por lo que más tarde se conocería como el Consejo Militar de Transición, encabezado por el general Abdel Fattah al-Burhan con la asistencia del teniente general Mohamed Hamdan Dagalo, conocido como “Hemedti”.

Galal Yousif (Sudán), A Peaceful Revolution [Una revolución pacífica], 2021.

Los grupos que lideraban las protestas en las calles formaron una coalición llamada Forces for Freedom and Change [Fuerzas por la Libertad y el Cambio] (FFC por su sigla en inglés). Las FFC incluía al Partido Comunista Sudanés, las Fuerzas del Consenso Nacional, la Asociación Profesional Sudanesa, el Frente Revolucionario Sudanés, el colectivo Mujeres de Grupos Cívicos y Políticos Sudaneses, así como numerosos comités de resistencia o vecinales. Presionado por las movilizaciones encabezadas por la FFC, el ejército firmó a mediados de 2019 un acuerdo para encaminar una transición hacia un gobierno civil.

Con el respaldo de la Unión Africana, se conformó el Consejo de Soberanía de Transición, compuesto por cinco integrantes militares y seis civiles. El consejo designó a Abdalla Hamdok (nacido en 1956) como nuevo primer ministro y a Nemat Abdullah Khair (nacida en 1957) como presidenta del Poder Judicial. Hamdok, un diplomático reservado que había realizado un trabajo muy relevante en la Comisión Económica para África parecía una figura idónea para liderar el gobierno de transición. Khair, una jueza de larga trayectoria que se sumó a las protestas contra al-Bashir, representaba el tono adecuado para una conducción judicial competente. La puerta hacia un nuevo futuro parecía abrirse para Sudán.

Abu’Obayda Mohamed (Sudán), March of Millions [Marcha de millones], 2021.

Pero, al poco tiempo, Sudán sucumbió a las presiones de su propia historia. En 2021, tras varios intentos fallidos de golpe de Estado, el general Abdel Fattah al-Burhan tomó el poder, aparentemente para “proteger la transición”, aunque en realidad lo hizo para reintegrar al gobierno a los sectores vinculados al régimen de al-Bashir, que hasta entonces estaban marginados. Las revoluciones son interrumpidas con frecuencia por el regreso del antiguo régimen, cuyo control sobre las fuerzas armadas y sobre la sociedad no se disuelve con facilidad. Ambos militares, al-Burhan y Hemedti, sabían que cualquier intento de justicia contra el gobierno de al-Bashir los alcanzaría directamente, ya que fueron el brazo ejecutor de su régimen (las fuerzas de Hemedti, conocidas coloquialmente como los Janja’wid, o “demonios a caballo”, estuvieron implicadas en violaciones a los derechos humanos durante la campaña de al-Bashir en Darfur). Pero además, tanto ellos como su círculo cercano tenían intereses materiales en juego, entre ellos el control de las minas de oro en Darfur y Kordofán.

Con hombres como estos, el miedo al patíbulo y la ambición de mayor botín son lo que prima. Una verdadera transferencia de poder exige una ruptura total con la vieja sociedad, algo difícil de lograr a menos que las fuerzas armadas colapsen o se reconstruyan a fondo según los principios de la nueva sociedad y no con los elementos del pasado. Tanto al-Burhan como Hemedti se opusieron a esta transición y mediante una rápida represión contra los movimientos populares, especialmente sindicatos y comunistas, aseguraron su poder en Jartum.

Reem Aljeally (Sudán), Entwined [Entrelazadas], 2022.

Cuando una pandilla de matones se reúne por cualquier país, toda su población debería preocuparse. En 2021, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, el Reino Unido y Estados Unidos formaron el llamado “QUAD [Diálogo de Seguridad Cuadrilateral] para Sudán”, con el supuesto propósito —según anunciaron— de devolver al país a la democracia. Sudán quedó en la cuerda floja de las intrigas geopolíticas, cuando comenzaron a surgir acusaciones sobre los vínculos crecientes entre el ejército contrarrevolucionario sudanés y Rusia. En 2019, al-Bashir negoció un acuerdo para permitir a Rusia construir una base naval en el mar Rojo, lo que le habría otorgado un punto de apoyo estratégico en el continente africano. La caída de al-Bashir puso en peligro ese acuerdo, que fue reactivado cuando su antiguo equipo volvió al poder. Esto colocó a Sudán en el centro del conflicto creciente entre Occidente y Rusia, así como entre las monarquías del Golfo.

Cuando un país queda atrapado en conflictos ajenos, sus propios problemas se vuelven más difíciles de discernir. Dentro del círculo gobernante de militares y remanentes de al-Bashir, comenzó a crecer un desacuerdo sobre la integración de las fuerzas armadas y el reparto de botín. En apariencia, discutían sobre los plazos para retornar a un gobierno civil, pero en realidad la disputa era sobre poder militar y control de los recursos.

Salah Elmur (Sudán), The Road to the Fish Market [El camino al mercado de pescado], 2024.

Estas luchas internas por el poder desembocaron finalmente en la guerra civil de 2023, un conflicto inevitable que presenta todos los rasgos de una guerra por delegación: las SAF respaldadas por Egipto y Arabia Saudita, las RSF apoyadas por Emiratos Árabes Unidos y otros actores externos mueven los hilos tras bambalinas. Las conversaciones de paz continúan aquí y allá, pero no avanzan en absoluto. La guerra parece tener su propia lógica, con los 300.000 efectivos de las SAF incapaces de lograr avances importantes frente a los 100.000 soldados de las RSF, altamente motivados. Los recursos ilimitados provenientes de la venta de oro y el apoyo externo podrían prolongar esta guerra indefinidamente, o al menos hasta que gran parte del mundo olvide que está ocurriendo (como ha sucedido con las guerras olvidadas en la República Democrática del Congo o en las fronteras de Myanmar).

La Organización de las Naciones Unidas emite declaraciones, mientras distintas organizaciones defensoras de derechos humanos claman por ejercer mayor presión sobre las SAF y las RSF. Pero no se ha logrado nada. Incluso las conversaciones de paz están fragmentadas: los gobiernos de Emiratos y Egipto impulsan unas en El Cairo, Arabia Saudita organiza otras en Yeda y el Reino Unido convocó más en Londres. No está claro qué actores dialogan entre sí, ni sobre qué temas.

Amna Elhassan (Sudán), Hair and Love [Cabello y amor], 2019.

El intento más activo para mediar un acuerdo de paz provino de la Unión Africana (UA), en enero de 2024, con la creación del Panel de Alto Nivel para Sudán (HLP-Sudán, por su sigla en inglés). El panel está presidido por el Dr. Mohamed Ibn Chambas, diplomático ghanés que fue representante especial de la Unión Africana y las Naciones Unidas para Darfur y jefe de la Operación Híbrida de la UA-ONU en Darfur (UNAMID) entre 2012 y 2014. Conoce a ambos generales y es consciente de la complejidad de la situación en Sudán. Los otros dos miembros del panel son la Dra. Specioza Wandira-Kazibwe, exvicepresidenta de Uganda y el embajador Francisco Madeira de Mozambique, exrepresentante especial de la UA en Somalia y jefe de la misión de la UA en ese país. El HLP-Sudán colabora con la Intergovernmental Authority on Development (IGAD por su sigla en inglés), organismo regional de África Oriental, para llevar a ambas partes a la mesa de negociaciones con el fin de lograr un alto al fuego y, eventualmente, un acuerdo definitivo.

Es importante destacar que el HLP-Sudan se reunió con una amplia gama de actores del espectro político del país, incluidas personas de partidos políticos, del ejército y de organizaciones de la sociedad civil. Muchas de ellas fueron firmantes del Acuerdo de Paz de Juba de 2020, que también incluyó a facciones beligerantes de Darfur, Kordofán del Sur y el Nilo Azul. Sin embargo, los negociadores enfrentan un problema entre los sectores civiles. En octubre de 2023, el derrocado primer ministro Abdalla Hamdok formó la coalición Taqaddum [Progreso], que llevó voces civiles a la mesa de negociaciones. No obstante, en los últimos dos años surgieron divisiones por lealtades hacia uno u otro bando, por lo que en febrero de 2025 la coalición se disolvió. Hamdok luego creó un nuevo grupo, Sumoud [Resistencia], que busca mantener la equidistancia de ambas partes. En marzo, al-Hadi Idris, exmiembro del Consejo Soberano de Transición, formó la coalición Ta’sis [Fundación de Sudán], que luego nombró a Hemedti, líder de las RSF, como su dirigente. Incluso los grupos civiles se dividieron siguiendo las líneas de la guerra civil.

Ibrahim El-Salahi (Sudan), La mezquita, 1964.

El año pasado conversé con Hamdok, quien parecía agotado por la larga guerra y la futilidad de las negociaciones. Diplomático impasible como siempre, consideraba que las guerras pueden desgastar a los ejércitos y forzarlos a negociar. Conoce bien la historia: Sudán obtuvo su independencia de Gran Bretaña y Egipto en 1956, pero pronto se sumió en su primera guerra civil entre el norte y el sur, que concluyó con el Acuerdo de Adís Abeba en 1972. La década de paz que siguió (impulsada por los ingresos petroleros del sur) es ahora un recuerdo lejano. Una segunda guerra civil entre el norte y el sur se extendió desde 1983 hasta 2005, lo que desembocó en el referéndum de 2011 que escindió el país en Sudán y Sudán del Sur. Finalmente, un atroz conflicto en Darfur comenzó en 2003 y llegó lentamente a su fin en 2010, allanando el camino al derrocamiento de Omar al-Bashir en 2019. En ese entonces, el lema contra al-Bashir era tisqut bas: “¡Que caiga!”. Cayó. Pero la tierra sigue temblando.

El pueblo sudanés no ha conocido la paz en generaciones. La esperanza de Hamdok es una esperanza contra la historia, pero a favor del futuro.

Cordialmente,

Vijay

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