Translate,translator,traducteur,Übersetzer, traduttore,tradutor,переводчик

martes, abril 03, 2018

Saludo a los comunistas italianos,franceses y alemanes

Son extraordinariamente parcas las noticias que recibimos del extranjero. El bloqueo establecido por las fieras imperialistas se deja sentir con todo rigor. la violencia de los más poderosos países del mundo cae sobre nosotros con el propósito de restaurar el poder de los explotadores. Y toda esta furia salvaje de los capitalistas de Rusia y del mundo entero se encubre. como es natural, con frases acerca de ¡la sublime significación de la “democracia”! El campo de los explotadores es fiel a si mismo: hace pasar la democracia burguesa por “democracia” en general. Y todos los filisteos, todos los pequeños burgueses,hacen coro a ese campo: todos. incluso los señores Federico Adler. Carlos Kautskv y la mayoria de los jefes del Partido Socialdemócrata “Independiente” de Alemania (es decir, no dependiente del proletariado revolucionario, mas dependiente de los prejuicios pequeñoburgueses).
Pero cuanto más raramente recibimos en Rusia noticias del extranjero. con mayor alegria observamos los gigantescos éxitos que alcanza por doquier el comunismo entre los obreros do todos los países. los éxitos en el rompimiento de esas masas con los jefes podridos y traidores, que desde Scheidemann hasta Kautskv han desertado al campo de la burguesía.
Del partido italiano hemos sabido únicamente que su congreso ha acordado. por aplastante mayoria,adherirse a la III internacional y aceptar el programa de la dictadura del proletariado. Por tanto, el Partido Socialista Italiano se ha sumado, de hecho, al comunismo aunque, por desgracia, conserve todavía la antigua denominación. ¡Un caluroso saludo a los obreros italianos y su partido!

De Francia sabemos únicamente que sólo en Paris hay ya dos periódicos comunistas: L’iniernationale. dirigido por Raimundo Péricat. y Le Titre censuré!!!. dirigido por Jorge Anquetil. Se han adherido va a la III Internacional una serie de organizaciones proletarias. La simpatía de las masas obreras está,indudablemente, de parte del comunismo y del Poder soviético.

De los comunistas alemanes hemos sabido únicamente que en diversas ciudades existe prensa comunista. Estos periódicos llevan con frecuencia el título de Bandera Roja. El periódico Bandera Roja40.de Berlín. se publica clandestinamente y sostiene una heroica lucha contra los verdugos Scheidemann-Noske. que con sus acciones ayudan serviles a la burguesía. de la misma manera que la ayudan serviles los “independientes” con sus palabras y su propaganda “ideológica” (pequeñoburguesa).

La heroica lucha del periódico berlinés de los comunistas. Bandera Roja, suscita la mayor admiración. ¡Al fin hay en Alemania socialistas honrados y sinceros, que se mantienen firmes e inquebrantables a despecho de todas las persecuciones, a despecho del vil asesinato de los mejores jefes! ¡Al fin hay en Alemania obreros comunistas, que sostienen una heroica lucha digna de ser denominada “revolucionaria” de verdad! ¡Al fin ha surgido en Alemania. del seno de la masa proletaria, una fuerza para la que las palabras “revolución proletaria” se han convertido en la verdad!

¡Saludamos a los comunistas alemanes!
Los Scheidemannv los Kautskv. los Rennerv los Federico Adler. por grande que pueda ser la diferencia existente entre estos señores desde el punto de vista de su honradez personal. son por igual pequeños burgueses. viles felones traidores al socialismo, partidarios de la burguesía, pues todos ellos escribieron y suscribieron en 1912 el Manifiesto de Basilea sobre la guerra imperialista que se avecinaba, todos ellos hablaron entonces de la “revolución proletaria” y todos ellos resultaron, en la práctica. demócratas pequeñoburgueses. paladines de las ilusiones republicanas pequeñoburguesas.democrático-burguesas. cómplices de la burguesía contrarrevolucionaria.

Las furiosas persecuciones que se han abatido sobre los comunistas alemanes les han forjado. Si ahora se encuentran desperdigados hasta cierto punto, eso prueba la amplitud y el carácter de masas de su movimiento, la fuerza con que crece el comunismo en lo más profundo de las masas obreras.
La dispersión es inevitable en un movimiento perseguido con tanta furia por los burgueses contrarrevolucionarios ‘ sus lacayos, los Scheidemann y los Noske. y que se ve obligado a organizarse ilegalmente.

Es natural también que un movimiento que ,crece con tanta rapidez y sufre persecuciones tan enconadas dé origen a discrepancias bastante enconadas. Eso no tiene nada de temible. Es una enfermedad de crecimiento.

¡Que los Scheidemann y los Kautsky se refocilen maliciosamente en sus periódicos Vowarts y Freiheit de las discrepancias entre los comunistas! Lo único que les queda a esos adalides del putrefacto espíritu pequeñoburgués es encubrir su podredumbre señalando con la cabeza a los comunistas. Mas si se habla de la esencia de la cuestión sólo los ciegos pueden no ver ahora la verdad. Y esta verdad consiste en que los secuaces de Scheidemann y de Kautsky han traicionado del modo más vergonzoso la revolución proletaria en Alemania, la han vendido, se han colocado prácticamente al lado de la burguesía contrarrevolucionaria. Así lo ha mostrado y demostrado con magnífica energía, elocuencia, claridad y fuerza de convicción Heinrich Laufenberg en su excelente folleto Entre la primera y la segunda revolución. Las 'discrepancias entre los scheidemannistas y los kautskianos son discrepancias entre partidos que se descomponen y agonizan, en los que quedan jefes sin masas, generales sin ejército. La masa abandona a los scheidemannistas y se suma a los kautskianos gracias a su ala izquierda (como lo prueba cualquier reseña de una asamblea de masas), y esta ala izquierda une -sin contenido ideológico, medrosamente- los viejos prejuicios de la pequeña burguesía acerca de la democracia parlamentaria con el reconocimiento comunista de la revolución proletaria, de la dictadura del proletariado, del Poder de los Soviets.

Los podridos jefes de los "independientes" reconocen todo eso de palabra bajo la presión de las masas, pero, de hecho, siguen siendo demócratas pequeñoburgueses, "socialistas" del tipo de Luis Blanc y de otros santos varones de 1848, tan implacablemente ridiculizados y estigmatizados por Marx.
Estas discrepancias son, en efecto, inconciliables.

No puede haber paz entre los pequeños burgueses ¬que, a semejanza de los de 1848, rezan a la "democracia" burguesa sin comprender su carácter burgués- y los revolucionarios proletarios. No pueden trabajar juntos. Haase y Kautsky, Federico Adler y Otto Bauer pueden dar mil vueltas, escribir montañas de papel y pronunciar discursos interminables: no podrán eludir el hecho de que, en la práctica, revelan una incomprensión absoluta de la dictadura del proletariado y del Poder de los Soviets; que, en la práctica, son demócratas pequeñoburgueses, "socialistas" del tipo de Luis Blanc y de Ledru-Rollin; que, en la práctica, son un juguete en manos de la burguesía, en el mejor de los casos, y lacayos descarados suyos, en el peor.

Los "independientes", los kautskianos y los socialdemócratas austríacos parecen un partido unido; de hecho, la masa de miembros de su partido no se solidariza con los jefes en lo fundamental, en lo principal, en lo más esencial. La masa irá a la lucha revolucionaria proletaria por el Poder de los Soviets en cuanto llegue el momento de una nueva crisis, y los "jefes" seguirán siendo, entonces como ahora, contrarrevo1ucionarios. No es difícil nadar entre dos aguas de palabra: Hilferdfug en Alemania y Federico Adler en Austria nos dan grandes ejemplos de este noble arte.

Pero en el fuego de la lucha revolucionaria, los hombres que se dedican a conciliar lo inconciliable no serán más que pompas de jabón. Así lo mostraron todos los adalides "socialistas" de 1848, así lo mostraron sus hermanos carnales, los mencheviques y socialistas-revolucionarios de Rusia, en 1917-1919, así lo muestran todos los paladines de la II Internacional de Berna o amarilla.

Las discrepancias entre los comunistas son de otro género. La diferencia radical sólo pueden dejar de verla quienes no deseen ver. Son discrepancias entre los representantes de un movimiento de masas que ha crecido con rapidez inusitada. Son discrepancias sobre una base fundamental común, firme como la roca: sobre la base del reconocimiento de la revolución proletaria, de la lucha contra las ilusiones democrático-burguesas y el parlamentarismo democrático-burgués, del reconocimiento de la dictadura del proletariado y del Poder de los Soviets.

Sobre esa base, las discrepancias no son temibles: es una enfermedad de crecimiento y no la decrepitud senil. También el bolchevismo ha sufrido más de una vez discrepancias de ese género y pequeñas escisiones motivadas por discrepancias semejantes; pero en el momento decisivo, en el momento de la conquista del poder y de la creación de la República Soviética, el bolchevismo estuvo unido, atrajo a su lado a todas las mejores tendencias afines del pensamiento socialista, agrupó en tomo suyo a toda la vanguardia del proletariado y a la mayoría gigantesca de los trabajadores.
'
Lo mismo ocurrirá con los comunistas alemanes. Los scheidemannistas y kautskianos signen hablando todavía de la "democracia" en general, viven aún con las ideas de 1848, son marxistas de palabra y los Luis Blanc de hecho. Hablan de "mayoría", pensando que la igualdad de las papeletas electorales significa la igualdad del explotado con el explotador, del obrero con el capitalista, del pobre con el rico, del hambriento con el harto.

De creer a los scheidemannistas y kautskianos, resulta que los bondadosos, honrados, nobles y pacíficos capitalistas jamás emplearon la fuerza de la riqueza, la fuerza del dinero, el poder del capital, la opresión de la burocracia y de la dictadura militar, sino que resolvieron los asuntos verdaderamente "por mayoría".

Los scheidemannistas y kautskianos (en parte por hipocresía y en parte por su extremada torpeza, fruto de decenios de labor reformista) embellecen la democracia burguesa, el parlamentarismo burgués, la república burguesa, presentando las cosas como si los capitalistas resolviesen los asuntos del Estado por voluntad de la mayoría, y no por voluntad del capital, mediante el engaño, la opresión y la violencia de los ricos sobre los pobres.

Los scheidemannistas y kautskianos están dispuestos a "reconocer" la revolución proletaria, pero siempre que la mayoría vote primero, conservándose la fuerza, el poder, la opresión y los privilegios del capital y de la riqueza (existiendo el aparato burgués de poder estatal, que dirige las elecciones), ¡¡"afavor de la revolución"!! Es dificil imaginarse todo el abismo de cerrazón pequeñoburguesa que se revela por esa concepción, todo el abismo de credulidad pequeñoburguesa (Vertrauensduselei) en los capitalistas, en los burgueses, en los generales, en el aparato burgués del poder del Estado.

En la práctica, lá burguesía ha sido siempre hipócrita, denominando "democracia" a la igualdad formal, pero, de hecho, ejerciendo la violencia contra los pobres, contra los trabajadores, contra los pequeños campesinos y los obreros con múltiples métodos de engaño, de opresión, etc. La guerra imperialista (que embellecieron vergonzosamente los Scheidemann y los Kautsky) puso eso al descubierto ante millones de seres. La dictadura del proletariado es el único medio para defender a los trabajadores del yugo del capital, de la violencia de la dictadura militar de la burguesía y de las guerras imperialistas. La dictadura del proletariado es e! único paso que lleva a la igualdad y la democracia de hecho. no en e! papel, sino en la vida, no en la frase política, sino en la realidad económica.

Por no haber comprendido eso, los Scheidemann y los Kautsky se convirtieron en despreciables traidores al socialismo y en defensores de las ideas de la burguesía.
* * *
El partido kautskiano (o "independiente") lleva camino de perecer y no tardará en sucumbir irremisiblemente, quedando reducido a polvo, a causa de las divergencias entre la masa de afiliados, revolucionarios en su mayoría, y los "líderes" contrarrevolucionarios.
El Partido Comunista se vigorizará y forjará, afrontando las mismas divergencias (las mismas en esencia) que conoció el bolchevismo.

Las discrepancias entre los comunistas alemanas se reducen, por lo que yo puedo juzgar, al problema relativo a la "utilización de las posibilidades legales" (como decían en 1910-1913 los bolcheviques), a la utilización de los parlamentos burgueses, de los sindicatos reaccionarios y de la "ley sobre los consejos" (Betriebsratgesetz), desfigurados por los Scheidemann y los Kautsky, y a la participación en semejantes organismos o al boicot de ellos.

Los bolcheviques rusos' hicimos frente a esas mismas divergencias en 1906 y en 1910-1912. Y vemos claramente que en muchos de los nuevos comunistas alemanes se deja sentir sencillamente una falta de experiencia revolucionaria. Si hubiesen conocido un par de revoluciones burguesas (la de 1905 y Ja de 1917) no propugnarían tan incondicionalmente e! boicot y no incurrirían a veces en los errores del sindicalismo.

Esta es una enfermedad de crecimiento.
Desaparecerá a medida que se desarrolle el movimiento, que crece a más y mejor. Estos errores evidentes hay que combatirlos de manera abierta, tratando de no exagerar las discrepancias, pues debe estar claro para todos que en un futuro no lejano la lucha por la dictadura de! proletariado y por el Poder soviético dará al traste con la mayoría de estas discrepancias.

Desde el punto de vista de la teoría marxista y desde el punto de vista de la experiencia de tres revoluciones (1905, febrero de 1917 y octubre de 1917), considero absolutamente equivocada la negativa a participar en los parlamentos burgueses, en los sindicatos reaccionarios (de los Legien, de los Gompers, etc.), en los "consejos" obreros archirreaccionarios, deformados por los Scheidemann, etc.

A veces, en casos aislados, en ciertos países, el boicot es justo, como lo fue, por ejemplo, el boicot de los bolcheviques de las elecciones a la Duma zarista en 190547• Pero esos mismos bolcheviques participaron en la Duma de 1907, mucho más reaccionaria y abiertamente contrarrevolucionaria. Los bolcheviques participaron en las elecciones a la Asamblea Constituyente burguesa en 1917, pero en 1918 la disolvimos48, horrorizando a los demócratas pequeñoburgueses, a los Kautsky y demás renegados del socialismo. Participamos en los sindicatos archirreaccionarios, puramente mencheviques, que en nada desmerecían (por su carácter contrarrevolucionario) de los ignominiosos y ultrarreaccionarios sindicatos alemanes mangoneados por Legien. Incluso hoy, dos años después de conquistar el poder del Estado, no hemos terminado aún •la lucha contra los restos de los sindicatos mencheviques (es decir, sindicatos del tipo de los formados por Scheidemann, Kautsky, Gompers, etc.): ¡así de prolongado es este proceso! ¡Así de arraigada está en algunos lugares o en algunas profesiones la influencia de las ideas pequeñoburguesas!

Antes éramos una minoría en los Soviets, una minoría en los sindicatos y en las cooperativas. Gracias a una labor y a una lucha persistentes -antes de conquistar el poder político y después de conquistarlo- logramos la mayoría en todas las organizaciones obreras, luego en las no obreras y más tarde en las de los pequeños campesinos.

Sólo los canallas o los bobos pueden creer que el proletariado debe primero conquistar la mayoría en las votaciones realizadas bajo el yugo de la burguesía, bajo el yugo de la esclavitud asalariada, y que sólo después debe conquistar el poder. Esto es el colmo de la estulticia o de la hipocresía, esto es sustituir la lucha de clases y la revolución por votaciones bajo el viejo régimen, bajo el viejo poder.
El proletariado libra su lucha de clase sin esperar a una votación para comenzar una huelga, aunque para el éxito completo de la huelga sea necesario contar con las simpatías de la mayoría de los trabajadores (y, por consiguiente, de la mayoría de la población). El proletariado libra su lucha de clase, derrocando a la burguesía, sin esperar para ello a una votación previa (organizada por la burguesía y bajo su yugo opresor), aunque sabe muy bien que para el éxito de su revolución, para el feliz derrocamiento de la burguesía es absolutamente necesario contar con las simpatías de la mayoría de los trabajadores (y, por consiguiente, de la mayoría de la población).

Los cretinos parlamentarios y los Luis Blanc de nuestros días "exigen" obligatoriamente votaciones, organizadas sin falta por la burguesía, para comprobar de qué lado están las simpatías de la mayoría de los trabajadores. Pero éste es un punto de vista propio de pedantes, de cadáveres insepultos o de hábiles trapaceros.

La vida real, la historia de las revoluciones efectivas muestran que las "simpatías de la mayoría de los trabajadores" no pueden ser demostradas muchas veces por ninguna votación (sin hablar ya de las votaciones organizadas por los explotadores, ¡a base de la "igualdad" entre explotadores y explotados!). Muy a menudo, las "simpatías de la mayoría de los trabajadores" se demuestran no en votaciones, sino por el crecimiento de uno de los partidos, o por el aumento del número de sus miembros en los Soviets, o por el éxito de una huelga que, debido a una u otra razón, adquiere enorme importancia, o por el éxito en la guerra civil, etc., etc.

La historia de nuestra revolución ha demostrado, por ejemplo, que las simpatías hacia la dictadura del proletariado por parte de la mayoría de los trabajadores en los inmensos espacios de los Urales y de Siberia se pusieron de relieve, no mediante votaciones, sino a través de la experiencia de un año de poder del general zarista Kolchak en los Urales y Siberia. Por cierto, el poder de Kolchak comenzó también como poder de una "coalición" de los Scheidemann y los Kautsky (en ruso: de los "mencheviques" y "socialistas-revolucionarios", partidarios de una Asamblea Constituyente), del mismo modo que ahora en Alemania los señores Haase y Scheidemann, con su "coalición", allanan el camino de von Goltz o de Ludendorff hacia el poder y encubren, embellecen este poder. Dicho sea entre paréntesis: la coalición de Haase y Scheidemann en el gobierno ha terminado, pero continúa la coalición política de estos traidores al socialismo. Prueba: los libros de Kautsky, los artículos de Stampfer en Vowarts, los artículos de los kautskianos y scheidemannistas sobre su "unificación", etc.
La revolución proletaria es imposible sin la simpatía y el apoyo de la inmensa mayoría de los trabajadores, hacia su vanguardia: hacia el proletariado. Pero esta simpatía y este apoyo no se obtienen de golpe, no se deciden en votaciones, sino que se conquistan en una larga, difícil y dura lucha de clases. La lucha de clase del proletariado por ganar la simpatía y el apoyo de la mayoría de los trabajadores no termina con la conquista del poder político por el proletariado. Después de la conquista del poder, esta lucha continúa, pero en otras formas. En la revolución rusa concurrieron circunstancias extraordinariamente favorables para el proletariado (en su lucha por su dictadura), pues la revolución proletaria se realizó cuando todo el pueblo estaba armado y cuando todo el campesinado deseaba el derrocamiento del poder de los terratenientes, cuando todo el campesinado estaba indignado por la política "kautskiana" de los socialtraidores, mencheviques y socialistas-revolucionarios.

Pero incluso en Rusia, donde en el momento de la revolución proletaria la situación fue excepcionalmente propicia y donde inmediatamente se logró una excelente unidad de todo el proletariado, de todo el ejército y de todo el campesinado; incluso en Rusia, la lucha del proletariado, que ejerce su dictadura, la lucha del proletariado por lograr las simpatías y el apoyo de la mayoría de los trabajadores, exigió meses y años enteros. Al cabo de dos años, esta lucha casi ha terminado, pero aún no ha terminado del todo en favor del proletariado. Sólo al cabo de dos años hemos conquistado definitivamente las simpatías y el apoyo de la mayoría aplastante de los obreros y de los campesinos trabajadores de Rusia, incluidos los Urales y Siberia; sin embargo, no hemos terminado aún la conquista de las simpatías y el apoyo de la mayoría de los campesinos trabajadores (que se diferencian de los campesinos explotadores) de Ucrania. Nos puede aplastar (mas, a pesar de todo, no nos aplastará) la potencia militar de la Entente, pero dentro de Rusia contamos ahora con unas simpatías tan firmes de una mayoría tan aplastante de los trabajadores que el mundo no había conocido Estado más democrático.

Si se reflexiona en esta historia de la lucha del proletariado por el poder, complicada, ímproba, prolongada, rica por la extraordinaria variedad de formas y por la inusitada abundancia de bruscos Saludo a los comunistas italianos, franceses y alemanes cambios, virajes y transiciones de una forma de lucha a otra, aparecerá claro el error de los que quieren "prohibir" la participación en los parlamentos burgueses, en los sindicatos reaccionarios, en los comités zaristas o scheidemannistas de delegados obreros o en los consejos de fábrica, etc., etc. Este error es debido a la inexperiencia r,evolucionaria de revolucionarios sincerísimos, convencidísimos y heroicos de la clase obrera. Por eso tenían mil veces razón Carlos Liebknecht y Rosa Luxemburgo cuando en enero de 1919 vieron y señalaron este error, pero prefirieron seguir unidos con los revolucionarios proletarios que se equivocaron en una cuestión no muy importante, y no con los traidores al socialismo, con los adeptos de Scheidemann y Kautsky, que no se equivocaron en el problema de la participación en el parlamento burgués, pero dejaron de ser socialistas para convertirse en unos demócratas pancístas auxiliares de la burguesía.

No obstante, el error sigue siendo error y es preciso criticarlo, es preciso luchar para corregirlo.
La lucha contra los traidores al socialismo, contra los adeptos de Scheidemann y Kautsky, debe ser implacable, pero no debe desarrollarse en torno al problema de participar o no en los parlamentos burgueses, en los sindicatos reaccionarios, etc. Esto sería un error indiscutible, y aún sería un error más grave el desviarse de las ideas del marxismo y de su línea práctica (un partido político fuerte y centralizado) para caer en las ideas y en la práctica del sindicalismo. Hay que tender a que el partido actúe en los parlamentos burgueses, en los sindicatos reaccionarios, en los "consejos de fábrica", mutilados y castrados por los Scheidemann, a que actúe en todas partes donde haya obreros, donde se pueda hablar a los obreros e influir sobre las masas obreras. Es preciso conjugar a todo trance el trabajo clandestino con el legal, haciendo que el partido clandestino y sus organizaciones obreras controlen de manera sistemática y con el mayor rigor la actividad legal. Esto no es fácil, pero en la revolución proletaria no hay ni puede haber tareas "fáciles", medios "fáciles" de lucha.

Es preciso cumplir a toda costa esta tarea nada fácil. Nos diferenciamos de los secuaces de Scheidemann y Kautsky no sólo (ni principalmente) en que ellos no admiten la insurrección armada, mientras que nosotros la admitimos. La diferencia principal y radical consiste en que ellos, en todos los campos de actividad (en los parlamentos burgueses, en los sindicatos, en las cooperativas, en el periodismo, etc.), aplican una política inconsecuente, oportunista e incluso descaradamente traidora y felona.

Contra los socialtraidores, contra el reformismo y el oportunismo se puede y se debe seguir esta orientación política en todos los terrenos de la lucha sin excepción. Entonces conquistaremos a las masas obreras. Y con las masas obreras, la vanguardia del proletariado -el partido político marxista centralizado- llevará por el buen camino al pueblo hasta la dictadura triunfante del proletariado, hasta la democracia proletaria en lugar de la burguesa, hasta la República Soviética, hasta el régimen socialista.

La III Internacional ha logrado una serie de brillantes e inusitadas victorias en pocos meses. La rapidez de su crecimiento es asombrosa. Los errores parciales y las enfermedades propias del crecimiento no son temibles. Criticándolos directa y abiertamente, conseguiremos que las masas obreras de todos los países civilizados, educadas en el espíritu marxista, arrojen pronto de su seno a los secuaces de Scheidemann y Kautsky de todas las naciones, traidores al socialismo (estos tipos existen en todos los países).
El triunfo del comunismo es inevitable. La victoria será nuestra.
.10 de octubre de 1919.
Publicada en octubre de 1919 en el núm. 6 de la revista "La Internacional Comunista". Firmado: N Lenin.
T 39, págs. 212-223
Tomo entero de las obras escogidas donde se encuentra el discurso descargable pulsando aqui
Resto de obras descargable pulsando aqui .

.

No hay comentarios :