Andrea Cegna
La decisión del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) de quemar las armas, abandonar la lucha armada, disolver el partido y dispersar a sus cuadros y militantes en la sociedad civil para organizar una nueva etapa de la resistencia del pueblo kurdo es todo menos un gesto simbólico. ¿Será gloria? A los lectores y lectoras del futuro, como escribió Manzoni, la ardua sentencia.
Para entender mejor este proceso, entrevisté a Benedetta Argentieri, una gran amiga, además de periodista, directora y documentalista italiana. Conocí a Benedetta hace años, y desde entonces ha sido para mí una persona con quien compartir reflexiones y debates sobre política internacional.
Argentieri ha seguido de cerca lo que ocurre en Medio Oriente, con especial atención a la resistencia kurda y a la revolución del Rojava. Ha documentado sobre el terreno la experiencia de las combatientes de las Fuerzas de Defensa de las Mujeres (YPJ), dirigiendo documentales como I Am the Revolution y The Matchmaker. Su trabajo combina investigación periodística rigurosa con una narrativa visual intensa, desde una mirada independiente y comprometida.
Pronto estrenará un nuevo documental titulado Nueva Primavera – Nûbihar, donde una de las protagonistas es precisamente quien “guió” la ceremonia de quema de armas. El filme será financiado colectivamente a través de una campaña de crowdfunding en la plataforma Produzioni dal Basso.
•¿Qué significa para ti la decisión del PKK de quemar las armas?
Primero que nada, se trató de una acción simbólica. Y digo “del que ya no es PKK”, porque recordemos que el PKK se disolvió oficialmente en mayo de este año, 2025, tras el llamamiento de Abdullah Öcalan. La ceremonia de los días pasados fue un gesto simbólico que también busca ejercer presión sobre Turquía.
Mientras los y las guerrilleras han dado varios pasos en respuesta al llamado de paz que lanzó Öcalan el 27 de febrero —como el cese al fuego unilateral, que es el noveno en la historia de la guerrilla—, Turquía ha seguido con sus ataques, que incluso se han intensificado, volviéndose casi diarios en la zona montañosa.
Como dijo Bese Hozat, comandante y miembro ejecutivo del KCK (Confederación de los Pueblos de Kurdistán), este es un gesto importante, pero se necesita también una respuesta seria por parte de Turquía. Durante la ceremonia se anunció además la creación de una nueva comina (comuna) llamada “por la paz y la sociedad democrática”, en la que un grupo de guerrilleras y guerrilleros trabajará justamente en la construcción de un nuevo proceso de paz.
Creo que todos estos son pasos muy importantes para intentar poner fin a una guerra civil que lleva activa desde 1984.
•¿Cómo recibiste la noticia?
Todos estos pasos son señales claras que el PKK ha dado para hacer avanzar el proceso de paz. Cuando me contaron de la ceremonia, mi primera reacción fue querer ir. Pero lamentablemente todo sucedió muy rápido y no alcancé a llegar.
•Desde 2014 visitas las tierras liberadas del norte y este de Siria. ¿Te esperabas decisiones como estas?
Honestamente, ya el año pasado me di cuenta de que algo estaba pasando, mientras filmaba mi nueva película. Pero no me esperaba una respuesta tan rápida por parte del PKK al llamado de paz de Öcalan. Me sorprendió mucho, sobre todo conociendo bien las duras condiciones en las que viven los y las guerrilleras, que hayan logrado organizar en tan poco tiempo el 12° congreso de la historia del partido, el mismo que marca el fin del PKK.
De ese congreso nace el nuevo movimiento “por la paz y la sociedad democrática”. Justamente esa capacidad de renovarse es lo que ha permitido al PKK sobrevivir durante décadas, a pesar de un mundo que cambia radicalmente a su alrededor. La flexibilidad, la capacidad de leer el contexto y transformarse, me parece una de las claves más importantes de esta organización.
•Has rodado un nuevo documental. ¿Cuándo se estrenará? ¿Cómo lo estás financiando?
El documental se llama Nûbihar, que en kurdo significa “nueva primavera”. Esperamos poder estrenarlo en 2026, sobre todo a la luz de todos los últimos acontecimientos.
Estamos buscando varios tipos de financiamiento, pero nos dimos cuenta de que los tiempos de los fondos públicos y del cine en general no van de la mano con la urgencia que sentimos. Siempre hemos defendido nuestra independencia, también a nivel editorial, y es por eso que decidimos lanzar una campaña de crowdfunding para financiar la edición de la película. El objetivo es recaudar 25 mil euros, que servirán principalmente para el montaje, y así poder terminarla para 2026.
•¿Quién es Tekosin Ozan, una de las dos protagonistas del documental y quien además participó en la ceremonia de quema de armas?
Tekosin Ozan es la protagonista de nuestra película. Es una mujer originaria del sur de Turquía, o del Kurdistán del norte (Bakur), que se unió al movimiento en 1992. Lleva casi 33 años de lucha ininterrumpida.
Tekosin tiene una experiencia enorme, no solo en lo militar, sino sobre todo en lo político e ideológico. Por eso decidimos centrar el documental en ella. Entre sus responsabilidades está la de recibir y acompañar a las jóvenes mujeres que se integran al movimiento, ayudándolas a afrontar un cambio de vida tan profundo.
Estuve con ella durante varios meses en 2024 —en primavera, y luego entre otoño e invierno—. En ese tiempo, era responsable del área cultural en todo el Kurdistán. Dentro de esa estructura existen subestructuras como Awazên Ciwanên Azad (Au Azecia), una orquesta en las montañas que compone los cantos de la resistencia, y también la sección de cine.
Tekosin es una mujer muy orgullosa de su recorrido y tiene una esperanza enorme en el futuro. Por eso también forma parte de la nueva comina por la paz y la sociedad democrática, cuyo objetivo no es solo la paz y la democratización de Turquía, sino también la liberación de Abdullah Öcalan.
Pasó mucho tiempo con él, y en la película hablamos de eso también. Estaba a su lado cuando Öcalan salió de Siria, comenzando el largo viaje por Europa que terminó con su captura entre 1998 y 1999. Fue detenido en Kenia, después de ser rechazado por varios países europeos, incluida Italia. Luego fue secuestrado por miembros del MIT, los servicios secretos turcos.
Fue un momento muy emocionante cuando Tekosin recordó su última noche con él. Estaban muy preocupados. Öcalan, medio en broma, dijo: “No se preocupen, hoy no nos bombardean, pero pronto tendremos que dejar este lugar”.
Me impactó mucho verla bajar por las escaleras durante la ceremonia para quemar las armas. Fue un gesto muy potente, para ella y también para nuestra película.
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