RESOLUCIÓN DEL PC CC DEL 25.06.2022

RESOLUCIÓN DEL PC CC DEL 25.06.2022

RESOLUCIÓN DEL PC CC DEL 25.06.2022

(Aprobado por amplia mayoría con 7 votos en contra y 1 abstención).

Por una paz estable. Por Italia trabajadora, independiente, fuera de la UE y la OTAN.
Las élites occidentales, la burguesía moderna, gobernaron disfrutando de su poder económico y político sin ser perturbadas hasta la gran crisis capitalista de 2007-08. Las consecuencias negativas de esta crisis se han hecho pagar por las clases populares, lo que ha llevado a un crecimiento de la protesta social y política contra la austeridad y una creciente desconexión social de las instituciones fundamentales de la democracia liberal burguesa.
Mientras Occidente ha visto acentuarse las contradicciones internas, las internacionales han estallado, sobre todo por el crecimiento exponencial del peso económico y político de la China socialista. Gracias a la cooperación económica y política con la mayor parte del "tercer mundo" y particularmente con Rusia, ahora puede expulsar a los Estados Unidos de América, el país líder del imperialismo occidental, del trono del mundo.
Nos negamos a clasificar los sistemas chino y ruso como imperialismos. Esto no es aceptable sobre la base de los parámetros leninistas clásicos, ni sobre todo sobre la base de un cuidadoso análisis empírico de la historia reciente.
La guerra en Ucrania, que recién ahora está en los titulares, es en realidad el resultado del incumplimiento de los acuerdos contextuales a la caída de la URSS, el bloque socialista y la disolución del Pacto de Varsovia.

Una astuta estrategia internacional de tensión, lanzada a lo grande por EE. UU. a partir de la retorcida historia del ataque a las Torres Gemelas en 2001, permitió iniciar una temporada belicista que se desarrolló en dos fases. En la primera (Yugoslavia, Afganistán e Irak, 1998, 2001-2003) el imperialismo conquistó posiciones estratégicas en los Balcanes y en Medio Oriente; en el segundo (Libia, Siria, Ucrania, América Latina, 2011-2014) relanzó el proceso de expansión contrarrestando la afirmación de un mundo multipolar, acentuando la amenaza militar a Rusia y, no muy indirectamente, a China. Esta estrategia, que se agudizó aún más con la llegada de Biden y la vuelta al poder de los “demócratas”, fue favorecida por los sectores más oscuros del poder estadounidense con el inicio de la pandemia de covid-19.

Los objetivos a largo plazo de los EE. UU. son muchos:

1) Primero, construir un nuevo "Afganistán" para los rusos, manteniéndolos en un estado de guerra indefinidamente, lo que se cree que dañará la economía rusa a largo plazo.
2) en segundo lugar, reavivando un clima de guerra permanente, también encaminada a ajustar cuentas con el imperialismo europeo, obstaculizando las actividades autónomas de este último en el diálogo económico con Rusia y China y en la actividad militar. El objetivo es devolver la actividad política, militar y económica de Europa al más estrecho lecho atlántico, hasta el punto de superponerse sin diferencia a la OTAN ya la Unión Europea en una posición subordinada. De momento, esta maniobra ha permitido a Europa volver a engancharse al carro de Estados Unidos y desligarlo cada vez más del resto del mundo (Rusia y China in primis). Sin embargo, esto aumenta las contradicciones internas del imperialismo occidental, ya que los costos de esta operación se descargan principalmente no solo en las clases populares europeas,

Decimos esto no para prefigurar posibles alianzas con estas clases, que sabemos que siempre y en todo caso optarán por el atlantismo a cualquier precio, sino por un deber de análisis de conjunto de la situación en el campo contrario.

Por una serie de factores políticos, económicos y sociales, Italia aparece como el eslabón débil del frente imperialista occidental. No es casualidad que uno de los grandes actores de las finanzas transnacionales, Mario Draghi, fuera colocado al frente del gobierno, siguiendo las "indicaciones" de Washington y Bruselas, reemplazó a los frágiles y ambiguos gobiernos de Conte. Las recientes elecciones en Francia (presidenciales y políticas) e Italia (referéndum y administrativas) confirman un desapego social sin precedentes de la representación política institucional del pueblo. *******

En este contexto, pagando sobre todo los dos años de estado de excepción, el Partido aún no ha conseguido dar ese salto cualitativo de arraigo local, como se planteó en el III Congreso. En el contexto del totalitarismo "liberal", en el que las técnicas de dominación social son tales que controlan el surgimiento de nuevas fuerzas políticas antisistema, la política de la creciente búsqueda de alianzas sociales ha servido para ganar consensos importantes, pero no suficientes. para hacer el Ha comenzado un salto cuántico en el consenso popular.
De nada sirve reunir simpatías generalizadas si éstas no se capitalizan ni en el aumento de personal del Partido, es decir, en su crecimiento cuantitativo y cualitativo, ni en el aumento del consenso social (y por tanto también electoral y político). Con respecto a este último punto, es bueno recordar una cosa de la que estamos decididamente convencidos: "nunca puede haber un cambio de sistema por decreto parlamentario" sin un cambio real en el equilibrio de poder en el país. El parlamentarismo, es decir, la idea de que los problemas políticos pueden resolverse exclusivamente dentro de las instituciones políticas burguesas, sería una desviación peligrosa que impediría al Partido asumir el carácter necesario de organizador de luchas y movimientos contra el sistema.

Sin embargo, sería igualmente erróneo confundir el desapego popular con la "política" con la necesidad de seguir un camino abstencionista y antiparlamentario que recuerda a Bordighera, al menos hasta que surjan organizaciones populares alternativas tan fuertes que compitan claramente con las burguesas. La carencia de éstos impone al Partido la necesidad de buscar todas las herramientas y medios útiles para construir su propia hegemonía sobre la sociedad precisamente por la excepcionalidad contingente de la pospandemia y más aún de la guerra. En el régimen actual, cada vez más tendiente a un estado permanente de excepción y emergencia democrática, contar con representación política parlamentaria sólo podría fortalecer al Partido y aumentar su credibilidad entre las masas populares, ayudándonos a sacar a relucir nuestra organización como verdaderamente adecuada para representar a las clases trabajadoras frente a otras organizaciones y en todo caso, incluso en caso de fracaso, hubiera sentado bases más avanzadas de pertinencia y hegemonía de los comunistas. En el régimen actual, cada vez más censor, tener una representación institucional puede definirse como un paso importante y necesario para dar un nuevo impulso a la cuestión comunista. El lema leninista "Dentro y fuera del Parlamento" ilustra bien el hecho de que el Partido siempre tendrá el deber de reiterar en cada uno de sus programas que la solución de los problemas populares sólo puede lograrse definitivamente a través de la transición a un modelo socialista, pero al final mismo tiempo tendrá que evitar detenerse en una política locuaz y declamatoria,

clase. Frente a la enunciación continua de este programa máximo, el Partido tiene por tanto la obligación no meramente moral, sino existencial, de utilizar también las instituciones burguesas para preparar la futura revolución social necesaria.
Hoy son pocos los que sienten la necesidad de un gran cambio. Entre ellos, el Partido Comunista es consciente de que una revolución social solo puede tener lugar en conexión dialéctica con una revolución política y económica que saque a nuestro país de las estructuras imperialistas estrechamente interconectadas de la OTAN y la UE. Trabajar por la independencia nacional, por la conquista de la soberanía nacional, es un paso necesario para conquistar también la soberanía popular efectiva. A estas alturas existen diversas subjetividades políticas que han entendido este supuesto y lo han hecho propio. La mayoría de estas organizaciones, por otro lado, tienen ideas bastante vagas sobre la continuación de los acontecimientos y no se plantean la cuestión de cómo dar concretamente poder a los trabajadores. Sea cual sea el escenario que imagines,
No nos corresponde pensar ahora en el momento en que se llevarán a cabo estos pasos. Estos dependerán del equilibrio de poder y de los contextos a los que nos encontremos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, con la historia de la guerra, este es el camino revolucionario posible y necesario, que además es el único que respeta el internacionalismo proletario.
De hecho, nuestro deber como comunistas nos exige considerar las consecuencias de nuestras propuestas y acciones políticas no solo para el proletariado italiano, sino para el mundial.
No hay duda de que no hay nada más progresista y útil por parte de una fuerza política comunista que trabajar hoy para deconstruir las estructuras imperialistas occidentales dirigidas por

Americano. Solo así será posible proteger a los proletarios y pueblos de este país y del resto del mundo.
La conciencia revolucionaria no surge espontáneamente. La rebelión, el individualismo, el radicalismo de los derechos civiles, no permiten construir autónomamente una conciencia revolucionaria, más bien tomados por sí mismos y desatados por la ciencia del marxismo-leninismo, hábilmente utilizada por la clase burguesa, se convierten en poderosos frenos conservadores y disciplinarios. La adquisición de una verdadera conciencia revolucionaria sólo puede pasar, hoy más que nunca, por la mediación realizada por una adecuada organización comunista. Si el proletariado carece de conciencia revolucionaria es porque el Partido Comunista es débil y viceversa. La dureza de las condiciones materiales que golpearán aún más fuertemente a las clases populares en los próximos meses no creará automáticamente una conciencia revolucionaria, pero ciertamente acentuará la crisis de consenso de las fuerzas políticas burguesas que actualmente apoyan al gobierno de Draghi. Muchos de los que pierden la fe en estas fuerzas se volcarán al rechazo de la política o al apoyo de las fuerzas políticas de oposición. La mayoría permanecerá desamparada y socialmente pasiva, pero una minoría se movilizará (como ya se movilizó con el asunto No-green pass) de alguna manera en lo que promete ser un nuevo “otoño caliente”.
El Partido Comunista tiene por tanto ante sí dos vías para remodular los contenidos del III Congreso:
1) una más cómoda y diríamos minimalista que pueda continuar con su intento de arraigo territorial 13 años después del nacimiento de nuestra experiencia como CSP, tratando de superar las censuras mediáticas nacionales, para organizar y coordinar las próximas luchas sociales, incluyendo las elecciones como una de las tantas formas de dar a conocer la propuesta política.
2) otra más difícil, pero también más ambiciosa: puede optar, dada la gravedad de la situación actual y la insuficiencia de sus propias fuerzas, por combinar alianzas sociales con alianzas

políticas, en un intento de interceptar el creciente descontento de la clase obrera y la clase media proletarizada con el actual gobierno y las fuerzas políticas que lo sustentan.
Es a juicio de este órgano de gobierno que el cambio de paradigma, ocurrido especialmente en el último año con la guerra, requiere llevar adelante el segundo camino, en continuidad con lo ya hecho en los últimos dos años por los caminos de la unidad comunista. y del Comité 27 de febrero contra el gobierno de Draghi, viendo claramente sus límites y por tanto desarrollando inteligentemente nuestra capacidad gerencial y hegemónica.
Es hora pues de comprobar la posibilidad de partir de las relaciones construidas hasta ahora para extenderlas a otras subjetividades en un frente político (y posiblemente también electoral) que se proponga como objetivo dar representación y protagonismo a los sectores populares más desfavorecidos y conscientes clases En lo que a nosotros respecta, este frente debe partir de los siguientes puntos programáticos mínimos y obligatorios:
– Salida de Italia de la OTAN, de la UE y de la eurozona monetaria, recuperando la soberanía nacional y recuperando la propiedad popular
– Cese de cualquier relación hostil hacia Rusia, poner fin al envío de armas a Ucrania y trabajar hacia una solución diplomática al conflicto
– lanzamiento de una serie de reformas sociales y económicas estructurales, antítesis del neoliberalismo y del poder de las multinacionales, en defensa del mundo entero de quienes viven de su trabajo
– batalla por la libertad con la denuncia de la gestión degenerada del covid-19 pandemia en una "dictadura sanitaria" con características criminales, y consecuente relanzamiento de la salud pública
- defensa y ampliación de todos los servicios públicos fundamentales dentro del llamado Estado del Bienestar

– defensa, reafirmación e implementación de los principios y normas establecidas por la Constitución republicana de 1948 y actualización de los valores de la Resistencia resumidos en la consigna: “antifascismo hoy es anticapitalismo”.
**
Sobre la base de estas indicaciones, el Comité Central confiere un mandato al Secretario General y al Buró Político para verificar la posibilidad de iniciar tal proceso político, recordando que tal frente no puede ni debe cuestionar la existencia y, de hecho, la necesidad de fortalecer el Partido Comunista, llevando adelante al mismo tiempo el camino del arraigo territorial y la reunificación política de la clase obrera y proletaria más consciente. Para hacer esto se requiere una disciplina de partido más fuerte, que sería un eufemismo decir que hoy falta en este contexto.
Claramente esta resolución integra la parte programática del documento de la conferencia nacional de política organizacional, especialmente para las cuestiones relativas a la implementación de la estructura orgánica nacional con los relativos responsables de los sectores fundamentales de actividad, a partir del laboral. Por último, será necesario reafirmar el concepto de clase sobre algunos derechos civiles que hoy están siendo cuestionados en el occidente capitalista.