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viernes, noviembre 11, 2022

Los candidatos alternativos a Gorbachov para la secretario general del PCUS.

 Hans Modrov

15-20.

Cumpliendo como los demás antecesores el periodo de un año, Chernenko-quien en vez de secretario general había sido en realidad un simple jefe de despacho-,le dijo adiós a la vida. Lo sustituyo Gorbachov, cuya única ventaja era la edad. Después de tres ancianos ocupando el puesto más importante del poder soviético, había llegado el tiempo de cederlo a una generación más joven. Pero aun eso era relativo: Gorbachov había pasado ya la segunda mitad de los cincuenta.

Sobre el tapete estuvieron también las propuestas de Grischin, jefe del partido, en Moscú, y de Romanov. Este último, según las Memorias de Gorbachov, rompió en lágrimas cuando conoció que no había sido el elegido. Para ser sincero, creo que esto es pura fantasía del autor. 


Grigory Romanov 


Victor Grishin.

Es posible que Romanov ambicionara ese cargo, pero no se trataba de un hombre flojo al que se le aguaran los ojos ante una desdicha personal. Tampoco era el funcionamiento incapaz, sin iniciativa propia, que describe Gorbachov, argumento utilizado inmediatamente después de su ascenso para separarlo del Buró Político. Como representante del complejo militar-industrial y parte de la alta jerarquía partidista, Romanov era un competidor a tomar en serio. Por lo tanto, el nuevo secretario general tenía que sacarlo de circulación. Mi asunto imparcial se complementa con otros movimientos de cuadros: Grischin fue removido en diciembre de 1985 de su cargo de primer secretario del Partido en Moscú. Como sucesor fue promovido Boris Yeltsin.

El nuevo hombre de Kremlin comenzó a formar, como todos los demás, su propio equipo de poder. Se hizo acompañar de sus hombres de confianza y se deshizo de todos los protagonistas y pártanos del viejo poder. De cierta forma, comprendí esas medidas y aun las sigo comprendiendo. Sin embargo soy del grupo de quienes opinan que Gorbachov cometió graves errores en su periodo de secretario general en lo referido a la promoción y movimiento de cuadros. Falin lo plantea aún más drásticamente, y opina que de diez decisiones sobre cuadros, nuera eran incorrectas-o sea, solo acertaba 10%-.Para ser más exactos, puedo decir que lo conversación en la que surgió este comentario tuvo lugar el 23 de agosto de 1991 en la sede del Comité Central del PCUS, una hora antes de que el edificio cerrara sus puertas como institucional partidista. Fue la última actividad con un invitado extranjero que tuvo lugar en el antiguo Comité Central. No es que me quieran atribuir ese merito, pero la casualidad quiso que un comunista alemán estuviera presente en su último adiós. La historia nos enfrenta de vez en cuando a giros inesperados. Con la fundación del KPD se constituyen, en la oposición de Lenin, la III cumbre Internacional Comunista. En igual sintonía abandonaban juntos, PCUS y PSUA, la historia universal.

En marzo de 1985, Mijaíl Gorbachov fue elector como secretario general en un pleno del Comité Central. Hijo de un trabajador agrícola procedente de una región contigua al norte caucasiano, había hecho una carrera clásica como cuadro del Partido sin apenas sobresalir hasta ese momento por sus ideas o propuestas valientes. A diferencia de sus predecesores, no estaba marcado por las vivencias, de la Gran Guerra Patria, ni por el pensamiento características de su generación. Aun siendo un niño vivió una pincelada de aquella gesta cuando en el verano de 1942 la aldea donde vivía fue tomada durante cuatro meses por los alemanes. En su memoria quedaron con mayor nitidez otros sucesos que tuvieron lugar después de la retirada de los alemanes, como las deportaciones. En las décadas del 20 y del 30, durante la colectivización de la agricultura, la familia Gorbachov había sufrido miseria y opresión, su abuelo paterno fue víctima de la GPU y deportado a Siberia. Dicho de una forma simple: el miedo al enemigo externo que había producido de generación en generación un interés hipertrófico por salvaguardar la seguridad en la Unión Soviética, y que la había mantenido con vida, no parecía ser en Gorbachov, por la experiencia vivida, mayor que el temor al propio aparato de seguridad.

Tras la elección de Gorbachov, en su primera declaración en el pleno de abril dio la impresión de ratificar completamente la expectativa de continuidad. Tiempo después, el mismo declaro que ese pleno había sido el punto de partida de la Perestroika. Sin embargo, la declaración de seguir trabajando en el cumplimiento de los anteriores acuerdos del partido y del socialismo no estuvo acompañada por ningún concepto que indicara el comienzo de una nueva política. Dándole riendas a nuestra fantasía, pudiéramos quizás inducir que Gorbachov tenía la idea de preparar el terreno para construir algo nuevo, pero ni el mismo sabía lo que quería construir. Philipo D. Zelikov y Condolezza Rice, conocedores del escenario, fueron concisos en su opinión.” No había ningún signo que indicara que el nuevo secretario general prometiera un comportamiento distinto a sus antecesores”.

Más tarde llegó un momento en elque Gorbachov no solo se ganó la simpatía de los americanos seguidores de la política soviética, sino también la de otras latitudes del mundo. Comparado son los anteriores líderes soviéticos y máximos dirigente de los partidos del resto de los demás países socialistas, daba una imagen de franqueza y de ser una persona poco convencional. En lugar de la mueca negadora ser una persona poco convencional. En lugar de la mueca negadora de Gromiko, más conocido por “Mr Niet”, de las máscarasrígidas de Brezhnev o Chernenko, Gorbachov sonreía siempre, mostrando una cara amistosa y simpática. En esa apariencia tenía mucha similitud con Yuri Gagarin, el primer cosmonauta. Después de su vuelo al cosmos, en 1961, conquisto en cruzada triunfal, los corazones de millones de personas. Rompió con el cliché de ruso marcial, estricto, ansioso de enfrentaron al Occidente libre. Gorbachov, Gobi, era una persona sagaz y no necesitaba discurso escrito alguno para decir lo que quería.

Con frecuencia en sus conversaciones se apoyaba en algunas notas escritas, sin embargo, sorprendía a sus interlocutores con frases espontaneas. Algunas entraron por sus frecuentes menciones a la colección universal de citas, como por ejemplo, aquellas observaciones hecha el 6 de octubre de 1989 refiriéndose a la tozudez de la dirección del PSUA:”Al que tarde llega lo castiga la vida”. La ola de simpatía que se produjo a su favor en el exterior, en relativamente breve tiempo; se debió quizás al contraste que generaba Gorbachov con sus antecesores. No obstante, los buenos observadores no dejaban de notar que raras veces era realmente sincero, que se controlaba al máximo y calculaba los efectos de todos sus actos.

Sabía poner en juego el lado de su personalidad que le ayudaría a obtener la reacción pretendida, Podía desdoblarse en un conversador simpático, un político carismático, un estadista previsor, un negociador intransigente y un inteligente estratega partidista.

Hoy, después de haber perdido todos sus cargos que lo habían hecho importante en el pasado, su personalidad, reducida a sus características reales y poniendo a un lado el rol histórico que desempeño, no parece quedar mucho de aquella apreciación eufórica. En los significativos aniversarios y las celebraciones de octubre tuvo siempre pobre actuación.

El arranque de Mijail Gorbachov fue similar al de sus antecesores.

Después de que el receloso Iosif Stalin se deshiciera de todos sus asesores personales por temor a que aprendieron y, finalmente, supieran tanto como el, sus sucesores se las arreglaron para gobernar sin él.

También Honecker, al ser entrevistado por un periodista, plantea que él no los necesitaba, pues le bastaba con la asesoría de sus compañeros del buró político. Solo después de algunos años Gorbachov decidir rodearse de un grupo de asesores. Sin embargo, es válido lo planteado por Falin sobre Gorbachov y su política.

de cuadros. A pesar de ello, en opinión de algunos de sus estrechos colaboradores no resultaba fácil asesorar su ayudar al secretario general-

Gorbachov organizaba su propia agenda de trabajo y atendía muchas de sus llamadas telefónicas desde su dacha sin que mediaras que hombre de confianza. Los visitantes occidentales calificaban al aparto de Kremlin de muy caótico, y hablar por teléfono con el “número uno” del Kremlin parecía un problema sin solución-

En 1985 sabíamos muy p0oco sobre todas estas cosas en el RDA.

Después de haber escuchado los primeros discursos del nuevo dirigente del Kremlin, los más críticos del PSUA albergaban la esperanza de que el socialismo pudiera salir del estancamiento y anquilosamiento en que se encontraba, y al fin alcanzar la orilla

Los últimos decenios habían demostrado que los cambios solo tenían una oportunidad de ejecución, y ello sucediera si la voluntad de cambiar provenía del centro de poder.

Todos los intereses de renovación y democratización que habían partido de la periferia fueron rechazadas y oprimidos por Moscú. La Unión Soviética era la potencia líder, el PCUS el pionero del progreso universal. Solo a ellos les correspondía determinar la marcha, su ritmo y el rumbo. El huevo no podría nunca sobrepasar en inteligencia a la gallina.

De nuevo la potencia líder dejaba oír su voz desde la tribuna universal. El lenguaje del “número uno” era inusual, no abundaban los estereotipos y frase harto conocida por todos nosotros. Las imágenes que adornaba el discurso se apoyaban en argumentos lógicos y conclusiones comprensibles. Su proyección demostraba, por un lado, fidelidad a los principios y, por otro, cierta flexibilidad con respecto al tratamiento de otras concepciones.

A mediados de los años 80, la RDA se encontraba en bancarrota, voluminosos créditos occidentales, ascendentes a miles de millones, garantizaban la sobrevivencia del país.

A tal punto no habíamos llegado por obra del enemigo de clase, con independencia de que no cejara en hacernos difícil la existencial. Allí habríamos ido a parar sobre todo por la errónea política económica y social practicaba.

En este aspecto, todos los países socialistas tenían una situación similar. A pesar de ello, Honecker mantuvo al inicio una actitud reservada hacia las reformas, luego el rechazo fue en aumento. Era de la opinión de que “su socialismo” era casi perfecto, aun cuando pareciera tocar el tema de reservas y déficits existentes con la frase de su autoría: “lo logrado no es aun lo lograble”. Cualquiera planteamiento crítico se interpretaba y asumía como un cuestionamiento a su política.

Quienes lo intentaron fueron descalificaron como hipercrítico y superiores. Este fenómeno se repitió años después en la República Federal de Alemania (RFA).

A los ojos de Honecker, Gorbachov era un aventurero político y un apostador. Si analizamos los resultados posteriores de su política, no encontremos suficientes argumentos para impugnar esta impresión. Sin embargo, a pesar de todos, en aquellos momentos a Onecer no lo asista toda la razón. Su arrogancia impidió que también pudiéramos desarrollar una oportuna discusión sincera y no ortodoxa, sobre los fundamentos del socialismo en sus aspectos materiales y espirituales. El rechazo de Honecker a las señalas de Moscú no se bastaba de una visión de largo alcance, más bien estuvo motivado por su tozudez.

Solo empleo su perspicacia en los aspectos concernientes al poder y su conservación.

¿Cuál era el consenso democrático en el cual se apoyaba el secretario general que dirigía de forma absoluta el Comité Central y por consiguiente de igual forma gobernaba y dirigía el Estado? “Necesitamos la democracia como el aire que respiramos,”, frase patética de Gorbachov, cuyo contenido solo era válido para la Unión Soviética.

Yo estoy seguro que mi partido, el PSUA, en tiempos tan remotos como los años 70 hubiera podido ganar elecciones democráticas aunque no alcanzara la mayoría absoluta.-¿Acaso una votación de ese tipo no sería una suficiente prueba de una confianza para la continuidad de una alternativa socialista? Ese voto de confianza fue perdiéndose poco a poco hasta su casi totalidad en 1989. Después del tiempo transcurrido y reflexionando sobre el asunto, tengo mis dudas acerca de si una rectificación del rumbo en 1985, hubiese permitido reconquistar de forma decisiva el terreno perdido. En aquel tiempo yo albergaba esa esperanza. Y no era el único.



















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