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sábado, junio 23, 2007

II Republica: Los vencedores de Negrin-II

Llegada a Madrid para tomar posesión del comisariado del ejercito del centro. Mi primera entrevista con el coronel D.Segismundo Casado.

Edmundo Domínguez Aragonés.
Editorial: Roca.

Cuando llegue a Madrid, al final del mes de diciembre de 1938 y después de una ausencia de varios meses, encontré muy cambiada la fisonomía política de la ciudad.
Me habían precedido un ambiente de descrédito y de desconfianza.

La destitución de Fernando Piñuela1 había constituido un suceso apasionante que llego a quebrantar la disciplina.

1. Fernando Piñuela, de filiación socialista. Fue elegido diputado para las Cortes Constituyentes. Catedrático. Alcalde de la capital de Murcia. Comisario inspector del Ejercito del Centro.

Indalecio Prieto, siendo ministro de Defensa, destituyo al comisario Antón, de significación comunista, que fue quien primeramente ejerció este cargo en dicho ejercito.

Fernando Piñuela fue destituida por el Comisario general Osorio Tafall, y esta destitución produjo una cuestión política muy enconada.

El Partido Socialista creyó ver en la separación del cargo de inspector del Ejercito del Centro a Fernando Piñuela como una maniobra del Partido Comunista, y exigió su reposición en el cargo. Pero abierta una información en la que participaron personas ajenas a uno y otro partido, se pudo probar que su actuación como comisario de un ejercito no la cumplió como exigía el deber de obediencia a sus superiores, puesto que incurrió en desacato al comisario del Grupo de Ejércitos y al Comisario general, a cuyas causas principalmente obedeció su destitución.

Muchos comisarios del Ejercito del Centro, los de tendencia socialista, no habían recatado su adhesión a Piñuela, y su hostilidad al ministro de Defensa por esta distinción de que me había hecho objeto.

Hubo reuniones en las que se propuso la dimisión colectiva de todos los comisarios socialistas. Para poder llegar a esta resolución no dejo de utilizarse la critica mas dura y punzante contra el jefe del Gobierno.
Los enemigos del Comisariado se frotaban las manos de gusto.

Con razón esperaban que estos propósitos, llevados a cabo hasta el fin, darían por resultado la desaparición de esta institución y el quebrantamiento del Gobierno Negrin.
También se atribuía esta destitución a imposición de los comunistas.

En el concierto de los enemigos del Gobierno, del Comisariado y de la continuidad de la guerra, cada fracción sacaba su provecho y atizaba la discordia desde el punto de vista de su conveniencia particular.

Se me atribuían relaciones y pactos con los comunistas, y mi designación fue recibida con indignación por unos y con alegría por otros, sin que en el momento de mi llegada, al tomar posesión del Comisariado del Ejercito del Centro, pudiera medir con exactitud, en que sector estaban la mayoría de los descontentos o de mis partidarios.

Desde hacia unos días el Comisario general2 Ossorio Tafall estaba en Madrid, esperándome para hacer mi presentación oficial.

2 Bibiano Osorio Fernández-Tafall. Miembro destacado de Izquierda Republicana. En los primeros años de la Republica fue subsecretario de Trabajo; después, cuando se produjo la sublevación militar, ocupo la subsecretaria del Ministerio de la Gobernación,. Catedrático. Director del diario de su partido Política, editado en Madrid. En 1938 sustituyo a Julio Álvarez del Vayo como Comisario general del Ejercito de Tierra.

Además de este propósito, tenia el de celebrar una Conferencia de Comisarios, para señalar nuestras funciones dentro del Ejercito y dar una orientación general.
Una feliz coyuntura para mi, puesto que en esta conferencia, por los temas y por las intervenciones, me seria fácil situar bien el estado de opinión de los que iban a ser mis subordinados.

La conferencia se celebro sin que en aquella fecha hubiera tomado posesión de mi cargo.
Asistí e intervine ligeramente en ella, solamente para saludar a los comisarios como compañero y jefe.
Fue una exposición continuada de ataques a las actividades de los comisarios, jefes y activistas comunistas, en cuya critica coincidían los comisarios anarquistas y los socialistas.

Los comisarios comunistas tuvieron poco defensores y además estuvieron desafortunadas en sus intervenciones.
Jesús Hernández,3 el comisario de la Agrupación de Ejércitos, a quien de manera mas directa afectaban la criticas, pronuncio un extenso discurso que no logro, a pesar de su extensión, producir un efecto decisivo.

Quien pudo atraer toda la atención y domino la situación fue nuestro Comisario general Osorio Tafall, que delimito con claridad la misión de los comisarios cerca de cada jefe militar y señalo unas orientaciones basadas en el ejemplo de sacrificio y abnegación del Comisariado, y en las garantías que para la guerra tenia su trabajo político, base para mantener la moral y la disciplina en el ejercito, remarcando por ultimo los propósitos del Gobierno de reconocer y recompensar estos meritos.
3 Jesús Hernández. Perteneciente al Partido Comunista.Pintor. Fue ministro de Instrucción Publica de 1936 a 1938, en que hubo una modificación ministerial, quedando separado del Gobierno, y entonces se le designo Comisario general del Grupo de Ejércitos de la Zona Centro-Sur

Incidentalmente explico los motivos en que había fundado la razón para destituir a Fernando Piñuela.
Estos motivos fueron: su mal trabajo político, haber permitido que se hiciera campaña de descrédito contra el Gobierno, su desobediencia. Osorio aseguro que ninguna fracción política le había inspirado el salir en defensa del fuero de la disciplina y del buen trabajo del Comisariado.

A pesar de tan rotundas declaraciones, esta destitución siguió sirviendo de tema a los que combatían al Gobierno como un hecho realizado por iniciativa de este y como un acto vengativo del mismo.

Procure, en mis primeros pasos, despejar toda desconfianza, rodeándome de comisarios socialistas sin necesidad de destituir a nadie ni modificar el aparato del Comisariado, como una demostración de mis propósitos conciliadores.
No fue bien agradecida esta actitud, y sobre todo no me fue provechosa, pues incluso mi ayudante no me sirvió con la lealtad a que la obligaba mi confianza.

Trate de demostrar que mis intenciones no eran otras que mantener la moral y la disciplina sin partidismos políticos, sirviendo de sedante a las pasiones, dominándolas hasta hacerlas desaparecer.Pero el enrarecimiento político de Madrid impedía conseguir este resultado fácilmente.

El coronel Casado4, jefe del Ejercito del Centro, cerca del cual tenia que cumplir mi misión, estaba en cama.
En la primera visita que le hice a mi llegada, en el observe una preocupación por justificarse ante mi como hombre independiente y sin partido, con el interés supremo puesto al servicio de la Republica.
4. Segismundo Casado. Militar profesional. Perteneciente al Arma de Caballería. No se les conoció que perteneciera a ninguna partido político. Desde luego, estaba muy unido a los elementos de la Confederación Nacional del Trabajo.

Yo soy un militar que solo tiene el deber de respetar al Gobierno y obedecerle-y añadía-: ya ves, tan pegado estoy a este deber, que otro en mi caso, con una ulcera que le atraviesa las entrañas, tendría pretexto para abandonarlo todo y procurar por su salud. Yo no-afirmaba con energía-. Este Madrid me ha sido confiado, y le defenderá o moriré defendiéndole. Si me marchara, se diría que soy un cobarde.

Al exponerlo yo mi plan de trabajo, asintió.
-No te oculta-me dijo sonriendo, dando a sus palabras un sentido de confianza- que me han hablado mal de ti.

-¿Cómo mal?- le pregunte en tono de broma.
-Mal, en el sentido de que creen que estas muy influenciado por los comunistas.
-Están equivocados-le conteste y añadí:
-Quiero, sin embargo, hacerte una afirmación. No estoy influenciado, lo que sucede es que yo no soy anticomunista.
-Ni yo-me atajo rápido-. Me parece un buen partido que ha dado mucho a la guerra. Aquí han estado Delicado y Dieguez5 a quienes he confirmado esta opinión.
5.Manuel Delicado. Miembro del Comité Central del Partido Comunista.
Isidoro Dieguez. Secretario del Comité Provincial de Madrid, del Partido Comunista.

-Puedes estar tranquilo por mi parte-le dije-. Nada permitiré dentro del ejercito que no daba hacerse, pero no me sumare por pasión política a quien le combata.
-Conformes. Creo que nos entenderemos.
-Así lo espero-repuse.

Seguimos hablando acerca de todos los aspectos de la guerra y de la política, intentando cada uno averiguar la impresión que del otro merecía su posición.
Me pareció muy interesante en que se apreciaran sus preocupaciones y desvelos por la situación de Madrid, que padecía la inseguridad del abastecimiento.

Insistía con demasiada frecuencia sobre los sufrimientos de la población civil y sus posibles remedios.
Muy pagado de si mismo, enumeraba con detalles prolijos todas las gestiones que llevaba hechas para encontrar víveres y leña para los madrileños.
-Pero bueno-le interrumpí en el curso de su relato-Y el Ayuntamiento ¿Qué hace? La mayor parte de los problemas que me enumeres son obligaciones suyas.

-El Ayuntamiento hace muy poco, o porque no puede, o porque no quiere. Si no fuera por los camiones que le presto no tendríamos ni pan siquiera.
-Pero ¿no tienes materiales?-pregunte extrañado.

-Nada. Tu sabes lo que engulle Madrid. Además me da mucha pena la gente que no come. ¡Esos niños! ¡Esas mujeres! Se me clavan en el alma. No quiero que a mi retaguardia, un día, esta población se levante y protesta.
Yo no podría tolerarlo y no tendría mas remedio que ser inflexible con gentes que al fin y al cabo, su única falta es cansarse de padecer hambre.

-He de advertirte-le manifesta-que a pesar de lo que de Madrid se dice, en las provincias la vida es mas dura. Madrid tiene en este aspecto un trato de favor. No os falta pan y, aunque poco, algo que comer. El poder de atracción de Madrid hace que las provincias se sientan generosas, y que el Gobierno mantenga una atención preferente hacia el.
-Si claro-me contesto-. Como que si Madrid se pierde, se ha perdido todo lo que nos queda que perder.
Derivamos nuestras impresiones hacia la moral del pueblo de Madrid y las actividades de los partidos políticos.
-Madrid ya no es como mucha gente cree-me informo-. Es muy distinto al de noviembre del 36.

-Eso lo comprendo-exclame-. Dos años de guerra producen fatiga y el espíritu de sacrificio se agota.
-No es solo eso-añadió-. Las fuerzas políticas no tienen misma cohesión-
-¿Cómo va el Frente Popular?-le pregunte.

Mal, sin acción, y creo que sin estar de acuerdo.
-Le haremos que trabaje y que mueva la opinión-propuse.
-Si, pero que no hagan lo que hicieron en el ultimo año que celebraron. Fue poca gente porque no tienen acierto para elegir oradores. Para que veas que todo lo observo-me dijo como una muestra de sagacidad-hace pocos días, con motivo del aniversario de la muerte de Pablo Iglesias, se celebro un acto al que no acudieron mas de trescientas personas. La gente se cansa de oír siempre lo mismo.

Me replegué en mis recuerdos, y la conteste:
-Hace unos días, también se celebro otro acto en el Monumental y se lleno el teatro.
-¡Ah! Si. Es que los comunistas movilizan a toda su gente y la obligan a ir-me replico.
Después de una pausa explico:
-En esto, tengo que reconocerlo, llevan mas gente, seleccionan mejor y organizan las cosas muy bien.

-Eso es todo-añadí-. Ya veremos. Si el Frente Popular no se mueve, haremos que lo haga. Pues conviene que la propaganda sea frecuente y tenga un valor general y no de partido.
De esta primera conversación Salí convencido de que este hombre tenia una secreta intención, cuyo fin no se me alcanzaba. Me pareció únicamente que exageraba sus meritos para hacerse valer, y obligarle al Gobierno a otorgar su ascenso.

Nos despedimos como buenos amigos, deseándole yo su pronta mejoría, y el manifestándome una satisfacción demasiado reiterada para parecerme realmente sincera.

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