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sábado, abril 26, 2008

El problema de la Autodeterminación

Publicado en el otro Pais- 1999.

José Antonio Egido.

En medio del vendaval de propaganda y mentiras que pretende que la ciudadanía acepte borreguilmente la guerra de exterminio de la OTAN contra la Republica Federal de Yugoslavia es necesario reclamar el espacio que le corresponde al análisis lo mas científico posible de lo que pasa en esta atormentada parte de Europa. Y en concreto decir bien alto, junto a un profesor universitario español que “el análisis marxista del capitalismo no parece menos sino mas apropiado, en cuanto los cambios en las fuerzas productivas y relaciones de producción muestran con claridad… el imperialismo económico y militar mas brutal de la historia” (C. de Cabo, Teoría Histórica del Estado y del derecho constitucional, Madrid. 1991 p.10).

Un análisis simplista de este conflicto presenta dos extremos opuestos: el primero afirma que tanto eslovenos como croatas, musulmanes y albaneses no han hecho otra cosa que ejercer su derecho a la autodeterminación y constituir estados propios frente a un “estado opresor”. El segundo afirma que el afirma que el problema ha sido precisamente la existencia reconocida de este derecho en la constitución de la republica federativa socialista de Yugoslavia y que de no haber existido, como era el caso en la primera Yugoslavia monárquica desaparecida en 1941 se hubiesen evitado problemas. Ambos son erróneos porque ignoran tanto la realidad histórica como la injerencia descarada de las potencias extranjeras y las groseras violaciones de las previsiones constitucionales a este respecto ocurridas durante los procesos de separación de Eslovenia, Croacia y Bosnia.

Si no nos quedamos perder en el discurso del imperialismo que huir como de la peste del planteamiento que se limita a enunciar derechos en abstracto y que se olvida de las realidades concretas. Hay que evitar “una especie de deducción que pretende “encontrar” la realidad a partir de principios preestablecidos, como hace la ideología, lo que la condena a encontrar la realidad bajo una forma a la vez sublimizada e inversa, es decir alienante. Se trata de entender, a través de las contradicciones concretas, los procesos concretos evitando la fijación metafísica y el reduccionismo que la ideología dominante intenta siempre imponernos. Es lo que Lenin expresa en cursiva definiendo el marxismo como el análisis concreto de una situación concreta” (Pierre Fougeyrollas, Sciences sociales et marxismo, 1990, p. 219).

Del análisis concreto de la historia de estos pueblos y nacionalidades se deriva con claridad la conveniencia de una organización estatal de tipo federal que fuese capaz de unirlos sobre una base democrática a fin hacer frente común a los apetitos imperialistas que sufren secularmente y que son causa destacada de su subdesarrollo y de sus desgracias. A esta necesidad corresponde la corriente política Yugoslavia surgida en Croacia a finales del siglo XIX y que en su expresión mas democrática, ha ofrecido el mejor momento de independencia, convivencia multiétnica y desarrollo que han vivido estos pueblos probablemente en toda su historia. Para seguir luchando contra el dogmatismo hay que insistir en que esta conclusión no se basa en una adoración mecánica de este principio como receta mágica a toda cuestión nacional sino, nuevamente, en el análisis concreto o de la intrincada realidad étnico-nacional de esos pueblos y en su no menos difícil historia.

También hay que decir que el primer yugoslavismo monárquico fracaso porque fue acaparado por las clases dominantes serbias en detrimento de otros pueblos y minorías cuyos derechos culturales y lingüísticos y cuyo reconocimiento no fueron respetados.
Será una corriente política representativa del movimiento obrero, el Partido Comunista de Yugoslavia, quien ofrezca una versión mejorada del yugoslavismo enriquecida con la aportación democrática que le da a este problema. Lenin. Por cierto es Lenin quien, observado lo que pasaba en los Balcanes a comienzos de siglo, denuncio la política que “embota la conciencia democrática de las masas populares al silenciar el complot de los gobiernos reaccionarios” que se basa en “el sistema de saqueo colonial y de intervención de las potencias en los asuntos de la Península Balcánica (“Los acontecimientos de los Balcanes y de Persia”, 1908 publicada en Contra la guerra imperialista, Moscú, 1978, p. 40). A finales de siglos se repite un complot parecido. Pero a lo que íbamos es a señalar que la piedra angular de la solución leninista del problema nacional es el derecho de autodeterminación incluyendo el de construir un estado independiente como base para la plena igualdad nacional que facilita y asegura la unidad mas estrecha de la clase trabajadora de todas las naciones.
El derecho de autodeterminación fue por tanto incorporado el yugoslavismo comunista que derroto y expulso al invasor.

Los sectores populares y democrático de cada uno de los pueblos vieron con claridad que la manera mejor de resolver el problema de sus relaciones internas, de su propia afirmación nacional y de la contracción de un sistema social sin explotación no era otro que una federación Yugoslavia en la que cada uno se reservaba el derecho de salida.

Así lo expresaba el primer principio fundamental de la Constitución de 1974: “Partiendo del derecho de cada pueblo a la autodeterminación, comprendiendo el derecho de secesión, sobre la base voluntada de todos los pueblos y las nacionalidades, expresada libremente en la Guerra de Liberación Nacional y la Revolución socialista y de acuerdo con sus aspiraciones históricas, conscientes que la consolidación ulterior de su fraternidad y unidad supone interés común de los pueblos de Yugoslavia, las que viven, se han unido en una Republica federativa de los pueblos y nacionalidades libres en iguales en derechos”. Fue este complejo y delicado sistema el que aseguro lo que tras el desencadenamiento brutal de la contrarrevolución abierta en 1991 parece simplemente una utopía: la convivencia constructiva y pacifica de los diversos pueblos y nacionalidades. Porque frente a la tendencia progresista a la unidad de los pueblos trabajadores yugoslavos, ha triunfado trágicamente la imposición reaccionaria de los nacionalismos estrechos sustentados en las burguesías y caciques locales y activamente apoyados, cuando no dirigidos, por las grandes potencias (léase Alemania y Estados Unidos). Se quiere presentar como ejercicio del derecho a la autodeterminación lo que no es sino un golpe de estado precapitalista de los sectores sociales ávidos de revancha respecto a la victoria antifascista de 1945 y de legalizar las relaciones sociales de explotación mediante la apropiación privada de los medios de producción. Dichos sectores manipulan a la opinión publica, imponen unilateralmente sus intereses egoístas contra los de la mayoría y sustituyen el principio básico de la igualdad entre todos los pueblos por la preeminencia del propio en detrimento de los demás que pasan inmediatamente a la condición de ciudadanos de segunda privados de todo derecho. Y además mediante la creación de mini-estados económicamente inviables los ponen en bandeja a la disposición de una feroz política expansiva de las citadas grandes potencias.

El equilibrio delicado pero eficaz salta en mil pedazos y le sustituye el fanatismo religioso, el racismo, la persecución e incluso la masacre. Si los sectores democráticos de Eslovenia, Croacia y Bosnia-Herzegovina hubiesen querido ejercer el derecho de autodeterminación de manera progresista hubiesen iniciado un proceso de negociación tanto con el estado federal como con las diferentes comunidades habitantes de cada republica: entre croatas, serbios y yugoslavos en Croacia y entre musulmanes, serbios y croatas en Bosnia.

Negociación que hubiese garantizado la protección de los intereses de todos y el preservamiento de las relaciones de buena vecindad. Si no fue así porque la separación que protagonizaron tenia un profundo sentido antidemocrático y anticomunista y conducía de manera inevitable y probablemente deseada a la guerra civil, todo ello para inmenso regocijo de las grandes potencias que tenían por fin la coartada perfecta para poner a todos los Balcanes bajo dominación colonial. Obviamente no se puede olvidar la inmensa responsabilidad del nacionalismo serbio hecho renacer por el ala mas derechista de la antigua Liga de los Comunistas de Serbia dirigida por Milosevic y reconvertida en Partido Socialista Serbio en 1990. En sus manos el nacionalismo serbio es la herramienta para instaurar el sistema capitalista y desmovilizar las protestas obreras. Un caso aparte ha sido Macedonia donde hasta ahora se ha preservado el equilibrio interno pero a costa de convertirse en base de operaciones de la OTAN contra la voluntad de la inmensa mayoría de su pueblo. Vemos entonces como determinado ejercicio del derecho a la autodeterminación no ha conducido a mayores cotas de emancipación nacional sino a todo contrario.
Eran incomparablemte mas independientes las republicas socialistas de Eslovenia, Croacia, Bosnia y Macedonia en el marco de la antigua federación que los manifestados burgueses férreamente controlador militar, política y económicamente por Alemania y EE.UU.. En el caso de Kosovo estamos ante el mas rotundo fracaso del titismo puesto que fue incapaz de asegurar un desarrollo equilibrado de esta provincia socialista autónoma desde 1974 y tampoco pudo superar una tradición de enemistad entre eslavos y albaneses.

Enemistad compatible también con buenas relaciones y cooperación entre ambos pueblos, que también han existido y que conviene recordarlo aunque la actual agresión criminal de la OTAN pretende hacer imposible en el futuro toda relación entre serbios y albaneses.

El problema de la relación entre albaneses y Serbia en Kosovo fue la mecha detonante del estallido de la federación y es ahora la coartada empleada por la OTAN para hundir en la barbarie a la mini-Yugoslavia y a todos los Balcanes.

La OTAN ha puesto en evidencia que el marco político que ofrece a los pueblos yugoslavos y ex yugoslavos no es el de la independencia sino el de la dependencia y de la subordinación bajo la forma abierta y no disimulada de “protectorado” (bajo control de la OTAN y de Estados Unidos por supuesto), de manera que el primer y básico requisito para el ejercicio real y no formal pero falso del derecho a la autodeterminación es el fin complejo de la injerencia de la OTAN, su salida de los Balcanes así como de todas las agencias de colonización de la mal llamada “Comunidad Internacional” ligadas a ella (llámense SFOR, OSCE, Unión Europea occidentales, ONG,s, paraestatales, ordenes religiosas extranjeras, policías multinacionales, etc.)

Es por eso que pedir autodeterminación para Kosovo sin pedir antes el fin de la guerra criminal y la salida del imperialismo de los Balcanes es hacer directamente el juego a su política de colonización

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