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jueves, octubre 25, 2007

Filipinas incrementa sus ataques contra los moros

Txente Rekondo
Mientras que el norte filipino recibe la "visita" del tifón Sepat, con todas sus devastadoras consecuencias, desde Manila se intensifican las Operaciones militares contra el pueblo moro (Bangsa Moro), bajo la excusa de acabar con uno de los grupos armados que allí operan, Abu Sayyaf.

Bajo el nombre de Bangsa Moro se agrupan trece grupos étnicos que habitan principalmente en el sur del archipiélago filipino. Desde hace siglos mantienen una pelea por volver a ejercer su derecho de autodeterminación, algo a lo que se oponen tanto los diferentes gobiernos filipinos como sus aliados occidentales. Antes de la invasión colonialista española, el pueblo moro estaba en un "proceso de formación del estado propio", en torno fundamentalmente a los sultanatos y principados musulmanes de la región. Los españoles intentaron conquistar a sangre y fuego, y al mismo tiempo imponer su religión cristiana a una población abrumadoramente musulmana. De aquellos tiempos surge la denominación de "moros", aplicada por los colonialistas españoles en un intento de relacionar la misma con "herejes, bestias feroces. que deberían arder en el infierno".




Sin embargo la agresión española no logró derrotar al pueblo moro que llegó a adoptar la denominación de "moro" como un signo de rebeldía y Resistencia común a los diferentes grupos étnicos. Tras la salida española y la aparición de EEUU en la zona, la actitud de los moros no varió, y mantuvieron una dura resistencia a los intentos norteamericanos por hacerse con el control de las tierras moras. Tras lograr "unificar" Filipinas y acceder al control político de la misma, Washington puso en marcha una campaña de expolio de tierras y contra la cultura mora que tiene sus consecuencias hasta nuestros días.




La posterior independencia de Filipinas no supuso ningún cambio para el pueblo moro, la ocupación y explotación venía ahora desde Manila. Como señalan algunos defensores de la causa mora, en torno a ese pueblo encontramos tres pilares básicos de la opresión, representados por las fuerzas coloniales (EEUU), los gobiernos reaccionarios locales (Manila) y la colaboración de algunas elites moras que defienden sus propios intereses o los de su clan por encima de la nación mora.




Desde Manila se ha respondido con violencia a las demandas de autodeterminación, sucediéndose campañas militares y leyes marciales Para acallar las voces del pueblo moro. Éste, a partir de la década de los setenta se organizará en torno al Frente de Liberación Nacional Moro (MNLF)que defenderá el uso de la lucha armada como vía para acceder a la independencia. Años más tarde, las divisiones en este grupo darán lugar a la formación de una nueva organización, el Frente de Liberación Islámico Moro (MILF). Mientras que el primero apostaba por un proyecto más centrado en aspectos nacionales, el segundo acentuará su discurso en esa línea pero dotando de mayor protagonismo al Islam.




Hace algunos años otras dos formaciones se van a sumar a ese escenario, Abú Sayyaf, con una clara tendencia islamista (y algunos lo relacionan además a al Qaeda) y la Organización de Resistencia y Liberación Mora (MRLO), impulsada por el partido comunista filipino, que mantiene un enfrentamiento armado de décadas con los diferentes gobiernos filipinos.




Las negociaciones de paz con el MNLF dieron lugar a la creación de una "autonomía", pero los continuos incumplimientos de lo acordado, han provocado que dentro de esa organización aumentes las voces partidarias de volver a la lucha armada. Por su `parte el MILF, también mantiene una tregua "formal", pero los acontecimientos de las ultimas semanas nos muestran la fragilidad de la situación, ya que militantes de ambas organizaciones se han responsabilizado de los ataques contra el ejercito filipino.




La nueva ofensiva del gobierno filipino está provocando un aumento muy peligroso de la tensión. Apoyado por Washington (con asistencia material y asesoramiento), la campaña militar "contra el terror" se centra en acabar con Abu Sayyaf (de cuya muerte y resurgimiento nos anuncian cada cierto tiempo), pero como estamos viendo no hace sino acentuar el rechazo de la población, al tiempo que puede estar obedeciendo a otros oscuros intereses, ligados a la propia presidenta Gloria Macapagal-Arroyo. Ésta estaría buscando desviar la atención, ante las acusaciones cada vez más amplias de corrupción, escándalos y sobre todo los malos resultados electorales el pasado mes de mayo.




Al mismo tiempo, se le concede carta blanca al todopoderoso ejército filipino para que continúe sus operaciones contra el pueblo moro y contra la guerrilla comunista. No podemos olvidar que sobre el gobierno de Arroyo y las fuerzas armadas se han sucedido las acusaciones de "guerra sucia", abaladas por importantes organismos internacionales que han denunciado la eliminación física de opositores de izquierda. La nueva ley "anti-terrorista" y el traslado temporal del Cuartel General del ejército al sur del archipiélago son claros indicios de las intenciones de la
presidente filipina.




La importancia geoestratégica de la región es uno de los argumentos de Washington para apoyar sin condiciones la política represiva de Manila, mientras que la poderosa Iglesia Católica parece seguir decidida a la colonización espiritual del pueblo moro. De continuar las cosas en esa
dirección, no es de extrañar que la radicalización de las comunidades moras siga aumentando.


Años de frustración y expolio, unido a una marginación laboral, en el acceso a la vivienda, en la educación, en ocasiones visto como fruto de la influencia cristiana, y todo ello con la presencia de
sectores radicales islamistas, puede convertir la situación en un polvorín a medio o corto plazo.
La imposición por las armas que pretende mantener el gobierno filipino está condenada al fracaso, y lo único que puede ofrecer esa actitud al Pueblo moro es más sufrimiento y mayores deseos de ejercer su derecho de autodeterminación. Algunos expertos de la UNESCO señalaban
acertadamente que "el ejercicio pacífico del derecho de autodeterminación en su sentido más amplio es un factor determinante para la prevención y resolución de conflictos, especialmente aquellos en los que están implicados los estados existentes y pueblos y minorías".


TXENTE REKONDO.- Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)

sábado, octubre 20, 2007

1Infantilismo de ‘izquierda’: un golpe bajo contra el socialismo científico




La causa fundamental de su bancarrota –la de la II Internacional- consiste en que se han dejado "encandilar" por una forma determinada de crecimiento del movimiento obrero y del socialismo, olvidándose de su unilateralidad; han tenido miedo a ver la brusca ruptura, inevitable por las circunstancias objetivas, y han seguido repitiendo las simples verdades aprendidas de memoria y a primera vista indiscutibles: tres son más que dos. Pero la política se parece más al álgebra que a la aritmética y todavía más a las matemáticas superiores que a las matemáticas simples. En realidad, todas las formas antiguas del movimiento socialista se han llenado de un contenido nuevo y un nuevo signo ha aparecido por lo tanto delante de las cifras, el signo "menos", mientras nuestros sabios seguían (y siguen) afirmando tenazmente a todo el mundo que "menos tres" es mayor que "menos dos".

Hay que procurar que los comunistas no repitan el mismo error en el otro sentido, o mejor dicho, que ese mismo error, cometido, aunque en un sentido contrario, por los comunistas "de izquierda" sea corregido y curado con el máximo de rapidez y el mínimo de dolor para el organismo. No sólo el doctrinarismo de derecha constituye un error, también lo constituye el doctrinarismo de izquierda”V.I Lenin. “La enfermedad Infantil del ‘izquierdismo’ en el Comunismo”
ÍNDICE:Página1. Antecedente histórico: el socialismo utópico.......................................................................................
22. El peligroso molde burgués de izquierda-derecha................................................................................
23. El izquierdismo: una errónea utilización del método dialéctico...........................................................
44. Las etapas principales de la historia del bolchevismo..........................................................................
55. Lenin y la III Internacional combaten la táctica izquierdista...............................................................
66. La política leninista de liderazgo de masas no entiende de izquierdismo............................................
87. El izquierdismo borra las particularidades nacionales...........................................................................
88. Un debate pendiente en los aledaños del izquierdismo: la revolución permanente..............................
99. Búsqueda permanente de la síntesis superadora en la lucha entre líneas............................................
1010. Dialéctica..........................

Pablo G. V. (Militante de Corriente Roja)
Madrid, 24 de Octubre de 2006* NOTA: Para situar al lector, le informo que mi militancia la desarrollo fundamentalmente en Corriente Roja (CR). Donde explícitamente, en teoría y práctica, ha rechazado el revisionismo de derecha o el institucionalismo de cara dura, representado por el postmodernismo ‘de la Multitud’ (Negri y Hard) o el PCE-IU (en España), respectivamente. Al PCE le daré de comer aparte, por lo que fue en los años 30 y por lo que es ahora. Nada queda de leninismo o marxismo en el Partido de Paco Frutos por su perseverante defensa de la democracia burguesa, que le lleva a renunciar a todo tipo de praxis revolucionaria.

El PCE se ha convertido en una ‘sala de espera’ para el control de una IU que objetivamente cumple una función de colchoneta del sistema para absorber y paralizar el movimiento popular. En la construcción de la identidad de CR, como es natural, y como ocurrió con diferentesmovimientos revolucionarios, incluido el bolchevismo, tiene tensiones de debate donde aparecen posiciones izquierdistas. Esto, en principio, no es malo. Lo importante, históricamente, es haber cortado el cordón umbilical con esa socialdemocracia desorientada que busca amigos en el socialliberalismo y en la corrupta clase política. Desde luego, no comparto las falsas críticas a CR por ‘izquierdismo’, expresadas por sospechosos sectores del PCE que cohabitan con Frutos la dirección, por los que como República.es u Octubre buscan ‘parlamentizar’ la lucha por la III República, o los que desde el trotskismo entrista “antiderecha” (El Militante) nos intentan dar lecciones de leninismo cuando ellos hacen justo lo contrario.

Aquí dejo la declaración de principios de CR

Lo expresado en el actual esto, es sólo atribuible a un posicionamiento personal.2Antecedente histórico: el socialismo utópicoAunque la referencia central del presente texto sea el conocido folleto de Lenin: “La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo”, que originariamente se llamó en 1920 “Ensayo de discusión popular sobre la táctica y la estrategia marxista”1, conviene recordar que no es un tema nuevo para el movimiento obrero.La crítica al ‘izquierdismo’ sobrevuela en las batallas contra los socialistas utópicos incluyendo los anarquistas2 (Saint-Simon, Fourier, Owen, Proudhon, Blanc, Bakunin,...). Marx y Engels, sin negar la contribución histórica de los utópicos al pensamiento socialista, critican la ausencia tanto de un análisis científico de la Historia como de un estudio riguroso de las bases materiales necesarias para construir esa sociedad sin clases.

Paradigmáticos, en ese sentido, eran los comuneros blanquistas, quienes en un manifiesto argumentaban: ". . . Somos comunistas porque queremos alcanzar nuestro fin, sin detenernos en etapas intermedias y sin compromisos, que no hacen más que alejar el día de la victoria y prolongar el periodo de esclavitud'.Engels les contestó lo siguiente:“Los comunistas alemanes son comunistas porque, a través de todas las etapas intermedias y de todos los compromisos creados no por ellos, sino por la marcha del desarrollo histórico, ven claramente y persiguen constantemente su objetivo final: la supresión de las clases y la creación de un régimen social en el cual no habrá ya sitio para la propiedad privada de la tierra y de todos los medios de producción.

Los blanquistas son comunistas por cuanto se figuran que basta su buen deseo de saltar las etapas intermedias y los compromisos para que la cosa quede ya arreglada, y que si -- ellos lo creen firmemente -- 'se arma' uno de estos días y el Poder cae en sus manos, el 'comunismo estará implantado' al día siguiente. Por consiguiente, si no pueden hacer esto inmediatamente, no son comunistas. ¡Qué ingenua puerilidad la de presentar la propia impaciencia como argumento teórico!"3El peligroso molde burgués de izquierda-derechaAntes de desmenuzar el debate es necesaria una aclaración inmediata.

No estará de más recordar que el razonamiento dialéctico se basa en la “ascensión de lo abstracto a lo concreto”. Es decir, lo particular es lo abstracto, y la interrelación es lo concreto. Un concepto aislado no es nada sin el medio que lo relaciona.

En el caso a tratar: “el izquierdismo”, contiene una indefinición añadida por dos motivos: 1) porque establece una distancia entre una “desmesurada izquierda” y un centro (de referencia). Por tanto, necesitamos una ‘brújula’ con un ‘norte’, que por otra parte, no está exento de polémica por las amplias dosis de subjetivismo que se cuelan en este tipo de orientaciones; y 2) El término “izquierdismo”, está altamente contaminado por el molde burgués de izquierda-derecha.

La primera indefinición la solucionaremos, usando el “norte” de Lenin, y con la segunda, no nos quedará más remedio que destruir ese esquema lógico burgués que nos han metido en la cabeza. Lo intentaremos.Adelanto la tesis general para que nos situemos. La dualidad izquierda-derecha funciona actualmente como una pantalla ideológica que busca dar protagonismo a los partidos políticos, utilizándose de parapeto de su retaguardia dominante, su amo: la oligarquía; que a pesar de estar legitimada electoralmente, sigue siendo oligarquía. Me explico.La dualidad izquierda-derecha implica una relación de necesidad entre esos dos polos. La izquierda sin la derecha no existe, ni viceversa.

Si seguimos escarbando, nos encontraremos dos problemas: uno de forma, dos categorías son pocas para encasillar los intereses del bloque dominante reaccionario y del bloque revolucionario; y otro de contenido: ¿Qué políticas son de izquierda y cuales de derecha?.1 El título se cambió en vida de Lenin. El antiguo título es más descriptivo sobre la línea de debate, en cambio, el segundo, da énfasis a la falta de preparación y la inmadurez de esa tendencia.2 Ante la crisis de la II Internacional. Lenin, a modo de excepción, hace un reconocimiento concreto al anarquismo por lo acertado de su crítica a la socialdemocracia como mera gestora del Estado burgués. Kautsky había olvidado el carácter de clase del Estado.

Pero ese error no había que adjudicarlo al marxismo, como afirmaban los anarquistas; únicamente iba a cargo de los revisionistas de la II Internacional.3 F. Engels, "Programa de los comuneros blanquistas", en el periódico socialdemócrata alemán "Volksstaat", 1874, núm. 73. Marx y Engels siempre subrayan que los intereses del partido obrero coinciden con los intereses del movimiento. Pues el comunismo es el movimiento real que quiere superar el estado de las cosas teniendo en cuenta las leyes objetivas de la Historia.3El lector inquieto se preguntará: ¿Estas políticas dependerán del desarrollo histórico?.

Evidentemente, si. La relación izquierda-derecha proviene de la Revolución Francesa, y entonces, los situados más a la derecha, eran los más reaccionarios en la medida que portaban los intereses del Antiguo Régimen. Esa derecha fue liquidada por la burguesía revolucionaria y el campesinado popular. Se barrió de la Historia a los señores feudales en tanto que clase, y con ello, se llevó por delante a todos sus representantes políticos. Siguiendoesta lógica, el mismo lector inquieto podrá traspasar la línea de lo políticamente correcto si se para a comparar esa situación con la actual sociedad burguesa.

Lo digo más claro: la eliminación de los capitalistas en tanto que clase. Ya hemos tocado el botón rojo: esta idea, no se puede explicar en términos de izquierda y derecha. ¡Se nos jodió el invento!, o si somos mal pensados, hemos encontrado la trampa de quien hace la ley.Si nos damos un baño de lucidez a través del materialismo histórico, éste nos dirá que los intereses de los capitalistas tienen una caducidad histórica, en contraste con la categoría de derecha que permanece en el esquema lógico.

Es en ese terreno, cuando las categorías manipulan a la lógica dialéctica, donde la confusión alimenta la idea revisionista de convivencia pacífica, sobre bases capitalistas, entre izquierda y derecha.Para el marxismo las ideologías no son un enorme abanico de opciones con sus correspondientes tonalidades (del rojo al azul), donde el espectro comienza en la extrema izquierda, y gradualmente, se va acercando a la extrema derecha, su final. Este razonamiento, aparentemente tan simplón, es un producto sofisticado de la superestructura de la democracia burguesa para romper la conciencia de clase4.

Debemos ser conscientes de que las ideologías se sostienen por intereses materiales de clase, y lo que no sea eso: es un cascarónpolíticamente hueco.Nos apoyaremos en dos ejemplos muy gráficos para romper con los esquemas mecanicistas burgueses: una metáfora y un análisis espacial.a) El interés de clase es un río que atraviesa la historia; en algunos momentos el río estará enemergencia (sujetos históricos de progreso), con mayor o menor caudal (situación revolucionaria), con mejor o peor canalización (organización de clase), pero de nada sirve estar parado en la orilla izquierda del río (izquierdismo), si no estás montado en el torrente del mismo.b) La distancia entre ideologías (que no de opciones políticas) no son medibles en metros; su distancia no es geográfica, ya que están en planos totalmente distintos.

Nada explica, pues, que una formación política esté un poco más a la izquierda o un poco menos a la derecha. ¿Dónde está la clave? Está en que todo análisis riguroso nunca puede soslayar el posicionamiento con respecto a las clases sociales. En definitiva, el marxismo tiene su propio ‘plano’ ideológico independiente de cualquier opción política que haya dentro del estrecho marco5 (‘plano’) de la ideología burguesa; son dos ‘planos’ que se enfrentan cuando se produce un choque entre los intereses de clase (‘vectores’), en este caso antagónicos.

Estos ‘planos’ conviven en un mismo mundo donde opera la lucha de clases, pero funcionan con diferentes lógicas internas.Para no alarmar al lector, dejaré claro que no se trata de renunciar a la autodenominación “de izquierdas” ni a sus tradiciones, sino de destruir el esquema lógico burgués de los parámetros izquierda-derecha. Es cierto que formalmente se utiliza para señalar hacia donde apunta la discusión, si hacia la derecha (revisionismo, reformismo) o hace la izquierda (dogmatismo, sectarismo), pero debe quedar claro que esos parámetros no son suficientes para describir una realidad política.4 Existen varias versiones burguesas que desarrollan esta idea en el sentido de promocionar el interclasismo. La versión socialdemócrata-liberal (“los extremos se tocan”), o la versión extremista-sentimental de izquierdas o derechas: “la izquierda es el gin, y la derecha el gan, o viceversa”), en los dos casos obvian el curso de los intereses de clase y establecen implícitamente una relación de necesidad entre derecha e izquierda, reproduciendo el esquema lógico burgués al uso “éste es menos malo que aquel de allá”.

Ideas que llevan, por ejemplo, al nefasto razonamiento del “voto útil” en condiciones de un régimen burgués desarrollado, o a la idea de ir “todos contra la derecha” que tanto ‘le pone’ a ‘El Militante’ y a la IU Llamazarista.Asimismo también existe otra versión, la de Julio Anguita, donde se diferencia ‘izquierda’ con realizar ‘políticas de izquierda’, donde ésta última estaría definida por los intereses de la clase trabajadora. Razonamiento correcto, pero de poca utilidad si no se desmarca del plano ideológico burgués.

5 Durante un tiempo se pensó que el keynesianismo pudiera ser una opción ideológica diferenciada, basándose en la suposición de que éste pudiese ser un contrapeso a los intereses del capital, pero esto se ha demostrado que es falso. El keynesianismo fue útil para la burguesía en una determinada época de desarrollo del capitalismo, hoy, los mismos que lo defendieron, lo desechan, pero por una mera cuestión técnica.

En consecuencia, sólo es problema de vanguardia intelectual en la alimentación del programa económico de la burguesía; el programa que sea más eficiente para el conjunto del régimen burgués en función de sus necesidades históricas, ese triunfará.4Una primera conclusión marxista sería la siguiente: el revolucionario no eleva su nivel de conciencia por ser el más crítico con el régimen imperante, por tener la retórica más utópica o por ser el más ‘purista’ en los medios a utilizar para derrocar a la clase dominante. En caso de defensa del argumento contrario, visite los libros del doctor Lenin.

El izquierdismo: una errónea utilización del método dialécticoHistóricamente el izquierdismo ha parido muchos ‘hijos desviacionistas’, entre ellos, los famosos: voluntarismo, sectarismo, dogmatismo, subjetivismo de vanguardia o de masas,...; todos ellos utilizan un esquematismo, como deformación de la lógica dialéctica, cuya perturbación viene dada por obviar condiciones objetivas y subjetivas. Todas estas etiquetas mencionadas no son más que la caracterización del efecto, pero no su causa.

El error ideológico, como siempre, lo encontramos en la metodología del análisis.Vayamos por partes, primero caractericemos los fallos del izquierdismo, y a continuación, el camarada Mao nos explicará con más detalle los errores que pueden darse en el proceso de conocimiento y la aplicación de políticas.Caracterización de los fallos del izquierdismo:- Confundir deseo con realidad: idealismo.- No saber marcar los tiempos ni enlazar correctamente la táctica y estrategia. En la táctica, como la lucha por la conquista de reformas parciales, está siempre supeditada a que ascienda “el nivel general de conciencia y el espíritu revolucionario”.- Estilo de trabajo sectario hacia las masas. Lenin sostiene que no saben maniobrar ni ganarse a las masas vacilantes.- Elevar una “contradicción secundaria” a categoría de “contradicción principal”6.

Generalmente estos errores suelen ir en beneficio de un agente reaccionario externo al partido o al régimen socialista.- Partir de modelos teóricos puros que no encajan sobre una realidad dialéctica.- Sentenciar apriorísticamente el futuro de un proceso revolucionario en virtud de una previsión“ortodoxa”. Según ellos, no puede existir un periodo de disputa interna de lucha de clases en el seno de los movimientos populares.

En resumen, si no tienen suficiente pedigrí comunista desde el comienzo, indefectiblemente será un brazo político al servicio de la burguesía.- Ausencia de autocrítica y rectificación, persistiendo en el error.- Confundir comunismo con socialismo.- Sustraer la ciencia del análisis marxista, quedando la lucha de clases huérfana de las leyes del materialismo histórico y la economía política.En resumen, los izquierdistas transforman al marxismo en religión (dogma), perturbando el carácter científico de su análisis y su función política de mera “guía para la acción”.

Mao Tse-Tung en su folleto ‘¿Dónde provienen las ideas correctas?’ nos ayuda a descifrar las causas del izquierdismo a través de la teoría marxista del conocimiento:“Al comienzo, el conocimiento es puramente sensitivo.

Al acumularse cuantitativamente este conocimiento sensitivo se producirá un salto y se convertirá en conocimiento racional, en ideas. Este es el proceso del conocimiento. Es la primera etapa del proceso del conocimiento en su conjunto, la etapa que conduce de la materia objetiva a la conciencia subjetiva, de la existencia a las ideas. En esta etapa, todavía no se ha comprobado si la conciencia y las ideas (incluyendo teorías, políticas, planes y resoluciones) reflejan6 Un trabajo donde se detallan las contradicciones principales del sistema mundial “Apuntes para una línea internacionalista”. Francisco García Cediel (2006). Publicado en num 4 de Fahrenheit 451. También disponible: civilización socialista

Como la CIA hizo estallar un gasoducto en Siberia: Dossier Farewell

Rosa Miriam Elizalde
Cubadebate

Un lector me escribe unas palabras amables a propósito de mi artículo de la semana pasada -"Anzuelo rojo"-.

Se muestra escéptico ante la posibilidad de que un espía del FBI sea un burócrata que puede apretar un botón en su oficina y enterarse tranquilamente de lo que hablan dos personas a miles de kilómetros de distancia, mientras saborea impasible el bocadito de mantequilla de maní que le preparó su mujer para el almuerzo.

Hollywood nos ha educado en la idea del espía aventurero, el tipo duro y elegante que, a lo Humphrey Bogart, entra subrepticiamente En lugares imposibles y se lía a trompadas, sin que se le ladee el sombrero, con un matón de una etnia de preferencia no caucásica. Lamento contrariar al lector. Desde hace tiempo -más de lo que podríamos imaginarnos- ese prototipo es solo de celuloide. El espía norteamericano en boga es un personaje anodino, padre de familia o quizás el amoroso dueño de un gato amarillo, alguien que jamás ha corrido riesgo alguno porque apenas necesita rodar el mouse de la computadora para contemplar nuestras costas y relieves con una perspectiva más exacta que las que tendría una flota invasora ubicada en nuestra geografía. Si la CIA decide infiltrar a alguien en una célula de Al Qaeda, en las selvas colombianas o en una organización social, usa los servicios de una empresa de mercenarios -conocidas por el eufemismo de "contratista" independiente. Abarata los costos de todo tipo, incluidos los políticos.

He leído con retraso un libro que publicó en el 2004 el ex secretario de la Fuerza Aérea norteamericana, Thomas C. Reed, y casi me
caigo de la silla cuando hojeé el capítulo dedicado al Dossier Farewell, una operación ejecutada por la administración Reagan contra la Unión Soviética.

En pocas palabras podría resumirse el asunto: desde principios de la década del 80, los Estados Unidos ya eran capaces de introducir códigos espías
En los softwares que compraba la URSS, para manipularlos a distancia.
At the Abyss: An Insider's History of the Cold War (En el abismo: Historia de un protagonista de la Guerra Fría), el libro de Reed prologado por George Bush padre, relata con lujo de detalles cómo vendieron a la Unión Soviética chips de computadoras diseñadas para pasar los controles de seguridad soviéticos, pero que colapsaban poco tiempo después de empleados.
"Les vendimos seudosoftwares que dislocaban las fábricas ideas convincentes pero fallidas para la aviación de guerra y la defensa aeroespacial encontraron cabida en los ministerios soviéticos", dice Reed, quien fue miembro del Consejo de Seguridad Nacional y estuvo al tanto de la operación.

El plan más brillante -añade- consistió en introducir dentro del software del principal gasoducto soviético un programa malicioso,Conocido
como troyano, capaz de alojarse en la computadora y permitir el acceso a usuarios externos para obtener información o controlar de manera remota la máquina anfitriona. "En vez de atacar el suministro de gas soviético, es decir sus ganancias monetarias de Occidente y la economía interior soviética, creamos el software principal del gasoducto que llevaría el gas natural desde los campos de Urengoi, en Siberia, a través de Kazajstán, con destino a Europa Occidental. El sistema que operaba las bombas, turbinas y válvulas estaba programado para enloquecer. Después de un intervalo de tiempo indicado, resetearía la velocidad de las bombas y la configuración de las válvulas, para producir una presión muy por encima de la que las juntas de la tubería podrían soportar..."

El resultado fue la explosión no nuclear y el fuego más grande visto desde el espacio. Partes de las gruesas paredes del gasoducto Fueron encontradas a más de 80 kilómetros del lugar. A pesar de que no se registró ninguna víctima humana, el daño económico fue terrible, hasta el punto
de que los expertos consideraron este desastre como una de las causas principales de la crisis económica soviética. Y no solo por la explosión, que en última instancia no fue el peor daño. Cuando se dieron cuenta de que la razón por la que colapsaron los sistemas fue el software contaminado, los soviéticos se enfrentaron a la terrible pesadilla de que les sería imposible saber cuáles equipos, de la gran cantidad de componentes comprados en el mercado occidental o copiados de los modelos norteamericanos, estarían contaminados y cuáles no.

Reed, un hombrecillo de cara bonachona que sonríe desde la solapa de su libro, termina el capítulo que le dedica al Dossier Farewell con unas líneas que seguramente suscribiría el Diablo, en caso de ser ingeniero electrónico: "Para los soviéticos toda la tecnología empezó a ser no confiable, momento que aprovechó Reagan para jugar la baraja de la Guerra de las Galaxias. Sabía que la industria electrónica soviética estaba infestada con virus, bichos y caballos de Troya impuestos por nuestra comunidad de inteligencia. Fue una operación brillante. Pusimos todo bajo sospecha."

El Guevarismo-I

Iniciamos sesión al respecto donde publicaremos diversos documentos de diversos autores

Aproximaciones al debate sobre el futuro de América Latina y elSocialismo del siglo XXI desde el marxismo revolucionario latinoamericano


La concepción de la revolución en el Che Guevara y en el guevarismo

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Néstor Kohan


Nuevos tiempos de luchas y formas aggiornadas de dominación durante la "transición a la democracia" en el cono sur América Latina vive una nueva época histórica. La lucha de nuestros Pueblos ha impuesto un freno al neoliberalismo. El horizonte político actual permite someter a discusión las viejas formas represivas que dejaron como secuela miles y miles de asesinatos, desapariciones, secuestros, torturas y encarcelamiento de la militancia popular.A pesar de este nuevo clima político, las viejas clases dominanteslatinoamericanas y su socio mayor, el imperialismo norteamericano, no se entregan ni se resignan. ¡Ninguna clase dominante se suicida!. Debemos aprenderlo de una buena vez.Agotadas las antiguas formas políticas dictatoriales mediante lascuales el gran capital -internacional y local- ejerció su dominación y logró remodelar las sociedades latinoamericanas inaugurando el neoliberalismo a escala mundial2, nuestros países asistieron a lo que se denominó, de modo igualmente apologético e injustificado, "transiciones a la democracia".


Ya llevamos casi un cuarto de siglo, aproximadamente, de "transición".¿No será hora de hacer un balance crítico? ¿Podemos hoy seguir repitiendo alegremente que las formas republicanas y parlamentarias de ejercer la dominación social son "transiciones a la democracia"? ¿Hasta cuando vamos a continuar tragando sin masticar esos relatos académicos nacidos al calor de las becas de la socialdemocracia alemana y los inocentes subsidios de las fundaciones norteamericanas?En nuestra opinión, y sin ánimo de catequizar ni evangelizar a nadie, la puesta en funcionamiento de formas y rituales parlamentarios dista largamente de parecerse aunque sea mínimamente a una democracia auténtica.


Resulta casi ocioso insistir con algo obvio: en muchos de nuestrosPaíses latinoamericanos hoy siguen dominando los mismos sectores sociales de antaño, los de gruesos billetes y abultadas cuentas bancarias. Ha mutado la imagen, ha cambiado la puesta en escena, se ha transformado el discurso, pero no se ha modificado el sistema económico, social y político dedominación. Incluso se ha perfeccionado3.Estas nuevas formas de dominación política principalmenteparlamentarias- nacieron como un producto de la lucha de clases.


En nuestra opinión no fueron un regalo gracioso de su gran majestad, el mercado y el capital (como sostiene cierta hipótesis que termina presuponiendo, inconscientemente, la pasividad total del pueblo), pero lamentablemente tampoco fueron únicamentefruto de la conquista popular y del "avance democrático de la sociedad civil" que lentamente se va empoderando de los mecanismos de decisión política marchando hacia un porvenir luminoso (como presuponen ciertas corrientes que terminan cediendo al fetichismo parlamentario).


En realidad, los regímenes políticos postdictadura, en Argentina, en Chile, en Brasil, enUruguay y en el resto del cono sur latinoamericano, fueron producto de una compleja y desigual combinación de las luchas populares y de masas –en cuya estela alcanza su cenit la pueblada argentina de diciembre de 2001- con la respuesta táctica del imperialismo que necesitaba sacrificar momentáneamente algún peón militar de la época neolítica y algún político neoliberal, furibundo e impresentable, para reacomodar los hilos de la red dedominación, cambiando algo... para que nada cambie.


Con discurso "progre" o sin él, la misión estratégica que el capitaltransnacional y sus socias más estrechas, las burguesías locales, leasignaron a los gobiernos "progresistas" de la región -desde el Frente Amplio uruguayo y el PJ del argentino Kirchner hasta la concertación de Bachelet en Chile y el actual PT de Lula- consiste en lograr el retorno a la "normalidad" del capitalismo latinoamericano. Se trata de resolver la crisis orgánica reconstruyendo el consenso y la credibilidad de las institucionesburguesas para garantizar EL ORDEN.


Es decir: la continuidad del capitalismo. Lo que está en juego es la crisis de la hegemonía burguesa en la región, amenazada por las rebeliones y puebladas -como las de Argentina o Bolivia- y su eventual recuperación.Desde nuestra perspectiva, y a pesar de algunas esperanzas populares, la manipulación de las banderas sociales, el bastardeo de los símbolos de izquierda y la resignificación de las identidades progresistas tienen actualmente como finalidad frenar la rebeldía y encauzar institucionalmente la indisciplina social.


Mediante este mecanismo de aggiornamiento supuestamente "progre" las burguesías del cono sur latinoamericano intentan recomponer su hegemonía política. Se pretende volver a legitimar las instituciones del sistema capitalista, fuertemente devaluadas ydesprestigiadas por una crisis de representación política que hacíaaños no vivía nuestro continente. Los equipos técnicos y políticos de las clases dominantes locales y el imperialismo se esfuerzan de este modo, sumamente sutil e inteligente, en continuar aislando a la revolución cubana (a la que se saluda, pero... como algo exótico y caribeño), conjurar el ejemplo insolente de la Venezuela bolivariana (a la que se sonríe pero...siempre desde lejos), seguir demonizando a la insurgencia colombiana y congelar de raíz el proceso abierto en Bolivia.


La disputa por el Che Guevara en el siglo XXIEn ese singular contexto político, donde la lucha entre la hegemonía reciclada y aggiornada del capital y la contrahegemonía del campo popular tensan hasta el límite la cuerda del conflicto social, emerge, una vez más, la figura del Che Guevara. Viejo fantasma burlón y rebelde. A pesar de habersido tantas veces repudiado, bastardeado y despreciado, hoy asoma nuevamente su sonrisa irónica por entre los escudos policiales, los carros blindados de la fuerzas antimotines y las movilizaciones de protesta popular.Cada reaparición del Che se produce en medio de una feroz disputa.Durante la década del '80, luego de las masacres capitalistas y losgenocidios militares, en la mayoría de los países capitalistas dependientes de América Latina el Che retornó como astilla molesta en la garganta de los relatos académicos que por todo el continente predicaban -dólares y becas mediante- el supuesto y nunca cumplido "tránsito a la democracia".


En esos años, también en América Latina pero ahora dentro de Cuba, Fidel Castro apeló al Che Guevara como bandera y antídoto frente al mercado perestroiko y a la adaptación procapitalista que impulsaban los soviéticos. En los discursos de Fidel, durante esos años, el Che volvía como partidario de la planificación socialista y teórico marxista del período de transición al socialismo.Más tarde, en plena década del '90, tras la caída del muro de Berlín y la URSS en Europa del Este, en América latina Guevara volvía a asomar su boina inclinada y su barba raleada. Por entonces el Che retornaba como bandera ética y sinónimo de rebeldía cultural. Su imagen servía para contrapesar la antiutopía mercantil, privatizadora y represiva que se legitimaba con el señuelo del supuesto ocaso de los "grandes relatos ideológicos" y el pretendido agotamiento de las "grandes narrativas de la historia".


Frente al auge triunfalista del neoliberalismo más salvaje y la brutal absolutización del mercado, la apelación guevarista del hombre nuevo y la ética de la solidaridad se transformaron entonces en una muralla moral.Hoy, ya comenzado el siglo XXI, aquella "transición a la democracia" de los '80 y aquel neoliberalismo furioso de los '90 han entrado en crisis. Guevara, en cambio, sigue presente y continúa atrayendo la atención de la juventud más inquieta, noble, sincera y rebelde.Sin embargo, en nuestra opinión, ya no resulta pertinente apelar al Che como antídoto frente a una perestroika actualment inexistente (como sucedió en los '80) ni tampoco reducir el guevarismo a una reivindicación puramente ético-cultural (como predominó en los '90).


Ambas opciones, aunque justas y necesarias en aquellas décadas, hoy nos parecen demasiado limitadas, moderadas y tímidas.Superado ya el impasse que provocó en el pensamiento revolucionario mundial la caída del muro de Berlín, hoy necesitamos volver a discutir y a rescatar el pensamiento del Che Guevara y el guevarismo como proyecto político, al mismo tiempo que destacamos sus otras dimensiones (ética, filosófica ycrítica de la economía política).Se trata de recuperar el legado político que Guevara deja pendiente a las juventudes del siglo XXI y la necesidad urgente de reinstalarlo en la agenda de los movimientos sociales y lasorganizaciones políticas actuales.Comenzar a realizar esa tarea implica asumir un complejo desafío que consiste en conjurar numerosos equívocos que se han ido tejiendo en medio de la feroz disputa por su herencia.


En nuestra opinión, si hubiera que sintetizarlo en una formulación Apretada y condensada, como proyecto político (no sólo ético-filosófico-cultural) el guevarismo constituye la actualización del leninismo contemporáneo descifrado desde las particulares coordenadas de América Latina. Esto es: una lectura revolucionaria del marxismo que recupera, en clave antiimperialista y anticapitalista al mismo tiempo, la confrontación por el poder y la lucha radical contra todas las formas de dominación social (las antiguas o tradicionales y también las formas de dominación aggiornadas o recicladas).


Discutiendo algunos equívocosEsa recuperación actual del leninismo y de las vertientes más radicales del marxismo que el Che Guevara defendió en su vida política y en su obra teórica, solo podrá realizarse si abandonamos el pesado lastre de equívocos, caricaturas y tergiversaciones que se han ido pegoteando hasta empastar cualquier mínimo ejercicio de pensamiento crítico en nuestras filas.En primer lugar, deberemos dejar resueltamente de lado la curiosa y malintencionada homologación que han construido los partidarios del posmodernismo entre marxismo revolucionario y estatismo (¿?).En los relatos académicos nacidos al calor de la derrota europea del '68, que han proliferado como maleza por toda América Latina desde la década del '80, el marxismo revolucionario terminaría siendo una variante más de "autoritarismo" estatista, donde bajo el manto pétreo del verticalismo estatal (posterior a la toma revolucionaria del poder) se produciría una asfixiante uniformidad de los movimientos sociales y las subjetividadespopulares.


¡Nada más lejos del ambicioso proyecto político guevarista que,Siguiendo las enseñanzas de El Estado y la revolución de Lenin, siempre ha planteado la creación de poder popular y la continuidad ininterrumpida de la revolución socialista contra toda cristalización burocrática del aparato estatal!Resultan hoy demasiado conocidas las polémicas que Fidel y el Che desarrollaron a inicios de los años '60, desde el poder revolucionario mismo, contra diversas tendencias burocráticas que pretendían congelar la revolución, reducirla a un solo país y aprisionarla en los pasillos ministeriales.


A tal punto llegó aquella polémica que los viejos stalinistas (y toda la prensa burguesa de occidente) terminó acusando a Fidel y al Che de pretender "exportar la revolución" por todo el mundo.Cuatro décadas después, aquel ímpetu antiburocrático (en lo "interno") e internacionalista militante (en lo "externo") que Guevara desarrolló sigue siendo una prueba irrefutable de que el marxismo revolucionario de ningún modo implica reducir nuestro ambicioso proyecto político a la inserción en un triste ministerio de estado.


¡Ni antes de tomar el poder (como sugieren aquellas corrientes proclives a la cooptación estatal, hoy fascinadas con Kirchner, Lula, Tabaré Vázquez o Bachelet) ni después de tomar el poder (como pretendieron algunas corrientes stalinistas)!El proyecto político guevarista no nace de una galera, sino de una caracterización histórica de la sociedad latinoamericanaA pesar de las caricaturas que en diversas biografías mercantiles se han dibujado sobre Guevara -donde, por ejemplo, el Che elige ir a combatir a Bolivia por algún deseo místico de encontrarse con la muerte o descree de las "burguesías nacionales" por algún oscuro resentimiento familiar-, la perspectiva política del guevarismo se sustenta en una determinada línea de análisis de nuestras sociedades. Tanto las tácticas como las estrategias, los aliados posibles como las vías privilegiadas de lucha, derivan deUn análisis político pero también de una caracterización histórica de las formaciones sociales latinoamericanas.


Desde los años del Che hasta hoy, la acumulación de conocimiento social realizado en América latina a partir del ángulo del marxismo revolucionario ha sido enorme. Que en las academias oficiales rara vez se incursione en esas investigaciones no implica que no hayan existido. Que los papers por encargo y la literatura difundida por las ONGs desprecien las categorías pergeñadas por el arsenal marxista, no legitima desconocer u olvidar que hace ya largos años historiadores formados en esta corriente pusieron en entredicho la tesis del supuesto y fantasmagórico "feudalismo" continental, base del subdesarrollo y del atraso latinoamericanos. Tesis que intentó fundamentar la revolución por etapas, la oposición a la revolución socialista y fundamentalmente el rechazo del guevarismo como opción política radical.


A diferencia de aquella tesis, la conquista de América, realizada con la espada y con la cruz, fue una gigantesca y genocida empresa capitalista que contribuyó a conformar un sistema mundial de dominación de todo el orbe. No nos olvidemos que Marx, en El Capital, sostenía que: " El descubrimiento de las comarcas de oro y plata en América, el exterminio, esclavización y sepultamiento en las minas de la población aborigen, la conquista y el saqueo de las Indias Orientales, la transformación de África en un coto reservado para la caza comercial de pieles-negras [esclavos negros], caracterizan los albores de la era de producción capitalista" (El Capital, Tomo I, Vol. I., capítulo 24).En la América colonial posterior a la conquista de las diversasculturas de los pueblos originarios y a la destrucción de los imperios comunales-tributarios de los incas y aztecas, se conformó un tipo de sociedad que articulaba y empalmaba en forma desigual y combinada relaciones sociales precapitalistas (las comunales que lograron sobrevivir a 1492, las serviles y las esclavistas) con una inserción típicamente capitalista en el mercado mundial.


Las relaciones sociales eran distintas entre sí, pero estaban combinadas y unas predominaban sobre otras. El nacimiento del capitalismo como sistema mundial siguió, pues, derroteros distintos en las diversas regiones del planeta. A pesar de lo que se enseña en las escuelas oficiales de nuestros países, nunca hubo un desarrollo lineal, homogéneo y evolutivo.En Europa occidental el nacimiento del capitalismo estuvo precedido por el feudalismo y, antes, por la esclavitud y la comunidad primitiva. En vastas zonas de Asia y África, ese tránsito siguió una vía diversa: de la comunidad primitiva al modo de producción asiático y de allí al feudalismo o también de la comunidad primitiva al modo de producción asiático y de allí alcapitalismo.


La esclavitud -típica en Grecia o Roma antiguas- no fue universal como tampoco lo fue el feudalismo.En nuestra América, se pasó de las sociedades comunales tributarias a una sociedad híbrida, inserta de manera dependiente en el mercado mundial capitalista (subordinada a su lógica) y basada en un desarrollo desigual y combinado de relaciones sociales precapitalistas y capitalistas, tanto en la agricultura y en la minería como en la manufacturas.


La característica central que se deriva de esta inserción latinoamericana en el mercado del sistema mundial capitalista ha sido y continúa siendo la dependencia, la superexplotación de nuestros pueblos y el carácter lumpen, raquítico, impotente y subordinado de las burguesías locales (mal llamadas "nacionales" pues, aunque hablan nuestros mismos idiomas y tienen nuestrascostumbres, carecen de una perspectiva emancipadora para el conjunto de nuestras naciones).


De allí que las luchas por la independencia de nuestros países asuman, necesariamente, un horizonte político que combina almismo tiempo –sin separarlas artificialmente pues están íntimamente entrelazadas- tareas antiimperialistas, o de liberación nacional, con tareas anticapitalistas y socialistas. Ese tipo de perspectiva política no corresponde a un delirio mesiánico de Ernesto Che Guevara ni a la marginalidad alocada de las corrientes que se inspiran en el guevarismo. Responde a la historia profunda de nuestro continente, a la conformación de su estructura capitalista dependiente, al carácter irremediablemente subordinado y lumpen de sus clases dominantes criollas.


En los escritos y discursos de Guevara sobre esta caracterización de las formaciones sociales latinoamericanas encontramos una llamativa similitud con las apreciaciones de José Carlos Mariátegui (formuladas cuatro décadas antes que el Che). Tanto en Mariátegui como en el Che aparece también la mención a las supervivencias "feudales" de las sociedades de nuestra América (es más que probable que con la categoría de "feudales" el peruano y el argentino hicieran referencia a relaciones de tipo presalariales o "precapitalistas"); pero en ambos casos se subraya inmediatamente que esa supervivencia, derivada de la conquista española y portuguesa, convive en forma articulada –no yuxtapuesta- con la dependencia del mercado mundial, que termina imprimiéndole al conjunto social latinoamericano unasubordinación al capitalismo como sistema global.


Por lo tanto, elcorolario político que Mariátegui y el Che Guevara infieren de ese análisis afirma que la revolución pendiente en nuestra América no puede ser "burguesa-antifeudal", sino socialista.No casualmente Mariátegui sostiene que: " La misma palabra Revolución, en esta América de las pequeñas revoluciones, se presta bastante al equívoco. Tenemos que reivindicarla rigurosa e intransigentemente.


Tenemos que restituirle su sentido estricto y cabal. La revolución latinoamericana, será nada más y nada menos que una etapa, una fase de la revolución mundial. Serásimple y puramente, la revolución socialista. A esta palabra, agregad, según los casos, todos los adjetivos que queráis: "antiimperialista", "agrarista", "nacionalista-revolucionaria". El socialismo los supone, los antecede, los abarca a todos" (Editorial de la revista Amauta, 1928).En la misma estela de pensamiento político, Guevara afirma: " Por otra parte las burguesías autóctonas han perdido toda su capacidad de oposición al imperialismo -si alguna vez la tuvieron- y sólo forman su furgón de cola. No hay más cambios que hacer; o revolución socialista o caricatura de revolución" (Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental", 1967).El presupuesto que sustentaba esa conclusión política era una caracterización sociológica, económica e histórica de la impotencia de las "burguesías nacionales".


Por ejemplo, en su artículo "Táctica y estrategia de la revoluciónlatinoamericana" el Che argumenta que: "América es la plaza de armas del imperialismo norteamericano, no hay fuerzas económicas en el mundo capaces de tutelar las luchas que las burguesías nacionales entablaron con el imperialismo norteamericano, y por lo tanto estas fuerzas, relativamente mucho más débiles que en otras regiones, claudican y pactan con el imperialismo [...] Lo determinante en este momento es que el frente imperialismo-burguesía criolla es consistente".En otro de sus escritos, el prólogo al libro El partido marxista Leninista (donde se recopilaban, entre otros, escritos de Fidel), Guevara continúa con el mismo argumento: "Y ya en América al menos, es prácticamente imposible hablar de movimientos de liberación dirigidos por la burguesía. La revolución cubana ha polarizado fuerzas; frente al dilema pueblo o imperialismo, las débiles burguesías nacionales eligen al imperialismo y traicionan definitivamente a su país".No otra era la perspectiva de Fidel cuando afirmaba que : " Hay tesis que tienen 40 años de edad; la famosa tesis acerca del papel de las burguesías nacionales. Cuánto papel, cuánta frase, cuanta palabrería, en espera de una burguesía liberal, progresista, antiimperialista. [...] La esencia de la cuestión está en si se le va a hacer creer a las masas que el movimiento revolucionario, que el socialismo, va a llegar al poder sin lucha, pacíficamente.


¡Y eso es una mentira!" (discurso de clausura de la Organización Latinoamericana de Solidaridad-OLAS del 10/8/1967). En la declaración final de evento, se formulan veinte tesis en defensa de "la lucha armada y la violencia revolucionaria, expresión más alta de la lucha del pueblo, la posibilidad más concreta de derrotar al imperialismo".


Las tesis sostienen que: "las llamadas burguesías nacionales de América Latina tienen una debilidad orgánica, están entrelazadas con los terratenientes (con quienes forman la oligarquía) y los ejércitos profesionales, son incapaces y tienen una impotencia absoluta para enfrentar al imperialismo e independizar a nuestros países [...] La insurrección armada es el verdadero camino de la segunda guerra de independencia" (Declaración general de la OLAS, agosto de 1967).Cuatro décadas después de aquellos análisis, en tiempos de violenta mundialización capitalista... ¿las burguesías nativas de nuestra América han logrado un grado mayor de independencia y autonomía? La respuesta, para quien no reciba euros o dólares de aquellas instituciones destinadas a comprar conciencias y cerebros, resulta más que obvia.


¿Qué sentido realista, pragmático y realizable tienen hoy, en el siglo XXI globalizado, los proyectos de "capitalismo andino", "capitalismo nacional", "capitalismo a la uruguaya", "capitalismo ético" y otras ensoñaciones ilusorias que pululan por el cono sur latinoamericano, extraídas del ropero ideológico de las viejas clases dominantes, recientemente maquilladas, perfumadas, aggiornadas y recicladas?Desde el proyecto político guevarista creemos que ninguna de esas formulaciones retóricas -pues de eso se trata, de pura retórica, de mera puesta en escena, de simples piruetas discursivas destinadas al marketing electoral- tiene sustento real, posible ni realista. Sirven, quizás, para ganar votos en una elección.


Pero no constituyen un proyecto serio de emancipación nacional y continental. Guevara continúa teniendo razón: o revolución socialista o caricatura de revolución.La revolución como proceso prolongado e ininterrumpidoEn la concepción política guevarista la revolución no constituye un espasmo repentino ni la irrupción de un rayo en el cielo despejado de un mediodía de verano. Tampoco un golpe de mano ni un cuartelazo militar.


La revolución, para el Che, sólo se puede realizar como un proceso y a través de la lucha de masas, prolongada y a largo plazo. El Che en muy claro con lasIlusiones espontaneístas que sueñan con un motín popular, por lo general urbano, que con palos y piedras logre, en una sola tarde, cambiar todo el orden social de raíz. En su opinión: " " Y los combates no serán meras luchas callejeras de piedras contra gases lacrimógenos, ni de huelgas generales pacíficas; ni será la lucha de un pueblo enfurecido que destruya en dos o tres días el andamiaje represivo de las oligarquías gobernantes; será una lucha larga, cruenta" (Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental", 1967).


La revolución comienza antes de la toma del poder, con la creación de poder popular y zonas liberadas, se prolonga, a través de la destrucción del poder estatal, en el derrocamiento de todo el andamiaje institucional de la vieja sociedad y más tarde se extiende en la creación de nuevas formas de relaciones sociales y nuevas instituciones que deben dar cuenta del cambio radical ocurrido en el orden social. Del viejo orden no se pasa al abismosino, en los términos de la revista del joven Gramsci, al "ordennuevo".


La revolución no se delimita entonces al día preciso en que las autoridades políticas de la vieja sociedad y el antiguo régimen de dominación abandonan el país o son apresadas por las fuerzas revolucionarias. No, lejos de esa visión de la épica hollywoodense, la revolución abarca un proceso social ytemporal de muchos años.Concebir a la revolución como un proceso a largo plazo, donde se combinan diversas formas de lucha -predominando las formas extrainstitucionales por sobre las institucionales, dado el carácter históricamente represivo de los regímenes políticos latinoamericanos- implica desmontar al mismo tiempo la leyenda del foquismo, simplificación atribuida al guevarismo político quetodavía hoy sigue señalándose como espantapájaros contra el pensamiento marxista radical.El espantapájaros del foquismo (y la caricatura de Debray)¿Quién es Régis Debray? Debray era un joven estudiante francés,Discípulo del filósofo Louis Althusser. Visitó América Latina y escribió después un artículo muy largo, en la célebre revista de Jean-Paul Sartre Les Temps Modernes.


Lo tituló: "El Castrismo: la larga marcha de América Latina".Este artículo les gustó mucho a los cubanos. Lo invitaron a Cuba, y ahí, en la isla, Debray escribe un texto que pretende ser algo así como la "síntesis teórica" de la revolución cubana. En realidad era una versión manualizada, codificada y simplificada hasta el extremo. Un texto que hoy en día se utiliza para criticar a la revolución cubana y para denostar todo lo que políticamente esté asociado al Che Guevara (Hemos intentado desarrollar la crítica al foquismo en nuestro ensayo "¿Foquismo? A propósito de MarioRoberto Santucho y el pensamiento político de la tradición guevarista", incluido en nuestro Ernesto Che Guevara: El sujeto y el poder. Buenos Aires, Nuestra América, 2005).El libro de Debray se titula: ¿Revolución en la Revolución?.


AllíRealiza una versión totalmente parcial y unilateral de la revolución cubana. Sostiene, entre otras cosas, que en Cuba no hubo casi lucha urbana, que solamente se desarrolló la lucha rural, que la ciudad era burguesa mientras que la montaña era proletaria y que, por lo tanto, la revolución surge de un foco, de un pequeño núcleo aislado. Así, de este modo, Debray hace la canonización y la codificación de la revolución cubana en una receta muy esquemática que se conoce como "la teoría del foco". Esta versión de Debray sobre la revolución cubana suele ser utilizada en nuestros días para ridiculizar y fustigar la teoría política del guevarismo... aún cuando el mismo Debray ya no tiene nada que ver con esta tradición, pues pasó a las filas de la socialdemocracia -en el mejor de los casos y siendo indulgentes con él... -.


No es mentira que la temática del "foco" está presente en los escritos del Che pero de una manera muy diferente a la receta simplificada que construye Debray. Nosotros creemos que en el Che los términos "foco" y "catalizador" -con los que el Che hace referencia a la lucha político-militar de la guerrilla-, tienen un origen metafórico proveniente de la medicina (la profesión juvenil del Che). El "foco" remite al... foco infeccioso que se expande en un cuerpo humano. El "catalizador", en la química, es el nombre de un cuerpo capaz de motivar un cambio, la transformación catalítica.


Pero, más allá del origen metafórico de ambos términos, resultaInnegable para quien no tenga anteojeras ni escriba por encargo de ONGs o fundaciones norteamericanas que en el pensamiento político de Guevara la concepción de la guerrilla está siempre vinculada a la lucha de masas. Concretamente, el Che sostiene que: "Es importante destacar que la lucha guerrillera es una lucha de masas, es una lucha del pueblo [...] Su gran fuerza radica en La masa de la población" (Ernesto Che Guevara: La guerra de guerrillas,1960).


Más tarde, el Che vuelve a insistir con este planteo cuando reitera:"La guerra de guerrillas es una guerra del pueblo, es una lucha de masas" (Ernesto Che Guevara: "La guerra de guerrillas: un método", artículo publicado en Cuba Socialista, septiembre de 1963).Guevara no se detiene allí. Prolongando y comentando el libro delGeneral Giap (célebre estratega vietnamita que derrocó a Japón, Francia y Estados Unidos) Guerra del pueblo, ejército del pueblo, el Che destaca una y otra vez un elemento fundamental para la victoria del pueblo vietnamita: "las grandes experiencias del partido en la dirección de la lucha armada y la organización de las fuerzas armadas revolucionarias [...] Nos narra también el compañero Vo Nguyen Giap, la estrecha relación que existe entre el partido y el ejército, cómo, en esta lucha, el ejército no es sino una parte del partido dirigente de la lucha".


De este modo, a diferencia de Debray, el Che le otorga un lugar central a la lucha política, de la cual la lucha armada no es sino su prolongación sobre otro terreno. Allí, siempre comentando a Giap, Guevara vuelve a insistir, casi con obsesividad, en que: "La lucha de masas fue utilizada durante todo el transcurso de la guerra por el partido vietnamita. Fue utilizada, en primer lugar, porque la guerra de guerrillas no es sino una expresión de lalucha de masas y no se puede pensar en ella cuando está aislada de su medio natural, que es el pueblo".


¿De qué modo Debray pudo eludir este tipo de razonamientos centrales y determinantes del pensamiento político del Che? Pues construyendo un relato de la revolución cubana donde desaparecen, como por arte de magia, las tradiciones políticas previas y toda la lucha política anterior de Fidel Castro y sus compañeros.Si se vuelven a leer los textos "foquistas" de Debray cuarenta años después, el lector no encontrará, inexplicablemente, ninguna referencia a la historia política cubana anterior ni a la lucha política previa, que derivan en el inicio de la lucha armada contra Batista.


Pareciera que para Debray, observador europeo proveniente del PC francés, recién llegado a América latina -en aquella época fascinado con Cuba y las guerrillas, luego con lasocialdemocracia y hoy vaya uno a saber con qué- la invasión del Granma y el Ejército Rebelde nacen ex nihilo, no como fruto de la radicalización política de un sector juvenil proveniente del nacionalismo radical y antimperialista latinoamericano y de la propia historia política cubana (Para una reconstrucción de la historia previa de la revolución cubana y de toda la experiencia que Fidel y el Movimiento 26 de julio extraen de sus maestros Guiteras, Mella, Roa y otros, véase nuestro libro Fidel paraprincipiantes. Buenos Aires, Longseller, 2006)Además, cuando Debray pretende esquematizar y teorizar la lucharevolucionaria cubana defendiendo a rajatabla la tesis de "la inexistencia del partido" tiene en mente y está pensando en la ausencia, dentro de la primera dirección guerrillera, del viejo Partido Socialista Popular (el antiguo PC cubano, símil del PC francés en el que se formó Debray).


Un lector actual de los escritos de Debray no puede dejar de preguntarse: ¿pero acaso el Movimiento 26 de julio -quien impulsaba y dirigía la lucha armada en Cuba- no constituía un partido? ¿Acaso Fidel Castro y los asaltantes del Moncada no provenían de la lucha política previa que se nutría del antimperialismo radical?Para Debray las advertencias del Che sobre las luchas de masas y la relevancia de la organización política eran sólo... detalles insignificantes. No les dio ninguna importancia.


Por eso construyó una visión caricaturesca de la lucha armada que, lamentable y trágicamente, fue posteriormente atribuida –post mortem- al Che y al guevarismo...Según recuerda Pombo [Harry Villegas Tamayo], compañero del Che en Cuba, Congo y Bolivia, al Che Guevara no le gustó ¿Revolución en la Revolución? De Debray. Lo leyó cuando estaba en Bolivia (pues se publicó en 1967) y le hizo verbalmente comentarios críticos a su autor. No hay registros de que el Chehaya volcado esos comentarios críticos en sus libretas de apuntes de Bolivia.Aún cuando nunca sepamos qué le criticó puntualmente Guevara al intelectual francés, ya en aquella época dos militantes cubanos salieron públicamente a criticar la caricatura "foquista" de Debray ( Simón Torres y Julio Aronde [posiblemente dos seudónimos de colaboradores del comandante Manuel Piñeiro Losada, alias "Barbarroja"]: "Debray y la experiencia cubana". En Monthly Review N° 55, año V, octubre de 1968. pp.1-21 .).


Estos dos compañeros cubanos le critican abiertamente a Debray -¡no ahora, en el siglo XXI, sino en 1968!- el haber simplificado la revolución cubana, el haberla convertido en una simple teoría del "foco" y el no haber visto en ella que junto a la guerrilla, en las ciudades luchaba la juventud, el movimiento obrero, el movimiento estudiantil, etc. En suma, le cuestionaban, en particular, el total desconocimiento de la lucha urbana y, en general, la total subestimación de la lucha política, base de sustentación de toda confrontación político militar.


Esta es la principal crítica a la teoría del "foco" realizada en aquella época por los propios cubanos (para revisar la crítica que otros guevaristas le hicieron a la teoría "foquista" de Debray, puede consultarse el mencionado ensayo "¿Foquismo? A propósito de Mario Roberto Santucho y el pensamiento político de la tradición guevarista", así como también los documentos fundacionales del ERP en Argentina, compilados por Daniel De Santis en varias ediciones. Esas compilaciones pueden consultarse gratuitamente en el sitio web de la «Cátedra Che Guevara - Colectivo Amauta»: amauta.lahaine.org).


La política, la lucha de clases y la confrontación político-militarLas posiciones políticas que asume Ernesto Che Guevara en susReflexiones sobre Cuba, Vietnam, las enseñanzas de Giap y la lucha antiimperialista del tercer mundo se nutren de toda la tradición previa del marxismo, que a su vez proviene de pensadores clásicos como Clausewitz y Maquiavelo.Recordemos que, a principios del siglo XVI, en El príncipe y en los Discursos sobre la primera década de Tito Livio, el teórico florentino Nicolás Maquiavelo sostiene que para unificar Italia como una nación moderna, había que derrotar el predominio de Roma -El Vaticano- y también terminar con la proliferación de bandas armadas locales, los célebres condottieri [combatientes mercenarios]. Maquiavelo propone la formación de una fuerza militar republicana completamente subordinada al príncipe, es decir, al poder político.


¡Es la política, según Maquiavelo, la que ejerce su dirección sobre lo militar y no al revés!.Más tarde, a inicios del siglo XIX, el teórico prusiano Karl von Clausewitz vuelve a prolongar aquel pensamiento defendiendo que "la guerra es la continuación de la política por otros medios" (en su libro De la guerra).Un siglo después, a comienzos del siglo XX, durante la primera guerra mundial (más precisamente entre 1915 y 1916), mientras estudia la Ciencia de la Lógica de Hegel en su exilio suizo, Lenin lee y anota detenidamente la obra De la guerra de K.v.Clausewitz. En plena confrontación mundial(entre estados-naciones), luego transformada en guerra civil interna (entre clases sociales), Lenin recalca una y otra vez las enseñanzas de Clausewitz acerca de la guerra entendida como continuidad de la política y el predominioDe esta última sobre aquella.El principal líder de la revolución bolchevique no es el único marxista en incursionar en esta materia. Antonio Gramsci, en sus Cuadernos de la cárcel, edacta en los albores de la década de 1930 el texto "Análisis de situación y relaciones de fuerza". A


llí el pensador italiano sostiene que la lucha político-militar y la guerra constituyen un momento superior de las relaciones de fuerzas políticas, que enfrentan en una situación revolucionaria a las clases y fuerzas sociales.


Exactamente lo mismo podría plantearse acerca del pensamiento de Mao Tse Tung, León Trotsky, Ho Chi Minh, Vo Nguyen Giap y, desde luego, Fidel y el Che.Por lo tanto, en toda esta extendida tradición de pensamiento político, que se remonta a la herencia republicana de Maquiavelo y, pasando por el tamiz de la reflexión de Clausewitz, es adoptada luego por los clásicos del marxismo, la confrontación político-militar es la prolongación de la lucha política, ¡no al revés!. A pesar de las caricaturas mercantiles que se han dibujado con intenciones de frivolización, ese es el corazón en el que se sustenta el proyecto político guevarista latinoamericano.De manera análoga podría recorrerse el extenso itinerario del Pensamiento político y militar de nuestras guerras de independencia y liberación latinoamericanas.


Desde San Martín, Bolívar y Artigas hasta José Martí, Emiliano Zapata, Augusto César Sandino y Farabundo Martí, entre muchísimos otros y otras.Después de años y años de propaganda burguesa y del intento de Demonización y satanización de todo este pensamiento político, resulta imperioso volver a insistir en esta problemática.Niveles de lucha en la relación de fuerzas entre las clases socialesEn el ya mencionado pasaje de los Cuadernos de la cárcel,Antonio Gramsci, sintetizando las elaboraciones de Lenin acerca del significado de una "situación revolucionaria", expone lo que considera las características básicas de una situación política.


En el mencionado pasaje, dicho sea de paso, se adelante como mínimo cuarenta años al análisis de Michel Foucault,a quien muchas veces se atribuye el haber descubierto que "el poder no es una cosa, sino relaciones". Con cuatro décadas de anticipación, Gramsci también plantea que la política y el poder son relaciones, pero no relaciones en general, indeterminadas (en las cuales no importaría quien ejerce el poder sino cómo lo ejerce), sino relaciones específicas y determinadas de fuerza entre las clases sociales. Para Gramsci y para el marxismo sí importa quién ejerce el poder, además de cómo lo ejerce.


Este análisis de Gramsci resulta sumamente útil para pensar las Categorías centrales del libro El Capital de Marx. Si el valor, el dinero y el capital no son cosas, sino relaciones (de producción), pues entonces son también relaciones de fuerza entre las clases. Gramsci nos proporciona en ese pasaje de los Cuadernos de la cárcel, la pista para comprender todo El Capital de Marx en clave política, superando la vieja dicotomía economista que dividía a la sociedad entre una esfera estructural (donde residiría la economía) y una esfera superestructural (donde se ubicaría la política y elpoder).¿Qué es el poder, entonces, para la tradición de pensamiento marxista? El poder es un conjunto de relaciones sociales de fuerza entre sujetos colectivos contradictoria y antagónicamenteenfrentados, las clases sociales.


Ese conjunto de relaciones abarca diversas esferas, desde la economía hasta la política, la cultura y la guerra. Al interior de ese conjunto complejo y diversificado de relaciones, algunas se cristalizan y condensan a lo largo deltiempo en instituciones. Las instituciones no son más que relaciones sociales cristalizadas, petrificadas, condensadas alo largo del tiempo. Todas las instituciones que articula la sociedad capitalista están atravesadas por relaciones de poder, pero algunas, en particular, lo hacen en forma concentrada.


No es el mismo poder el que ejerce una maestra en una escuela que el que ejerce el comando sur del ejército norteamericano. No todas las relaciones sociales están en el mismo nivel dentro de la totalidad social, así como tampoco todas las instituciones son intercambiables en el ejercicio del poder. Algunas instituciones, pertenecientes al aparato de Estado -policía, ejército, marina,fuerza aérea, servicios de inteligencia, cárceles, gendarmería,prefectura, etc.- aglutinan determinados márgenes mayores deconcentración de poder en comparación con otras instituciones.Son aquellas que implementan el ejercicio (real o potencial) de fuerza material.


Otras instituciones las acompañan y legitiman, son las instituciones que ejercen poder en la creación de consenso. La hegemonía burguesa constituye precisamente la articulación de ambas dimensiones, la violencia y el consenso.Pues bien, dentro de ese armazón categorial de índole marxista acerca del poder, Antonio Gramsci diferencia tres niveles de confrontación en la relación de fuerza entre las clases sociales. Un primer nivel económico-corporativo, un segundo nivel específicamente político (donde se construye la hegemonía) y un tercer nivel político-militar.


Los tres momentos, aclara elpensador italiano, constituyen partes de un todo indivisible.¿En cuál de los tres niveles de análisis se ubica la reflexión política del Che Guevara y su concepción de la revolución?En nuestra opinión, pensamos que los escritos, intervenciones y Discursos del Che abarcan los tres niveles de análisis aunque ponen prioritariamente el énfasis en el segundo y en el tercer nivel. Es decir, en el plano donde se construye la hegemonía socialista (allí deberían ubicarse todos los escritos del Che sobre la necesidad de construir el hombre nuevo y la mujer nueva, la batalla por la creación de la pedagogía del ejemplo y la moral comunista, etc.) y en el terreno social donde se desarrolla la confrontación político-militar, en tanto prolongación de la esfera política.


De los tres momentos que señala Gramsci, a la hora de pensar y analizar la revolución como proceso, el Che teoriza sobre los dos niveles más avanzados de la lucha sin dejar de señalar las limitaciones -justas pero limitadas al fin de cuentas- de las luchas puramente económico-corporativas-reivindicativas.El análisis específicamente político del guevarismoPara estudiar la historia latinoamericana y el comportamiento de sus clases sociales el Che Guevara plantea en Guerra de guerrillas: un método (1963) que: "Hoy por hoy, se ve en América un estado de equilibrio inestable entre la dictadura oligárquica y la presión popular. La denominamos con la palabra oligárquica pretendiendo definir la alianza reaccionaria entre las burguesías de cada país y sus clases de terratenientes [...] Hay que violentar el equilibrio dictadura oligárquica-presión popular".


Cabe aclarar que cuando el Che emplea la expresión "dictadura oligárquica", como él mismo afirma, no está pensando en una dictadura de los terratenientes y propietarios agrarios tradicionales a la que habría que oponer, siguiendo un esquema etapista, una lucha "democrática" o un "frente nacional" modernizador, incluyendo dentro del mismo no sólo a los obreros, campesinos, estudiantes y capas medias empobrecidas, sino también a la denominada "burguesía nacional".


¡De ningún modo! El Che es bien claro.Lo que existe en América Latina es una alianza objetiva entre los terratenientes "tradicionales" y las burguesías "modernizadoras". La alternativa no pasa entonces por oponer artificialmente tradición versus modernidad, terratenientes versus burguesía industrial, oligarquía versus frente nacional. Su planteo es muy claro: "No hay más cambios que hacer; o revolución socialista o caricatura de revolución".


En el pensamiento político del Che, la república parlamentaria, aunque fruto arrancado a las dictaduras militares como resultado de la lucha y la presión popular, sigue siendo una forma de dominación burguesa, incluso cuando se recicle apelando a retórica "progresista" o se modernice mediante gestos destinados al marketing electoral.El Che atribuye suma importancia al análisis del equilibrio político inestable entre ambos polos pendulares (la dictadura oligárquica, basada en la alianza de terratenientes y burgueses "nacionales", por un lado, y la presión popular, por el otro).En ningún momento Guevara plantea como alternativa la consigna: "democracia o dictadura" (tan difundida en el cono sur latinoamericano a comienzos de los años '80).


La alternativa consiste en continuar bajo dominación burguesa en sus diferentes formas o la revolución socialista. Por ello, en Guerra deguerrillas: un método, el Che alertaba que: "No debemos admitir que la palabra democracia, utilizada en forma apologética para representar la dictadura de las clases explotadoras, pierda su profundidad de concepto y adquiera el de ciertas libertades más o menos óptimas dadas al ciudadano.Luchar solamente por conseguir la restauración de cierta legalidad Burguesa sin plantearse, en cambio, el problema del poder revolucionario, es luchar por retornar a cierto orden dictatorial preestablecido por las clases sociales dominantes: es, en todo caso, luchar por el establecimiento de unos grilletes que tengan en su punta una bola menos pesada para el presidiario".


Hegemonía y autonomía de claseEn la historia latinoamericana, quienes sólo pusieron el esfuerzo en la creación y consolidación de la independencia política de clase, muchas veces quedaron aislados y encerrados en su propia organización. Generaron grupos aguerridos y combativos,militantes y abnegados, pero que no pocas veces cayeron en el sectarismo. Una enfermedad recurrente y endémica por estastierras.


Quienes, en cambio, privilegiaron exclusivamente la construcción de alianzas políticas e hicieron un fetiche de la unidad a toda costa, con cualquiera y sin contenido, soslayando o subestimando la independencia política de clase, terminaron convirtiéndose en furgón de cola de la burguesía ("nacional", "democrática" o como quiera llamársela), cuando no fueron directamente cooptados por alguna de sus fracciones institucionales y terminaron su vida como funcionarios mediocres en algún ministerio.Una de las grandes enseñanzas políticas del guevarismo latinoamericano consiste en que hay que combinar ambas tareas.


No excluirlas sino articularlas en forma complementaria y hacerlo, si se nos permite el término -que ha sido bastardeado y manipulado hasta el límite-, de modo dialéctico. Es decir, que nuestro mayor desafío consiste en ser lo suficientemente claros, intransigentes y precisos como para no dejarnos arrastrar por los distintos proyectos burgueses en danza –sean ultrareaccionarios o "progresistas"- pero, al mismo tiempo, tener la suficienteelasticidad de reflejos como para ir quebrando el bloque de poder burgués y sus alianzas, mientras vamos construyendo nuestro propio espacio autónomo de poder popular.


Y eso no se logra sin construir alianzas contrahegemónicas con las diversas fracciones de clases explotadas, oprimidas y marginadas.Rebeldías múltiples, colores diversos, hegemonía socialistaEn el debate latinoamericano, uno de los temas de la agenda política contemporánea más debatidos es, sin duda, el del sujeto de la revolución.El capitalismo dependiente, como sistema de dominación continental, somete, oprime, explota y margina a múltiples sujetos sociales.


Las evidencias están a la vista para quien no quiera distraerse.Ahora bien, de ese amplio, diverso y colorido abanico multicolor, ¿existe algún sujeto social con capacidad de convocar y coordinar al conjunto del movimiento popular, aglutinando todas las rebeldías particulares y llevar la lucha de tod@s hasta las últimas consecuencias?El Che Guevara consideraba que ese sujeto es la clase trabajadora. En el caso particular de Cuba, consideraba que la fuerza social, en términos cuantitativos, más numerosa era el campesinado pobre (base social del Ejército Rebelde que hace triunfar la revolución).


Ahora bien, ese campesinado, si se hubiera limitado a la simple lucha por su terruño, hubiera conducido a la revolución a un callejón sin salida para el conjunto de la sociedad. Eludiendo este falso atajo "campesinista", el Che Guevara considera que la revolución cubana -como la de Vietnam, en situación análogaen términos de clases sociales- pudo triunfar porque su direcciónpolítica tenía una ideología propia de la clase trabajadora. Esa fue, por ejemplo, una notable diferencia entre la revolución cubana de 1959 y la revolución mexicana de 1910, que también derrocó heroicamente al ejército burgués pero no logró, a pesar del liderazgo insurgente de Villa y Zapata, construir un proyecto aglutinador para el conjunto de la nación oprimida.


El límite del programa campesino constituye una limitación para reorganizar el conjunto de la sociedad sobre nuevas bases,superadoras del capitalismo dependiente. Las grandes masas campesinas pobres de América Latina han jugado y pueden jugaren el futuro un papel sumamente revolucionario, a condición de converger en sus rebeldías y construir una alianza con las clases trabajadoras urbanas.Esa singular combinación que se dio en Cuba y en Vietnam (ausente en los escritos de Marx o Engels), donde una fuerza social de mayoría campesina es conducida a la toma del poder por un destacamento revolucionario de ideología proletaria,constituye una de las elaboraciones de Guevara que bien valdría la pena repensar en el mundo contemporáneo.


Porque hoy en día, en el siglo XXI, en el campo popular latinoamericano también contamos con numerosos y diversos sujetos sociales que padecen opresiones y dominaciones. Pero no todos esos sujetos sociales tienen la misma capacidad deconvocar, aglutinar y coordinar, en una lucha común, unaconfrontación contra el conjunto del sistema de dominación, excediendo el límite "corporativo-reivindicativo" de su lucha parcial.


Desde el ángulo guevarista, las luchas contra la dominación del capital son numerosas, variadas y en América Latina asumen tonalidades con un espectro de amplia gama. Pero cada una por separado, permanece fragmentada y encerrada en su propio "juego de lenguaje" (como le gusta decir al posmodernismo). Sin articulación, sin coordinación global, sin generar espacios comunes ni un proyecto socialista que aglutine a todos y todas No habrá posibilidad de salir de los lugares tímidos y limitados en los cuales el sistema de dominación nos recluye. Para salir de ese lugar prefijado de antemano -donde toda oposición y toda disidencia terminan siendo fagocitadas, neutralizadas, institucionalizadas o directamente cooptadas- necesitamos construir hegemonía socialista.Como creía Mariátegui, como pensaba el Che, como propone el guevarismo contemporáneo, la revolución socialista constituye el gran proyecto que puede aglutinarnos a quienes nos proponemos romper radicalmente con las diversas dominaciones (nacionales, étnicas, de clase, de género, ecológicas, etc).


La clase trabajadora, entendida en sentido amplio, debe jugar un papel central en esa convocatoria y en la construcción de ese proyecto socialista plural que aglutine en la creación del poder popular las más variadas y disímiles rebeldías anti-sistema.¿Cambiar el mundo sin tomar el poder?A lo largo de su corta e intensa vida política Ernesto Guevara siempre destacó en primer plano la cuestión prioritaria del poder para una transformación radical de la sociedadEn su trabajo "Táctica y estrategia de la revolución latinoamericana" el Che no deja lugar a la ambigüedad: "El estudio certero de la importancia relativa de cada elemento, es el que permite la plena utilización por las fuerzas revolucionarias de todos los hechos y circunstancias encaminadas al gran y definitivo objetivo estratégico, la toma del poder [subrayado deGuevara]. El poder es el objetivo estratégico sine qua non de las Fuerzas revolucionarias y todo debe estar supeditado a esta gran consigna".Pero esa afirmación no queda restringida a escala nacional.


Por eso el Che aclara inmediatamente: "La toma del poder es un objetivo mundial de las fuerzas revolucionarias".Ese es el primer problema de toda revolución. En tiempos del Che y en nuestra época.¡Cuánta vigencia y pertinencia tienen hoy sus reflexiones! Sobre todo cuando en algunas corrientes del movimiento de resistencia mundial contra la globalización capitalista han calado las erróneas ideas –difundidas hasta el hartazgo por ONGs, fundaciones y diversas instituciones rentadas, encargadas de aceitar la hegemonía del sistema- de que "no debemos plantearnos laToma del poder".


Equívocas formulaciones y seductores cantos de sirena que vuelven a instalar, con otro lenguaje, con otra vestimenta, con otras citas prestigiosas de referencia, la añeja y desgastada estrategia de la "vía pacífica al socialismo" que tanto dolor y tragedia le costó, entre otros, al hermano pueblo de Chile.En primer lugar, al entrañable compañero Salvador Allende, honesto y leal propiciador de aquella estrategia.Porque al reflexionar y debatir sobre estos planteos -mayormente nacidos en la academia parisina luego de la derrota del mayo francés (véase nuestro ensayo "Desafíos de la teoría crítica frente al posmodernismo" en amauta.lahaine.org)- jamás debemos olvidar o soslayar el estudio de la propia historia latinoamericana.Grave equivocación la de aquellos intelectuales de origen europeo que llegan a América Latina, se fascinan con una experiencia política determinada, la simplifican, la recortan, la absolutizan, la descontextualizan, la separan de la historia latinoamericana, la convierten en receta universal y luego recorren diversos países predicando el nuevo evangelio, violentando las otras realidades para que todas entren, a como dé lugar y sin importar Las especificidades, en el lecho de Procusto de sus esquemas de pizarrón.


Ese método de pensamiento político, ha sido recurrente en diversos exponentes de la intelectualidad europea afín a América Latina -algunos de ellos bienintencionados- o al menos interesada en el acaecer político de nuestros pueblos. Desde Regis Debray hasta Heinz Dieterich, pasando por John Holloway hasta llegar a Toni Negri [el más eurocéntrico de los cuatro].Si Debray se fascinó con la Cuba de los '60, la simplificó al extremo y luego la transformó en la receta caricaturesca del "foco" militar sin lucha política, Dieterich4 hizo exactamente lo mismo con la Venezuela bolivariana de Chávez, de donde extrajo la disparatada doctrina que propone, en cualquier país y en donde sea, hacer la unidad con los militares de las Fuerzas Armadas institucionales.


A su turno Holloway siguió idéntico derrotero metodológico con el neozapatismo, para terminar proponiendo a Los cuatro vientos que pretender hacer una revolución para cambiar el mundo y tomar, en el camino, el poder como medio de derrumbar la vieja sociedad capitalista e ir construyendo una radicalmente nueva constituye un absurdo y una ridiculez. Negri coincide con este último análisis, aunque, quizás por su europeísmo galopante, directamente ni se tomó el trabajo de los Otros tres. Vino directamente a América Latina a predicar sus recetas (extraídas de la derrota del movimiento extraparlamentario italiano y de la filosofía universitaria francesa que él adoptó en su exilio parisino), sin siquiera conocer de primera mano alguna de nuestras sociedades.El método implícito y presupuesto por estos cuatro exponentes Intelectuales de ese estilo de reflexión política resulta fácilmente impugnable. (En otros escritos hemos intentado cuestionarlo con mayor detenimiento: véase por ejemplo el prólogo a la edición cubana de nuestro Marx en su (Tercer) mundo.La Habana, Centro Juan Marinello, 2003 o también nuestro libro Toni Negri y los equívocos de «Imperio», publicado en Madrid [España], Campo de ideas, 2002 y en Bolsena [Italia], Massari ed., 2005).


De sus distintas teorías, aquí nos detendremos brevemente en la doctrina posmoderna de la "no toma deL poder".Existe un hilo -no rojo, sino más bien amarillo- de notable continuidad entre: (a) la impugnación política al marxismo revolucionario y el cuestionamiento filosófico de la tradición dialéctica realizada por el pensador socialdemócrata Eduard Bernstein, quien a fines del siglo XIX se oponía a la toma del poder y sugería expurgar del socialismo toda huella de Hege (argumentando, exactamente igual que Toni Negri –quien evidentemente adoptó muchos de sus argumentos-, que la dialéctica es "estatista", "conservadora", "apologista del statu quo", etc.); (b) la doctrina soviética promocionada en la era Kruschev desde Moscú, a partir de 1956, que promovía la "transición pacífica al socialismo" y el cambio de sociedad sin guerra civil ni toma del poder (doctrina nacida en paralelo con la doctrina de la "coexistencia pacífica" con el imperialismo); (c) la estrategia del "camino pacífico -sin tomar el poder- al socialismo" experimentada en Chile a partir de 1970; (d) la doctrina eurocomunista -impulsada por el PCI a partir de su acuerdo con la Democracia Cristiana- del "compromiso histórico" con el estado burgués y sus instituciones, motivada por la recepción europeo occidental del fracaso chileno y el temor a un golpe de estado en Italia (doctrina que luego se extiende a Francia y a la España de la "transición" tras la muerte de Francisco Franco); y finalmente (e) la actual renuncia posmoderna a toda estrategia de poder.A pesar de los diferentes contextos históricos y la diversidad de Polémicas y debates en los que cada propuesta se inscribe, entre (a), (b), (c), (d) y (e) hay denominadores comunes.


Las raíces políticas son convergentes y las conclusiones muy similares. Para quien no tenga anteojeras ni malas intenciones, resulta sumamente difícil desconocer que la doctrina de "no toma del poder" ni es nueva, ni acaba de surgir por la globalización ni responde a los cambios que introdujo internet... Todas esas formas de promocionarla son, en realidad, subterfugios propagandísticos para presentar en bandeja nueva una comida ácida, recalentada y ya rancia.Aunque en el siglo XXI esa añeja doctrina se muestra y pretende Venderse desde una vidriera teóricamente más atractiva, de modo mucho más pulido y seductor que los antiguos esquemas socialdemócratas o stalinistas (ahora aparece cargada incluso de términos libertarios o apelando a la indeterminación de una genérica "sociedad civil"), el fondo político sigue enmarañado dentro mismo de las pegajosas redes institucionales delcapital.


La conclusión es inequívoca. No se puede saltar el muro capitalista. No hay manera de confrontar con las instituciones centralizadas del poder, abrir de una vez por todas la puerta y pasar a una sociedad radicalmente distinta.Por eso mismo, volver a rescatar, continuar y recrear la reflexión Política del guevarismo sobre el problema del poder, realizada no desde un Estado burocrático envejecido ni desde un cómodosillón académico universitario, sino desde una práctica política vivida cotidianamente como apuesta vital por la revolución socialista latinoamericana, constituye un elemento deaprendizaje insustituible e imprescindible para las nuevas generaciones de militantes.Lenin y la formación política (¡sí, Lenin!)La tradición del pensamiento político guevarista se inspira, obviamente, en Guevara pero no se reduce ni se detiene allí.


El Che es el máximo exponente, pero no el único miembro de esta tradición. En diversos trabajos hemos intentado rastrear esta concepción analizando la obra teórica y práctica de diversos exponentes del guevarismo latinoamericano (véase la primeranota al pie de este ensayo).De todos esos aportes focalizaremos la mirada, brevemente, en uno de los principales integrantes de la familia guevarista latinoamericana: el revolucionario y poeta salvadoreño Roque Dalton.


¿Por qué Dalton? Pues porque Roque subraya un eje fundamental y determinante en la polémica contemporánea, sumamente útil para poder comprender el proyecto políticoguevarista y su concepción de la revolución: el nexo Guevara-Lenin.¡Sí, Lenin! El más despreciado, vilipendiado, insultado. Uno de los pensadores marxistas más indomesticables y reacio a cualquier cooptación.En su inigualable y hermoso ensayo-collage Un libro rojo para Lenin Roque Dalton nos ofrece nuevamente la fruta prohibida, la piedra filosofal sin la cual no se puede comprender al guevarismo.Pensando en la formación política de las juventudes guevaristas latinoamericanas, Roque nos sugiere: "Es conveniente leer a Lenin, actividad tan poco común en extensos sectores de revolucionarios contemporáneos".Pero su consejo para las nuevas generaciones de militantes no queda congelado allí. Burlón, incisivo, irónico y mordaz, Dalton pone el dedo en la llaga. Luego de los relatos posmodernos y de aquellas tristes ilusiones que pretendían "cambiar el mundo sin tomar el poder", Roque nos provoca: "Cuando usted tenga el ejemplo de la primera revolución socialista hecha por la «vía pacífica», le ruego que me llame por teléfono. Si no me encuentra en casa, me deja un recado urgente con mi hijo menor, que para entonces ya sabrá mucho de problemas políticos".


A contramano de modas académicas y mercantiles, cruzando las fronteras tanto de la vieja izquierda eurocéntrica como de los equívocos seudolibertarios y falsamente horizontalistas de las ONGs, la propuesta guevarista de Roque Dalton acude presurosa a llenar un vacío. Su relectura de Lenin nos permite responder los interrogantes que a nuestro paso nos presenta la esfinge. Roque focaliza la mirada crítica y la reflexión teórica en el problema fundamental del poder, desafío aún irresuelto por los procesos políticos contemporáneos de nuestra América.


Tras varias décadas de eludir, ocultar o silenciar ese nudo problemático de todo pensamiento radical, recuperar la perspectiva guevarista, antiimperialista y anticapitalista, de Roque puede ser de gran ayuda para someter a crítica las mistificaciones y atajos reformistas del posmodernismo, disfrazados con jerga aparentemente –sólo aparentemente- libertaria.Lenin desde el marxismo latinoamericanoEl poeta salvadoreño se propone, nada menos, que traducir a Lenin a nuestra lengua política, a nuestra idiosincrasia, a nuestra historia, insertándolo en lo más rebelde y radical de nuestras tradiciones revolucionarias: el guevarismo.


No es aleatorio que en su reconstrucción apele a otras experiencias de revoluciones en países del Tercer Mundo: la atrasada Rusia, la periférica China, Vietnam, Cuba, El Salvador... El Lenin de Roque se viste de moreno, de indígena, de campesina, de cristiano revolucionario, de habitante de población, villa miseria, cantegril y favela, además de obrera.y obrero industrial, moderno y urbano. La suya es una lectura ampliada de Lenin, pensada para que sea útil ya no exclusivamente en las grandes metrópolis del occidente europeo-norteamericano sino principalmente en el Tercer Mundo, única manera de mantenerlo vivo y al alcance de la mano en lasrebeliones actuales de América latina.


Esa perspectiva permite comprender la dedicatoria del libro que aunque está cargada de afecto y admiración, implica también una definición política, ya que Roque lo dedica "A Fidel Castro,primer leninista latinoamericano, en el XX aniversario del asalto al Cuartel Moncada, inicio de la actualidad de la revolución en nuestro continente" [subrayado de R.D.]. Esa dedicatoria a Fidel retoma puntualmente la tesis central del libro de Lukács sobreLenin [véase nuestro estudio preliminar a G.Lukács: Lenin, la coherencia de su pensamiento. La Habana, Ocean Sur, 2007, también en www.rebelion.org].Algunos de los problemas prioritarios que Un libro rojo... aborda tienen que ver con el carácter de la revolución latinoamericana y las vías ("tránsito pacífico", confrontación directa, "no tomar el poder...", etc).


Pero el abanico de problemas pretende ser másextenso.Che Guevara, Dalton y el leninismo latinoamericanoLa obra de Roque tiene como objetivo fundamental pensar y repensar qué significa el leninismo para y desde América latina. Si al comienzo de este trabajo sostuvimos que el guevarismo constituye la expresión latinoamericana del leninismo, entonces su reflexión merece ser balanceada y contrastada con otras aproximaciones análogas realizadas en América Latina.En primer lugar, con el "leninismo" construido por Victorio Codovilla y Rodolfo Ghioldi, dos de los principales exponentes argentinos de la corriente latinoamericana prosoviética.


Estos dos dirigentes comenzaron a ser hegemónicos dentro del Partido Comunista argentino (PCA) a partir de 1928, cuando ya hacía diez años que éste se había fundado. Alineados en forma férrea con la vertiente de Stalin en el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), Codovilla y Ghioldi pasaron a dirigir, de hecho, la sección sudamericana de la Internacional Comunista (IC). Desde allí combatieron a José Carlos Mariátegui,difundieron sospechas sobre Julio Antonio Mella y criticaron duramente a todo el movimiento político-cultural de la Reforma Universitaria nacido en Córdoba. Cuarenta años más tarde, durante los años '60, Codovilla y Ghioldi volvieron a repetir la misma actitud de aquellos años '20, rechazando y combatiendo la nueva herejía que emanaba entonces de las barbas de Cuba. Fueron duros opositores y polemistas del guevarismo ("duros" no por la agudeza de sus argumentos sino por la voluntad y el entusiasmo que pusieron en contrarrestar su influencia política).