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sábado, marzo 01, 2008

Vencedores de Negrin-VII


Figueras, Estado de las Provincias después de la perdidad de Cataluña.
El avion, en vez de dejarnos en Albacete, aterrizo en Valencia.
Después de un viaje en el que soportamos temperaturas muy bajas, el piloto prefirio hacer esta escala, dada la poca visibilidad de aquella madrugada.
Aproveche esta circunstancia para quedarme en Valencia y regresar desde allí a Madrid en auto.


Tenia el propósito de recorrer algunas provincias para apreciar la impresión que había producido la perdida de Cataluña, en esta parte de España.
Venia de Figueras en donde había estado cuatros días para reunirnos con la Comisión Ejecutiva de la UGT.
La perdida de Barcelona, vaticinaba el próximo fin de nuestra defensa de esta región y quería conocer la posición y la actitud que debíamos adoptar en momentos tan críticos y difíciles.


Algunos camaradas y amigos se extrañaban de mi llegada, pero lo que mas le extraño fue mi propósito de regresar a Madrid.
El Castillo de Figueras, ocupado por las dependencias del Gobierno y servicios del Ministerio de Defensa, resultaba insuficiente.
Ministros, diputados, jefes y comisarios, con sus familias, ofrecian un triste espectáculo, que deprimia y embargaba el animo.


La población estaba materialmente ocupada por familias que llegaban constantemente de todas partes, huyendo de las fuerzas franquistas y aterrorizadas por los bombardeos.
Los cafes y domicilios particulares eran insuficientes para albergar a tantos miles de personas.


Las carreteras llenas de camiones y carros, obstaculizaban el transito, obligando a caminar fuera de ellas a las personas que a pie, arrastraban sus ajuares, y que rendidas fatigadas ocupaban los lados del camino, tendiendose en las cunetas.
La visión dolorosa de este exodo heria el sentimiento con fuerte violencia.
Muchos niños y mujeres fallecieron sin asistencia junto a la barrera de la Junquera.
En medio de los campos, millares de familias, niños hambrientos, mujers desgreñadas y sucias de barro, esperaban desalentadas y extenuadas poder pasar a Francia.
Durante los días de mi estancia en Figueras, se celebro la ultima sesion de Cortes de la Republica.
Faltaron bastantes diputados; algunos de estos se habían apresurado a huir a Francia.
Ni la proximidad y garantías que les ofrecía la frontera, les inspiro confianza bastante para asistir a esta reunión que, por su trascendencia era un deber inexcusable y cuya ausencia les priva del derecho moral de seguir ostentando tan popular e importante representación.
Alguien, con cruel ironia, aun se permitía censurar al Ejercito, que retrocedia.
Cierto que nuestro Ejercito, perdida Barcelona, retrocedia sin imponer una fuerte resistencia, pero lo hacia sin desconcertarse y sin movimientos de pánico, con lentitud calculada, para que se pudiera realizar la evacuacion ordenadamente, y no dejar en manos del enemigo, ni material ni hombres.
En esta sesion de Cortes, se ratifico por unaminidad la confianza al Gobierno de Negrin, y se aprobaron los tres puntos en que fundaba la política futura de su gestión.
Fácil le hubiera sido al Gobierno, en esta hora de espantos y defecciones, haber obtenido una resolución que liquidase su mandato y le aliviase de su responsabilidad.
La minoría socialista en su intervención manifestaba:
“Señores del Gobierno, no nos esta permitida la opción. Nuestra deber es oponer allí donde quede una atomo de resistencia, todo el esfuerzo posible ante la ofensiva que el invasor lanza sobre nuestras tropas; al invasor extranjero y al traidor español, que no comprenden que lo que puede quedar vencido en esta contienda no es una cuestión de ideologías ni de pugnas entre españoles, sino que se trata de la codicia ante intereses que debiera reunirnos a todos los que hemos de vivir vinculados a la Historia, a la Economía, al Arte, a la Cultura de nuestra España. Repito que en esta situación de opción posible, nuestro Ejercito debe contar con una retaguardia que le iguales en moral, y nuestra retarguardia ofrezca a los soldados que están constituyente una heroica barrera a alemanes, italianos y traidores, todo el concurso de que sea capaz. Lo menos que pueden ofrecer los partidos, todos los partidos del Frente Popular Español, es una cohesión mas fuerte que nunca, enlazada por entusiasmos de victoria, por la esperanza de posibles triunfos o bien por la realidad del dolor y del horror que a todos nos une y que a todos nos concita. Todavía, sepanlo nuestro enemigos de dentro y de fuera, los que tienen una demasiada prisa por enterrarnos fisicamente y otros que tienen demasiada prisa también en liquidarnos como país en lucha que aun tenemos mucho que hacer; que nuestra tarea en este y en momentos sucesivos que nos aguardan, no terminara hasta que España, con el concurso de todos los españoles que quieran sumarse a esta obra que no faltaran, incluso detrás de las trincheras de Franco, pueda decir ya que es libra, y que, por serlo ella va a decidir sus propios destinos, sean cuales fueren.
Señores del Gobierno: la minoría socialista estara detrás de vosotros sin ninguna condición, sin ninguna vacilación, sin ninguna duda”.
Otra resolución decía:”Las Cortes de la Nación, elegidas con sujeción estricta a la Constitución del país, ratifican a su pueblo, ya ante la opinión universal, el derecho legitimo de España a conservar la integridad de su territorio y la libre soberania de su destino político.


Proclama solemnemente que a esta obra de independencia y libertad nacional asiste unamine el concurso de los españoles, y que sean, cuales fueren las vicisitudes transitorias de la guerra, permaneceran firmemente unidos a la defensa de sus derechos imprescriptibles.


Saludan al Ejercito de mar, tierra y aire, y ratifican su confianza invariable en el porvenir glorioso y libre de la patria española.”
Los asistentes a esta sesion fueron los siguientes diputados:
Negrin Pradal
Álvarez del Vayo Osorio Tafall
Gonzáles Peña Vicente Sol
Vicente Uribe Muñoz G. Ocampo
Antonio Velao Escribano
Bernardo Giner de los Vergara
Rios Juan Pesset
José Giral Marco Miranda
M. Torres. Ramon Viguri
Juan M. Aguilar Calve Mariano Tejero
Pascual Leone Lasso Conde
Eduardo Gasset Ragassol
Pla de Armegol Felix Templado
Ramon Suárez Picallo Zulueta
Alejandro Viana Perez Martinez
Pedro Longueira. Pasos.
Pedro Vargas Sosa Acevedo
Margarita Nelken Crescenciano Bilbao
Antonio Mije Antonio Passagali
Navarro Borderas
Aznar Rodolfo Llopis
Amos Ruiz Lecina Edmundo Lorenzo
Zancajo Sala
Jáuregui Manso
Vicente Sarmiento J.Comas
Belarmino Tomas Pedro
Joan Aliseda Santalo
Marino Saiz Fernández Clerigo
José Junco Toral Ramon Lamoneda
Zugazagoitia Carlos Rubiera
Castillo Gines Ganga
Díaz Castro Martínez Barrio (sr presidente
Luís G. G.ubertoret
Azaña, agotado y lleno de miedo, pensaba en renunciar y esperaba traspasar la frontera para hacerlo.


El general Rojo y todo el Estado Mayor perdida su fe, estaban en la Agullana, abandonando la dirección del Ejercito a sus propios medios e iniciativas.
El coronel Cordon, subsecretario de Guerra, suplia esta misión, multiplicandose y utilizado como colaboradores a jefes animosos y a los comisarios como Tafall y Castro.


Solamente, que recuerde, decidieron en aquellos días regresar a la Zona Centro-Sur, los diputados socialistas Carlos Rubira y Gines Ganga.
El pánico dominaba todos los animos y contagiaba a casi todos.
Alguien me aconsejo que no volviera a la Zona Centro-Sur. ¿De que iba a servirme este gesto?


-¿Vuelves a Madrid?-se me preguntaba con extrañeza.
-Si ¿esto es extraña? No había respuesta, pero en su silencio observaba su impresión pesimista.
Note en contra de lo corriente de estos casos, poca diligencia en despachar mi autorización para el LAPE. Tanto que insisti cerca de Zugazagoitia para que se me facilitase.
El mismo día que yo tomaba el avion, perdiamos la ultima capital de Cataluña, Gerona.


Numerosas familias, militares y diputados pasaban a Francia por la Junquera, Port-Bou y Persignan. Poco le escenas, y contando de antemano con el buen efecto que mi regreso produciría, Sali para Madrid a donde había prometido volver, y por nada hubiera faltado a mi palabra. Tenia además, confianza en la resistencia de la Zona Centro-Sur y llevaba la ilusion de estimularla. Todo lo que había presenciado era demasiado doloroso, para que me sedujera la idea de la evacuacion con sus penalidades y miserias.


En Valencia recorri varios centros políticos y sindicales, y visite a Ortega, el comisario del Ejercito de Levante.
La impresión que saque de estas visitas fue agradable y fortalecio mi confianza.
El pueblo valenciano soportaba esta perdida con entereza.
Su temor provenia solamente del supuesto de que, al terminar la ofensiva en Cataluña, nuevamente Franco amenazase a Levante.
El trabajo político en este ejercito era bueno, y las fuerzas estaban dispuestas a resistir. Sus posibilidades era muy difícil de calcularlas exactamente, pero podía asegurarse, que no le seria tan fácil a Franco conseguir allí efectos tan rapidos como los de Cataluña.


Nuestras fuerzas no estaban cansadas ni desmoralizadas. La población civil, los sindicatos y partidos habían hecho un nuevo esfuerzo mandando gente para fortificar y aunque no era toda la que se precisaba, había mucha mas moral, y espíritu combativo que en Cataluña.


Solo se esperaba la llegaba del Gobierno para dar animo y seguridades, para proseguir la lucha, y a nadie oi la menor indicacion para abandonarla.
En Alicante, observe mas preocupación. Esta no provenia de la derrota de Cataluña, sino de la hostilidad hacia el Gobierno.
Comprobe que se tomaban medidas por alguna organización para reunir medios y situarlos fuera de España ante una posible evacuacion.
Las fuerzas políticas estaban mas divorciadas. La prepoderancia socialista era manifiesta, y con tendencia hostil a Negrin.


La aviación enemiga, casi diariamente descargaba su metralla en la ciudad y había obligado a replegarse hacia las afueras a sus habitantes.
Las fabricas de guerra que existían en esta provincia trabajaban sin cesar, pero sin el entusiasmo de otros días, contaminados por este ambiente y falta de confianza en nuestro triunfo. Trabajaban porque era el obligado sustento, pero alguno de los comisarios de armamentos no recataban su decepcion y la falta de material para una resistencia formal y eficaz durante mucho tiempo.


En Murcia no era la guerra la que imprimia carácter.Se había desatado allí un furor de tendencias y de pequeñas cuestiones, caciquiles y vergonzosas.
La perdida de Cataluña no se sentía con amilanamiento. Este hecho solo era utilizado como bandera política contra el Gobierno.
Fuera de esto, no existía nada.

El campo estaba muy abandonado, y la carencia de víveres en una provincia tan prodiga era producto de la mala política de los que la mangoneaban.
De aquí salía un gran contigente de víveres para el Ejercito, pero podía ser mucho mayor.
El campesino era el único que odiaba la guerra por la guerra misma.
No se tuvo el acierto de atraerlo y hacerle tolerable y simpatica nuestra lucha y estaba resentido y desconfiado.

En Albacete, mas militarizado, tenían menos desarrollo las luchas políticas. Había mas probabilidades de vida y el desasosiego era menor.
Solo en la capital se habían sacrificado 48.000 cerdos, criados y mantenidos en casas particulares confundidos con sus habitantes.
Los balcones y antepechos de las casas se habían convertido en gallineros.
Una fiebre de conservación y recria de estos animales había dado tan buen resultado.
Este mismo cuidado se había mantenido en los pueblos con mayor holgura y eficacia.
La conciencia de la guerra era mas evidente. Varios edificios se había transformado en hospitales, que llenaba de heridos la ofensiva de Extremadura, testimoniando el tributo sangriento de nuestra defensa.
Las actividades políticas de los albaceteños quedaban mas reducidos, ocupados todos en los deberes de un trabajo de guerra.

Cuenca no existía para la guerra, mencionaba este hecho como un accidente lejano. Solamente dos o tres veces la aviación enemiga, italoalemana, había hecho victimas en su población civil. Las fuerzas políticas de la provincia, en su mayor parte creadas durante la guerra, tenían poco arraigo para influir directamente en la opinión.
Los elementos que antes del 18 de julio figuraban entre las fuerzas reaccionarias, que tanto distinguian a esta provincia, formaban ahora “Frentes Populares” en los pueblos.

Los tribunales y autoridades locales perseguian y encarcelaban a los verdaderos y auténticos antifascistas.
Los pueblos conservaban sus cosechas, solo las familias de los que tenían sus hijos o parientes en el Ejercito de la Republica, sufrian la incertidumbre y el horror a la guerra. La perdida de Cataluña y los demás aspectos victoriosos y adeversos de la contienda, no tenían expresión en esta provincia.

Negrin no tenia en ella el mismo relieve de autoridad y de prestigio, pero tampoco existía contra él el mismo furor combativo que en otras provincias.
En Guadalajara, Mera1, el jefe del Cuarto Cuerpo de Ejercito, no permitía ningún desarrollo político de partido en la provincia. Algún acto, pero de poca monta. Solo todo lo que fuera anticomunista tenia su simpatía.
Las escasas fuerzas políticas actuantes tenían que moverse dentro de su autoridad.

El gobierno civil, ejercido por Cazorla, de tendencia comunista, no desarrollaba su función con la libertad que correspondia a su cargo y jerarquía.
Mi ultima visita, me convencio de que esta provincia, políticamente, estaba muy descuidada.
El comisario de este ejercito, Feliciano Benito2, entendia a su manera el ejercito de su cargo.

1Cipriano Mera.-Perteneciente a la Confederación Nacional del Trabajo. Obrero de la construcción, destacase en la guerra hasta llegar a ser Jefe de Cuerpo de Ejercito. El Cuarto Cuerpo de Ejercito cubria el sector Este de Madrid, muy alejado de la Capital.
2 Feliciano Benito.-Obrero de la construcción perteneciente a la Confederación Nacional del Trabajo y conocido con el remoquete del “Padre Benito” y que fue a quien designo el Consejo de Defensa para sustituirme.
Su propaganda, mal orientada, solo sobresalia por un afan de apartarse de toda actividad política y de considerar que la que hacían quienes no fueran sus partidarios era contraria al Ejercito y a la Republica.

Se combatia al gobierno y se dejaba desarrollar la acción de sus enemigos, que minaba la consistencia espiritual de las gentes agobiadas por el peso de las guerra por las amenazas de nueves y furiosas ofensivas contra esta provincia.
Se combatia al gobierno y se dejaba desarrollar la acción de sus enemigos, que minaba la consistencia espiritual de las gentes, agobiadas por el peso de la guerra por la amenaza de nuevas y furiosas ofensivas contra esta provincia.
En Ciudad Real, David Antona, anarquistas, tenia sometidos a todos los partidos. Los socialistas se quejaban de su parcialidad y sectarismo.
Enemigo del Gobierno de Negrin, favorecia todo trabajo que respondiera a su criterio.
Los pueblos abandonados a su dolor y privaciones eran reductos de descontentos que favorecian deserciones a la retarguadia e imprimian una falta de entusiasmo en los sacrificios que la guerra imponia.

Jaén era también, desde hacia algún tiempo, por diversas causa, centro de polemicas anticomunistas que revertian en contra de la política del Gobierno.
Desde el Noveno Cuerpo de Ejercito, no se contrarrestaba esta política, mas bien se estimulaba. Como en otras provincias, la mezcla de militares con la población civil servia de pretexto para rebajar la moral, cuando faltaba la acción activa de los comisarios para dirigirla y orientarla.
El fracaso de la ofensiva de Extremadura, agrandada por lo de Cataluña, significo un gran quebranto moral.

Almería, con sus campos resecos, con sus necesidades agudizadas, no sentía el furor de la campaña contra la política de resistencia del Gobierno-
Castigada la capital por la aviación enemiga había realizado esfuerzos considerados para su defensa, consiguiendo muy buenos resultados que contribuian al mantenimiento de su moral.

La perdida de Cataluña no era considerado como un hecho decisivo para la perdida de la guerrea. Almería había sentido pánico por otros días, pero recordaba que los italianos cuando perseguian a los malagueños habían sido detenidos en Motril. Este hecho infundia esperanzas de que su ejemplo se repitiera si el valor y el deseo de vencer no faltaban.

Mientras corria por las carreteras para llegar a Madrid, hacia repaso de mis impresiones. Resumioa estas en un balance, poco confortador, fundado no en la trascendencia de nuestros adversos hechos de armas, sino en la falta de espíritu de sacrificio que forjaba el arma fatal de nuestras discordias, basadas en pretextos y discrepancias políticas.

En el fondo no las producía otra razón, que nadie confesaba, que el deseo de terminar cuanto antes la lucha, y con ser grave este resultado, lo era mas para muchos sostener con terquedad unos sacrificios que solo podrían ya aumentarse sin librarnos de ser vencidos.
Discurria el pensamiento a solas con mis recuerdos y no modificaba mis observaciones.
Nada había peor que el sentimiento fatalista de nuestra impotencia. Esto motivaba las criticas de toda propaganda belica.

Se apelaba a fechas y hechos anteriores para justificar la razón de la enemiga al Gobierno culpandole de este propósito como un mandato impuesto por la URSS, y al fervor de otros días por este país, sucedia una depresion divulgada y creciente que era precusora de claudicación futuras.
-Si peleamos por nuestra independencia, por igual contra fascistas que contra los comunistas.
-Ni Berlín ni Moscú.
Este paraíso artificioso ganaba adeptos, que no se preparaban a medir la profunda diferencia de acciones, entre los que nos ametrallaban e invadian nuestro suelo, y los que nos ayudaban y defendían nuestra causa en toda Europa.

No era ingratitud, ni desconocimiento del valor de esta ayuda, era la base de una acción sugerida por el trabajo eficaz de nuestros enemigos, que ganaba el animo de los descontentos, de los apasionados y cerriles y de los que sinceramente alucinados por ejemplos falsos, desorientados, creían de buena fe en esta igualdad de acciones contrarias a nuestros patrioticos interés.
Los activos agentes fascistas han trabajado con cierta facilidad para conseguir que las pasiones de unos se desarrollanse debilitando nuestra unidad, despretigiando al Gobierno y desmoralizando nuestra retarguadia hasta llevarla a pensar en una paz honrosa, formula hipócrita y sagaz con la que han engañado a los de buena fe.

Los rencorosos querían probar el fracaso de una dirección política, a la que combatían por enemistad personal hacia Negrin y por odio a los comunistas por haber estos negado su apoyo, a los que habían demostrado debilidad o incapacidad para dirigir el complejo de nuestra heroica lucha contra la reacción y el capitalismo españoles ayudados por Hitler y Mussolini.

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