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lunes, julio 19, 2010

La situación en Niger

EL GOLPE EN NIGER Y LA REBELION TUAREG
EL URANIO COMO DISPARADOR

(Informe de la redacción de Resumen Latinoamericano)
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Los tuareg de Níger y de Malí tomaron las armas para hacerse escuchar.
Esto se ha convertido en algo recurrente. Tienen reivindicaciones económicas, como en Níger, donde exigen un justo y equitativo reparto de los ingresos generados por el uranio que se explota en su región. Pero sobre todo comparten el sentimiento de abandono por parte de sus respectivos Gobiernos, a los que reclaman un reparto del poder y la descentralización de la administración. 



MALI Y SUS CONCESIONES

Para satisfacer a estas peticiones, el Gobierno de Malí tenía previsto invertir unos 560.000 millones de francos CFA (más de 85 millones de euros) en el norte del país donde viven los tuareg. Hospitales, escuelas, carreteras y aeropuertos son algunos de los 39 proyectos de desarrollo que debían realizarse en dos fases: el 70 por ciento se ejecutaría entre 2007
y 2011, y el 30 por ciento entre 2012 y 2016. Fueron los retrasos en el cumplimiento de estos compromisos los que llevaron el pasado 20 de marzo a los rebeldes de Ibrahim Ag Bahanga a secuestrar a 33 de militares, como medida de presión y violando por segunda vez –la primera fue en agosto de 2007– los acuerdos de paz firmados en Argelia en julio de 2006. Sin
embargo, gracias a la mediación del líder libio Muhamar El Gadafi, Gobierno y rebeldes firmaron el pasado 3 de abril un acuerdo de alto el fuego.

EN NIGER, NEGABAN EL CONFLICTO

El trato dado a Ag Bahanga y sus hombres por el Gobierno del presidente Amadou Toumani Touré contrastaba con la situación del Movimiento Nigerino por la Justicia (MNJ) de Aghaly Alambo. El presidente de Níger, Mamadou Tanja, negó durante años la evidencia de una rebelión tuareg en el norte del país, al atribuir la inseguridad a “unos bandidos” armados por Gadafi,
y sólo privilegia la represión. 

Prueba de ello es que el Ejército había aumentado sus efectivos en el norte y ha adquirido nuevos armamentos, sobre todo blindados. Durante el año 2008 había llevado a cabo varias ofensivas, la más importante contra las bases de los rebeldes situadas en
las montañas de Aïr, al norte del país. 

Según las autoridades nigerinas, el activismo del MNJ “dificultaba” las prospecciones mineras en el norte –han concedido 108 licencias a 31 empresas– donde la multinacional francesa Areva opera desde hace 40 años y a la que Tanja acusó de
financiar a los rebeldes para desestabilizarlo por haber puesto fin a su monopolio. 




Por su parte, el MNJ afirma luchar por los intereses económicos de la comunidad tuareg.

El fin de la confrontación armada parecía inevitable, pero sin embargo, la mediación del presidente libio, Muamar el Gadafi, fue un factor clave para alcanzar un acuerdo de paz en Mali y lograr el cese al fuego en Níger en agosto de 2008. El dirigente de la rebelión tuareg en Níger, Aghaly Ag Alambo, anunció la suspensión de la lucha armada en ese país de África Occidental, tras una reunión mantenida en Trípoli con el dirigente libio, Muamar el Gadafi. El líder rebelde afirmó que hablaba en nombre de la rebelión tuareg, tanto en su país como en el vecino Mali,
donde este grupo también mantiene una sublevación contra el Gobierno en la región norte.



Gadafi había pedido a los rebeldes tuareg que depusieran las armas en el marco de una mediación entre los rebeldes y los gobiernos de Niger y Mali. Libia mantiene una especial influencia sobre los tuareg y ha actuado en varias ocasiones de mediador entre éstos y los gobiernos de los países del Sahel. Tanto en Malí como en Níger los rebeldes tuareg, conocidos como "hombres azules", demandan mayor autonomía y el desarrollo económico de las regiones que habitan en el desierto, y reanudaron en 2007 sus enfrentamientos con los ejércitos de ambos países.

Historia de un conflicto
AMBICION OCCIDENTAL POR EL URANIO

Malí y Níger como epicentro y Mauritania, Chad y Burkina Faso como Estados periféricos constituyen el Sahel, una franja de separación entre el Magreb y el África Subsahariana que tiene en común compartir las extensas arenas del Sáhara y ser escenario de la proliferación de riesgos y amenazas representadas por tráficos ilícitos de todo tipo, inestabilidad en sentido
clásico por las recurrentes revueltas de guerrilleros Tuareg contra las autoridades de Bamako y de Niamey y con el más reciente fenómeno de la implantación de combatientes yihadistas salafistas de Al Qaeda y la expansión del hambre y de otras secuelas humanitarias.

En lo que a Níger respecta, las regiones desérticas septentrionales de este país también vienen siendo desde antiguo zonas de rebelión permanente, en la que unas poblaciones Tuareg nómadas insatisfechas por la marginalidad en las que viven se enfrentan a unas autoridades de Niamey
que las consideran levantiscas y opuestas al Estado relacionándolas con el bandidismo y con el tráfico de drogas La región de las montañas del Aïr es rica en uranio, un mineral especialmente atractivo en los tiempos que corren, en los que se vuelve la mirada de forma cada vez más interesada a la energía nuclear frente al uso de los combustibles fósiles sometido a las fluctuaciones del mercado. La República Popular China o India buscan con ahínco abastecedores de uranio y la primera ya está construyendo una mina en el norte de Níger, región donde compite con Francia, tradicionalmente instalada en la zona y que está construyendo actualmente
la mayor mina de uranio del mundo en Arlit. El uranio extraído en Níger - unas 3.000 toneladas de mineral concentrado por año - es trasladado por tierra a los puertos de Lomé y de Cotonou.

País pobre donde los haya la explotación de uranio aparece ahora como la panacea para salir de la miseria pues, de hecho, el uranio procura el 70% de los ingresos por exportaciones de Níger aunque también está sirviendo para desenterrar viejos conflictos. En paralelo a la consideración que algunos hacen del coltán como uno de los principales combustibles - junto con el cobre, los diamantes y el oro - en el conflicto que ahora sacude a la zona nororiental de la República Democrática del Congo, otros hacen paralelismos con el uranio y las revueltas Tuareg en lo que a Níger respecta. Desde hace muchos años geólogos franceses y chinos, y también canadienses y australianos, se han interesado por el subsuelo de estas aridas tierras buscando el preciado mineral y desde las décadas de los ochenta y los noventa del pasado siglo los grupos Tuareg, cada vez más organizados, comenzaron a conectar sus reivindicaciones a las perspectivas
de enriquecimiento que sus tierras ancestrales parecían ofrecer al Estado nigerino. Las actividades de la compañía minera francesa AREVA, presente en la región desde hace años, es el mejor ejemplo de la actividad extractora de los extranjeros en estas tierras africanas. Entre 1990 y 1995 se produjo la última gran revuelta Tuareg en Níger hasta 2007.

Finalizada aquella gracias en gran medida a la mediación argelina destaca de ella la labor diplomática de quien hoy es Primer Ministro, Ahmed Uyahia, ya entonces conocido como africanista durante su actividad previa en el Ministerio de Asuntos Exteriores antes de dedicarse a la política.


Pero como en Malí también aquí se cerró el conflicto en falso y desde entonces la llama de la rebelión ha permanecido encendida avivándose en momentos concretos. Uno de ellos fue en febrero de 2007, cuando un grupo armado Tuareg atacó una base militar en las montañas del Aïr dando nacimiento con ello al Movimiento Nigerino para la Justicia, que actualmente lidera Aghali Alambo. En todo este tiempo elementos Tuareg y militares se han combatido sin tregua ante el desconocimiento general del resto del mundo, provocando muertos y desplazados en el epicentro de los enfrentamientos ubicado en la región de Agadez. En junio de 2007 un vehículo del Ejército saltó por los aires al pisar una mina y los militares habrían degollado como represalia a tres notables Tuareg dando con ello lugar a un nueva espiral de violencia. En abril de 2008 los
rebeldes robaron un camión Toyota perteneciente a UNICEF que fue llevado a Malí para ser vendido, un buen ejemplo de los circuitos habituales de los tráficos ilícitos en la región. No hay que olvidar que los frutos del contrabando y de los robos que se producen dentro y fuera de la región pero que transitan por ella se desplazan a grandes distancias, desde Mauritania y Argelia en el oeste hasta Egipto y Sudán en el este, atravesando Malí, Níger y Chad.

A fines de junio de 2008 las tropas nigerinas apoyadas por un helicóptero artillado mataron a 17 rebeldes Tuareg obligando a parte de ellos a buscar refugio en Argelia. En paralelo a estos conflictos y a la implantación progresiva de células terroristas en la zona norte del país, la
explotación del uranio está alimentando la corrupción en este y su Primer Ministro se vio obligado a dimitir el pasado verano tras ser acusado de apropiarse de 237.000 dólares.

En Níger, como también en Malí, los rebeldes Tuareg alimentan su lucha con la venta de gasolina barata que traen desde Argelia aunque las autoridades de Niamey y de Bamako les acusan también –falsamente- de traficar con seres humanos, con drogas y con otros productos como el tabaco además de tener conexiones con la red combatiente Al Qaida en las Tierras del Magreb
Islámico (AQMI).

La injerencia yanqui y pro-occidental

Una de las prioridades actuales para los Gobiernos de la región y para los servicios de inteligencia pro-occidentales con intereses en la zona es, aparte de abortar el crecimiento de una zona de entrenamiento y de proyección de Al Qaeda en el Sahel, el alejar lo más posible a las
comunidades Tuareg de dicha influencia, así como tratar de frenar la expansión de predicadores musulmanes ajenos a la visión del Islam que ha prevalecido en la región durante siglos. Para llevar adelante esta tarea los intereses pro-occidentales en la region esperan contra con círculos
musulmanes moderados o colaboracionistas, considerados traidores por los combatientes yihadistas. En lo que a los aspectos sociales y económicos del problema respecta, autoridades de Niger y Mali consideraban como urgente poner en marcha proyectos de desarrollo que puedan alejar a las comunidades nómadas Tuareg de la explosiva influencia no sólo de los insurgents de AQMI sino también de los traficantes de todo tipo que ofrecen dinero fácil y actividades hoy por hoy más viables, y rentables, en esa difícil zona de paso.

Los países no africanos pero interesados en coordinar respuestas a los desafíos que tienen su epicentro en esta región respecta destacan, junto a los EEUU, los países europeos y la Unión Europea (UE) como tal. Tras la aprobación en principio, por el Consejo de Ministros de Justicia e
Interior (JAI) de la UE, de las propuestas del Coordinador Antiterrorista Gilles de Kerchove para dar asistencia técnica a los países magrebíes y sahelianos en la lucha antiterrorista se han incrementado los esfuerzos de los socios comunitarios para prevenir la radicalización. Por otro lado y en términos operativos, el esfuerzo estadounidense por entrenar y por facilitar el trabajo combinado de los ejércitos de la región se hizo evidente en estos ultimos dos años. La operación llevada a cabo a mediados de diciembre de 2008 por el Ejército de Malí en la región nororiental de su territorio, donde se encuentra con las fronteras de Argelia y de Níger, contando con el apoyo logístico de unidades de transporte aéreo argelino, es un claro ejemplo de ello. Esa iniciativa siguió al anuncio hecho público el pasado 16 de julio en Bamako, tras la visita de dos días de una delegación militar argelina encabezada por el General Mayor Amrani Ammar,
de la intención de ambos países de contribuir con patrullas mixtas en los 1.000 kilómetros de frontera común a la lucha contra dichas lacras. La idea ya desarrollada en lo que a la lucha contra la inmigración irregular respecta por la Guardia Civil española con la Gendarmería Real marroquí y con las Gendarmerías Nacionales de Mauritania y de Senegal (que ha ido
generando un auténtico genocidio a la vista de todo el mundo) permitiría “dotar de contenido” al Acuerdo de Cooperación Militar y Técnico firmado en diciembre de 2001 por Argelia y Malí y que podría servir de modelo en la región.

Ahora, el golpe militar en Niger, precisamente para derrocar a un presidente que había entendido que la guerra con los tuaregs no tenía sentido y que muchas de sus demandas eran lógica, ha mostrado una nueva cara del intervencionismo occidental en la región. Las espadas están otra vez en alto, y seguramente la guerrilla tuareg no va a aceptar mansamente
que quienes solo desean quedarse con el uranio que hay en sus tierras vuelvan a las andadas.

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