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domingo, julio 28, 2019

¿Hay una NEP en Venezuela?





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WLADIMIR ABREU. Especial para TP
Profesor de Historia

Algunos voceros del gobierno venezolano –en esa manera posmoderna de enfocar la política y las ciencias según la cual cualquier cosa vale como argumento–, han equiparado el plan de «recuperación y prosperidad económica» anunciado por el presidente Nicolás Maduro, en agosto pasado, con la Nueva Política Económica (NEP) de la Rusia soviética.
La NEP, introducida a partir de 1921, fue el primer intento de organización económica del naciente Estado soviético, el primer esfuerzo sistemático por organizar las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción.
Luego del período conocido como «comunismo de guerra», que había consistido simplemente en la incautación de la propiedad burguesa y la requisa de productos agrícolas a los campesinos, con el propósito de atender las necesidades de emergencia impuestas por la guerra civil y derrotar a los ejércitos contrarrevolucionarios, resultaba imperativo un proceso de reorganización que sentara las bases para el desarrollo de las fuerzas productivas y el inicio del crecimiento económico sostenido.
Para la década de 1920, Rusia era un Estado relativamente empobrecido, que había pasado en un período brevísimo por la primera guerra mundial, las revoluciones de febrero y de octubre, la guerra civil y el aislamiento económico, político y militar impuesto desde el occidente europeo. Todo esto había sumido en el caos al ya de por sí débil capitalismo ruso, incipiente y atrasado, de base principalmente agraria, deprimido por los estragos de las guerras y el envío de millones de campesinos al frente.

Planificación seria
Con la victoria en la guerra civil ya a la vista, el 10º Congreso del Partido Comunista (bolchevique) de Rusia, en marzo de 1921, decidió reemplazar las requisas de cereales por la creación de un impuesto en especie, a la vez que estableció mecanismos para permitir las inversiones y negociaciones con capitalistas locales o foráneos, en diversas áreas que significasen el desarrollo de fuerzas productivas materiales, incluso con cláusulas ampliamente beneficiosas para los capitalistas.
Aunque cubrió algunos asuntos industriales, la NEP fue fundamentalmente una política agraria. En Rusia, la vasta mayoría de la población era rural; el objetivo principal de esta política era revitalizar y dar oxígeno a una gigantesca población campesina agotada por siglos de opresión semifeudal y por dos décadas de conmociones políticas.
Lenin y los bolcheviques, una vez que se disiparon las posibilidades de la revolución alemana y una oleada revolucionaria mundial, comprendieron que era obligatorio orientarse hacia un desarrollo económico propio, aunque esto significara emprender retiradas tácticas; tales retrocesos consistieron en permitir las relaciones burguesas en el agro ruso y la participación de capitales privados, incluso extranjeros, en áreas industriales. Debido al bloqueo capitalista internacional, esta política no alcanzó mucho éxito en lo relativo a las inversiones extranjeras; no obstante, sí logró sus objetivos en cuanto a las actividades agrícolas.
Ahora bien, la NEP nunca implicó la renuncia al papel dirigente de la clase obrera y el Partido Comunista de la conducción económica. De hecho, previamente al lanzamiento de la NEP, en febrero se creó el GOSPLAN (Comité Estatal de Planificación Económica), con funciones de regulación, organización y coordinación suprema que abarcaban e incluían tanto las actividades emprendidas bajo la NEP como las de las restantes áreas de la economía soviética.
Aunque el primer plan quinquenal sólo se inició en 1928, poniendo fin a la NEP, el Estado soviético desde sus inicios siempre aspiró a construir una visión conjunta y sistemática de su desarrollo nacional, sobre la base de análisis científicos, técnicamente pormenorizados y profundamente estudiados.
Un ejemplo de ello fue la GOELRO (Comisión Estatal para la Electrificación de Rusia), la cual existía desde 1920, y cuyas funciones excedían con mucho el área puramente eléctrica: dirigía y organizaba todo el tejido de producción, distribución y utilización de energía, desde la construcción de la represa hidroeléctrica del Donbass hasta la creación de una infraestructura industrial asociada, con profundo impacto en la producción de acero, carbón y petróleo, entre otros.

Incomparables
Mientras tanto, en la Venezuela de 2018, ¿en qué consiste el supuesto plan de recuperación económica, más allá de eliminar ceros en el cono monetario, crear una «moneda por internet» y reprivatizar empresas quebradas por manejos ineficientes y dolosos?
La Rusia soviética, víctima de hiperinflación como resultado de la monetización del déficit fiscal causado por una verdadera guerra y el simultáneo desplome de la productividad nacional, hizo tres reconversiones monetarias, eliminando diez ceros al cono monetario entre 1922 y 1924; pero al mismo tiempo introdujo reformas estructurales profundas que sanearon las finanzas estatales y reactivaron el tejido productivo de la nación, resolviendo de manera definitiva y permanente el problema inflacionario.
Venezuela, por su parte, ya lleva dos reconversiones monetarias y avanza a paso acelerado hacia la tercera, sin que se haga intento alguno por controlar el déficit fiscal o desacelerar el crecimiento de la liquidez monetaria. No se vislumbra en el horizonte venezolano la solución a la crisis hiperinflacionaria.
Pese a las insistentes críticas y propuestas del PCV y otras fuerzas políticas y sociales, la economía venezolana continúa a la deriva, sin planificación seria y razonada, sin mecanismos eficaces para el estímulo del desarrollo productivo, y desde luego sin el control decisivo del proceso económico por la clase obrera y sus organizaciones.
¿Se puede afirmar seriamente que algo de lo que se está haciendo aquí guarda relación alguna con lo que se hizo en la Rusia soviética de 1921? Algunos dirán que la «revolución bolivariana» no copia ni imita modelos ajenos, lo cual es un argumento válido. Pero establecer la dirección científica y técnica del desarrollo económico no es imitar modelos, ¡es un deber!

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