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viernes, mayo 12, 2023

Evidencias del Marx naturalista


Mayo 2023


Marx estudiaba las ciencias naturales de su tiempo porque, antes de incursionar en la economía política, Marx era un filósofo materialista. De hecho, su tesis universitaria (1841) se titula las Diferencias entre la filosofía natural de Demócrito y la de Epicuro[[1]]dos filósofos naturalistas de la Antigua Grecia. Aunque Marx no publicó algún texto específico que se ocupe solamente de la naturaleza, sus ideas al respecto pueden rastrearse en sus distintas obras. El propósito de este escrito es recuperar tres de sus planteamientos relacionados con la relación humano-naturaleza: (1) el lugar del hombre dentro de la naturaleza; (2) la ruptura de los humanos con la tierra –que anteriormente proveía sus necesidades de manera directa–, y (3) algunas implicaciones de esta ruptura.

Para Marx, como para las ciencias naturales, los seres humanos somos parte del mundo natural, somos naturaleza; y la naturaleza no humana es nuestro “cuerpo inorgánico”. En los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844, una de sus obras más tempranas, Marx apuntó:

La universalidad del hombre aparece en la práctica justamente en la universalidad que hace de la naturaleza toda su cuerpo inorgánico, tanto por ser (l) un medio de subsistencia inmediato, como por ser (2) la materia, el objeto y el instrumento de su actividad vital. La naturaleza es el cuerpo inorgánico del hombre; la naturaleza, en cuanto ella misma, no es cuerpo humano. Que el hombre vive de la naturaleza quiere decir que la naturaleza es su cuerpo, con el cual ha de mantenerse en proceso continuo para no morir. Que la vida física y espiritual del hombre esta ligada con la naturaleza no tiene otro sentido que el de que la naturaleza está ligada consigo misma, pues el hombre es una parte de la naturaleza. (p. 61. Énfasis de Marx).

Pero la naturaleza no solo satisface las necesidades materiales de los humanos, sino también las espirituales. En la misma obra, Marx apunta:

Así como las plantas, los animales, las piedras, el aire, la luz, etc., constituyen teóricamente una parte de la conciencia humana, en parte como objetos de la ciencia natural, en parte como objetos del arte (su naturaleza inorgánica espiritual, los medios de subsistencia espiritual que él ha de preparar para el goce y asimilación), así también constituyen prácticamente una parte de la vida y de la actividad humana (p. 61).

Marx sabía que relación entre la humanidad y la naturaleza es de determinación recíproca: lo que ocurre en la naturaleza tiene consecuencias en los humanos y, la actividad humana, a su vez, tiene consecuencias en la naturaleza. Sin embargo, es importante advertir que esta relación de determinación recíproca no es automáticamente una relación de dependencia recíproca en términos de existencia: los humanos sí dependemos de la naturaleza para existir, pero la naturaleza, entendida como la totalidad de materia y energía, no depende de los humanos para existir; esta ha existido mucho antes que los humanos y seguirá existiendo si nuestra especie desaparece. Las formas concretas de la materia sí son directamente modificadas por el hombre, y la existencia de algunas de estas formas sí es exclusiva de la existencia humana: por ejemplo, las sillas, los edificios, las computadoras, etc., que no se habrían formado solas o por la acción de otros seres vivos.

Otro aspecto importante que Marx discutió tiene que ver con la ruptura de la relación de los humanos con la tierra durante la transición del feudalismo al capitalismo. Marx apuntó la separación entre los humanos y la tierra como una necesidad histórica del surgimiento del modo de producción capitalista. En sus Teorías sobre la plusvalía I, dice:

Para que se constituya una clase de trabajadores asalariados, ya sea en la manufactura o en la misma agricultura […] ­es necesario que las condiciones de trabajo, y la base para que se opere este divorcio es que la tierra misma se convierta en propiedad privada de una parte de la sociedad, excluyendo a la otra parte de esta condición objetiva para la valorización de su trabajo. (p. 47)

En el mismo sentido, Marx ilustra en el capítulo La llamada acumulación originaria de El Capital cómo la naciente burguesía, la Reforma anglicana, la restauración de los Estuardo, entre otras circunstancias de ese momento histórico, permitieron la privatización de las tierras comunales y los bienes de dominio público, desplazando así a las personas que vivían en el campo hacia las ciudades, donde crecían las fábricas.

Los grandes señores feudales, levantándose tenazmente contra la monarquía y el parlamento, crearon un proletariado incomparablemente mayor, al arrojar violentamente a los campesinos de las tierras que cultivaban y sobre las que tenían los mismos títulos jurídicos feudales que ellos, y al usurparles sus bienes de comunes. El florecimiento de las manufactureras laneras de Flandes y la consiguiente alza de los precios de la lana fue lo que sirvió de acicate directo, en Inglaterra, para estos abusos. La antigua aristocracia había sido devorada por las guerras feudales, y la nueva era ya una hija de los tiempos, de unos tiempos en los que dinero es la potencia de las potencias. Por eso enarboló como bandera la transformación de las tierras de labor en terrenos de pastos para ovejas. (p. 484. Las cursivas son de Marx).

La usurpación violenta de estos bienes, acompañada casi siempre por la transformación de las tierras de labor en terrenos de pastos, comienza a fines del siglo XV y prosigue a lo largo del siglo XVI. Sin embargo, en aquellos tiempos este proceso revestía la forma de una serie de actos individuales de violencia, contra los que la legislación luchó infructuosamente durante ciento cincuenta años. El progreso aportado por el siglo XVIII consiste en que ahora la propia ley se convierte en vehículo de esta depredación de los bienes del pueblo, aunque los grandes colonos sigan empleando también, de paso, sus pequeños métodos personales e independientes. La forma parlamentaria que reviste este despojo es la de los Bills for Inclosures of Commons (leyes sobre el cercado de terrenos comunales) ; dicho en otros términos, decretos por medio de los cuales los terratenientes se regalan a si mismos en propiedad privada las tierras del pueblo, decretos encaminados a expropiar al pueblo de lo suyo. (p. 486. Las cursivas son de Marx).

La mercantilización de la fuerza de trabajo requería desplazar a los trabajadores de la tierra; dejarlos “libres” del trabajo directo en ella, sin medios de trabajo. Así,  la única posesión de los trabajadores era su fuerza de trabajo. Dado que carecían de instrumentos de trabajo y materias primas para emplear en ellos su fuerza de trabajo, lo único que les quedaba para sobrevivir era venderla en las ciudades donde crecía la industria. Por ello, desde los orígenes del capitalismo hasta la actualidad, los trabajadores pierden cualquier conexión directa con la tierra; están “libres” de los medios de producción, ya no pueden relacionarse con la naturaleza como su propio “cuerpo inorgánico”.

Pero Marx no se conformó con describir este desplazamiento, sino que también abordó cómo este desplazamiento influyó en la relación de intercambio de materia y energía entre humanos-naturaleza, lo que se conoce como el metabolismo humano-naturaleza. Cuando los humanos vivían y trabajaban directamente con la tierra, regresaban la materia que de ella tomaban mediante sus desechos. En el capítulo de Maquinaria y gran industria de El Capital, dice:

Al crecer de un modo incesante el predominio de la población urbana, aglutinada por ella en grandes centros, la producción capitalista acumula, de una parte, la fuerza histórica motriz de la sociedad, mientras que de otra parte perturba el metabolismo entre el hombre y la tierra; es decir, el retorno a la tierra de los elementos de esta consumidos por el hombre en forma de alimento y de vestido, que constituye la condición natural eterna sobre la sobre la que descansa la fecundidad permanente del suelo.

Todo progreso, realizado en la agricultura capitalista, no es solamente un progreso en el arte de esquilmar al obrero, sino también en el arte de esquilmar la tierra, y cada paso que se da en la intensificación de su fertilidad dentro de un periodo de tiempo determinado, es a la vez un paso dado en el agotamiento de las fuentes perennes que alimentan dicha fertilidad (p. 298) .

Es decir, esta ruptura del metabolismo humano-naturaleza trajo consigo la interrupción del retorno de nutrientes a la tierra y la concentración de los desechos humanos en las ciudades, provocando condiciones insalubres en ellas.

Así como las aquí rescatadas, existen más alusiones a la naturaleza en las obras de Marx que no abordo por cuestiones de espacio. Sin embargo, sería erróneo concluir que los planteamientos de Marx en torno a la naturaleza son productos totales de su genialidad como individuo, de descubrimientos personales. Para generar sus posturas relacionadas con la naturaleza, Marx estudiaba las ciencias naturales de su tiempo, la química, sobre todo la agrícola, la evolución de Darwin, la geología, entre otros campos del conocimiento. Pero las estudiaba de manera crítica, coincidiendo o cuestionando algunos aspectos, partiendo del método dialéctico materialista. De ello hay suficiente evidencia en los apuntes que Marx acostumbraba hacer en los libros de su biblioteca personal, en su vasta correspondencia con compañeros y amigos, así como en sus cuadernos donde analizaba extractos de los libros que estudiaba.


Citlali Aguirre es maestra en ciencias biológicas por la UNAM e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

[1] El PDF en español de la tesis de Marx está disponible en: https://karlmarxhoy.org/obra-marx/karl-marx-tesis-doctoral-diferencia-filosofia-naturaleza-democrito-epicuro-1841.

Referencias

Marx, K. (1980). Teorías sobre la plusvalía, vol. 1. Trad. Wenceslao Roces. Fondo de Cultura Económica.

Marx, K. Manuscritos económicos y filosóficos de 1844. Juan R. Fajardo. Biblioteca virtual Espartaco.

Mark, K. El Capital. Tomo 1. LIBROdot.com.

lunes, mayo 01, 2023

Carteles del 1 de Mayo.

 A pesar de las derrotas, el sueño de un mundo sin explotadores ni explotados sigue vivo. Feliz 1º de mayo. Tomemos lo que es nuestro.


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