Adolfo Carbonay
#Bolivia | Editorial | Ojo Critico
Señor lector siéntese cómodo un momento por favor. Pongamos las ideas en orden.
A ver, señoras y señores… ayer 17 de agosto hubo elecciones en Bolivia. Ganó Rodrigo Paz Pereira, sí, sí, muy lindo, felicidades, pero hoy no estamos para hablar del ganador. No. Hoy toca hablar del verdadero protagonista: ¡Luis Alberto Arce Catacora El Gran Perdedor!:
El hombre que logró lo que ni los gringos, ni la CIA, ni los pititas, ni adversarios políticos pudieron haber hecho: «destruir al MAS desde adentro».
Porque claro, recordemos: este señorito no llegó al poder porque era el favorito de nadie. Nadie dijo «qué brillante ese Lucho Arce, qué estadista, qué genio económico». No, llegó porque Evo Morales lo puso de candidato, porque estaba en la papeleta azul. «Si Luis Arce no hubiera estado en la sigla del MAS al lado de su foto, ni haber tenido el apoyo de Evo, no lo votaba ni su perro»
Pero ahí empezó su novela: gana gracias al voto de Evo, y a los cinco minutos se pelea con Evo. ¡Clásico! Es como que te inviten a almorzar, te comas el plato entero y después le escupas en la cara al cocinero. Eso hizo Lucho: «escupió en el plato del que comió».
¿Y qué vino después? ¡La crisis! Primero, no había dólares. Después, no había gasolina. Luego, tampoco diésel. La gente hacía colas más largas que las de la verbena del 16 de julio, pero no para bailar, ¡sino para llenar el tanque del coche!.
No contento con eso Luis Arce pone como cereza al pastel, decide pelearse con su propio partido. El hombre inventó la autodestrucción política de su gestión y la de su partido.
Y ojo, no solo se peleó con Evo, ¡le robó la sigla! Sí, como ladrón de barrio que te roba la bicicleta, Arce se quedó con las letras M-A-S y le dijo a Evo: «Ya no eres candidato, Evo lindo». ¡Ni Judas fue tan creativo con la traición!
Pero esperen, que hay más. El valiente presidente, que no tuvo agallas para levantar los subsidios, decidió lavarse las manos y preguntar en referéndum si el pueblo quería pagar más por la gasolina. ¡Cobarde! «Era tu trabajo, Luis eras presidente, era tu deber hacerlo, no el de la señora que vende api en la esquina».
Y mientras el país se incendiaba, ¡sus hijitos felices! Créditos millonarios, negociados, el banquete familiar. Porque si algo nos enseñó Arce, es que la «revolución» empieza por la billetera de los hijos.
¿El resultado de todo este circo? Pues ayer lo vimos: su títere, Eduardo del Castillo, con la sigla robada del MAS, sacó apenas un 3%. ¡Tres por ciento! ¡El MAS que en 2020 había sacado 54%! ¡Perdieron más del 50% del voto en cinco años! Ni la inflación subió tan rápido como cayó el MAS. ¡Récord Guinness! Gracias Luis.
Así que, don Luis Arce, de todo corazón: felicidades. Se ganó usted el Premio al Mejor Traidor de la Política. No hay estatua que le alcance, no hay medalla que lo describa. Usted fue la catástrofe perfecta: traidor, alcahuete, cobarde, corrupto… con corbata y traje prestado.
Luis Arce Catacora: usted no solo arruinó al MAS, dejo un legado de: gasolina escasa, colas infinitas, inflación desatada… y un partido como el MAS en «terapia intensiva».
Brindemos todos por este hombre que transformó que paso de revolucionario a una bufón barato de la Plaza San Francisco de La Paz.
¡Adiós traidor! 👏
cc/rrp/Editorial
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