Resumen Latinoamericano
La actual campaña electoral, con todo y el esfuerzo de los candidatos por adelantarla y arrancar pese a los obstáculos legales, se ha visto como demasiado plana y sin atractivos especiales. No ha surgido una figura capaz siquiera de despertar la polémica intensa, no digamos el interés de los ciudadanos para participar en forma más directa. En medio de propuestas casi todas uniformes, basadas en la corrección política que plantea un electorado de tinte conservador que no espera ni pretende grandes cambios, el tono de la oferta electoral se diferencia más por la forma en que se dicen las cosas que por lo que realmente se dice.
Todo ello ha cambiado abruptamente en los últimos días con el surgimiento de la candidatura de Rigoberta Menchú que tras haber naufragado en Encuentro por Guatemala, parece abrirse camino en la URNG y con el concurso de otros partidos pequeños que la ven como la tabla salvadora para asegurar su subsistencia. Rigoberta Menchú no pasa desapercibida, tiene una extensa cobertura en los medios y su presencia en el escenario abre un espacio que se ha mantenido cerrado para los indígenas y, en términos más amplios, para sectores que no son tan conservadores pero que han carecido del liderazgo para expresarse y aglutinarse.
El gran afectado por el surgimiento de la candidatura de Rigoberto Menchú tendrá que ser Álvaro Colom, quien se ha tratado de posicionar como un candidato socialdemócrata muy "light" que ahora tendrá frente a sí un discurso más a la izquierda que resaltará la ausencia de discurso ideológico en la propuesta de la UNE. Colom era una especie de recolector de votos de las fuerzas progresistas por pura inercia, puesto que tras su participación con la URNG en el pasado quedó como el único con algún resabio de cambio y renovación. Pero el surgimiento de la candidatura de Rigoberta Menchú lo sitúa en su verdadera dimensión ideológica, disputando el voto de la derecha con Pérez Molina, Giammattei y compañía.
Puede decirse ya que esta campaña tiene un antes y después que será importante en el análisis. Antes de Rigoberta y después de su postulación, si es que se llega a concretar, porque definitivamente cambia el escenario y abre nuevas posibilidades. La posibilidad de un triunfo en primera vuelta se esfuma, definitivamente, y nadie puede asegurar que pueda ocurrir para una segunda vuelta en la que no sería impensable una alianza entre el oficialismo y las fuerzas de Rigoberta Menchú que son, por supuesto, viejos conocidos que ya saben lo que es trabajar juntos.
Una campaña que se vislumbraba sosa, carente de propuesta y de debate porque todos iban a ofrecer lo mismo dentro de la corrección política, recibió una fuerte dosis de sal, de chile y pimienta para darle sabor al caldo. El debate ahora será distinto y, por supuesto, surgirán temas diferentes.
La actual campaña electoral, con todo y el esfuerzo de los candidatos por adelantarla y arrancar pese a los obstáculos legales, se ha visto como demasiado plana y sin atractivos especiales. No ha surgido una figura capaz siquiera de despertar la polémica intensa, no digamos el interés de los ciudadanos para participar en forma más directa. En medio de propuestas casi todas uniformes, basadas en la corrección política que plantea un electorado de tinte conservador que no espera ni pretende grandes cambios, el tono de la oferta electoral se diferencia más por la forma en que se dicen las cosas que por lo que realmente se dice.
Todo ello ha cambiado abruptamente en los últimos días con el surgimiento de la candidatura de Rigoberta Menchú que tras haber naufragado en Encuentro por Guatemala, parece abrirse camino en la URNG y con el concurso de otros partidos pequeños que la ven como la tabla salvadora para asegurar su subsistencia. Rigoberta Menchú no pasa desapercibida, tiene una extensa cobertura en los medios y su presencia en el escenario abre un espacio que se ha mantenido cerrado para los indígenas y, en términos más amplios, para sectores que no son tan conservadores pero que han carecido del liderazgo para expresarse y aglutinarse.El gran afectado por el surgimiento de la candidatura de Rigoberto Menchú tendrá que ser Álvaro Colom, quien se ha tratado de posicionar como un candidato socialdemócrata muy "light" que ahora tendrá frente a sí un discurso más a la izquierda que resaltará la ausencia de discurso ideológico en la propuesta de la UNE. Colom era una especie de recolector de votos de las fuerzas progresistas por pura inercia, puesto que tras su participación con la URNG en el pasado quedó como el único con algún resabio de cambio y renovación. Pero el surgimiento de la candidatura de Rigoberta Menchú lo sitúa en su verdadera dimensión ideológica, disputando el voto de la derecha con Pérez Molina, Giammattei y compañía.
Puede decirse ya que esta campaña tiene un antes y después que será importante en el análisis. Antes de Rigoberta y después de su postulación, si es que se llega a concretar, porque definitivamente cambia el escenario y abre nuevas posibilidades. La posibilidad de un triunfo en primera vuelta se esfuma, definitivamente, y nadie puede asegurar que pueda ocurrir para una segunda vuelta en la que no sería impensable una alianza entre el oficialismo y las fuerzas de Rigoberta Menchú que son, por supuesto, viejos conocidos que ya saben lo que es trabajar juntos.
Una campaña que se vislumbraba sosa, carente de propuesta y de debate porque todos iban a ofrecer lo mismo dentro de la corrección política, recibió una fuerte dosis de sal, de chile y pimienta para darle sabor al caldo. El debate ahora será distinto y, por supuesto, surgirán temas diferentes.
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