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jueves, enero 24, 2008

La lucha por la autonomia-XIV

1644-1652:


A las miserias del sistema impuesto se les unía el comportamiento irresponsable de Felipe IV- penúltimo rey de la familia de los Austria-, mandatario que llega a consumar la decadencia política del Estado. La sublevación de Cataluña y Portugal (1640), la derrota de Rocroi (1643), la sublevación de Sicilia y Nápoles (1647), la independencia de Holanda y los movimientos revolucionarios de Aragón (1648), la disminución de los envíos de plata de América y el centralismo y sentido imperialista del Conde-duque de Olivares, a quien había confiado el rey todo el poder,... sumieron al país en general en la bancarrota y a Andalucía en particular en un insoportable estado de asfixia. Las cargas producidas por las distintas guerras internas y externas, los crecientes tributos, abusos de autoridad, falta de víveres debido a los malos años de cosecha y peores planteamientos agrícolas, agudizaron aún más la carestía en tierras andaluzas.




Por eso los hechos acaecidos en Andalucía entre los años que van del 1644 al 1652, como respuesta a tanto desatino y codicia, llenan toda una página en la historia de la lucha de los pueblos por su liberación. En eL puerto de Sevilla eran recibidos los envíos de plata americana, cada vez más pequeños, y desde esta ciudad fuertemente custodiados hasta Madrid, capital del Imperio.





Durante los años 44 y 45 fueron muchas las veces que estas conducciones fueron asaltadas en Ecija y el botín repartido ertre los lugareños. En el 1647, en plena crisis se producen diversos disturbios en Alhama, Lucena y Ardales, y al año siguiente los gravísimos motines populares de Granada, culminando toda esta general insurrección con la subida de la moneda en uso —el vellón— cuyo valor fue cuatriplicado por estimación del Gobierno, según Decreto de 1651, como medida para paliar el quebranto económico que atravesaba el Estado. En el año 1652 se desatan nuevamente los deseos de liberación de los andaLuces, impulsados durante estos últimos años contra el feudalismo y la corrupción política.





Fue el 6 de Mayo cuando tuvo lugar un violento motín popular en Córdoba, encendido por la indignación de !as mujeres del barrio de San Lorenzo ante el desagradable espectáculo que ofrecía una mujer con su hijo en brazos recién fallecidos por el hambre. Ante esto, montaron en cólera, y emplazaron a los hombres a que participaran en aquella protesta contra la injusticia y la iniquidad. Los hombres, provistos de cuchillos, hachas y todo cuanto se les venía a las manos, formaron un frené tico ejército con el que asaltaron varias casas de, gente principal, recorrieron las calles, profiriendo injurias contra los nobles y prebendados y requisando todo el trigo que encontraban.




Fue tan potente y arrolladora la acción de los amotinados que los caballeros cordobeses huían despavoridos refugiándose en los conventos.Al cabo de dos días, el motín tomaba enormes proporciones y la motivación ya no era sólo el trigo o el hambre, sino el ir contra los ricos. Serían asaltados palacios y casas importantes; se robó dinero, armas, objetos de valor,.., la ciudad de Córdoba estaba en manos de los amotinados, y una singular Asamblea —compuesta por gente del pueblo— eligió nuevo. Corregidor a Diego Fernández de Córdoba, que gozaba de gran prestigio, siendo depuesto el anterior Pedro Alonso Florez de Montenegro.Lo que no se había logrado por as vías de la legalidad vigente, con tantísimas gestiones como hizo el pueblo de Córdoba, se consiguió por la fuerza de la justicia:“El Gobierno envío a Córdoba 100.000 ducados para comprar trigo.





Se ordenó a varios terratenientes que compraran todo el trigo que pudieran encontrar y lo enviaran a Córdoba. Los labradores con mayores posibilidades emplearon en sus fincas a los parados. Se ordenó llevar a Córdoba un cargamento de 6.000 fanegas de grano destinado a la propia Corte del Rey”.Fue tanta la cantidad de trigo conseguida por los amotinados que una Hogaza de pan —por ejemplo— bajó a la sexta parte de su valor.Pero como la voluntad de ser libres no es negociable, aquellas concesiones frenaron pero no acabaron con el malestar general.





El 16 de Mayo el rey tuvo que indultar a nuevos cabecillas, y el 20 de Julio concedería nuevo perdón general. Pasarían muchos años antes de que los cordobeses sintieran de nuevo a ilusión de ser libres, porque aquella asonada fue reconocida como tal movimiento popular en la propia Real Cédula de Felipe IV, de 20 de Julio de 1652, en la que se decía entre otras cosas:“porque después del dicho perdón, los mismos que intervinieron en el dicho alboroto continuaron las primeras Inquietudes faltando al respeto y obediencia que debían a la Justicia, juntándose en forma de pueblo para oponerse a ella tocando la campana de San Lorenzo…En este marco asfixiante, Sevilla también respondería con general indisciplina, animada a la vez por los sucesos de Córdoba: los campesinos de Alcalá de Guadaira ante la falta de agua para el regadío de sus tierras, recurren clandestinamente a los Caños de Carmona, y por medio de procedimientos rudimentarios roban grandes cantidades del preciado líquido.





El Municipio sevillano mandó cegar las tomas producidas y vigilar el trayecto de la conducción, lo que los campesinos alcalareños no volvieron a tener sus campos en satisfactorio estado de producción. Además de la carestía de los alimentos en general, el precio pan llegó a cotas inalcanzables para la clase trabajadora ----un oficial de albañil ganaba entre cuatro y cinco reales a día, mientras una hogaza de pan costaba cinco o seis reales. En la calle Feria, a la altura de la parroquia de Omnium Sanctorum, la gente barrio se congregó con gran indignación, porque aquel día, 22 Mayo, además del alto precio del pan enviado para el suministro, llegó en menor cantidad de lo acostumbrado. por lo que muchos quedarían sin tan básico alimento. Resultó que los panaderos no se atrevieron a venir desde Alcalá Guadaira a la ciudad porque varios días antes habían sido asaltados por los parados y mujeres del vecindario. Aquel dia 22, volvieron a arrebatarles el pan, pero esta vez los grupos habían aumentado en número y en rabia.





Los maestros tejedores Isidro Torres Francisco Hurtado capitanearon el motín y condujeron a la enfervorizada masa a asaltar las casas de algunos nobles, en las que se había suministrado el pan en gran cantidad.De muchos barrios de Sevilla acudieron gentes de distinta condición para sumarse a la multitud hambrienta, que se apresuró coger al Asistente Marqués de Avilafuente; colocándolo en cabeza, procedieron a registrar algunas casas más, en busca de trigo y tocino. El arzobispo y el regente de la Audiencia también fueron visitados, solicitándoseles libertad para los presos, destrucción de los documentos y fichas de los juzgados y eliminación de los impuestos que se gravaba el consumo de carne, vino, vinagre, aceite, jabón y velas de cebo. Continuaron los amotinados en sus treces de no deponer las armas hasta conseguir, al menos, la seguridad. de que los impuestos quedarían suprimidos.





Aquella muchedumbre llena de rabia y dolor, recordando las propias palabras de Felipe IV, se hizo pueblo y reclamó sus derechos políticos y sociales. El 30 de Mayo, los caballeros Alonso Pinto, Diego Caballero y el Maestre de Campo Francisco Tello, al mando de un escuadrón cada uno, ocuparon la totalidad del barrio de la Feria. Detenidos los principales responsables de la insurrección, cinco fueron condenados a muerte y ajusticiados el mismo día, mientras que a otros les fue aplicada la misma pena en días sucesivos o enviándoles a galeras. Las autoridades tuvieron la oportunidad de comprobar la rabia y la desesperación que produce el hambre, y la fuerza que proyecta la injusticia en el oprimido. Para evitar nuevos levantamientos se ordenó a la gente principal que hicieran donativos de grano a los campesinos, jornaleros y parados, con lo que se calmé ¡a indisciplina pero no el dolor por el castigo recibido.




A los 300 caballeros que colaboraron en la represión de tan famélica turba se les concedió un descuento del cincuenta por ciento en el impuesto sobre la renta. Con estos acontecimientos, una vez más, Andalucía pagaba con vidas y cárceles las culpas de un Gobierno sin gobierno... y todo por levantarse contra los abusos y el hambre.





1812.—DESDE ANDALUCIA ¡FUERA EL FRANCES! A partir de la entrada del ejércio francés en Andalucía hasta la Constitución de 1812 de Cádiz, las principales casas señoriales andaluzas se ausentaron del suelo patrio, a la vez que el Gobierno procedia a la confiscación de estos bienes señoriales, que eran incluidos en las propiedades estatales, de entre los que destacaban sus grandes fincas sin labrar. La actitud que estas medidas provocaron en los campesinos, por la marginacióñ que ello suponía, vino a alimentar la rebeldía andaluza contra el invasor.








La rendición de la escuadra fráncesa en Cádiz, el 14 de Julio de 1808, y la histórica victoria andaluza en Bailén, el 19 del mismo mes y año, inauguran la guerra contra los saqueadores y codiciosos gabachos.Dos años de lucha contra el imperialismo napoleónico fueron suficientes para que el hambre apareciera en las provincias sometidas. En Andalucía sólo Cádiz pudo librarse, a pesar de verse sitiada durante muchos meses y bombardeada con frecuencia. En su puerto se recibían alimentos procedentes del extranjero, además de las ayudas británicas, lo que mantuvo a la población en el más alto grado de optimismo: no se interrumpieron las fiestas populares, los teatros y las corridas de toros continuaron sus funciones a pesar del tronar de los cañones enemigos“con las bombas que tiran los fanfarronesse hasen las gaditanastirabusones”En medio de aquel “bienestar”, un lluvioso 19 de Marzo de 1812, se proclamó solemnemente en la Isla de León, Teatro de las Cortes de San Fernando, la Primera Constitución política de la monarquía española, no faltando en tales sesiones de las Cortes los inquietantes temblores de la artillería francesa, cuyos proyectiles llegaronacercarse hasta la misma plaza de San Antonio.






Se puede establecer que este insigne mes de Marzo marcaría el comienzo de la decadencia francesa en Andalucía, que ya se venía apreciando desde que la Junta Suprema Central, especie de gobierno español provisional en aquel momento, se estableciera en Sevilla el 17 de Diciembre de 1809.Fue en la ciudad Bética donde se reorganizó un país angustiado por una situación ya extrema: Napoleón había conseguido desmantelar los ejércitos de Galicia, León, Asturias, Cuenca y Badajoz,las partidas de paisanos y guerrilleros de Sierra Morena atravesaban su peor momento.
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La Junta Suprema de Sevilla, acatada y reconocida por todos los pueblos y comarcas como “la única autoridad legítima de España”, recibió la felicitación y adhesión de Cuba, Puerto Rico, Santo Domingo, Chile, Islas Marianas, Yucatán, Buenos Aires, Perú, Filipinas...“con las bombas que tiran los fanfarronesse hasen las gaditanastirabusones”Fue en Sevilla, en el año 1809, donde se inició la construcción del nuevo Estado Constitucional, donde se plantearon los nuevos esquemas democráticos del país. Cádiz los ratificó en 1811 con su sacrificio en el puente Zuazo, capaz de cortar e! paso a más de 9.000 expertos soldados franceses» En la Isla de León, en 1812, se proclama una Constitución moderna que cierra la definitiva aportación andaluza a la soberanía de los pueblos. En Setiembre de aquel memorable año de 1812, los franceses abandonan definitivamente Andalucía, dejando en este país solamente tristes y amargos recuerdos de una corta estancia militarista, insolente e insoportable, que llegó a costarle al pueblo andaluz en general más de seiscientos millones de reales en impuestos obligatorios a la administración militar francesa, y a la provincia de Jaén en particular unos sesenta millones en cargas locales para mantenimiento de los destacamentos allí afincados» Con su actitud —ifuera el francés!— una vez más, Andalucía rechazó al invasor bárbaro.1820.





— POR LAS CABEZAS DE SAN JUAN HACIA LA DEMOCRACIA La libertad aclamada por Cádiz en 1812 inspiró mayor confianza en las clases populares, que muy pronto sufrirían las consecuencias del regreso del rey Fernando VII. Elmonarca, apoyado por los estamentos perjudicados por la recién nacida Constitución, la abolió, rechazando toda idea de reforma y estableciendo un sistema absolutista que sólo favorecía a las minorías poderosas. Las guerrillas populares continuaban instigando al Gobierno, al que consideraban un nuevo invasor, heredero del francés. Por otro lado estaban la situación económica provocada por las guerras, la industria destruida, la moneda francesa que debilita a la española, y América que con la independencia dejó de enviar las riquezas que tan mal acostumbrado tenían al Tesoro.








Puede asegurarse que tanto la inquietud política como los movimientos de masas más importantes, e incluso la rovolución burguesa, tenen su origen en estas lechas y en Andalucía. Tomemos como referencia las palabras de un importante historiador, referidas a estos momentos: ‘en el mediodía de España las poblaciones siempre se han distinguido por su amor a la libertad”, y recordemos qué las ideas liberales entraron por los puertos del Sur —Málaga y Cádiz—, desde donde se fragua e impulsa la revolución antiabsolutista. En definitiva, los sucesos acaecidos en Andalucía en este año la convirtieron en la principal difusora de las ideas político-sociales que desde Inglaterra, Estados Unidos y Francia llegaron para ser perfeccionadas por la sociedad hispánica.





El día 1 de Enero de 1820, a las ocho de la mañana, el Batallón de Asturias, acantonado en Las Cabezas de San Juan —Sevilla—, al mando del cual estaba el comandante Rafael del Riego, proclamó la Constitución de 1812 como vía para la consecución de las libertades democráticas. Soldados, la patria nos llama a la lid; juremos por ella vencer o morir. Serenos, alegres, valientes, osados, cantemos, soldados, el himno a la lid;... (del Himno de Riego)La primera acción fue sustituir el Ayuntamiento por otro acorde con la legalidad constitucional, y una vez organizada la plaza, entusiasmados y convencidos de su ideal, marcharon en dirección a Arcos —localidad designada para concentrar a los batallones adictos a la causa liberal. Así se incorporaron las fuerzas de Sevilla, Cádiz, El Puerto de Santa María, Jerez y toda Andalucía gritó con Riego su deseo de regirse por una constitución moderna antes que por el absolutismo del monarca, aunque ello costara al ejército sublevado múltiples bajas en las distintas expediciones que desde Algeciras, Málaga, Morón y Jaén acabarían con la derrota de Sierra Morena el 8 de Marzo.





Pero la revolución estaba en marcha, y a La Coruña, primera en secundar la acción andaluza, se sumaron luego El Ferrol, Vigo, toda Galicia, Asturias, Zaragoza, Barcelona, Pamplona..., exigiéndose al rey que jurase la Consutución de 1812, a lo que accedió temeroso, dado su carácter acomodaticio ante el decreto conseguido por las Cortes el 7 de Marzo, que así se lo ordenaba.A las potençias reaccionarias europeas —Austria, Rusia, Prusia y en especial Francia— no les cayó bien la nueva legalidad española, y organizaron un potente ejército —los cien mil hijos de San Luis— que unido a los 40.000 hombres armados autotitulados “defensores del Altar y el Trono” y reunidos por la zona Norte, arremetieron contra los constitucionalistas, devolviendo a Fernando el poder “absolutamente absoluto”.





El comandante Riego fue detenido en su huida desde Jaén a Sierra Morena, ajusticiado y posteriormente arrastrado en un serón. Como repulsa, una gran multitud se congregó en Sevilla y se dirigió al Tribunal de la lnquisición, que estaba en la Alameda de Hércules y se utilizaba como cárcel, destruyendo los instrumentos de tortura que allí encontraron.Las fuerzas absolutistas, formadas por franceses en su mayoría y realistas españoles, fueron constituidas en Bayona, y a su entrada por los Pirineos, aquella Santa Alianza fue recibida con los gritos de ¡Viva el rey absoluto!, ¡viva la religión!, iviva la Inquisición!, actuando bajo la sombra de una religión de paz y misericordia, tratando de restaurar antiguas leyes a base de asesinatos, prisiones y horrores de todo tipo.




Cádiz sería la última ciudad andaluza en caer en poder de los reaccionarios, partidarios del rey absoluto. Ante la rendición de esta última plaza, las fuerzas constitucionales se entregaron, y Fernando Vil, resentido y escuchando sólo los consejos de ‘un clero fanático y algunos individuos de corta capacidad que le rodeaban dió el asqueroso Decreto de 3 de Octubre de 1823 que cortó brutalmente el nudo de la situación política del país, en vez de desatarlo con suavidad” (Marqués de Miraflores). Ordeno:“QUE TODAS LAS COSAS VOLVIERAN AL SER Y ESTADO EN QUE SE ENCONTRABAN ANTES DEL 7 DE MARZO DE 1820” (fecha en que se vió obligado a jurar la Constitución del 12).La reacción venció militarmente pero en espíritu, por lo que no tendría éxito en tierras andaluzas, al contrario que en Galicia, Castilla, La Mancha, Navarra o Cataluña donde el partido realista conseguiría levantar facciones contra lo legalmente establecido: LA CONSTITUCION.





El absolutismo volvería a apoderarse del país, pero Andalucía, de talante libertario, volvería muchas veces a intentar oponerse al sistema. Muchos liberales habían emigrado, y con el apoyo del nuevo Gobierno de Francia, constituyeron una Junta de Gobierno bajo la presidencia del General Mina, cuyas primeras acciones por el Norte fueron un total fracaso en contraste con los éxitos en Andalucía, donde se contaba con mayores simpatías por la causa liberal. Fue el General Torrijos el primero en enfrentarse a los absolutistas: empezó con el desembarco de sus tropas el 28 de Febrero de 1831 en una playa cercana a Algeciras, pero ante las superiores fuerzas del ejército gubernamental, el General se refugió en Gibraltar, donde fue desarmado.





Pero no bastó con su entrega, ya que el Gobierno usó toda clase de argucias para cortar de raiz la insurrección. El gobernador e Málaga, General González Moreno, contactó con Torrijos y le ofreció la guarnición militar malagueña para que continuase el levantamiento en Andalucía, por lo que, confiado el rebelde andaluz, partió desde Gibraltar acompañado por cincuenta y dos leales a la causa, desembarcando en Fuengirola. En las cercanías de Málaga, González Moreno le tendió una emboscada, a lo que los rebeldes responderían con tal valentía que obligó al gobernador a ofrecerles tratamiento generoso si deponían las armas, cosa que hicieron.




Pero Torrijos y sus compañeros habían sido engañados: en las playas de San Andrés —periféria de Málaga— fueron pasados por las armas, infame gesto que valió al General González Moreno e! sobrenombre de ‘el verdugo de Málaga”. De la traióión a Torrijos queda el indiscutible testimonio del escrito enviado por la Subdelegación de policía de Málaga al Secretario de Estado, fechado a 7 de Diciembre de 1831, en el que se leen entre otras descripciones: “...la combinación simulada con el rebelde Torrijos para atraerlo a estas costas, marchaba yo a esperarlo al punto de desembarco convenido...” Otros intentos liberales estuvieron a cargo del General Manzanares, que con sus tropas partió de la costa gaditana aclentrándose hasta Sierra Bermeja; de Estanislao Fernández, que levantó al pueblo entero de Los Barrios; también el 3 de Marzo en Cádiz, paisanos y gentes de tropa dieron muérte al gobernador y al subjefe de policía, acabando por entregarse ante el cerco que montaran los realistas. El suministro de víctimas andaluzas por la libertad constitucional, por las libertades democráticas, culminaría con el encarcelamiento y ejecución en el patíbulo de la ílustre Mariana de Pineda, condenada por haber sido encontrada en su casa una bandera verde bordada para los liberales.1835.




— POR LA CONSTITUCION HACIA LA AUTONOMIA




La línea absolutista de Fernando VII fue continuada por lsabel II, pero al ser ésta menor de edad, recayó el gobierno en la Regente María Cristina, siendo por entonces ministro Cea Bermúdez, contra quien Andalucía rompería en serios motines que culminaron con la petición de reforma política y dimisión del citado ministro. Las solicitudes andaluzas fueron atendidas y el nuevo ministerio está a partir de ahora a cargo de Martínez de la Rosa, que al contrario de lo que prometió al hacerse cargo de su cartera se mostró hostil con toda idea reformista, continuando las drásticas medidas de Cea Bermúdez y colmando con ello la paciencia del pueblo llano. La primera ciudad andaluza en estallar fue Málaga cuando a mediados de Marzo, y reunidos algunos centenares de maTagueños para agasajar al gobernador de la provincia, se mezclaron entre los vítores algunos vivas a la Constitución.




El Comandante General de la plaza reprendió y multó a los autores de tales gritos “revolucionarios”. Al día siguiente, los asistentes al entierro de un ciudadano aprovecharon la presencia de la banda de música y entonaron el Himno de Riego, a la vez que clamaron nuevamente por la deseada Constitución. Esta acción se vió igualmente reprimida, llegándose a ordenar “no volver más a tocar músicas patrióticas en actos no oficiales”. El pueblo malagueño en masa se lanzó a la calle en reclamación de sus derechos constitucionales y contra las provocaciones de la autoridad de tal manera que el propio Comandante General optó por dimitir ante su manifiesta incapacidad para calmar los ánimos.




La insurrección acabó cuando el Ayuntamiento, ayudado por algunos jefes de los amotinados, se hizo cargo del gobierno de la ciudad.El ejemplo de Málaga cundió, levantándose Zaragoza, Murcia, Reus, Tarragona, Barcelona, Matará, Valencia, Monzón, Tarazona,...; a finales de Agosto casi todas las provincias se habían declarado independientes de la capital del Reino, a excepción de Castilla la Vieja. Mientras tanto en Málaga se constituye una Junta Revolucionaria para administrar la ciudad, pronunciándose oficialmente por la Constitución del 12. A os dos días Cádiz y Sevilla; sigiieron Algeciras, San Roque, El Puerto de Santa María, Jerez, Sanlúcar, Ronda, Jaén, Almería, Córdoba, ANDUJAR,... y Granada, para cuyo pronunciamiento hizo falta la colaboración malagueña, que con un envío de 3.000 hombres resolvió el levantamiento, sumándose éste a los más importantes de Andalucía.




En suma, todas las ciudades andaluzas contra el gabinete de Madrid. A pesar del unánime clamor, todavía hizo más Andalucía por la causa constitucional: organizó un potente ejército a las órdenes del brigadier Villapadierna para marchar sobre Madrid. El Gobierno envió al general Lastre, que al mando de 3.000 hombres, impidió la entrada de los andaluces en la capital de la Monarquía. En Despeñaperros se avistaron los dos ejércitos, los constitucionalistas andaluces quedaron dueños de la situación al ver incrementadas sus filas por casi la totalidad de los soldados enviados por Madrid, que abandonaron al general Lastre, el cual quedó solo frente a la tan nutrida tropa andaluza. Los constitucionalistas, ante el triunfo conseguido optaron por volver a sus acuartelamientos.




El éxito de los revolucionarios andaluces provocó el desprestigio del Gobierno, que confió la nueva administración a Mendizábál, hombre de gran experiencia que supo ganarse la confianza de la burguesía y que impulsó la guerra contra los carlistas. Muchas fueron las juntas revolucionarias que se sometieron al nuevo ministro, pero no así las andaluzas, que bajo la Central de Andújar continuaron gobernándose como soberanas e independientes. Como ejemplo de la resistencia andaluza a la administración de Mendizábal, se repro. duce parte del manifiesto enviado por la Junta de Cádiz al ministro: “Antes verán sus hijos destruídos piedra a piedra los muros de esta capital; antes teñida en sangre la mar que los circunda, y abrumadas de los cadáveres sus olas, que depongan las armas sin ver ya establecido el Congreso Constituyente que ha pedido, compuesto no de cien hombres venales que inunden y asedien las antesalas del Ministerio, sino elegidos por la nación, según los principios de aquellas leyes que dictó la Nación misma... Si por salvar los fragmentos de un sistema desacreditado, se sitúa V. E. entre los enemigos del bien; si permite que se empiece la lucha en defensa de una teoría sofisticada; si un solo fusil se dispara, la Junta de Cádiz previene a V. E. del modo más solemne que será responsable a la Patria y ante la representación nacional se le pedirá estrecha cuenta de la sangre derramada de sus hermanos”.



Documento éste que muy bien podía ser considerado actual, teniendo en cuenta las circunstancias que lo motivaron y la petición a que hace referencia: LA FIRME DECISION DE LOS ANDALUCES DE PREFERIR UN SISTEMA DEMOCRATICO BASADO EN LA CONSTITUCION Y LA EXIGENCIA AL GOBIERNO DE QUE CUMPLIERA CON LA VOLUNTAD POPULAR. Anteriormente, la heróica Junta de Cádiz ya se había manifestado en documento enviado a las demás Juntas de Andalucía, en los términos siguientes: el llamado Estatuto Real y el sistema por él establecido son, respecto a la libertad política de la Nación, lo que la hipocresía respecto a la virtud.





Los españoles libres no quieren parecer libres sin serlo. No han tomado las armas sólo para derribar al traidor, sino para derrocar el principio de la tiranía, y sólo las depondrán cuando lo hayan conseguido”. Pero la mayor resistencia la opuso la JUNTA SUPREMA DE ANDUJAR especie de Junta Superior de gobierno para todas las provincias andaluzas y compuesta por diputados de todas eltas. Esta Suprema de Andújar quedó bajo la presidencia del Conde de Donadio, diputado liberal por Jaén, que trató de reducir a las sometidas Juntas de Córdoba y Sevilla, para lo cual envió algunas fuerzas al mando de los coroneles Osorio y Lancha, que sucumbieron ante el reforzado ejército gubernamental en Sevilla.





La Suprema de Andújar quedaba sola, mientras que Málaga, Granada, Almería y Jaén terminarían por someterse. Para Ja Historia cTe Andalucía, la Junta Suprema Central de Andújar afianzó las bases de un sistema democrático, lanzó al Gobierno por los caminos de la reforma política y se convirtió en pionera del autonomismo andaluz. El propio Blas Infante llegará a considerarla como “el antecedente más importante del sentimiento andalucista, o sea, la afirmación de Andalucía como pueblo frente al Poder Central”.





1857.— 1861: El caciquismo y la usura, componentes importantes de la sociedad española después de la reprimida intentona autonomista de 1835, completan toda una serie de factores negativos para el pretendido desarrollo económico y social del país.




La gran crisis española brota a partir del año 1846, cuyo balance no puede ser más desolador: un clero dominante y sin cultura, una Administración corrompida, un Gobierno que elegía a los pobres como soldados para las guerras, la desarmotización de tierras que en nada favoreció al campo andaluz, y el desequilibrio producido .por el impulso industrial dado a Euskadi con la siderurgia y a Cataluña con los núcleos textiles. En este estado de cosas se desarrollaba la vida en tina Andalucía analfabeta en el ochenta por ciento de su población. La gente recurre al campo como único medio de trabajo y comienza una crisis que aún en nuestros días no ha sido superada. Los especialistas coinciden en afirmar que esta década fue el principio de la toma de conciencia de las clases desheredadas, sobre todo el proletariado rural, y también de recuperación de la identidad andaluza.





Lo que comenzó con alteraciones locales por la carestía de la vida, terminó en el movimiento de liberación de 1868 —la Gloriosa—, el más importante de la historia del andalucismo. La primera insurrección tuvo lugar en Sevilla el 30 de Junio de1857: un numeroso grupo de zarrapastrosos y mal armados campesinos marcharon en dirección a El Arahal y Utrera encabezados por Manuel Caro. Una vez hubieron penetrado al grito de iTierra’, ¡Tierra!, tomaron la casa cuartel de la guardia civil e incendiaron algunas oficinas municipales y el Registro de la Propiedad. Una fuerte columna militar salió desde Sevilla para perseguir a los sublevados, que en su huida llegaron hasta el pueblo de Benaoján en la sierra de Málaga, donde fueron acuchillados y lanceados por las tropas gubernamentales veinticinco de ellos, veinticuatro hechos prisioneros y el resto se dispersó como pudo. Poco a poco fueron cayendo en poder de la guardia civil y al término de una semana casi la totalidad de los amotinados estaban sometidos.





El consejo de guerra dictó sentencia, y el 12 de Julio fueron fusilados otros veinticinco en Sevilla y nueve en Utrera, a pesar de las insistentes solicitudes de clemencia que el pueblo de Sevilla, sin distinción de partidos ni clases, hizo a la Reina, además de haberse comprobado que de los incendios de Utrera y El Arahal no fueron ellos los autores sino el vecindario y por motivos ajenos al levantamiento.La miseria en las poblaciones rurales continuaba, los grandes propietarios ejercían una “rentable” tiranía sobre los braceros, la propiedad de la tierra seguía acumulándose en unos pocos, y al mismo tiempo se propagaban las ideas democráticas que prometían mejorar las condiciones materiales y morales.




No era de extrañar pues que también los ciudadanos de Málaga y Granada tomaran actitud rebelde. A finales de 1861 estalló la primera asonada en la aldea de Mollina, cercana a Antequera, hecho del que es acusado como responsable Rafael Pérez del Alamo, activo y emprendedor veterinario de Loja. Como el juzgado de Antequera decreta su persecución, decide reunir a todos los conjurados y poner en marcha definitivamente sus planes de insurrección. A los pocos días, al grito de ¡Viva la República y muera la Reina!, toma el pueblo de Iznájar, cuya población se le une y al día siguiente entra en Loja acompañado de miles de campesinos procedentes de Alhama, Antequera, Iznájar y demás poblaciones vecinas.




Una vez tomados los puestos de la guardia civil dirige a todo el país un manifiesto, del que se destaca: :.t0 presente que nuestra misión es defender los derechos del hombre, respetando la propiedad, el hogar y todas las opiniones,..” Durante varias jornadas consigue Pérez del Alamo, no sólo organizar la ciudad para que no se registraran abusos —elegida como plaza fuerte y confluencia de todos los adictos a la causa—, sino que también llegó a reunir un cuerpo de más de diez mil combatientes, con los que se entrentó bravamente y durante muchas horas a las tropas que desde Sevilla, Málaga y Granada envió el Gobierno al mando del General Serrano del Castillo.





No quiso Pérez del Alamo arriesgar a una población compuesta por hombres casi desnudos, sucios, sudorosos y armados solamente con instrumentos de sus oficios agrarios, frente al terrible asalto que esperaba, por lo que organizó la evacuación de la ciudad al tiempo que marchaba con un reducido número de leales a seguir la campaña por Alhama, a lo que tuvo que desistir ante la persecución y posterior alcance de que fue objeto.La insurrección de Pérez del Alamo, que convocó a miles de campesinos hambrientos y no provocó desórdenes ni atentados contra la propiedad ni las personas, seria comentada por la prensa de la época, que calificó los hechos de “asunto de socialistas” o “trastornadores del orden público”.




Tras los sucesos de Loja, los consejeros de la Corte recomendaron a la Reina que hiciera un viaje por Andalucía, en la creencia de poder atraerse al pueblo andaluz deslumbrándolo con tantos y tan grandes espectáculos con que acompañaron al séquito real. No comprendían que el culto a la persona del Rey hacía mucho tiempo que fue sustituido por el del interés material, al que deberían haber atendido con más preferencia —a tenor de la situación andaluza— que a la exhibición de la persona coronada y alhajada en contraste con el hambre que se padecía. Rafael Pérez del Alamo —verdadero espartaco andaluz— se retiraría a su tierra natal de Arcos donde falleció pobre y olvidado en el año 1911, no sin antes haber publicado un importante folleto con el título “Apuntes históricos sobre las revoluciones”, editado en 1872 y del que se entresaca:“Se quiere saber qué bandera enarbolé? Contesto: la de la democracia. ¿De qué naturaleza fueron mis aspiraciones:? De naturaleza republicana.




¿De dónde partía y adónde me dirigía? Partía de una monarquía hipostática e iba a una república humana. ¿Contra quién me levanté en armas? Contra la monarquía y la dinastía. ¿Qué es lo que quería derribar? Esta pregunta está ya contestada”.Durante los años sesenta del siglo XIX circulaban por Europa diversas corrientes doctrinales y políticas de matiz societario. Madrid, cada vez más centralista, extendía sus nuevas ideas a muchas provincias, menos a Cataluña y Andalucía; la primera porque sus movimientos democráticos no superaban las fronteras de sus territorios ni permitían intrusión ideológica alguna; en Andalucía porque la bandera democrática era izada por un socialismo singular, procedente de un campesinado que, a raiz de la desamortización, sentía el empeoramiento de su situación laboral, económica y hasta social. A este socialismo a lo andaluz se he ha llegado a calificar de socialismo indígena.




Los ricos le temían y los pobres esperaban de él nuevo reparto de tierras que les permitiera acceder a la propiedad de sus anhelos y sudores. El reparto fue convertido en palabra mágica que llegaba a electrizar al jornalero, al pequeño campesino, a las sociedades obreras,... socialismo indígena que pudo tener su comienzo en los campos Loja, cuando en 1861 Rafael Pérez del Alamo levantó toda una comarca sedienta de justicia. Socialismo a lo andaluz, una especie de anarquismo anticipado de las ideas que Fanelli introdujera por Cádiz en Noviembre del 68. Anarquismo andaluz que se pronunciará definitivamente en Noviembre de 1872 en La Haya, colocándose al lado de Bakunin frente a Marx, y ratificándose ese mismo año en Córdoba con el 1 Congreso Anarquista Andaluz.





El campo, el casino y los pueblos en general eran las escuelas democráticas en torno a las cuales se reunían gran número de jornaleros, artesanos, pequeños propietarios, comerciantes, y militares de baja graduación que hacían del nuevo socialismo el norte de sus ansias. Estas eran las inquietudes políticas que entretejían la vida pública andaluza en los años que precedieron a aquella “Gloriosa de 1868”.





Fue el 10 de Marzo de 1865 cuando los demócratas comunicaron a todo el Estado su pensamiento político, de cuyo contenido se entresaca: — En cuanto a la organización del Estado, la democracia no reconoce más origen que la soberanía nacional. — En cuanto al problema social, el fin inmediato de la democracia es la emancipación de las clases proletarias. — El derecho de propiedad es tan natural, tan legítimo, tan fundamental, como todos los demás derechos individuales. — La razón y la Historia han demostrado que Ja propiedad del Estado es estéril páramo sobre el que vagan la miseria y el hambre.





Sería en Octubre de 1868 cuando estos mismos demócratas se dividen en dos bandos: los conservadores, partidarios de Isabel II, y los republicanos, que aglutinaban a socialistas, progresistas, republicanos unitarios y federales, cooperativistas,.., etc. Con estos dos frentes —Borbones sí, Borbones no— se inicia la revolución más importante de la historia de Andalucía. Este levantamiento proclamó el reinado de la democracia por medio del sufragio universal y de los derechos individuales, consagrando el principio de la igualdad, y rompió el uniformismo católico tan penosamente establecido por Recaredo siglos atrás; revolución bien acogida por la mayoría de los ciudadanos, hartos de una dinastía déspota que sólo trajo errores políticos y negación a todo progreso, a toda institución liberal.





A esta dinastía pertenecía la soberana Isabel y, aunque superara en mucho a sus predecesores, el pueblo veía en ella a la representante de un poder tradicionalmente absolutista. Por un lado, encontramos los desmedidos ‘amores patrios” de los tradicionalistas que, apegados al trono, habían MEJORADO su situación económica; por otro los DESHEREDADOS, que querían acabar con tanta injusticia. Los unos por no perder sus privilegios y los otros porque tenían que conquistar una situación más digna.




El mal estado de la Hacienda, la inmoralidad política y administrativa, el testarudo monopartidismo de la Reina, las declaraciones del propio Presidente del Consejo de Ministros que diría “en España sólo el Ejército quiere a la Reina”, y los periódicos demócratas o liberales que imprimían “la Reina Isabel se ha hecho imposible con los partidos progresistas”,... hacían que la revolución fuera esperada, necesaria; y otra vez Andalucía.Cádiz, 18 de Setiembre de 1868, siete de la mañana: las fragatas Villa de Madrid, Tetuán y Zaragoza, los vapores, Isabel II y Ferrol, y las goletas Edetana y Ligera, a las órdenes del General Prim y el brigadier Topete hicieron veintiún cañonazos de salvas y clamaron iVIVA LA LIBERTAD! El siguiente texto está compuesto de trozos del manifiesto que Topete dirigió a todos los gaditanos el día 17: os dirijo la voz para explicaros un gravísimo suceso.




Esta es la actitud hostil de la Marina, para con el malhadado Gobierno que rije los destinos de La Nación... Nuestro desventurado país que sometido años ha a la más horrible dictadura; nuestra ley fundamental rasgada; los derechos del ciudadano escarnecidos... Males de tanta gravedad exigen remedios análogos: desgraciadamente los legales están vedados; forzoso es por lo tanto apelar a los supremos, a los heróicos... Aspiramos a que las Cortes Constituyentes aplicando su leal saber,... acuerden cuanto conduzca il restablecimiento de la monarquía constitucional. Aspiramos a que la Hacienda se rija MORAL... dando amplitud al ejercicio de toda actividad lícita y ancho campo a la actividad individual y al talento.




• . . Nuestros propósitos no se deriban de afección especial a partido determinado, a ninguno pertenecemos, les reconocemos a todos, puesto que a todos les suponemos impulsados por el bien de la Patria.




• . .Vengan en nuestro auxilio, tomen en sus manos la bandera izada los demás cuerpos militares, los hombres de estado, el pueblo.., hablen al país los que para ello tengan títulos”. Otros trozos del que dirigiera Prim el día 18: “Españoles: A las armas ciudadanos, a las armas! Basta yade sufrimientos! La paciencia de los pueblos tiene su límite en la de- gradación... Ha sonado pues la hora de la revolución, medio heróico, es verdad, pero inevitable y urgente. Que el grito de guerra sea hoy el solo grito de todos los buenos españoles! ¡Que no haya en fin, dentro de la comunidad liberal más que un solo propósito la lucha; un solo objeto, la victoria; una sola bandera, la regeneración de la Patria! Destruir en medio del estruendo los obstáculos que sistemáticamente se oponen a la prosperidad de los pueblos, es la misión de las revoluciones armadas... y cuando la calma renazca y la reflexión sustituya a la fuerza, los partidos podrán desplegar sin peligro sus banderas, y el pueblo, en uso de su soberanía, podrá constituirse como lo juzgue conveniente, buscando para ello en el sufragio universal todas las garantías... conquistemos de nuevo nuestras escarnecidas libertades; alcanzemos otra vez la estimación y el respeto de las naciones extranjeras.





¡Viva la libertad! ¡Viva la soberanía nacional!”.La revolución estaba en marcha: del pronunciamiento militar de Cádiz tuvo conocimiento Sevilla, que inmediatamente nombrauna Junta Revolucionaria y el día 20 publica un programa, redactado por el general Izquierdo, Pérez del Alamo y Ramón de Cala, del que resumimos: “Españoles: La Junta Revolucionaria de Sevilla faltaría al primero de sus deberes, si no comenzara por dirigir su voz a los habitantes todos de esta provincia y a la Nación entera, manitestándoles los principios que se propone sustentar y defender como base de la regeneración de este desgraciado país, cuyo entusiasmo no han podido entibiar tantos siglos de tiranía, y cuya virilidad no han podido debilitar tantos años de degradación.






1.°— La consagración del sufragio universal...




2.°— La libertad absoluta de imprenta, sin depósito, fianza ni editor responsable,...





3°— La consagración práctica e inmediata de todas las libertades, de enseñanza, de cultos, de tráfico e industria; la reforma arancelaria...




4.°— La abolición de la pena de muerte y el planteamiento del sistema penitenciario.





5.°— La seguridad individual eficazmente garantizada, así como la absoluta inviolabilidad del domicilio y la co rrespondencia -





La abolición de la Constitución bastarda que nos venía rigiendo y con supresión del artículo concerniente a la religión del Estado, sustitución provisional por la que decretaron las Cortes en 1856.





7.°— La abolición de las quintas y la organización del Ejército y la Armada como honrosísima profesión.




8.°— Igualdad en la repartición de las cargas públicas. 9.°— Desestanco de la sal y el tabaco.





10.°— Unidad de fueros y abolición de todos los especiales, incluso el eclesiástico.1868 —. Cortes Constituyentes por sufragio universal directo para que decreten una Constitución... que promueva y asegure la responsabilidad de los ministros y de cualquier autoridad... ¡Viva la libertad! ¡Abajo la dinastía!”. Cádiz fue el punto central de la revolución, Sevilla la legalizaría con su pronunciamiento y serviría de modelo para otras Juntas Revolucionarias, precedentes de las próximas instituciones cantonales.





Del 20 al 23 toda Andalucía explotaba de entusiasmo: Córdoba, Málaga, Granada, Huelva, Antequera, Tarifa, Carmona,... etc., y mientras el Gobierno de Madrid desmoralizado intenta aplastar la revolución por medio de un ejército compuesto por ocho batallones de infantería, dos regimientos de caballería y cuatro baterías de cañones de acero, al mando del Marqués de Novaliches, que sale en expedición contra Andalucía el día 21. Desde Sevilla se organiza un importante cuerpo de ejército para hacer frente a las tropas de Madrid; al frente del mismo quedó designado el general Serrano, que acude al encuentro de las gubernamentales tomando la dirección de Córdoba.





El día 25, las tropas andaluzas toman fuertes posiciones en el puente de Alcolea; intenta que el Marqués de Novaliches se avenga en evitación de derramamiento de sangre —lo que no hizo— y el 28 se inicia aquel importante hecho de armas cuya resonancia e influencia en lo militar no fue nada comparable con la que alcanzó en lo político. La batalla del puente de Alcolea terminó el día 29 con el triunfo de las fuerzas revolucionarias andaluzas, y decidió eJ destino del país y el de la dinastía de los Borbones.





El 30 de Setiembre de aquel 1868 la Junta Revolucionaria de Madrid recibe un telegrama procedente de San Sebastián: “DOÑA ISABEL DE BORBON CON TODA SU FAMILIA MARCHO A FRANCIA”. La primera Junta de Gobierno Revolucionario presidida por el general Serrano y los ministros Prim, Sagasta, Topete... cuyo procedimiento de elección no satisfizo a los radicales andaluces, sería un primer paso, una democracia teórica y formal frente a otra práctica, popular y revolucionaria más deseada. El día 3 de Diciembre llegarían a Montoro, procedentes de Montilla y Aguilar numerosos republicanos cordobeses con la intención de propagar sus ideas. Las autoridades locales —adictas al régimen de Madrid— no quisieron colaborar y, tras un incidente fortuito, se produjo una asonada popular que provocó dos muertos, varios heridos y algunos presos, la mayoría de los cuales eran bien conocidos por sus ideas reaccionarias.





Lo acontecido en Montoro fue una especie de reto que Andalucía lanzó al Gobierno provisional de Madrid, y un prólogo al sangriento 4 de Diciembre en Cádiz. Todo el Estado español movido por Andalucía desde el pronun cimiento de Prim y Topete en Cádiz: una dinastía que acaba en la batalla ganada por los andaluces en Andalucía —Alcolea—; y volverá a ser Andalucía, desde Cádiz, con su socialismo utópico e indígena, con sus Ramón de Cala, Fermín Salvochea, Paul y Angulo, Pérez del Alamo —primeras figuras revolucionarias del andalucismo libertario—, la que marque el compás político del país.





Los primeros pasos de la revolución burguesa fueron el motor de despegue para una buena parte de la población trabajadora andaluza, tanto campesina como urbana: el despertar de un largo letargo. El pronunciamiento militar de Cádiz —generación élite— fue el brazo armado del posterior compromiso popular —generación plural—; porque no fue sólo una masa lo que allí se levantó, sino un nuevo cuerpo social compuesto por la minoría selecta y su muchedumbre: TODO UN PUEBLO.





Sevilla canta ilusionada sus anhelos en las vísperas de aquella Gloriosa gaditana: Cuando querrá el dios del cielo que la tortilla se vuelva y los pobres coman pan y los ricos coman... yerbas.Porque hay un momento en la vida de los pueblos en que los sentimientos acfuan en favor de realidades y se olvidan las promesas. Si al falso desarrollo económico, la inversión extranjera y el olvido del importante papel de las clases proletarias, le sumamos la mesistencia de libertades en una democracia “formal”, el resultado no podía ser otro. Los braceros de la provincia de Cádiz eran “auxiliados” por las autoridades con ocupaciones inútiles, a cambio de la mísera cantidad de cinco o seis reales.





La ruinosa Administración quedó sin recursos económicos y los “auxilios” no pudieron continuar.La tarde del 4 de Diciembre, los trabajadores no “auxiliados” de El Puerto de Santa María se amotinaron, y el alcalde les respon dió duramente. Ante esto, los sublevados construyeron varias barricadas, contra las cuales hubo de enviar el Gobernador al Batallón de Cazadores de la Guarnición de Jerez, que avanzando contra los amotinados a bayoneta calada, produjo varios muertos.




Con este brutal sistema las barricadas fueron disueltas y los trabajadores huyeron a los pinares cercanos.El mismo día en que la insurrección de El Puerto tue reprimida, el Gobernador militar de Cádiz publica un bando por el que DECLARA LA PLAZA EN ESTADO DE GUERRA..., suspende las garantías individuales..., ordena el desarme de los ciudadanos, y manda cesar la publicación y venta de periódicos de cualquier clase... (5 de Diciembre de 1868). La indignación popular no se hizo esperar: la primera asonada ocupó la plaza de San Juan de Dios y alrededores, y de la protesta se pasó a las armas.




El Ayuntamiento y edificios colindantes sirvieron de fuerte a los voluntarios de la libertad —milicia cívica armada—, la Aduana fue ocupada por los carabineros y la guardia civil, iniciándose el fuego al mediodía y continuando durante toda la noche. Al día siguiente —6 de Diciembre— los voluntarios eran los dueños absolutos de Cádiz, incluidos los puestos de la Aduana y murallas de la ciudad, donde se vieron izadas algunas banderas libertarias. Buena prueba de la dimensión que tomaron los combates es este resumen del parte que el Gobernador de la Serna enviara al Capitán General: atravesé la plaza de San Juan de Dios bajo un nutridísimo fuego que desde los balcones, azoteas y barricadas se me hacía.





Llegué hasta la puerta misma del Ayun tamiento; al pie de ella cayeron muertos o heridos la mayor parte de los que avanzamos, abrasados por el fuego del enemigo... mi situación era insostenible, estrellándose mis esfuerzos contra aquella resistencia invencible. Dos compañías de cazadores de Madrid apoyaron mi retirada... el enemigo situó dos cañones en las barricadas contiguas al edificio del Ayuntamiento, y con ellos batió las nuestras y la puerta del Mar...”.Al frente de aquella milicia cívica había un hombre que a pesar de proceder de la democracia burguesa, no había participado en la “formal”, un hombre acogido con simpatías por socialistas y republicanos, un revolucionario andaluz, internacionalista, en definitiva un libertario: Fermín Salvochea.



Cádiz le sigue recordando a través de esta copla popular: Entre todos los hombres que han batallado por una idea lleva la palma el nombre de Salvochea. ‘Paz y respeto al mártir que con tesón y con noble audacia defendió en todas partes la democracia. Toda su vida consagrada a sus ideales, hace ver la constancia que tuvo triunfando siempre de sus rivales. Cuanto tuvo, con los desvalidos lo compartió; por dar su pobre lecho no tenía cama cuando murió. Todos eran sus hermanos y siempre estuvo propicio a llevar su nombre al pueblo y a sus ideales hasta el sacrificio.Y ni en sus largas prisiones, a punto de perecer, renegaba de sus convicciones, y dejando lo hicieron jirones, mejor quiso morir que ceder.





Cuando recordamos su entierro nos produce espanto el gentío inmenso que le cercaba, vertiendo llanto. Todo Cádiz iba tras el bravo veterano que en la historia de España, con firme mano, dejó escrito su nombre qué alaban los gaditanos. Con él, Ramón de Cala, Paul y Angulo, Pérez del Alamo, y Cádiz.El acuerdo de armisticio llegó en la mañana del 8 de Diciembre. Terminado el plazo se firmó una capitulación mediante la cual se prometió “que las cosas volverían al ser y estado en que se encontraban antes de la publicación del bando del día 5”.




Pero la mecha que habían encendido los gaditanos se propagó a Málaga, Granada, Sevilla y Jerez, sirviendo de pretexto al Gobierno para crear un ejército de operaciones especialmente para Andalucía, cuya repreSión llegaría a costar más de tres mil muertos y cientos de presos destinados a Ceuta y Melilla. El levantamiento de Málaga ocurrió el primero de Enero y fue iniciado por una manifestación que pedía nuevos repartos de tierras. La milicia popular se enfrentá valientemente, no sólo a las tropas de la guarnición mandadas por el brigadier Pavía, a los vapores Vulcano, Alerta, a la goleta Ligera y a las falúas Lagarto y Lobo, sino también al cuerpo de ejército organizado a tal efecto bajo el mando del “pacificador” Caballero de Rodas.





La tarde del día 2, las tropas gubernamentales tomaban posesión. A las pocas horas de que fuera vencida la insurrección de Málaga, el día 3 de Enero, Jerez y Sevilla se levantarían igualmente en petición de una República Federal. Con las fuerzas procedentes de Cádiz y la colaboración de propietarios e industriales, los sublevados de Jerez fueron dominados. La asonada de Sevilla también duraría escasas horas.





El Puerto de Santa María prendió la mecha de la Gloriosa revolución aquel memorable 4 de DicIembre de 1868; ciento diez años más tarde varios millones de andaluces, conducidos por la verdiblanca de Blas Infante, a manos de nuestros hijos —nuestra esperanza—, manifestábamos nuestros deseos de liberación. ESTA VEZ CON PAZ PERO NO MUDOS. Los que por razones burocráticas eligieron el 4 de Diciembre para DIA DE ANDALUCIA desconocían la importancia histórica del suceso gaditano; Manuel Ruiz Lagos nos lo ha descubierto, aportando con ello otro pilar más para la Historia de nuestro pueblo andaluz.1873 Después de la Gloriosa del 68, y con la entrada de la 1 Internacional de Trabajadores, nada podía oponerse a la asociación de los obreros; habían comprendido éstos su papel en la sociedad.




La psicología del andaluz se inclina más por el anarquismo que por el socialismo, el sindicato mayoritario será anarquista y la meta de todos LA TIERRA, Los problemas del campo andaluz ya no se reducen a política de pan y salarios”: los andaluces no pedirán pan sino ¡tierra! —su tierra—. Nace una nueva raza, marcada por la injusticia y la iniquidad de los principios de remuneración del esfuerzo. Una raza en permanente revolución, que antes se alzaba contra el poder, fuera de su función social, y ahora lo hace en el trabajo mismo.





El obrero ha recobrado la identidad perdida y se enfrentará al bu.rgués, no con un fusil, sino con sus herramientas: la revolución en Andalucía se ha unido a! trabajo, las asociaciones de trabajadores cobrarán cada vez más prestigio. Todas las niñas bonitas tienen en su casa un letrero con letras de oro que dicen: 144 por un asociado muero. Si quieres vivir a gusto con tus derechos colmados, cásate con un obrero de los buenos asociados. (copla popular andaluza de la época)Amadeo de Saboya había aceptado la corona española pero, por un lado la oposición conservadora y por otro las sublevaciones carlistas, provocarán su abdicación en 1873.





Al mismo tiempo se instaura la 1º República y se intentará, como siempre, organizar España desde Madrid. Con el nuevo Gobierno, una nueva Constitución que “reconocía” como órganos de la Nación a los Municipios, al Cantón o Estado Regional, y al .Estado Municipal. Desde Salvochea, Ramón de Cala, Paul y Angulo, Pérez del Alamo,... la soberanía popular se basaba en el Cantón, organismo muy arraigado en las maneras sureñas. “El Cantón parte del derecho natural del ciudadano de un país a configurar su ordenamiento político y económico en libertad y en solidaridad con los otros cantones federales españoles”.




“La autonomía del Cantón le permite aplicar su competencia a la esfera de todos los asuntos sociales y civiles, a la regionalización de la educación y cultura, a la estructuración de la agricultura, industria y comercio, y a aplicar la política propia que se considere como más oportuna y eficaz para él mismo y el país”. (Manuel Ruiz Lagos). El proletariado andaluz, una vez recobrada su identidad, fue un aliado perfecto de las reivindicaciones autonomistas andaluzas. El fenómeno cantonal, que nada tuvo de foráneo, y sí mucho de “expresión de peculiaridades históricas, sociales, económicas,...” —como continúa definiéndolo Ruiz Lagos— se extendió a todo el país.





En este año de 1873 se proclaman los cantones de Málaga, Sevilla, Cádiz, Córdoba y Granada pero el centralista Salmerón —presidente republicano— y el general Pavía se encargarán de cortar, mejor dicho “de degollar”, los planteamientos autonomistas andaluces.El Gobierno sabía que si el cantonalismo triunfaba en Andalucía, todo el país secundaría la acción; si por el contrario era vencido, la “disciplina” volvería, el “principio de autoridad” recobraría prestigio y el Gobierno ofrecería nueva y mejor imagen. Otra vez Andalucía tiene en sus manos la suerte de España.




Por eso había que aplastar el movimiento cantonal. (Cualquier parecido con la actualidad es desgraciada coincidencia. La historia se repite). Salmerón diría a Pavía: “... que si conseguía que un soldado disparara su fusil contra un cantonal, se había salvado el orden De la dimensión que tomaron los levantamientos cantonales qué mejor testimonio que las palabras escritas por el propio Pavía, referidas a los hechos de Sevilla: “Toda la población se puso en armas, aumentándose considerablemente las numerosas fuerzas populares que estaban armadas con el resto del pueblo que no tenía armas y con los numerosos pueblos inmediatos a Sevilla, que hicieron causa común para proclamar el Cantón sevillano las barricadas estaban defendidas por el inmenso pueblo que tiene Sevilla , “Andalucía estaba completamente en llamas y en armas,...”. Hasta se lamenta de que no hubiera traidores que le informaran.




Continúa describiendo la entrada de las tropas en la ciudad, que califica de “sólo comparable con la entrada de las reses en un matadero Sevilla, Málaga, Córdoba, Granada,... el planteamiento autonomista andaluz ha sido aplastado y el “pacificador” Pavía se encarga de rematarlo con su escrito de fin de campaña: “... al menor conato de desorden, combatirlo haciendo ejemplares castigos. Al más mínimo conato de indisciptina, un Consejo de Guerra... y castigar en el acto a quien lo haya cometido. Se hará saber a cada provincia, que si altera el orden, caeré sobre ella con todas mis fuerzas y el tren de batir...”.




Suma y sigue..Después vendrá la represión sobre la campiña de Jerez —la Mano Negra será el pretexto. Han pasado los años como una larga siesta, arden los bosques, chisporrotean las mieses y las cepas arrancadas levantan hacia la noche sus brazos retorcidos. Los obreros confabulan inquietos y cuentan en Jerez que por las mañanas muchos perros aparecen con el cráneo abierto a palos, para que no denuncien a sus amos el trajín nocturno. Y otra vez la esperanza frustrada: la Constitución Federalista de Antequera de 1883.




Y seguirán las huelgas populares, y se volverá a pedir el tan deseado reparto de tierras, que al no conseguirse provocará el odio a la burguesía, y surgirá la reacción patronal. Y las huelgas se hacen generales y se formarán los tumultos, que alimentarán a los agitadores profesionales, los cuales pasarán a “mejor sueldo” de la oligarquía para desestabilización del movimiento obrero. Y continuará la demanda agraria.Se gritará por la Autonomía, desde Sevilla, Ronda (1918), Córdoba (1919), toda Andalucía (1935-36), Carmona... y seguimos teniendo los mismos problemas, los mismos enemigos, la mano oculta de los que manipulan el crédito, la inversión, la cultura, la improducción agraria ¿HEMOS CAMBIADO EN ALGO? Antes nos echaban encima de nuestros campos a la guardia civil y la voz del jornalero se quedó en susurro.







Ahora las auténticas actitudes del pueblo andaluz se tapan con el nacional-folklorismo de la ‘grasia”, y nuestros pronunciamientos políticos son disfrazados y corregidos por los intereses con residencia en Madrid. De acuerdo que el pueblo andaluz es amante de la paz y la contemplación pero sufridor y heróico como el primero: ha sabido mantener el tipo ante los abusos, ha carecido de políticos coherentes y cuando éstos han existido huyeron a ‘niveles superiores”.




Después inventaron lo de “emigrar a las nacionalidades protegidas’, que siempre es mejor que morir de hambre o de balas accidentales. Y hasta el mismísimo verano, que abrasa nuestros campos, que ilustra las promociones turísticas, tenía que traernos una crónica luctuosa para completar la simbología del llanto andaluz, para que nuestros derechos no nos sean regalados, como algunos creen.





21 de Julio de 1970, tres albañiles de Granada caen por “lesiones” de bala que producen muerte.




1 de Agosto de 1974, en Carmona el pueblo corta la carretera en petición de agua. Miguel Roldán y el niño Enrique Rodríguez Valverde caen víctimas de la misma bata “disparada accidentalmente”.




3 de Agosto de 1976, en Almería, Francisco Javier Verdejo, pintando en una tapia “pan, trabajo y libertad” muere cuando “al tropepezar se disparó el arma” del perseguidor. 9 de Julio de 1977, en la manifestación por el convenio de Hytasa en Sevilla, Francisco Rodríguez Ledesma tropieza con otra bala accidental ‘disparada al aire”. Como una premonición estival, como una tendencia genétíca, como un fatal y caluroso destino, parece como si el pueblo andaluz tuviera que dar su vida en verano, como siguiendo, hasta en eso, los pasos del padre de la Patria Andaluza, que aquel 11 de Agosto de 1936 diera su vida por Andalucía.





UN PUEBLO QUE SE COMPORTA COMO LO HACE EL ANDALUZ NO PUEDE MORIR. “El regionalismo andaluz ha levantado la bandera de la rebelión y ya son muchos los que siguen esta bandera”. Blas Infante

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