Una mirada desde el psicoanálisis
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Alejandro Medina
A pesar de los avances legales en la protección y defensa de las mujeres maltratadas, de las medidas educativas en cuanto a la igualdad de género, las muertes violentas y lesiones, lejos de disminuir, parecen aumentar.
Regina González, Enrique Pastrana, Beatriz Reoyo y Pedro Muerza, psicoanalistas lacanianos y miembros del Instituto de Psicoanálisis de Pamplona, procuran develar -sin pretender dar una explicación total a un fenómeno tan complejo- las causas estructurales de esta violencia, a
partir de la investigación realizada en la Casa de Acogida de Pamplona, recogida en el libro "La violencia sobre la mujer.",del que Rosa Belzunegui, [ausente en el reportaje, es coautora
Desde el punto de vista del psicoanálisis la violencia sobre la mujer no es un problema de género sino de sujeto, así como un modo particular de violencia sobre el semejante. "En la época actual -dice Pastrana- en la que domina el discurso capitalista, la violencia ha adquirido un carácter pandémico: guerras, incluso preventivas, explotación sexual de mujeres y niños, incluso de bebés, racismo, etc. Lo común a todas ellas es que es una violencia ejercida sobre el otro. Insistimos en nombrar a este fenómeno como violencia sobre la mujer y no contra la mujer, pues nuestra referencia es el sujeto- del inconsciente-, que no es el yo, ni el individuo, ni la
persona; en todo caso, podría decirse, sujeto de deseo que no puede constituirse por fuera del campo del Otro, del lenguaje."
El trabajo de campo realizado en la Casa de Acogida tiene como límites la
lectura y la escucha." La primera- dice González-, a través de entrevistas
y escritos de estas mujeres; la segunda, en el propio grupo. Nuestro trabajo tiene un carácter cualitativo y no cuantitativo. No es estadístico ni puramente teórico. Sólo desde un punto de vista que admita los acontecimientos del inconsciente, el sujeto y el goce, puede dilucidarse, y no absolutamente, algo de un tema que preocupa a la sociedad."
La lectura propuesta por los psicoanalistas toma al grupo como productor
de un texto, susceptible de ser leído.
"Esta lectura- dice González- se aparta del modo habitual en que se lee un
libro. "Tocar fondo", mandato inconsciente, imperativo e insensato, es lo
que se escribe en el hablar del grupo, lo que se da a ver: para una fue
una humillación, para otra, una amenaza de muerte, para otra una agresión
física, etc. Esta forma abstracta organiza retroactivamente las diferentes formas de estar en el límite y que en cada mujer se situaba en forma singular. Los efectos de esta lectura psicoanalítica propuesta al grupo es de unión y dispersión, en una topología del ser en tanto sujeto del lazo social. Aparecen cuestiones que no habían aparecido antes, como la relaciones con sus ex parejas en tanto padre de sus hijos, las dificultades de la sexualidad, la importancia de los sueños, o el cuestionamiento del silencio que durante años habían mantenido sobre este tema."
La violencia, tanto física como moral, aparece en estas parejas, cuando el
modelo del amor ideal o romántico fracasa. "Ellas -dice González- se
sienten "desvalorizadas" y con pérdida de "autoestima", generándose un maltrato
que aparece en diversas formas como hostilidad, desvalorización y desprecio,
entre otras. Todas coinciden en que quedan más afectadas por este tipo de
violencia moral que por la física. El silencio, que se convierte en obstáculo para las denuncias, atraviesa todos los ámbitos: familiar,vecinal y de amistades, acompañado de un sentimiento de vergüenza y de fracaso. A pesar del sufrimiento, no escuchan los consejos de separación dados por familiares, profesionales o amistades."
En la lectura de grupo surgen formas sutiles de odio originadas en la
frustración estructural propia de estas relaciones."Son formas reprimidas-
dice Reoyo-, ignoradas por el sujeto, y potencialmente, más destructivas.
Una de ellas es el rebajamiento, que es una forma elaborada del odio,
dirigido hacia el propio yo, produciéndose, como dice Freud , una "miseria
del yo"; es un odio que incluye al otro, como si dijera "me rebajo, sí,
pero ante alguien que no lo merece"; otra, es el fingimiento inconsciente, que
permite que se sostengan y perduren relaciones de maltrato crónico."
En opinión de estos psicoanalistas, la agresividad en el amor romántico
está directamente vinculado con el narcisismo. " Para estas mujeres -dice
González- es el primer hombre, y en la mayoría de los casos, el único. Son
amores imaginarios, sin falta, complementarios, narcisistas. Estos hombres se presentan como seres ideales, que tienen lo que ellas no tienen, lo saben
todo, sostienen lo imposible estructuralmente como posible. Una de las
características de estas relaciones es la de su perdurabilidad en el
tiempo.
Cuando este amor se desvanece pasa masivamente al odio, y trae como
consecuencia la queja por la sumisión que este tipo de amor conlleva."
El psicoanálisis establece una diferencia entre agresividad y violencia,
en contraposición con la teoría de la frustración basada en la psicología
animal. "Cuando el objeto amoroso concluye en el ideal, -dice Pastrana- se
produce una identificación narcisista, que lleva a movimientos masivos de
amor, o de odio. Cuando hay separación entre el ideal y el objeto hay una
agresividad "normal": a veces, hay más amor, y otras, más odio. El sujeto
agrede porque hay una relación de identificación a un otro que es igual
que él y no porque el otro no le da lo que necesita."
En el grupo las mujeres atribuyen el maltrato sufrido a determinadas
características personales de sus parejas (celosos, agresivos, bebedores,
etc) sin cuestionar su posición dentro de la pareja."Ellas coinciden -dice
González- en que nada de lo que les ha sucedido tiene que ver con ellas.
Así se establece una férrea dialéctica culpabilidad-inocencia, que cierra
cualquier posibilidad de reflexión. Sólo cuando se repite la relación de
maltrato con otro hombre, se produce un más allá del amor romántico que
posibilita preguntarse, al modo freudiano, qué hay de mi en eso de lo que
me quejo. Los motivos que esgrimen para permanecer junto a ellos, siempre
tienen que ver con el amor, con la esperanza de que algún día cambien y
vuelvan a ser como antes. También aparecen los hijos tanto como razón
para permanecer junto a ellos como para separarse. Una de las consecuencias de
la experiencia del maltrato es que suelen quedar por fuera del juego del amor
y la sexualidad, bajo la sombra petrificadora del ideal."
La responsabilidad subjetiva es un concepto del psicoanálisis, que
presupone una responsabilidad sobre lo que el sujeto no sabe. "Esta
idea -dice Muerza- se aparta del saber consciente, y apuesta en el
análisis, por saber algo de aquello en lo que el sujeto está enredado. La culpa en
este tema aparece siempre como una atribución al otro. Al tachar el
atributo, no es para negarlo, sino para situar en qué posición queda el
sujeto, respecto a su responsabilidad en lo que le sucede. No es culpable,
es responsable. Es necesario reflexionar sobre este tema para que no quede
cerrado en la culpabilización de los hombres y en la victimización de las
mujeres con la consiguiente declaración de inocencia o a la inversa."
Según estos psicoanalistas, el discurso dominante del neoliberalismo
capitalista estimula hasta el paroxismo la llamada demencia de la
identidad yoica, o el "ser uno mismo" del individualismo moderno, donde la
responsabilidad subjetiva tiende a desaparecer, dificultando la
posibilidad de localizar al sujeto como sujeto del deseo."
Es un discurso- dice
Pastrana- que promete hacer posible lo imposible, y en su alianza con la
tecnociencia, con su proliferación exacerbada de objetos, favorece una ilusión de
completud: al fin ser al fin tener, dando lugar a relaciones con los otros donde el deseo que conlleva la falta, la marca de la incompletud, no tiene lugar."
Una de las preguntas más frecuentes que se formulan desde el campo de
la psicología, es si las mujeres maltratadas tiene rasgos masoquistas.
"Este concepto, -dice Muerza- como otros, extraído del psicoanálisis, ha
sido desviado y neutralizado, quedando psicologizado.
Lacan denuncia como
falsedad esa visión reduccionista cuyo origen está en el escenario del
masoquismo sexual: que los masoquistas manifiesten en sus relaciones con
sus parejas signos de una posición femenina, no quiere decir que la relación
de una mujer con un hombre sea, inversamente, una relación masoquista, y ésa
posición, constitutiva de lo femenino. El goce, entendido como la no
coincidencia del bien con el bienestar del sujeto, y que en sus excesos
pone en peligro la vida, lo pensamos como el intento del sujeto de querer
saber del sentir animal del cual está excluido por efecto del lenguaje."
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