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miércoles, abril 20, 2011

Ecuador: como la ultraderecha capto a la ultraizquierda

Escrito antes del intento de golpe de SeptiembreEcuador: la ultraderecha desentierra alguna izquierda para el golpismo
*Alberto Maldonado S.* *

No puede ser simple coincidencia: en Bolivia, sectores de sindicalistas y campesinos que se disputan una locación bloquean vías y tratan de desabastecer los mercados, en una acción contra el gobierno legítimo de Evo Morales.

En Ecuador, grupos indígenas que se identifican con la CONAIE, la ECUARUNARI, la FENOCIN y otros membretes tratan de bloquear la Asamblea Nacional (antiguo Congreso) y de imponer sus puntos de vista, en un par de artículos de la nueva Ley de Aguas.

Los indígenas, en varios sectores viales del país, han interrumpido el tránsito de vehículos. Y en Quito, pequeños pero muy activos y agresivos grupos estudiantiles, tratan de generar el caos, la violencia en las calles, en rememoración de viejos tiempos, en los cuales la protesta estudiantil se había convertido en parte del paisaje urbano.


En el 2003, luego del fallido golpe contra Hugo Chávez, sindicalistas adueñados de PDVSA, el principal consorcio hidrocarburífero de ese país, desataron una huelga y paralización nacionales que estuvieron a punto de colapsar a ese gobierno; es decir, sectores de la autodenominada izquierda por poco logran consolidar lo que no pudieron las cámaras de la producción, los sectores plutocráticos, esa burocracia resentida, desde luego, con el auspicio económico, político y “estratégico” de cuadros y agentes de organismos imperiales como la USAID, la NED, la SIP-CIA.
“Curiosamente” estas movilizaciones populares (porque participan pequeños pero muy activos grupos ciudadanos) se empeñan en combatir a los gobiernos progresistas de Venezuela, Bolivia y Ecuador; y lo hacen pregonando tesis de izquierda. De manera que darían la sensación de que luchan contra gobiernos “dictatoriales” de derecha, disfrazados de revolucionarios.

*¿Solo hay indios revolucionarios? *
En el Ecuador, estos sectores tildan al Presidente Correa de “neoliberal” ya que según ellos no ha hecho nada por la revolución ciudadana. Si hacemos un escueto recuento de lo que ha ocurrido “país adentro” en estos tres años de gobierno de la revolución ciudadana, encontraremos que hemos avanzado en algunos frentes (educación, salubridad, vivienda, fomento agroindustrial, etc.); pero, “la larga noche neoliberal sigue viva” y los grandes medios de comunicación, en plena guerra contra cualquier intención de cambios profundos.

Hace años, Miguel Lluco, uno de los dirigentes históricos de la CONAIE (fue asistente de Monseñor Leonidas Proaño, el obispo de los indios) sentenció una gran verdad política, cuando dirigentes de este movimiento indígena, en el gobierno de Lucio Gutiérrez, comenzaron a mostrar claros síntomas de oportunismo y corrupción (Antonio Vargas, otro dirigente “histórico” terminó de ministro de Bienestar Social de ese gobierno, que se declaró el mejor aliado de Bush hijo): “Así como hay indios buenos, hay indios malos” Él no se incluyó ni en los unos ni en los otros pero terminó de fideicomisario nada menos que de Fernando Aspiazu, el único banquero que no alcanzó a huir a los Estados Unidos y que fue sentenciado a largos años de prisión por los delitos que ocasionaron al país durante el gobierno del demócrata cristiano Jamil Mahuad.

Para no pocos ecuatorianos y ecuatorianas, del sector de izquierda sincero y consciente, la organización política indigenista no podía ser de una sólida posición de izquierda. Siempre ha sido evidente que, pongamos el caso, un indígena de Otavalo (Provincia de Imbabura) que es un pequeño industrial textil o un comerciante de sus propios productos, al que se lo puede encontrar en mercados populares del mundo entero (Europa., Estados Unidos, América Latina) no podía estar en la misma posición de clase con un indígena del Cañar o del Chimborazo, que en realidad ha tenido, él y su familia, una vida miserable, sujeto a la más vil explotación y sin derechos.


Ello explica parcialmente lo que ha venido ocurriendo en este último decenio, al interior del movimiento indígena. Líderes que se los estimaba muy firmes, ideológicamente, hoy están en posiciones abiertamente de derecha. Auki Tituaña, economista graduado en Cuba, Alcalde del Cantón Cotacachi (uno de los primeros líderes indígenas que llegó a una posición semejante) de pronto (2006) apareció en posiciones de la derecha recalcitrante. ¿Por qué?

Aseguran quienes conocen el caso que Tituaña “sucumbió” a los cantos de sirena que le tendió la ultra derecha socialcristiana ofreciéndole una precandidatura vicepresidencial, al lado del “líder” Jaime Nebot, otrora el “delfín” del socialcristianismo que ha tenido que contentarse como alcalde de Guayaquil. Otros dicen que Tituaña pretendió eternizarse en la alcaldía de Cotacachi pero que su propia “raza” le dio la espalda en la última elección, que la perdió. En todo caso, Auki, junto a dirigentes como David Tenesaca (que comanda Ecuarunari), Lourdes Tibán, los Cholango, y otros, han dado un giro hacia la derecha que es lógico aunque preocupante.

El caso de Marlon Santi, el joven presidente de la CONAIE, tiene sus propias características. Proviene del sector de los llamados pueblos marginales del Oriente ecuatoriano (algunos viven en zonas selváticas, aislados de todo contacto con el exterior) pero, él mismo y su familia son de sectores semicitadinos y han tenido acceso a los beneficios de la civilización “occidental y cristiana”. A pesar de que Santi y otros líderes indígenas respaldaron la nueva Constitución, su actitud ha sido crítica frente al gobierno de la revolución ciudadana en demanda de “conquistas” que se salen del libreto.

En el fondo, lo que se percibe en este personaje y en su grupo es un claro matiz oportunista, una herencia “natural” de su antecesor, Antonio Vargas.

Al parecer estos jóvenes dirigentes indígenas advirtieron que, siendo muy justas sus luchas y sus reivindicaciones, especialmente sociales y económicas, podían maniobrar para hacerse de posiciones y dirigencias que puede asegurarles algunos frentes que les daría un poder político y económico presente y futuro.
No de otra manera se puede entender que, por ejemplo, a pesar de que el proyecto de ley que discute la Asamblea Nacional reconoce no pocas conquistas en lo que al manejo del agua se refiere, sin embargo, han enfilado contra la mayoría asambleista, han cercado y copado sus instalaciones y se proponen bloquearla a viva fuerza, sino se introducen unos cambios que les daría, en la práctica, un control absoluto sobre el liquido elemento.

¿Será que ellos se proponen imponer un espíritu de estricta justicia entre todos quienes tenemos necesidad de ese elemento vital; o que, olvidándose que Ecuador es un país eminentemente criollo (mestizo), pretenden el control del agua para satisfacer pequeñas o grandes rivalidades o para lograr “conquistas” que les beneficie solo a ellos?

En este tinglado, no podía faltar el Movimiento Popular Democrático (MPD) un partido político que se declaró heredero del viejo y ya desaparecido Partido Comunista del Ecuador (PCE) desaparecido desde hace años, en la práctica. El MPD se consolidó en el sector fiscal de profesores agrupados en la UNE y en las universidades públicas, especialmente la Universidad Central del Ecuador, otrora el mayor y y mejor centro de estudios universitarios.

El Gobierno de Rafael Correa le ha desbaratado los dos frentes. Y eso no lo pueden perdonar. Por ello, han comenzado a hacer presencia en las calles que para eso cuentan con “bases” entre profesores y alumnos de colegios fiscales. Y pues, la alta dirigencia ha consolidado un pacto con el sector oportunista de la CONAIE.
Viéndolo bien, el discurso mediático y político en América Latina ha cambiado de estrategia. Ahora se combate a muerte a los gobiernos que aparecen como “dísolutivos” desde posiciones de izquierda. Es decir, la vieja derecha, local e internacional, que ha tenido reiterados fracasos en varios países, se encubre ahora en una retórica izquierdista y se vale de estos grupos violentos para combatir a los gobiernos que, desde la democracia representativa (que la derecha ultramontana creía que había descubierto y establecido un sistema “democrático y libre” pero al servicio del sistema imperante) pretenden cambios estructurales, pero en paz y legalidad.

Un tal Hugo Chávez, un Evo Morales, un Rafael Correa, un Daniel Ortega y hasta una Cristina Fernández, precisamente desde la democracia representativa pretenden introducir cambios, trastornar el “orden y la ley” cobrarles impuestos y deudas a los eternos morosos del Estado, denunciar al imperialismo y sus secuaces, impedir que los ricos sigan siendo más ricos y los pobres más pobres. Y eso no lo pueden admitir ni tolerar así tengan que aliarse con sus antiguos enemigos de clase.
En el Ecuador, es difícil explicar, peor comprender, por qué la CONAIE (la más grande agrupación indígena), otrora —por los años 90— un frente claramente de izquierda, de lucha, de reivindicaciones sociales largamente conculcadas desde la conquista española y en buena parte de la república, está hoy, frente al Gobierno Correa, enfrentándole, tratando de bloquearlo, de intimidarlo y de ponerlo contra las cuerdas.

Por supuesto un análisis periodístico sobre el tema no da para una explicación más a fondo de lo que ocurre en nuestros países, con estos grupos autodenominados de izquierda, pero que arremeten contra gobiernos progresistas que, sin llegar a una revolución como la que hizo Cuba (1959), pretenden sin embargo introducir “democráticamente” esas reformas, que por lo menos le lleven a sus pueblos a una posición menos inequitativa, menos discriminatoria, menos absurda.

Pero no queda duda respecto de que la vieja y corrompida derecha, que sigue viva y poderosa a pesar de las derrotas de los últimos tiempos, está recurriendo a grupos supuestamente también de izquierda para pretender, por lo menos, interrumpir estos procesos de cambio. Y en ello colaboran “desde dentro” esos “mandos medios” que permanecen enquistados en esferas gubernamentales y que se encargan de tergiversar o por lo menos de neutralizar cualquier intento serio de transformaciones
Los medios sipianos (de la SIP) desde luego siguen jugando su papel en esta conjura. Hace poco, salió a la luz pública que dirigentes de la CONAIE habían tenido conversaciones con la autodenominada Junta Cívica de Guayaquil; un club exclusivo que, en palabras llanas, representa lo más selecto de la aristocracia guayaquileña, esa gente que ha sido identificada con el mote genérico de “pelucones”. ¿De qué hablaron?, ¿en qué se pusieron de acuerdo?.

Del lado de la CONAIE, desde luego, hubo aclaraciones y contra aclaraciones pero no pudieron negar que “fue una conversación entre iguales” y que los dirigentes indígenas que participaron en el convite, “no representaban oficialmente a la organización indígena” Del lado de la Junta Cívica, en cambio, no solo ratificaron el conversatorio sino que aportaron con fotografías y datos, muy medidos. Dijeron que habían conversado “entre iguales” sobre temas políticos y la “preocupación mutua” de a dónde caminaba el gobierno de Correa especialmente contra “la democracia y la libertad”.

Atando cabos no tan sueltos recordamos que, a raíz del la toma de la Asamblea la semana pasada, Marlon Santi (que por supuesto la comandó desde “posiciones estratégicas”) dijo muy suelto de huesos: “Estamos preparados para aguantar 15 días o los que sean necesarios pero nosotros no vamos a permitir que la Asamblea apruebe el texto de la ley del agua como está".

Eso significa que cuentan con recursos (¿dinero de por medio?) para la movilización de cientos indígenas que vengan a relevar a sus pares sitiadores, alimentación antes, durante y después del asedio. Y me recuerda que, cuando el asedio al Congreso de Jamil Mahuad (2000) “se descubrió” que un alto jefe militar, muy ligado a los sectores de la ultra derecha, “financiaba” el transporte de indígenas y comestibles a la ciudad de Quito a fin de que “aguanten” los días que sean necesarios.

Y hay que recordar también que ese episodio terminó con la defenestración de Mahuad ya que Lucio Gutiérrez, un coronel del ejército de los servicios de inteligencia militar, “plegó” al paro, respaldó el ingreso de los asediadores al Congreso y luego se tomaron el Palacio de Gobierno (Carondelet) y crearon una Junta de Gobierno de la que formó parte Antonio Vargas como líder del movimiento indígena. Solo que esta Junta duró ni dos horas ya que el general que la presidía, terminó entregando el poder a sus congéneres, en el Ministerio de Defensa; y desde ahí se articuló la “posesión” de Gustavo Noboa, el vicepresidente.

No hay que olvidar tampoco que Noboa fue ratificado por el Congreso, en Guayaquil, luego de que el expresidente León Febres Cordero (a quién acusaban de ser el dueño del país) declaró “indignado” que si la Junta de Vargas pretendía seguir al mando del país, “él declaraba la independencia de Guayaquil” —una vieja aspiración precisamente de la Junta Cívica.
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* Periodista.*
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