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martes, julio 11, 2017

Imperialismo y oportunismo (Parte I). Apoyo y exigencia a las fuerzas del cambio.

Dimitrov

Martes 14 de febrero de 2017

El grueso de este artículo se encontraba ya redactado allá por el 15 de octubre de 2015, sin embargo, a pesar de dibujar los mismos límites del reformismo en esas dos expresiones políticas, la prioridad era fortalecerlas al máximo para asir y golpear al enemigo principal y hacer frente con éxito a la lucha de lo inmediato: frenar la escalada de recortes de la oligarquía e imperialismo. Al tratarse de fuerzas meramente electoralistas y no rebasar los límites del parlamentarismo, nuestro ritmo y compás de “apoyo y exigencia” hacia ellas así las debía acompañar. Pero pasadas las elecciones y después que multitud de corrientes de izquierdas y comunistas se hayan emborrachado de practicar la unidad sin principios, nos parece el momento idóneo como remedio contra una probable “resaca”, para minimizar el desconcierto a que induce a las masas esta mal llamada “unidad popular” cuando lo que resulta ser es -insistimos- unidad sin principios: son capaces de darnos las buenas noches prometiendo la necesaria retirada de nuestro país de la OTAN como a la mañana siguiente exigiendo a esa plataforma imperialista invadir países y pueblos como Libia y Siria. Depende de quien hable y a que corriente represente nos encontramos con una línea de principios o su contraria.

Entretanto, el proletariado sigue abandonado desde hace más de 30 años y el capitalismo monopolista no encuentra freno en sus ambiciosos planes, atacan sin piedad al conjunto de las clases populares, pero especialmente a la clase obrera. Esto tiene, entre otras, consecuencias nefastas no solo para el proletariado sino para las propias expresiones políticas que la practican, antes IU o con mayor intensidad y afán, Podemos: la unidad sin principios es una bomba de relojería capaz de estallar en el seno de cualquier organización y hacerla saltar por los aires.

La coyuntura actual de ascenso de las nuevas fuerzas del cambio se presenta con muchas esperanzas, pero también de riesgos y limitaciones. Por una parte, cambiando la correlación de fuerzas en favor del pueblo, en la defensa de los intereses populares y al mismo tiempo, enfrentados al saqueo de la oligarquía y potencias imperialistas. Así, estos movimientos parten de forma correcta al enfrentarse a sus planes uniendo al 90% de la población. Además, esta nueva situación no solamente se presenta a escala nacional, sino que vemos como por primera vez en décadas, en el mismo centro de uno de los polos imperialistas como es la UE, se levantan y configuran expresiones políticas populares a través de las cuales transformar esa rebeldía en poder político: primero lo fue Grecia con Syriza, ahora en España y Portugal, etc.
Pero por otro lado, el capital monopolista sabe que necesita sí o sí imponer sus planes al conjunto de aquellas sociedades bajo su dominio directo y por tanto que, si encuentra resistencia, está dispuesto a llevar adelante sus planes de saqueo y expolio de las formas más violentas posibles dado el estancamiento del conjunto de la economía capitalista.
Los comunistas damos la bienvenida a esas nuevas expresiones políticas y demás movimientos de masas, pero al mismo tiempo, queremos señalar sus limitaciones. Tales formaciones no van a lograr superar la explotación capitalista porque sus lances transcurren en la periferia de la lucha de clases, la Historia de la humanidad reserva esa misión a la clase obrera organizada en un Partido de nuevo tipo. Cambiar el mundo de base, liquidar toda desigualdad social y superar el capitalismo es una tarea que no les corresponde a las masas en general, en ellas conviven sectores y clases que ocupan lugares muy diferentes en las relaciones económicas y sociales de la sociedad capitalista y por tanto, existen a condición de la explotación del trabajo asalariadoAsí, explotadores y explotados no pueden compartir la misma lucha por mucho tiempo. Sin embargo, en el movimiento obrero sí se dan esas condiciones objetivas y corresponde a su vanguardia, organizada políticamente, elevar el nivel de sus luchas y pasar de ser “clase en si” a convertirse en “clase para sí”, pasar de marchar a la zaga de las demás clases a dirigir y liderar al conjunto del movimiento. En todo proceso de cambio, distinguir entre camaradas y aliados, amigos y enemigos es fundamental para no caer en la “unidad sin principios” que precipite la derrota de cualquier movimiento de cambio como sí ocurre bajo la dirección de las autodenominadas “fuerzas del cambio”.
Además de señalar cuál es el escenario en que debemos actuar todos los comunistas, es nuestra responsabilidad señalar, combatir y dar respuesta a las ideas y posiciones que, desde el campo revisionista, encabezado por IU y Podemos, en lugar de hacer avanzar al movimiento obrero lo retrasan. Así, condenado al más absoluto abandono y a su suerte, la clase obrera por sí misma solo es capaz de dirigir luchas sindicales que la vuelven a colocar en la periferia de la lucha de clases. Incapaz de arrancar mejores condiciones de explotación con la batuta de las actuales direcciones sindicales, la intervención del movimiento comunista se convierte en tarea urgente a todos los niveles y en todos los frentes. Corresponde a los comunistas desarmar las tesis que inoculan el veneno de la ideología burguesa en las filas del movimiento obrero: no solo educar en el marxismo sino al mismo tiempo no dar tregua a la lucha contra el revisionismo.
Oportunismo contemporáneo en España
La posición que se esconde detrás del relato del nuevo revisionismo contemporáneo en España – IU y Podemos- es la que se desliza de las numerosas declaraciones de los dirigentes de ambos Partidos:
Puesto que el comunismo pertenece a un pasado que está muerto y no existe alternativa al capitalismo, a lo máximo que podemos aspirar es a una reforma del Estado para que juegue un papel redistributivo y que los intereses de los seres humanos estén por encima de los intereses del beneficio. Una nueva transición, un proceso constituyente con protagonismo de los ciudadanos para alcanzar un pacto de convivencia en el que las empresas asuman su responsabilidad social, el Estado ponga freno a la especulación y el fraude, se garantice la protección de los derechos sociales y se pueda lograr una reestructuración de la deuda consensuada con los acreedores. Para lo cual, dado que el euro y la OTAN son ineludibles, no tendremos conflictos serios con los actores exteriores, sino con nuestras oligarquías corruptas, improductivas y defraudadoras”.
Incluso Pablo Iglesias ha llegado a decir que " no hay una verdadera alternativa a la economía de mercado. Sólo pensamos que hay un déficit de fortaleza del consumidor. La gente tiene que obedecer las leyes y pagar sus impuestos". [1]
Casi un mes más tarde, declaraba en el diario El Pais que: “Llevamos un año preparándonos para ganar siendo la fuerza política que representa a las clases populares y a la sociedad civil, defendiendo un proyecto de país para las mayorías sociales basado en la regeneración de las instituciones, en la justicia social y en la soberanía. Para ello estamos comprometidos con la promoción de un nuevo pacto de convivencia social y territorial”. [2]
Solo cuatro meses después, en la proximidad de las elecciones del 20-D, la propuesta de Pablo Iglesias para promover un referendo en el que España decidiera “soberanamente” la salida de la OTAN, quedó descartada para defender la permanencia en la Alianza. El programa electoral para el 20-D, “más realista” “buscará dotar de una mayor autonomía estratégica a Europa y a España en el seno de la OTAN”. [3]
Así las cosas, los límites de lucha y de cambio que el propio Pablo Iglesias define y todo su movimiento acepta quedan reducidos a lo siguiente:
Dando por hecho que la UE y la OTAN son inevitables, es decir, dando por hecho que el dominio de las potencias de EEUU y la UE -Alemania- no será cuestionado y debemos aceptarlo, podemos aspirar a poner freno desde el Estado a la especulación y el fraude, garantizar los derechos sociales y lograr una reestructuración de la deuda para que la economía española retorne a una senda de estabilidad y crecimiento. Un programa del que sólo quedan fuera, y ese es el blanco que nos proponen, nuestras oligarquías corruptas, improductivas y defraudadoras.”
Para justificar estos límites políticos -que no se cuestionan a los responsables de los recortes y de las miserables condiciones de vida a las que nos quieren someter al conjunto de los trabajadores sus Estados- los principales dirigentes de Podemos han desatado una ofensiva ideológica en la que todo aparece al revés de lo que realmente es.
Ofrecen cobertura a los monopolios bajo la denominación de libre mercado, ocultan al enemigo; asignan al Estado el papel de árbitro, de “pacificador” -cuando lo que realmente tiene en común con la paz social es imponer una “Pax Romana” - y no de instrumento de dominio de una clase por otra; hacen desparecer a los principales explotadores mundiales reduciendo los problemas y causas de las contradicciones a meros “excesos especulativos”; quieren convencer a la clase obrera de que entre ellos y los obreros no existen intereses irreconciliables y que podemos consensuar unas mejores condiciones para la venta de la fuerza de trabajo, para dar continuidad a la explotación capitalista del hombre por el hombre; ocultan al hegemonismo norteamericano como principal enemigo de todos los países y pueblos del mundo -llegando a situar como principal enemigo de los DDHH países como China o Rusia – por cierto, únicas potencias que impulsan un nuevo movimiento de países no Alineados y que son aliados de los pueblos del mundo que sufren el saqueo de nuestros mismos saqueadores-
Se trata de un pensamiento que no es sino una ensalada surtida donde tiene cabida todo excepto cualquier dirección proletaria. Ajustar cuentas a este pensamiento es una tarea que hemos dejado pasar demasiado tiempo y es de vital importancia para que la clase obrera pueda dotarse de la única herramienta que la capacita para derrotar de una vez por todas a los enemigos de clase y liberarse no solamente a sí misma sino al conjunto de la sociedad. Tal como nos enseña el marxismo-leninismo “ la más importante experiencia del movimiento comunista internacional consiste en que el desarrollo y el triunfo de una revolución dependen de la existencia de un partido revolucionario del proletariado ”. [4]
Vamos a regresar a una de las primeras tesis de Pablo Iglesias: “No hay alternativa a la economía de mercado”:
(…) es en el corazón financiero de Wall Street donde Pablo Iglesias se ha esmerado en difundir su diagnóstico y su receta (...) entrevista con David Román y Matt Moffett en The Wall Street Journal...

Primera pregunta: ¿por qué cree que los mercados financieros están tan nerviosos tras la llegada al poder de candidatos apoyados por Podemos? Y primera respuesta: ‘Es lógico, porque los mercados financieros siempre han tenido mucho miedo de la democracia. No es nada nuevo. Históricamente, siempre se han sentido cómodos ganando dinero y se han preocupado porque el pueblo que ha llegado al poder podría cerrar esas opciones de ganar dinero’. Segunda: ¿deben ponerse nerviosos? ‘Creo que deben relajarse, porque comprendemos que no hay una verdadera alternativa a la economía de mercado. Sólo pensamos que hay un déficit de fortaleza del consumidor. La gente tiene que obedecer las leyes y pagar sus impuestos”.
En 20minutos, todavía más claro: … “Por sus citas, ¿está más cerca del comunismo o de la socialdemocracia? Programáticamente, claramente de la socialdemocracia, pero esto no es una particularidad. El programa de los partidos eurocomunistas a finales de los años 70 era un programa de reformas a través del Estado. Yo creo que las condiciones de posibilidad actuales hacen que a lo máximo a lo que se pueda aspirar es a una suerte de papel redistributivo por parte del Estado, a través de una suerte de reformas, todo lo más que podemos llamar socializantes, que fueran en la dirección de la protección de los derechos sociales y ese es el marco. Quien quiera pensar en arcadias en las que se haya abolido la explotación del hombre por el hombre, bueno… eso está bonito para discutir en las facultades de filosofía. Se puede estudiar el movimiento comunista como fenómeno histórico, que en última instancia está vinculada a la construcción de estados con intereses de estado. ¿Qué tiene más futuro: la socialdemocracia o el comunismo? Creo que tanto la socialdemocracia como el comunismo forman parte de un mundo político que murió, y esto no lo digo yo, esto lo dijo Norberto Bobbio cuando escribió Destra e Sinistra, un mundo político que tenía que ver con la existencia de la Unión Soviética y en el que la socialdemocracia se planteaba como una suerte de alternativa en los países occidentales y el comunismo se identificaba con lo que se llama socialismo realmente existente.” …
No vivimos en una “economía de mercado” sin más, sino en un mercado monopolista donde las condiciones de producción y distribución y el reparto general de los beneficios están completamente bajo el control del capital monopolista de cada rama y en determinadas circunstancias, incluso diferentes ramas son controladas por la misma propiedad capitalista. Así, la librecompetencia se transforma en competencia monopolista. Bajo la dominación del capitalismo monopolista de Estado no hay otra política posible que la imposición de la arbitrariedad monopolista al conjunto de la población. Lo que realmente es “una quimera” como nos pretende convencer el sr. Iglesias no es la apuesta comunista, lo que realmente es una quimera o arcadias es precisamente lo que el señor Iglesias pretende hacernos comulgar con ilusiones tales como que en la época del imperialismo, fuerzas como la suya serán capaces de “recuperar la soberanía nacional”, “gobernar para los intereses de la mayoría” , etc., si no es plantando cara de verdad al capital monopolista y no como confiesa que “no hay alternativa a la economía de mercado – monopolista-”. No lo decimos porque el sr. Iglesias, el resto de dirigentes de Podemos o IU e incluso, el conjunto de sus votantes no tenga la voluntad de que así sea, precisamente lo decimos por la ingenuidad y el voluntarismo que encierra su ideología de pequeña burguesía en la que inevitablemente todo el mundo cae cuando abandona el marxismo y pretende reinventar el movimiento de masas y obrero. Somos conscientes, respecto al librecambismo y el imperialismo que “de aquellos polvos vienen estos lodos”. Por tanto, señalamos la necesidad superar toda suerte de economía capitalista. El comunismo se declara igualmente enemigo del capitalismo de librecambio.
La economía de mercado, la economía de libre competencia propia del capitalismo del siglo XIX dejó de existir hace más de un siglo para dar el salto a una nueva fase: el capitalismo monopolista o imperialismo, la fase superior y última del capitalismo. Las leyes de la competencia que sustentan la base misma del capitalismo y que fuerzan constantemente, como señaló Marx, a la concentración de la producción y a la acumulación de capital, condujeron, al llegar a un muy alto grado de su desarrollo a finales del siglo XIX y principios del XX, a la aparición del capital monopolista. Además, como demuestra históricamente el marxismo, esa tendencia es inevitable e intrínseca al capitalismo: la competencia y la tendencia a la acumulación y concentración capitalista que acaba por dar origen -más tarde o más temprano- al capital monopolista, lo hace tanto en las sociedades más librecambistas como en las más proteccionistas.
La gran producción desplaza a la pequeña producción y a su vez es reemplazada por otra todavía mayor, concentrando la producción y el capital hasta tal punto que de ella surgieron los monopolios; los cárteles (acuerdos entre empresas del mismo sector, cuyo fin es reducir o eliminar la competencia en un determinado mercado), los trusts (fusión de varias empresas que producen los mismos productos o que concentran la mayor parte de las fases de un mismo proceso productivo en una sola empresa) y los holdings (unión de empresas de distintas ramas bajo la propiedad de un único capitalista o un grupo de ellos). Y, fusionándose con ellos el capital de un pequeño puñado de bancos que manejan activos financieros contados por billones de dólares. Desde entonces, la monopolización del mercado capitalista -que surge de la libre competencia, pero que no la elimina, sino que existe por encima y al lado de ella- no ha hecho sino acrecentarse en proporciones monstruosas, generando así contradicciones, roces y conflictos particularmente agudos y bruscos.
Pero lo más grave es que nos pretende presentar el mundo al revés cuando precisamente afirma -mejor dicho conjetura- que el comunismo y el marxismo -literalmente- “están muertos” cuando precisamente los rasgos y fenómenos que Lenin describe en 1916 -El imperialismo, fase superior del capitalismo-, lejos de desaparecer o al menos atenuarse, ¡no han hecho sino que reproducirse a escala mucho mayor!, no solamente en las ramas de producción que ya existían, sino que, incluso, en ramas en las que podríamos decir seguían desarrollándose ¡bajo los parámetros del librecambio! Es más, incluso en industrias inexistentes de la época -como veremos en el caso de la computación- el desarrollo de la libre competencia al monopolio se ha efectuado ¡en menos 20 años! En la época que le tocó vivir a Lenin, la aviación apenas si estaba en sus inicios. Un siglo después, 10 grandes monopolios de la industria aeroespacial y de defensa controlan el 75% de la producción mundial, emplean a un ejército de 768.000 trabajadores y tienen unas ventas anuales conjuntas de cerca de 350 mil millones de dólares, es decir, superior al PIB de un país como Dinamarca.
La industria del automóvil en tiempos de Lenin también estaba en sus comienzos. Hoy, los 10 mayores monopolios mundiales se reparten el 70,5% de la producción mundial. Sus ingresos superaron en 2014 los 1,5 billones de dólares, Es decir, el equivalente al PIB español. Sólo esas 10 gigantescas corporaciones concentran en sus empresas a 2,21 millones de trabajadores.
En otro sector desconocido en la época de Lenin, el de los ordenadores, podemos comprobar también el proceso de concentración monopolista del mercado mundial. Según la International Data Computer, en el tercer trimestre de 2014, los cinco grandes monopolios del sector controlaban el 66,8% de las ventas mundiales. Y uno sólo de ellos, Apple, tiene una capitalización bursátil similar al PIB de Holanda, el quinto mayor de la eurozona.
Pero si nos cogemos los ejemplos de monopolios que toma Lenin como referencia de la disputa monopolista, del reparto del mercado mundial de la electricidad entre los monopolios alemanes y norteamericanos que todavía existen, la comparación entre el grado de concentración monopolista de la que disponían entonces y la que tienen ahora es abismal. De la norteamericana General Electric (GE) dice Lenin que en 1910 tenía 32.000 empleados y unos beneficios anuales de 45,6 millones de marcos. Hoy, 105 años después, GE tiene 305.000 empleados en todo el mundo y genera unos beneficios de más de 15.000 millones de dólares al año. Por su parte, del lado alemán, Siemens, a la que podemos atribuir el papel de heredera de la AEG que cita Lenin, que en 1910 tenía 60.800 empleados y unos beneficios de 21,7 millones de marcos, hoy cuenta con un ejército industrial de 343.000 empleados y unos beneficios anuales de 6.600 millones de dólares. Según el listado que cada año publica la revista especializada Forbes sobre las 2.000 mayores compañías del mundo, clasificadas por una combinación de ganancias, ventas, activos y valor bursátil, en 2014 generaron ingresos por 38 billones de dólares, más de dos veces el PIB de EEUU. Tuvieron unos beneficios conjuntos de 3 billones de dólares, más de dos veces el PIB español. Sus activos globales suman 161 billones de dólares, más de dos veces el PIB mundial total. Su valor de mercado conjunto es de 44 billones de dólares, más dos veces y medio el PIB conjunto de todos los países de la Unión Europea. Emplean a un total de 90 millones de trabajadores, dos veces la población de España. Y su crecimiento anual en 2014 fue de un 13% en comparación con el año anterior. Todo esto no hace sino poner de manifiesto cómo en la época del imperialismo, la tendencia hacia la concentración es la única política posible de los monopolios.
El capital monopolista en nuestro país También en nuestro país podemos comprobar esta tendencia a la monopolización y la inexistencia de una economía de mercado, de libre competencia. Cuando a partir de 1998 se puso en marcha la llamada liberalización del mercado de la telefonía móvil decenas de empresas iniciaron ese proceso: Telefónica, Retevisión, Amena, Airtel, Xfera, Euskaltel, Yoigo, Eroski Móvil, Pepephone, Jazztel,.... Hoy tres operadores, Movistar (España), Vodafone-ONO (Inglaterra) y Orange-Jazztel (Francia) concentran prácticamente el 90% de la banda ancha fija y de las líneas de móvil. Son muy recientes además, los últimos procesos de concentración: la unión entre Vodafone y ONO y de Orange con Jazztel han tenido en solo un año las consecuencias para los trabajadores bajo su dominio de destruir 1509 trabajadores en el caso del primero [5] por – cierto con el beneplácito de los aparatos de Estado como señala ese mismo artículo que señala cómo la AN avaló el proceso- y de 496 en el segundo. [6]
En el año 1997, el gobierno Aznar concedió un billón de las antiguas pesetas a las empresas eléctricas por la liberalización del mercado eléctrico y para “facilitarles” el tránsito a la competencia. El resultado final es que en 2014, el 95% de la generación eléctrica está controlado por cinco empresas (Iberdrola, la italiana Endesa, Gas Natural-Fenosa, la portuguesa EDP y la alemana E.On); el 99,7% de la distribución está controlada por las mismas cinco empresas; y el 79,5% de la comercialización de electricidad lo controlan esas mismas empresas.
En el sector bancario encontramos seguramente el mayor ejemplo de concentración monopolista. Según un estudio de la Fundación Caja Madrid, en 1985, un año antes de la entrada de España en la UE, los activos de los 5 mayores bancos españoles suponían el 41.43% de los activos bancarios totales. 30 años después, en 2014, los 6 mayores bancos controlan el 86.5%. Al inicio de la crisis, en 2009, los seis mayores bancos controlaban poco más del 60% del total de los depósitos bancarios, es decir, del ahorro de todos los españoles. A finales de mayo de este año tenían ya en sus manos el 72,1% de los depósitos, gracias al acelerado proceso de concentración que se ha producido mediante la absorción -aunque mejor cabría decir gracias al regalo por parte del Estado, tras sanearlas con cientos de miles de millones de euros de nuestros impuestos- de las antiguas Cajas de Catalunya, Manresa, Tarragona, Manlleu, Terrasa y Sabadell por el BBVA; las de Girona, Burgos, Navarra, Canarias, Guadalajara y Cajasol, además de Bankpyme, el Banco de Valencia y la parte española de Barclays por La Caixa; el Banco Guipuzcoano, la CAM, el Banco Gallego y Caixa del Penedés por el Banco de Sabadell o el Banco Pastor y la sucursal de Citibank por el Banco Popular.
Hablar bajo el dominio de los monopolios de la necesidad de un control social del mercado y de que las empresas asuman su responsabilidad social (¿acaso no tienen ya una gran “responsabilidad social”, pero para sus intereses?) es una falacia que oculta que la única política posible en el capitalismo monopolista es el sometimiento del conjunto de la población a los intereses de los monopolios. Y esto, por su propia naturaleza, sólo puede hacerse mediante la imposición, la fuerza, la coerción y la violencia. ¿De qué si no los trabajadores, los campesinos, los pequeños y medianos empresarios íbamos a aceptar el yugo, la arbitrariedad y los tributos en provecho de los monopolistas que vivimos cada día?
En los siguientes artículos desarrollaremos en profundidad las raíces del oportunismo: el propio desarrollo desigual al que empuja el capitalismo con cada nueva concentración a la pequeña burguesía y la arroja a las filas del movimiento obrero, la concesión de una parte de los superbeneficios a ciertos sectores del movimiento obrero -dando lugar a la aristocracia obrera-, el control absoluto de los medios de comunicación -prensa, radio, televisión, etc.- y continuar con la tarea más importante a la hora de combatir el revisionismo de la “nueva política” porque es a través del oportunismo que la ideología imperialista penetra en el seno del proletariado y las clases populares, difundidas por lo que Lenin calificaba ya en 1916 de "socialimperialistas", esto es, de socialistas de palabra e imperialistas de hecho. La línea de demarcación esencial es si es posible modificar con reformas las bases del capitalismo monopolista de Estado, la de saber si lo que hay que hacer es avanzar ahondando las contradicciones engendradas por el imperialismo o hay que llamar a las masas a retroceder, buscando algo imposible: atenuar o “suavizar” dichas contradicciones. En vez de analizar y poner al descubierto en toda su profundidad las contradicciones y el antagonismo del capitalismo monopolista de Estado, lo que hay en las palabras de Pablo Iglesias es únicamente la vieja cantinela reformista de ocultarlo, apelando a que “los intereses de los seres humanos” se pongan por encima de “los intereses del beneficio”; como si esto fuera posible en el capitalismo, y mucho menos en su fase monopolista. Defender para la época del capital financiero la “superación del marco de la democracia liberal” y el “control social del mercado” es un engaño que busca confundir a las masas haciéndoles creer que es posible una vuelta atrás, del capitalismo monopolista al capitalismo no monopolista. ¡Pero si es precisamente del capitalismo del librecambio de donde ha surgido -y este era su camino inevitable por las propias leyes del desarrollo capitalista- el monopolio! Detrás de toda fraseología cargada de optimismo y buenas intenciones no hay, como diría Lenin, más que “reaccionarismo y reformismo burgués”.

Notas

[1] http://canarias-semanal.org/not/16372/iglesias-en-wall-street-podeis-estar-tranquilos-no-hay-alternativa-al-capitalismo-/
[2] http://elpais.com/elpais/2015/07/18/opinion/1437241765_050702.html
[3] http://www.elconfidencial.com/elecciones-generales/2015-11-03/podemos-rectifica-sobre-la-salida-de-la-otan-y-no-despeja-el-futuro-de-las-bases-militares_1081304/
[4] https://www.marxists.org/espanol/tematica/china/documentos/prop.htm síntesis del punto 24 de los 25 Puntos de Pekín
[5] http://economia.elpais.com/economia/2016/01/20/actualidad/1453293269_261905.html
[6] http://www.economiadigital.es/es/notices/2016/02/orange-camufla-los-despidos-del-ere-en-una-marana-de-sociedades-81782.php

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