V.I.Lenin-1914
1. ¿QUE ES LA AUTODETERMINACIÓN DE LAS NACIONES?
Es natural que esta cuestión se plantee ante todo cuando se intenta examinar de un modo marxista la llamadaautodeterminación. ¿Qué hay que entender por ella? ¿Deberemos buscar la respuesta en definicionesjurídicas, deducidas de toda clase de "conceptos generales" de derecho? ¿O bien hay que buscar la respuestaen el estudio histórico-económico de los movimientos nacionales?No es de extrañar que a los señores Semkovski, Libman y Yurkévich no se les haya pasado siquiera por lasmientes plantear esta cuestión, saliendo del paso con simples risas burlonas sobre la "falta de claridad" delprograma marxista y no sabiendo siquiera, por lo visto, en su simpleza, que de la autodeterminación de lasnaciones habla no sólo el programa ruso de 1903, sino también la decisión del Congreso Internacional deLondres de 1896 (ya hablaremos detalladamente de ello en su lugar).
Mucho más extraño es que RosaLuxemburgo, que tanto declama sobre el supuesto carácter abstracto y metafísico del citado apartado, hayaincurrido ella misma precisamente en este pecado de lo abstracto y metafísico. Precisamente RosaLuxemburgo es quien viene a caer constantemente en disquisiciones generales sobre la autodeterminación(hasta llegar incluso a una elucubración del todo divertida sobre el modo de conocer la voluntad de unanación), sin plantear en parte alguna de un modo claro y preciso la cuestión de si la esencia del asunto estáen las definiciones jurídicas o en la experiencia de los movimientos nacionales del mundo entero.
El plantear de una manera precisa esta cuestión, que es inevitable para un marxista, hubiera deshecho en elacto los nueve décimos de los argumentos de Rosa Luxemburgo. No es la primera vez que surgen en Rusiamovimientos nacionales, y no sólo a ella son inherente
En todo el mundo, la época del triunfo definitivodel capitalismo sobre el feudalismo estuvo ligada a movimientos nacionales. La base económica de esosmovimientos estriba en que, para la victoria completa de la producción mercantil, es necesario queterritorios con población de un solo idioma adquieran cohesión estatal, quedando eliminados cuantosobstáculos se opongan al desarrollo de ese idioma y a su consolidación en la literatura
La lengua es elmedio esencial de comunicación entre los hombres; la unidad de idioma y su libre desarrollo es una de lascondiciones más importantes de una circulación mercantil realmente libre y amplia, que responda alcapitalismo moderno, de una agrupación libre y amplia de la población en todas las diversas clases; es, porúltimo, la condición de una estrecha ligazón del mercado con todo propietario, grande o pequeño, con todovendedor y comprador.
Por ello, la tendencia de todo movimiento nacional es formar Estados nacionales, que son los que mejorresponden a estas exigencias del capitalismo moderno. Impulsan a ello los factores económicos másprofundos, y para toda la Europa Occidental, es más, para todo el mundo civilizado, el Estado nacional espor ello lo típico, lo normal en el periodo capitalista.
Por consiguiente, si queremos entender lo que significa la autodeterminación de las naciones, sin jugar adefiniciones jurídicas ni "inventar" definiciones abstractas, sino examinando las condicioneshistórico-económicas de los movimientos nacionales, llegaremos inevitablemente a la conclusión siguiente:por autodeterminación de las naciones se entiende su separación estatal de las colectividades denacionalidad extraña, es decir, la formación de un Estado nacional independiente.
Más abajo veremos aún otras razones por las que sería erróneo entender por derecho a la autodeterminacióntodo lo que no sea el derecho a una existencia estatal separada. Pero ahora debemos pararnos a analizarcómo ha intentado Rosa Luxemburgo "deshacerse" de la inevitable conclusión sobre las profundas baseseconómicas en que descansan las tendencias a la formación de Estados nacionales.
Rosa Luxemburgo conoce perfectamente el folleto de Kautsky: Nacionalidad e internacionalidad(suplemento de Neue Zeit, Nº 1, 1907-1908; traducido al ruso en la revista Naúchnaya Mysl, Riga,1908). Sabe que Kautsky2, después de examinar detalladamente en el apartado 4 del folleto el problema delEstado nacional, llegó a la conclusión de que Otto Bauer "subestima la fuerza de la tendencia a la creaciónde un Estado nacional" (pág. 23 del folleto citado). Rosa Luxemburgo misma cita las palabras de Kautsky:"El Estado nacional es la forma de Estado que mejor responde a las condiciones modernas" (es decir, a lascondiciones capitalistas civilizadas, económicamente progresivas, a diferencia de las condicionesmedievales, precapitalistas, etc.), "es la forma en que el Estado puede cumplir con mayor facilidad sustareas" (es decir, las tareas de un desarrollo más libre, más amplio y más rápido del capitalismo).
A esto hayque añadir además la observación final de Kautsky, más exacta aún: los Estados de composición abigarradaen el sentido nacional (los titulados Estados de nacionalidades, a diferencia de los Estados nacionales) son"siempre Estados cuya estructuración interna, por estas o las otras razones, ha resultado anormal o se hadesarrollado poco" (atrasada). De suyo se entiende que Kautsky habla de anormalidad exclusivamente en elsentido de no corresponder a lo más adecuado a las exigencias del capitalismo en desarrollo.
Cabe preguntar ahora cuál ha sido la actitud de Rosa Luxemburgo ante estas conclusioneshistórico-económicas de Kautsky. ¿Son justas o son erróneas? ¿Quién tiene razón: Kautsky, con su teoríahistórico-económica, o Bauer, cuya teoría es, en el fondo, psicológica? ¿Qué relación guarda el indudable"oportunismo nacional" de Bauer, su defensa de una autonomía cultural-nacional, sus apasionamientosnacionalistas ("la acentuación del factor nacional en ciertos puntos", como ha dicho Kautsky), su "enormeexageración del factor nacional y su completo olvido del factor internacional" (Kautsky), con susubestimación de la fuerza que entraña la tendencia a crear un Estado nacional?Rosa Luxemburgo no ha planteado siquiera esta cuestión.
No ha notado esta relación. No ha reflexionadosobre el conjunto de las concepciones teóricas de Bauer. Ni siquiera ha opuesto en la cuestión nacional lateoría histórico-económica a la psicológica.
Se ha limitado a las siguientes observaciones contra Kautsky:"...Ese Estado nacional "más perfecto" no es sino una abstracción, fácilmente susceptible de serdesarrollada y defendida teóricamente, pero que no corresponde a la realidad" (PrzegldSocialdemokratyczny, 1908, Nº 6, pág. 499).Y para confirmar esta declaración categórica, sigue razonando: el desarrollo de las grandes potenciascapitalistas y el imperialismo hacen ilusorio el "derecho a la autodeterminación" de los pequeños pueblos.¡"¿Puede acaso hablarse seriamente -exclama Rosa Luxemburgo- de la "autodeterminación" de losmontenegrinos, búlgaros, rumanos, servios, griegos, y, en parte, incluso de los suizos, formalmenteindependientes, cuya independencia misma es producto de la lucha política y del juego diplomático del"concierto europeo"?"! (pág. 500).
Lo que mejor responde a las condiciones "no es el Estado nacional, comosupone Kautsky, sino el Estado de rapiña". E inserta unas cuantas decenas de cifras sobre las proporcionesde las colonias que pertenecen a Inglaterra, a Francia, etc.¡Leyendo semejantes razonamientos no puede uno por menos de asombrarse de la capacidad de la autora deno saber distinguir las cosas! Enseñar a Kautsky, dándose aire de, importancia, que los pequeños Estadosdependen económicamente de los grandes; que los Estados burgueses luchan entre sí por el sometimientorapaz de otras naciones; que existe el imperialismo; que existen las colonias: todo esto son elucubracionesridículas, infantiles, porque todo esto no tiene la menor relación con el asunto.
No sólo los pequeñosEstados, sino que también Rusia, por ejemplo, dependen por entero, en el sentido económico, de la potenciadel capital financiero imperialista de los países burgueses "ricos". No sólo los Estados balcánicos, Estadosen miniatura, sino también la América del siglo XIX ha sido, económicamente, una colonia de Europa,según ha dicho ya Marx en El Capital. Todo esto lo sabe perfectamente Kautsky, como cualquier marxista,pero nada de ello viene a cuento en la cuestión de los movimientos nacionales y del Estado nacional.
El problema de la autodeterminación política de las naciones en la sociedad burguesa, de su independenciaestatal, lo sustituye Rosa Luxemburgo por el de su autonomía e independencia económicas. Esto es taninteligente como si una persona, tratando de la reivindicación programática que exige la supremacía del parlamento, es decir, de la asamblea de representantes populares, en el Estado burgués, se pusiera a exponersu convicción, plenamente justa, de la supremacía del gran capital, bajo cualquier régimen, en un paísburgués.
No cabe duda de que la mayor parte de Asia, la parte más poblada del mundo, se halla en situación ya decolonias de las "grandes potencias", ya de Estados extremadamente dependientes y oprimidos en el sentidonacional. Pero ¿acaso esta circunstancia de todos conocida hace vacilar en lo más mínimo el hechoindiscutible de que, en la misma Asia, sólo en el Japón, es decir, sólo en un Estado nacional independiente,se han creado condiciones para el desarrollo más completo de la producción mercantil, para el crecimientomás libre, amplio y rápido del capitalismo? Este Estado es burgués y, por ello, ha empezado a oprimir élmismo a otras naciones y a esclavizar colonias; no sabemos si, antes de la bancarrota del capitalismo, Asiatendrá tiempo de estructurarse en un sistema de Estados nacionales independientes, a semejanza de Europa.
Pero queda como hecho indiscutible que el capitalismo, tras despertar a Asia, ha provocado también allí entodas partes movimientos nacionales, que estos movimientos tienden a crear en Asia Estados nacionales, yque precisamente tales Estados son los que aseguran las condiciones más favorables para el desarrollo delcapitalismo.
El ejemplo de Asia habla a favor de Kautsky, contra Rosa Luxemburgo.El ejemplo de los Estados balcánicos habla también contra ella, porque cualquiera puede ver ahora queprecisamente a medida que se crean en esa península Estados nacionales independientes, van apareciendo enella las condiciones más favorables para el desarrollo del capitalismo.
Por consiguiente, el ejemplo de toda la humanidad civilizada avanzada, el ejemplo de los Balcanes y elejemplo de Asia demuestran, a pesar de Rosa Luxemburgo, la absoluta justeza de la tesis de Kautsky: elEstado nacional es regla y "norma" del capitalismo, el Estado abigarrado en el sentido nacional es atraso oexcepción. Desde el punto de vista de las relaciones nacionales, el Estado nacional es el que ofrece, sin dudaalguna, las condiciones más favorables para el desarrollo del capitalismo. Lo cual no quiere decir,naturalmente, que semejante Estado, sobre la base de las relaciones burguesas, pueda excluir la explotacióny la opresión de las naciones.
Quiere decir tan sólo que los marxistas no pueden perder de vista lospoderosos factores económicos que originan la tendencia a crear Estados nacionales. Quiere decir que "laautodeterminación de las naciones", en el programa de los marxistas, no puede tener, desde el punto de vistahistórico-económico, otra significación que la autodeterminación política, la independencia estatal, laformación de un Estado nacional.
Más abajo hablaremos detalladamente de las condiciones que se exigen, desde el punto de vista marxista, esdecir, desde el punto de vista proletario de clase, para apoyar la reivindicación democrático-burguesa del"Estado nacional". Ahora nos limitamos a definir el concepto de "autodeterminación", y sólo debemosseñalar que Rosa Luxemburgo conoce el contenido de este concepto ("Estado nacional"), mientras que suspartidarios oportunistas, los Libman, los Semkovski, los Yurkévich, ¡no saben ni eso!(2) Al preparar en 1916 la reedición del articulo, Lenin insertó en este lugar la siguiente nota: "Rogamos alos lectores que no olviden que Kautsky fue hasta 1909, cuando publicó su magnífico folleto El camino alpoder, enemigo del oportunismo, defensor del cual se hizo en 1910-1911 y, muy decididamente, en1914-1916".2.
PLANTEAMIENTO HISTÓRICO CONCRETO DE LACUESTIÓN
La teoría marxista exige de un modo absoluto que, para analizar cualquier problema social, se le encuadredentro de un marco histórico determinado, y después, si se trata de un solo país (por ejemplo, de programanacional para un país determinado) que se tengan en cuenta las particularidades concretas que distinguen aeste país de los demás dentro del marco de una misma época histórica.¿Qué significa este requisito absoluto del marxismo aplicado a nuestro problema?
Ante todo significa que es necesario distinguir rigurosamente dos épocas del capitalismo, radicalmentedistintas desde el punto de vista de los movimientos nacionales. Por una parte, es la época de la bancarrotadel feudalismo y del absolutismo, la época en que se constituyen la sociedad y el Estadodemocrático-burgueses, en que los movimientos nacionales adquieren por vez primera el carácter demovimientos de masas, incorporando de uno u otro modo a todas las clases de la población a la política pormedio de la prensa, de su participación en instituciones representativas, etc.
Por otra parte, presenciamos unaépoca en que los Estados capitalistas están completamente estructurados, con un régimen constitucionalhace mucho tiempo establecido, con un antagonismo muy desarrollado entre el proletariado y la burguesía,una época que puede llamarse víspera del hundimiento del capitalismo.Lo típico de la primera época es el despertar de los movimientos nacionales, el hecho de que se incorporen aellos los campesinos, como el sector de la población más numeroso y más "difícil de mover", en relacióncon la lucha por la libertad política en general y por los derechos de la nacionalidad en particular.
Para lasegunda época, lo típico es la ausencia de movimientos democrático-burgueses de masas, cuando elcapitalismo desarrollado, aproximando y amalgamando cada vez más las naciones, ya plenamenteincorporadas al intercambio comercial, pone en primer plano el antagonismo entre el capitalinternacionalmente fundido y el movimiento obrero internacional.Naturalmente, una y otra época no están separadas entre sí por una muralla, sino ligadas por numerososeslabones de transición, distinguiéndose, además, los diversos países por la rapidez del desarrollo nacional,por la composición nacional de su población, por su distribución etc., etc.
No puede ni hablarse de que losmarxistas de un país determinado procedan a elaborar el programa nacional sin tener en cuenta todas estascondiciones históricas generales y condiciones estatales concretas.Aquí es justamente donde tropezamos con el punto más débil en los razonamientos de Rosa Luxemburgo.Con extraordinario celo adorna su articulo con un cúmulo de palabrejas "fuertes" contra el § 9 de nuestroprograma, declarándolo "demasiado general", "cliché", "frase metafísica", etc., etc.
Era natural esperar queuna escritora que condena en forma tan excelente la metafísica (en sentido marxista, es decir, laantidialéctica) y las abstracciones vacías, nos diera ejemplo de un análisis concretamente histórico delproblema. Se trata del programa nacional de los marxistas de un país determinado, Rusia, de una épocadeterminada, los comienzos del siglo XX. Es de suponer que Rosa Luxemburgo plantee la cuestión acercadé qué época histórica atraviesa Rusia, cuáles son las particularidades concretas de la cuestión nacional y delos movimientos nacionales del país dado y en la época dada.
¡Absolutamente nada dice sobre ello Rosa Luxemburgo! ¡No encontraréis en Rosa Luxemburgo ni sombrade análisis de cómo se plantea la cuestión nacional en Rusia en la época histórica presente, cuáles son lasparticularidades de Rusia en ese sentido!Se nos dice que la cuestión nacional se plantea en los Balcanes de un modo distinto que en Irlanda; queMarx emitía tal y cual juicio sobre los movimientos nacionales polaco y checo en las condiciones concretasde 1848 (una página de citas de Marx); que Engels emitía tal y cual juicio sobre la lucha de los cantonesforestales de Suiza contra Austria y la batalla de Morgarten, que tuvo lugar en 1315 (una página de citas deEngels con el correspondiente comentario de Kautsky); que Lassalle consideraba reaccionaria la guerracampesina de Alemania en el siglo XVI, etc.
No puede decirse que estas observaciones y estas citas brillen por su novedad, pero en todo caso, al lector leresulta interesante volver a recordar una y otra vez cómo precisamente abordaban Marx, Engels y Lassalle elanálisis de problemas históricos concretos de diversos países. Y volviendo a leer las instructivas citas deMarx y de Engels, se ve con particular nitidez la ridícula situación en que se ha colocado a sí misma RosaLuxemburgo. Severa y elocuentemente, predica la necesidad de un análisis histórico y concreto de lacuestión nacional en distintos países y épocas diferentes, y ella misma no hace ni el más mínimo intento dedeterminar cuál es la fase histórica de desarrollo del capitalismo por la que atraviesa Rusia en los comienzosdel siglo XX, cuáles son las particularidades de la cuestión nacional en este país. Rosa Luxemburgo aduceejemplos de cómo han analizado otros la cuestión al modo marxista, como para subrayar así deliberadamente cuán a menudo está el camino del infierno empedrado de buenas intenciones y se encubre de con buenos consejos el no querer o no saber utilizarlos en la práctica.He aquí una de las instructivas confrontaciones.
Alzándose contra la consigna de independencia de Polonia,Rosa Luxemburgo se refiere a un trabajo suyo de 1898, que demostraba el rápido "desarrollo industrial dePolonia", con la salida de los productos manufacturados a Rusia. Ni que decir tiene que absolutamente nadase deduce de esto sobre el problema del derecho a la autodeterminación, que esto sólo demuestra que hadesaparecido la vieja Polonia señorial, etc.
Pero Rosa Luxemburgo, de un modo imperceptible, pasaconstantemente a la conclusión de que, entre los factores que ligan a Rusia con Polonia, predominan ya en laactualidad los factores puramente económicos de las relaciones capitalistas modernas.Pero he aquí que nuestra Rosa pasa al problema de la autonomía y -aunque su artículo se titula "La cuestiónnacional y la autonomía" en general-, comienza por demostrar que el reino de Polonia tiene un derechoexclusivo a la autonomía (véase sobre este punto Prosveschenie, 1913, Nº 12).
Para corroborar el derecho dePolonia a la autonomía, Rosa Luxemburgo caracteriza el régimen estatal de Rusia por indicios,evidentemente, económicos, políticos, etnológicos y sociológicos, por un conjunto de rasgos que, en suma,dan el concepto de "despotismo asiático" (Nº 12 de Przegld, pág 137).De todos es sabido que semejante régimen estatal tiene una solidez muy grande cuando, en la economía delpaís de que se trate, predominan rasgos absolutamente patriarcales, precapitalistas y un desarrolloinsignificante de la economía mercantil y de la diferenciación de clases.
Pero si en un país donde el régimenestatal se distingue por un carácter acusadamente precapitalista, existe una región nacionalmente delimitada,con un rápido desarrollo del capitalismo, resulta que cuanto más rápido sea ese desarrollo capitalista, tantomás fuerte será la contradicción entre este desarrollo y el régimen estatal precapitalista, tanto más probableque la región avanzada se separe del resto del país, al que no la ligan los lazos del "capitalismo moderno",sino los de un "despotismo asiático".
De modo que Rosa Luxemburgo no ha atado en absoluto los cabos, ni siquiera en lo que se refiere a laestructura social del poder en Rusia con relación a la Polonia burguesa, y en cuanto a las particularidadeshistóricas concretas de los movimientos nacionales en Rusia, ni siquiera plantea este problemaY en este problema es donde debemos detenernos.3.
LAS PARTICULARIDADES CONCRETAS DE LA CUESTIÓNNACIONAL EN RUSIA Y LA TRANSFORMACIÓNDEMOCRÁTICO-BURGUESA DE ÉSTA"
...A pesar de lo elástico que es el principio del "derecho de las naciones a la autodeterminación",que es el más puro lugar común, siendo, evidentemente, aplicable por igual no sólo a los pueblos quehabitan en Rusia, sino también a las naciones que viven en Alemania y en Austria, en Suiza y enSuecia, en América y en Australia, no lo encontramos ni en un solo programa de los partidossocialistas contemporáneos..." (Nº 6 de Przegld, pág. 483).Así escribe Rosa Luxemburgo al comienzo de su cruzada contra el § 9 del programa marxista.Atribuyéndonos a nosotros una interpretación de este punto del programa como "el más puro lugar común",Rosa Luxemburgo misma incurre precisamente en este pecado, al declarar con divertida osadía que estepunto es, "evidentemente, aplicable por igual" a Rusia, Alemania, etc.Lo evidente -contestaremos nosotros- es que Rosa Luxemburgo ha decidido ofrecer en su artículo unacolección de errores lógicos, que servirían como ejercicios para los estudiantes de bachillerato. Porque laandanada de Rosa Luxemburgo es un completo absurdo y una mofa del planteamiento histórico concreto dela cuestión.
Si no se interpreta el programa marxista de un modo infantil, sino a la manera marxista, no es nada difícilpercatarse de que se refiere a los movimientos nacionales democrático-burgueses. Siendo así -y así es, sinduda alguna-, se deduce "evidentemente" que ese programa concierne "en general", como "lugar común",etc., a todos los casos de movimientos nacionales democrático-burgueses.
No menos evidente sería tambiénpara Rosa Luxemburgo, de haberío pensado lo más mínimo, la conclusión de que nuestro programa serefiere tan sólo a los casos en que existe tal movimiento.Si Rosa Luxemburgo hubiera reflexionado sobre estas consideraciones evidentes, habría visto sin esfuerzosparticulares qué absurdo ha dicho. Acusándonos a nosotros de proponer un "lugar común", aduce contranosotros el argumento de que no se habla de autodeterminación de las naciones en el programa de los paísesdonde no hay movimientos nacionales democrático-burgueses.
¡Un argumento muy inteligente!La comparación del desarrollo político y económico de distintos países, así como de sus programasmarxistas, tiene enorme importancia desde el punto de vista del marxismo, pues son indudables tanto lanaturaleza común capitalista de los Estados contemporáneos, como la ley general de su desarrollo. Pero hayque saber hacer semejante comparación.
La condición elemental para ello es poner en claro la cuestión de sison comparables las épocas históricas del desarrollo de los países que se comparan. Por ejemplo, sóloperfectos ignorantes (como el príncipe E. Trubetskói en Rússkaya Mysl) pueden "comparar" el programaagrario de los marxistas de Rusia con los de la Europa Occidental, pues nuestro programa da una solución alproblema de la transformación agraria democrático-burguesa, de la cual ni siquiera se habla en los países deOccidente.Lo mismo puede decirse por lo que se refiere a la cuestión nacional. En la mayoría de los países occidentaleshace ya mucho tiempo que está resuelta.
Es ridículo buscar en los programas de Occidente solución aproblemas que no existen. Rosa Luxemburgo ha perdido de vista aquí precisamente lo que tiene másimportancia: la diferencia entre países que hace tiempo han terminado las transformacionesdemocrático-burguesas y países que no las han terminado.Todo el quid está en esa diferencia.
El desconocimiento completo de esa diferencia es lo que convierte ellarguísimo artículo de Rosa Luxemburgo en un cúmulo de lugares comunes vacíos y sin contenido.En la Europa Occidental, continental, la época de las revoluciones democrático-burguesas abarca unintervalo de tiempo bastante determinado, aproximadamente de 1789 a 1871. Esta fue precisamente la épocade los movimientos nacionales y de la creación de los Estados nacionales. Terminada esta época, la EuropaOccidental había cristalizado en un sistema de Estados burgueses, que, además, eran, como norma, Estadosnacionalmente homogéneos.
Por eso, buscar ahora el derecho a la autodeterminación en los programas delos socialistas de la Europa Occidental significa no comprender el abecé del marxismo.En la Europa Oriental y en Asia, la época de las revoluciones de Rusia, Persia, Turquía y China, las guerrasen los Balcanes: tal es la cadena de los acontecimientos mundiales ocurridos en nuestra época en nuestro"Oriente". Y en esta cadena de acontecimientos únicamente un ciego puede dejar de ver el despertar de todauna serie de movimientos nacionales democrático-burgueses, de tendencias a crear Estados independientesen el sentido nacional, y nacionalmente homogéneos.
Precisamente y sólo porque Rusia, juntamente con lospaíses vecinos, atraviesa por esa época, necesitamos nosotros en nuestro programa un punto sobre el derechode las naciones a la autodeterminación.Pero veamos unos cuantos renglones más del pasaje antes citado del artículo de Rosa Luxemburgo:"... En particular -dice-, el programa de un partido que actúa en un Estado de composición nacionalextraordinariamente abigarrada y para el que la cuestión nacional desempeña un papel de primerorden -el programa de la socialdemocracia austríaca- no contiene el principio del derecho de lasnaciones a la autodeterminación". (Lugar cit.).De modo que se quiere persuadir al lector "en particular" con el ejemplo de Austria. Veamos, desde el puntode vista histórico concreto, si en este ejemplo hay mucho de razonable.
En primer lugar, hacemos la pregunta fundamental de si se ha llevado a término la revolucióndemocrático-burguesa. En Austria, empezó en el año 1848 y terminó en el 1867. Desde entonces, hace casimedio siglo que rige allí una Constitución, en líneas generales, burguesa, y sobre cuya base actúa legalmenteun partido obrero legal.Por eso en las condiciones interiores del desarrollo de Austria (es decir, desde el punto de vista deldesarrollo del capitalismo en Austria en general y en sus diversas naciones en particular) no hay factores queden lugar a saltos, una de cuyas circunstancias concomitantes puede ser la formación de Estados nacionalesindependientes. Al suponer con su comparación que Rusia se encuentra, sobre este punto, en condicionesanálogas, no sólo admite Rosa Luxemburgo una hipótesis radicalmente falsa, antihistórica, sino que sedesliza involuntariamente hacia el liquidacionismo.
En segundo lugar, tiene una importancia singularmente grande la correlación entre las nacionalidades,totalmente diferente en Austria y en Rusia, en lo que toca al problema que nos ocupa. No sólo ha sido,Austria, durante largo tiempo, un Estado en que predominaban los alemanes, sino que los alemanes deAustria pretendían a la hegemonía en la nación alemana en general. Esta 'pretensión', como quizá tenga abien recordar Rosa Luxemburgo (que tanta aversión parece sentir contra los lugares comunes, los clichés, lasabstracciones. ..), la deshizo la guerra de 1866.
La nación dominante en Austria, la alemana, quedó fuera delos confines del Estado alemán independiente, definitivamente formado hacia 1871. De otro lado, el intentode los húngaros de crear un Estado nacional independiente habla fracasado ya en 1849, bajo los golpes delejército feudal ruso.Así pues, se ha creado una situación extraordinariamente peculiar: ¡los húngaros, y tras ellos los checos, notienden a separarse de Austria, sino a mantener la integridad de Austria, precisamente en interés de laindependencia nacional, que podría ser totalmente aplastada por vecinos más rapaces y más fuertes! Envirtud de esta situación peculiar, Austria ha tomado la estructura de un Estado bicéntrico (dual) y ahora seestá convirtiendo en tricéntrico (triple: alemanes, húngaros y eslavos).
¿Sucede en Rusia algo parecido? ¿Aspiran en Rusia los "alógenos" a unirse con los grandes rusos bajo laamenaza de una opresión nacional peor?Basta hacer esta pregunta para ver hasta qué punto es absurda, rutinaria y fruto de la ignorancia lacomparación entre Rusia y Austria en cuanto a la autodeterminación de las naciones.Las condiciones peculiares de Rusia, en lo que toca a la cuestión nacional, son precisamente lo contrario delo que hemos visto en Austria.
Rusia es un Estado con un centro nacional único, ruso. Los rusos ocupan ungigantesco territorio compacto, ascendiendo su número aproximadamente a 70 millones. La peculiaridad deeste Estado nacional reside, en primer lugar, en que los "alógenos" (que en conjunto constituyen la mayoríade la población, el 57%) pueblan precisamente la periferia; en segundo lugar, en el hecho de que la opresiónde estos alógenos es mucho más fuerte que en los países vecinos (incluso no tan sólo en los europeos); entercer lugar, en que hay toda una serie de casos en que las nacionalidades oprimidas que viven en la periferiatienen compatriotas del otro lado de la frontera, y estos últimos gozan de mayor independencia nacional(hasta recordar aunque sólo sea en las fronteras occidental y meridional del Estado a finlandeses, suecos,polacos, ucranianos y rumanos); en cuarto lugar, en que el desarrollo del capitalismo y el nivel general decultura son con frecuencia más altos en la periferia "alógena" que en el centro del Estado.
Por último,precisamente en los Estados asiáticos vecinos, presenciamos el comienzo de un periodo de revolucionesburguesas y de movimientos nacionales, que comprenden en parte a las nacionalidades afines dentro de lasfronteras de Rusia.Así, pues, son precisamente las peculiaridades históricas concretas de la cuestión nacional en Rusia, las quehacen entre nosotros especialmente urgente el reconocimiento del derecho de las naciones a laautodeterminación en la época que atravesamos.
Por lo demás, incluso en el sentido puramente del hecho, es errónea la afirmación de Rosa Luxemburgo deque en el programa de los socialdemócratas austríacos no figura el reconocimiento del derecho de lasnaciones a la autodeterminación. Basta abrir las actas del Congreso de Brünn [Brno], en el que se aprobó el programa nacional, para ver allí las declaraciones del socialdemócrata ruteno Gankévich, en nombre de todala delegación ucraniana (rutena) (pág. 85 de las actas), y del socialdemócrata polaco Reger, en nombre detoda la delegación polaca (pág. 108), diciendo que los socialdemócratas austríacos de las dos nacionesindicadas incluían entre sus aspiraciones la de la unificación nacional, de la libertad e independencia de suspueblos.
Por consiguiente, la socialdemocracia austríaca, sin propugnar directamente en su programa elderecho de las naciones a la autodeterminación, transige plenamente, al mismo tiempo, con que ciertossectores del partido presenten reivindicaciones de independencia nacional. ¡De hecho, esto justamentesignifica, como es natural, reconocer el derecho de las naciones a la autodeterminación! De modo que lareferencia de Rosa Luxemburgo a Austria habla en todos los sentidos contra ella.
4. EL "PRACTICISMO" EN LA CUESTIÓN NACIONAL
Los oportunistas, con celo singular, han hecho suyo el argumento de Rosa Luxemburgo de que el § 9 denuestro programa no contiene nada "práctico". Rosa Luxemburgo está tan entusiasmada con este argumento,que encontramos a veces en su artículo ocho veces, en una misma página, la repetición de esa "consigna".El § 9 "no da -dice ella- ninguna indicación práctica para la política cotidiana del proletariado, ningunasolución práctica de los problemas nacionales".Analicemos este argumento, que otras veces se formula de tal modo, de que el § 9 o no expresaabsolutamente nada, u obliga a apoyar todas las aspiraciones nacionales.¿Qué significa la reivindicación del "practicismo" en la cuestión nacional?O bien un apoyo a todas las aspiraciones nacionales; o el contestar: "sí o no" al problema de la separación decada nación; o, en general, la "posibilidad de realización" inmediata de las reivindicaciones nacionales.Examinemos todos estos tres sentidos posibles de la reivindicación del "practicismo".
La burguesía, que naturalmente actúa en los comienzos de todo movimiento nacional como fuerzahegemónica (dirigente) del mismo, llama labor práctica a la prestación de apoyo a todas las aspiracionesnacionales. Pero la política del proletariado en la cuestión nacional (como en las demás cuestiones) sóloapoya a la burguesía en una dirección determinada, pero nunca coincide con su política. La clase obrera sóloapoya a la burguesía en interés de la paz nacional (que la burguesía no puede dar plenamente y que sólo esrealizable en la medida de una completa democratización), en interés de la igualdad de derechos, en interésde una situación más favorable para la lucha de clases.
Por eso, precisamente contra el practicismo de laburguesía, los proletarios propugnan una política de principios en la cuestión nacional, apoyando siempre ala burguesía sólo condicionalmente. En la cuestión nacional, toda burguesía desea o privilegios para sunación, o ventajas exclusivas para ésta; precisamente esto es lo que se llama "práctico". El proletariado estáen contra de toda clase de privilegios, en contra de todo exclusivismo. Exigirle "practicismo" significa ir aremolque de la burguesía, caer en el oportunismo.¿Contestar "sí o no" en lo que se refiere a la separación de cada nación? Parece una reivindicaciónsumamente "práctica".
Pero, en realidad, es absurda, teóricamente metafísica, y en la práctica conduce asubordinar al proletariado a la política de la burguesía. La burguesía coloca siempre en primer plano susreivindicaciones nacionales. Y las plantea de un modo incondicional. El proletariado las subordina a losintereses de la lucha de clases.
Teóricamente, no puede garantizarse de antemano que la separación de unanación determinada o bien su igualdad de derechos con otra nación pondrá término a la revolucióndemocrático-burguesa. Al proletariado le importa, en ambos casos, garantizar el desarrollo de su clase; a laburguesía le importa dificultar este desarrollo, supeditando las tareas de dicho desarrollo a las tareas de "su"nación. Por eso, el proletariado se limita a la reivindicación negativa, por así decir, de reconocer el derecho ala autodeterminación, sin garantizar nada a ninguna nación ni comprometerse a dar nada a expensas de otranación.
Admitamos que esto no será "práctico", pero es de hecho lo que garantiza con mayor seguridad la másdemocrática de las soluciones posibles; el proletariado necesita tan sólo estas garantías, mientras que laburguesía de cada nación necesita garantías de sus ventajas, sin tener en cuenta la situación (las posiblesdesventajas) de otras naciones.Lo que más interesa a la burguesía es que una reivindicación determinada sea "realizable"; de aquí la eternapolítica de transacciones con la burguesía de otras naciones en detrimento del proletariado.
En cambio, alproletariado le importa fortalecer su clase contra la burguesía, educar a las masas en el espíritu de lademocracia consecuente y del socialismo.Admitamos que esto no sea "práctico" para los oportunistas, pero es la única garantía real, la garantía de lamáxima igualdad y paz nacionales, a despecho tanto de los feudales como de Ia burguesía nacionalista.Toda la misión de los proletarios en la cuestión nacional "no es práctica", desde el punto de vista de laburguesía nacionalista de cada nación, pues los proletarios exigen la igualdad "abstracta", la ausencia delmás mínimo privilegio en principio, siendo enemigos de todo nacionalismo.
No comprendiéndolo, RosaLuxemburgo, al ensalzar de un modo poco razonable el practicismo, ha abierto las puertas de par en parprecisamente para los oportunistas, en particular para las concesiones oportunistas al nacionalismo ruso.¿Por qué al ruso? Porque los rusos son en Rusia la nación opresora, y en el aspecto nacional, naturalmente,el oportunismo tendrá una expresión entre las naciones oprimidas y otra, distinta, entre las opresoras.
La burguesía de las naciones oprimidas, en aras del "practicismo" de sus reivindicaciones, llamará alproletariado a apoyar incondicionalmente sus aspiraciones. ¡Lo más práctico sería decir terminantemente"sí" a la separación de tal o cual nación, y no al derecho de todas las naciones, cualesquiera que sean, a laseparación!El proletariado se opone a semejante practicismo: reconociendo la igualdad de derechos y el derecho igual aformar un Estado nacional aprecia y coloca por encima de todo la unión de los proletarios de todas lasnaciones, valorando toda reivindicación nacional, toda separación nacional bajo el ángulo de la lucha declase de los obreros. La consigna del practicismo no es, en realidad, sino la consigna de tomar, sin crítica, lasaspiraciones burguesas.
Se nos dice: apoyando el derecho a la separación, apoyáis el nacionalismo burgués de las nacionesoprimidas. ¡Esto es lo que dice Rosa Luxemburgo y lo que tras ella repite el oportunista Semkovski, únicorepresentante, por cierto, de las ideas de los liquidacionistas sobre este problema en el periódico de losliquidacionistas!Nosotros contestamos: no, precisamente a la burguesía es a quien le importa aquí una solución "práctica",mientras que a los obreros les importa la separación en principio de dos tendencias.
En cuanto la burguesíade una nación oprimida lucha contra la opresora, nosotros estamos siempre, en todos los casos y con másdecisión que nadie, a favor, ya que somos los enemigos más audaces y consecuentes de la opresión. Encuanto la burguesía de la nación oprimida está por su nacionalismo burgués nosotros estamos en contra.Lucha contra los privilegios y violencias de la nación opresora y ninguna tolerancia con respecto a latendencia de la nación oprimida hacia los privilegios.
Si no propugnamos ni llevamos a la práctica en la agitación la consigna del derecho a la separación,favorecemos no sólo a la burguesía, sino a los feudales y al absolutismo de la nación opresora. Hace tiempoque Kautsky ha empleado ese argumento contra Rosa Luxemburgo, y este argumento es irrefutable. En sutemor de "ayudar" a la burguesía nacionalista de Polonia, Rosa Luxemburgo, al negar el derecho a laseparación en el programa de los marxistas de Rusia, ayuda, en realidad, a los rusos ultrarreaccionarios.Ayuda, en realidad, al conformismo oportunista con los privilegios (y con cosas peores que los privilegios)de los rusos.
Apasionada por la lucha contra el nacionalismo en Polonia, Rosa Luxemburgo ha olvidado el nacionalismode los rusos, aunque precisamente este nacionalismo es ahora el más temible; es precisamente unnacionalismo menos burgués, pero más feudal; es precisamente el mayor freno para la democracia y la luchaproletaria En todo nacionalismo burgués de una nación oprimida hay un contenido democrático generalcontra la opresión, y a este contenido le prestamos un apoyo incondicional, apartando rigurosamente latendencia al exclusivismo nacional, luchando contra la tendencia del burgués polaco a oprimir al hebreo, etc.etc.
Esto "no es práctico", desde el punto de vista del burgués y del filisteo. Pero es la única política práctica y deprincipios en la cuestión nacional, la única que de verdad ayuda a la democracia, a la libertad y a la uniónproletaria Reconocer a todos el derecho a la separación; apreciar cada cuestión concreta tocante a laseparación desde un punto de vista que elimine toda desigualdad de derechos, todo privilegio, todoexclusivismo.Tomemos la posición de la nación opresora. ¿Puede acaso ser libre un pueblo que oprime a otros pueblos?No. Los intereses de la libertad de la población3de rusos exigen que se luche contra tal opresión.
La largahistoria, la secular historia de represión de los movimientos de las naciones oprimidas, la propagandasistemática de esta represión por parte de las clases "altas", han creado enormes obstáculos a la causa de lalibertad del mismo pueblo ruso en sus prejuicios, etc.Los ultrarreaccionarios rusos apoyan conscientemente estos prejuicios y los atizan.
La burguesía rusatransige con ellos o se amolda a ellos. El proletariado ruso no puede realizar sus fines, no puede desbrozarpara sí el camino hacia la libertad sin luchar sistemáticamente contra estos prejuicios.Formar un Estado nacional autónomo e independiente sigue siendo por ahora, en Rusia, tan sólo privilegiode la nación rusa. Nosotros, los proletarios rusos, no defendemos privilegios de ningún género y tampocodefendemos este privilegio. Luchamos sobre el terreno de un Estado determinado, unificamos a los obrerosde todas las naciones de este Estado, no podemos garantizar tal o tal vía de desarrollo nacional, vamos anuestro objetivo de clase por todas las vías posibles.Pero no se puede ir hacia este objetivo sin luchar contra todos los nacionalismos y sin propugnar la igualdadde los obreros de todas las naciones.
Así, por ejemplo, depende de mil factores, desconocidos de antemano,si a Ucrania le cabrá en suerte formar un Estado independiente. Y, no intentando "conjeturar" en vano,estamos firmemente por lo que es indudable: el derecho de Ucrania a semejante Estado. Respetamos estederecho, no apoyamos los privilegios del ruso, sobre los ucranianos, educamos a las masas en el espíritu delreconocimiento de este derecho, en el espíritu de la negación de los privilegios estatales de cualquier nación.
En los saltos por los que han atravesado todos los países en la época de las revoluciones burguesas, sonposibles y probables los choques y la lucha por el derecho a un Estado nacional. Nosotros, proletarios, nosdeclaramos de antemano adversarios de los privilegios de los rusos, y en esta dirección desarrollamos todanuestra propaganda y nuestra agitación.En el afán de "practicismo", Rosa Luxemburgo ha perdido de vista la tarea práctica principal, tanto delproletariado ruso como del proletariado de toda otra nacionalidad: la tarea de la agitación y propagandacotidianas contra toda clase de privilegios nacional-estatales, por el derecho, derecho igual de todas lasnaciones, a su Estado nacional; esta tarea es (ahora) nuestra principal tarea en la cuestión nacional, porquesólo así defendemos los intereses de la democracia y de la unión, basada en la igualdad de derechos de todoslos proletarios de toda clase de naciones.
Poco importa que esta propaganda "no sea práctica" tanto desde el punto de vista de los opresores rusoscomo desde el punto de vista de la burguesía de las naciones oprimidas (unos y otros exigen un sí o nodeterminado, acusando a los socialdemócratas de "inconcreción"); en realidad, precisamente estapropaganda, y sólo ella, asegura una educación de las masas verdaderamente democrática y verdaderamentesocialista.
Sólo una propaganda tal garantiza también las mayores probabilidades de paz nacional en Rusia,si sigue siendo un Estado abigarrado desde el punto de vista nacional, y la división más pacifica (e innocuapara la lucha de clase proletaria) en diversos Estados nacionales, si surge el problema de semejante división.
Para explicar de un modo más concreto esta política, la única proletaria en la cuestión nacional, analicemosla actitud del liberalismo ruso ante la "autodeterminación de las naciones" y el ejemplo de la separación deNoruega de Suecia.(3) A cierto L. Vl. de París le parece que esta palabra no es marxista. Este L. VI. es divertidamente"superklug" [lo que puede traducirse por "superinteligente"]. El "superinteligente" L. Vl. se propone, por lovisto, escribir un estudio sobre la eliminación de nuestro programa mínimo (¡desde el punto de vista de lalucha de clases!), de las palabras: "población", "pueblo", etc.5.
LA BURGUESÍA LIBERAL Y LOS OPORTUNISTASSOCIALISTAS EN LA CUESTIÓN NACIONAL
Hemos visto que Rosa Luxemburgo considera como uno de sus principales "triunfos", en la lucha contra elprograma de los marxistas de Rusia, el argumento siguiente: reconocer el derecho a la autodeterminaciónequivale a apoyar el nacionalismo burgués de las naciones oprimidas. Por otra parte, dice Rosa Luxemburgo,si por tal derecho se entiende únicamente la lucha contra cualquier violencia en lo que se refiere a lasnaciones, no hace falta un punto especial en el programa, porque la socialdemocracia en general se opone atoda violencia nacional y desigualdad de derechos nacionales.
El primer argumento, según ha demostrado de un modo irrefutable Kautsky hace ya casi veinte años, cargala culpa del nacionalismo del culpable al inocente, porque ¡resulta que, temiendo el nacionalismo de laburguesía de las naciones oprimidas, Rosa Luxemburgo favorece, en realidad, el nacionalismoultrarreacionario de los rusos! El segundo argumento es, en el fondo, un miedoso esquivar el problema:reconocer la igualdad nacional, ¿supone o no supone reconocer el derecho a la separación? Si lo supone,Rosa Luxemburgo reconoce la justeza de principio del § 9 de nuestro programa. Si no lo supone, noreconoce la igualdad nacional. ¡Nada puede hacerse en este caso con subterfugios y evasivas!Pero la mejor manera de comprobar los argumentos arriba indicados, así como todos los argumentos de estaíndole, consiste en estudiar la actitud de las diferentes clases de la sociedad ante, el problema. Para unmarxista, semejante comprobación es obligatoria.
Hay que partir de lo objetivo, hay que tomar las relacionesrecíprocas de las diversas clases en el punto de que se trata. Al no hacerlo, Rosa Luxemburgo incurreprecisamente en el pecado de lo metafísico, de lo abstracto, del lugar común, de las generalidades, etc., delque en vano trata de acusar a sus adversarios.Se trata del programa de los marxistas de Rusia, es decir, de los marxistas de todas las nacionalidades deRusia.
¿No convendría echar una ojeada a la posición de las clases dominantes de Rusia?Es conocida de todos la posición de la "burocracia" (perdónesenos este término inexacto) y de losterratenientes feudales del tipo de la nobleza unificada. Negación absoluta tanto de la igualdad de derechosde las nacionalidades como del derecho a la autodeterminación. La vieja consigna, tomada de los tiemposdel régimen de servidumbre: autocracia, religión ortodoxa, pueblo, con la particularidad de que por esteúltimo tan sólo se entiende el pueblo ruso. Incluso los ucranianos son declarados "alógenos", incluso sulengua materna es perseguida.Veamos la burguesía de Rusia, "llamada" a tomar parte -una parte muy modesta, es verdad, pero, al fin y alcabo, parte- en el poder, en el sistema legislativo y administrativo "del 3 de junio".
No se necesitan muchaspalabras para demostrar que en este problema los octubristas siguen, en realidad, a las derechas. Es delamentar que algunos marxistas concedan mucha menos atención a la posición de la burguesía liberal rusa,de los progresistas y demócratas constitucionalistas. Y, sin embargo, quien no estudie esta posición y noreflexione sobre ella, incurrirá inevitablemente en el pecado de lo abstracto y de lo vacío al analizar elderecho de las naciones a la autodeterminación.
El año pasado, la polémica entre Pravda y Rech obligó a este órgano principal del partido demócrataconstitucionalista, tan hábil en la evasiva diplomática ante la contestación franca a preguntas"desagradables", a hacer, sin embargo, algunas confesiones valiosas. Se armó el barullo en torno alCongreso estudiantil de toda Ucrania, celebrado en Lvov en el verano de 1913. El jurado "perito encuestiones de Ucrania" o colaborador ucraniano de Rech, señor Moguilianski, publicó un artículo en el quecubría de las más selectas injurias ("delirio", "aventurerismo", etc.) la idea de la separación de Ucrania, ideaa favor de la cual abogaba el social-nacionalista Dontsov y que fue aprobada por el mencionado Congreso.El periódico Rabóchaya Pravda, sin solidarizarse para nada con el señor Dontsov, e indicando claramenteque este señor era un social-nacionalista y que no estaban conformes con él muchos marxistas ucranianos,declaró, sin embargo, que el tono de Rech, -o mejor dicho: el planteamiento en principio de la cuestión porRech es absolutamente indecoroso, inadmisible en un demócrata ruso o en una persona que quiere pasar pordemócrata. Que Rech refute directamente a los señores Dontsov, pero en principio es inadmisible que elórgano ruso de una pretendida democracia olvide la libertad de separación, el derecho a la separación.Unos meses más tarde publicó el señor Moguilianski en el número 331 de Rech unas "explicaciones",enterado, por el periódico ucraniano Shliaji de Lvov, de las objeciones del señor Dontsov, quien, por cierto,observó que "sólo la prensa socialdemócrata rusa había manchado (¿estigmatizado?) en forma debida lasalida chovinista de Rech".
Las "explicaciones" del señor Moguilianski consistieron en repetir por tresveces: "la crítica de las recetas del señor Dontsov" "no tiene nada de común con la negación del derecho delas naciones a la autodeterminación"."Hay que decir -escribía el señor Moguilianski- que tampoco "el derecho de las naciones a laautodeterminación" es una especie de fetiche (¡¡escuchad!!) que no admite ninguna critica:condiciones de vida malsanas en una nación pueden engendrar tendencias malsanas en laautodeterminación nacional, y poner al descubierto estas últimas no significa aún negar el derechode las naciones a la autodeterminación".Como veis, las frases de un liberal sobre lo del "fetiche" estaban plenamente a tono con las frases de RosaLuxemburgo.
Era evidente que el señor Moguilianski deseaba rehuir el dar una respuesta directa a lapregunta: ¿reconoce o no el derecho a la autodeterminación política, es decir, a la separación?Y Proletárskaya Pravda (Nº 4 del 11 de diciembre de 1913) hizo a boca de jarro esta pregunta tanto alseñor Moguilianski como al partido demócrata constitucionalista.
El periódico Rech publicó entonces (Nº 340) una declaración sin firma, es decir, una declaración oficial de laredacción, que daba una respuesta a esa pregunta. Esta contestación se resume en tres puntos:1. En el § 11 del programa del partido demócrata constitucionalista se habla en forma directa, clara yprecisa del "derecho" de las naciones a una "libre autodeterminación cultural"2. Proletárskaya Pravda, según la afirmación de Rech, "confunde irreparablemente" laautodeterminación con el separatismo, con la separación de esta o la otra nación,3.
"En efecto, los demócratas constitucionalistas no han pensado nunca en defender el derecho de'separación de las naciones' del Estado ruso" (véase el artículo: El nacional-liberalismo y el derechode las naciones a la autodeterminación, en Proletárskaya Pravda, Nº 12, del 20 de diciembre de1913).
Fijémonos ante todo en el segundo punto de la declaración de Rech. ¡Cuán claramente demuestra a losseñores Semkovski, Libman, Yurkévich y demás oportunistas que sus gritos y habladurías sobre unapretendida "falta de claridad" o "inconcreción" en el sentido de 'la "autodeterminación", no son en lapráctica, es decir, en la correlación objetiva de clases y de la lucha de clases en Rusia, sino una simplerepetición de los discursos de la burguesía monárquico-liberal!Cuando Proletárskaya Pravda hizo a los ilustrados señores "demócratas constitucionalistas" de Rech trespreguntas: 1) si negaban que en toda la historia de la democracia internacional, y especialmente a partir de lamitad del siglo XIX, se entiende por autodeterminación de las naciones precisamente la autodeterminaciónpolítica, el derecho a constituir un Estado nacional independiente; 2) si negaban que el mismo sentido teníala conocida decisión del Congreso socialista internacional celebrado en Londres en 1896, y 3) que Plejánov,que ya en 1902 escribía sobre la autodeterminación, entendía por tal precisamente la autodeterminaciónpolítica; cuando Proletárskaya Pravda hizo estas tres preguntas, ¡¡los señores demócratasconstitucionalistas guardaron silencio!!No contestaron ni una palabra, porque nada tenían que contestar.
Tuvieron que reconocer en silencio queindudablemente Proletárskaya Pravda tenía razón.Los gritos de los liberales sobre el tema de la falta de claridad del concepto de "autodeterminación", de su"irreparable confusión" con el separatismo entre los socialdemócratas no son sino una tendencia a embrollarla cuestión, rehuir el reconocimiento de un principio generalmente admitido por la democracia. Si losseñores Semkovski, Libman y Yurkévich no fueran tan ignorantes, les hubiera dado vergüenza de hablarante los obreros en tono liberal.
Pero sigamos. Proletárskaya Pravda obligó a Rech a reconocer que las palabras autodeterminación"cultural" tienen en el programa demócrata-constitucionalista precisamente el sentido de una negación de laautodeterminación política."En efecto, los demócratas constitucionalistas no han pensado nunca en defender el derecho de "separaciónde las naciones" del Estado ruso": éstas son las palabras, de Rech que no en vano recomendó ProletárskayaPravda a Nóvoe Vremia y Zémschina como muestra de la "lealtad" de nuestros demócratasconstitucionalistas.
Nóvoe Vremia, en su número 13563, sin dejar, naturalmente, de aprovechar la ocasiónpara mencionar a los "semitas" y decir toda clase de mordacidades a los demócratas constitucionalistas,declaraba, sin embargo:"Lo que constituye para los socialdemócratas un axioma de sabiduría política" (es decir, elreconocimiento del derecho de las naciones a la autodeterminación, a la separación), "en nuestrosdías empieza a provocar divergencias incluso entre los demócratas constitucionalistas".Los demócratas constitucionalistas, en principio, adoptaron una posición absolutamente idéntica a la deNóvoe Vremia declarando que "no han pensado nunca en defender el derecho de separación de las nacionesdel Estado ruso". En esto consiste una de las bases del nacional-liberalismo de los demócratasconstitucionalistas, de su afinidad con los Purishkévich, de su dependencia de estos últimos en el terrenopolítico-ideológico y político-práctico. "Los señores demócratas constitucionalistas han estudiado historia-decía Proletárskaya Pravda-, y saben muy bien a qué actos "pogromoides", para expresarse suavemente, hallevado muchas veces en la práctica la aplicación del tradicional derecho de los Purishkévich a "agarrar y nodejar escapar". Sabiendo perfectamente que la omnipotencia de los Purishkévich tiene origen y carácterfeudal, los demócratas constitucionalistas se colocan, sin embargo, por entero en el terreno de las relacionesy fronteras establecidas precisamente por esta clase.
Sabiendo perfectamente cuántos elementos noeuropeos, antieuropeos (asiáticos, diríamos nosotros, si esta palabra no pudiera sonar a inmerecido despreciopara japoneses y chinos) hay en las relaciones y fronteras creadas o fijadas por esa clase, los señoresdemócratas constitucionalistas los consideran límite del que no se puede pasar.Esto es precisamente adaptación a los Purishkévich, servilismo ante ellos, miedo de hacer vacilar suposición, esto es defenderlos contra el movimiento popular, contra la democracia. "Esto significa en lapráctica -decía Proletárskaya Pravda- adaptarse a los intereses de los feudales y a los peores prejuiciosnacionalistas de la nación dominante en vez de luchar sistemáticamente contra esos prejuicios".
Como personas conocedoras de la historia y con pretensiones de democracia, los demócratasconstitucionalistas ni siquiera intentan afirmar que el movimiento democrático, que en nuestros días escaracterístico tanto para Europa Oriental como para Asia y que tiende a transformar una y otra, de acuerdocon el modelo de los países civilizados, capitalistas, que este movimiento deba indefectiblemente dejarintactas las fronteras fijadas en la época feudal, en la época de omnipotencia de los Purishkévich y de la faltade derechos de extensos sectores de la burguesía y de la pequeña burguesía.
La última Conferencia del partido demócrata constitucionalista, celebrada del 23 al 25 de marzo de 1914, hademostrado, por cierto, que el problema suscitado por la polémica de Proletárskaya Pravda con Rech noera, en modo alguno, tan sólo un problema literario, sino que atañía al problema de mayor actualidadpolítica. En la reseña oficial de Rech (Nº 83, del 26 de marzo de 1914) sobre esta conferencia leemos:"Se trataron también en forma especialmente animada los problemas nacionales.
Los diputados deKiev, a los que se unieron N. Y. Nekrásov y A. M. Koliubakin, indicaron que el problema nacional esun factor importante que está madurando y que es imprescindible salir a su encuentro con másenergía que hasta ahora. F. F. Kokoshkin indicó, sin embargo" (este es el "sin embargo" quecorresponde al "pero" de Schedrin: "no crecen las orejas más arriba de la frente, no, no crecen"),"que tanto el programa como la anterior experiencia política exigen que se proceda con la mayorprudencia en lo que se refiere a las "fórmulas elásticas" "de la autodeterminación política de lasnacionalidades"".
Este razonamiento de la conferencia demócrata-constitucionalista, de todo punto notable, merece la mayoratención de todos los marxistas y de todos los demócratas. (Hagamos notar entre paréntesis que KíevskayaMyl, que, por lo visto, está muy bien enterado, y que sin duda alguna transmite fielmente los pensamientosdel señor Kokoshkin, añadía que este señor, claro que como advertencia a sus contrincantes, adujo de unmodo especial el argumento del peligro de la "disgregación" del Estado.)La reseña oficial de Rech está redactada con maestría diplomática, para levantar lo menos posible el telón,para disimular lo más posible.
Pero, de todos modos, queda claro, en sus rasgos fundamentales, lo queocurrió en la Conferencia de los demócratas constitucionalistas. Los delegados burgueses liberales, queconocían la situación en Ucrania, y los demócratas constitucionalistas "de izquierda" plantearonprecisamente la cuestión de la autodeterminación política de las naciones.
En otro caso, el señor Kokoshkinno habría tenido por qué aconsejar que se procediera 46 con prudencia" en lo que se refiere a esta "fórmula".En el programa de los demócratas constitucionalistas, que, naturalmente, conocían los delegados de laConferencia demócrata constitucionalista, figura precisamente no la autodeterminación política, sino laautodeterminación "cultural". De modo que el señor Kokoshkin defendía el programa contra los delegadosde Ucrania, contra los demócratas constitucionalistas de izquierda, defendía la autodeterminación "cultural"contra la "política".
Es de todo punto evidente que, al alzarse contra la autodeterminación "política", alesgrimir la amenaza de la "disgregación del Estado", diciendo que la fórmula de la "autodeterminaciónpolítica" es "elástica" (¡completamente a tono con Rosa Luxemburgo!), el señor Kokoshkin defendía elnacional-liberalismo ruso contra elementos más "izquierdistas" o más democráticos del partido demócrataconstitucionalista y contra la burguesía ucraniana.El señor Kokoshkin venció en la Conferencia demócrata-constitucionalista, como puede verse por la traidorapalabreja "sin embargo" en la reseña de Rech.
El nacional-liberalismo ruso triunfó entre los demócratasconstitucionalistas. ¿No contribuirá esta victoria a que se aclaren las mentes de los elementos pocorazonables que, entre los marxistas de Rusia, han comenzado también a temer, tras los demócratasconstitucionalistas, "las fórmulas elásticas de la autodeterminación política de las nacionalidades"?Veamos, "sin embargo" cuál es, en esencia, el curso que siguen los pensamientos del señor Kokoshkin.Invocando la '"anterior experiencia política" (es decir, evidentemente, la experiencia de 1905, en que laburguesía rusa se asustó, temiendo por sus privilegios nacionales, y contagió con su miedo al partidodemócrata constitucionalista), hablando de la amenaza de la "disgregación del Estado", el señor Kokoshkinha demostrado comprender perfectamente que la autodeterminación política no puede significar otra cosaque el derecho a la separación y a la formación de un Estado nacional independiente.
Se pregunta: ¿cómohay que considerar estos temores del señor Kokoshkin, desde el punto de vista de la democracia, en general,así como desde el punto de vista de la lucha de clase proletaria, en particular?El señor Kokoshkin quiere convencernos de que el reconocimiento del derecho a la separación, aumenta elpeligro de "disgregación del Estado". Este es el punto de vista del polizonte Mymretsov con su lema de"agarrar y no dejar escapar". Desde el punto de vista de la democracia en general es precisamente alcontrario: el reconocimiento del derecho a la separación reduce el peligro de la "disgregación del Estado".
El señor Kokoshkin razona absolutamente en el espíritu de los nacionalistas. En su último Congresoatacaron furiosamente a los ucranianos "mazepistas". El movimiento Ucraniano -exclamaban el señorSávenko y Cía.- amenaza con debilitar los lazos que unen a Ucrania con Rusia, ¡¡porque Austria, con laucraniofilia, estrecha los lazos de los Ucranianos con Austria!! Lo que no quedaba comprensible era por quéno puede Rusia intentar "estrechar" los lazos de los ucranianos con Rusia por el mismo método que losseñores Sávenko echan en cara a Austria, es decir, concediendo a los ucranianos el libre uso de su lenguamaterna, la autodeterminación administrativa una Dieta autónoma, etc.
Los razonamientos de los señores Sávenko y de los señores Kokoshkin son absolutamente del mismo géneroe igualmente ridículos y absurdos, desde un punto de vista puramente lógico. ¿No está claro que, cuantomayor sea la libertad de que goce la nacionalidad ucraniana en uno u otro país, tanto más estrecha será laligazón de esa nacionalidad con el país de que se trate? Parece que no se puede discutir contra esta verdadelemental, de no romper resueltamente con todos los postulados de la democracia.
¿Y puede haber, para unanacionalidad como tal, mayor libertad que la libertad de separación, la libertad de formar un, Estadonacional independiente? Para que quede aún más clara esta cuestión, embrollada por los liberales (y por losque se hacen eco de éstos por falta de comprensión), pondremos el más sencillo de los ejemplos.
Tomemosla cuestión del divorcio. Rosa Luxemburgo dice en su artículo que un Estado democrático centralizado, altransigir por completo con la autonomía de diversas de sus partes, debe dejar a la jurisdicción delparlamento central todos los ramos más importantes de la legislación, y, entre ellos, la legislación sobre eldivorcio.
Es perfectamente comprensible esta preocupación por que el poder central del Estado democráticoasegure la libertad de divorcio. Los reaccionarios están en contra de la libertad de divorcio, aconsejando quese proceda "con prudencia" en lo relativo a dicha libertad y gritando que eso significa la "disgregación de lafamilia".
Pero la democracia considera que los reaccionarios son unos hipócritas, al defender, en realidad, laomnipotencia de la policía y de la burocracia, los privilegios de un sexo y la peor opresión de la mujer; que,en realidad, la libertad de divorcio no significa la "disgregación" de los vínculos familiares, sino, por elcontrario, su fortalecimiento sobre los únicos cimientos democráticos que son posibles y estables en unasociedad civilizada.Acusar a los partidarios de la libertad de autodeterminación, es decir, de la libertad de separación, de quefomentan el separatismo, es tan necio e hipócrita como acusar a los partidarios de la libertad de divorcio defomentar el desmoronamiento de los vínculos familiares.
Del mismo modo que en la sociedad burguesaintervienen contra la libertad de divorcio los defensores de los privilegios y de la venalidad, en los que sefunda el matrimonio burgués, negar en el Estado capitalista la libertad de autodeterminación, es decir, deseparación de las naciones, no significa otra cosa que defender los privilegios de la nación dominante y delos procedimientos policíacos de administración, en detrimento de los democráticos.
No cabe duda de que la politiquería engendrada por todas las relaciones de la sociedad capitalista, da a veceslugar a charlatanería en extremo frívola y hasta sencillamente absurda de parlamentarios o publicistas sobrela separación de tal o tal nación. Pero sólo los reaccionarios pueden dejarse asustar (o hacer como si seasustaran) por semejante charlatanería. Quien sustente el punto de vista de la democracia, es decir, de lasolución de los problemas estatales por la masa de la población, sabe perfectamente que hay "un grantrecho" entre la charlatanería de los politicastros y la decisión de las masas.
Las masas de la población sabenperfectamente, por la experiencia cotidiana, lo que significan los lazos geográficos y económicos, lasventajas de un gran mercado y de un gran Estado y sólo se decidirán a la separación cuando la opresiónnacional y los rozamientos nacionales hagan la vida en común absolutamente insoportable, frenando lasrelaciones económicas de todo género. Y en este caso, los intereses del desarrollo capitalista y de la libertadde lucha de clases estarán precisamente del lado de quienes se separen.
Así, pues, de cualquier lado que se aborde los razonamientos del señor Kokoshkin, resultan el colmo delabsurdo y del escarnio a los principios de la democracia. Pero hay en estos razonamientos una cierta lógica:la lógica de los intereses de clase de la burguesía rusa. El señor Kokoshkin, como la mayoría del partidodemócrata constitucionalista, es lacayo de la bolsa de oro de esa burguesía. Defiende sus privilegios engeneral, sus privilegios estatales en particular, los defiende conjuntamente con Purishkévich, al lado de éste,con la única diferencia de que Purishkévich tiene más fe en el garrote feudal, mientras que Kokoshkin y Cía.ven que el garrote ha sido fuertemente quebrado por el año 1905 y confían más en los procedimientos burgueses de embaucamiento de las masas, por ejemplo, en asustar a los pequeños burgueses y a loscampesinos con el fantasma de la "disgregación del Estado", de engañarles con frases sobre la unión de "lalibertad popular" con los pilares históricos, etc.
La significación real de clase de la hostilidad liberal al principio de autodeterminación política de lasnaciones es una, y sólo, una: nacional-liberalismo, salvaguardia de los privilegios estatales de la burguesíarusa. Y los oportunistas que hay entre los marxistas de Rusia, que precisamente ahora, en la época delsistema del 3 de junio, han arremetido contra el derecho de las naciones a la autodeterminación, todos ellos:el liquidador Semkovski, el bundista Libman, el pequeñoburgués ucraniano Yurkévich, en realidad, searrastran sencillamente a la zaga del nacional-liberalismo, corrompen a la clase obrera con las ideasnacional-liberales.Los intereses de la clase obrera y de su lucha contra el capitalismo exigen una completa solidaridad y la másestrecha unión de los obreros de todas las naciones, exigen que se rechace la política nacionalista de laburguesía de cualquier nacionalidad.
Por ello, sería apartarse de las tareas de la política proletaria y sometera los obreros a la política de la burguesía, tanto si los socialdemócratas se pusieran a negar el derecho a laautodeterminación, es decir, el derecho de las naciones oprimidas a separarse, como si los socialdemócratasse pusieran a apoyar todas las reivindicaciones nacionales de la burguesía de las naciones oprimidas. Lomismo le da al obrero asalariado que su principal explotador sea la burguesía gran rusa con preferencia a laburguesía alógena, o la burguesía polaca con preferencia a la hebrea, etc. Al obrero asalariado que hayaadquirido conciencia de los intereses de su clase le son indiferentes tanto los privilegios estatales de loscapitalistas rusos, como las promesas de los capitalistas polacos o ucranianos de instaurar el paraíso en latierra cuando ellos gocen de privilegios estatales.
El desarrollo del capitalismo prosigue y proseguirá, de unou otro modo, tanto en un Estado único abigarrado como en Estados nacionales aislados.En todo caso, el obrero asalariado seguirá siendo objeto de explotación, y para luchar con éxito contra ella seexige que el proletariado sea independiente del nacionalismo, que los proletarios se mantengan en unaposición de completa neutralidad, por así decir, en la lucha de la burguesía de las diversas naciones por lasupremacía.
En cuanto el proletariado de una nación cualquiera apoye en lo más mínimo los privilegios de"su" burguesía nacional, este apoyo provocará inevitablemente la desconfianza del proletariado de la otranación, debilitará la solidaridad internacional de clase de los obreros, los desunirá para regocijo de laburguesía. Y el negar el derecho a la autodeterminación, o a la separación, significa indefectiblemente, en lapráctica, apoyar los privilegios de la nación dominante.
Nos convenceremos de ello aún con mayor evidencia si tomamos el ejemplo concreto de la separación deNoruega de Suecia.6. LA SEPARACIÓN DE NORUEGA DE SUECIARosa Luxemburgo toma precisamente este ejemplo y razona sobre él del modo siguiente:"El último acontecimiento que se ha producido en la historia de las relaciones federativas, laseparación de Noruega de Suecia --que en su tiempo se apresuró a comentar la prensasocial-patriota polaca (véase Naprzód de Cracovia) como una reconfortante manifestación de lafuerza y del carácter progresivo de las aspiraciones a la separación estatal--, se ha convertidoinmediatamente en prueba fulminante de que el federalismo y la separación estatal que de él resultano son en modo alguno expresión de progresividad ni de democracia.
Después de la llamada"revolución" noruega, que consistió en destronar y hacer salir de Noruega al rey de Suecia, losnoruegos eligieron tranquilamente otro rey, tras haber rechazado formalmente, por plebiscitopopular, el proyecto de instauración de la República. Lo que los adoradores superficiales de todaclase de movimientos nacionales y de todo lo que se asemeja a independencia proclamaron como"revolución", era una simple manifestación del particularismo campesino y pequeñoburgués, undeseo de tener por su dinero un rey "propio", en lugar del rey impuesto por la aristocracia sueca;era, por tanto, un movimiento que no tenía absolutamente nada de común con el espíriturevolucionario. Al mismo tiempo, esta historia de la ruptura de la unión sueco-noruega ha vuelto ademostrar hasta qué punto, también en este caso, la federación que había existido hasta aquelmomento no era sino la expresión de intereses puramente dinásticos y, por tanto, una forma demonarquismo y de reacción. (Przegld).
¡Esto es literalmente todo lo que dice Rosa Luxemburgo sobre este punto!! Y preciso es reconocer que serádifícil poner de manifiesto la impotencia de su posición con más relieve que lo ha hecho Rosa Luxemburgoen el ejemplo que aducimos. La cuestión consistía y consiste en si la socialdemocracia necesita, en unEstado abigarrado desde el punto de vista nacional, un programa que reconozca el derecho a laautodeterminación o a la separación. ¿Qué nos dice sobre esta cuestión el ejemplo de Noruega, escogido porla misma Rosa Luxemburgo? Nuestra autora da vueltas y más vueltas, lanza agudezas y arma ruido contraNaprzód, ¡¡pero no responde a la cuestión!! Rosa Luxemburgo habla de lo que se quiera, ¡¡con tal de nodecir ni una palabra del fondo de la cuestión!! Es indudable que los pequeños burgueses de Noruega, quehan querido tener rey propio por su dinero y que han hecho fracasar en plebiscito popular el proyecto deinstauración de la República, han puesto de manifiesto cualidades pequeñoburguesas bastante malas. Esindudable que Naprzód, puesto que no lo ha notado, ha mostrado cualidades igualmente malas e igualmentepequeñoburguesas.
Pero, ¿¿a qué viene todo esto?? ¡Porque de lo que se trataba era del derecho de las naciones a laautodeterminación y de la actitud del proletariado socialista ante ese derecho! ¿Por qué, pues, RosaLuxemburgo no responde a la cuestión, sino que da vueltas y más vueltas en torno a ella? Dicen que para elratón no hay fiera más terrible que el gato. Para Rosa Luxemburgo, por lo visto, no hay fiera más terribleque los "fraks". "Frak" es el nombre que se da en lenguaje popular al "Partido Socialista Polaco", a lallamada fracción revolucionaria, y el periodiquillo de Cracovia Naprzód comparte las ideas de esta"fracción".
La lucha de Rosa Luxemburgo contra el nacionalismo de esa "fracción" ha cegado hasta tal puntoa nuestra autora, que todo desaparece de su horizonte a excepción de Naprzód. Si Naprzód dice: "sí", RosaLuxemburgo se considera en el sagrado deber de proclamar inmediatamente "no", sin pensar en lo másmínimo que, con semejante procedimiento, lo que demuestra no es su independencia de Naprzód, sinoprecisamente todo lo contrario, su divertida dependencia de los "fraks", su incapacidad de ver las cosasdesde un punto de vista algo más amplio y profundo que el punto de vista del hormiguero de Cracovia.Naprzód, desde luego, es muy malo y no es en absoluto un órgano marxista, pero eso no debe impedirnosanalizar a fondo el ejemplo de Noruega, una vez que lo hemos aducido.
Para analizar este ejemplo al modo marxista, no debemos pararnos en las malas cualidades de los muyterribles "fraks", sino, en primer lugar, en las particularidades históricas concretas de la separación deNoruega de Suecia, y, en segundo lugar, ver cuáles fueron las tareas del proletariado de ambos paísesdurante esta separación.Noruega está ligada a Suecia por lazos geográficos, económicos y lingüísticos, no menos estrechos que loslazos que unen a muchas naciones eslavas no rusas a los rusos.
Pero la unión de Noruega con Suecia no eravoluntaria, de modo que Rosa Luxemburgo habla de "federación" completamente en vano, sencillamenteporque no sabe qué decir. A Noruega la entregaron a Suecia los monarcas en la época de las guerrasnapoleónicas contra la voluntad de los noruegos, y los suecos debieron llevar a Noruega tropas parasometérsela.Después de esto, durante largos decenios, a pesar de la autonomía extraordinariamente amplia de que gozabaNoruega (Dieta propia, etc.), había constantes roces entre Noruega y Suecia, y los noruegos procuraban contodas sus fuerzas sacudiese el yugo de la aristocracia sueca.
En agosto de 1905, se sacudieron por fin de él:la Dieta noruega decidió que el rey de Suecia dejaba de ser rey de Noruega, y el referéndum celebrado mástarde, la votación del pueblo noruego, dio una aplastante mayoría de votos (cerca de 200 mil, contra algunoscentenares) a favor de la completa separación de Suecia. Los suecos, después de algunas vacilaciones, seconformaron con el hecho de la separación.Este ejemplo nos muestra sobre qué base son posibles y se producen casos de separación de naciones en elmarco de las relaciones económicas y políticas contemporáneas, y qué forma toma a veces la separación en un ambiente de libertad política y de democracia.
Ni un solo socialdemócrata, si no se decide a declarar que le son indiferentes las cuestiones de la libertadpolítica y de la democracia (y en tal caso, naturalmente, dejarla de ser socialdemócrata), podrá negar queeste ejemplo demuestra de hecho que los obreros conscientes tienen la obligación de desarrollar una laborsistemática de propaganda y de preparación a fin de que los posibles choques motivados por la separación denaciones se resuelvan tan sólo como se han resuelto en 1905 entre Noruega y Suecia y no "al modo ruso".
Esto es precisamente lo que expresa la reivindicación programática de reconocer el derecho de las nacionesa la autodeterminación. Y Rosa Luxemburgo, ante un hecho desagradable para su teoría, ha tenido queescudarse con temibles arremetidas contra el filisteísmo de los pequeños burgueses noruegos y contra elNaprzód de Cracovia, porque comprende perfectamente hasta qué punto desmiente de un modo irrevocableese hecho histórico sus frases, según las cuales el derecho a la autodeterminación de las naciones es una"utopía", equivale al derecho "a comer en plato de oro", etc. Semejantes frases sólo expresan una fedeplorablemente fatua, oportunista, en la inmutabilidad de la correlación de fuerzas dada entre lasnacionalidades de la Europa Oriental.Prosigamos.
En el problema de la autodeterminación de las naciones, como en cualquier otro, a nosotros nosinteresa, ante todo y sobre todo, la autodeterminación del proletariado en el seno de las naciones. RosaLuxemburgo ha dejado modestamente a un lado también este problema, comprendiendo cuán desagradableresulta para su "teoría" examinarlo en el aducido ejemplo de Noruega.¿Cuál fue y debió ser la posición del proletariado noruego y sueco en el conflicto motivado por laseparación? Los obreros conscientes de Noruega, desde luego, hubieran votado después de la separación porla República4, y si hubo socialistas que votaron de otro modo esto sólo demuestra cuánto oportunismoobtuso, pequeñoburgués, hay a veces en el socialismo europeo. Sobre esto no puede haber dos criterios ysólo nos referimos a este punto porque Rosa Luxemburgo intenta velar el fondo de la cuestión condisquisiciones que no son del tema.
No sabemos si, en lo que se refiere a la separación, el programasocialista noruego obligaba a los socialdemócratas noruegos a atenerse a un criterio determinado.Supongamos que no, que los socialistas noruegos dejaron en suspenso la cuestión de hasta qué punto erasuficiente para la libre lucha de clases la autonomía de Noruega y hasta qué punto frenaban la libertad de suvida económica los eternos rozamientos y conflictos con la aristocracia sueca.
Pero es indiscutible que elproletariado noruego debía haber ido contra esa aristocracia, por una democracia campesina noruega (auncon toda la estrechez de miras pequeñoburguesas de esta última).¿Y el proletariado sueco? Sabido es que los terratenientes suecos, apoyados por el clero sueco, predicaban laguerra contra Noruega, y como Noruega es mucho más débil que Suecia, como ya había sufrido unainvasión sueca, como la aristocracia sueca tiene un pese muy considerable en su país, esta prédica era unaamenaza muy seria.
Puede asegurarse que los Kokoshkin suecos corrompieron larga y empeñadamente a lasmasas suecas exhortándolas a "proceder con prudencia" en lo referente a las "fórmulas elásticas de laautodeterminación política de las naciones", pintándoles los peligros de "disgregación del Estado" yasegurándoles que la "libertad popular" es compatible con los principios de la aristocracia sueca.
No cabe lamenor duda de que la socialdemocracia sueca habría hecho traición a la causa del socialismo y a la causa dela democracia si no hubiera luchado con todas sus fuerzas contra la ideología y contra la política, tanto delos terratenientes como de los Kokoshkin, si no hubiera propugnado, además de la igualdad de las nacionesen general (igualdad que también reconocen los Kokoshkin), el derecho de las naciones a laautodeterminación, la libertad de separación de Noruega.
La estrecha unión de los obreros noruegos y suecos, su plena solidaridad de camaradas de clase, ganaban alreconocer de este modo los obreros suecos el derecho de los noruegos a la separación. Porque los obrerosnoruegos se convencían de que los obreros suecos no estaban inficionados de nacionalismo sueco, de que lafraternidad con los proletarios noruegos estaba, para ellos, por encima de los privilegios de la burguesía y dela aristocracia suecas.
La ruptura de los lazos impuestos a Noruega por los monarcas europeos y losaristócratas suecos ha fortalecido los lazos entre los obreros suecos y noruegos. Los obreros suecos handemostrado que, a través de todas las peripecias de la política burguesa -¡bajo las relaciones burguesas esperfectamente posible que renazca la sumisión de los noruegos a los suecos por la fuerza!-, sabrán mantener y defender la completa igualdad de derechos y la solidaridad de clase de los obreros de ambas naciones en lalucha tanto contra la burguesía sueca como contra la noruega.
De aquí se infiere, entre otras cosas, cuán poco fundados y sencillamente incluso faltos de seriedad son losintentos que a veces hacen los "fraks" de "aprovechar" nuestras divergencias con Rosa Luxemburgo encontra de la socialdemocracia polaca. Los "fraks" no constituyen un partido proletario, socialista, sino unpartido nacionalista pequeñoburgués, una especie de social-revolucionarios polacos. Nunca se ha hablado nipudo hablarse de ninguna unidad de los socialdemócratas de Rusia con este partido.
En cambio, ni un solosocialdemócrata de Rusia "se ha arrepentido" alguna vez de acercarse y unirse a los socialdemócrataspolacos. A la socialdemocracia polaca le corresponde el gran mérito histórico de haber creado por primeravez en Polonia un partido efectivamente marxista, efectivamente proletario, en una Polonia penetrada hastala médula de aspiraciones y apasionamientos nacionalistas.
Pero este mérito de los socialdemócratas polacoses un gran mérito no porque Rosa Luxemburgo haya dicho toda clase de absurdos contra el § 9 del programamarxista de Rusia, sino a pesar de esa lamentable circunstancia.Para los socialdemócratas polacos, naturalmente, no tiene el "derecho a la autodeterminación" la misma granimportancia que para los rusos. Es perfectamente comprensible que la lucha contra la pequeña burguesía dePolonia, cegada por el nacionalismo, haya obligado a los socialdemócratas polacos a "forzar la nota" conparticular empeño (a veces quizá un poco exagerado).
Ni un solo marxista de Rusia ha pensado nunca enacusar a los socialdemócratas polacos de estar en contra de la separación de Polonia. Estos socialdemócratasno cometen un error sino cuando, a semejanza de Rosa Luxemburgo, intentan negar la necesidad de que enel programa de los marxistas de Rusia se reconozca el derecho a la autodeterminación.En el fondo, esto significa trasladar relaciones, comprensibles desde el punto de vista del horizonte deCracovia, a la escala de todos los pueblos y naciones de Rusia y, entre ellos, de los rusos.
Esto significa ser"nacionalistas polacos al revés", y no socialdemócratas de Rusia, internacionalistas.Porque la socialdemocracia internacional ocupa precisamente la posición de reconocer el derecho de lasnaciones a la autodeterminación. Ahora pasamos a esto.(4) Si la mayoría de la nación noruega estaba por la monarquía y el proletariado por la República, alproletariado noruego, hablando en general, se le abrían dos caminos; o la revolución, si estaban maduras lascondiciones para ella, o la sumisión a la mayoría y una larga labor de propaganda y agitación.
7. LA DECISIÓN DEL CONGRESO INTERNACIONAL DELONDRES EN 1896La decisión dice:"El Congreso declara que está a favor del derecho completo a la autodeterminación(Selbgtbestimmungsrecht) de todas las naciones y expresa sus simpatías a los obreros de todo paísque sufra actualmente bajo el yugo de un absolutismo militar, nacional o de otro género; el Congresoexhorta a los obreros de todos estos países a ingresar en las filas de los obreros conscientes(Klassenbewusste = los que tienen conciencia de los intereses de su clase) de todo el mundo, a fin deluchar juntamente con ellos para vencer el capitalismo internacional y realizar los objetivos de lasocialdemocracia internacional"5.
Como ya hemos señalado, nuestros oportunistas, los señores Semkovski, Libman y Yurkévich, desconocensencillamente esta decisión. Pero Rosa Luxemburgo la conoce y cita su texto íntegro, en el que figura lamisma expresión que en nuestro programa: "autodeterminación".Cabe preguntar: ¿cómo elimina Rosa Luxemburgo este obstáculo del camino de su "original" teoría?¡Oh, muy sencillamente!: ... el centro de gravedad está aquí en la segunda parte de la resolución... su carácterdeclarativo... ¡¡sólo por confusión puede alegarse!!El desamparo y la desorientación de nuestra autora son sencillamente asombrosos. Generalmente, losoportunistas son los únicos que alegan el carácter declarativo de los puntos consecuentemente democráticosy socialistas en los programas, rehuyendo cobardemente la polémica franca contra ellos.
A lo que se ve, nosin motivo se ha encontrado esta vez Rosa Luxemburgo en la triste compañía de los señores Semkovski,Libman y Yurkévich. Rosa Luxemburgo no se atreve a declarar francamente si considera justa o errónea lacitada resolución. Se zafa y se esconde, como contando con un lector tan poco atento y tan ignorante queolvide la primera parte de la resolución al llegar a la segunda, o que nunca haya oído hablar de los debatesque hubo en la prensa socialista antes del Congreso de Londres.Pero Rosa Luxemburgo está muy equivocada si se imagina que, ante los obreros conscientes de Rusia,logrará pisotear tan fácilmente una resolución de la Internacional sobre una importante cuestión deprincipios, sin haberse dignado siquiera analizarla en forma critica.
En los debates que precedieron al Congreso de Londres -principalmente en las columnas de la revista de losmarxistas alemanes Die Neue Zeit- se expresó el punto de vista de Rosa Luxemburgo, ¡y ese punto de vista,en el fondo, sufrió una derrota ante la Internacional! Este es el fondo del asunto, lo que debe tenerespecialmente en cuenta el lector ruso.
Los debates se desarrollaron en torno a la cuestión de la independencia de Polonia. Se expresaron trespuntos de vista:1. El punto de vista de los "fraks", en cuyo nombre intervino Haecker. Querían que la Internacionalreconociera en su programa la reivindicación de la independencia de Polonia. La proposición no fueaceptada. Este punto de vista sufrió una derrota ante la Internacional.2. El punto de vista de Rosa Luxemburgo: los socialistas polacos no deben exigir la independencia dePolonia. Desde este punto de vista, ni hablar se podía de proclamar el derecho de las naciones a laautodeterminación. También este punto de vista sufrió una derrota ante la Internacional.3. El punto de vista que entonces desarrolló del modo más minucioso C. Kautsky, al intervenir contraRosa Luxemburgo y al demostrar la extrema "unilateralidad" de su materialismo.
Desde este punto devista, la Internacional no puede actualmente incluir en su programa la independencia de Polonia, perolos socialistas polacos -decía Kautsky- pueden plenamente propugnar semejante reivindicación.
Desdeel punto de vista de los socialistas, es absolutamente erróneo desentenderse de las tareas de laliberación nacional en un ambiente de opresión nacional.La resolución de la Internacional reproduce precisamente las tesis más esenciales, fundamentales de estepunto de vista: por una parte, se reconoce en forma absolutamente directa, sin dejar lugar a tergiversaciónalguna, el pleno derecho de todas las naciones a la autodeterminación; por otra parte, de una forma no menosexplicita, se exhorta a los obreros a realizar la unidad internacional de su lucha de clase.
Nosotros consideramos que esta resolución es absolutamente justa y que, para los países de la EuropaOriental y de Asia, a comienzos del siglo XX, es precisamente esta resolución, y precisamente la conexiónindisoluble de sus dos partes, lo que constituye la única directriz acertada de política proletaria de clase en lacuestión nacional.Detengámonos un poco más en detalle en los tres puntos de vista que hemos indicado.Sabido es que C. Marx y F. Engels consideraban que toda la democracia de la Europa Occidental, y tantomás la socialdemocracia, estaban absolutamente obligadas a apoyar en forma activa la reivindicación deindependencia de Polonia. Para las décadas del 40 y del 60 del siglo pasado, época de revolución burguesaen Austria y Alemania, época de "reforma campesina" en Rusia, este punto de vista era absolutamente justoy el único consecuentemente democrático y proletario. Mientras las masas populares de Rusia y de lamayoría de los países eslavos estaban aún sumidas en profundo sueño, mientras no había en estos países movimientos democráticos independientes, de masas, el movimiento liberador señorial en Polonia adquiríaun valor primordial, gigantesco, desde el punto de vista no sólo de la democracia de toda Rusia, no sólo dela democracia de todos los países eslavos, sino de la democracia de toda Europa.
Pero si este punto de vista de Marx era completamente justo para el segundo tercio o para el tercer cuarto delsiglo XIX, ha dejado de serlo para el siglo XX. En la mayoría de los países eslavos, e incluso en uno de lospaíses eslavos más atrasados, en Rusia, han surgido movimientos democráticos independientes e incluso unmovimiento proletario independiente.
Ha desaparecido la Polonia señorial, cediendo su puesto a la Poloniacapitalista. En tales condiciones, Polonia no podía por menos de perder su importancia revolucionariaexcepcional.Cuando el PSP ("Partido Socialista Polaco", los "fraks" actuales) intentó en 1896 "perpetuar" el punto devista de Marx de otra época, aquello significaba ya utilizar la letra del marxismo contra el espíritu delmarxismo. De aquí que tuvieran completa razón los socialdemócratas polacos cuando se declararon encontra de los entusiasmos nacionalistas de la pequeña burguesía polaca, cuando indicaron que la cuestiónnacional tenía una importancia secundaria para los obreros polacos, cuando crearon por primera vez enPolonia un partido puramente proletario, cuando proclamaron el principio de la unión más estrecha entre elobrero polaco y el ruso en su lucha de clases, principio que tiene una enorme importancia.
Pero ¿significaba esto, sin embargo, que, a comienzos del siglo XX, la Internacional podía considerarsuperfluo para la Europa Oriental y para Asia el principio de autodeterminación política de las naciones, suderecho a la separación? Esto sería el mayor de los absurdos, que equivaldría (teóricamente) a considerarterminada la transformación democrático-burguesa de los Estados de Turquía, Rusia y China; sería(prácticamente) oportunismo respecto al absolutismo.
No. Para la Europa Oriental y para Asia, en una época en que se han iniciado revolucionesdemocrático-burguesas, en una época en que han surgido y se han exacerbado movimientos nacionales, enuna época en que han aparecido partidos proletarios independientes, la tarea de estos partidos en políticanacional debe ser una tarea doble: reconocer el derecho de todas las naciones a la autodeterminación, porqueaún no está terminada la transformación democrático-burguesa, porque la democracia obrera propugna, deun modo serio, sincero y consecuente, no al modo liberal, no al modo de los Kokoshkin, la igualdad dederechos de las naciones y la alianza más estrecha, indisoluble, de las luchas de clase de los proletarios detodas las naciones de un Estado determinado, para toda clase de peripecias de su historia, con toda clase demodificaciones que la burguesía introduzca en las fronteras de los diversos Estados.
Esta doble tarea del proletariado es precisamente la que formula la resolución de la Internacional en 1896.Idéntica precisamente es, en su base de principios, la resolución adoptada por los marxistas de Rusia en suConferencia del verano de 1913.
Hay gentes a quienes les parece "contradictorio" que esta resolución, en supunto cuarto, reconociendo el derecho a la autodeterminación, a la separación, parece "dar" el máximo alnacionalismo (en realidad, en el reconocimiento del derecho a la autodeterminación de todas las nacioneshay un máximo de democracia y un mínimo de nacionalismo) y en el punto quinto previene a los obreroscontra las consignas nacionalistas de cualquier burguesía y exige la unidad y la fusión de los obreros detodas las naciones en organizaciones proletarias internacionales únicas.
Pero sólo inteligenciasabsolutamente obtusas pueden ver aquí una "contradicción", incapaces de comprender, por ejemplo, por quéhan ganado la unidad y la solidaridad de clase del proletariado sueco y noruego, cuando los obreros suecoshan defendido para Noruega la libertad de separarse y constituir un Estado independiente.(5) Véase el informe oficial alemán sobre el Congreso de Londres: Verhandlungen und Beschlüsse desinternationalen sozialistischen Arbeiter und Gewerkschafts-Kongresses zu London, vom 27. Juli bis 1.August 1896. Berlin, 1896, S. 18. ["Actas y resoluciones del Congreso Internacional de los partidossocialistas obreros y de los sindicatos, celebrado en Londres, del 27 de julio al 1 de agosto de 1896", Berlín,1896, pág. 18]. Hay un folleto ruso con las decisiones de los Congresos internacionales, donde, en vez de"autodeterminación", se ha traducido erróneamente: "autonomía".(6) Sería un trabajo histórico muy interesante el comparar la posición de un gentilhombre polaco insurgente de 1863, la posición de Chernishevski, demócrata revolucionario de toda Rusia, que también (como Marx)sabía apreciar la importancia del movimiento polaco, y la posición del filisteo ucraniano Dragománov, queintervino mucho más tarde y expresó el punto de vista del campesino, todavía tan salvaje, dormido,encostrado en su montón de estiércol, que su legitimo odio contra los pani polacos le impedía comprender laimportancia de la lucha de estos pani para la democracia de toda Rusia. (Véase La Polonia histórica y lademocracia de Rusia de Dragománov).
Dragománov ha merecido plenamente los entusiastas abrazos conque más tarde le galardonó P. Struve cuando ya era nacional-liberal.
8. CARLOS MARX, EL UTOPISTA, Y ROSA LUXEMBURGO,LA PRÁCTICADeclarando "utopía" la independencia de Polonia y repitiéndolo hasta causar náuseas, Rosa Luxemburgoexclama irónicamente: ¿por qué no exigir la independencia de Irlanda?Evidentemente, la "práctica" Rosa Luxemburgo desconoce la actitud de C. Marx ante la independencia deIrlanda. Vale la pena detenerse en este punto para dar un ejemplo analítico de una reivindicación concreta deindependencia nacional desde el punto de vista verdaderamente marxista y no oportunista.
Marx tenía la costumbre de "tantear", como él decía, a los socialistas que él conocía, comprobando suconciencia y su convicción. Cuando conoció a Lopatin, Marx escribió a Engels, el 5 de julio de 1870, unjuicio halagüeño en alto grado para el joven socialista ruso, pero añadía:"...El punto débil: Polonia. Sobre este punto Lopatin dice absolutamente lo mismo que un inglés -porejemplo, un cartista inglés de la vieja escuela- sobre Irlanda".
Marx interroga a un socialista que pertenece a una nación opresora sobre su actitud respecto a una naciónoprimida y descubre en el acto el defecto común a los socialistas de las naciones dominantes (inglesa yrusa): la incomprensión de su deber socialista respecto a las naciones oprimidas, el rumiar prejuiciostomados de la burguesía de la "gran potencia".
Antes de pasar a las declaraciones positivas de Marx sobre Irlanda, hay que hacer la salvedad de que Marx yEngels guardaban en general una actitud rigurosamente crítica frente a la cuestión nacional, apreciando suvalor histórico relativo. Así, Engels, escribe a Marx el 23 de mayo de 1851 que el estudio de la historia leconduce a conclusiones pesimistas respecto a Polonia, que la importancia de Polonia es temporal, sólo hastala revolución agraria en Rusia. El papel de los polacos en la historia es el de "tonterías atrevidas".
"Ni por unmomento puede suponerse que Polonia, incluso comparada con Rusia solamente, represente con éxito elprogreso o tenga cierto valor histórico". En Rusia hay más elementos de civilización, de instrucción, deindustria, de burguesía que en la "aletargada Polonia de los terratenientes nobles". "¡Qué significan Varsoviay Cracovia comparadas con Petersburgo, Moscú y Odesa!" Engels no cree en el éxito de las insurreccionesde la nobleza polaca.Pero todas estas ideas, que tanto tienen de perspicacia genial, no impidieron en modo alguno el que Marx yEngels, doce años más tarde, cuando Rusia seguía aún aletargada y en cambio Polonia hervía, adoptaran laactitud de la más cálida y profunda simpatía por el movimiento polaco.
En 1864, al redactar el mensaje de la Internacional, Marx escribe a Engels (4 de noviembre de 1864) que espreciso luchar contra el nacionalismo de Mazzini. "Cuando en el mensaje se habla de política internacional,me refiero a países, no a nacionalidades, y denuncio a Rusia, y no a Estados de menor importancia", escribeMarx. Para Marx no ofrece dudas la subordinación de la cuestión nacional a la "cuestión obrera".
Pero suteoría está tan lejos del propósito de pasar por alto los movimientos nacionales como el cielo de la tierra.Llega el año 1866. Marx escribe a Engels sobre la "camarilla proudhoniana" de París que "declara que lasnacionalidades son un absurdo y ataca a Bismarck y a Garibaldi. Como polémica contra el chovinismo, su táctica es útil y explicable. Pero cuando quienes creen en Proudhon (y entre ellos figuran dos buenos amigosmíos de aquí, Lafargue y Longuet) piensan que toda Europa puede y debe permanecer quieta, tranquilamentesentada sobre el trasero, mientras en Francia los señores no supriman la miseria y la ignorancia... resultanridículos" (carta del 7 de junio de 1866).
"Ayer -escribe Marx el 20 de junio de 1866- hubo en el Consejo de la Internacional un debate sobre laguerra actual... Como era de esperar, la discusión se concentró en torno al problema de las "nacionalidades"y a nuestra actitud ante, él... Los representantes de la "joven Francia" (no obreros) defendieron el punto devista de que toda nacionalidad y la misma nación son prejuicios anticuados. Stirnerianismo proudhoniano...Todo el mundo debe esperar a que los franceses maduren para realizar la revolución social... Los ingleses serieron mucho cuando yo comencé mi discurso diciendo que nuestro amigo Lafargue y otros, que hansuprimido las nacionalidades, nos dirigían la palabra en francés, es decir, en una lengua incomprensible paralas 9/10 partes de la reunión. Luego di a entender que Lafargue, sin darse él mismo cuenta de ello, entendíapor negación de las nacionalidades, al parecer, su absorción por la ejemplar nación francesa".
Clara está la deducción que resulta de todas estas observaciones críticas de Marx: la clase obrera es la menosllamada a hacer un fetiche de la cuestión nacional, porque el desarrollo del capitalismo no despiertanecesariamente a todas las naciones a una vida independiente. Pero, una vez surgidos los movimientosnacionales de masas, deshacerse de ellos, negarse a apoyar lo que en ellos hay de progresivo, significa caer,en realidad, bajo la influencia de prejuicios nacionalistas, es decir: considerar a "su propia" nación como"nación ejemplar" (o, añadiremos nosotros, como nación dotada del privilegio exclusivo de organizarse enEstado)7.
Pero volvamos al problema de Irlanda. La posición de Marx en este problema la expresan, con especialclaridad, los siguientes fragmentos de sus cartas: "He tratado de suscitar por todos los medios unamanifestación de los obreros ingleses en favor del fenianismo. . . Antes yo consideraba imposible laseparación de Irlanda de Inglaterra. Ahora la considero inevitable, aunque después de la separación se lleguea la federación". Esto es lo que decía Marx en una carta a Engels el 2 de noviembre de 1867.Y en otra carta, del 30 de noviembre del mismo año, añadía: "¿Qué debemos aconsejar a los obrerosingleses? A mi juicio, deben hacer del Repeal (ruptura) de la unión" (de Irlanda con Inglaterra, es decir, de laseparación de Irlanda de Inglaterra) "un punto de su programa; en breves palabras, la reivindicación de 1783,sólo que democratizada y adaptada a las condiciones actuales.
Esta es la única forma legal de laemancipación de Irlanda y, por ello, la única forma que puede aceptarse en el programa de un partido inglés.La experiencia deberá mostrar más tarde si puede subsistir, por largo tiempo, una simple unión personalentre ambos países.... Los irlandeses necesitan lo siguiente:1. Autonomía e independencia con respecto a Inglaterra.2. Revolución agraria..."Concediendo enorme importancia al problema de Irlanda, Marx daba en la Unión Obrera alemanaconferencias de hora y media sobre este tema (carta del 17 de diciembre de 1867).En una carta del 20 de noviembre de 1868, Engels señala "el odio que existe entre los obreros inglesescontra los irlandeses", y cerca de un año más tarde (24 de octubre de 1869), volviendo a este tema, escribe:"De Irlanda a Rusia il n'y a qu'un pas (no hay más que un paso)... Por el ejemplo de la historia irlandesapuede verse qué desgracia es para un pueblo el haber sojuzgado a otro.
Todas las infamias inglesas tienen suorigen en la esfera irlandesa. Todavía tengo que estudiar la época de Cromwell, pero de todos modos no mecabe duda alguna de que, también en Inglaterra, las cosas habrían tomado otro rumbo si no hubiera sidonecesario dominar militarmente a Irlanda y crear una nueva aristocracia".
Señalemos de paso una carta de Marx a Engels del 18 de agosto de 1869 En Poznan, los obreros polacos han tenido una huelga victoriosa gracias a la ayuda de sus camaradas deBerlín. Esta lucha contra "el señor capital" -incluso en su forma inferior, en forma de huelgas- terminará conlos prejuicios nacionales de un modo más serio que los recitales sobre la paz en boca de los señoresburgueses".
Por lo que sigue, puede verse la política seguida por Marx en la Internacional, respecto al problema irlandés.El 18 de noviembre de 1869, Marx escribe a Engels que ha pronunciado un discurso de una hora y cuarto, enel Consejo de la Internacional, sobre la actitud del gobierno británico respecto a la amnistía irlandesa, y queha propuesto la resolución siguiente:"Se resuelve que, en su respuesta a la exigencia irlandesa de poner en libertad a los patriotasirlandeses, el señor Gladstone ultraja deliberadamente a la nación irlandesa;que Gladstone liga la amnistía política a condiciones igualmente humillantes, tanto para las víctimasde mal gobierno, como para el pueblo que ese gobierno representa;que Gladstone, si bien obligado por su situación oficial, ha aplaudido pública y solemnemente larevuelta de los esclavistas americanos, y ahora, se pone a predicar al pueblo irlandés la doctrina dela sumisión pasiva;que, en lo tocante a la amnistía irlandesa, toda su política es una auténtica manifestación de la"política de conquista" que desenmascaró el señor Gladstone, derribando de este modo el ministeriode sus adversarios, los tories;que el Consejo General de la Asociación Internacional de los Trabajadores expresa su admiraciónante la valentía, la firmeza y la elevación con que el pueblo irlandés desarrolla su campaña por laamnistía;que esta resolución deberá ser comunicada a todas las secciones de la Asociación Internacional delos Trabajadores y a todas las organizaciones obreras de Europa y América que estén relacionadascon ella".
El 10 de diciembre de 1869, Marx escribe que su informe sobre el problema irlandés en el Consejo de laInternacional tendrá la estructura siguiente:"...Prescindiendo en absoluto de toda fraseología "internacionalista" y "humanitaria" sobre "justiciapara Irlanda" -porque esto se sobreentiende en el Consejo de la Internacional-, el interés absoluto ydirecto de la clase obrera inglesa exige la ruptura de su actual unión con Irlanda. Estoyprofundamente convencido de ello, basándome en motivos que, en parte, no puedo descubrir a losmismos obreros ingleses.
Durante mucho tiempo pensé que podría derribarse el régimen irlandés porel ascenso de la clase obrera inglesa. He defendido siempre este punto de vista en el New York DailyTribune (periódico norteamericano, con el que Marx colaboró mucho tiempo). Un estudio másprofundo de la cuestión me ha persuadido de lo contrario. La clase obrera inglesa no podrá hacernada, mientras no se desembarace de Irlanda.. . La reacción inglesa, en Inglaterra, tiene sus raícesen la esclavización de Irlanda" (subrayado por Marx).Ahora verá el lector, bien claramente, cuál era la política de Marx respecto al problema irlandés.
El "utopista" Marx es tan "poco práctico" que es partidario de la separación de Irlanda, separación que,medio siglo más tarde, no se ha realizado aún.¿A qué se debe esta política de Marx? ¿No fue, acaso, un error?Al principio, Marx creía que a Irlanda la liberaría no el movimiento nacional de la nación oprimida, sino el movimiento obrero de la nación opresora. Marx, sabiendo que sólo la victoria de la clase obrera podrá traerla liberación completa de todas las nacionalidades, no hace de los movimientos nacionales algo absoluto.
Esimposible calcular de antemano todas las correlaciones que puedan establecerse entre los movimientosburgueses de liberación en las naciones oprimidas y el movimiento proletario de liberación en la naciónopresora (precisamente éste es el problema que hace tan difícil la cuestión nacional en la Rusiacontemporánea).Pero se ha creado una situación tal, que la clase obrera inglesa ha caldo por un período bastante largo bajo lainfluencia de los liberales, yendo a la zaga de los mismos, decapitándose ella misma con una política obreraliberal.
El movimiento burgués de liberación en Irlanda se ha acentuado y ha adquirido formasrevolucionarias. Marx revisa su opinión y la corrige. "Qué desgracia es para un pueblo el haber sojuzgado aotro". La clase obrera de Inglaterra no podrá liberarse, mientras Irlanda no se libere del yugo inglés. Laesclavización de Irlanda fortalece y nutre a la reacción en Inglaterra (¡igual como nutre a la reacción enRusia la esclavización de una serie de naciones!).
Y Marx, al hacer aprobar en la Internacional unaresolución de simpatía hacia "la nación irlandesa", hacia "el pueblo irlandés" (¡el inteligente L. Vl. haría,seguramente, trizas al pobre Marx por haber olvidado la lucha de clases!), propugna la separación de Irlandade Inglaterra, "aunque después de la separación se llegue a la federación".¿Cuáles son las premisas teóricas de esta conclusión de Marx? En Inglaterra, hace ya mucho tiempo que, engeneral, está terminada la revolución burguesa. Pero no está terminada en Irlanda: la están terminando ahora,medio siglo después, las reformas de los liberales ingleses.
Si el capitalismo hubiese sido derribado enInglaterra con la rapidez que esperaba Marx al principio, no habría lugar en Irlanda para un movimientodemocrático-burgués, del conjunto de la nación. Pero puesto que ha surgido, Marx aconseja a los obrerosingleses que lo apoyen, que le impriman un impulso revolucionario, que lo lleven a término en interés de supropia libertad.
En la década del 60 del siglo pasado, las relaciones económicas entre Irlanda e Inglaterraeran, desde luego, más estrechas aún que las relaciones entre Rusia y Polonia, Ucrania, etc. Saltaba a la vistaque la separación de Irlanda era "poco práctica", "irrealizable" (aunque sólo fuera por su situación geográficay por el inmenso poderío colonial de Inglaterra). Siendo en principio enemigo del federalismo, Marx admite,en este caso, incluso la federació con tal de que la liberación de Irlanda no se haga por vía reformista,sino revolucionaria, por el movimiento de las masas del pueblo en Irlanda, apoyado por la clase obrera deInglaterra. No puede caber duda alguna de que sólo una tal solución a este problema histórico habría sido lamás favorable a los intereses del proletariado y a un rápido desarrollo social.Pero las cosas sucedieron de otro modo.
Tanto el pueblo irlandés como el proletariado inglés han resultadoser débiles. Sólo ahora, por míseras componendas entre los liberales ingleses y la burguesía irlandesa, seresuelve (el ejemplo de Ulster demuestra con cuánta dificultad) el problema irlandés con una reforma agraria(con rescate) y la autonomía (todavía no implantada). ¿Y qué? ¿Se debe acaso deducir de esto que Marx yEngels eran "utopistas", que presentaban reivindicaciones nacionales "irrealizables", que cedían a lainfluencia de los nacionalistas irlandeses, pequeños burgueses (es indudable el carácter pequeñoburgués delmovimiento de los "fenianos"), etc.?No.
Marx y Engels propugnaron, también en la cuestión irlandesa, una política consecuentemente proletaria,una política que educara verdaderamente a las masas en el espíritu de la democracia y del socialismo. Sóloesta política podía salvar, tanto a Irlanda como a Inglaterra, de diferir por medio siglo las transformacionesnecesarias y de que los liberales las desfigurasen en beneficio de la reacción.
La política de Marx y Engels en el problema irlandés constituye un magnífico ejemplo de la actitud que debeguardar el proletariado de las naciones opresoras ante los movimientos nacionales, y este ejemplo haconservado, hasta hoy día, un valor práctico enorme; esta política es una advertencia contra la "precipitaciónlacayuna" con que los filisteos de todos los países, lenguas y colores se apresuran a declarar "utópica" lamodificación de las fronteras de los Estados creados por las violencias y los privilegios de los terratenientesy de la burguesía de una nación.
Si el proletariado de Irlanda y el de Inglaterra no hubieran adoptado la política de Marx, si no hubieranhecho suya la consigna de separación de Irlanda, ello habría sido el más empedernido oportunismo por su parte, habría significado un olvido de las misiones de un demócrata y de un socialista, una concesión a lareacción y a la burguesía inglesas.(7) Compárese, además, la carta de Marx a Engels del 3 de junio de 1867: "... Por las crónicas de París delTimes me he enterado con verdadera satisfacción de las exclamaciones polonófilas de los parisinos contraRusia... El señor Proudhon y su minúscula camarilla doctrinarla no son el pueblo francés".(8)
No es difícil ver, dicho sea de paso, por qué, desde el punto de vista socialdemócrata, no puedeentenderse por derecho a "la autodeterminación" de las naciones ni la federación ni la autonomía (aunque,hablando en forma abstracta, la una y la otra encuadran en el término "autodeterminación"). El derecho a lafederación es, en general, un absurdo, ya que la federación es un contrato bilateral. Ni que decir tiene que enmodo alguno pueden los marxistas incluir en su programa la defensa del federalismo en general.
En lo querespecta a la autonomía, los marxistas no defienden "el derecho a" la autonomía, sino la autonomía misma,como principio general y universal de un Estado democrático de composición nacional heterogéneo, conmarcadas diferencias en las condiciones geográficas y en las de otro tipo. Por eso, reconocer "el derecho delas naciones a la autonomía" seria tan absurdo, como reconocer "el derecho de las naciones a la federación".9.
EL PROGRAMA DE 1903 Y SUS LIQUIDADORES
Las actas del Congreso de 1903, que aprobó el programa de los marxistas de Rusia, se han hecho un textomuy difícil de encontrar, y la inmensa mayoría de los actuales militantes del movimiento obrero no conocenlos motivos de los diversos puntos del programa (con tanta mayor razón cuanto que no todas laspublicaciones, ni mucho menos, que con ellos se relacionan gozan del beneficio de la legalidad...). De aquíque sea necesario detenerse en el examen que de la cuestión que nos interesa se hizo en el Congreso de1903.
Hagamos notar, ante todo, que, por pobre que sea la bibliografía socialdemócrata rusa en lo concerniente al"derecho de las naciones a la autodeterminación", resulta de ella, sin embargo, con toda claridad que estederecho se ha interpretado siempre en el sentido de derecho a la separación. Los Semkovski, los. Libman ylos Yurkévich, señores que lo ponen en duda, que declaran que el § 9 es "falto de claridad", etc., sólo hablande "falta de claridad" por extrema ignorancia o por despreocupación.
Ya en 1902, Plejánov9, defendiendoen Zariá "el derecho a la autodeterminación" en el proyecto de programa, escribía que esta reivindicación,que no es obligatoria para los demócratas burgueses, "es obligatoria para los socialdemócratas". "Si nosolvidáramos de ello o si no nos decidiéramos a propugnaría -escribía Plejánov-, temiendo herir los prejuiciosnacionales de nuestros contemporáneos de la nación rusa, se convertiría en nuestros labios en mentiraodiosa... el grito de combate... : '¡Proletarios de todos los países, uníos!' ".Estas palabras caracterizan de un modo muy acertado el argumento fundamental a favor del punto analizado,con tanto acierto, que no sin motivo las han pasado y las pasan por alto temerosamente los "desmemoriados"críticos de nuestro programa que no se acuerdan de su procedencia. Renunciar a este punto, sean cualesfueran los motivos que se aduzcan, significa de hecho una concesión "vergonzosa" al nacionalismo ruso.
¿Por qué ruso cuando se habla del derecho de todas las naciones a la autodeterminación? Porque se trata desepararse de los rusos. El interés de la unión de los proletarios, el interés de su solidaridad de clase, exigenque se reconozca el derecho de las naciones a la separación: eso es lo que hace doce años ha reconocidoPlejánov en las palabras citadas; de reflexionar sobre ello, nuestros oportunistas no hubieran dicho,probablemente, tantos absurdos sobre la autodeterminación.
En el Congreso de 1903, donde se aprobó este proyecto de programa que defendía Plejánov, el trabajoprincipal estaba concentrado en la comisión de programa. Es de lamentar que en ella no se levantaran actas.Precisamente sobre el punto de tratamos presentarían especial interés, porque sólo en la comisión losrepresentantes de los socialdemócratas polacos, Warszawski y Hanecki, intentaron defender sus puntos devista e impugnar el "reconocimiento del derecho a la autodeterminación".
El lector que hubiera deseadocomparar sus argumentos (expuestos en el discurso de Warszawski y en la declaración del mismo y de Hanecki, págs. 134-136 y 388-390 de las actas) con los argumentos de Rosa Luxemburgo en su artículopolaco que hemos analizado, vería la completa identidad de estos argumentos.
Pero ¿cuál fue ante estos argumentos la actitud de la comisión de programa del IIº Congreso, donde sobretodo Plejánov intervino contra los marxistas polacos? ¡Estos argumentos fue cruelmente ridiculizados! Elabsurdo de proponer a los marxistas de Rusia que excluyeran el reconocimiento del derecho a laautodeterminación de las naciones quedó tan clara y patentemente demostrado, que los marxistas polacos¡¡no se atrevieron ni a repetir sus argumentos en la sesión plenaria del Congreso!! Abandonaron elCongreso convencidos de lo desesperado de su posición ante la asamblea suprema de los marxistas, tantorusos como hebreos, georgianos y armenios.Este episodio histórico tiene, de suyo se comprende, una importancia muy grande para todo el que seinterese seriamente por su programa.
El fracaso completo de los argumentos expuestos por los marxistaspolacos en la comisión de programa del Congreso, así como su renuncia al intento de defender opinionesante la sesión del Congreso, son hechos extraordinariamente significativos. No en vano ha pasado RosaLuxemburgo "modestamente" en silencio este hecho en su artículo de 1908: ¡el recuerdo del Congreso leresultaba, por lo visto, demasiado desagradable! Tampoco ha dicho nada de la proposición, desafortunadahasta lo ridículo, de "corregir" el § 9 del programa, proposición que Warszawski y Hanecki hicieron en 1903en nombre de todos los marxistas polacos y que no se han decidido (ni se decidirán) a repetir ni RosaLuxemburgo ni otros socialdemócratas polacos.
Pero si Rosa Luxemburgo, ocultando su derrota de 1903, ha guardado silencio sobre estos hechos, laspersonas que se interesan por la historia de su partido se preocuparán de conocer estos hechos y de meditarsobre su significación."...Nosotros proponemos -escribían en 1903 al Congreso los amigos de Rosa Luxemburgo, alretirarse del mismo- dar la siguiente redacción del punto 7 (ahora 9) del proyecto de programa: §7:Las instituciones que garantizan la completa libertad de desarrollo cultural a todas que integran elEstado" (pág. 390 de las actas).
Así pues, los marxistas polacos formulaban entonces, en lo que se refiere a la cuestión nacional, opinionestan poco definidas, que en lugar de autodeterminación proponían, en el fondo, ¡nada menos que unseudónimo de la famosa "autonomía nacional-cultural"!Esto parece casi increíble, pero, desgraciadamente, es un hecho.
En el mismo Congreso, aunque en él había5 bundistas con 5 votos y 3 caucasianos con 6 votos, sin contar la voz sin voto de Kostrov, no hubo ni unsolo voto a favor de la supresión del punto referente a la autodeterminación. Se emitieron 3 votos a favor deañadir a este punto "la autonomía nacional-cultural" (por la fórmula de Goldblat: "creación de institucionesque garanticen a las naciones la completa libertad de desarrollo cultural") y cuatro a favor de la fórmula deLíber ("derecho a su -de las naciones- libertad de desarrollo cultural").
Ahora, cuando ha surgido un partido liberal ruso, el partido demócrata constitucionalista, sabemos que en suprograma la autodeterminación política de las naciones ha sido sustituida por la "autodeterminacióncultural". Por consiguiente, los amigos polacos de Rosa Luxemburgo, "luchando" contra el nacionalismo delPSP, ¡lo hacían tan bien, que proponían sustituir el programa marxista por un programa liberal! Y al hacerloacusaban, por añadidura, a nuestro programa de oportunismo! ¡No es de extrañar, pues, que en la comisiónde programa del II Congreso esta acusación sólo fuera acogida con risas!¿En qué sentido entendían la "autodeterminación" los delegados al II Congreso, de los cuales, según hemosvisto, no hubo ni uno solo que estuviera en contra de la "autodeterminación de las naciones"?Lo atestiguan los tres pasajes siguientes de las actas: "Martínov considera que no hay que dar a la palabra"autodeterminación" una interpretación amplia; sólo significa el derecho de una nación a separarse paraformar una entidad política aparte, pero de ningún modo la autonomía regional" (pág. 171).
Martínov eramiembro de la comisión de programa, en la que fueron refutados y puestos en ridículo los argumentos de losamigos de Rosa Luxemburgo. Por sus concepciones, Martínov era entonces "economista", adversario de furibundo de Iskra, y si hubiese expresado una opinión que no compartiera la mayoría de la comisión deprograma, habría sido, desde luego, refutado.Goldblat, bundista, fue el primero en tomar la palabra cuando, después del trabajo de la comisión, sediscutió en el Congreso el § 8 (actualmente, 9) del programa.
"Contra el "derecho a la autodeterminación" -dijo Goldblat- no puede objetarse nada. Cuandoalguna nación lucha por su independencia no podemos oponernos a ello. Si Polonia no quierecontraer matrimonio legal con Rusia, hay que dejarla en paz, según ha dicho el camarada Plejánov.Estoy de acuerdo con semejante opinión dentro de estos límites" (págs. 175-176).
Plejánov no habla tomado en absoluto la palabra sobre este punto en la sesión plenaria del Congreso.Goldblat se refiere a unas palabras de Plejánov en la comisión de programa, donde el "derecho a laautodeterminación" se explicó en forma detallada y popular en el sentido de derecho a la separación. Líber,que habló después de Goldblat, observó:"Claro está que si alguna nacionalidad no puede vivir dentro de los confines de Rusia, el partido noha de crearle obstáculo alguno" (pág. 176).
Como puede ver el lector, en el II Congreso del partido, que aprobó el programa, no hubo dos opiniones encuanto a que la autodeterminación significaba "tan sólo" el derecho a la separación. Incluso los bundistas seasimilaron entonces esta verdad, y sólo en nuestros tristes tiempos de una contrarrevolución persistente y detoda clase de "abjuraciones" ha habido gentes cuya ignorancia les ha permitido la osadía de declarar que alprograma le "falta claridad".
Pero antes de dedicar tiempo a estos tristes "socialdemócratas" de pacotilla,terminemos con la actitud de los polacos ante el programa.Vinieron al II Congreso (1903) declarando que era imprescindible y urgente la unificación. Pero se retirarondel Congreso después de haber sufrido "reveses" en la comisión de programa, y su última palabra fue unadeclaración escrita, publicada en las actas del Congreso y que contiene la proposición arriba citada desustituir la autodeterminación por la autonomía nacional-cultural.
En 1906, los marxistas polacos ingresaron en el partido, pero ¡¡ni al ingresar en él ni después (ni enel Congreso de 190710, ni en las Conferencias de 1907 y 1908, ni en el Pleno de 1910), presentaron algunavez cualquier proposición de modificar el § 9 del programa ruso!!Esto es un hecho.
Y este hecho demuestra patentemente, a pesar de todas las frases y aseveraciones, que losamigos de Rosa Luxemburgo consideraron terminada la cuestión de las discusiones en la comisión deprograma del II Congreso y la resolución del mismo, que reconocieron tácitamente su error y lo corrigieroncuando, después de retirarse del Congreso en 1903, ingresaron en 1906 en el partido sin intentar ni una solavez plantear por vía de partido la revisión del § 9.
El artículo de Rosa Luxemburgo fue publicado con su firma en 1908 -desde luego, a nadie se le ocurriójamás negar a los escritores del partido el derecho a criticar el programa- y después de este artículoigualmente ni un solo organismo oficial de los marxistas polacos planteó la cuestión de revisar el § 9.Por esta razón, Trotski presta verdaderamente un mal servicio a ciertos admiradores de Rosa Luxemburgocuando, en nombre de la Redacción de Borbá, escribe en el número 2 (marzo de 1914):"...Los marxistas polacos consideran que el "derecho a la autodeterminación nacional" carece enabsoluto de contenido político y debe ser suprimido del programa" (pág. 25).¡El servicial Trotski es más peligroso que un enemigo! En ninguna parte, si no es en "conversacionesparticulares" (es decir, sencillamente en chismes, de los que siempre vive Trotski), ha podido encontrarpruebas para incluir a los "marxistas polacos" en general entre los partidarios de cada artículo de RosaLuxemburgo.
Trotski ha presentado a los "marxistas polacos" como gentes sin honor y sin conciencia, que no saben siquiera respetar sus convicciones y el programa de su partido. ¡El servicial Trotski!Cuando los representantes de los marxistas polacos se retiraron en 1903 del II Congreso a causa del derechoa la autodeterminación, Trotski pudo decir entonces que consideraban este derecho falto de contenido y quedebía ser suprimido del programa.Pero después de esto, los marxistas polacos ingresaron en el partido que tenía tal programa y ni una sola vezpresentaron la proposición de revisarlo11.
¿Por qué ha pasado por alto Trotski estos hechos a los lectores de su revista? Sólo porque le convieneespecular, atizando las divergencias entre adversarios polacos y rusos del liquidacionismo, y engañar a losobreros rusos respecto al programa.Jamás, ni en un solo problema serio del marxismo, ha tenido Trotski opinión firme, siempre "se ha metidopor la rendija" de tales o cuales divergencias, pasándose de un campo a otro. En el momento presente sehalla en la compañía de bundistas y liquidadores.
Ahora bien, estos señores no tienen muchos miramientoscon el partido.Aquí tenéis al bundista Libman:"Cuando la socialdemocracia de Rusia -escribe este gentleman- incluyó hace quince años en suprograma el punto sobre el derecho de cada nacionalidad a la "autodeterminación", todo el mundo(!!) se preguntaba: ¿qué es lo que quiere decir propiamente hablando esta expresión de moda (!!)?No hubo respuesta a esta pregunta (!!). Esta palabra quedó (!!) envuelta en bruma.
En realidad,entonces era difícil disipar esta bruma. Todavía no ha llegado el momento en que pueda concretarseeste punto -se decía entonces-, que siga por ahora envuelto en bruma (!!), y la misma vida dirá quécontenido debe dársele".¿Verdad que es magnífico este "niño sin pantalones" que se burla del programa del partido?¿Y por qué se burla? Sólo porque es un ignorante supino que no ha estudiado nada, que ni siquiera ha leídoalgo sobre la historia del partido, sino que ha caldo sencillamente en el medio de los liquidadores, donde "escostumbre" andar desnudo en el problema del partido y del partidismo.
En una obra de Pomialovski un seminarista se vanagloria "de haber escupido en una tina con col". Losseñores bundistas han ido más allá. Hacen salir a los Libman para que estos gentlemen escupanpúblicamente en su propia tina. ¿Que ha habido una resolución del Congreso internacional, que en elCongreso de su propio partido dos representantes de su propio Bund han revelado (¡y lo "severos" críticos yenemigos decididos de lskra que eran!) su completa capacidad de comprender el sentido de la"autodeterminación" e incluso se mostraron conformes con ella?
¿Qué importa todo esto a los señoresLíbman? ¿No será más fácil liquidar el partido si los "publicistas del partido" (¡sin bromas!) tratan a lamanera seminarista la historia y el programa del partido?He aquí al segundo "niño sin pantalones", al señor Yurkévich, de Dzwin, quien ha tenido, probablemente, ensus manos las actas del II Congreso, ya que cita las palabras de Plejánov, reproducidas por Goldblat, ydemuestra saber que la autodeterminación no puede significar sino derecho a la separación.
Pero esto no leimpide difundir entre la pequeña burguesía ucraniana, contra los marxistas rusos, la calumnia de que éstosestán por la "integridad estatal" de Rusia (1913, Nos7-8, págs. 83 y otras). Naturalmente, no podían losseñores Yurkévich inventar medio mejor que esta calumnia para alejar a la democracia ucraniana de lademocracia gran rusa. ¡Y un tal alejamiento está conforme con toda la política del grupo de literatos deDzwin, que preconiza la separación de los obreros ucranianos en una organización nacional aparte!12Al grupo de pequeños burgueses nacionalistas, que escinden al proletariado -precisamente éste es el papelobjetivo de Dzwin- le viene del todo bien, naturalmente, el difundir la más desenfadada confusión sobre lacuestión nacional.
De suyo se comprende que los señores Yurkévich y los señores Libman -que se ofenden de "terriblemente" cuando se dice que ellos están situados "al lado del partido"-, no han dicho nada,materialmente ni una sola palabra, de cómo hubieran querido resolver ellos en el programa la cuestión delderecho a la separación.He aquí el tercero y principal "niño sin pantalones", el señor Semkovski que, en las páginas del periódico delos liquidadores, "denigra" ante el público ruso el § 9 del programa, y al mismo tiempo declara que ¡¡"porciertas consideraciones no comparte la proposición" de excluir este apartado!!Es inconcebible, pero es un hecho. En agosto de 1912, la Conferencia de los liquidadores planteaoficialmente la cuestión nacional.
En año y medio no hubo ni un solo artículo, a excepción del artículo delseñor Semkovski, sobre el § 9. ¡¡Y en este artículo el autor refuta el programa "no compartiendo por ciertas(¿una enfermedad secreta, o qué?) consideraciones" la proposición de corregirlos.
Puede decirse conseguridad que es difícil encontrar en todo el mundo ejemplos de semejante oportunismo, y peor queoportunismo, de abjuración del partido, de liquidación del mismo.Un ejemplo bastará para mostrar cuáles son los argumentos de Semkovski."Cómo debe procederse -escribe-, si el proletariado polaco, dentro del marco de un solo Estado,quiere luchar juntamente con todo el proletariado de Rusia, mientras que las clases reaccionarias dela sociedad polaca, por el contrario quieren separar a Polonia de Rusia y obtienen mayoría de votosa favor de ello en un referéndum (consulta popular): ¿nosotros, socialdemócratas rusos, habríamosde votar en el parlamento central con nuestros camaradas polacos contra la separación, o a favor deella, para no violar "el derecho a la autodeterminación?" (Nóvaya Rabóchaya Gazeta, Nº 71).¡Por donde puede verse que el señor Semkovski no compren- de siquiera de qué se trata! No ha pensado queel derecho a la separación supone que el problema se resuelve precisamente no por el parlamento central,sino únicamente por el parlamento (Dieta, referéndum, etc.) de la región que se separa.¡Con la pueril perplejidad del "cómo debe procederse" si en una democracia la mayoría está por la reacción,se vela un problema de política real, verdadera, viva, cuando tanto los Purishkévich como los Kokoshkinconsideran que hasta la idea de la separación es un crimen! ¡¡Probablemente, los proletarios de toda Rusiadeben luchar hoy no contra los Purishkévich y los Kokoshkin, sino, prescindiendo de ellos, contra las clasesreaccionarias de Polonia!!Y semejantes inconcebibles absurdos se escriben en el órgano de los liquidadores, uno de cuyos dirigentesideológicos es el señor L. Mártov.
Aquel mismo L. Mártov que redactó el proyecto de programa y lodefendió en 1903 y que incluso más tarde escribió defendiendo la libertad de separación. Por lo visto, L.Mártov razona ahora por la regla [de la canción de León Tolstoi]:Allí no hace falta un inteligente; / Manden ustedes a Read / Y yo veré.¡Él manda a Read-Semkovski y permite que en un diario, ante capas nuevas de lectores que no conocennuestro programa, se lo tergiverse y embrolle sin fin!Sí, sí, el liquidacionismo ha ido lejos: entre muchísimos de los ex socialdemócratas, e incluso entre losdestacados, no ha quedado ni vestigio de partidismo.
Claro está que no se puede comparar a Rosa Luxemburgo con los Libman, los Yurkévich y los Semkovski,pero el hecho de que precisamente tales gentes se hayan asido a su error demuestra con singular evidencia enqué oportunismo ha caído ella.(9) En 1916, Lenin insertó en este lugar la siguiente nota: "rogamos a los lectores que no olviden quePlejánov fue en 1903 uno de los principales enemigos del oportunismo y estaba muy lejos de su tristementecélebre viraje hacia el oportunismo y, posteriormente, el chovinismo".(10)
El Vº Congreso del POSDR se celebró en Londres del 30 de abril al 19 de mayo (13 de mayo-1 de30 de 3317/04/2003 14:39file:///Sin títuloPage 31junio) de 1907. Asistieron al Congreso 336 delegados. De ellos: 105 bolcheviques, 97 mencheviques, 57 delBund, 44 de los socialdemócratas polacos, 29 de los socialdemócratas letones y 4 "al margen de lasfracciones". Los bolcheviques arrastraron tras de sí a los polacos y a los letones y lograron una mayoríaestable.El Congreso discutió las siguientes cuestiones: 1) Informe del Comité Central. 2) Informe de la minoría de laDuma y de su organización. 3) Actitud ante los partidos burgueses. 4) La Duma de Estado. 5) El "Congresoobrero" y las organizaciones obreras sin partido. 6) Los sindicatos y el partido. 7) Las acciones guerrilleras.8) El paro forzoso, la crisis económica y los lock-outs. 9) Cuestiones de organización. 10) El CongresoInternacional de Stuttgart (1º de Mayo, militarismo). 11) El trabajo en el ejército. 12) Asuntos varios.
Unode los problemas fundamentales del Congreso fue la actitud ante los partidos burgueses, sobre la que Leninpresentó un informe. En todas las cuestiones de principio, el Congreso aprobó las resolucionesbolcheviques. Fue elegido un Comité Central compuesto por 5 bolcheviques, 4 mencheviques, 2socialdemócratas polacos y 1 letón. Como miembros suplentes del CC fueron elegidos 10 bolcheviques, 7mencheviques, 3 socialdemócratas polacos y 2 letones.
Véase acerca del Vº Congreso del POSDR el artículo de V. I. Lenin Actitud ante los partidos burgueses(Obras, 5ª ed. en ruso, t. 15, págs. 368-388).(11) Se nos comunica que en la Conferencia celebrada por los marxistas de Rusia en el verano de 1913, losmarxistas polacos participaron tan sólo con voz, sin voto, y que, en lo tocante al derecho a laautodeterminación (a la separación), no votaron en absoluto, manifestándose en contra de tal derecho engeneral. Claro que tenían pleno derecho a proceder de este modo y a desarrollar como antes su agitación enPolonia contra su separación.
Pero esto no se parece mucho a lo que dice Trotski, pues los marxistas polacosno exigían que se "suprimiera del programa" el § 9.(12) Véase sobre todo el prólogo del señor Yurkévich para el libro del señor Levinski Esbozo del desarrollodel movimiento obrero ucraniano en Galitzia, Kiev, 1914.10. CONCLUSIÓNHagamos el balance. Desde el punto de vista de la teoría del marxismo en general, el problema del derecho ala autodeterminación no presenta dificultades.
En serio no se puede ni hablar de poner en duda la decisión deLondres de 1896, ni de que por autodeterminación se entiende únicamente el derecho a la separación, ni deque la formación de Estados nacionales independientes es una tendencia de todas las revolucionesdemocrático-burguesas.La dificultad la crea, hasta cierto punto, el hecho de que en Rusia luchan y deben luchar juntos elproletariado de las naciones oprimidas y el proletariado de la nación opresora. La tarea consiste ensalvaguardar la unidad de la lucha de clase del proletariado por el socialismo, repeler todas las influenciasburguesas y ultrarreaccionarias del nacionalismo.
Entre las naciones oprimidas, la separación delproletariado en un partido independiente conduce a veces a una lucha tan encarnizada contra el nacionalismode la nación de que se trata, que se deforma la perspectiva y se olvida el nacionalismo de la nación opresora.Pero esta deformación de la perspectiva es posible tan sólo durante corto tiempo.
La experiencia de la luchaconjunta de los proletarios de naciones diferentes prueba con demasiada claridad que nosotros debemosplantear los problemas políticos desde el punto de vista de toda Rusia y no desde el "de Cracovia". Y en lapolítica de toda Rusia dominan los Purishkévich y los Kokoshkin. Reinan sus ideas, su persecución de losalógenos por "separatismo", por pensar en la separación, se predica y se lleva a la práctica en la Duma, enlas escuelas, en las iglesias, en los cuarteles, en centenares y miles de periódicos.
Toda la atmósfera políticade Rusia entera está inficionada del veneno de este nacionalismo ruso. La desgracia del pueblo consiste enque, esclavizando a otros pueblos, afianza la reacción en toda Rusia. Los recuerdos de 1849 y 1863constituyen una tradición política viva que, si no se producen tempestades de proporciones muy grandes,amenazará durante largos decenios con dificultar todo movimiento democrático y sobre todosocialdemócrata.
No puede caber duda de que, por natural que parezca a veces el punto de vista de algunos marxistas de lasnaciones oprimidas (cuya "desgracia" consiste a veces en que las masas de la población se ciegan por la ideade "su" liberación nacional), en la práctica, teniendo en cuenta la correlación objetiva de las fuerzas de claseen Rusia, Ia renuncia a defender el derecho a la autodeterminación equivale al peor oportunismo, ainficionar al proletariado con las ideas de los Kokoshkin. Y estas ideas son, en el fondo, las ideas y lapolítica de los Purishkévich.
Por ello, si el punto de vista de Rosa Luxemburgo podía justificarse al principio, como estrechezespecíficamente polaca, "de Cracovia"13, en cambio en el momento actual, cuando en todas partes se haacentuado el nacionalismo y, sobre todo, el nacionalismo gubernamental, ruso, cuando es este nacionalismoel que dirige la política, semejante estrechez es ya imperdonable.
En la práctica, se aferran a ella losoportunistas de todas las naciones, temerosos ante la idea de "tempestades" y de "saltos", que consideranterminada la revolución democrático-burguesa y se arrastran detrás del liberalismo de los Kokoshkin.El nacionalismo ruso, como todo nacionalismo, atravesará por distintas fases, según predominen en el paísburgués unas u otras clases.
Hasta 1905, casi conocimos únicamente a nacional-reaccionarios. Después de larevolución, han surgido en nuestro país nacional-liberales.Esta es la posición que ocupan de hecho en nuestro país tanto los octubristas como los demócratasconstitucionalistas (Kokoshkin), es decir, toda la burguesía contemporánea.En lo sucesivo es inevitable que surjan nacional-demócratas rusos.
Uno de los fundadores del partido"socialista popular", el señor Peshejónov, ha expresado ya este punto de vista, cuando exhortaba (en elfascículo de agosto de Rússkoe Bogatstvo de 1906) a proceder con prudencia respecto a los prejuiciosnacionalistas del mujik. Por mucho que se nos calumnie a nosotros, los bolcheviques, pretendiendo que"idealizamos" al mujik, nosotros siempre hemos distinguido y distinguiremos rigurosamente entre el juiciodel mujik y el prejuicio del mujik, entre el espíritu democrático del mujik contra Purishkévich y la tendenciadel mujik a transigir con el pope y el terrateniente.
La democracia proletaria debe tener en cuenta el nacionalismo de los campesinos rusos (no en el sentido deconcesiones, sino en el sentido de lucha) ya ahora, y lo tendrá en cuenta, probablemente, durante un períodobastante prolongado14. El despertar del nacionalismo en las naciones oprimidas, que se ha mostrado contanta fuerza después de 1905 (recordemos aunque sólo sea el grupo de "autonomistas-federalistas" en la IªDuma, el ascenso del movimiento ucraniano, del movimiento musulmán, etc.), provocará inevitablementeun recrudecimiento del nacionalismo de la pequeña burguesía rusa en la ciudad y en el campo.
Cuanto máslenta sea la transformación democrática de Rusia, tanto más empeñados, rudos y encarnizados serán elhostigamiento nacional y las querellas entre la burguesía de las diversas naciones. El reaccionarismosingular de los Purishkévich rusos engendrará (e intensificará) en este caso tendencias "separatistas" en unasu otras naciones oprimidas, que a veces gozan de una libertad mucho mayor en los Estados vecinos.
Semejante estado de cosas plantea ante el proletariado de Rusia una tarea doble, o mejor dicho, bilateral:luchar contra todo nacionalismo y, en primer término, contra el nacionalismo ruso; reconocer no sólo lacompleta igualdad de derechos de todas las naciones en general, sino también la igualdad de derechosrespecto a la edificación estatal, es decir, el derecho de las naciones a la autodeterminación, a la separación;y, al mismo tiempo y precisamente en interés del éxito en la lucha contra toda clase de nacionalismos detodas las naciones, propugnar la unidad de la lucha proletaria y de las organizaciones proletarias, su másintima fusión en una comunidad internacional, a despecho de las tendencias burguesas al aislamientonacional.
Completa igualdad de derechos de las naciones; derecho de autodeterminación de las naciones; fusión de losobreros de todas las naciones: tal es el programa nacional que enseña a los obreros el marxismo, que enseñala experiencia del mundo entero y la experiencia de Rusia.Post Scriptum.- El presente artículo estaba ya compuesto, cuando he recibido el número 3 dRabóchaya Gazeta, donde el señor Y. Kosovski escribe sobre el reconocimiento del derecho a laautodeterminación para todas las naciones:"Mecánicamente trasladado de la resolución del I Congreso del partido (1898), que, a su vez, lo tomóde las decisiones de los Congresos socialistas internacionales, este reconocimiento, según puedeverse por los debates, se interpretaba por el Congreso de 1903 en el mismo sentido que le daba laInternacional Socialista: en el sentido de la autodeterminación política, es decir, de laautodeterminación de la nación en el sentido de la independencia política. De este modo, la fórmulade autodeterminación nacional, significando el derecho a la separación territorial, no atañe paranada al problema de cómo regular las relaciones nacionales dentro de un organismo estataldeterminado, para las nacionalidades que no puedan o no quieran salir del Estado existente".
Por donde puede verse que el señor V. Kosovski ha tenido en las manos las actas del II Congreso de 1903 yconoce perfectamente el verdadero (y único) sentido del concepto de autodeterminación. ¡¡Comparad conesto el hecho de que la Redacción del periódico bundista Zait suelte al señor Libman para que se mofe delprograma y lo declare falto de claridad!! Extraños hábitos "de partido" tienen los señores bundistas... Sólo"Alá sabe" por qué Kosovski declara que el aceptar el Congreso la autodeterminación es un trasladomecánico.
Hay gentes que "quieren hacer objeciones", pero no saben cuáles, ni cómo, ni por qué, ni paraqué.(13) No es difícil comprender que el hecho de que los marxistas de toda Rusia y, en primer término, losrusos, reconozcan el derecho de las naciones a la separación, no descarta en lo más mínimo la agitacióncontra la separación por parte de los marxistas de esta o la otra nación oprimida, del mismo modo que elreconocer el derecho al divorcio no descarta la agitación contra el divorcio en este o el otro caso.
Por eso,creemos que ha de aumentar inevitablemente el número de marxistas polacos que se reirán de la inexistente"contradicción" que ahora "atizan" Semkovski y Trotski.(14) Seria interesante seguir el proceso de modificación, por ejemplo, del nacionalismo en Polonia, pasandode nacionalismo señorial a nacionalismo burgués y después a nacionalismo campesino.
Ludwig Bernhard, ensu libro Das polnische Gemeinwesen im preussischen Staat ["Los polacos en Prusia"], colocándose élmismo en el punto de vista de un Kokoshkin alemán, describe un fenómeno extraordinariamentecaracterístico: la formación de una especie de "república campesina" de polacos en Alemania, en forma deestrecha agrupación de toda clase de cooperativas y demás uniones de campesinos polacos en lucha por lanacionalidad, por la religión, por la tierra "polaca".
El yugo alemán ha agrupado a los polacos, les ha hechoreplegarse sobre si mismos, despertando el nacionalismo, al principio, en la aristocracia, después en losburgueses, y por último, en la masa campesina (sobre todo después de que los alemanes iniciaron en 1873una campaña contra el idioma polaco en las escuelas). Hacia eso mismo van las cosas en Rusia, y no sólopor lo que se refiere a Polonia.
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