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lunes, diciembre 28, 2009

China:la emergencia de la clase obrera industrial y crisis internas

Iniciativa Comunista

Antes de la aparición crisis, y coincidiendo con los Juegos Olímpicos, la República Popular China sufrió una campaña mediática de acoso y sabotaje en el Tibet. El Dalai Lama siempre ha sido un baluarte de la CIA y ha estado financiado por los sectores más reaccionarios del mundo occidental. Nuestro rechazo al Dalai Lama no sólo se basa en razones históricas porque el Tibet sea China desde antes de que existieran las naciones europeas, sino que rechazamos su antiguo régimen porque manejaba a su antojo su feudo, siendo la esclavitud, el analfabetismo y el hambre, el pan de cada día.

Los países emergentes también se están viendo afectados por la crisis pero pueden afrontar otros mecanismos para combatirla. Brasil parece que apuesta por la energía, mientras que China está intentando pasar de una producción centrada en las exportaciones a otra que tenga como base la inversión en infraestructuras. También quiere impulsar el consumo a través de las ayudas directas a los más desfavorecidos. De todos modos, sus efectos también se están dejando sentir con millones de trabajadores volviendo al campo al cerrarse las fábricas en las ciudades.

China sigue creciendo a ritmos altos pero no suficiente para mantener el empleo. La República Popular afronta esta crisis con debilidades como su modelo exportador y la atávica bolsa de pobreza en el campo, pero también con potencialidades como su base industrial o su excedente de divisas que pueden utilizarse para políticas de gasto público. Esta crisis también tendrá un impacto en la correlación de fuerzas interna del Partido Comunista Chino, sin duda, es un escenario de emergencia de sectores de izquierda frente a los liberales que han ido ganando apoyos en las última década. Sin embargo, es la propia clase obrera industrial china quien debiera marcar el rumbo del país frente al interclasismo imperante en el Partido y liderar una nueva revolución socialista.

Recientemente ha habido un levantamiento de uigures en la región de Xinjiang. Este levantamiento aunque a ojos de la CIA se presenta con la misma funcionalidad que el independentismo feudal tibetano, presenta diferencias. China arrastra errores graves en su política exterior en relación al islamismo. Su herencia antisoviética llevó a China a apuntalar la caída del gobierno nacional popular de Afganistán beneficiando objetivamente a los talibanes y a un sector islamista reaccionario (Al Qaeda) que, en algunas coyunturas, ha sido subvencionado por la CIA para aislar a la izquierda revolucionaria árabe (Palestina, Egipto,...) así como para atacar a la antigua URSS y a China. Distinto es el antiimperialismo islámico de Hámas y Hezbolá -e incluso del teocrático Irán-.







La colaboración con el gobierno Bush en su guerra contra el "terror" ya supuso el remate para ganarse la animadversión de las masas musulmanas uigur, que vienen de una tradición revolucionaria cuando la II República de Turkestán Oriental se estableció con el apoyo de la URSS. Posteriormente esta II República, que ocupó la parte norte de Xinjiang, se integró pacífica y amistosamente con la nueva China Popular en 1949 tras varios movimientos de alianzas de los uigures entre los soviéticos, los del kuomintang y los comunistas chinos.

Varios aspectos de la política exterior china presentan signos reaccionarios, pero vistos conjuntamente, ésta supone un contrapeso al imperialismo norteamericano, no tanto por lo que "chocan", sino porque China apoya el empoderamiento del bloque regional bolivariano y otras potencias y países que disputan intereses directos con EEUU.

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