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lunes, abril 06, 2020

Breve recorrido por la historia de la lucha de los trabajadores andaluces

Movimiento obrero en Andalucía

La historia del movimiento obrero andaluz está irremediablemente unida a la historia de las organizaciones que levantaron los trabajadores en el resto del estado y con las que consiguieron arrancar los derechos sociales y laborales que hoy vemos peligrar. Son las mismas organizaciones que, bien venidas a menos o bien abocadas al diálogo y la concertación social, tenemos hoy en el terreno político y sindical. CNT, UGT, el PCE y CCOO que tras la Transición no volverán a ser las mismas.

Ana González
Diagonal

La Andalucía del siglo XIX y XX era, casi en su totalidad, una zona de explotación agrícola de grandes latifundios. A finales del siglo XIX la estructura social se dividía entre grandes terratenientes (principalmente pertenecientes a la nobleza, pero también parte de la alta burguesía que aprovechó la desamortización para comprar latifundios que pertenecían a la Iglesia), oligarcas financieros y comerciantes, una exigua clase media constituida por pequeños comerciantes, funcionarios y profesionales y, por último, la clase trabajadora, que estaba formada por las tres cuartas partes de la población.

Con esta estructura social, en Andalucía comienza a articularse el sistema de producción capitalista que tenderá, como ocurrió en el resto del mundo, a la explotación de los trabajadores y a la concentración de la propiedad en unas pocas manos. La clase obrera andaluza vivía bajo condiciones de sobreexplotación laboral, paro masivo estructural, miseria y hambre que dieron lugar a una primitiva conciencia de clase que terminó por protagonizar unas feroces luchas campesinas por la propiedad de las tierras (al grito de “la tierra para quien la trabaja”), el aumento de los salarios, la supresión de los destajos, la reducción de la jornada laboral y el contrato colectivo de obreros (que podría considerarse como la antesala de la negociación colectiva actual), entre otros.

Tras la crisis de 1917, en lo que los historiadores han convenido llamar el “trienio bolchevique”, se dio la mayor muestra de lucha de clases abierta, con una subida histórica de la afiliación sindical a la CNT y a la UGT y que se materializó en huelgas, manifestaciones, motines y revueltas que atravesaron de punta a punta el territorio andaluz, tanto en el campo como en la minería y las ciudades, lo que fue respondido con una violenta represión. En 1919 se declaró el estado de guerra en Córdoba, ardieron numerosos campos y llegó a intervenir el ejército en varias ocasiones. En este período el movimiento de los trabajadores conquistó el reconocimiento oficial de los sindicatos, un moderado aumento salarial y la ilegalización de los destajos. Esta situación de conflictividad social y de organización de los trabajadores hizo que la patronal tomara medidas para proteger sus intereses. Fortaleció el asociacionismo agrario patronal, que se consolidará totalmente tras la instauración de la II República, en la que conseguirán boicotear los intentos de reforma agraria. Apoyó los sindicatos mixtos católicos, sin aspiraciones revolucionarias, con el fin de neutralizar la influencia de las organizaciones socialistas y anarquistas. Y creó somatenes (grupos de civiles armados) que los protegiera a ellos y a sus tierras.

El golpe de estado de Primo de Rivera se llevó por delante gran parte de las conquistas obreras y sus organizaciones fueron ilegalizadas. La II República fue un período feroz para la lucha de clases. Con un grueso de trabajadores organizados y con la burguesía en el poder, la situación era de conflicto abierto. En Andalucía se desarrolló un proceso de colectivizaciones del campo a la luz de la Ley de arrendamientos colectivos de 1931, que culminaría en 1936 con la legalización de las ocupaciones, que otorgaban la propiedad de la tierra a quienes la trabajaban.

La burguesía terrateniente andaluza jugó un papel fundamental en el golpe de estado del 18 de Julio del 1936, que fue ampliamente recompensado durante la dictadura y volvió a sumir a los trabajadores en unas condiciones de vida infrahumanas, a los que no les quedó otra opción que emigrar. La situación era aún más dramática en el campo donde se estima que unos 700.000 campesinos andaluces tuvieron que marcharse del país en la década de los cincuenta y 1.000.000 más lo tuvo que hacer en los setenta.

Para entonces la clase obrera se estaba rearticulando. Organizaciones que fueron aplastadas por el franquismo, como los sindicatos UGT y CNT, apenas resistían de forma testimonial en el exilio, pero a mediados de los años sesenta las Comisiones Obreras ya se habían hecho fuertes dentro del sindicato vertical, que el régimen intentaba a toda costa reprimir. Para el final de la dictadura las bases del sindicato vertical eran obreras. En 1975 y 76 el nivel de huelgas, a pesar de estar prohibidas, era el más alto de Europa. Y la presión de los trabajadores en la calle posibilitó que las organizaciones que se habían levantado arrancaran los derechos y libertades que hoy vemos en peligro. Pero a su vez, implicó el cambio de las mismas. Los pactos de La Moncloa de 1977 supusieron cambiar el conflicto por la paz social (obviando las distinciones de clase) y las estrategias de lucha por el diálogo y la concertación social.

Bibliografía relacionada

Álvarez Junco, J.: El movimiento obrero en la historia de Cádiz, Cádiz, Diputación Provincial de Cádiz, 1988

Bernal, A.M.: La propiedad de la tierra y las luchas agrarias andaluzas, Barcelona, Ariel, 1974

González de molina, D. y Caro Cancela, D. (eds.): La utopía racional: estudios sobre movimiento obrero andaluz, Granada, Editorial Universidad de Granada, 2001

Martínez Foronda, A. (coord.): El sindicalismo en Andalucía: el franquismo y la transición democrática, Jaén, Universidad de jaén, 2009

Martínez Hernández, M. C.: La Sociedad Obrera Gremial - UGT de Pozoblanco: 1900-1936, Pozoblanco, Córdoba, Fundación para el Desarrollo de los Pueblos de Andalucía, 2006

Ramos Palomo, M. D.: Burgueses y proletarios malagueños: lucha de clases en la crisis de la Restauración (1914-1923), Córdoba, Ayuntamiento de Córdoba, 1991
Sánchez Jiménez, J.: El movimiento obrero en Andalucía, Madrid, ZYX, 1967

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