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jueves, febrero 11, 2010

Los vencedores de Negrin-XVII

BUSCANDO COMO SALIR DE ESPAÑA. CONDUCTA.
DE DELTELL. PAGES OFRECE SUS BARCOS

Recorrí varios departamentos. Transportes estaba total¬mente desorganizado. Se concentraban las órdenes en los comandantes militares para la provisión de gasolina y hojas de ruta. Pero esta aparente centralización no existía.
Los comandantes generales tenían otras funciones. Las más numerosas para atender el elemento civil.
Faltaba gasolina en unos sitios, y en otros quedaba retenida en previsión de utilizarla cada Jefatura.
Desde muchas partes del frente no se podía venir, porque se iba restringiendo la esencia.
El cambio y confusión de órdenes e instrucciones era diario, y así andaba ello, como todo.
Ya no era ni sombra de un Estado, ni de un país.
En Madrid, el Consejo, encerrado en su concha, sólo conocía lo de su alrededor, lo demás, ni lo conocía, ni le importaba.
Para él, su único camino era el de las negociaciones con Franco; todo lo demás sobraba, ni le importaba la desorganización, ni sabía cómo ponerle remedio.
En la Sub-Secretaría de Armamentos tampoco tenían instrucción.

No se trabajaba en Sagunto, aunque los obreros continuaban allí.
En Alicante y Almería, sucedía igual. Nadie sabía nada y la indecisión fue la obligada conducta producida por el Consejo.
Cada obrero, director general o soldado, estaban pen¬dientes de la final resolución, animados de una leve es¬peranza, en los hombres que al asumir la responsabilidad de aquellos momentos, debían haberlo hecho con garan¬tías y conocimientos y esperaban inquietos, pero esperaban, y así, en esta terrible inquietud, han recibido el mazazo de su entrega a Franco, esperando, esperando ...
En Valencia, me aburría.
Descargado de mis actividades del Comisariado, aquella quietud me tenía malhumorado, y sentía que un gran vacío me rodeaba.
De acuerdo con mis compañeros, marché a Alicante, para conocer los medios con que podríamos contar para pre¬parar la salida de España de camaradas responsables y sig nificados de los sindicatos, y cuya orden de evacuación habíamos fijado.
Llevaba cierta esperanza en que la organización pro¬vincial me facilitase la gestión.
Conocía de antemano que era posible utilizar la que tenían montada en esta provincia para la salida de compa¬ñeros a Orán y otras partes de Argelia.
A esta parte de África habían llegado previamente com¬pañeros que recibían estas expediciones en las que para nada intervenía el elemento oficial.
Las últimas noticias que en Valencia se habían recibido de estos compañeros, nos anunciaban que las autoridades francesas ponían muchas dificultades para el desembarco.
No obstante esta contrariedad, no impedían que se organizasen nuevas expediciones, cuyo. Riesgo siempre r resultaba inferior al de quedarse en España.
El "Harionga" que salió de Alicante con 120 personal había sufrido averías, y se había desviado llegando a puerto italiano. Después de muchos apuros e incidencia había llegado a Marsella.

Estas expediciones forzadas y sin garantías corrían ries¬gos de ser detenidas por las fuerzas navales de Franco.
El Consejo no se ocupaba para nada de esta evacuación, que corría a cargo de la iniciativa particular.

Cuando llegué a Alicante, acababa de salir para Orán el "África Trader" con cerca de 1000 antifascistas.
Sin embargo, se había seguido un criterio despiadado y cruel. En estas expediciones se excluía a los comunistas y a los que habíamos combatido al Consejo.
Los medios de que disponían eran escasos. Chalupas y barcos pequeños; algún otro barco que se utilizó fue por obra de la casualidad.
En los barcos de carga que arribaban a este puerto se hacían gestiones cerca de los capitanes para que admitie¬sen pasaj eras.
Alguno de estos capitanes se negaba a llevar pasaje, alegando que se lo prohibían las leyes de la navegación.
Cuando accedía alguno, aparte de que en ella jugase algún motivo sentimental, lo hacía muy interesadamente.
Había que pagar en especies o productos del país: aza¬frán y almendras preferentemente, a tanto alzado por cada pasajero.
En pocas ocasiones se admitía el dinero español repu¬blicano, y cuando se admitía, se pagaban quinientas pese¬tas por cada persona.
El viaje se reducía al traslado de Alicante a cualquiera de las posesiones francesas en África.

Manuel Rodríguez había sustituido al anterior gober¬nador, Mella, socialista como él.
La sustitución fue obra del Frente Popular de Alicante, que se limitó a notificarla al Consejo.
El día 5 de marzo, cuando se tuvo conocimiento del Gol pe de Estado, un grupo de casa distas asaltaron el Gobierno Militar, deteniendo a Etelvino Vega que acababa 11' tomar posesión, poniendo como jefe militar de la pro¬vincia al viejo coronel Rubens. Desde esta fecha el Frente Popular de Alicante, con la exclusiva de los Comités, gobierna la provincia.
Me presenta a Deltell, que en Alicante era el el encargado de la organización para la salida de España, explicándole el motivo de mi viaje, y juntos fuimos al Gobierno Civil.
Manuel Rodríguez se disculpo. El no intevenira ni personal ni oficialmente. Estos trabajos corrían a cargo de las organizaciones del Frente Popular, pues el Consejo no le había dado ninguna orden sobre el particular, y se limito a recomendarme a Deltell para que me atendiese.
Deltell* escucho con frialdad mis proposiciones.-Precisamos- le dije-que salgan bastante compañeros.
-¿Quiénes son?-me pregunto.
-Primero, todos los miembros de Federaciones Nacionales, les seguirán en orden a interés los de la provinciales; después, los sindicatos y Federaciones Locales, todos los cuadros directivos, y por últimos todos los que se puedan marchar.
-Pero, ¿Cuántos es total?-pregunto para justificar una negativa.
-¡Que se yo! No tengo aquí los relaciones de todos ellos.Supongo que pasen del millar.
-Nosotros no podemos encargarnos de una expedición así, No tenemos medios.
-Ya lo se. Todos de una vez, no, pero pueden salir por el orden que te he indicado.
-Ni así se podrá garantizar nada.
-Recurro a vosotros porque sois los únicos que contáis con alguna cosa organizada. Madrid y las provincias del interior esperan que vosotros facilitéis los medios para esta evacuación.
Luis Detell, secretario de la Federación Provincial de la U.G.T. de Alicante.
-Primero sean los que paguen para garantizar estos medios-me interrumpió.
-Bien, eso vosotros lo mediréis. Lo que te propongo es razonable y obligado. En Valencia no hay nada, ni posibilidades futuras; se que ayer han salido por este puerto unos treintas compañeros de Valencia.
-Si, ayer salieron juntamente con unos ochocientos más de esta provincia.
-Ya ves, si de Valencia recurren a vosotros ¿Qué harán las otras provincias? Esta misma gestión pensamos llevarla a cabo en Almería.
-No se-contesto pensativo y distraído.
-Necesito saber a que aterneme-Le apremie-. Nuestro Comité Nacional, como sabes, se reúne el día 25, y queremos aprovechar esta reunión para que salga el mayor número de compañeros posible.
-Yo no me comprometo a nada. Tu sabes que hoy precisamente se reúnen en Madrid las Federaciones Provinciales Socialistas, y que de esta reunión saldrá elegida una nueva comisión Ejecutiva del Partido, Vosotros os reunís el 25, y como en la reunión del Partido designaremos nueva Comisión Ejecutiva de la U.G.T., cuando se reúnan estas dos Ejecutivas, que nos propongan ellas quienes tienen que salir.
-No es ese nuestro propósito. La U.G.T. no tiene porque modificar su dirección-le contesto.
-Eso ya lo veremos-dijo el con reticencia.
-Tú sabes que yo soy muy claro-me dijo con descaro- y te dijo que tendrá que renovarse nuestra Comisión Ejecutiva; pues al estar en Francia la mayor parte de ella, con su presidente a la cabeza, no puede seguir dirigiendo a la U.G.T.
Aquí estamos cuatro compañeros: el secretario general, el vicepresidente y dos vocales.
-Si, si, ya lo se. Pero eso no evitara lo que te anuncio.
-Esto es aprovecharse de estos momentos para satisfacer vuestro rencores. Así veo vuestra actitud.
-Como quieras, me es igual.
-En resumida cuentas ¿Qué te niegas a darnos esta prueba de solidaridad?
-No, no me niego, digo que esperéis.
-Te advirtió que los plazos no los marcamos ni tú ni yo, sino los acontecimientos, y esa fecha puede que sea tarde.-le advertí.
-¡Que le voy a hacer!-repuso cínicamente.
Terminamos la conversación, en la que apuraba su frialdad y su desvío.

Deduje toda la trayectoria de los propósitos de los que no compartían nuestra tendencia. La ausencia forzada de algunos compañeros se iba a utilizar en aquellos momentos difíciles, para desquites partidistas.
Este nuevo hecho, cuya importancia solo podrá ser medidas pasados los años, por quienes serenamente, sin asomos de pasión, ponderamente aquilaten y juzguen antes de emitir su dictamen y valoren las consecuencias de estas acciones, para condenar las oscuras y torpes pasiones que animaron a estos hombres.
No solo se concebía el propósito de abandonarnos sin medio alguno, sino que se pretendía, además, que después, en la emigración, se produjesen disputas para reclamar la legitimidad de las representaciones sindicales y políticas.
Obra del despecho y del rencor mas enconados, ello produce un grave daño, del que mucho tardaremos en recobrarnos.

Difícilmente se podía modificar estas direcciones, sin la popularización de los programas sin discutirlos en la base. Más de 300.000 afiliados de la U.G.T. evacuados a Francia, imposibilitaban esta consulta.
El estado de opinión de las provincias que quedaban, estaba alterado por una propaganda morbosa, cuya aprovechamiento solo había contribuido a nuestra desgracia.
Lo más inicuos era ver que el resultado de esta pugna era una falta de solidaridad, que se practicaba sin ningún remordimiento.

Decepcionado y dolorido, antes de regresar a Valencia, decidí pararme en Benidorm, en donde tenia buenos amigos.
José Pages, el alcalde, tenía preparadas unas barcazas a disposición de Deltell.
Contrastaba, el deseo de salir de España, de este hombres con la indiferencia de otros, basada en la promesas de que nada les pasaría a aquellas cuya conciencia no les acusara de algún delito de los que Franco consideraba punibles.
Conocía, por haber vivido con él alguna corta temporada, como se había comportado.
Ricos y vivieron en él, sin que los sobresaltos de otros sitios.
Alguna vez el Ayuntamiento, advertido de intentos de violencia, las había impedido.
-Si, del pueblo nos vamos siete-me informo Pages.
-Pero ustedes no tienen por que temer. ¡Si el consejo aconseja tranquilidad!-le dije irónicamente
-Por si acaso-me contesto.
-¿No tiene usted confianza?
-¿Yo? Por mi y por mi conducta, si; pero estoy seguro de que esta gentes a quienes he administrado bien y a quienes he defendido, por creerle de justicia, no me lo agradecerán, para congraciarse con la nueva situación. No tendrían escrúpulos en sacrificarme. Por eso me voy.
-Pues nosotros no sabemos como saldremos-declare.
-¡Como! ¿La Comisión Ejecutiva no tiene nada preparado?
-Nada absolutamente.
-Pues ya se puede dar prisa. Yo tengo una gran experiencia, y todo me parece muy raro, y no creo tarde mucho en llegar el desenlace.
-Con esa intención he ido a Alicante y visto a Deltell, pero aun continúan nuestras luchas y divisiones, y ni para un caso como este he encontrado ayuda.
-¿Es posible?
-Siempre me han parecido mal los extremismos, pero en esta ocasión los comparto menos.
Quedo pensativo, haciendo cálculos.
-Pero usted nada tiene que temer. Aquí en mis barcas tiene un sitio seguro para salir.
-No se trata de mi solo. Pages, somos muchos.
-¿Cuántas?
-Muchos, tantos que, por mucha que sea su voluntad, no podrá ofrecerme solución.
-Pero para los mas destacados, si.
-El comité Nacional, unos 40 y 50.
-Para esos, no hay inconvenientes.
-Pues busque usted otras barcas mas para ciento o doscientos.
-Es mucho, pero las buscare. Hará falta algún dinero.
-Mañana estaré en el hotel Victoria de Valencia, y le diré del que disponemos.
-Usted me llama todos los días, yo haré lo mismo.
-Muchas gracias, Pages.
-Nada hombre, si tenemos que tener tolerancia con los enemigos, ¿Cómo no vamos a ayudar a los amigos? Desde luego y dígaselo a la Comisión Ejecutiva, para los 40 o 50 del Comité Nacional lo tienen asegurado.

Pages me informo de cómo se organizaba la evacuación en Alicante.
De los pueblos de la provincia, se mandaban relaciones de compañeros que previamente eran designados para salir. Cada uno de estos grupos tenia que traer, o productos de la tierra, o dinero.
Se estaban haciendo gestiones para comprar barcos pequeños en Cartagena y otros puntos de la costa. En Santa Pola y Villajoyosa, también barcazas preparadas, pero tenia que ser gente muy segura, pues en Villajoyosa habían escapado algunos antes de tiempo.
-La compra de barcos me parece ya muy tardía, le manifesté.
-Si, todo esto tenía que estar ya preparado, aunque es difícil mantener estos preparativos, sin usarlos, pues pueden ser inutilizados o asaltados.
-Todo es difícil.
-La verdad es que no tenemos barcos, la marcha de la Escuadra nos ha fastidiado. Esa si era una solución, lo demás es poca cosa y solo servirá, como ve, casos muy contados


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