Fernando Repiso
Carlos I de España aspira a un Imperio Universal y nada le obstaculiza en sus ambiciosos propósitos. Hasta conseguir la Corona Imperial de Alemania pondría en juego toda la clase de artificios, y para atender los gastos que el nuevo gobierno supondría llego a solicitar a las Cortes españolas una subvención de 200 millones que le fue negada gracias al acuerdo tomado por los diputados andaluces y castellanos en las sesiones celebradas en Santiago y La Coruña. Pero las preferencias que el monarca mostró por los consejeros traídos de los Países Bajos, a los que concedió todo tipo de poderes en el Gobierno, vendrían a encender numerosas quejas que terminarían en graves acontecimientos.
Por estas razones se inicio la guerra civil conocida por la de los Comuneros, puesta en marcha en Toledo por la pequeña nobleza castellana y parte de la burguesía contra los planes extranjerizantes del monarca y las de
svergonzadas y absolutistas manera de los consejeros flamencos. Los Comuneros de Castilla encontrarían apoyo en Andalucía, que no dudo en alzarse contra la injusticia una vez mas. Las ciudades de Alhama, Guadix, Úbeda, Jaén, Baeza, Córdoba y Sevilla secundarían la acción a favor de las comunidades castellanas, al mismo tiempo y por idénticas razones que las revueltas de Valencia y Baleares, origen este de las reivindicaciones nacionalistas de las clases medias e intelectual de Levante.
La insurrección en Sevilla tomo grandes dimensiones puesto que pasaron de cien los caballeros agrupados en torno al Duque de Arcos, que dirigió la conspiración. De entre estos se destacaron los hermanos Francisco y Juan de Figueroa, Luís Medina, el Conde de Ureña, que estuvo al frente de las tropas de Antequera, y el hermano del Duque de Arcos que lo haría con las fuerzas de Jerez y de gobierno del emperador Carlos estaba bajo el mando del Duque de Medina Sidonia, que para mas coincidencia era enemigo personal del de Arcos.
Los sublevados llegaron a tomar el Alcázar de Sevilla con mas de 1.000 hombres armados y dispuestos a defender la posición al precio que fuera necesario, pero el mayor numero de atacantes inclino el triunfo a favor del de Medina Sidonia, quedando Juan de Figueroa-principal dirigente de los o
cupantes del Alcázar- solo frente al enemigo. Las tropas de Medina Sidonia habían conseguido la adhesión de los transeúntes y muchos ciudadanos, que lucharon no contra la causa del de Arcos, sino por desalojar un edificio tan estimado por todos.
El levantamiento en Córdoba seria igualmente sofocado a manos de un cuerpo de aristócratas armados, entre los cuales se destacaron los de las casas Fernández de Córdoba y Méndez de Sotomayor, que reunidos en La Ramblas-Córdoba- en Febrero de 1521, deciden constituir la Real y Santa Confederación, autentico cuerpo represivo a sueldo y servicio de los grandes terratenientes, acordando jurar fidelidad al emperador Carlos y luchar contra los simpatizantes del movimiento comunero.
Carlos I de España aspira a un Imperio Universal y nada le obstaculiza en sus ambiciosos propósitos. Hasta conseguir la Corona Imperial de Alemania pondría en juego toda la clase de artificios, y para atender los gastos que el nuevo gobierno supondría llego a solicitar a las Cortes españolas una subvención de 200 millones que le fue negada gracias al acuerdo tomado por los diputados andaluces y castellanos en las sesiones celebradas en Santiago y La Coruña. Pero las preferencias que el monarca mostró por los consejeros traídos de los Países Bajos, a los que concedió todo tipo de poderes en el Gobierno, vendrían a encender numerosas quejas que terminarían en graves acontecimientos.
Por estas razones se inicio la guerra civil conocida por la de los Comuneros, puesta en marcha en Toledo por la pequeña nobleza castellana y parte de la burguesía contra los planes extranjerizantes del monarca y las de
svergonzadas y absolutistas manera de los consejeros flamencos. Los Comuneros de Castilla encontrarían apoyo en Andalucía, que no dudo en alzarse contra la injusticia una vez mas. Las ciudades de Alhama, Guadix, Úbeda, Jaén, Baeza, Córdoba y Sevilla secundarían la acción a favor de las comunidades castellanas, al mismo tiempo y por idénticas razones que las revueltas de Valencia y Baleares, origen este de las reivindicaciones nacionalistas de las clases medias e intelectual de Levante.La insurrección en Sevilla tomo grandes dimensiones puesto que pasaron de cien los caballeros agrupados en torno al Duque de Arcos, que dirigió la conspiración. De entre estos se destacaron los hermanos Francisco y Juan de Figueroa, Luís Medina, el Conde de Ureña, que estuvo al frente de las tropas de Antequera, y el hermano del Duque de Arcos que lo haría con las fuerzas de Jerez y de gobierno del emperador Carlos estaba bajo el mando del Duque de Medina Sidonia, que para mas coincidencia era enemigo personal del de Arcos.
Los sublevados llegaron a tomar el Alcázar de Sevilla con mas de 1.000 hombres armados y dispuestos a defender la posición al precio que fuera necesario, pero el mayor numero de atacantes inclino el triunfo a favor del de Medina Sidonia, quedando Juan de Figueroa-principal dirigente de los o
cupantes del Alcázar- solo frente al enemigo. Las tropas de Medina Sidonia habían conseguido la adhesión de los transeúntes y muchos ciudadanos, que lucharon no contra la causa del de Arcos, sino por desalojar un edificio tan estimado por todos.El levantamiento en Córdoba seria igualmente sofocado a manos de un cuerpo de aristócratas armados, entre los cuales se destacaron los de las casas Fernández de Córdoba y Méndez de Sotomayor, que reunidos en La Ramblas-Córdoba- en Febrero de 1521, deciden constituir la Real y Santa Confederación, autentico cuerpo represivo a sueldo y servicio de los grandes terratenientes, acordando jurar fidelidad al emperador Carlos y luchar contra los simpatizantes del movimiento comunero.
Algunos amotinados fueron ahorcados y otros desterrados. Pero la lección de Andalucía siempre contra la injusticia, se había vuelto a repetir. La guerra de los Comuneros de Castilla termino con la derrota de Villamar, comenzando con ello la decadencia del ideal nacionalista castellano y siendo sepultadas las esperanzas de libertad.
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