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viernes, febrero 10, 2012

Nuestra confrontación con el trotkismo

Partido de la Liberación de Argentina
NOTA EXPLICATIVA
La primera parte ("Marxismo-leninismo o trotskismo")recoge una conferencia que dí en noviembre de 1987. No fue modificada a la hora de su impresión en "Cuadernos Revolucionarios"N° 9, en mayo del año siguiente (más que unas pocas cuestiones de estilo). Tampoco la modificamos ahora. Creo que, en lo esencial, lo que allí afirmábamos sigue siendo correcto. Puede servir para que el lector se haga una idea de lo nefasto de las concepciones trotskistas en general y en nuestro país.
La crisis del bloque socialista culminó en la desaparición de la ex URSS y fortaleció tácticamente al imperialismo. Tales hechos reactualizaron la polémica con el trotskismo, no sólo en cuanto a la valoración de lo ocurrido sino -y principalmente- sobre las perspectivas abiertas para los trabajadores. Ellos vieron una "revolución" donde nosotros vimos una contrarrevolución y restauración del capitalismo.

No conformes con su postura convergente con las posiciones de la reacción mundial, los trotskistas reforzaron sus ataques contra Cuba socialista. Esto motivó otra confrontación con aquellos. A esos grandes temas de la política internacional se añadieron en estos seis años muchos otros que hacen a la situación nacional.
De allí que volvemos a polemizar con el trotskismo argentino, retomando la línea general de aquella conferencia de 1987.
Releyendo aquel material, hoy revisaría algunas cosas, precisaría otras y ampliaría otras tantas, que paso a exponer:



MAS DURO CONTRA GORBACHOV

Nosotros ya teníamos en 1987 una política crítica respecto a la "perestroika".Pero en ese año debíamos haberla profundizado y hacerla más severa. Los hechos revelaron que nuestra oposición a Gorbachov ya debía plantear abiertamente en 1987 que éste orientaba a la restauración del capitalismo. Esto estaba más que esbozado en varias críticas que el Partido de la Liberación(PL) hacía a Gorbachov (ver páginas 11 y 12 del folleto anterior). Fue al año siguiente, 1988, que completamos nuestra denuncia.
Además, visto el daño que esa corriente liquidacionista hizo al socialismo, hoy no haría tanto hincapié en los factores objetivoscomo raíz de la burocracia, aunque siguen siendo la base. Pondría el acento en el revisionismo, oportunismo derechista, dogmatismo, etc. Estas son las desviaciones "subjetivas"que abonaron el terreno primero y precipitaron después la derrota del socialismo en los años ´89 y ´90.

A VECES LA UNIDAD TACTICA

Precisaría algo que ya se verificaba en 1985 y 1986: ciertos hechos puntuales de unidad táctica con algunos sectores trotskistas.Aunque no fue posible con el PO, si hubo un acuerdo electoral (Frente del Pueblo) de 7 partidos de izquierda. Se firmó en septiembre de 1985 y de él participó en forma destacada el MAS. Recientemente hemos coincidido con el MST y PO en realizar en la Plaza de Mayo un acto. Fue el 1° de Mayo, a favor de la huelga general contra el plan económico del gobierno menemista. O sea que la lucha ideológica y política -que es lo permanente- no excluye algunos acuerdos tácticos o de unidad en la acción.
Sobre todo en momentos en que otra izquierda, formalmente "marxista" (el Partido Comunista), se convirtió en socialdemocracia, se subordinó a peronistas disidentes del Frente Grande y se alió a burócratas sindicales como Mary Sánchez (CTERA).
Cuando esos acuerdos puntuales no se pueden realizar, en general es a causa del divisionismo de los trotskistas. Al final de este trabajo lo ejemplificaremos con el frustrado acuerdo para los comicios legislativos de octubre de 1993.

MAS POLEMICA EN LO NACIONAL

Es necesario ampliar y profundizar nuestra crítica al trotskismo argentino (muchos de sus planteos desviados tienen proyección internacional). Tomo como marco de referencia lo ocurrido en los últimos años en nuestro país:
· En 1987 se produjeron sublevaciones militares reaccionarias en Campo de Mayo (en Semana Santa del ´87), Monte Caseros y Villa Martelli. Las lideraban el teniente coronel Aldo Rico y el coronel Mohamed Seineldín. En esos momentos decisivos los trotskistas se negaron a marchar a rodear los cuarteles golpistas, cosa que sí hicieron muchos activistas y el P.L. Aquellos se quedaron en Plaza de Mayo y Plaza Congreso sin vulnerar los límites de la hegemonía burguesa.Creen que una política revolucionaria basta con protestar y "denunciar" a la burguesía, en vez de dirigir prácticamente la lucha popular (democrática en aquellos casos).
· El 23 de enero de 1989 un grupo comando del MTP (Movimiento Todos por la Patria) integrado por militantes populares intentó copar el cuartel de La Tablada, en Buenos Aires, con erróneos justificativos antigolpistas y fue masacrado por el Ejército. Luis Zamora, principal dirigente público del MAS, se solidarizó con los verdugos: "expresamos nuestras condolencias a los familiares de los miembros del Ejército y policías caídos"(Página/12, 25/1/89). Un comunicado similar suscribió junto a Patricio Echegaray, secretario general del Partido Comunista, en nombre de Izquierda Unida. Centró sus críticas al MTP por su "bárbara acción", "terrorismo de provocación irresponsable", etc. En ese mismo momento los equivocados militantes populares eran fusilados y algunos de ellos hasta "desaparecidos" dentro del cuartel.
Esa vez el trotskismo se limitó a sacar de su "arsenal" teórico sus posiciones contrarias a la guerrilla en la década del ´70. No sólo fueron enemigos de la guerrilla en Argentina sino en el resto del continente; se opusieron al Che y a todas las luchas guerrilleras de entonces.
· En mayo de 1989 la población hambrienta tomó alimentos por mano propia en los supermercados de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. Fue el "Hambreazo", donde hubo choques con la policía, que reprimió y causó muchos muertos. El MAS y PO (el PC ídem) se negaron a apoyar ese movimiento de masas y dijeron "yo no fui".Luis Zamora (hoy del MST) decía entonces: "Obviamente el partido no convocó a asaltar supermercados. Conviene descomprimir por ahora la situación" (Página/12, 1/6/89). Jorge Altamira, del PO, instó a los trabajadores a "pasar de largo de los supermercados" (4/5/89), calificando de "provocación" lo que hacían los hambrientos. Alguna vez ese mismo dirigente calificó de "lumpen policial" al movimiento popular del 15 de marzo de 1971 en Córdoba. Los trabajadores en cambio lo llamaron el "Viborazo" o segundo Cordobazo.
· La postura respecto a Semana Santa, Tablada y el "Hambreazo" fue coherente con su reformismo sobre la cuestión del poder. Otros ejemplos son peores que reformistas, como la campaña del MAS para que los trabajadores se solidarizaran con "los compañeros policías" y las huelgas policiales.
También propusieron formar un sindicato de policías y militares. Luis Zamoradeclaraba en la revista "El Periodista de Buenos Aires" (N° 147, 9 de julio de 1987, pág. 11): "Tenemos también una propuesta concreta para afrontar el problema militar. Los militares deben tener un sindicato, como cualquier empleado estatal, y ese sindicato debe estar afiliado a la CGT. Con lo que atacamos el problema principal de las Fuerzas Armadas que es su espíritu de casta al vincularlos con los sectores productivos del país".
Cuando el MAS apoyó la huelga de los policías bonaerenses, en octubre de 1988, se ganó un sonoro repudio en la marcha de los jueves de las Madres de Plaza de Mayo. Anteriormente Zamora ocupaba un lugar importante en el movimiento de los derechos humanos, por su defensa en el caso de la joven sueca desaparecida Dagmar Hagelin, la denuncia junto a nuestro Partido del centro clandestino de detención y torturas "El Vesubio", etc.
Sus posiciones fueron derrotadas cuando el aparato policíaco, al que el MAS apoyaba en sus reclamos, se dió su tarea "normal" de reprimir trabajadores. Veamos.
En noviembre de 1990 casi 2 mil manifestantes habían ocupado el edificio de la Legislatura de Salta. En la asamblea el MAS propuso una moción de apoyo a la policía que creía autoacuartelada. La moción fracasó: apenas sacó 5 votos a favor. Un rato después llegó esa misma policía y reprimió a los ocupantes de la Legislatura, lo que saldó prácticamente la discusión.
Algo parecido había sucedido en Córdoba, en octubre de 1989. Los volantes del MAS llamaban a apoyar a la policía en sus reclamos salariales, como si fueran un gremio estatal más. Esos mismos efectivos reprimieron a los trabajadores frente a la Legislatura y mandaron a la cárcel durante varios meses a varios activistas sindicales (incluído un militante del MAS delegado de los Empleados Públicos).
El trotskismo no aspira a confrontar violentamente con el poder de las clases dominantes. Supone que éste colapsará por las propias crisis de la burguesía. Y cree que el proletariado convencerá a las Fuerzas Armadas, policiales y de seguridad de que "no intervengan e incluso que respalden a los trabajadores" (Tercer Congreso del MAS, 1988).
En general las organizaciones trotskistas se limitan a la lucha gremial y las campañas electorales. Su "Frente de Trabajadores" siempre propondrá -en elecciones controladas por la burguesía- un "gobierno obrero", que se instalaría por medio de una módica "huelga general". Recién allí, una vez que haya gobierno obrero, éste "desarmará a la burguesía" y "armará al proletariado".
O sea que se plantean arribar a un gobierno obrero por una vía no revolucionaria y posteriormente se plantearían el problema militar y la cuestión del poder. En esto no aprendieron nada de la sangrienta lección de Pinochet en el Chile de setiembre de 1973.
Su posición antiguerrillera sigue siendo tan virulenta como de costumbre. Una cosa es que el sandinismo haya degenerado políticamente en socialdemócrata y que el mismo camino siga la dirección del FMLN (Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional) en El Salvador. Pero los trotskistas los repudiaron en tiempos en que esos frentes eran revolucionarios y peleaban por el poder. Hoy silencian el accionar de Sendero Luminoso en Perú sin importarles que, pese a sus errores, sea una fuerza revolucionaria.
La revolución mundial muestra casos de insurrecciones urbanas y guerras populares prolongadas, combinaciones entre ambas, mezclas de guerras civiles y nacionales, etc. Pero en todos esos casos el partido revolucionario creó previamente una fuerza combativa propia (comenzando por la autodefensa, milicias, etc.).
Los trotskistas, en cambio, propugnan la vía reformista de acceder al gobierno en medio de "una crisis de la burguesía", con la utopía de desarmar luego a esta clase. Esto es reformismo, pese a la pirotecnia verbal "revolucionaria".
Es reformismo puro su actual propuesta de "democratizar" a la Policía. El MST desarrolla así su tesis: "Para tener una policía que sirva al pueblo es necesario reestructurarla y democratizarla. Que los vecinos elijan al comisario de su barrio y puedan destituirlo cuando no cumpla con sus funciones" (Semanario Socialista, 28/7/93).
· Aunque los trotskistas participan de huelgas obreras, no las empujan hacia el objetivo de la rebelión popular. Más bien se centran en organizar listas sindicales para participar de las elecciones gremiales y extraer candidatos para las "listas obreras" de las elecciones burguesas.
Llegaron a decir que si se perdía la huelga telefónica contra la privatización, pero si el MAS crecía en el número de militantes telefónicos, la derrota no importaba.
Su actitud de luchar "ma non troppo" (pero no demasiado) fue muy evidente en la política del MAS-MST en los paros ferroviarios de 1991 y 1992.
En gráficos de Capital, los dirigentes del PO no luchó a fondo contra la patronal de Editorial Atlántida y la presencia policial, cuando en 1993 se modificaron las condiciones laborales. Así se impuso la "sexta jornada" en ese taller: fue de hecho una especie de "reforma laboral" que ahora el gobierno quiere formalizar mediante una ley.
Por otro lado, aunque manifiestan su deseo de construir una nueva dirección sindical, confunden a los trabajadores con propuestas que muchas veces son seguidistas de los jerarcas sindicales. Nuestro país registra al año un piso de 500 huelgas obreras; en 1992 las estadísticas revelan que los paron fueron 618.
Pese a ello, en vez de trabajar para el paro general desde las bases, el MST y el PO se centraron en 1993 en el reclamo de que la burocracia de "la CGT y el CTA convoquen al paro general". En estos casos el orden de los factores realmente altera el producto.
Y no fue la primera vez que ocurría. Ya habían hecho seguidismo de Naldo Brunelli cuando este burócrata dirigía la seccional San Nicolás de la UOM. Lo encomiaron por votar un "fondo de huelga" en SOMISA. También elogiaron en 1986 el programa de la CGT de Ubaldini y concurrieron a un encuentro sindical que éste convocó en Corrientes (en eso el MAS actuó junto al Partido Comunista).

¿DE QUE REVOLUCION HABLAN EN EL ESTE?

En 1989 comenzó el desmoronamiento final del campo socialista. Más allá de los gravísimos errores cometidos por sus direcciones, esos países fueron socialistas.
Su debacle tuvo mucho que ver con la campaña del imperialismo, en particular de la administración yanqui, que aportó su acción política, ideológica y financiera. Eso, además del hostigamiento militar y el desarrollo de una carrera armamentística que venía dislocando a Moscú.
La restauración del capitalismo dió lugar a hambrunas, desempleo y hasta guerras en los ex países socialistas (casos de Yugoslavia, Azerbaiján-Armenia por la región de Nagorno-Karabaj, etc.).
La alegría norteamericana, de las burguesías monopolistas europeas y el Vaticano era justificable. Pero también estaban inmensamente alegres los trotskistas de todo el mundo, quienes calificaron a los nefastos sucesos como una "revolución obrera".
El Congreso del MAS dijo en 1990: "El mundo ha vivido un giro histórico porque millones de trabajadores han realizado inmensas revolucionesy han obtenido colosales triunfos. Han salido a ganar y han empezado a ganar. No hay muro. No está Ceaucescu. El frente contrarrevolucionario mundial ha sido defintivamente destruído por la revolución de los trabajadorescontra todos los modelos de opresión y explotación" (Solidaridad Socialista, N° 331, 31/5/90).
Sus colegas del PO no le fueron a la zaga. Todavía hoy siguen afirmando que "la revolución política que se puso en marcha a partir de 1953, se reactualizó a partir de los acontecimientos polacos de 1980, el derrumbe del muro de Berlín y la desintegración de la "federación" soviética, son episodios políticos revolucionarios de alcance europeo e internacional. Han planteado la alternativa entre revolución y contrarrevolución en el corazón de los Estados desarrollados y de los que pasaron por la expropiación del capital" (Prensa Obrera, N° 393, 9/6/93).
No hay tal "revolución".Se fortaleció el imperialismo norteamericano, la Alemania capitalista, la OTAN y la Comunidad Europea. Se afiliaron al Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial todos los integrantes del ex-bloque socialista. Se aplicaron planes privatizadores, de hambre y desocupación. Se impusieron economías de mercado y se pasó a perseguir a los comunistas. Las Fuerzas Armadas rusas intervinieron en la Guerra del Golfo del lado norteamericano. Las estatuas de Lenin fueron derribadas y se reprimió a los trabajadores en Moscú el pasado 1° de Mayo, con muertos y heridos.
Coherentemente el imperialismo se sintió con renovado poderío y agredió económica, política y militarmente a los pueblos. Cuba pasó a estar doblemente bloqueada. En países como Argentina se envalentonaron los sectores ultrarreaccionarios privatizadores, estilo Menem. ¿De qué revolución "obrera" y "democrática" hablan todos los grupos trotskistas?.
A la hora del balance de porqué ocurrió esa regresión, ellos no hacen "análisis concretos de condiciones concretas". Se limitan a repetir como el loro que la culpa de todo la tuvo "el stalinismo". Y dentro de una misma bolsa ("stalinista") colocan a José Stalin, Mijail Gorbachov, Fidel Castro, Boris Yeltsin, etc., como si todos ellos fueran iguales.
Nosotros creemos que no se debe igualar a quienes son diferentes. Una cosa son los errores de revolucionarios marxistas (como Stalin), quienes los cometieron en el curso de la edificación del socialismo.Y otra cosa es el accionar de Gorbachov y Yeltsin, restauradores del capitalismo. No son lo mismo; se trata de procesos cualitativamente diferentes.
Nosotros reivindicamos de Stalin el haberse empeñado que su pueblo forjara un país socialista, aún en la relativa soledad de la década del ´30. Eso fue determinante para convertirlo en potencia industrial. Tal logro se consiguió pese al derrotismo y oposición del trotskismo, que criticaba la construcción del socialismo en un país. ¿Qué debía hacer la patria socialista en medio del reflujo de la ola revolucionaria mundial de los ´20 y ´30?. ¿Acaso suicidarse o "pasar a la clandestinidad", como preconizaba Trotsky?.
En el esfuerzo por construir la nueva sociedad, Stalin retomó muchas tesis leninistas.Fue histórico su aporte político-militar a la derrota del hitlerismo en la 2° Guerra Mundial. Ese fue un hecho estratégico para la revolución mundial, que sobrepasó en mucho los errores que cometió en relación a la revolución española y china.
Nosotros criticamos del continuador de Lenin la excesiva concentración estatal en los planes económicos, que resultó una base de la desviación burocrática.
También la no revolucionarización de los soviets, acorde a su idea de que había terminado la lucha de clases de la URSS.
Incurrió en métodos represivos y en aspectos nacionalistas de su gestión. Tales desviaciones fueron graves e influyeron negativamente dentro y fuera de la URSS.Hay que hacer la salvedad de que algunos errores eran hasta cierto punto inevitables, porque la construcción socialista era inédita, además del peso de los sacrificios impuestos por la guerra y la reconstrucción del país. Stalin no fue un restaurador del capitalismo sino un arquitecto, aún imperfecto, del socialismo.
Los enterradores del socialismo fueron otros dirigentes y camarillas, comenzando por Nikita Kruschov, a quien los grupos trotskistas de todo el mundo saludaron por el inicio de la "desestalinización". La obra emprendida por éste culminó con Gorbachov-Yeltsin. Los trotskistas facilitaron la tarea de estos dos enemigos del socialismo ya quecoincidieron con ellos -y con la administración norteamericana- en que lo principal era acabar con "el stalinismo". Stalin, aún muerto en 1953, seguía siendo el enemigo principal de unos y otros en la URSS en los años ´80.
Luis Zamora (MAS-MST) y Jorge Altamira (Partido Obrero) ni siquiera reparan en que la caída del Muro de Berlín aumentó esencialmente la capacidad de maniobra del "Grupo de los 7" países imperialistas. En particular la Casa Blanca redobló su agresividad contra Panamá, Irak, Cuba y Somalía. El mundo unipolar aumentó el riesgo de intervenciones militares y guerras de agresión del imperialismo contra esos países.
La posición del MAS, PO y MST significó, más allá de la voluntad de muchos abnegados militantes que hay en esas organizaciones, hacerle el juego al imperialismo.
Así son los trotskistas locales: intolerantes con Cuba, la única revolución socialista de América Latina, y "camaradas de ruta" del proceso contrarrevolucionario inspirado por Margaret Thatcher, Ronald Reagan, George Bush, Helmut Kohl y Juan Pablo II.
Esa restauración capitalista fue prevista en su tiempo no por los trotskistas de la 4ta Internacional sino por un enemigo suyo. Me refiero al gran revolucionario marxista leninista, Mao Tsé tung. Fue él quien prendió en 1960 la mecha de la polémica contra la cúpula del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética) encabezada por Kruschov. La acusó de revisionista y de alentar capas de la nueva burguesía que podían llevar a restaurar el capitalismo en la URSS y Europa oriental.
Que ahora hayan empezado la resistencia obrera en Rusia, Polonia, Alemania, etc., contra los gobiernos restauradores, no disculpa a los trotskistas. Ellos favorecieron el retroceso y sembraron una gran confusión política, al calificar los hechos como "revolución obrera". De semejantes traiciones no se puede salir meramente con un poco de autocrítica.
En el tema de la revolución y contrarrevolución rusa les resultará imposible acertar. A menos que se aparten de la línea de su inspirador, León Trotsky, quien se enfrentó con Lenin desde 1902 en adelante. Solamente desde el leninismo se puede entender ese proceso revolucionario de lucha por el socialismo, sus despliegues y repliegues.
Según los trotskistas, la revolución soviética fue enterrada en 1927, cuando Stalin derrotó a Trotsky en la disputa por la dirección del partido y el Estado. Según ellos, el segundo habría previsto desde 1928 ("La revolución traicionada") todo lo malo que ocurrió en el Este europeo sesenta años después.
Esos análisis formales son típicamente trotskistas. Hasta su disolución en 1991, la URSS fue un país socialista que se industrializó en los ´30, hizo el aporte decisivo a la victoria aliada, se reconstruyó de la devastación de la contienda (20 millones de soviéticos muertos) y se convirtió en la segunda potencia mundial.
Fue exactamente al revés de lo que pronosticó Trotsky: la URSS se convirtió en un pujante país socialista apenas 5 años después de que él le extendió un erróneo y subjetivista certificado de defunción.
Queda claro, entonces, que cuando la URSS se fortaleció, lo hizo a pesar y en contra de los trotskistas. Esa época gloriosa no tuvo nada que ver con ellos. ¿Será por eso que suelen eludir el debate sobre este período y se refieren sólo a la década de los ´80, cuando se acentuaron los problemas?.
Están tan mal orientados que ni siquiera pueden caracterizar correctamente a la ex URSS. Para nosotros, esquemáticamente, fue un país socialista entre 1917 y 1990-91; a partir de allí dejó de serlo y está en pleno desarrollo de la restauración capitalista. Esa regresión no comenzó con la perestroika en 1987 sino que tuvo un antecedente significativo en el kruschovismo de los ´60 (plan Liberman, reforma del código rural, etc.).
Para los trotskistas más recalcitrantes, la URSS ni siquiera fue un país socialista entre 1917 y 1924, en vida de Lenin, sino apenas un "estado obrero". Sostienen unánimamente que ese país no fue socialista desde 1927 en adelante, sino un "estado obrero degenerado". En ese estado habría habido una supuesta "revolución obrera" en 1990. Pero de resultas de ella, en verdad... se coronó una restauración capitalista...
En fin, ese es el nivel de contradicciones en los análisis trotskistas respecto al socialismo en la URSS. Su diferenciación entre "país socialista" y "estado obrero" es sencillamente ridícula. Un mamarracho teórico. Si la clase obrera protagoniza una revolución armada, expropia a los capitalistas, planifica la producción, organiza el poder de los soviets, etc., quiere decir que su país pasó a ser socialista. Naturalmente que esos son los cimientos de la obra y para el remate comunista faltará mucho, pero estaremos ante un caso de construcción del socialismo.
Lo mismo ocurre con la burguesía: ¿acaso hay países burgueses que no sean capitalistas?. Hay un dicho popular que dice que si algo tiene forma de pato, pico de pato, está en el agua como un pato, nada como un pato y dice cuá-cuá, es un pato. Sin embargo en la ex URSS, según los trotskistas, había un "estado obrero" pero no era un país socialista.
Con ese criterio revisan la historia hasta el punto de corregirle la plana al mismo Lenin. Este se habría equivocado cuando afirmó que había hecho una revolución socialista, que venía preparando más concretamente desde abril de 1917. Se habría equivocado también cuando sintetizaba en 1921: "La labor proletaria o socialista de nuestra revoluciónse resume en tres aspectos principales: 1) salida revolucionaria de la guerra imperialista mundial; 2) creación del régimen soviético, forma de realización de la dictadura del proletariado; 3) edificación económica de las bases del régimen socialista". (Con motivo del IV Aniversario de la Revolución de Octubre). Los equivocados son ellos, no Lenin.
Lenin escribió: "Estamos en el deber de decir que nuestra República de los Soviets es socialista porque hemos emprendido ese camino (...) ese principio lo expresamos con las siguientes palabras, Queda proclamada en Rusia la República socialista de los soviets" (IIIer Congreso de los Soviets de Diputados Obreros, Soldados y Campesinos de toda Rusia, enero de 1918).
De paso sea dicho, cuando los trotskistas hablan de "estado obrero" también se equivocan. Coherentes con Trotsky, siguen ignorando el rol de los campesinos y su alianza con los trabajadores. En esto Lenin fue muy claro: "Una condición indispensable para la victoria de la revolución socialista es la estrecha alianza del campesinado trabajador y explotado con la clase obrera -el proletariado- en todos los países avanzados". Agregaba a continuación: "En la república de Rusia, toda la organización y dirección del Estado, de arriba a abajo, debe basarse desde hoy en esta alianza" (27/11/1917, Congreso Extraordinario de los Soviets). O sea que el poder político fundado por los bolcheviques era una alianza obrero-campesina.
Que ese estado haya sido disuelto el cabo de 74 años no disminuye sus méritos de todo ese período. Ni les dá la razón a los agoreros que decían que se caería, pronósticos que se hicieron desde los primeros días, en Octubre de 1917.
Es como si alguna vez la revolución cubana llegara a defeccionar, apretada por el hambre del bloqueo y la zanahoria de las inversiones extranjeras. No creemos que vaya a ocurrir tal cosa. Pero aún ese hipotético drama no borraría las conmovedoras páginas del socialismo escritas por el pueblo cubano bajo la dirección del Partido Comunista de Cuba de Fidel y el Che Guevara en estos 34 años.
Por eso decimos que los trotskistas son incapaces de hacer análisis concretos de situaciones concretas. Pese a sus derroches de soberbia teórica, ellos no han entendido el significado de la dialéctica materialista, la filosofía marxista.
Para concluir con este tema de la ex URSS, digamos que los trotskistas no han acaudillado el movimiento de masas que viene levantando cabeza luego de la disolución de ese país por parte de Gorbachov-Yeltsin. Aunque no tenemos un conocimiento detallado, las informaciones internacionales dicen que en estos últimos años se han reorganizado tres partidos comunistas bolcheviques. Se conoce que ellos son los que repudian a Gorbachov y a Yeltsin, con cuya policía han chocado violentamente en las calles (por ejemplo, el último 1° de Mayo). Se los vé portar en las calles muchos retratos de Lenin y algunos de Stalin.

DEFENDEMOS A CUBA SOCIALISTA

Los trotskistas argentinos maltratan a Cuba como si ésta fuera la "mala de la película".
En este tema, el grupo más recalcitrante en este momento es el MAS. En su acto del 1° de Mayo de 1993 (Plaza Once, en Buenos Aires) incluyó esta consigna de convocatoria: "Fuera Castro y los capitalistas de Cuba". En "Solidaridad Socialista", N° 450, (28/7/93), dijeron que "el régimen castrista se ha convertido en el enterrador de las conquistas revolucionarias".
El PO, por su parte, reclama "plenas libertades democráticas y de organización para las masas explotadas cubanas. Por un gobierno de los trabajadores" (Prensa Obrera, 9/6/93 y folleto respectivo).
En este punto hay que aclarar que Luis Zamora (MST) tiene una posición más moderada de crítica en público contra Cuba. Seguramente le ayudó a elaborarla la silbatina que sufrió en el acto del 1° de Mayo de 1992 en la Plaza de Mayo, cuando en su discurso intentó denostar a Fidel.
De todos modos, también el MST ataca al gobierno cubano. Su proyecto de programa electoral decía: "Abajo el bloqueo y la agresión yanqui contra Cuba. Solidaridad con el pueblo cubano. Por las más amplias libertades democráticas que permitan la organización y movilización obrera y popular en defensa de Cuba y su revolución. No al régimen del partido único. Libertad de organización sindical y política" (3/6/93).
Nótese que ese partido se solidariza con "el pueblo", lo que excluye al gobierno cubano. Sus reclamos políticos y sindicales implican el derrocamiento de Fidel Castro, aunque el MST se cuida de formularla en términos de cambio de poder. El MAS y el PO, en cambio, son más frontales en ese planteo contrarrevolucionario.
Sus consignas democratistas para Cuba demuestran ignorancia sobre la situación de las masas cubanas, las que ejercen plenos derechos democráticos. Su régimen político y gremial no tiene punto de comparación con las democracias burguesas, de ricos para ricos, que existen en la región latinoamericana.
Por supuesto que Cuba tiene mano firme para con los contrarrevolucionarios. Ha fusilado a algunos de ellos, sorprendidos "con las manos en la masa" en los últimos años. En esos casos los partidos trotskistas argentinos estuvieron en contra de la aplicación de la pena de muerte. Su planteo de "estado obrero" no llega al nivel del enfoque marxista de la dictadura del proletariado. Esta es más necesaria que nunca en casos como el de Cuba, doblemente bloqueada por el imperialismo yanqui y la debacle del este europeo con el que tenía amarrado el 70 por ciento de su comercio.
Cuando una revolución está amenazada (y no sólo una revolución socialista, cualquier revolución popular) apela a métodos firmes para quebrar la resistencia de la contrarrevolución. Los comuneros de París incendiaron el Palacio de las Tullerías. Mariano Moreno ordenó a Castelli que fusilara a Santiago de Liniers y demás complotados en Cabeza de Tigre (Córdoba). Lenin (y no Stalin) ordenó trabajo compulsivo para los ricachones, en momentos extremos de peligro de la revolución. La Declaración de los derechos del pueblo trabajador y explotado, redactada por él decía: "4.- Queda establecido el trabajo obligatorio para todos, con el fin de suprimir las capas parasitarias de la sociedad".
Comparemos la demagogia trotskista de "las amplias libertades democráticas" con los puntos de vista del Che Guevara. Este escribía en "El socialismo y el hombre en Cuba"(páginas 13 y 14): "El grupo de vanguardia es ideológicamente más avanzado que la masa; ésta conoce los valores nuevos, pero insuficientemente. Mientras en los primeros se produce un cambio cualitativo que le permite ir al sacrificio (en el trabajo) en su función avanzada, los segundos sólo ven a medias y deben ser sometidos a estímulos y presiones de cierta intensidad; es la dictadura del proletariado ejerciéndose no sólo sobre la clase derrotada sino también individualmente sobre la clase vencedora".
Los trotskistas no entendieron nunca la tesis central marxista de la dictadura del proletariado. Lenin no se cansaba de explicar que el socialismo cubre una época prolongada sin final feliz asegurado de antemano. Escribió: "La transición del capitalismo al comunismo es toda una época histórica. Mientras esa época histórica no termina, los explotadores inevitablemente mantienen la esperanza de restauración, y esa esperanza se transforma en intentos de restauración" ("La revolución proletaria y el renegado Kautsky", página 304).
Ese peligro restauracionista es uno de los justificativos de la dictadura del proletariado. Lenin se burlaba sin piedad de quienes querían en esos momentos jugar a la democracia formal de mayorías y minorías. Ese "es el colmo de la estupidez" decía en ese mismo trabajo.
Nuestros adversarios dicen que sus reclamos democráticos son para defender la revolución cubana. Pero tenemos derecho a dudar de eso. Cuando Cuba decidió fusilar al renegado general Arnaldo Ochoa, el MAS estuvo en contra: refutó las acusaciones del juicio y reclamó "un tribunal obrero internacional". Cuando se resolvió aplicar la pena de muerte a un contrarrevolucionario que había llegado de Miami con explosivos, el PO también se opuso.
Sus reclamos seudo democráticos ponen un granito de arena para una futura rebelión social contrarrevolucionaria en Cuba. Su sueño es que algo así se produzca y que a Fidel Castro lo fusilen como al rumano Nicolae Ceaucescu. En tal hipótesis seguramente hablarían de otra "revolución obrera". ¿No notan que su plan anticastrista tiene puntos de contactos con el pergeñado por la CIA yanqui?.
El Partido de la Liberación (PL) tiene una postura absolutamente diferente. Valora a Cuba como socialista, así como sus logros sociales, que la ubican a la cabeza del continente y de los países del Tercermundo.Nos sentimos en deuda con esa pequeña nación que proclamó el socialismo a sólo 90 millas de la superpotencia y que no se rindió pese a más de tres décadas de cerco estadounidense y la "puñalada trapera" que vino del Este. Hemos visto su defensa del socialismo y su crítica a la liquidación del Partido, del gobierno y de la historia que hubo en la ex URSS.
Nosotros queremos a Cuba porque es una bandera socialista al viento latinoamericano, que sigue ondeando a pesar del bloqueo y las cruzadas proyanquis como las del presidente Menem.
Así lo hicimos como Partido y en el seno de varias comisiones de solidaridad con Cuba, de amplia composición. También defendimos a Cuba en el acto del 1° de Mayo de 1993 en la Plaza de Mayo, en un acto conjunto de la izquierda (junto al PO, MST, LSR e independientes).
Un sector trotskista que no concurrió al mitín, el MAS, escribió posteriormente sobre aquel acto: "Tal es así que el orador que representaba al Partido de la Liberación, al cierre de su discurso reivindicó a la burocracia del estado cubano, diciendo: ´estamos con la Cuba de Fidel´. Y nadie le respondió, ni Zamora (MST) ni Altamira (PO). Por el contrario, su discurso fue saludado con aplausos" (Solidaridad Socialista, N° 445, 19/5/93).
Este tipo de críticas nos indican que vamos por el buen camino. Nosotros vemos que la revolución cubana soporta desde 1961 un cerco inhumano, acentuado por la ley Torricelli. Además, desde hace tres años sufre las consecuencias del "desmerengamiento" del Este, que cortó virtualmente los suministros (excepto que se les pague en dólares). En particular es gravísima la situación derivada de la falta de aprovisionamiento de petróleo. La venta del azúcar cubano se volvió a transar a los precios de "basura" del mercado mundial. Este año la zafra azucarera será de 4,2 millones de toneladas, en vez de los 7 millones del año anterior, lo que implicará una pérdida de unos 500 millones de dólares.
Pese a tamañas adversidades y en medio de la desaparición de tantos estados socialistas, la isla no renunció al socialismo. Ese sólo hecho ya basta para que inclinemos nuestras banderas en señal de reconocimiento.
Sólo en el marco de la solidaridad con Cuba es que manifestamos nuestra crítica fraterna ante ciertos hechos que estimamos negativos. Por ejemplo, disentimos con el endoso cubano a la candidatura de Argentina para integrar el Consejo de Seguridad de la ONU. Lamentablemente el propio Fidel Castro ha anticipado que votará de ese modo para no dividir "el bloque latinoamericano".
Tampoco estamos de acuerdo con una apertura cada vez más amplia hacia el capital extranjero, que -si no se la limita a tiempo- puede desembocar en una economía "socialista" de mercado. No nos parecen correctos ciertos gestos políticos conciliadores con la nueva administración norteamericana ni los conceptos laudatorios hacia Bill Clinton, hechos por Fidel Castro y el canciller Roberto Robaina. Ernesto Meléndez, del Consejo de Estado de Cooperación con el Exterior, citado por Prensa Latina, deslizó la posibilidad de indemnizar a los capitales norteamericanos expropiados en 1959.
Si un país socialista como Cuba necesita explorar mar adentro en busca de petróleo; si carece de capitales y tecnologías adecuadas; si no tiene crudo por el corte de suministros, en ese caso nos parece bien que haya firmado acuerdos de prospección petrolera con empresas extranjeras como Total (francesa) y Bridas (argentina). No implica costos y si se descubre petróleo, el Estado cubano irá "mitad y mitad" con esas empresas.
Tales maniobras y compromisos nos parecen legítimos por parte de una dirección socialista, que quiere salvar la revolución en condiciones extremadamente difíciles de bloqueo.
Lo que sí nos parece mal es que en los últimos meses se venga abriendo la mayor parte de la economía cubana a la inversión extranjera. Hoy se estima que 276 empresas multinacionales ya están radicadas y ese número es preocupante, además de ir en aumento.
La dirección cubana debería explicar mejor su plan. La siguiente pregunta la planteamos en términos muy esquemáticos pero intenta poner claridad en este aspecto. ¿Los cambios de Fidel son un paso atrás como el que dió Lenin en la primera época de la revolución, cuando aplicó la NEP (Nueva Política Económica)?. ¿O bien son un intento de copiar el llamado "modelo chino" por juzgarlo como bueno para el socialismo?.
Si es lo primero podemos comprender la política, que además debería ser explicada más claramente al propio pueblo cubano. Pero si la respuesta es que imitan a los chinos no estaremos de acuerdo: en Beijing consideran que lo correcto es la economía "socialista" de mercado. Y dicen que aplicarán esa línea durante cien años porque están en la "etapa primaria" del socialismo. La embellecen como la vía para construir un socialismo con "peculiaridades chinas". Nosotros hemos tomado nota de que el comandante en jefe de la revolución cubana ha elogiado en un par de oportunidades la "reforma china".
El otro punto de diferencia que mantenemos con el PC cubano es que en este momento no ayude a la formación de un bloque de unidad revolucionaria en América Latina. En cambio concentra toda su política en los diálogos con los mandatarios participantes de las Cumbres Iberoamericanas. Y a lo sumo promueve y participa de instancias partidarias regionales hegemonizadas por la centroizquierda y la socialdemocracia, como el Foro de San Pablo.
Cuba está defendiendo con heroísmo su ciudadela asediada por el doble bloqueo.Pero nos parece, humildemente, que esa política debería complementarse con el impulso a la revolución de la región y el mundo (por ejemplo, apoyar la guerra popular en Perú). Además de corresponder a una política internacionalista, esa actitud iría en beneficio de la propia isla sitiada.Es que el imperialismo y sus acólitos deberían atender a los problemas planteados por otros frentes de lucha, aflojando el cerco anticubano.
Nuestras críticas son respetuosas y nunca pierden de vista el aporte que Cuba ha hecho a la revolución latinoamericana y mundial. Recordamos su ayuda internacionalista en el Congo, Bolivia, Angola, Etiopía, Vietnam y Nicaragua. Nuestra crítica parte de defender el pensamiento revolucionario del Che Guevara, que se nos ocurre indispensable para salvar a Cuba.
Los trotskistas, en cambio, no superan los reclamos democratistas a Cuba, que también hace Menem y mantienen una pobrísima opinión sobre el Che. Ellos critican a Fidel, diciendo que debe "llamar a todos los pueblos a la rebelión antiimperialista como lo hizo el Che y el propio Castro en la década del ´60" (Semanario Socialista, 21/7/93). También cuestionan que haya avalado el desarme del FMLN en El Salvador.
Esas críticas puntualmente tienen mucho de correcto (el PL también las hace). Pero tienen un serio inconveniente cuando vienen del campo trotskista.
Antes de criticar a Fidel por apoyar a Lula, del PT brasileño, en el Foro de San Pablo, el MAS-MST deberían hacer su propia y profunda autocrítica. Ellos apoyaron a Lula, sus organizaciones colegas de Brasil militaron dentro del PT, lo quisieron traer a Lula a Buenos Aires para que avalara a "Izquierda Unida" (MAS-PC). Se cansaron de decir que el PT era un ejemplo de "partido obrero" a imitar.
También es bueno aclarar que los trotskistas estuvieron en contra de la política guevarista de "hacer 2, 3, muchos Vietnam". Denunciaron al FMLN salvadoreño cuando este combatía con las armas en la mano al Ejército genocida apoyado por Estados Unidos.
Cuando Fidel Castro apoyaba las revoluciones, los trotskistas estaban en contra. Y cuando les retiró el apoyo, también están en contra. Son como "la gata de doña Flora" de ese refrán popular que vendría al caso, pero puede sonar irrespetuoso: lo traduciremos como que "no hay nada que les venga bien".
¿Los trotskistas no se dan cuenta de que la preservación de Cuba socialista conviene a la revolución latinoamericana?. Ayudar a salvarla será dejar encendido un faro de referencia para los pueblos, que se orientarán poco a poco hacia el combate antiimperialista y por el socialismo. Ayudará a los oprimidos a darse cuenta de que es necesario otro poder político, donde se hagan realidad los anhelos de derechos sociales y democráticos de los trabajadores y el pueblo.
La mayoría de los partidos trotskistas tratan a la asfixiada Cuba con puño de hierro. Y, en cambio, colman de elogios a las contrarrevoluciones que restauraron el capitalismo en la ex URSS y Europa del Este.
En este, como en tantos otros puntos, estamos en la vereda de enfrente del trotskismo. Y no se trata sólo de debates políticos sino, fundamentalmente, de prácticas. El PL ha participado de las campañas de solidaridad con Cuba, en lo político y material. En cambio, ¿qué hicieron los trotskistas durante 34 años en apoyo de la isla socialista?. ¿Acaso concretaron un acto político, juntaron una lata de leche en polvo o vendieron un "bono de petróleo"?. No. No lo hicieron. Eso sí, apoyaron a Lech Walesa y el reaccionario sindicato Solidaridad de Polonia (financiado por la CIA y el Vaticano) en los ´80; hicieron bicicleteadas por los estudiantes de Tian´anmen; juntaron firmas por la situación de los bosnios y croatas para dividir a la ex Yugoslavia y por los mineros de Siberia.
Pero por Cuba, el Primer Territorio Libre de América, no movieron ni un dedo, cuando no se sumaron a las campañas anticubanas.

A MANERA DE EPÍLOGO

UN NUEVO EJEMPLO DE DIVISIONISMO E HIPOCRESIA

"El P.L. no participa del frente trotskista". Con ese mismo título nuestro Comité Central emitió un comunicado de prensa el 3 de agosto de 1993. El mismo hacía referencia a la maniobra divisionista (un clásico del trotskismo) consumada ese día por las direcciones del MST y el PO.
Concretamente, el 2 de agosto hubo una reunión nacional de la que participaron esos dos partidos, más el PL y la Liga Socialista Revolucionaria. Se intentaba formar un frente electoral de izquierda para los comicios del 3 de octubre y orientado a fogonear las luchas. Allí se hicieron algunas propuestas programáticas y sobre candidaturas. En ambos casos nuestro Partido hizo sus aportes y escuchó las restantes. En esa y otras oportunidades, criticamos al MST y al PO por la exclusión que habían practicado con nosotros en los últimos dos meses.
Desde el acto del 1° de Mayo, era la primera reunión conjunta, ya que en todo ese tiempo optaron por encerrarse en un debate exclusivamente trotskista (entre MST, PO y MAS).
Ese 2 de agosto se convino en reanudar la reunión cuatripartita al día siguiente, 3 de agosto, a las 19 horas. La idea era que allí se buscaría ultimar el debate y firmar un acta entre todos, formalizando el frente.
Pero no pudo ser. Los delegados del MST y el PO eran otros, distintos a los de la noche anterior. Y lo que es peor, vinieron a anunciarnos que esos dos partidos ya habían formado el "Frente de Izquierda y los Trabajadores" (FIT). A continuación ofrecieron algunas candidaturas menores al PL y la LSR.
Nuestro representante dijo que se trataba de una maniobra sectaria, que daba lugar a un acuerdo bipartidista y trotskista. Nosotros habíamos bregado por un frente electoral combativo, con un programa y candidatos acordados por todos los integrantes de la alianza. La maniobra del MST-PO abortó el posible acuerdo de izquierda.
¿Qué había planteado el PL en forma consecuente y franca durante los dos últimos meses?. Que hacía falta un acuerdo electoral de la izquierda y los que luchan (ver LIBERACIÓN números 83, 84 y "Carta a los partidos de izquierda").
Propusimos un programa combativo que fuera aceptable para todos, aunque no nos dieron tiempo suficiente para desarrollarlo.

EL DEBATE PROGRAMATICO

Desde el 8 de junio de 1993, MAS-MST-PO estaban discutiendo el programa de una posible alianza electoral. Cada uno de ellos presentó una propuesta, excluyendo del debate al PL. El trío arribó a un acuerdo de 23 puntos, publicado por Prensa Obrera el 15 de julio. Esa misma edición informó que el MAS, pese a suscribrir el programa, había desertado del frente.
Nuestro Partido reclamó intervenir en el debate. Pero sólo pudimos tener reuniones bilaterales con el PO y el MST, hasta las reuniones del 2 y 3 de agosto, donde planteamos algunas críticas:

A) Discrepamos con la consigna de "un gobierno de trabajadores". Consideramos que el planteo era sectario y oportunista; y propusimos reemplazarlo por "un gobierno de los trabajadores y el pueblo que tome medidas revolucionarias".
B) Discrepamos con la ausencia de definiciones sobre adónde se encamina la situación argentina. Propusimos "trabajar para una salida revolucionaria".
C) Discrepamos con que se limitara a "unir las luchas y preparar la huelga general". Propusimos que a continuación se agregara: "profundizar las luchas hacia la rebelión popular".
D) Discrepamos con la ausencia de toda referencia a Cuba.El PL proponía apoyar a Cuba socialista. Planteamos que, como mínimo, se debía consignar "nuestra solidaridad con Cuba, reclamando el fin del bloqueo norteamericano".
E) Discrepamos con la definición trotskizante de los puntos 21 y 23("revolución política y socialismo", "Federación de Repúblicas Socialistas de América Latina"). Propusimos "La Segunda Independencia de América Latina contra el imperialismo y la gran burguesía nativa. Por la liberación nacional y social, por el socialismo. Por el internacionalismo proletario".
Estas propuestas del Partido de la Liberación chocaron contra la cerrazón trotskista, que mantuvo íntegro el programa de 23 puntos. ¿Acaso querían que lo firmáramos a "libro cerrado" sin aceptar ningún cambio?.
El método bipartidista del MST-PO demuestra su electoralismo. La resistencia a la consigna de la rebelión popular, su reformismo. La negativa a apoyar a Cuba, su convergencia objetiva -en última instancia- con Menem y la derecha proimperialista mundial.
A los trotskistas no les gustó nada que el Partido de la Liberación planteara la consigna de la rebelión popular. Y menos aún que insistiéramos en el apoyo a Cuba socialista, en particular la propuesta de condenar al bloqueo yanqui.
En materia de candidatos el PL pidió ocupar un lugar justo. Aceptábamos que el MST y el PO encabezaran las listas en Buenos Aires y Capital; pensábamos que el PL debía encabezar en Córdoba. Pero incluso este punto de vista no era para nosotros una cuestión de vida o muerte. Lo más trascendente era la firma de un acuerdo electoral frentista basado en un programa correcto.Eso hubiersa sido un hecho concreto unitario que estimulara el reagrupamiento de los luchadores, en fábricas y barrios. Y eso hubiera ayudado a potenciar la lucha de los trabajadores contra el gobierno y el plan económico.
No pudo ser. Hicieron un acuerdo de dos, un acuerdo trotskista, pese a que habían dicho tiempo antes que un frente trotskista sería "una purga de sectarismo y autoencierre" (Prensa Obrera, 27/5/93). También que "reunamos a todas las organizaciones de izquierda para anunciar públicamente la constitución del Frente" (Prensa Obrera, 15/7/93).
El MST por su parte había dicho que "El frente se debe concretar. Sigue siendo más necesario que nunca. ¡Concretemos juntos el frente!". (Semanario Socialista, 21/7/93).
Todo ese discurso seudo frentista pretendía velar la realidad. Esta mostraba que durante más de dos meses sólo admitieron reuniones de tres sectores trotskistas (MAS, MST y PO). Cuando el MAS se retiró, siguieron los otros dos, con diferencias centralmente por candidaturas. Y el producto final, el "Frente de Izquierda y los Trabajadores" (FIT), no supera lo que proponía el MAS: un acuerdo trotskista, o trotskizante, entre dos partidos. Un bipartidismo excluyente, como el que tanto critican a peronistas y radicales.
Toda la militancia de izquierda y del campo popular debe saber lo ocurrido y tomar posición. El FIT es una "truchada", algo falso y de poca vida, hecho a las escondidas entre dos partidos electoralistas. Es flor de un día.Una nueva prueba del sectarismo y oportunismo de las corrientes trotskistas, que critican las metodologías de la burguesía pero en cierto modo las copian.
Queda claro que el Partido de la Liberación no participará de un acuerdo estrecho y ajeno al frentismo. Estamos orgullosos de la pelea que dimos a favor del frente y tenemos la conciencia tranquila de haber hecho todo lo posible por el mismo. Sólo el fortalecimiento orgánico del PL y la unidad de los revolucionarios podrá evitar, en el futuro, golpes y pasos atrás como éste.
La maniobra divisionista ayudará objetivamente al gobierno, los radicales cómplices, la derecha del MODIN y la "centroizquierda" del Frente Grande (PC y sus tutores peronistas Pino Solanas y Chacho Alvarez). Es un nuevo caso, flagrante, de doble discurso: palabras sobre la unidad de la izquierda, hechos rayanos en la provacación política.
Reiteramos un concepto desarrollado a lo largo de este trabajo. El Partido de la Liberación tiene muy en claro que los enemigos de la clase obrera y el pueblo son el gobierno de Carlos Menem, los monopolios y el imperialismo; los partidos patronales, las Fuerzas Armadas represivas, la burocracia sindical, etc.
Dentro del campo de la izquierda y la centroizquierda tenemos algunas coincidencias tácticas sobre determinados ejes de enfrentamiento contra aquellos enemigos fundamentales. Pero ello no disminuye ni un ápice la profunda lucha política e ideológica contra el trotskismo (también contra el populismo, la socialdemocracia el revisionismo).
Esa lucha, sobre todo en el activismo, debe llevarse hasta el final. Hay que derrotar en toda la línea al trotskismo y demás corrientes reformistas para que la vanguardia obrera-popular, ganada por el marxismo-leninismo, juegue un rol revolucionario, derroque a los explotadores de la Argentina, libere al resto del pueblo y avance hacia el socialismo y el comunismo junto a los demás pueblos del mundo.

Setiembre de 1993

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