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sábado, julio 07, 2007

Manifiesto Comunista-VI





servir a este régimen, restringiendo su desarrollo. Y tan pronto como logran vencer este obstáculo, siembran el desorden en la sociedad burguesa, amenazando con dar al traste con el régimen burgués de propiedad. Las condiciones sociales burguesas, resultan ya demasiado angostas, para abarcar las riquezas que ellas mismas engendran.



¿Como se sobrepone la burguesía a las crisis económicas? De dos formas: destruyendo violentamente una gran masa de fuerzas productivas y conquistando nuevos mercados, a la par que procurando explotar más concienzudamente, los mercados antiguos. Es decir, que remedia unas crisis, preparando otras más profundas e importantes, y destruyendo los medios de que dispone para prevenirlas[90].

Las armas con que la burguesía derribó al feudalismo, se vuelven ahora contra ella[91].
La burguesía, no sólo forja las armas que han de provocarle la muerte, sino que además, pone en pie a los hombres llamados a manejarlas: estos hombres son los obreros modernos, los proletarios[92].
En la misma proporción en que se desarrolla la burguesía, es decir, el capital, se desarrolla también el proletariado, esa clase obrera moderna, que sólo puede vivir encontrando trabajo, y que sólo encuentra trabajo, en la medida en que éste alimenta el incremento del capital. El obrero, obligado a venderse a plazos, es una mercancía como otra cualquiera, sujeta por tanto, a todos los cambios y modalidades del mercado, a todas las fluctuaciones del mercado.[93]La división del trabajo y la extensión de la maquinaria, en la situación actual del proletariado, le quitan al trabajo todo carácter autónomo, toda libre iniciativa y todo encanto para el obrero. El



[90] Marx y Engels pensaban, que el fin de capitalismo en los países capitalistas más avanzados, ya estaba próximo. Dos años antes de escribir El Manifiesto Comunista, Engels publicó un libro titulado, La Situación de la Clase Obrera en Inglaterra. Cincuenta años después, escribió en un prólogo destinado a una nueva edición de dicha obra, en el que exponía: “He puesto cuidado en no tachar del texto, muchas profecías inspiradas por mi ardor juvenil, entre ellas la de la inminente revolución social en Inglaterra. No tengo la menor intención de presentar mi libro, ni de presentarme a mí mismo, como mejores de lo que entonces fuimos. Lo admirable, no es que muchas de estas profecías hayan fallado, sino el que tantas hayan resultado acertadas...”.
[91] La historia de la humanidad, es un continuo discurrir. De la misma forma que el feudalismo apareció, creó la burguesía que habría de destruirlo, y desapareció; el capitalismo también desaparecerá algún día, pues como todo sistema social, desde el momento en que aparece, lleva en sí mismo, el germen de su futura destrucción.
[92] Ahora empieza a entenderse, qué puede ser ese fantasma que se cierne sobre Europa. De la misma forma que la nobleza feudal creó la burguesía que posteriormente la destruyó, la burguesía industrial está creando el proletariado que ha de destruirla.
[93] En el punto séptimo de sus Principios del Comunismo, Engels indica: “VII. ¿Qué diferencia hay entre el proletario y el esclavo? Al esclavo se le vende de una vez y para siempre, en cambio, el proletario, tiene que venderse a sí mismo, cada día y a cada hora. Todo esclavo individual, propiedad de un señor determinado, tiene ya asegurada su existencia, por miserable que esta sea, gracias al interés de su amo. Por el contrario, el proletario individual, es valga la expresión, propiedad de toda la clase de la burguesía. Su trabajo no se compra más que cuando alguien lo necesita, por lo que no tiene la existencia asegurada. Esta existencia, está asegurada únicamente, a toda la clase de los proletarios. El esclavo está fuera de la competencia. El proletario se haya sometido a ella y siente todas sus fluctuaciones. El esclavo es considerado como una cosa, y no como un miembro de la sociedad civil. El proletario es reconocido como persona, como miembro de la sociedad civil. Por consiguiente, el esclavo puede tener una existencia mejor que la del proletario...”.




trabajador se convierte en un simple resorte de la máquina, del que sólo se exige una operación mecánica, monótona, de fácil aprendizaje[94]. Por eso, el desembolso que supone un obrero, se reduce poco más o menos, al mínimo que necesita para vivir y reproducirse[95]. Pero el precio de una mercancía, y como una de tantas el trabajo, equivale a su coste de producción. Cuanto más repelente es el trabajo, tanto más disminuye el salario pagado al obrero. Más aún, cuanto más aumentan la maquinaria y la división del trabajo, tanto más aumenta también el trabajo para el obrero, bien porque se le alargue la jornada, porque se le intensifique el rendimiento exigido, se le acelere la marcha de las máquinas, u otras causas.La industria moderna, ha convertido el pequeño taller del maestro patriarcal, en la gran fábrica del magnate capitalista[96]. Las masas de obreros concentrados en la fábrica, son sometidas a una organización y disciplina militares. Los obreros, soldados rasos de la industria, trabajan bajo el mando de toda una jerarquía de sargentos, oficiales y jefes[97]. No



[94] La primera revolución industrial, debida a la máquina de vapor, fue una transformación de la manufactura. Las labores profesionales se dividían en tareas tan simples y sencillas como fuera posible, utilizando la fuerza generada por máquina de vapor, para mecanizarlas. De esta forma, el trabajo se convirtió en una tarea continua y monótona, repitiéndose continuamente el mismo acto. El trabajo podía consistir, en hacer continuamente el mismo agujero o en cortar continuamente la misma pieza, haciendo miles de agujeros iguales o cortando miles de piezas a lo largo del día, todos los días del año. En El Capital, Marx indica: “Sí nos detenemos a analizar de cerca y en detalle este proceso, vemos ante todo que el obrero, reducido a ejecutar de por vida la misma operación sencilla, acaba por ver convertido todo su organismo, en órgano automático y limitado de esa operación.”.
[95] Como los explotados deben tener hijos, para que sean a su vez explotados cuando ellos mueran. Marx y Engels, a los trabajadores industriales les dieron el nombre de proletarios, como ya se ha indicado en una nota anterior. El sueldo de los obreros, era el mínimo necesario para que no se murieran y para que pudieran tener hijos que los reemplazasen.
[96] Mediante la transformación de la manufactura en gran industria, gracias a la máquina de vapor.



[97] El pensamiento único de toda sociedad, no es sino la ideología que le conviene a su clase explotadora. Esa ideología, es la principal arma con la que somete a los explotados. Quizás nos parezca normal que los soldados en un ejército deban obedecer a sus superiores, pero no hay razón para pensar que un ejército no se puede dirigir de otra forma, por ejemplo, mediante un sistema democrático de elección de oficiales y mandos por los mismos soldados. El ejército es un instrumento coercitivo de los explotadores para mantener su explotación, por eso debe tener un sistema de mandos jerárquico, en el que los soldados son meros peones movidos por poderes superiores. De la misma forma, nos podemos plantear por qué el poder en una empresa está en manos del dueño y no se ejerce, por ejemplo, de forma democrática entre sus trabajadores. Evidentemente, por que si los trabajadores son los que dirigen la empresa, entonces se subirán los salarios, disminuirán la jornada laboral y en general el dueño no podrá explotarles, no obteniendo ningún beneficio de su inversión. Marx lo expone así en El Capital: “La supeditación técnica del obrero a la marcha uniforme del instrumento de trabajo y la composición característica del organismo de trabajo, formado por individuos de ambos sexos y diversas edades, crean una disciplina cuartelaria, que se desarrolla hasta integrar el régimen fabril perfecto... El código fabril en que el capital formula, privadamente y por su propio fuero, el poder autocrático sobre sus obreros, sin tener en cuenta ese régimen de división de los poderes de que tanto gusta la burguesía, ni el sistema representativo, de que gusta todavía más, es simplemente la caricatura capitalista de la reglamentación social del proceso de trabajo, reglamentación que se hace necesaria al implantarse la cooperación en gran escala y la aplicación de instrumentos de trabajo colectivos, principalmente la maquinaria. El látigo del capataz de esclavos deja el puesto al reglamento penal del vigilante.”




son sólo esclavos de la burguesía y del estado burgués, sino que están todos los días y a todas horas, bajo el yugo esclavizador de la máquina, del contramaestre, y sobre todo, del industrial burgués dueño de la fábrica. Y este despotismo es tanto más mezquino, más odioso, más indignante, cuanta mayor es la franqueza, con que proclama que no tiene otro fin que el lucro[98].
Cuanto menores son la habilidad y la fuerza que reclama el trabajo manual, es decir, cuanto mayor es el desarrollo adquirido por la moderna industria, también es mayor la proporción en que el trabajo de la mujer y del niño, desplaza al del hombre. Socialmente, ya no rigen para la clase obrera las diferencias de edad y de sexo. Son todos, hombres, mujeres y niños, meros instrumentos de trabajo, entre los cuales no hay más diferencia, que la del coste[99].
Y cuando la explotación del obrero por el fabricante ya ha dado su fruto, y aquél recibe su salario, caen sobre él los demás representantes de la burguesía: el casero, el tendero, el prestamista, etc[100].Toda una serie de elementos modestos que venían perteneciendo a la clase media, pequeños industriales, comerciantes y rentistas, artesanos y labriegos, son absorbidos por el proletariado. Unos, porque su pequeña fortuna no basta para alimentar las exigencias de la gran industria, y sucumben arrollados por la competencia con capitales más fuertes[101]; y otros, porque sus aptitudes profesionales quedan sepultadas bajo los



[98] En la época de El Manifiesto Comunista, existía el llamado capitalismo manchesteriano. Parte de la burguesía manchesteriana, ni siquiera guardaba las apariencias mediante un sistema ideológico, tal como lo había hecho la nobleza feudal o como lo hace la burguesía actual, sino que admitía abiertamente su régimen de explotación del proletariado.
[99] Debido a la simplificación máxima de tareas, que llevaba a cabo el capitalismo manchesteriano, ayudado por la fuerza de la máquina de vapor, el trabajo se redujo a labores simplísimas y repetitivas, que también podían ejecutar las mujeres e incluso los niños. Por ello, los fabricantes preferían contratar a mujeres o aún mejor a niños, con lo que la mano de obra les resultaba más barata. Marx indica en El Capital: “La maquinaria, al hacer inútil la fuerza del músculo, permite emplear obreros sin fuerza muscular o sin un desarrollo físico completo, que posean, en cambio, una gran flexibilidad en sus miembros. El trabajo de la mujer y del niño, fue por tanto, el primer grito de la aplicación capitalista de la maquinaria. De este modo, aquel instrumento gigantesco creado para eliminar trabajo y obreros, se convertía inmediatamente en medio de multiplicación del número de asalariados, colocando a todos los individuos de la familia obrera, sin distinción de edad ni sexo, bajo la dependencia inmediata del capital.”.
[100] Además de la explotación en el trabajo, el proletario tiene que soportar otros tipos de explotación, en la medida en que es consumidor de bienes y servicios. Marx en El Capital, explica cómo la especulación es también una forma de explotación, por ejemplo en el caso de la vivienda: “...todo el mundo sabe que la carestía de la vivienda se halla en razón inversa a su calidad y que las minas de la miseria son explotadas por los caseros especuladores con más provecho y menos gastos que en otro tiempo los yacimientos de Potosí.”
[101] El maquinismo generado por la fuerza del vapor, requería grandes capitales para poder instalar maquinaria moderna. Los pequeños industriales que no disponían de suficiente capital, acabaron arruinados por la falta de competitividad de sus negocios.

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