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lunes, febrero 12, 2007

A los treinta años de la matanza de Atocha

Si el eco de su voz se debilita, pereceremos *(1)
J. Romero

El 24 de Enero se cumplen treinta años de los asesinatos de los abogados de Atocha. Aquel brutal crimen no fue un hecho aislado: el mismo día, a las 16,20 horas moría Maria Luz Nájera alcanzada por un bote de la policía disparado a corta distancia, cuando participaba en una manifestación de repulsa por el asesinato el día anterior, de Arturo Ruiz, por disparos de elementos ultraderechistas *(2).

Un año antes, el 3 de Marzo de 1976 la policía disparaba contra trabajadores de Forjas Alavesas, encerrados en una iglesia de Vitoria, asesinando a cinco de ellos e hiriendo a unos cien; unos meses después, dos manifestantes más caerían en Montejurra y así, en un largo goteo, cerca de cien ciudadanos, la mayoría trabajadores y estudiantes, fueron asesinados por bandas fascistas que campaban a sus anchas o a manos de la policía, a lo largo de los cuatro años que transcurren entre la muerte del dictador Franco, en 1975 y la promulgación de la Constitución Monárquica en 1.979.

Este mes de Enero de 2.007, treinta años después, la vida política en la España monárquica gira en torno a las reacciones de las distintas fuerzas frente a la negociación política en Euskadi, tras el torpe y brutal atentado de ETA en la Terminal 4 de Barajas, del pasado 30 de Diciembre.La reacción y a su cabeza el PP, ha desatado una durísima campaña contra cualquier propuesta de superación dialogada del conflicto nacional en Euskadi. Las declaraciones de los dirigentes más extremos de la derecha franquista del PP, insisten en utilizar a las victimas del terrorismo para frenar cualquier propuesta que vaya en esa dirección.

La judicatura, que lejos de ser un poder imparcial, como nos quieren hacer ver, está controlada y manipulada por intereses políticos claramente reaccionarios (conviene que quien aún piense en que el equilibrio de poderes y la independencia judicial existen en España, estudie someramente cómo se eligen los jueces de los más altos tribunales y organismos judiciales: Supremo, Constitucional y CGPJ y qué tipo de órgano es la Audiencia Nacional, etc), ha puesto su grano de arena, con sentencias que violan sistemáticamente las propias leyes de la monarquía y las más elementales normas de la razón y la prudencia políticas (véase la condena a de Juana Chaos, cuya vida corre serio peligro tras más de setenta días en huelga de hambre, o la decisión del Tribunal Supremo de declarar terroristas a organizaciones juveniles como SEGUÍ, etc) y que han provocado la reacción de los elementos más extremos del nacionalismo radical vasco.Llegados a este punto, conviene hacer un pequeño ejercicio de memoria histórica, para comparar ambos momentos.

Y quedará meridianamente claro para cualquiera que no sea un cínico interesado o un ignorante impenitente, que en esta España borbónica nunca ha sido mas cierta la máxima de Lampedusa: cambia algo, para que todo siga igual.En aquellos años, durante los primeros gobiernos de la monarquía juancarlista, ocuparon la cartera de Gobernación (Ministerio del Interior) dos personajes cuyas biografías son muy ilustrativas: Manuel Fraga y Rodolfo Martín Villa. Ambos ejercen o han ejercido cargos de la máxima dirección en el PP y también las ejercieron en el régimen fascista; el primero fue Ministro de Información y Turismo de 1962 a 1969 y participó por tanto en el Consejo de Ministros que dio el enterado para la ejecución del dirigente comunista Julián Grimau en 1963; en 1976, cuando la matanza de Vitoria, ocupaba la cartera de Gobernación del primer Gobierno borbónico encabezado por otro personaje siniestro, Carlos Arias Navarro, el "carnicerito de Málaga", responsable del asesinato impune de cientos de ciudadanos, víctimas de la represión franquista en esa provincia.

Cuando, en Marzo de 1.976, la prensa preguntó a Fraga sobre la actuación de la policía en Vitoria, donde había disparado munición de combate contra cientos de personas indefensas, respondió con una frase que se hizo tristemente célebre: "la calle es mía". Hoy es Presidente de Honor del PP y sigue negándose siquiera a retractarse de sus responsabilidades durante la dictadura franquista.

Recuérdese ahora que la principal razón esgrimida para ilegalizar a Batasuna, que representa a decenas de miles de vascos, es la negativa de esta formación a condenar los atentados de ETA.Rodolfo Martín Villa, ocupaba la cartera de Gobernación aquel Enero de 1977, su biografía como político fascista fue también muy significada: jefe nacional del SEU (sindicato fascista de la Universidad que participó en el apaleamiento de miles de estudiantes antifranquistas y demócratas) del 62 al 64, fue nombrado en 1969 secretario general de los sindicatos verticales fascistas y en 1974 (ese año la Dictadura asesinaba en el garrote vil, al anarquista catalán, Salvador Puig Antich) Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento de Barcelona.

En 1975 también formó parte del Gobierno Arias Navarro, como Ministro de Relaciones Sindicales y en 1976 en el primer Gobierno de Adolfo Suárez, como Ministro de Gobernación, cartera que ocupaba cuando el grupo de pistoleros fascistas formado por José Fernández Cerrá, Carlos García Juliá y Fernando Lerdo de Tejada, en colaboración con Francisco Alvadalejo Corredera (secretario provincial del sindicato vertical del transporte estrechamente vinculado con la mafia del transporte franquista, impulsora intelectual del atentado), entraba en el despacho laboralista de la calle Atocha, 55 y asesinaba a los abogados Enrique Valdevira Ibáñez, Luis Javier Benavides Orgaz y Francisco Javier Sauquillo Pérez del Arco; al estudiante de derecho, Serafín Holgado de Antonio; y al administrativo Ángel Rodríguez Leal.

El grupo de asesinos heriría de gravedad a Miguel Sarabia Gil (fallecido hace unos días), Alejandro Ruiz Huertas, Luis Ramos Pardo y Dolores González Ruiz, casada con Javier Sauquillo y embarazada, que perdió también al bebe.Muchos son los puntos oscuros de aquel crimen. Jaime Sartorius, abogado de la acusación particular en el juicio contra los pistoleros fascistas, declaró años después: Faltaron las cabezas pensantes. No nos dejaron investigar. Para nosotros, las investigaciones apuntaban hacia los servicios secretos, pero solo apuntaban..".

Tras las revelaciones del Primer Ministro italiano Giulio Andreotti en 1990, acerca de la red anticomunista Gladio que actuaba en los servicios secretos de aquel pais, se involucró al fascista Carlo Cicuttini en el atentado de Atocha. Nada, sin embargo llegó a saberse, como en tantos otros casos.Posteriormente, Martín Villa, tras ocupar la presidencia de Endesa, cargo desde el que dirigió la privatización de esa empresa, fue, entre otros muchos y lucrativos empleos, comisionado del Gobierno Aznar en relación con la crisis del Prestige.

Actualmente, es consejero de Sogecalbe y presidente de su Plataforma Digital. Huelga decir que nunca se le han pedido responsabilidades jurídicas, ni políticas, por su actuación de entonces.La mayoría de los criminales que participaron en el atentado contra el despacho laboralista de Atocha, estaban próximos a Fuerza Nueva y otras organizaciones de extrema derecha, como los "Guerrilleros de Cristo Rey" de Mariano Sánchez Covisa, etc; pero ninguna de estas fuerzas sufrió la menor molestia jurídica y continuaron actuando tan impunemente como hasta entonces.

Tampoco se investigó la autoría intelectual, a pesar de que, según sus propias confesiones, lo que perseguían los asesinos era "dar un escarmiento" a los sindicalistas, siguiendo instrucciones de la llamada mafia del transporte, con fuerte peso en la organización vertical franquista que, recordemos, había dirigido unos años antes el mismísimo Martín Villa.De los autores convictos y confesos, ninguno agotó la pena, ni se buscaron ardides rocambolescos como en el caso de Juana Chaos, para mantenerles en prisión, a pesar de que tampoco abjuró ninguno de sus ideas fascistas.

Es más, Lerdo de Tejada, no llegó a ser juzgado: huyó en abril de 1979 (apenas dos años después del crimen) , ¡¡aprovechando un permiso penitenciario!!; García Juliá (sobrino de una secretaria del notario Blas Piñar, jefe de Fuerza Nueva en cuya formación militaba) se fugó a Bolivia 14 años después, al serle concedida la libertad condicional, a pesar de que había sido condenado a 193 años de prisión; allí sería detenido por tráfico de drogas.La derecha reaccionaria, pidió olvidar aquellos crímenes, como se hizo con miles de otros, para propiciar la democracia; hoy, esa misma derecha, esgrime a una parte de las victimas de ETA como arma para impedir la solución pacífica y democrática de un problema político enquistado desde hace demasiados años.

Los dirigentes de la socialdemocracia de derecha y revisionistas, temblaron entonces ante la posibilidad de que los pueblos de España rompieran con el régimen franquista continuado en la figura de su heredero a título de rey, Juan Carlos de Borbón y Borbón; y tiemblan hoy ante la presión de la España reaccionaria, plegándose ante las bravuconadas fascistas de los Rajoy, Acebes y cia, en lugar de trabajar por la superación democrática de este régimen continuista del franquismo.Saquen Vds. las conclusiones: pero tengan cuidado, no les vayan a aplicar la "ley de defensa de las libertades y contra el terrorismo" por poner en duda la honrada trayectoria de algunos "demócratas de toda la vida", que ahora cierran filas contra la razón, en nombre de las víctimas del terrorismo.

*(1).- Frase del poeta Paul Eluard, que figuró como lema del homenaje a Luis Ramos, uno de los abogados heridos en el atentado, fallecido en Diciembre de 2.005*
(2).-Para una visión más detenida de esta época, recomendamos la lectura del libro: "La sombra de Franco en la Transición" de Alfredo Grimaldos.

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