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sábado, febrero 01, 2025

Todas las guerras concluyen con negociaciones.

 

 Así terminará la guerra en Ucrania | Boletín 3 (2025)

Aisha Khalid e Imran Qureshi (Pakistán), Two Wings to Fly, Not One [Dos alas para volar, no una], 2017.

Queridas amigas y amigos,

Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.

El actual secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Mark Rutte, no es poeta. Como otros secretarios generales de la OTAN, es un político europeo mediocre a quien se le ha encargado dirigir esta institución para Estados Unidos (para ser justxs con Rutte, ha sido primer ministro de los Países Bajos durante 14 años, más como sobreviviente que como líder). Sin embargo, el 12 de diciembre de 2024, Rutte dió un discurso en el Concert Noble de Bruselas (Bélgica), un recinto reconstruido en 1873 por Leopoldo II, el rey bandolero que saqueó el Congo en tanto su único propietario entre 1885 y 1908. Este discurso se publicó posteriormente en el sitio web de la OTAN de una manera curiosa: como un poema en lugar de la habitual prosa burocrática. Aunque gran parte del texto es banal, hay cuatro estrofas que deseo compartir:

Desde Bruselas, se necesita un día para llegar a Ucrania.
Un día –
Así de cerca vuelan los drones iraníes.
Y no mucho más lejos, los soldados norcoreanos están luchando.
Cada día, esta guerra causa más devastación y muerte.
Cada semana, hay más de 10.000 muertxs o heridxs de todos los bandos en Ucrania.
Más de un millón de víctimas desde febrero de 2022.

….

Rusia, China, pero también Corea del Norte e Irán, se esfuerzan por debilitar a
Norteamérica y Europa.
Para socavar nuestra libertad.
Quieren remodelar el orden mundial.
No para crear uno más justo, sino para asegurar sus propias esferas de influencia.

Nos están poniendo a prueba.
Y el resto del mundo nos observa.

No, no estamos en guerra.
Pero tampoco estamos en paz.

…..

Y, por último, a lxs ciudadanxs de los países de la OTAN, especialmente en Europa, les digo: Díganles a sus bancos y fondos de pensiones que es sencillamente inaceptable que se nieguen a invertir en la industria de defensa.
La defensa no está en la misma categoría que las drogas ilícitas y la pornografía.
Invertir en defensa es invertir en nuestra seguridad.
Es una obligación.

…..

Hace una década, los aliados acordaron que ya era hora de volver a invertir en defensa.
El punto de referencia se fijó en el 2%.
Para 2023, los aliados de la OTAN acordaron invertir “al menos” un 2%.
Como mínimo… Les aseguro que vamos a necesitar mucho más del 2%.

Alexander Berdysheff (Georgia), Anticipation of Departure [Anticipación de la partida], 2024.

Rutte no escribió ningún poema semejante para Palestina o para Sudán, donde la devastación ha sido mucho mayor. Sólo para Ucrania, con varias evasivas y errores de hecho, en un momento en que en Europa no hay ganas de prolongar este conflicto. El poema de Rutte pide a los Estados de la OTAN, ya afectados por la austeridad, que aumenten su gasto en defensa hasta al menos el 2% de su Producto Interno Bruto (PIB). Donald Trump ya ha pedido elevar el umbral al 5%.

Desde Basta de Guerra Fría llega el boletín n° 16, que ofrece un claro análisis de la abrumadora oposición a la guerra de Ucrania tanto en el Sur Global como en Europa. Léanlo con atención, descárguenlo y compártanlo. La claridad de este texto se dirige directamente a la perorata de Rutte.

Desde el inicio de la guerra de Ucrania en 2022, los países del Sur Global, que incluye a la inmensa mayoría de la población mundial, se han opuesto a la política estadounidense hacia ese conflicto. Según una investigación reciente, sólo dos países del Sur Global han aplicado sanciones estadounidenses contra Rusia a causa de la guerra, y la India multiplicó por 10 sus importaciones de petróleo de Rusia durante el primer año de la guerra. Líderes del Sur Global, como el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa, afirmaron que detrás de la guerra estaba la política estadounidense de expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hacia Europa del Este.

Si bien, hasta hace poco, el apoyo a la guerra parecía firme en Estados Unidos y entre sus aliados europeos, esto está cambiando significativamente. La especulación mediática se ha centrado en la afirmación infundada de que Trump podría poner fin a la guerra en 24 horas. Sin embargo, mucho más sustancial es la evidencia de un cambio brusco en las actitudes populares hacia la guerra. Esto proporciona la base para la esperanza de poner fin al conflicto de forma permanente.

Gülsün Karamustafa (Turquía), Ventana, 1980.

La necesidad de restablecer los vínculos económicos en toda Europa

La primera presión que cambia la situación es económica. Por ejemplo, el 1 de enero de 2025 expiró un acuerdo quinquenal de tránsito de gas entre Rusia y Ucrania. Con ello, cesaron por completo las exportaciones de gas ruso a Europa a través de Ucrania y el gobierno ucraniano cerró los gasoductos que atraviesan su territorio. El éxito gradual de Estados Unidos en alcanzar su objetivo de décadas de cortar la exportación directa de gas ruso a Europa ha reducido el nivel de vida de la población europea, debido al alza de los precios de la energía. Simultáneamente, ha asestado un enorme golpe a la economía europea. Los shocks de precios derivados de la guerra se extendieron afectando también a muchas economías en desarrollo.

Las exportaciones de gas licuado estadounidense, de las que Europa depende ahora, son en promedio entre un 30 y un 40% más costosas que el gas ruso. Además, este gas natural licuado (GNL) se obtiene en su mayor parte mediante el devastador método de fracturación hidráulica y es transportado a Europa de forma igualmente poco ecológica, en enormes buques de transporte de GNL.

El inmenso daño económico causado a Europa ha creado ahora una creciente oposición a la guerra, sobre todo entre la clase trabajadora y los hogares en general. Cada vez más personas han comprendido que pagan dos veces por la guerra en Ucrania: sus impuestos financian los enormes esfuerzos de guerra y militarización y, al mismo tiempo, soportan el peso del aumento concomitante de los precios de la energía y las medidas de austeridad impuestas.

En Alemania, lxs dirigentes de los partidos democratacristianos, conservadores, socialdemócratas y otros partidos “de centro” aplicaron esas políticas impuestas por Estados Unidos, perjudicando así profundamente a sus propias economías y sociedades. Este tipo de complicidad ha definido el enfoque en la mayoría de los países europeos hasta hace poco y ha continuado a pesar de la inmensa impopularidad que generó para sus propios partidos. La inmensa mayoría de los partidos gobernantes en Europa son ahora tremendamente impopulares, y se ha producido un fuerte aumento de las fuerzas xenófobas y abiertamente neofascistas/fascistas. En Alemania y en el resto de Europa, hay un fuerte aumento del apoyo a los partidos que se oponen a la guerra. Últimamente, un número cada vez mayor de políticxs ha declarado abiertamente que es vital para la economía europea romper con esta desastrosa política estadounidense y reanudar el suministro directo de gas procedente de Rusia. Así mismo restablecer unas relaciones comerciales y de inversión normales con el Sur Global y los países BRICS, en particular China. El ex ministro de Finanzas alemán Oskar Lafontaine resumió este sentimiento diciendo que simplemente debería hacerse una llamada telefónica a Rusia para restablecer el suministro de gas.

Aubrey Williams (Guyana), Cosmic Storm [Tormenta de cósmica], 1977.

La OTAN no puede ganar la guerra en Ucrania

El segundo factor que está cambiando la opinión pública es que Estados Unidos y la OTAN están teniendo reveses en la guerra de Ucrania.

La expansión de la OTAN en Ucrania no es, por supuesto, el único ejemplo de agresión apoyada por Estados Unidos en la actual situación mundial. En particular, en Gaza, Israel y Estados Unidos pueden llevar a cabo masacres militares, atrocidades y políticas genocidas desenfrenadas contra el pueblo palestino y otros países de la región. En Europa, sin embargo, EE.UU. y sus aliados se enfrentan a Rusia, que dispone del ejército más poderoso del continente y de fuerzas nucleares esencialmente iguales a las de los Estados Unidos. Este último parece incapaz de ganar esta guerra por delegación. Sólo la intervención directa de las fuerzas militares de la OTAN, con el riesgo de una guerra nuclear mundial, podría revertir esta situación.

La prolongación de la guerra de Ucrania, que ha causado cientos de miles de víctimas, entre ellas miles de niñas y niños, y una devastación generalizada, ha provocado un brusco cambio en la opinión pública. En Ucrania, las encuestas indican ahora que el 52% de la población apoya la postura de que “Ucrania debería intentar negociar el fin de la guerra lo antes posible”. Sólo el 38% apoya la posición que afirma que “Ucrania debe seguir luchando hasta que gane la guerra”.

En la primera vuelta de las elecciones presidenciales celebradas en Rumanía en noviembre, después que Diana Șoșoacă, candidata contraria a la guerra, fuera excluida de las elecciones, Călin Georgescu, quien también se opone a la guerra, quedó en primer lugar. Las autoridades rumanas, con el apoyo de Estados Unidos, respondieron anulando las elecciones.

En diciembre de 2024, una encuesta de YouGov realizada en Alemania, Gran Bretaña, Francia, Italia, España, Suecia y Dinamarca mostró un fuerte aumento del apoyo a una solución negociada. En cuatro de estos países –Alemania, Francia, España e Italia– la postura de “fomentar un final negociado de los combates, aunque Rusia siga controlando algunas partes de Ucrania” tuvo más respaldo que la opinión de “apoyar a Ucrania hasta que Rusia se retire, aunque esto signifique que la guerra dure más tiempo”.

En EE.UU., solo el 23% de la población opina que “apoyar a Ucrania” debería ser una prioridad de la política exterior estadounidense.

María Cenobia Izquierdo Gutiérrez (México), Sueño y premonición, 1947.

La situación en Ucrania

El restablecimiento de lazos económicos normales y mutuamente beneficiosos en toda Europa es necesario para la economía de la región. No obstante, es sólo un primer paso para poner fin a la desastrosa guerra de Ucrania que el imperialismo estadounidense ha impuesto a Europa.

El esfuerzo de expansión de la OTAN está interrelacionado con la situación dentro de Ucrania, que cuenta con una gran minoría rusoparlante (en torno al 30% de la población) que es mayoritaria en el este y sureste del Estado. Las experiencias de países como Canadá y Bélgica confirman que los Estados bilingües sólo pueden mantenerse unidos si se garantizan estrictamente los derechos lingüísticos y de otro tipo de las distintas comunidades y se evitan políticas totalmente inaceptables para cualquiera de ellas.

Sin embargo, desde el golpe de Maidan de 2014, el Gobierno de Kiev, apoyado por Estados Unidos, se ha propuesto suprimir los derechos de la minoría rusoparlante. Como declaró la Comisión de Venecia del Consejo de Europa, a la que no se puede acusar en absoluto de ser prorrusa, “la actual Ley de Minorías Nacionales dista mucho de ofrecer garantías adecuadas para la protección de las minorías… muchas otras disposiciones que restringen el uso de las lenguas minoritarias ya están en vigor desde el 16 de julio de 2019”.

El intento de oprimir a la población rusoparlante y la cuestión de la adhesión de Ucrania a la OTAN son dos asuntos que deben resolverse para poner fin definitivamente a la guerra.

Misheck Masamvu (Zimbabue), Voodoo Astronaut [Astronauta voodoo], 2012.

Condiciones para el fin de la guerra en Ucrania

Europa debe realizar esfuerzos honestos y serios para terminar con la guerra de Ucrania. Apoyándose en una opinión pública que anhela la paz y el progreso y en un movimiento pacifista con un fuerte componente de trabajadorxs, las fuerzas sociales y políticas europeas tienen que promover las siguientes medidas para poner fin a la guerra en Ucrania:

  1. Iniciar negociaciones de paz sin condiciones previas.
  2. Exigir un alto al fuego.
  3. Oponerse a la adhesión de Ucrania a la OTAN.
  4. Reconocimiento de los derechos lingüísticos en toda Ucrania y de los derechos, incluida la autodeterminación, de la mayoría rusoparlante del este y sureste de Ucrania.
  5. Fin de la intervención de los países de la OTAN en la guerra de Ucrania, incluido el cese de todas las ventas de armas y el retiro de todo el personal militar y los instructores de Ucrania. El dinero ahorrado se utilizará para reforzar el gasto social y los servicios públicos.

La recuperación de Europa y del mundo de los desastrosos efectos de la política estadounidense en la región tardará un tiempo considerable. Detener definitivamente la guerra en Ucrania es un primer paso indispensable.

Bertina Lopes (Mozambique), Grido grande [Gran grito], 1970.

El camino trazado por Basta de Guerra Fría no es sólo lógico y humano: es también el único camino a seguir. Todas las guerras concluyen con negociaciones. Ésta también lo hará.

Cordialmente,

Vijay

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Tricontinental: Institute for Social Research · Shadipur · New Delhi 110008 · India

Frente a la arremetida imperialista, Cuba vencerá

 



Declaración del Gobierno Revolucionario


Arremete el presidente estadounidense Donald Trump contra Cuba desde el primer día y sin ningún pretexto. La decisión de restablecer las férreas medidas de guerra económica contra Cuba, que su predecesor eliminó solo días antes, es demostración de la agresividad del imperialismo estadounidense contra la soberanía, la paz y el bienestar de la población cubana. Entre ellas está la inclusión de nuestro país, nuevamente, en la lista arbitraria de Estados que supuestamente patrocinan el terrorismo, designación que evidencia un desprecio absoluto a la verdad.


Esto no sorprende. La declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores del 14 de enero ya advertía: “que el gobierno de ese país podría revertir en el futuro las medidas hoy adoptadas, como ha ocurrido en otras ocasiones y como muestra de la falta de legitimidad, ética, consistencia y razón de su conducta contra Cuba”. También afirmó que “los políticos estadounidenses no suelen detenerse en encontrar justificación…”. Así se gobierna en ese país.


Trump ha interpretado su llegada al poder como la coronación de un emperador. Su ambición abarca, solo para empezar, la conquista de Canadá, la usurpación de Groenlandia, el cambio de nombre del Golfo de México y el despojo a los panameños de su canal. La hegemónica Doctrina Monroe y el Destino Manifiesto, que a golpe de sangre y fuego se impusieron en América Latina y el Caribe, son la guía del nuevo equipo de gobierno.


A él se asocian los grupos y políticos que han hecho de la agresión a Cuba un modo de vida, han lucrado durante décadas del negocio anticubano y comparten hoy la embriaguez del nuevo mandatario. Todos tienen una alta responsabilidad en la difícil situación económica del país y en el aumento del flujo migratorio de Cuba hacia los Estados Unidos.


Este nuevo acto de agresión del gobierno de Estados Unidos contra el pueblo cubano muestra, una vez más, el objetivo verdadero, cruel, despiadado de estas y tantas otras medidas de cerco y asfixia, que con fines de dominación se aplican contra Cuba. Constituye la reacción de impotencia frente a la incapacidad de doblegar nuestra voluntad y ante el respeto, simpatía y apoyo que concita la Revolución entre los pueblos del mundo.


El bloqueo económico, su reforzamiento y las nuevas medidas agresivas continuarán pesando, con efecto muy dañino, sobre nuestra economía, el nivel de vida, las potencialidades de desarrollo y legítimos sueños de justicia y bienestar del pueblo cubano, como ha sido en los últimos años.


No nos van a desviar del rumbo socialista, del empeño en recuperar la economía, de fomentar la mayor solidaridad, creatividad, talento, espíritu de trabajo, y de defender como un bastión inexpugnable la libertad, la independencia, la soberanía y el privilegio de construir un futuro sin injerencia extranjera.


El pueblo de Cuba agradece las múltiples expresiones de respaldo y solidaridad recibidas de todas partes del mundo, de gobiernos, cubanos residentes en el exterior, parlamentos, organizaciones políticas, religiosas, sociales y de figuras políticas de Estados Unidos y de otros países.


Nadie debe llamarse a engaño. El pueblo cubano se expresó con clara determinación y fuerza en la marcha del pasado 20 de diciembre. Aquí prevalece la convicción de que CUBA VENCERÁ.


PATRIA O MUERTE, VENCEREMOS.


La Habana, 21 de enero de 2025

Declaración del 14 de Enero


“Lo que aprendimos en Ayotzinapa”: un poemario que refleja la lucha de los 43 normalistas

 un poemario que refleja la lucha de los 43 normalistas

Las ganancias del texto serán para la Asamblea Nacional Popular, donde padres y madres de los estudiantes organizan sus acciones en todo el país.


27 septiembre 2024


“Lo que aprendimos de Ayotzinapa” es más que un poemario que refleja la lucha de los 43 normalistas. Su autor, Anibal Malaparte, conjunta versos, fragmentos de manifiestos, análisis históricos y, principalmente, testimonios sobre las movilizaciones ocurridas tras la desaparición forzada de los jóvenes.


Por toda esa mezcla de pensamientos, su autor lo define como un collage. Incluye citas relacionadas a otras luchas sociales para mostrar que lo sucedido en Ayotzinapa es “uno más de los múltiples actos de lucha” que han existido.


La desaparición de los normalistas no es distinta a los crímenes del Estado cometidas durante las guerrillas del siglo XX. Todo está conectado en “el prisma de la lucha de clases”, expuso su autor.


El poemario-collage es un homenaje a los 43 normalistas de Ayotzinapa, un manifiesto, una “crítica a la crítica”, según cita sobre Marx el autor. También es un repase sobre datos historiográficos de las pugnas sociales. La referencia hacia el socialismo es imprescindible en el caso de los normalistas, ya que muchos estaban permeados por el marxismo-leninismo.




“Lo que aprendimos de Ayotzinapa”, de Anibal Malaparte. Creditos: Anibal Malaparte.

Para él, un libro debe tener varios objetivos. El suyo, es un acto de conciencia, de reclamo y protesta, así como un intento por exponer un hecho de nuestro pasado reciente a las nuevas generaciones.


Es por eso que las ganancias del texto serán para la Asamblea Nacional Popular, donde madres y padres de los normalistas desaparecidos coordinan acciones generales de lucha. Las personas interesadas, pueden adquirir el libro con Mandrágora Ediciones.


Los motivos del poemario


La desaparición de los normalistas ocurrió cuando Anibal Malaparte tenía 22 años. Para ese mes de septiembre del 2014, cursaba su primer semestre en la facultad de Historia, en la Universidad Veracruzana. También formaba parte de la Juventud Comunista de México. Con sus compañeros, planeaban acciones rumbo al 2 de Octubre para conmemorar la matanza de Tlatelolco.


Como un militante adolescente, pensó que era una “represión más, dentro de lo que estamos acostumbrados”. Una levantada, una calentadita y que aparecieran días después, caminando de regreso a sus comunidades.



A Anibal le pasó lo mismo un 15 de septiembre del 2012, tras participar en manifestaciones en Veracruz contra el triunfo de Enrique Peña Nieto como presidente. Lo detuvieron agentes de Arturo Bermúdez el otrora todo poderoso titular de la Policía Estatal de Veracruz, durante el gobierno de Javier Duarte. El oscuro jefe de seguridad fue detenido en febrero del 2017, acusado por abuso de autoridad, tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito.


La gente del “carnicero de Duarte” simuló una ejecución con Anibal y poco después lo arrojaron a las afueras de Xalapa. Caminó durante horas hasta que pudo encontrar un teléfono.


Creyó que lo mismo sucedería con los normalistas, siendo una de las prácticas más comunes del Estado contra disidentes. Pasaron los días hasta que todos comprendieron la magnitud de la Noche de Iguala.


El nacimiento de “Lo que aprendimos de Ayotzinapa”


Anibal Malaparte indicó que la idea del libro surgió durante la pandemia de COVID-19. Trabajaba de medio tiempo como asistente académico. Las tardes transcurrían pegándole al saco de box, bebiendo cerveza y mirando “animes viejitos”.

Tras escribir un primer poemario, finalmente decidió hacer “Lo que aprendimos de Ayotzinapa” durante el 2023.

Su formación como historiador le permitió reconstruir testimonios, mismo que son pieza fundamental de su libro. A diferencia de otros textos sobre la Noche de Iguala, Anibal Malaparte optó por enfocarse en el oportunismo que mosqueó a todo el movimiento que buscaba justicia.


Identificó a personas en todas las manifestaciones del país que dieron información sobre sus participantes, obteniendo beneficios, ya sea por voluntad propia o por temor al Estado que se concentró en encubrir la desaparición.


Unos terminaron como policías de alto rango; otros recibieron becas o trabajan en instancias gubernamentales con “sueldazos”, según explicó el autor.


Indicó que los principales oportunistas fueron aquellos que ahora forman parte del oficialismo. En Xalapa, los “pejistas” llegaban a las manifestaciones solo para tomarse la foto, retirándose inmediatamente.

Para él, Morena fue quien más se benefició de las manifestaciones, pues Andrés Manuel López Obrador prometió solucionar el caso si llegaba al gobierno.

Anibal Malaparte consideró que esperar justicia de un partido como Morena “no tiene mucho sentido”. El partido es “simplemente una forma de gestión capitalista diferente a como es el PRI o es el PAN”.


Esperar que Morena traiga verdad y justicia, castigando a uno de los aparatos más represivos del Estado (Ejército), me parece risible. Muchos lo dijimos en su momento.”

Unidad Comunista rechaza las amenazas de Trump y su camarilla

 

Este 20 de enero de 2025 dio inicio un segundo periodo de Donald Trump al frente del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, la potencia imperialista por excelencia.

Con el cambio de gobierno, al poder de los Estados Unidos arriba una camarilla de oligarcas que se caracteriza por pertenecer a la ultra derecha supremacista, racista y más agresiva, que ya ha dejado ver sus intenciones hacia los pueblos del mundo, con efectos devastadores para los trabajadores, incluso para la clase obrera de los propios Estados Unidos, especialmente para los migrantes que han llegado a Norteamérica en forma “ilegal”.

Trump y su camarilla asumen el poder en un momento en que los Estados Unidos atraviesa por una profunda crisis económica, política y social que amenaza con desaparecer para siempre el dominio del imperio norteamericano. 


Esta crisis se manifiesta en el hecho de que los Estados Unidos pierden terreno en la arena internacional; los países agrupados en los BRICS en su conjunto tienen una economía superior a la Unión Europea y también mayor a la que representan los países que se integran en el Tratado México, Estados Unidos y Canadá (TMEC); en el plano militar también han perdido la hegemonía, pues los ejércitos conjuntos de Rusia y China, son capaces de hacer frente a la política belicista de los norteamericanos. 


Por otra parte, son cada vez más los pueblos que se niegan a estar sometidos a los designios imperialistas, en América Latina, aunque con diferencias, contradicciones e inconsistencias, solamente cuatro países tienen gobiernos que se someten a la política de los monopolios internacionales y sus organismos financieros.


Para tratar de revertir la situación, Trump, haciendo uso de un lenguaje ultra nacionalista, chovinista , supremacista y racista amenaza con intervenir en todas las naciones que considera que le es necesario para devolver a los Estados Unidos su carácter de súper potencia, capaz de someter a sus intereses a todos los pueblos del mundo, con la finalidad de saquearlos y descargar en ellos la crisis que está llevando a la quiebra a cientos de empresas que han sido víctimas del propio desarrollo del capitalismo en su fase imperialista.


De esta manera, desde que salió triunfante de las elecciones de noviembre de 2024, Trump ha lanzado una serie de amenazas: 


1. A Dinamarca la amenaza con arrebatarle Groenlandia, un inmenso territorio rico en recursos naturales, fundamentalmente de los minerales necesarios para la nueva industria electrónica, pero sobretodo es un territorio estratégico para el movimiento internacional de mercancías y para la dominación militar.


2. A Panamá la amenaza con arrebatarle el canal interoceánico. A Cuba y a Venezuela con endurecer el bloqueo e incluso con intervenir militarmente para derrocar a sus legítimos gobiernos.


3. A los BRICS, fundamentalmente a China, con una guerra económica sin precedentes.


4. A Canadá al igual que a nuestro país con imponer exorbitantes aranceles con la finalidad de “evitar que los productos chinos entren por nuestras fronteras al mercado norteamericano”.


5. En lo referente a México, para poder intervenir directamente en el país, Trump y sus funcionarios insisten en calificar a los narcotraficantes como organizaciones terroristas, lo que constituye un riesgo inminente para nuestra soberanía.


6. También somos amenazados con devolver a millones de compatriotas a fin de provocar problemas al gobierno progresista de la Cuarta Transformación.


Ante estas amenazas, Unidad Comunista, federación integrada por el Partido Comunista, el Partido de los Comunistas Mexicanos, el Frente de Escuelas Democráticas Febrero 25 y el Partido Popular Socialista de México, así como las organizaciones que se adhieren al presente documento, rechaza enérgicamente los planes de sometimiento por parte del gobierno de Trump.


Rechazamos las amenazas de Trump y su camarilla a nuestro país.

Rechazamos la política de intervención militar de los Estados Unidos en el mundo.


Exigimos al gobierno de Claudia Sheinbaum tome las medidas necesarias para la defensa de la soberanía nacional, por ejemplo, abandonando el tratado de libre comercio que cede nuestra soberanía a los monopolios de los Estados Unidos. Al mismo tiempo condenamos las voces de la derecha mexicana que traicionan a la Patria y que incluso piden la división de nuestro país para facilitar la anexión de parte de nuestro territorio a los Estados Unidos.


Llamamos al pueblo de México, a organizarse para la defensa de la patria y a sus organizaciones a estar alertas para la movilización y hacer fracasar los planes imperialistas de los Estados Unidos.


A los pueblos de América Latina y del mundo les llamamos a hacer frente común frente a las amenazas a la paz mundial y al bienestar de los pueblos.


México, 20 de enero de 2025.


Partido Comunista 

Tel 55 4177 0049


Partido de los Comunistas Mexicanos 

Tel 86 6183 1252

Frente de Escuelas Democráticas Febrero 25 Tel 55 3941 9584

Partido Popular Socialista de México 

Tel 33 1451 5429




Sí, la URSS fue un éxito económico.

 

Respuesta a Juan R. Rallo.

Respuesta

En dos artículos, el profesor Rallo intentó demostrar el fracaso económico de la Unión Soviética. 

Juan Manuel Rallo.

El estudio de los datos, sin embargo, demuestra justo lo contrario.
profesor Juan Ramón Rallo escribió dos artículos en el año del centenario de la Revolución Rusa de 1917 en los que pretendía demostrar que la Unión Soviética no fue un éxito económico a pesar de que, como él mismo reconocía, el crecimiento anual promedio de la renta per cápita en ese país (2.4%) fue superior al de los Estados Unidos (2%) y al de la media de los países del mundo (1.9%), entre los años 1916 y 19891. 

Según el profesor Rallo, estos datos serían engañosos, en primer lugar, porque el crecimiento del PIB per cápita en la URSS fue similar al que hubo durante las décadas previas a la Revolución y, por lo tanto, dicho crecimiento no podría atribuirse a la organización económica socialista y/o debería considerarse de una magnitud “normal”. Además, dice, el crecimiento económico de la URSS fue inferior al que experimentaron otros países que partían de los mismos niveles de desarrollo y, incluso asumiendo que la organización económica socialista no hubiese sido un fracaso, tendía a él; de forma que la economía soviética estaba condenada al colapso en el momento en que se agotasen las reservas de recursos que permitían sostener el crecimiento de manera extensiva.

Sorprendidos por una falta de rigor poco habitual en el profesor Rallo, en esta réplica nos proponemos señalar los fallos analíticos que existen en sus artículos para evidenciar que, cuando se corrigen, las conclusiones del economista liberal son equivocadas. Por lo tanto, no vamos a discutir sus cifras, simplemente vamos a estudiarlas detenidamente y a facilitar algunas más. Pensamos que, así, el lector podrá tener una idea más acorde con la realidad de lo que fue la economía soviética, y sacar sus propias conclusiones a partir de información menos tendenciosa de la que nos presenta el profesor liberal.

Como decíamos más arriba, el artículo de Juan Ramón Rallo empieza explicando que “el zarismo (...) logró entre 1890 y 1913 un crecimiento per cápita análogo al conseguido por la 'exquisita' planificación central industrializadora de la URSS” y concluye que “el crecimiento de la URSS durante las últimas décadas previas a la revolución no fue tan distinto del crecimiento experimentado por la propia URSS a lo largo de toda su historia”. Aunque el profesor no explicita de qué manera nos sirven estos datos para demostrar que la URSS no fue un éxito económico, sus afirmaciones nos dan a entender que el crecimiento de la URSS fue moderado y/o que dicho crecimiento habría sido consecuencia, no tanto de la política soviética, sino de elementos independientes de ella, como pueden ser las dotaciones de recursos naturales, la posición geográfica, el desarrollo cultural o incluso las políticas de terceros países o del régimen zarista anterior.

Que el ritmo de crecimiento de la URSS fuese similar al que existió durante las décadas previas a su creación no nos permite concluir que dicho ritmo no fuese la consecuencia de las políticas soviéticas
Lo segundo es claramente falso: que el ritmo de crecimiento de la URSS fuese similar al que existió durante las décadas previas a su creación no nos permite concluir que dicho ritmo no fuese la consecuencia de las políticas soviéticas. Y es que es un hecho bien sabido en la ciencia económica que los elementos naturales y culturales -aquellos que podemos pensar que se mantuvieron inalterados en ambos períodos- tienen una influencia escasa sobre el ritmo de crecimiento de las naciones (véase, por ejemplo, Acemoglu y Robinson, 2012). 

Además, los otros elementos ajenos a la política soviética que podrían haber influido en el crecimiento económico -las políticas de gobiernos anteriores o de terceros países- acostumbran a cambiar radicalmente en rangos de años relativamente cortos por lo que es difícil pensar que su influencia se mantuviera inalterada a lo largo de los más de 70 años de existencia de la URSS, y los 20 años previos que considera el profesor.

De hecho, precisamente porque existen y cambian de dirección las fuerzas ajenas a la política nacional que influyen sobre el ritmo de crecimiento de los países, es importante que las comparaciones entre períodos se hagan analizando lapsos temporales lo más largos posible y de similar magnitud2. De esta manera, los impactos positivos y negativos de dichas fuerzas se compensan entre ellos y podemos captar con mayor claridad el impacto de las políticas nacionales sobre el crecimiento de cada país. En este sentido, el profesor Rallo hace bien de tomar en consideración los más de 70 años de existencia de la URSS para analizar el impacto de las políticas socialistas sobre la economía de ese país. Sin embargo, este período lo compara con un período de 20 años que, además, coincide históricamente con una época de bonanza para la economía zarista.

La economía soviética creció a un ritmo (2.4% anual) claramente superior al que crecía la economía del régimen zarista anterior (1.5% anual)
Esto último se reconoce en uno de los estudios a los que el propio profesor Rallo hace referencia en su primer artículo, en el que, además, se ofrecen datos del crecimiento económico de los territorios de la (futura) URSS desde 1861-1863 hasta 1911-1913. El profesor Rallo podría haber usado estos datos para extender el período presoviético bajo consideración y ofrecer una comparación un poco más aceptable entre lapsos temporales de similar longitud. Pero no lo hizo, posiblemente, porque se habría visto obligado a reconocer que la economía soviética creció a un ritmo (2.4% anual) claramente superior al que crecía la economía del régimen zarista anterior (1.5% anual).

Así, dado que la comparación histórica -cuando se hace con criterios científicos- no permite demostrar su tesis y que, de hecho, la contradice, el profesor Rallo explica que “comparar los logros económicos del zarismo con los de la URSS no resulta del todo adecuado” y nos propone comparar el crecimiento económico soviético con el de otros países durante el mismo lapso temporal. Así, Juan Ramón Rallo nos informa sobre el crecimiento económico anual medio, entre 1916 y 1989, de Singapur (3%), Hong-Kong (3.4%), Grecia (2.8%), Portugal (2.8%) y Japón (3.4%). La selección de la muestra, sin embargo, es sesgada una vez más. En primer lugar, porque todos estos países tienen un volumen de población varias veces inferior al de la URSS y por eso, como reconoce el profesor liberal, son de difícil comparación 3. Pero, además, también es sesgada porque todos ellos disfrutaron de condiciones especialmente favorables durante el siglo XX que permiten explicar en buena medida el gran crecimiento experimentado en sus economías.

Singapur, Hong-Kong y Portugal, se vieron nada o poco afectados por la Segunda Guerra Mundial, y aunque Grecia y Japón tuvieron pérdidas económicas notables, recibieron cantidades ingentes de recursos por parte de los Estados Unidos en el marco del Plan Marshall, en el primer caso, y de la lucha contra Corea del Norte (y la influencia china) en el segundo. La URSS, en cambio, fue uno de los países más castigados económicamente durante la Segunda Guerra Mundial pero no recibió ninguna ayuda de los Estados Unidos para su reconstrucción.

Además de esto, ninguno de los países con los que el profesor compara a la URSS padeció un conflicto de la magnitud de la Guerra Civil Rusa de 1920, que supuso una caída de la riqueza per cápita del país de alrededor de un 60%. Juan Ramón Rallo conoce la crudeza de la Guerra y él mismo expone los datos que acabamos de dar4. Sin embargo, sorprendentemente (o ya no tanto), decide ignorar estos hechos a la hora de comparar la evolución del PIB soviético con la de los otros países. Si, en cambio, los tomamos en consideración y analizamos la evolución del PIB per cápita soviético después de 1923 hasta 1991 (año de la disolución de la URSS) podemos comprobar que el crecimiento anual medio fue del 3.5% (y del 3.8% si analizamos hasta 1989, cuando empieza la desintegración de la URSS).

Es probable que los países con los que comparamos la economía soviética también padecieran impactos negativos de elementos que escapaban al control directo de sus gobernantes y no los estemos teniendo en cuenta en nuestra corrección. Precisamente por eso, la comparación de las economías de cinco países no nos sirven para determinar si uno de ellos tuvo un crecimiento económico elevado o no. De hecho, aunque Singapur, Grecia y Portugal se encuentren entre los 4 países con un menor crecimiento de los que el profesor analiza, no tendría sentido decir que el crecimiento económico de estos países no fue de una gran magnitud. Y esto es porque los estamos comparando con los países del mundo que tuvieron un mayor crecimiento, cuando la inmensa mayoría de ellos (unos 150 países) experimentaron un crecimiento inferior.

Si en lugar de seleccionar a los mejores países del mundo, comparamos el crecimiento de la economía soviética con el crecimiento de las economías del resto de países del mundo, podemos comprobar que la URSS se encuentra en el top 5 de países del mundo, muy por encima de la media mundial y, según los años que analicemos, como hemos visto, podría incluso ser el campeón mundial.  Por todo esto, la experiencia soviética fue un éxito económico que no se puede discutir con los datos que tenemos actualmente a nuestra disposición.

En el segundo de sus artículos, el profesor Rallo no discute si el crecimiento económico soviético fue elevado o reducido, sino, en primer lugar, si fue a costa del bienestar de su población y, en segundo lugar, si estaba condenado al fracaso. Para demostrar el primero de sus puntos, el profesor Rallo aporta algunos datos sobre el peso del consumo en el PIB5. Más concretamente, el economista liberal explica que “antes de la revolución socialista (...) entre el 60-70% de toda la producción industrial se orientaba al consumo, a partir del stalinismo ese porcentaje llegó a descender incluso por debajo del 30%”. Aunque el profesor lo expone como un ejemplo de la maldad bolchevique, es consciente de que esta evolución responde a la Ley de Engel, establecida en 1857 y bien conocida por cualquier economista, y por eso se ve obligado a reconocer que “algo parecido a esto, claro, también sucede en las economías capitalistas”; pero entonces agrega que en las últimas, esto sucede “en mucha menor medida” ya que “el peso de la inversión en el PIB suele ubicarse entre el 15-20%, mientras que en la URSS llegó a copar casi el 35%”.

Más allá de lo inaceptable que resulta comparar un rango de datos medios y sesgados a la baja (el peso medio de la inversión en el PIB en los países de la UE-28 y en los EUA desde los años 50 es del 20%, aproximadamente) con valores extremos (“llegó a copar”), es importante reconocer que estos datos nos dicen bien poco sobre el nivel de vida de la población. Y es que, como es bien sabido, que la inversión tenga un peso elevado en el PIB, y que éste aumente drásticamente, no necesariamente se tiene que traducir en un progreso inferior de las condiciones de vida de la población porque el crecimiento de la riqueza que se consigue con dicha inversión puede permitir que el monto absoluto dedicado a bienes de consumo incremente indefinidamente y a gran velocidad. Quizá por eso, la única referencia con la que el profesor defiende su argumento es una investigación de una fundación norteamericana del año 84 en la que no se citan las fuentes que utilizan y prácticamente no se dan datos concretos que vayan más allá de las observaciones y las apreciaciones subjetivas de los autores.

Cierto es que la medición de los “estándares de vida” es tarea difícil. Sin embargo, distintos investigadores han intentado estimarlos mediante el análisis de archivos médicos en los que constan las tasas de mortalidad, la altura de la población o la ingesta de calorías; variables que expresan, más allá de las particularidades culturales del consumo de cada sociedad, la capacidad de la población de vivir con comodidad. En ellos se confirma sistemáticamente el éxito de la experiencia soviética en términos de calidad de vida (véanse, por ejemplo, Wheatcroft y las referencias que constan allí). Y, aunque es verdad que las decisiones políticas que llevaron a esas mejoras no se dieron en un sistema político plenamente democrático, no podemos pensar, como hace el profesor Rallo, que dichas decisiones no serían las escogidas por la ciudadanía -y que, por lo tanto, la misma experiencia no podría darse bajo un modelo de socialismo democrático-, ni tampoco que las decisiones económicas que tomamos las personas en el sistema capitalista sí son completamente libres y voluntarias, ya que las desigualdades económicas condicionan la capacidad de informarse, decidir, influir y actuar de cada cual en el sistema actual.

En cualquier caso, toda la discusión precedente carecería de sentido si pudiésemos demostrar que el desarrollo económico socialista estaba condenado irremediablemente al fracaso. Esto es lo que afirma el profesor Rallo argumentando que “invertir continuamente en bienes de capital [como se hizo en la URSS] no permite conseguir un crecimiento ilimitado” porque “si el número de bienes de capital aumenta pero el número de trabajadores no lo hace, la productividad de los nuevos bienes de capital tenderá a caer. Por ejemplo, si un empleado a duras penas puede manejar diez máquinas distintas, proporcionarle más maquinaria no logrará incrementar sustancialmente la producción nacional”.

Sin embargo, aunque el profesor Rallo no lo explicita, el razonamiento anterior sólo tiene sentido si ignoramos la existencia de progreso técnico; ya que, en caso contrario, deberíamos considerar que los bienes de capital puedan cambiar su forma y su naturaleza para adaptarse al número de trabajadores que los han de manejar, ampliando sin límites las posibilidades de crecer. Esto último es, de hecho, lo que ocurre normalmente y por eso los países con las mayores rentas per cápita del mundo son también los que tienen un mayor stock de capital por trabajador y por unidad de output es decir, que son aquellos que han acumulado más capital, con independencia de la fuerza laboral de la que disponga el país.

Es difícil imaginar que en la URSS se destinaran recursos a la producción de bienes inútiles que los trabajadores no podían utilizar, en lugar de usar esos recursos para adaptar y mejorar los bienes existentes a las condiciones de uso imperantes en cada momento y lugar. Pero supongamos, como hace el profesor sin aportar ningún dato, que el progreso técnico soviético hubiese sido escaso. Entonces todavía sería necesario explicar de qué manera fue posible un crecimiento económico, si no milagroso, sí relevante, durante, por lo menos, 50 años -cuando, de acuerdo con su tesis, la tendencia al estancamiento debería haber aparecido desde el primer momento en que desapareciese la mejora técnica junto a la implantación de la planificación-.

Preveyendo esta crítica, el profesor Rallo explica que “la URSS consiguió evitar la aparición de rendimientos decrecientes del capital gracias a la existencia de un “ejército industrial de reserva” que podía movilizar a discreción para incrementar la fuerza laboral en la industria (especialmente, a través del traslado de trabajadores desde el campo a la ciudad y logrando la incorporación de la mujer al mercado laboral), pero a comienzos de los 70 esa bolsa de trabajadores desapareció y, por tanto, seguir aumentando dotación de bienes de capital dejó de impulsar tanto el crecimiento”. Sin embargo, una vez más, no aporta ni un solo dato y no lo hace, probablemente, porque no puede.

Una mirada a la distribución de la población soviética indica que en el año 1970 un 38% de la población residía en zonas rurales, en 1979 lo hacía un 31% y en 1989 un 27%. En esos mismos años, en los Estados Unidos, vivían en zonas rurales un 26.4%, un 26.3% y un 22%, respectivamente. En la actualidad, en los Estados Unidos y en Europa, esta cifra se encuentra alrededor del 20%, por lo que hay que convenir que en la URSS existía un margen importante para el traslado de población rural a las áreas urbanas y que el estancamiento económico no fue por la falta de un “ejército rural de reserva”. Respecto a la incorporación de la mujer al mercado laboral, el análisis de los datos nos lleva a las mismas conclusiones: la alta participación laboral de las mujeres era una característica de la economía soviética desde, por lo menos, los años 50, en la que esta tasa era de era del 80% y se mantuvo estable alrededor de ese valor hasta la disolución de la URSS, por lo que tampoco es posible explicar el estancamiento económico como resultado de la falta de mano de obra femenina.

Por lo tanto, el estancamiento económico
de la URSS no era una consecuencia inevitable de su modelo de crecimiento sino que fue, como han explicado perfectamente Roger Keeran y Thomas Keeny (2010).el resultado de las reformas económicas capitalistas que, junto a la corrupción inherente al totalitarismo, impidieron una planificación económica solvente. En consecuencia, el modelo económico socialista fue una experiencia de éxito que permitió el progreso económico de la URSS en un tiempo y magnitud récord. Lo único que hay que rechazar, entonces, es la falta de democracia en el ámbito político; pero la intervención del mercado y elel control de la inversión se mostraron, durante esos años, como mecanismos efectivos para el crecimiento de la riqueza de la nación y, por lo tanto, nos da pistas sobre cómo regular la economía para que sirva realmente para la mejora de las condiciones de vida de la mayoría de la población.

Este artículo ha sido publicado originalmente en Catarsi Magazin en catalán.
1.Las fuentes que usa Juan Ramón Rallo (Maddison Project) pueden encontrarse actualizadas para el año 2020 (sin cambios relevantes respecto a los ofrecidos por el profesor Rallo) aquí,donde, además de visualizarlos online, es posible descargarlos en formato csv.

2 Un ejemplo actual de los problemas de hacer comparativas de corto plazo lo encontraríamos si afirmásemos que las políticas económicas de Zapatero (crecimiento anual medio del PIB per cápita del 0.7%) fueron mejores que las de Rajoy (crecimiento anual medio del PIB per cápitadel -0.05%), sin tener en cuenta que el segundo se enfrentó a una situación económica internacional mucho más complicada que el primero.
profesor reconoce que esto puede ser problemático en los casos de Singapur, Hong-Kong, Grecia y Portugal pero nos dice que este problema no aplica a Japón a pesar de que en 1913 tenía una población equivalente a un tercio, aproximadamente, de la que vivía en la URSS.


3.El lo hace para “demostrar” la maldad de la Revolución Bolchevique, sin pensar que el coste económico de las guerras no puede ser un criterio suficiente para determinar su conveniencia o la falta de ella. Y es que, de hecho, para Europa también habría sido más económico dejar que Alemania e Italia invadieran los demás países europeos en lugar de declararles la guerra a estos estados, pero nadie en su sano juicio defenderá que por este motivo debamos considerar equivocada la decisión de los aliados.


También ofrece un par de ejemplos que no van más allá de la anécdota y la caricatura. Concretamente, el profesor intenta que una crisis alimentaria de dos años en una región concreta de la URSS sea representativa de la capacidad económica de un país

4 veces más grande y que mantuvo políticas socialistas durante más de 50 años; y también intenta que los hábitos de vida de la población urbana soviética, que habitaba viviendas compartidas, represente la falta de acceso a la vivienda, sin tener en cuenta los metros cuadrados que se compartían, el número de miembros de las familias o la jerarquización entre bienes de consumo que podría provocar, como sucedería si estudiásemos la falta de camas en los países asiáticos, que se prefiriera el consumo de otros bienes antes que una vivienda individual.
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