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viernes, noviembre 11, 2022

Los marxistas-leninistas del PCE y la lucha por la Reconstitución del Partido Comunista.



Abr 1, 2022 | ANÁLISISReconstitución del PC


Los marxistas-leninistas del PCE y la lucha por la Reconstitución del Partido Comunista.


Pepe Sánchez


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0.- Introducción.

Mi primera intención con este trabajo era hacer una pequeña reseña de opinión sobre las posibilidades que podría dar la creación de una plataforma marxista-leninista para el próximo congreso del PCE. Pretendía que fuese una cosa sencilla, basada en los comunicados para formar esta plataforma, además de algunas tareas que veía necesarias para ayudar en el avance hacia la reconstitución del Partido Comunista.



Leyendo diversos llamamientos y otras opiniones encontradas, me preguntaba ¿por qué se apela tanto al cumplimiento de los estatutos del PCE?, ¿por qué, en algunos casos, se plantean unos objetivos políticos determinados como la política revolucionaria? Acudí para responder a estas preguntas a los Estatutos y las Tesis del XX Congreso del PCE. Entonces, la primera intención se fue complicando. Para dar mi posición, tenía que ampliar los contenidos de la explicación.

Viendo la historia del movimiento comunista en España, también nuestra propia trayectoria, toda la experiencia acumulada de la clase obrera y de los comunistas, estudiando el marxismo-leninismo, apelando a él, queriendo llevar el socialismo al movimiento obrero, teniendo las cosas claras en apariencia, etc., me parece que los leninistas llevamos decenas de años haciendo el trabajo de Sísifo: llevando a cuestas nuestra ideología pero, cerca de la cima, se nos cae rodando, y, en el mejor de los casos, nos quedan en las manos retazos que utilizamos como defensa o justificación. Al final no tenemos más remedio que retornar al punto de partida para volver a subir la montaña, pero ya no volvemos todos. Parece una condena de la época clásica de los mitos.

Cuando ya estaba en marcha con este trabajo, surgieron más preguntas: qué propuestas políticas llevar a las masas y qué línea de masas tenemos que afrontar los comunistas en la actualidad dado el nivel de conciencia precario de las masas en los países más desarrollados. Esto tenía mucho que ver con los últimos grandes avances electorales del PTB y del Partido Comunista de Austria. Me parecen de tal importancia estas cuestiones que requerirán de un amplio debate de cara a la reconstitución del Partido Comunista. Por esta razón, me vi con la obligación de revisar algunas cosas de este trabajo para intentar aclararme a mí mismo, aunque fuese sólo de manera parcial.

Probablemente me equivoque, pero al fin y al cabo las preguntas de este debate podrían ser: ¿tiene razón de ser un partido bolchevique en la actualidad?, ¿qué tipo de partido comunista se necesita en la actualidad? o ¿qué relación tienen que tener hoy los comunistas con la lucha de clases?

Tenemos que hacer un esfuerzo en aclarar estas cuestiones, porque los comunistas españoles todavía tenemos muchas dificultades para ligar la teoría con la práctica. Incluso, dentro del propio proceso de conocimiento de la realidad, cuando estudiamos el marxismo-leninismo, sabemos afrontar el paso del conocimiento sensorial, intuitivo, al conocimiento abstracto (pasar de lo concreto a lo abstracto). En cambio, cuando queremos elevar el conocimiento de lo abstracto (conocimiento unilateral, por partes,…) a lo concreto (el reflejo de la realidad con las interconexiones objetivas de sus partes, el conocimiento multilateral y desarrollado), ahí tenemos muchas dificultades. Esto es un gran problema, porque, por ejemplo, si dispersamos la interconexión de las contradicciones de la realidad social, las conclusiones prácticas de las mismas se divorciarán de las necesidades prácticas de nuestro movimiento. O sea, tanto el análisis teórico, como la práctica de masas podemos llegar a verlas por partes, unilateralmente, canalizando las interconexiones en muchos momentos sólo como una necesidad ética, no como parte de la realidad objetiva, como una necesidad objetiva, como parte de la intervención política de los comunistas en la lucha de clases.

No es tan fácil recuperar el marxismo-leninismo, hacer una política marxista-leninista. Así nos encontramos a comunistas que, con toda su buena voluntad, entienden el marxismo-leninismo por partes, como Jack el Destripador, tirando al contenedor de reciclado las partes que no les interesan o que no entienden. Tanto reformistas como izquierdistas, que se reclaman del marxismo-leninismo, hacen eso. Nosotros mismos tenemos dificultades con ello, aunque hay que reconocer que el estudio del marxismo-leninismo nos ha dado cierta facultad de crítica y autocrítica, imprescindibles para la reconstitución partidaria.

La mayor dificultad es cuando los comunistas afrontamos la unión del socialismo con el movimiento obrero, pues es mucho más fácil ver lo “útil” en una táctica-proceso (dejarse imbuir en oportunidades y acontecimientos que requieren ponerse al nivel de las masas menos conscientes), que en la táctica-plan leninista. Eso es un peligro, pues poner en un primer plano la utilidad práctica inmediata nos lleva directamente al pragmatismo. Nos causa inquietud cómo ligar el socialismo con el movimiento obrero sin acabar siendo como el Holandés Errante, condenado a vagar por los mares sin tocar puerto. Tal vez no esté bien decirlo, pero posiblemente Unión Proletaria sea de las pocas organizaciones en España que pueda analizar actualmente las soluciones teórico-políticas para la reconstitución del Partido Comunista, mediante el estudio, la crítica, la discusión y la práctica. Otra cuestión es saber convencer para construir ese Partido Comunista.

Perdonad por las imágenes literarias utilizadas en esta introducción, no se repetirá en el resto del texto. También por las citas, no sé si por defecto o por exceso, aunque he intentado utilizar las menos posibles, solamente las que dicen más de lo que yo sé expresar. Por último, perdonad por utilizar en algunos momentos conceptos del materialismo-dialéctico, lo vi tan necesario que no pude evitarlo. De cualquier manera, todo lo que expongo aquí lo he hecho para, en primer lugar, intentar aclararme conmigo mismo, y, en segundo lugar, para participar en una discusión que tiene que ser mucho más amplia y con más argumentos de los que yo expongo.

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1.- La historia del PCE. Superación.

Si hablamos de la necesidad de ‘reconstituir’ el Partido Comunista en España es porque consideramos que fue constituido en su día, que en su día se fundó y que conservó su ‘ser’ como organización comunista, con fundamentos y objetivos comunistas, durante largo tiempo, pero que en la actualidad no existe como tal. Es importante entenderlo; entender la necesidad y urgencia de reconstituir el Partido Comunista, de unir el socialismo científico con el movimiento obrero para organizar la revolución socialista en España. Por eso, voy a atreverme a considerar en este capítulo una tesis política relacionada con la lucha que se avecina dentro del PCE y la necesidad de lucha ideológica y política que tenemos que afrontar desde Unión Proletaria. Con esta tesis me adelantaré a alguna conclusión que más adelante expondré sobre el trabajo político práctico.

Marx y Engels fundaron el primer Partido Comunista, como partido político de la clase obrera, cuya función era educar y organizar a la clase para cumplir su misión histórica de la toma del poder y hacer efectiva la revolución comunista. Éste se fue desarrollando en el plano internacional, con secciones nacionales, tanto teórica como prácticamente, en la lucha de líneas ideológica y política, sobre la base de la realidad material. En este proceso se forman los partidos socialistas nacionales de masas que mantienen unos objetivos revolucionarios. Aunque se van desarrollando internamente contradicciones entre la vía revolucionaria y la vía reformista influenciada por la ideología burguesa y pequeño burguesa. Estas contradicciones estallan en la I Guerra Mundial, con la política socialpatriota, cuando se produce en los partidos una ruptura con el marxismo revolucionario (la influencia del desarrollo imperialista del capitalismo fue esencial). Esta primera ruptura conduce a una segunda negación de recuperación del marxismo (con un peso fundamental en la Revolución Soviética, o sea, la práctica como criterio de la verdad) con la constitución de la Internacional Comunista y sus secciones nacionales, los Partidos Comunistas. Este proceso significó volver al Partido de Marx y Engels de una manera más elevada (su reconstitución), un salto cualitativo como necesidad objetiva del desarrollo de la lucha de clases.

Durante mucho tiempo estuvieron conviviendo en el mismo partido, revolucionarios y revisionistas de todo tipo. A pesar de la lucha de líneas dentro de los mismos, no se veía la necesidad de ruptura, incluso se canalizaba su convivencia como necesaria, compatible o un mal menor para no provocar escisiones dentro del movimiento obrero. En algunos casos se dividían por cuotas de poder: los revolucionarios pegados a la lucha concreta del movimiento obrero y los reformistas en el parlamento. Hasta la Revolución Soviética no se impulsó de manera veraz y efectiva la constitución de partidos comunistas independientes, que conllevó la influencia leninista dentro del movimiento revolucionario internacional y, con ella, la elevación de la conciencia de los mismos revolucionarios de todo el mundo. En definitiva, se consiguió independizar políticamente a la clase obrera, pues toda lucha de clases es una lucha política, y la clase obrera necesita un partido político revolucionario propio para conseguir sus intereses de clase. Antes de que los hechos objetivos impulsasen la creación de Partidos Comunistas (la necesidad objetiva ya existía, pero la conciencia de la mayoría de marxistas revolucionarios todavía no había llegado a ese nivel), solamente Lenin (y los bolcheviques bajo su influencia teórica) promulgaba la independencia política del partido de los marxistas revolucionarios en relación a influencias burguesas y pequeño burguesas. Y, de hecho, el Partido Bolchevique siempre se mantuvo como organización independiente. Incluso fue así en los períodos de unidad con los mencheviques (funcionando como partido-fracción), previos a la ruptura definitiva en 1912 (conversión en Partido). Para este objetivo, Lenin se bregó con el populismo pequeño burgués, con el economismo espontaneísta, con el revisionismo y el reformismo, con el idealismo y el agnosticismo, con el economismo imperialista, con el ‘izquierdismo’,… Con la lucha ideológica marxista, expresada en la lucha política por el programa, los objetivos revolucionarios y la línea de masas; con la lucha convencida por el mantenimiento de unos principios firmes y una táctica flexible, puso en pie un partido cuyo objetivo era educar y organizar a las masas para la revolución socialista. Gracias a esta labor de llevar el socialismo a las masas, principalmente al movimiento obrero, el objetivo se consiguió: el Partido Bolchevique dirigió a las masas en la revolución socialista proletaria.

Dentro del proceso internacional de toma de conciencia de la necesidad de Partidos Comunistas revolucionarios, con firmes convicciones marxistas (con la teoría revolucionaria al frente, que en ese momento, aunque aún no se mencionase de esa manera, ya era marxista-leninista), se constituyó en España el Partido Comunista en abril de 1920, bajo la denominación de Partido Comunista Español, adherido a la Tercera Internacional. Podemos marcar aquí el primer paso del hecho concreto de la constitución (tras un proceso previo de lucha de líneas dentro del PSOE), pues sus componentes, la mayoría de las Juventudes Socialistas, fueron quienes primero tomaron conciencia de la necesidad de ruptura con el partido revisionista, de formar un partido revolucionario independiente, de reconocer la dictadura del proletariado como objetivo y manifestando que “la lucha política, en todos sus aspectos, es de innegable ventaja a condición de que se use como procedimiento auxiliar de la finalidad revolucionaria” (“Al proletariado español”, manifiesto de creación del Partido Comunista Español, publicado en ‘Renovación’ el 15 de abril de 1920). Nació como un partido que aún no conocía su propia enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ (rechazo a cualquier programa mínimo, al trabajo en el parlamento y a los sindicatos reaccionarios), que fue desenmascarada por Lenin y ratificada su crítica a nivel internacional en julio de 1920, en el II Congreso de la IC.

Pero aún quedaban dentro del PSOE muchos socialistas que propugnaban la adhesión a la IC, aunque algunos de sus dirigentes mantenían veleidades centristas. Después de su lucha por ganar el Congreso del PSOE, donde agruparon fuerzas, se produjo un nuevo momento de ruptura, que se tradujo en la creación en abril de 1921 del Partido Comunista Obrero Español. Si los jóvenes socialistas que fundaron el Partido Comunista Español, tenían más influencia en ciertos círculos estudiantiles de intelectualidad en formación y menos en sectores de la juventud obrera, los fundadores del PCOE tenían más influencia en el movimiento obrero, pues había muchos dirigentes sindicales, y poca en otras capas sociales.

En el III Congreso de la IC, celebrado en junio de 1921, se resuelve como tarea fundamental de los comunistas el “agrupamiento de todas las fuerzas comunistas dispersas, la formación en cada país de un Partido Comunista único […] a fin de activar el trabajo de preparación del proletariado para la conquista del poder bajo la forma de dictadura del proletariado” (“Las tareas fundamentales de la Internacional Comunista”). Es el mismo Congreso que, en un momento estratégico defensivo, aprueba una amplia resolución sobre cómo organizarse dentro del partido y la línea de masas de los comunistas con el objeto de organizarlas para la revolución; el mismo Congreso que postula el Frente Único. Bajo la influencia de la Internacional se lleva a cabo en España la unidad de los comunistas y se da el segundo paso en la constitución: la fundación del PCE, en noviembre de 1921, con unas tesis y un programa ajustados a las exigencias comunistas en la España de ese período.

No pretendo hacer un relato de la historia del PCE, pero sí quería señalar algunos aspectos del nacimiento del PCE, porque engloba unos elementos probados por la historia que creo que son importantes para la actualidad: 1. Un partido comunista marxista-leninista independiente que rompa con todo tipo de oportunismo para tener como centro la lucha por la revolución socialista; 2. Exigencia de entrar en un proceso de constitución partidaria (actualmente reconstitución); y, 3. Tarea fundamental de los comunistas de unirse en un solo partido (lo que llamamos unidad de los comunistas). Todavía no dejo este camino de la historia del PCE, pues necesito argumentar un fenómeno que debe producirse, demostrado ya por la historia. Solamente me voy a detener en exponer las que considero que son las tres fases esenciales en la historia del PCE en líneas generales, sin entrar en particularidades, ni en las contradicciones que se van produciendo en los procesos, que tendrán que estudiarse en otro momento, al igual que causas, aciertos errores, etc. (la negación de la negación es “la ley única de la evolución” que no entra en los “detalles de cada proceso en particular”- Engels: “Anti-Dürhing”). La idea es definir una tarea esencial de hoy.

1ª fase.- CONSTITUCIÓN Y DESARROLLO DENTRO DEL MARXISMO-LENINISMO.- A partir de la constitución del PCE (1920-1921), ruptura con el revisionismo, trabajo ilegal, lucha contra el ‘izquierdismo’, construcción de una política revolucionaria para España (a partir de José Díaz), frente popular como política de alianzas y como táctica de ganarse a las masas, guerra civil y defensa de la república democrática frente al fascismo como paso previo a la revolución socialista, exilio, guerrilla, recomposición del trabajo de masas en el interior (trabajo dentro de los sindicatos fascistas), etc. Todo este proceso está dentro de lo que podríamos definir como afirmación del Partido Comunista y reafirmación de la constitución como salto cualitativo revolucionario.

2ª fase.– RUPTURA CON EL MARXISMO-LENINISMO.- Comienza con el triunfo dentro del PCE de la política de reconciliación nacional (1956, en concordancia con el XX Congreso del PCUS), cambio de programa, vía democrática, eurocomunismo, traición democrática, renuncia efectiva a la dictadura del proletariado y al leninismo, espontaneísmo, vía parlamentaria, aceptación de la democracia burguesa, reforma del sistema, etc. Todavía en la actualidad el PCE está en esta fase. Este proceso representa en líneas generales la negación del Partido Comunista (negación del PCE), lo que demuestra un salto involutivo, reaccionario.

3ª fase.- RECONSTITUCIÓN MARXISTA-LENINISTA DEL PARTIDO COMUNISTA.- Tiene sus inicios en la respuesta marxista-leninista desde dentro del PCE a las políticas revisionistas, con las rupturas que empiezan en los años 60 del siglo pasado, creando nuevos partidos en lucha contra el revisionismo adoptando marcas maoístas, hoxhistas o prosoviéticas, sin conseguir reconstituir el Partido Comunista. Es un proceso aún de actualidad que debe hacerse efectivo como tarea fundamental de los comunistas marxista-leninistas en nuestro país. La reconstitución representa llevar a cabo una nueva negación del PCE para superarlo, volviendo a la primera ruptura pero de una forma más elevada, cualitativamente superior pues se nutre de todo el bagaje histórico, y dentro del movimiento comunista como un nuevo salto cualitativo revolucionario.

¿Cuál es entonces la tesis que sostengo después de estas argumentaciones? Pues es la siguiente: Dadas las necesidades de la reconstitución marxista-leninista del Partido Comunista, y teniendo en cuenta la demostración histórica, es una exigencia para los marxista-leninistas en la actualidad realizar la ruptura con el revisionismo y dar la batalla político-ideológica de una forma organizada en el seno de las diferentes organizaciones comunistas con el objetivo de reconstituir el Partido Comunista. Esta tesis no es exclusiva para los marxistas-leninistas que militan en el PCE, puede hacerse extensiva a otros partidos oportunistas porque no tenemos que ver la historia del PCE como la historia de unas siglas, sino como la historia, el presente y el futuro del movimiento comunista en su conjunto en España.

Después explicaré cómo veo yo el trabajo a realizar de cara a este proceso dentro del PCE. Ahora me detendré un momento en la reconstitución del Partido Comunista.

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2.- La Reconstitución bolchevique del Partido Comunista en España.

Insisto que cuando me refiero a la necesidad de superar al PCE, estoy manifestando que la tarea más urgente del momento para los comunistas, que a la vez es imprescindible para el movimiento obrero y para la lucha de clases, es la reconstitución del Partido Comunista en España sobre la base de la teoría revolucionaria del marxismo-leninismo. Para llegar a este objetivo, para que no quede en una frase vacía, tenemos que estar convencidos de su necesidad, tener conciencia de ella. Sólo con una organización propia, empezando con desarrollar el proceso de su construcción, o sea, con un plan para conseguirlo, podremos tener ’libertad’, en este caso entendida como independencia política, que sería el fundamento de la independencia política del proletariado para poder luchar por sus intereses de clase. Engels parafraseaba a Hegel cuando decía que la libertad consiste en tener conciencia de la necesidad, pero, añadía, que sin esa conciencia seguiremos siendo esclavos de las relaciones sociales, y agregaba: “La libertad no consiste en el ensueño de una acción independiente de las leyes de la naturaleza [también son las leyes de la sociedad], sino en el conocimiento de dichas leyes y en la posibilidad, así dada, de hacerlas actuar según un plan para determinados fines” (Engels: “Anti-Dühring”).

Cualquiera podrá decirme para qué replantear el tema de la reconstitución del partido si ya hay unos cuantos partidos comunistas que se reclaman del marxismo-leninismo, ¿no será mejor agruparse en alguno de ellos? Ciertamente, en España actualmente hay unos cuantos partidos de ese tipo, incluido el PCE. Pero no basta con proclamarse una u otra cosa, sino que hay que plasmarlo en la línea política y en la línea de masas para conseguir los objetivos políticos revolucionarios. Podemos mirar nuestra propia historia, la de Unión Proletaria. Desde el principio comprendimos la necesidad de reconstituir el Partido Comunista, a través de la lucha de líneas frente al revisionismo, pero caímos en el teoricismo idealista y en el sectarismo; luchamos contra el teoricismo comprendiendo una línea más certera de unión de la teoría y la práctica, pero por momentos nos ahogaba el trabajo de masas, sin haber resuelto todavía qué llevarle, qué decirle a las masas; comprendimos la necesidad de la unidad comunista para gestar el partido y tuvimos que enfrentarnos al economismo y el espontaneísmo izquierdista y derechista; incluso hicimos dos intentos de unidad que fracasaron y en ese tránsito perdimos parte de nuestra independencia política; … Hoy, a través de la formación marxista-leninista, su aplicación en la línea política, la lucha de líneas y la experiencia (aunque escasa) en la práctica de masas, podemos tener una idea mucho más clara de lo que significa la reconstitución partidaria, aunque aún nos queda más recorrido de aprendizaje y de crítica que nos aporte suficiente conciencia para organizar un plan adecuado.

Nos hemos encontrado en nuestro bagaje con partidos definidos como marxistas-leninistas que no quieren saber nada de un programa mínimo (la forma de ligar al movimiento espontáneo con el Partido) y, otros, que, aunque lo proclamen, no quieren saber nada del programa máximo (del socialismo). Aunque prácticamente todos coinciden en un punto: seguir la espontaneidad de las masas. Los izquierdistas (que todo lo ven como ofensiva, incluso en los momentos de recesión del movimiento) tienen razón cuando dicen que hay que romper con el revisionismo y señalarle a las masas la revolución socialista como objetivo fundamental, pero después se separan de las masas o se pierden imbuidos dentro de la lucha económica (la contradicción capital-trabajo). Los derechistas (que todo lo ven a la defensiva, limitando y frenando los avances del movimiento) tienen razón cuando plantean que hay que estar con las masas luchando cotidianamente por sus necesidades vitales, pero dejan de lado ligar esa lucha con la revolución socialista y la separan de la lucha política, convirtiendo ésta solamente en elecciones y parlamentarismo.

Entonces, ¿qué debemos hacer ante esta situación para superarla? Los partidos comunistas existentes deben ser parte de la reconstitución partidaria y afrontar la discusión política abierta. Y los marxistas-leninistas más conscientes que pertenezcan a esas organizaciones tienen el deber de organizarse, afrontar la lucha de líneas y sumarse a la reconstitución. Porque el Partido solamente puede construirse en lucha contra el revisionismo de derecha y contra toda forma de izquierdismo.

También alguien podrá decirme: ¿por qué va a ser tan urgente la unidad comunista y la reconstitución partidaria si estamos desde hace muchos años en retroceso del movimiento comunista, en recesión del movimiento obrero y popular y el nivel de conciencia de la clase obrera es ínfimo? Esta pregunta tiene razón en el diagnóstico, pero se equivoca en la conclusión (cuando dice que no hay urgencia). Fijémonos como plantea Lenin con toda la razón del mundo las consecuencias de la falta de un partido revolucionario de la clase obrera: “Al sostener exclusivamente la lucha económica, la clase obrera pierde su independencia política, se convierte en un apéndice de otros partidos y traiciona su gran precepto: ‘la emancipación de la clase obrera debe ser obra de la clase obrera misma’” (“¿Qué hacer?”). Esto hace recordar la situación actual, donde la clase obrera es un “apéndice” de la pequeña burguesía y de las capas intermedias, donde los más conscientes, de manera casi individual, adquieren como máximo una conciencia democrática a nivel de la pequeña burguesía. ¿Y todavía nos preguntamos si es o no es urgente un Partido revolucionario que salvaguarde la independencia política e ideológica? Precisamente si el nivel de conciencia de los intereses reales de la clase obrera es hoy tan bajo, es por la inexistencia de su Partido, ese cuya tarea por excelencia es “representar los intereses del movimiento en su conjunto, señalar a este movimiento su objetivo final, sus tareas políticas, y salvaguardar su independencia política e ideológica” (“¿Qué hacer?”). Por eso es indudable la urgencia de la reconstitución del Partido Comunista, por eso debe ser ésta la tarea prioritaria y más urgente de los comunistas marxista-leninistas. Cualquier tarea dentro de la lucha de clases que se quiera plantear sin la premisa de la existencia efectiva del Partido Comunista, entrará siempre dentro del marco burgués, estará regida por la espontaneidad de las masas y será inocua de cara a la lucha de clases revolucionaria. En el II Congreso de la IC se advertía contra aquellos que apelaban a la necesidad de “comprender los deseos de las masas”, a aceptar la “voluntad de las masas”, a observar el “estado de ánimo” de las masas o a tener en cuenta que “la clase obrera en su conjunto no se encontraba aún en condiciones de comprender la necesidad de la lucha política”. Ante ello sentenciaba: “La tarea del comunismo no consiste en adaptarse a esos elementos atrasados de la clase obrera, sino en elevar a toda la clase obrera al nivel de la vanguardia comunista. […] el partido está destinado a marchar a la cabeza de las masas y a mostrarles el camino” (“Resolución sobre el papel del Partido Comunista en la Revolución Proletaria”).

En efecto, la lucha contra el espontaneísmo es una de las tareas esenciales del Partido. Pero para esa lucha tiene que existir Partido. Lenin lo definía como el instrumento revolucionario por excelencia porque es la unión del movimiento obrero con el socialismo. Y aquí debemos señalar que el aspecto principal de esta contradicción es el socialismo. El movimiento obrero ya existe sin el socialismo científico con sus organizaciones sindicales, asociaciones, etc., que luchan espontáneamente por intereses concretos; incluso puede ser representado políticamente por otros partidos para defender intereses de la clase obrera particulares y concretos. Para hacer estas tareas no hace falta Partido Comunista. Si el Partido Comunista tiene razón de ser, en todo momento y en toda ocasión, es “para llevar las ideas socialistas y la conciencia política a la masa del proletariado”, para eso tiene que estar “ligado indisolublemente con el movimiento obrero espontáneo” (“¿Qué hacer?”). Ligarse indisolublemente con el movimiento obrero espontáneo para convertirlo en movimiento obrero revolucionario a través de las ideas socialistas. No tiene sentido que los comunistas nos liguemos indisolublemente con el movimiento obrero espontáneo para que siga siendo movimiento obrero espontáneo. No dejará de serlo si no le llevamos las ideas socialistas o la “propaganda de la doctrina del socialismo científico” (Lenin: “Las tareas de los socialdemócratas rusos”). Otra cosa es debatir cómo afrontar la línea de masas de los comunistas en cada momento, la táctica, los planes, como ligar lo concreto o lo particular con lo general, cómo resolver contradicciones, las formas de agitación y propaganda, etc. Pero renunciar a hacer propaganda en el movimiento obrero de los objetivos socialistas revolucionarios, renunciar a educar y organizar a las masas para la revolución socialista porque se tiene más éxito ayudando a las masas en su lucha diaria espontánea, es, a la vez, renunciar, según mi opinión, al Partido Comunista y a la Revolución Socialista, pues divorcia al movimiento obrero del socialismo. En el plano político quedaremos presos del democratismo pequeño burgués. No deseo que se entiendan estas aseveraciones como un menosprecio al trabajo cotidiano que deben hacer los comunistas defendiendo los intereses vitales momentáneos del proletariado, pues es una tarea esencial, por eso precisamente la necesidad de ligarse ‘indisolublemente con el movimiento espontáneo’. Así es como podremos elevar la conciencia de las masas con las ‘ideas socialistas’, educándolas y organizándolas para la revolución socialista. Pero insisto, sin ‘ideas socialistas’ no hay ni conciencia revolucionaria ni revolución (sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario). Sin esa labor, podemos estar toda la vida esperando mejores tiempos.

Acabo este capítulo repitiendo lo que les planteamos en la carta al PCPE y al PCOE sobre la necesidad de la reconstitución del Partido Comunista, pues me parece importante para el contenido de este texto. Perdonad si en este ‘corta y pega’ se repiten algunas ideas ya expresadas con anterioridad.

Desde el comienzo de la actividad de Unión Proletaria, nuestro objetivo es la reconstitución del Partido Comunista en España. Pero no un partido obrero cualquiera, sino el que sea la unión del socialismo científico con el movimiento obrero, regido por la teoría y la práctica del marxismo-leninismo. No es una tarea fácil, sobre todo en este período aún de retroceso en el que nos encontramos desde la derrota del socialismo en los países del este europeo. Pero, aun no siendo sencillo, todos sabemos que es una necesidad histórica, pues sin ese partido el proletariado está desarmado, no actúa políticamente como clase y, menos aún, revolucionariamente.

Nosotros pensamos que los comunistas españoles, hoy tan dispersos en pequeños partidos o agrupaciones, tenemos casi entre las manos las premisas para dar los siguientes pasos para reconstituir el Partido Comunista:

tenemos la teoría marxista-leninista, que requiere el estudio más profundo posible;


tenemos nuestra historia, la del movimiento obrero y comunista, desde la construcción de los partidos de nuevo tipo, las tácticas y estrategias para ganarse a las masas, para tomar el poder, también las revoluciones y la construcción del socialismo, al igual que la lucha de clases en España, hasta tenemos de bagaje histórico nuestra derrota, de todo ello podemos y debemos aprender;


tenemos la posibilidad de construir un programa para la revolución socialista en España que sepa dar respuesta a los grandes retos de la clase obrera y las masas populares y, también, “a cada una de las cuestiones planteadas en el orden del día” (como decía Lenin), que marque una estrategia firme y una táctica flexible;


tenemos la cosmovisión materialista dialéctica, base fundamental del marxismo-leninismo, que define una nueva forma de pensar para analizar la sociedad y la práctica política, la estrategia y la táctica;


y tenemos a la minoría consciente y revolucionaria, todavía muy pequeña, los comunistas organizados, quienes deberemos dar un paso al frente para avanzar en la unidad comunista.


 

Con estas premisas podremos dar el primer salto importante para poder cumplir con nuestra obligación de llevar el marxismo-leninismo en la práctica a las masas, la ‘fusión’ con las masas como segundo requisito de la reconstitución del Partido Comunista”.

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3.- Llamamientos a la creación de una plataforma marxista-leninista para el XXI Congreso del PCE.

Como decíamos, el Partido Comunista en España no existe, pero, al ser un fenómeno que está en proceso de producción por estar dadas las condiciones objetivas para su realización, podríamos decir que en la actualidad el Partido es el movimiento hacia su reconstitución. Dentro aún no hay todavía masa obrera significativa, porque el socialismo científico no se relaciona con ella, salvo algunos partidos, fracciones de partidos o marxistas-leninistas sin organizar dentro y fuera de las organizaciones. Este movimiento en su mayoría es muy intuitivo, solamente la minoría avanza en él conscientemente. Tenemos que considerar también como componentes a los marxistas-leninistas que militan dentro de las filas del PCE.

Visto esto, voy a intentar comentar algunas impresiones sobre el anuncio de la creación de una plataforma marxista-leninista de cara al XXI Congreso del PCE. En principio, un anuncio así es siempre bienvenido y genera un hilo de esperanza en la posibilidad de agrupamiento de los marxistas-leninistas. Por desgracia no conozco suficientemente los movimientos internos dentro del PCE, pero las reflexiones las haré evidentemente de lo que conozco: varios comunicados, varios artículos, opiniones dispersas y las Tesis del XX Congreso del PCE. No sé si estaré equivocado, pero me temo que los marxistas-leninistas del PCE están dispersos, incluso individualizados, salvo excepciones localizadas, y sin ningún tipo de posicionamiento unificado, que apenas se agrupan para los congresos. No es de extrañar así que después del XX Congreso, con los intentos de expulsión y los incumplimientos de lo aprobado, algunos componentes de la anterior plataforma m-l abandonasen individualmente la militancia y, otros, se dedicasen desde entonces a gritar con rabia contra cualquier cuestión que hiciesen los dirigentes del PCE, muchas veces con razón, pero sacando conclusiones ultraizquierdistas y sectarias, en lugar de afanarse en descubrir las contradicciones, las antagónicas y las no antagónicas, sacar a la luz la contradicción principal de cada proceso y observar el aspecto principal y el secundario de cada una de ellas para poder canalizar una crítica comunista y propagar aspectos teóricos o acción política. De esta manera, en lugar de enrolarse en las filas de la dialéctica negativa, podrían propagar el marxismo-leninismo y ayudar al movimiento comunista, en general, y al interno del PCE, en particular.

 

El método.


Hay declaraciones que llaman a la confección de una candidatura para disputar o “hacer una profunda renovación” de la dirección del PCE, no renunciando así a que éste se dote de una dirección marxista-leninista. Para la confección de la candidatura señalan que hay un único “método” posible para confeccionarla ateniéndose al marxismo-leninismo, según esta opinión, el método de arriba hacia abajo es reformista carente del protagonismo de la militancia de base; que entre la forma y el fondo existe una relación dialéctica, entonces un procedimiento reformista en la elaboración de la candidatura la empuja hacia objetivos de la misma naturaleza; y que por el contrario, una candidatura que se precie de marxista-leninista debe fraguarse desde abajo hacia arriba. Creo que este planteamiento denota un poco confusión cuando señala que solamente hay un único ‘método’ de practicar el marxismo-leninismo. No, no sólo hay una forma de practicar el marxismo-leninismo, ni de organizar. Igual que pasa con la apariencia y la esencia, que la primera es la forma de manifestarse la segunda, podemos decir lo mismo de la forma y el fondo. Siendo el marxismo-leninismo tanto la esencia como el fondo, se expresará de formas diferentes según la realidad concreta. Con el método que plantea pasa lo mismo. Es más, expone una forma que se escapa del fondo. ¿Por qué digo esto? Por lo siguiente: 1, Se pretende hacer una candidatura marxista-leninista; 2, con un documento marxista-leninista; 3, las bases del PCE harán aportaciones para el documento, los marxistas-leninistas y los no marxistas-leninistas; 4, a partir de ahí los promotores de la plataforma harán el documento; 5, que será avalado por toda la militancia (los m-l y los no m-l); y, 6, después otra vez toda la militancia votará la candidatura de la plataforma m-l. ¿Por qué van a hacer los no marxistas-leninistas un documento marxista-leninista y votar una candidatura m-l? Creo que esto es un despropósito que se sale de la lucha m-l de cara al Congreso por un democratismo sin sentido. Igual que el centralismo democrático tiene que adaptarse a las circunstancias objetivas para poder preservar y desarrollar la organización comunista, los métodos particulares a utilizar (de abajo hacia arriba, de arriba hacia abajo, sin votación alguna, por acuerdo, etc.) tendremos también que adaptarlos a las necesidades de nuestro movimiento comunista. Lo más lógico, si se quiere organizar a los m-l y dar la batalla es no esperar a que los no m-l te ayuden a organizarte para dar la batalla contra ellos. Ya que he mencionado el centralismo democrático, solamente quiero decir que plantear que una elección de ‘arriba hacia abajo’ es reformista y una de ‘abajo hacia arriba’ es marxista-leninista, es igual que plantear el centralismo es reformista y la democracia marxista-leninista. Creo que es un error metafísico basado en la confusión. Creo que se debería ver el problema de otra manera, si hay empeño en el ‘arriba y abajo’ y en el ‘método’: considerar que los marxistas-leninistas son ‘los de arriba’, porque tienen la conciencia y un plan, y el resto, la masa de militantes menos conscientes, ‘los de abajo’, por tanto, la democracia para seleccionar a los candidatos tendría que quedar abolida para ‘los de abajo’.

Más interesante que la cuestión del método me parece que se plantee un objetivo para la candidatura: construir un polo de referencia comunista en la organización durante y después del XXI Congreso. Evidentemente no se puede hablar públicamente de organizarse dentro del PCE porque pueden encontrarse con medidas disciplinarias, pero el guiño que se hace a ello cuando habla de construir dentro de la organización un polo comunista ‘después’ del Congreso, me parece una propuesta de interés.

El programa.


Otra cuestión que resulta inquietante es el principal objetivo que se plantean para la formación de la Plataforma: la profunda renovación de la dirección “capaz de convertirlo en un partido marxista-leninista”. Y una cuestión muy importante: que sea respetuoso con los Estatutos y su programa congresual. Muchas opiniones expresadas durante estos años por marxista-leninistas del PCE, manifiestan la necesidad de defender los acuerdos programáticos del XX Congreso. Tengo que imaginarme que es porque, como se ha indicado muchas veces, el XX Congreso es el de la vuelta al marxismo-leninismo. En definitiva, la idea es defender el programa del XX Congreso, por ser un programa marxista-leninista. Y, en efecto, comparando las ideas esenciales que se pronuncian, coinciden con el programa del XX Congreso. Estas ideas esenciales son: frente a la UE, el euro y la OTAN; nacionalización de los sectores estratégicos; ruptura democrática, proceso constituyente, República Democrática.

En el XX Congreso se aprobaron estas y otras medidas programáticas, y los marxista-leninistas del PCE ven este programa como marxista-leninista. No dudo que sea mucho más avanzado que los de congresos anteriores, pero un programa político expresa la ideología en la política, condensa los fundamentos teóricos, los objetivos políticos y las reivindicaciones. Según Lenin, el programa debe traducir la teoría revolucionaria para la práctica revolucionaria: “Nuestro Programa ofrece una formulación precisa de nuestros objetivos socialistas, de la meta final del socialismo” (“La campaña electoral y la plataforma electoral”). También hablaba de la necesidad de “un programa que debe expresar nuestros conceptos fundamentales, fijar con exactitud nuestras tareas políticas inmediatas, señalar las reivindicaciones más cercanas” (“Proyecto de Programa de nuestro Partido”). Si se reúnen estas condiciones, a esto podríamos llamarlo un programa marxista-leninista. Pero en cambio, lo que se supone que son los objetivos del socialismo, que es lo fundamental, quedan en las Tesis solamente como una coletilla final de alguna frase sin ligazón alguna con el programa, como si fuese solamente un ‘deber ser’ ético.

Realmente un Programa comunista sirve para mediar con las masas y educarlas hacia el socialismo. Si no afronta los objetivos finales, o sea, si no tiene un programa máximo, no puede cumplir con los objetivos de los comunistas. El del XX Congreso se queda en un programa mínimo, en un programa democrático sin conexión con el socialismo. No cabe ninguna duda, se necesita un programa mínimo y se necesita una lucha resuelta por la democracia, Unión Proletaria lleva peleando por ello con ‘izquierdistas’ durante años, en palabras de Lenin: “Los marxistas…, saben que la democracia no suprime la opresión de clase, sino que hace la lucha de clases más pura, más amplia, más abierta, más nítida, que es, precisamente lo que necesitamos”. Cuanta más amplia sea la libertad y la democracia tanto más claro será que la fuente de esclavitud es el capitalismo y no la falta de derechos. E insistía: “… sin la lucha por la concesión inmediata de los derechos, sin la educación de las masas en el espíritu de tal lucha, el socialismo es imposible”[…]“…el proletariado no puede llevar a cabo la revolución socialista si no se prepara para ella a través de la lucha por la democracia”. Fijémonos que la lucha por la democracia es la forma de educar al proletariado para la revolución socialista, pero si ni tan siquiera incluimos en el programa el socialismo, será imposible que las masas se eduquen para su consecución, no saldrán del círculo democrático. “Para los obreros conscientes, cualquier reivindicación democrática… está subordinada a los intereses supremos del socialismo”. (Todas las cursivas de este párrafo son de Lenin: “La caricatura del marxismo y el economismo imperialista”).

Aún si España fuese una nación oprimida en la que fuese necesario poner como objetivo estratégico inmediato la conquista de la democracia o la revolución democrática, incluso así, los comunistas tendríamos que situar en nuestro programa nuestro objetivo fundamental: el socialismo y el comunismo. Pero tampoco es esa la realidad, lo que todavía agrava más el problema. Las mismas tesis tienen un capítulo entero hablando sobre el imperialismo y las explicaciones que contiene sobre España, la sitúa con claridad como un país imperialista. Cualquier marxista sabe que el imperialismo es la antesala del socialismo y que el objetivo estratégico debe ser el socialismo. Pero no se quiere decir claramente, como deberíamos exigir los comunistas, y se embrolla en frases extravagantes como la que define a España como un “agente subsidiario del polo imperialista dominante”. De esta manera se evaden para no situar la Revolución Socialista como objetivo estratégico de urgencia y vuelven a la Revolución democrática, resuelta hace mucho tiempo en España.

En un primer vistazo, el Programa del XX Congreso, es un programa democrático que no está mal en muchos aspectos (ya lo analizaremos en profundidad cuando corresponda), pero no deja de ser más que eso, un programa democrático más avanzado y radical, y que disputa en democracia con los grupos pequeño burgueses. Ya Marx en 1850 explicaba la diferencia entre un programa pequeñoburgués y uno proletario, a la vez que defendía la alianza mientras tuviese que lucharse por la democracia, pero siempre manteniendo la independencia política:

La pequeña burguesía democrática está muy lejos de desear la transformación de toda la sociedad; su finalidad tiende únicamente a producir los cambios en las condiciones sociales que puedan hacer su vida en la sociedad actual más confortable y provechosa. Desea, sobre todo, una reducción de los gastos nacionales por medio de una simplificación de la burocracia y la imposición de las principales cargas contributivas sobre los señores de la tierra y los capitalistas. Pide igualmente establecimientos de Bancos del Estado y leyes contra la usura; todo a los fines de librar de la presión del gran capital a los pequeños comerciantes y obtener del Estado crédito barato. Pide también la explotación de toda la tierra para terminar con todos los restos del derecho señorial. Para este objeto necesita una Constitución democrática que pueda darles la mayoría en el Parlamento, Municipalidades y Senado. Con el fin de adueñarse del Poder y de contener el desarrollo del gran capital, el partido democrático pide la reforma de las leyes de la herencia, e igualmente que se transfieran los servicios públicos y tantas empresas industriales como se pueda a las autoridades del Estado y del Municipio. En cuanto a los trabajadores, ellos deberán continuar siendo asalariados, para los cuales, no obstante, el partido democrático procurará más altos salarios, mejores condiciones de trabajo y una existencia más segura. Los demócratas tienen la esperanza de realizar este programa por medio del Estado y la Administración municipal y a través de instituciones benéficas.

En concreto: aspiran a corromper a la clase trabajadora con la tranquilidad, y así adormecer su espíritu revolucionario con concesiones y comodidades pasajeras.

Las peticiones democráticas no pueden satisfacer nunca al partido del proletariado. Mientras la democrática pequeña burguesía desearía que la revolución terminase tan pronto ha visto sus aspiraciones más o menos satisfechas, nuestro interés y nuestro deber es hacer la revolución permanente, mantenerla en marcha hasta que todas las clases poseedoras y dominantes sean desprovistas de su poder, hasta que la maquinaria gubernamental sea ocupada por el proletariado y la organización de la clase trabajadora de todos los países esté tan adelantada que toda rivalidad y competencia entre ella misma haya cesado y hasta que las más importantes fuerzas de producción estén en las manos del proletariado.

Para nosotros no es cuestión reformar la propiedad privada, sino abolirla; paliar los antagonismos de clase, sino abolir las clases; mejorar la sociedad existente, sino establecer una nueva”. (“Circular del Comité Central a la Liga Comunista”).

Perdonar por esta cita tan larga, pero me ha podido la pasión al estar de actualidad. Observad en ella cómo plantea las diferencias entre el programa pequeño burgués y el proletario. Por ejemplo, si la pequeña burguesía quiere que se nacionalicen los sectores estratégicos es por su lucha particular por la supervivencia frente a los monopolios, nunca por abolir el capitalismo. Podríamos añadir que las capas intermedias (técnicos, intelectuales,…) también lo apoyan por su visión tecnocrática, en definitiva, para manejar ellos el hilo del capitalismo (ya Platón sostenía que el mejor gobierno era la sofocracia, el poder de los sabios, ahora se identifica con los técnicos). Para el programa proletario, la lucha por nacionalizar los sectores estratégicos tiene que conllevar la lucha por el poder del Estado, la lucha por la dictadura del proletariado, por el socialismo, porque su interés final no es crear empresas estatales capitalistas sino abolir la propiedad privada. Pero, ¿cómo educamos a las masas en sus intereses generales si no explicamos la insuficiencia del programa mínimo, si no tenemos un programa por el socialismo?, ¿cómo las educamos para el socialismo si nos limitamos a difundir sólo una parte de la verdad, la que puede variar, y escondemos el resto, lo imprescindible?, ¿no estaremos así generando ilusiones vanas? Si no lo hacemos seguiremos siendo esclavos de las relaciones sociales y el proletariado seguirá a la cola de la pequeña burguesía.

Como decimos, un programa democrático es necesario, pero sólo lo necesario que pueda ligarse con los objetivos inaplazables que debemos llevar a las masas: Revolución Socialista, Dictadura del Proletariado y Comunismo. Una de las tesis del XX Congreso habla en su título del comunismo hoy, que, aunque se alinea con la historia del comunismo, parece más bien una ensoñación utópica, un anhelo humanitario de libertad, igualdad y fraternidad. Sobre la Revolución Socialista y la Dictadura del Proletariado no hay nada: Proceso constituyente con protagonismo ciudadano sustituye a Revolución Socialista; la democracia participativa como fin sustituye a la Dictadura del Proletariado; una vía pacífica democrático burguesa sustituye a una vía revolucionaria proletaria.

Hay incluso comunistas que han defendido el cumplimiento del programa del XX Congreso y, por otro lado, han criticado a Yolanda Díaz por embestir contra la dictadura del proletariado, diciendo que ésta es uno de los principios básicos del marxismo-leninismo. Ciertamente es uno de los principios básicos del marxismo-leninismo, pero tiene que tener una materialización que hay que enseñar a los proletarios a través del programa. Tienen razón al criticar a Yolanda Díaz pues, “Quien reconoce solamente la lucha de clases no es aún marxista, puede mantenerse todavía dentro del marco del pensamiento burgués y de la política burguesa. Circunscribir el marxismo a la doctrina de la lucha de clases es limitar el marxismo, bastardearlo, reducirlo a algo que la burguesía puede aceptar. Marxista sólo es el que hace extensivo el reconocimiento de la lucha de clases al reconocimiento de la dictadura del proletariado”. (Lenin: “El Estado y la Revolución”). Pero igual que critican por esto a Yolanda Díaz, deberían hacerlo también al programa del XX Congreso, porque no es un programa marxista, igual que no es marxista Yolanda Díaz, ¿o es que los principios deben quedarse en el ámbito privado?

Hegemonía y contrapoder.


La cuestión esencial para la plataforma marxista-leninista que se quiere formar, no es sólo llamarse marxista-leninista, sino generar unas bases políticas marxistas-leninistas para realizar una política proletaria en confrontación con cualquier tipo de política burguesa. En este sentido, es muy importante saber qué es el poder y cómo se consigue. Existe un empeño particular de no apostar por una vía electoral, vía pacífica o vía democrática para alcanzar el poder, pero en realidad sí apuestan por ella. Hablan de un proceso constituyente con protagonismo ciudadano para conseguir el avance hacia un modelo desde el que sea posible superar el capitalismo. Claro, el proceso constituyente es electoral, pacífico y democrático, pero tiene la peculiaridad de que se pretende conseguir con hegemonía cultural, contrapoder (nuevo poder contrahegemónico) y poder popular. Las tesis dicen estas cosas que apoyan algunos marxistas-leninistas desde el interior del PCE, aseveraciones que parecen muy sesudas y rompedoras, pero en realidad no son más que significantes vacíos. Unas breves palabras sobre cada uno de estos tres conceptos.

Sobre la hegemonía cultural. Este tema y sus argumentaciones sobre el intelectual orgánico y el cambio en el sentido común, son ya recurrentes, y tendremos que debatirlas en profundidad. Ya decían los mencheviques que había que cambiar la cultura de las masas antes de tomar el poder. Mientras que los bolcheviques planteaban que bajo la sociedad explotadora era imposible que las masas se apoderasen de la cultura por la presión esclavizadora económica, política e ideológica, que sólo podría conseguirse creando las condiciones bajo la dictadura del proletariado. Y esto es así porque la cultura (entendida de forma restringida como cultura espiritual) está en función de las condiciones de la vida material de la sociedad, del carácter del régimen social y político, o sea, la cultura dominante es la de la clase dominante. En las tesis habla de “recuperar la cultura, la creación y la ciencia como elementos clave de la hegemonía”. Mientras exista la división en clases, la cultura siempre tendrá un carácter de clase, y ciertamente forma parte de la lucha de clases, pero para conseguir la apropiación cultural de las masas, habrá que cambiar las condiciones materiales. Poner en manos de la cultura (hegemonía cultural) lo que tiene que resolverse primero en la política (toma del poder, dictadura del proletariado) es más parecido al socialismo utópico que al socialismo científico.

Sobre el contrapoder y el poder popular. Según las tesis “para la construcción de un nuevo país” (¿), o sea, para realizar una ruptura democrática sobre la base de un proceso constituyente con protagonismo ciudadano, hay que crear hegemonía cultural (ya lo hemos comentado), contrapoder y unidad popular. La suma del contrapoder y la unidad popular parece ser que da como resultado el “poder popular”. Según dicen, poder popular “es la paralización de un desahucio o la organización de una huelga que impide un despido”. Confunden completamente luchas de resistencia o movimientos de resistencia espontáneos con tener un contrapoder, poder equivalente al de la dictadura de la burguesía, el Estado actual, que le puede disputar el poder. Esta idea del contrapoder más tiene que ver con los planteamientos de Negri, Holloway, los autonomistas o Foucault. Este último señalaba que no había un Poder general del Estado, sino que existían micropoderes y que no había que tomar el poder sino actuar sobre los micropoderes. Los autonomistas hablaban de la autonomía de lo social al dominio del Estado, de la autovalorización, de las líneas de fuga del sistema y de la política prefigurativa, o sea, había posibilidades de generar contrapoderes independientes a la dominación del Estado. Todo esto, al parecer, nuestro PCE lo identifica con que la lucha por reivindicaciones, los movimientos sociales, la espontaneidad de las masas (tal vez también los centros sociales o las casas okupas, como los autonomistas), son ya en sí mismas contrapoder. Creo que se pierden en la teoría del Estado marxista-leninista y prefieren adoptar teorías contrarias al marxismo-leninismo. Al final, tiene puntos de coincidencia con aquellos ‘izquierdistas’ que quieren generar poder obrero artificialmente. Se podrá alegar: los soviets eran un contrapoder. Efectivamente, lo eran, pero solamente se constituyeron cuando el proletariado estaba preparado para disputar el poder a la burguesía, para la toma del poder y para la instauración de la dictadura del proletariado. Para eso se necesitaba conciencia suficiente, la fuerza social suficiente, organización y disciplina suficiente y armas suficientes, porque no dejaba de tener razón Mao cuando decía que “el poder nace del cañón de un fusil”. De todas formas, no olvidemos que los soviets previos a la revolución no siempre disputaron el poder: mientras fueron dominados por la pequeña burguesía democrática, no lucharon por la toma del poder político, sino que se mantuvieron subordinados a la burguesía; eso sí, obligaron a ésta a la revolución democrática. Solamente cuando los bolcheviques consiguieron la mayoría apostaron claramente por la disputa del poder mediante la revolución socialista. Entonces, cuando se tuvo claro el antagonismo, los soviets sí se convirtieron de verdad en contrapoder hasta la toma del poder.  Más valdría que se expusiese cómo elevar la conciencia del movimiento espontáneo de las masas, cómo intervenir en él para educarlas en los momentos defensivos, cómo prepararlas para la ofensiva hacia la toma del poder,…, que adoptar teorías pequeño burguesas radicales que en mi opinión se apartan totalmente del objetivo revolucionario, se acercan a la sobrevaloración del movimiento espontáneo para tener después una política reformista.

Línea de masas.


Camaradas del PCE que llaman a formar una plataforma marxista-leninista de cara a su congreso exponen lo que podríamos llamar la línea de masas, los aspectos esenciales u objetivos en este sentido, que coinciden de nuevo con las tesis del XX Congreso. Estos son dos: lucha en la calle y en los centros de trabajo por los intereses inmediatos de los trabajadores y capas populares, con el posible apoyo institucional y sin ataduras a gobiernos neoliberales; y, recuperación del sindicalismo de clase para la ruptura de la dinámica del pacto social. De nuevo nos encontramos con dos tareas que se desarrollan en las tesis que evidentemente son necesarias, pero son insuficientes para una línea comunista. Porque, ¿para qué vamos los comunistas al sindicato y a las masas? Por supuesto para ayudar a las masas a conseguir mejoras en el precio de la fuerza de trabajo, en las condiciones laborales, en los derechos democráticos,… Pero no solamente para eso, porque si no quedaríamos condenados a navegar eternamente en el movimiento espontáneo. Lenin lo explicaba mucho mejor de lo que puedo expresar: la tarea de los comunistas “es introducir en el movimiento obrero espontáneo determinados ideales socialistas, ligarlo con las convicciones socialistas, que deben corresponder al nivel de la ciencia contemporánea, ligarlo con una sistemática lucha política por la democracia, como medio para hacer realidad el socialismo; en una palabra, fusionar este movimiento espontáneo en un todo indivisible con la actividad del partido revolucionario”. (“Nuestra tarea inmediata”). Aquí lo dice todo.

Si en la propuesta política las tesis apuestan por el democratismo y el reformismo, en la política de masas se pliegan al movimiento, al espontaneísmo. No ven las luchas inmediatas económicas y políticas como medio, sino como fin en sí mismo. “Determinar de cuando en cuando la conducta que se debe seguir, adaptarse a los acontecimientos del día, a los virajes de las minucias políticas, olvidar los intereses cardinales del proletariado y los rasgos fundamentales de todo régimen capitalista, de toda la evolución del capitalismo y sacrificar esos intereses cardinales por ventajas reales o supuestas del momento: esa es la política revisionista.”. (Lenin: “Marxismo y revisionismo”).

Aunque haya más cosas preocupantes que veremos en otros momentos (como, por ejemplo, la sumisión al concepto de precariado de las teorías ‘posfordistas’ disgregando teóricamente al sujeto revolucionario), sí que hay que reconocer que recogen ideas correctas sobre el trabajo de masas que tienen que desarrollar los comunistas. Por ejemplo, plantean organizar a los comunistas en los lugares de trabajo “para otorgar a la espontaneidad de la clase obrera […] una perspectiva política e ideológica”. El problema aquí es el mismo que llevo desarrollando, se quedan en una perspectiva política e ideológica democrática y reformista, olvidando la clave de la política independiente del proletariado, la clave para elevar su conciencia, o sea, el comunismo.

Visto lo anterior, al dejarse absorber por los intereses inmediatos, por la espontaneidad, no es de extrañar que se considere lo más importante en el trabajo de masas el “saber cómo piensan, cuáles son sus objetivos y su nivel de conciencia. A partir de ahí debemos modular nuestras propuestas y nuestro discurso”. O sea, si el nivel de conciencia es muy bajo, tal como es actualmente, pues adecuamos nuestro discurso y nuestras propuestas a ese nivel. Este es un error recurrente que en nada ayuda a elevar la conciencia de la clase obrera ni a educar a las masas para el comunismo. Este ya era un grave error de los ‘economistas’ en los primeros años del pasado siglo. Me dejo llevar por Lenin: “…la socialdemocracia ha sido siempre y en todas partes, y no puede dejar de serlo, representante de los obreros conscientes y no de los obreros inconscientes, que no puede haber nada más peligroso y criminal que la especulación demagógica con la falta de desarrollo de los obreros. Si para llevar a cabo nuestra actividad nos guiáramos por lo que está ahora más directamente al alcance de las vastas masas, deberíamos predicar el antisemitismo o hacer agitación, digamos, dirigiéndonos al padre Ioann de Kronstadt”. Y sigue: “…el olvido de los intereses y las demandas de ese sector de vanguardia de los obreros y el afán de descender hasta el nivel de comprensión de los sectores inferiores (en lugar de elevar constantemente el nivel de conciencia de los obreros) deben tener necesariamente efectos profundamente nocivos y facilitar la penetración en el medio obrero de toda suerte de ideas que no tienen nada de socialismo ni de revolucionarias”. (Lenin: “A propósito de la ‘profession de foi’”). En el “¿Qué hacer?” explicaba lo mismo pero de otra forma: “… debemos orientar nuestra labor principal a elevar a los obreros al nivel de los revolucionarios y no a descender indefectiblemente nosotros mismos al nivel de la ‘masa obrera’, como quieren los ‘economistas’, e indefectiblemente al nivel del ‘obrero medio’, como quiere Svoboda”.

Termino este aparatado con otra idea de las tesis que, en principio es acertada. Es la de poner en el centro la contradicción capital-trabajo. El problema que tiene esta idea es que la dejan solamente en el plano de la lucha económica. La contradicción capital-trabajo es la que muestra el antagonismo irreconciliable entre la burguesía y el proletariado, que solamente puede tener una solución revolucionaria. En cambio, no se plantea así, se muestra la contradicción y que hay que actuar sobre ella, pero no que es un antagonismo irreconciliable que para darle un principio de superación hay que recurrir a la lucha política, a la toma del poder político. Este antagonismo y esta solución hay que explicarla desde el principio al proletariado y no limitarse a apoyarlo en la lucha económica. Ya se explicaba en el “Manifiesto Comunista”: “Pero jamás, en ningún momento, se olvida este partido de inculcar a los obreros la más clara conciencia del antagonismo hostil que existe entre la burguesía y el proletariado, a fin de que los obreros alemanes sepan convertir de inmediato las condiciones sociales y políticas que forzosamente ha de traer consigo la dominación burguesa en otras tantas armas contra la burguesía, a fin de que, tan pronto como sean derrocadas las clases reaccionarias en Alemania, comience inmediatamente la lucha contra la misma burguesía”. En España ya no hay que derrocar a las clases reaccionarias a las que se referían Marx y Engels, así que tengamos en cuenta lo que falta.

Crítica al eurocomunismo.


Para finalizar este largo capítulo, hagamos una pequeña referencia al eurocomunismo. Las tesis hacen una crítica al eurocomunismo, igual que se ha hecho por los marxistas-leninistas del PCE antes y después del XX Congreso. Me parece correcto y necesario realizar esta crítica. La crítica se basa en haber impuesto al PCE una vía democrática y electoralista al socialismo. Para contrarrestarlo no expone una vía revolucionaria sino el proceso constituyente y priorizar las luchas sociales y democráticas. Tampoco propone la dictadura del proletariado, sino una democracia participativa. Sólo hace falta leer el libro de Santiago Carrillo “Eurocomunismo y Estado” para ver lo que proponía el eurocomunismo:

Aceptación de la democracia burguesa, del sufragio universal y de los derechos humanos como valores universales [los derechos humanos son un principio en los estatutos del XX Congreso, y los otros dos están plenamente incluidos en toda la idea del proceso constituyente];


Rechazo a la vía revolucionaria, la violencia y la dictadura del proletariado [la violencia y la dictadura del proletariado están desaparecidas en las tesis y los estatutos, rechazadas, y, para estos últimos, la única vía revolucionaria es la participación democrática];


Lucha electoral y acción de masas en la calle (sindicato, asociaciones de vecinos, culturales, etc.) [dicho en pocas palabras, pero es de lo que hablan las tesis];


Conseguir la hegemonía cultural sobre los aparatos ideológicos [coincide con las tesis];


Conseguir el gobierno para democratizar los aparatos del estado, tanto los coercitivos como los ideológicos [coincide con el proyecto de “la construcción de un nuevo país” y del “proceso constituyente”];


Generar un nuevo modelo de Estado (democracia político social) que pueda favorecer el paso al socialismo [coincide con la idea de “ruptura democrática” que las tesis define “como el avance hacia un nuevo modelo desde el que sea posible superar el capitalismo”]; y,


Esta línea sería desarrollada por el “el bloque de las fuerzas del trabajo y la cultura” que lucharía por construir y conseguir la hegemonía en una “nueva formación política” [en las tesis se habla de generar un “movimiento político y social” para la construcción de un “bloque político y social de carácter rupturista”].


Esta era en rasgos generales la línea política del eurocomunismo que tiene unas características muy similares a las tesis del XX Congreso del PCE. Por mucho que algunos planteen que ese congreso es el de la vuelta al marxismo-leninismo, por mucho que haya marxista-leninistas que tomen como suyos los acuerdos del congreso, no deja de ser cierto que el XX Congreso tiene el máximo parecido al eurocomunismo. Comprendo que en la actualidad hay mucha confusión y las consecuencias de tantos años de deriva revisionista pueden llevar a identificar el marxismo-leninismo con el eurocomunismo. Es preciso hacer una grandísima clarificación y desarrollar la lucha ideológica para aclarar este embrollo, sacar a la luz el marxismo-leninismo y deslindar campos con el revisionismo de derecha y de izquierda.

 

4.- Crítica a los estatutos del PCE aprobados en el XX Congreso.

En los estatutos del PCE aprobados en su último congreso se recoge la recuperación del marxismo-leninismo. Por esta razón, es tácticamente acertado pedir que se respeten los estatutos en ese sentido, para poder partir de algún sitio que tiene algo nuestro con el objeto de formar la alternativa marxista-leninista. Dicho esto, y siendo cierto que los estatutos ponen en lugar prioritario al marxismo-leninismo, somos conscientes de que son un batiburrillo sincrético o ecléctico. Quizás este sea el párrafo clave para mantener que en el XX Congreso se recuperó el marxismo-leninismo:

El PCE afirma el socialismo como alternativa para superar el sistema capitalista y basa su análisis de la realidad y su práctica política en las aportaciones del marxismo-leninismo y el socialismo científico, tradiciones que se enriquecen y renuevan constantemente e inspiradoras del pensamiento universal crítico, así como de prácticas revolucionarias, anti imperialistas y de liberación de los pueblos, haciendo suyos los principios que han atravesado históricamente a los movimientos comunistas que han contribuido al progreso de la humanidad, en especial la equidad e igualdad de género y la obligación ética de construir un modelo social y político respetuoso de la vida y del planeta”.

Fijaros en que no se concibe el marxismo-leninismo como una concepción del mundo, sino como un método de análisis y de práctica política. Además: se limita a ‘aportaciones’, o sea, que no es el único; divide marxismo-leninismo de socialismo científico, como si fuesen dos cuestiones diferentes; mantiene que se ‘renuevan’, o sea, que se hacen nuevas ‘constantemente’, no existe un cuerpo teórico; y, después empieza a mezclarlo con otras cuestiones humanistas y éticas.

Pero esto no es todo en los estatutos, pues este marxismo-leninismo diluido no es el único principio en el que se basa la organización, sino que también lo mezcla con otras aportaciones políticas y culturales, con los derechos humanos, con el feminismo, con el pacifismo, con el ecologismo, etc. El resultado es que, después de todo este marasmo, en la definición del PCE ni aparece el marxismo-leninismo: “En coherencia con estos principios, el PCE es un partido revolucionario, internacionalista y solidario, feminista, ecologista, republicano, antifascista, federalista y laico”. Estos son tantos principios que lo que demuestran es la falta de principios. Creo que este eclecticismo sin principios debería ponerse encima de la mesa en los debates de esa alternativa marxista-leninista.

Ya hemos visto en las páginas anteriores que el programa del XX Congreso no es un programa marxista-leninista, sino eurocomunista. Por tanto, es necesario el desarrollo de un programa marxista-leninista que rechace el eurocomunismo.

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5.- Lucha de líneas dentro del PCE para superar al PCE.

Después de todo lo dicho anteriormente, llego a definir unas conclusiones sobre lo que creo que es necesario que hagan los marxistas-leninistas que militan en organizaciones que están dominadas por revisionistas, para poder avanzar en el proceso de Reconstitución del Partido Comunista.

Más arriba expuse la tesis de que es necesario para “los marxista-leninistas en la actualidad realizar la ruptura con el revisionismo y dar la batalla político-ideológica de una forma organizada en el seno de las diferentes organizaciones comunistas con el objetivo de reconstituir el Partido Comunista”. Para ello he intentado basarme en la demostración histórica, en las necesidades de la reconstitución partidaria en España, en la necesidad de agrupar a los marxistas-leninistas del PCE, en la necesidad de la lucha ideológica contra las tesis revisionistas y los estatutos eclécticos del XX Congreso.

Dentro del PCE o de otras organizaciones hay un campo de trabajo más amplio a priori que fuera de ellas y que hay todavía ciertas masas de militantes comunistas a los que habría que educar para esta batalla política-ideológica, por eso no hago un pronunciamiento precipitado. Pero pensemos que la acumulación de fuerzas no es eterna, los comunistas ya preparados, los más conscientes, tienen que tener la valentía de dar el salto. Pienso que el objetivo es preparar esta batalla política-ideológica sin dilación, que el trabajo principal de los marxistas-leninistas se destine a ello para poder dar pasos en la reconstitución. Lo digo así porque es totalmente imposible reconstituir el Partido sin vencer al revisionismo, sin romper con el revisionismo. A la vez, es imposible forjar una política revolucionaria contra la OTAN, la UE, la monarquía y demás instituciones reaccionarias si no se tiene una actitud de confrontación y ruptura con el revisionismo, pues el eclecticismo en los principios acaba conduciendo a la conciliación y a la colaboración con los opresores, como en la actualidad lo muestran dirigentes y cargos públicos del PCE.

Tengamos en cuenta que, para la reconstitución del Partido Comunista, marxismo-leninismo y revisionismo forman una contradicción antagónica, son dos posiciones irreconciliables dentro del Partido, y tenemos que resolverla para desarrollar el partido revolucionario de la clase obrera. “…sí, nuestro movimiento se encuentra, en efecto, en la infancia; y para que llegue con mayor rapidez a la edad viril debe contagiarse precisamente de intolerancia con quienes frenan el desarrollo prosternándose ante la espontaneidad”. (Lenin: “¿Qué hacer?”). Lo que aquí dice Lenin, a lo largo de su vida lo hizo extensivo a cualquier tipo de ideología burguesa o pequeño burguesa que penetraba en el Partido, porque frena el desarrollo del movimiento comunista y la educación revolucionaria de las masas.

Esta preparación de la lucha dentro del PCE puede empezar a gestarse a través de la discusión de los marxistas-leninistas de cara al Congreso, si es que se les consigue agrupar:

Deslindando campos con el revisionismo de las tesis y estatutos, apoyándose en el estudio del marxismo-leninismo (lucha de líneas con la política burguesa de la dirección del PCE);


También con las posiciones eurocomunistas que apoyan comunistas creyendo que son marxistas-leninistas (lucha de líneas interna, dentro de la plataforma);


Lucha de líneas con posiciones izquierdistas;


Luchar contra el sentido chovinista del PCE, porque lo necesario no es el PCE, no son unas siglas, sino la reconstitución del Partido Comunista teórica y prácticamente marxista-leninista;


Mantenerse agrupados después del Congreso desarrollando conciencia y organizándose para preparar la unidad de los comunistas (puede llamarse como se quiera, pero, como nos enseñó Lenin, es necesario hacer organización cuando los marxistas-leninistas estamos en minoría dentro de una organización, es la forma de preservar la independencia ideológica y ganar influencia en esas condiciones; en cambio, cuando estamos en mayoría, no podemos admitir la penetración de la ideología burguesa en el partido, no podemos admitir fracciones organizadas: “Nuestra ética tiene por punto de partida los intereses de la lucha de clases del proletariado” – Lenin: “Tareas de las juventudes comunistas”);


Cuando se consiga una suficiente cohesión ideológica, una determinación suficiente y un plan de los pasos a seguir, o sea, en el momento preciso, proceder a la lucha por la conquista de la dirección del PCE.


Por último, plantear un plan por la reconstitución del Partido Comunista que incluya al resto de organizaciones comunistas.


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6.- Fin.

Camaradas, todo lo planteado en este texto está expuesto con la intención de debatirlo cuando se decida el momento para ello. No quisiera que se circunscribiese solamente al tema concreto de los militantes marxistas-leninistas del PCE, que también, pero está expuesto así como hilo argumental. Podría servir para plantearnos cómo afrontar la práctica comunista de acuerdo con la reconstitución partidaria, cómo relacionar la teoría con la práctica o cómo ligar la lucha en el movimiento con la lucha por el socialismo. Y dentro de ello, temas más específicos. En definitiva, qué partido comunista necesitamos, qué línea política y qué línea de masas. Hay cuestiones que son recurrentes tanto para los revisionistas de derecha, como para los ‘izquierdistas’. Los primeros no ven antagonismo en ninguna contradicción y niegan la lucha por la revolución; para los segundos todo es antagonismo y niegan la lucha por las reformas. La verdad es que ambas posturas niegan la posibilidad de conocimiento de la realidad a través de una práctica concretamente revolucionaria, con esto se impide el desarrollo revolucionario de las masas.

Los marxistas-leninistas tenemos la obligación de agruparnos en un partido para llevar el socialismo científico a las masas, fusionarnos con el movimiento obrero espontáneo y transformarlo en movimiento obrero revolucionario, porque, como sabemos, lo espontáneo es la forma embrionaria de lo consciente, pero el movimiento obrero nunca será consciente sin la teoría revolucionaria. Por eso no tiene sentido para los comunistas una práctica en la que mande la espontaneidad. Tampoco la que guarda en un cajón la explicación a las masas de la doctrina del socialismo científico para conseguir victorias pírricas (victoria, por ejemplo, porque se consiguen concejales o diputados; pírrica porque la victoria es con tales pérdidas –la propaganda comunista- que para las masas será al final desfavorable). Ni tampoco la que se ejerce como comunista ‘free lance’ que lanza discursos pero no ayuda a la organización del Partido, por tanto, de las masas.

Necesitamos reconstituir el Partido Comunista urgentemente. Nosotros en Unión Proletaria lo estamos intentando conscientemente, con cada vez mayor preparación, pero aún sin mucho éxito. Pronto tendremos que afrontar de nuevo la crítica y la lucha de líneas con otras opciones comunistas. Esto puede servir de revulsivo. Pero también necesitamos que otros comunistas entren en el terreno de juego de la reconstitución.

¡Rebelémonos contra la condena a Sísifo! ¡Dejemos al Holandés Errante vagar por los mares sin destino y llevemos la nave a puerto para dirigir la marea! ¡Superemos al PCE!

 

Pepe Sánchez.

 

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