La traición de UGT no debe ser el fin de la lucha, sino un recordatorio de la necesidad de un sindicalismo combativo y de clase.
Por Ernesto Vílchez | 27/06/2025
En un nuevo capítulo de deslealtad hacia la clase trabajadora, el sindicato UGT ha firmado un preacuerdo con la Federación de Empresarios del Metal de Cádiz (Femca) que desactiva la huelga indefinida del sector del metal, que este viernes 27 de junio alcanzaba su quinto día de lucha. Esta maniobra sucia, lejos de ser un avance para los 31.000 trabajadores afectados, representa una capitulación vergonzosa ante los intereses de la patronal, consolidando un convenio que perpetúa la precariedad y las desigualdades laborales. La decisión de UGT no solo traiciona la voluntad de las plantillas, que mayoritariamente rechazaron un preacuerdo previo, sino que pone en evidencia el papel de la burocracia sindical como un freno a las aspiraciones de los trabajadores y una herramienta al servicio del capital.
Un preacuerdo que consolida la explotación
El preacuerdo firmado entre UGT y Femca, anunciado este viernes tras largas jornadas de negociación en el Consejo Andaluz de Relaciones Laborales (CARL), incluye medidas que, lejos de responder a las demandas históricas de los trabajadores del metal, refuerzan las condiciones de precariedad. Entre los puntos más criticados está la vigencia del convenio hasta 2032, un periodo excesivamente largo que ata de pies y manos a los trabajadores, limitando su capacidad de negociación futura. Además, el acuerdo contempla contratos de acceso para nuevos trabajadores con un salario base del 75% durante 18 meses, una medida que institucionaliza la desigualdad salarial y precariza aún más a las nuevas generaciones.
La recuperación del plus de tóxico penoso, perdido en 2012, se presenta como un logro, pero su implementación gradual hasta 2032 diluye su impacto y no compensa la pérdida de poder adquisitivo sufrida en los últimos años. Mientras los trabajadores exigían subidas salariales acordes al IPC, la regulación de contratos fijos discontinuos, mejoras en las condiciones de seguridad y la subrogación de las empresas auxiliares, el preacuerdo de UGT se queda en promesas vagas y migajas que no resuelven los problemas estructurales del sector.
Como señaló la Coordinadora de Trabajadores del Metal (CTM), este convenio podría ser “el peor de los últimos 40 años”, especialmente en un contexto de alta carga de trabajo que debería haber fortalecido la posición negociadora de los obreros.
La resistencia obrera traicionada
La huelga indefinida, iniciada el 23 de junio, fue una respuesta contundente a la intransigencia de la patronal y a la falta de avances en las negociaciones tras 18 meses de estancamiento. Los trabajadores del metal, que abarcan desde talleres mecánicos hasta las empresas auxiliares de gigantes como Navantia, Airbus y Acerinox, llenaron las calles de Cádiz y el Campo de Gibraltar con protestas, cortes de carreteras y piquetes. A pesar de la represión policial, que dejó 12 detenidos, incluidas escenas de violencia en Puerto Real y Cádiz capital, la lucha se mantuvo firme, con marchas que agradecían el apoyo de la ciudadanía. Sin embargo, la decisión de UGT de firmar este preacuerdo, sin el respaldo de CCOO, CGT ni CTM, y desoyendo el rechazo de las asambleas de trabajadores, ha sido un golpe devastador.
Las plantillas, especialmente en la Bahía de Cádiz, dejaron claro su descontento con el primer preacuerdo del 23 de junio, que no fue ratificado por la falta de apoyo mayoritario. En lugar de respetar esta decisión y fortalecer la huelga, UGT optó por negociar a espaldas de los trabajadores, priorizando la “paz social” con la patronal sobre las demandas legítimas de la clase obrera.
La burocracia sindical al servicio del capital
La actuación de UGT en este conflicto no es un hecho aislado, sino un ejemplo más del colaboracionismo de las cúpulas sindicales con los intereses empresariales. Alaboración con la patronal. Históricamente, UGT y CCOO han actuado como frenos de las luchas obreras, diluyendo su potencial revolucionario en favor de acuerdos que benefician al capital. En este caso, UGT ha demostrado una vez más su alineación con el poder, desactivando una huelga que tenía el potencial de arrancar mejoras significativas para los trabajadores del metal.
La indignación entre los trabajadores es palpable. Como expresó CGT, “la traición de UGT y el descafeinamiento de CCOO” han dejado a los obreros solos en su lucha por un convenio justo. La CTM ha denunciado que el preacuerdo “no cambia la situación de precariedad, peligrosidad e inestabilidad laboral” que enfrentan los trabajadores, mientras que las protestas en las calles continúan, mostrando que la voluntad de lucha sigue viva a pesar de la desmovilización promovida por UGT.
Un llamado a la resistencia
La traición de UGT no debe ser el fin de la lucha, sino un recordatorio de la necesidad de un sindicalismo combativo y de clase. Los trabajadores del metal de Cádiz han demostrado su fuerza y determinación, enfrentándose a la represión policial y a las maniobras de la burocracia sindical. Organizaciones como CGT y CTM, junto con las asambleas de trabajadores, deben redoblar esfuerzos para mantener la presión sobre la patronal y exigir un convenio que verdaderamente garantice derechos laborales, salarios dignos y condiciones seguras.
La lucha del metal en Cádiz es la lucha de toda la clase trabajadora contra un sistema que prioriza los beneficios empresariales sobre la dignidad humana. Es hora de construir un movimiento obrero unificado, libre de las ataduras de los sindicatos domesticados, que represente fielmente los intereses de los trabajadores. La dignidad no se negocia, y los trabajadores de Cádiz lo saben.
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