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lunes, junio 19, 2006

Cuba:siempre es 26(I)

En homenaje al asalto al cuartel del Moncada(Cuba) realizado el 26 de Julio de 1953 por movimiento del 26 de Julio,junto a este publicaremos los relatos de Jesus Montané mas adelantei.

Melba Hernandez
Fue el contacto de mayo de 1952 cuando hice mis primeros contactos con lo que había de ser el grupo entrañable del Moncada. Había ido a un acto que se celebraba en el cementerio; alli conocí a Abel Santamaria. Abel me invito a ir a su casa para que conociera las ideas de Fidel. Fui esa noche. Fidel no pudo concurrir. Conocí a Haydee Santamaria.

Dos o tres días después, en la casa de Haydee y Abel, vi a Fidel. En aquella época muchos jóvenes sabíamos cual era nuestro deber con la patria, pero no encontrábamos el camino para encauzarnos. Cuando Fidel tomo la palabra en aquella reunión yo tuve la impresión inmediata de que sabría guiarnos y que realizaría con éxito los planes que se proponía.

Ya desde entonces fui visita diaria de la casa de Abel y de Haydee. Y fue creciendo además de la absoluta identificación revolucionaria, un sentimiento de profunda amistad, fraternal, hacia "Yeye".
Yo había estudiado leyes. No era una carrera "productiva" para mi. Los pocos asuntos que lleve no eran los que dejaban mayores ganancias, aunque si los que permitían mis principios. Mis "Clientes" era guajiros explotados; una muchacha que del prostisbulo salía para la cárcel; obreros despedidos. Recuerdo aun un caso que lleve defendiendo a los obreros de los Omnibus

Aliados....
Una vez, cuando Fidel estaba recién graduado con el fin de recaudar fondos para el movimiento, íbamos a llevar un asunto de Eugenio Sosa, que era dueño de una arrocera En Matanzas y, según, conocimos después tenia interesante en el Diario de la Marina.
A medida que nos íbamos adentrando en los hechos, el trabajo nos iba gustando menos. Al conocer todos los pormenores, decidimos defender a los campesinos que Sosa acusaba, y no a esta, y renunciar así a la posibilidad de obtener algunos fondos. Así mantenía Fidel desde el principio, la pureza del movimiento.

Nunca olvidare mi primer pequeño trabajo para el movimiento. Fue el 20 de mayo de 52. Se editaba entonces el periódico Son los mismos y se me designo para distribuirlo en un acto que se celebraría en la universidad. Mas adelante, Fidel, con el espíritu critico que lo caracteriza, propuso cambiarle el nombre al periódico por El Acusador, ya que según nos explico hacia falta un periódico combativo.
El primer numero de El Acusador lo distribuimos el 16 de agosto en un acto de memoria de Chibas. Al ir a buscar el periódico a la imprenta fuimos detenidos Abel, Elda Pérez y yo. El SIM nos cogió en la imprenta nosotros se nos puso en libertad al mediodía, no sin antes recibir un "responso" de Ugalde Carrillo. Al salir quisimos informar a los demás compañeros y ninguno aparecía. Al día siguiente fui con Fidel y Yeye a visitar a Abel en el vivac. Fidel tenia solo un peso en el bolsillo. No sabia que comprarle al compañero preso.

Al fin se decidió por comprarle cigarros, fósforos y tabacos. El recuerdo de Fidel cargando el paquetero de cigarros. El recuerdo de Fidel cargando el paquetico de cigarros para Abel ha quedado en mi mente con tantos recuerdos de aquellos días.

Al ver a Abel nos quejamos de la "irresponsabilidad" de los compañeros que se había esfumado. Abel sonrío y llamo a los demás compañeros. Uno a uno fueron apareciendo "Chucho"(Jesús Montane), Raúl Gómez García... todos los demás. La policía había hecho una redada de la que solo se habían salvado Fidel y Yeye.

Ya desde entonces la policía nos tenia fichados y las persecuciones no se hicieron esperar. Teníamos escondía en la casa de Abel una ametralladora viejisima que era nuestro mayo tesoro. Un día, allí se presento Irenaldo García Báez. Pudimos actuar rápidamente.
Mientras la ametralladora. El hijo de Pilar García comenzaban entonces su carrera de asesino. Allí se quedo haciendo preguntas y parecía interesarse por las palabras de Abel. Ese interés no respondía a otra cosa que al deseo de conocer lo mas posible del carácter de nuestro movimiento y de sus dirigentes.

Fidel hizo su centro de operaciones en la casa de Abel y en la de mis padres. A fines del 52 ya teníamos gente de Pilar del Río, La Habana y Matanzas. Una noche hubo una revisión de las tropas. Aquella fue una de las operaciones mas audaces de esos días.
Mi casa era muy grande. Mis padres y yo la evacuamos. Cuando regrese mas tarde, recibí una gran sorpresa al abrir la puerta. Aquello estaba lleno de jóvenes desde la sala hasta el fondo. Y lo mas sorprendente era el extraordinario silencio que guardaban. Fidel había ordenarlo una "alarma" y las tropas respondieron rápidamente.

Para conmemorar el centenario del Apóstol se hizo la histórica peregrinación de las antorchas. Se movilizaron compañeros de La Habana y Pinar del Río para participar al Apóstol, aquel desfile para esperar el 28 de enero de 1953. De la universidad bajaron miles de jóvenes con sus antorchas. Entre ellos íbamos nosotros, ya como un grupo organizado. Nuestra antorchas, tenia grandes clavos para poder responder a la policía si nos atacaba. Marchábamos de brazo, disciplinadamente, la gente cuando nos veían pasar se impresionaba. Oí a varios que comentaban:
-¡Esos que van allí son los comunistas.

Ya en el 53 el trabajo se intensificaba. Ellos salían a las fincas cercanas, y Yeye y yo nos quedábamos con alguna tarea en La Habana. Otras veces íbamos con los compañeros para trasladar armas y uniformes.
Uno de los trabajos mas delicados que se me asigno fue el de hacer contacto con el compañero Florentino Fernández. Este era sargento sanitario del ejercito de Batista y trabajaba con nosotros. Nos presto gran ayuda: el consiguió gran numero de los uniformes con los que fuimos al Moncada. Como es natural, esta y cada una de las tareas que había que ir desarrollando se llevaba a cabo dentro de una gran discreción y con el conocimiento de un reducido numero de compañeros.

Florentino fue luego con nosotros al Moncada y hecho prisionero y golpeado salvajemente; se salvo por el ardid de hacerse el loco. Hoy esta en las fuerzas Armadas Revolucionarias.
En mi casa se guardaban uniformes y armas. Los planes se iban desarrollando. De vez en cuando se aparecía Fidel. Una veces iba con Oscar Alcalde, otras con Ñico López, otras con Chenard, etc. Traían cajas vacías y se llevaban armas y uniformes. Esta operación se fue realizando a lo largo de los días.

Una noche .previamente me habían avisado de que tendría un contacto muy importante- tocaron a mi casa. Era un muchacho que tenia una mancha en la cara. Era Renato Guitart. Lo lleve, según las instrucciones que tenia, a la casa de Abel que estaba a unas pocas cuadras de la mía. Luego no supe mas de él y guarde una viva impresión de este encuentro. Renato se hospedo en casa de Abel. Después partió sin que supiéramos nosotros hacia donde. Por un olvido, se llevo las llaves de Haydee. A los pocos días "Yeye" recibió un paquetero con las llaves. Por mas que lo examinamos no pudimos averiguar de donde procedía.

Luego tuvo que salir Abel, se fue para Santiago, aunque en aquel momento nosotras no lo sabíamos. Cuando Fidel supo que nos preocupábamos por Abel, empezó a traernos noticias de el frecuentemente...

Cuando seleccionaron a Haydee para salir a Santiago, con un paquete de armas y uniformes, ya no nos quedaron dudas de que los acontecimientos se avecindaban.
Al fin Fidel me planteo que me preparara para realizar una misión y que iba a tener la alegría de ver a Abel y Yeye. Recuerdo que fui a una florería de la calle Neptuno para conseguir una caja de flores.

En ella metimos las escopetas que me tocaba llevar como parte del equipaje valioso. Cogí el tren de por la noche hacia Santiago, aunque todavía no sabia para donde iba. Ernesto Tizol me acompañe al ferrocarril.

En Santiago me esperaban Abel, Renato Guitart y Elpidio Sosa. Ellos quisieron que conociera la ciudad antes de ir a la finca. Abel estaba muy contento y me hablo con mucho entusiasmo del carácter de los santiagueros.

-Mira Melba-me decia-cuando terminemos esto yo vengo a vivir a Santiago de Cuba.
A partir de entonces Haydee y yo estuvimos incorporados al trabajo en la finca. Allí atendimos la limpieza, planchábamos los uniformes, ayudábamos a los compañeros: el 25 de julio oímos por radio los carnavales y Chaviano hablo. Yeye y yo pensábamos en que lejos estaba de conocer los acontecimientos que se avecindaban y cuya naturaleza exacta nosotras también desconocíamos.
Cuando llego el momento de la salida para el Moncada. Fidel quiso que nos quedáramos en la casa. Nosotras protestamos. El nos comprendió plenamente y nos dijo que no tenia inconveniente. El doctora Muñoz propuso que fuéramos con él al Hospital Civil, ya que podríamos ser muy útiles en la tarea de curar a los heridos. Fidel nos permitió ir y le gusto la idea, ya que estaríamos cerca de Abel, que ya había partido.

En la ultima maquina salimos para el Moncada. Con nosotros iban Julio Reyes, Raúl Gómez García y el doctor Muñoz. De ese grupo solo vivimos "Yeyes" y yo...
Llegamos al Hospital Civil bajo una balacera terrible. Los muchachos peleaban con coraje, con gran valentia.Las enfermeras, el personal del hospital, la gente del pueblo se identificaba con nosotros. Algunos ayudaban a cargar las escopetas calibre 22. Son ellos también, combatientes del Moncada. El fervor patriótico de los jóvenes se contagiaban a todos.

Mis compañeros fueron los hombres mas valientes que pueda haber. En ningun momento perdieron la serenidad ni se rebajo la moral. Allí, en el hospital, "Yeye" se creció. Ella conocía algo de colocar vendajes y curar heridos. En el central donde nacio-que hoy lleva el nombre de "Abel Santamaria Cuadrado"- "Yeye" se había puesto a trabajar junto al medico para atender a los campesinos y a las familias pobres.

Ahora, en el hospital aplicaba sus conocimientos atendiendo no solo a los heridos nuestros, sino a las dos bajas que tuvo el enemigo. Yo no tenia experiencia de enfermera, pero creo que lo hice lo mejor que pude.Nunca había preparado siquiera una jeringuilla para una inyección. Allí lo hacia como una experta.

Delante del hospital cayo el teniente Fereau. Parece que regresaba a esa hora de los carnavales. Su mujer lo acompañaba. Al oír los tiros fue hacia el hospital pistola en mano. Se lo dio el alto. No hizo caso. Cayo delante del hospital. Su mujer fue hacia él. Yeyé y Gómez García fueron a prestarle auxilio. Yo les cubría.

Una bala dio cerca de Gómez García que cayo aturdido. Fui a atenderle, la mujer del teniente gritaba bajo las balas. Corría peligro. Yeye la convenció de que se fuera. De que si algo se podía hacer por salvar la vida de su marido, nosotros lo haríamos. Y lo intentamos. Pero ya era tarde.
Allí, en el hospital, vimos un joven vestido con una guayabera muy limpia, que había ido a atenderse. Nos miro a nosotros con desprecio profundo por el uniforme que traíamos. Era Julio Trigo, que había venido para participar en el ataque, pero se les separo del grupo porque la noche antes tuvo una hemoptisis.Había ido al hospital a curarse. Cuando le explicamos quienes éramos quiso enseguida combatir junto a nosotros. No se como consiguió un uniforme. No teníamos armas para el. En ese momento, uno de los cristales de las ventanas salto hecho añicos por los disparos e hirió en la cara a Julio Reyes. Mientras atendíamos, Julio Trigo siguió peleando con la escopeta de este.

Cuando Julio Reyes estuvo dispuesto para reanudar la pelea, costo mucho trabajo que Trigo le devolviera la escopeta. Luego se apodero de una Thompson, de un cabo de la policía y siguió peleando con ella. Se olvido de su medicina, de su enfermedad. Cuando Abel dio la orden de que cesara el fuego porque ya se había acabado el parque, Trigo quería seguir peleando, ya que todavía le quedaban balas de la Thompson. Hubo que darle una orden para que dejara la ametralladora y se pusiera de nuevo su traje de civil. Nosotros pensábamos que así podría salvarse.

Se estuvo combatiendo hasta las ocho de la mañana.El parque se había agotado. Ya el fuego había cesado en el resto de los puntos atacados. Abel dio la orden de que cesara el fuego y empezó a planear la manera de salvar el mayor numero posible de compañeros.
Las enfermeras y los enfermeros del hospital colaboraron mucho con nosotros. Recuerdo que un viejecito le dio su cama a Abel. La enfermera le vendo un ojo a este para que pareciera un paciente. Los compañeros se pusieron batas sanitarias. Yeye y yo fuimos para la sala de niños donde había un verdadero caos.Con los disparos, al iniciarse el ataque, los niños se habían despertado y hubo que adelantarles la hora del alimento. Ahora lloraban nuevamente y fuimos a tranquilizarlos.

Los soldados de la tiranía no entraron en el hospital hasta una hora después de cesar el fuego. Entonces comenzó la orgía de sangre. A uno de los hermanos Matheu que había sido herido, lo sacaron de su cama y lo desaparecieron. A nosotros nos llevaron hacia el cuartel. Antes de llegar al mismo, asesinaron al doctor Muñoz. Estaba a unos pasos de nosotras. Nos llevaron al club de oficiales del Moncada. Allí iban llegando los muchachos que venían de las cámaras de tortura. Allí llevaron a un compañero al que habíamos vendado una herida en el vientre. Venia con el cuerpo destrozado, con la cara cubierta de sangre. Lo habían golpeado terriblemente. Se sentó junto a mi. Apenas podía sostenerse. Yo trate de sostenerlo con los hombros. Pero era inútil. Cayo al suelo. Allí lo patearon y golpearon mas aun. Estaba ya inconsciente. Luego se lo llevaron y no lo vimos mas.

Haydee y yo oímos a aquellas bestias que hablaban: El de los zapatos de dos tonos es una fiera...
Nos dimos cuenta de lo que querian decir aquellas palabras. Boris tenia una zapatos nuevos de este tipo. Con ellos habían ido al Moncada por una muchacha, ya que los demás se pusieron zapatos que venían bien con los uniformes. Hablaban de Boris. Lo estaban torturando y no podían dominarlo.

A Yeye y a mi nos pasaron a una oficina. Desde allí vimos los funerales de los soldados y la llegada de Diaz Tamayo. Estabamos impacientes. Cerca de nosotras se estaba desarrollando la tragedia, se estaban cometiendo los crímenes terribles y nada conociamos.

"El Tigre" fue a vernos. Nos dijo lo que habían hecho a Abel y a Boris. Haydee tuvo tanta firmeza en aquellos momentos que no puedo describirla. Fidel lo contó en La historia me absolvera.
Como él dijo: "Nunca fue puesto en lugar tan alto el heroismo y dignidad de la mujer cubana".
Alrededor de las siete de la noche de aquel día terrible en que la soldadesca venia a rendirnos cuenta constantemente de su atrocidades, un sargento que hasta entonces se había mantenido discretamente y no había participado en aquellos hechos siniestros, se acerco a nosotras. Le dio un pañuelo blanco a Haydee y le dijo:
-Tomas, lo vas a necesitar. Lo que ustedes esperaban, paso ya. Por esta frase calculamos que fue a esa hora cuando asesinaron a Abel.

¡Con cuanta firmeza recibió! Haydee aquella noticia! Hay que ver lo que era su hermano para ella. No he conocido hermanos mas unidos. Mas facil hubiera sido para Yeye perder la vida que perder la de los seres que mas quería. Yeye no querra que hable así. Pero puedo decirlo. Las mujeres cubanas podemos enorgullecernos de contar con un ejemplo como el de ella.
Abel nos había dicho en el hospital que sabia que iba a morir.

-Lo importante-decia- es que no muera esto que hemos iniciado.
Fidel nos había enseñado que al final seria la victoria y a pensar de aquellos golpes terribles, a pesar de que pensábamos que el propio Fidel había caído, siempre mantuvimos la fe en los principios y en el triunfo final.

Después vino el juicio, el proceso que todos conocen, con las calumnias que quiso atribuirnos la tiranía y que Fidel pulverizo en su histórica defensa. A Haydee y a mi nos condenaron a siete meses en la cárcel de Guanajay. Los demás compañeros fueron condenados a Isla de Pinos.
A nuestra salida de la cárcel hicimos contacto por medio de cartas que secretamente llegaban de Fidel a nosotras. Fidel reconstruyo en el presidio La historia me absolverá y nos la envío. Fidel nos decía que el Moncada había sido necesario, que en aquel momento era la acción indicada, pero que ahora había que dar una gran batalla ideológica. Cuando tuvimos en nuestra manos La historia me absolverá nos dispusimos a editarla. Desde el presidio Fidel nos decía como debía ser la portada, los colores que se usarían y aun el tipo de letra y los espacios que habría entre los párrafos.

Nos encomendó una tirada ambiciosa. Creo que de unos 100.000 ejemplares. Esto no lo recuerdo bien.

No pudimos tirar tantos. Se edito en una imprenta pequeña. El dueño se llamaba Emilio. En la edición intervinimos Lydia Castro, Pepe Valmaña, Humberto Grillo, Gustavo y Machaco Ameijeras, Haydee y yo.
Por aquella época estabamos en el trabajo clandestino, que Fidel orientaba desde la cárcel. Nos ocupábamos de reunir a los compañeros que no habían ido al Moncada por falta de armas. Luego vino la gran campaña nacional por la amnistia. A los 22 meses, los compañeros fueron puestos en libertad.

Haydee, Lydia Castro y yo los esperamos en la Isla de Pinos, ¡Podrán imaginarse lo que fue aquel momento para nosotras! Eran dos años sin ver a los compañeros y además, eran la oportunidad de continuar la lucha. Haydee había ido una vez a Isla de Pinos con la esperanza de ver a Fidel y había tenido que regresar sin lograrlo,. Ahora, al reunirnos tuve la confirmación de aquella que Fidel y había tenido que regresar sin lograrlo. Ahora, al reunirnos tuve la confirmación de aquella que Fidel nos había dicho, de aquellos que nos repetía Abel, de aquello que estaba en el alma de cada uno de los grandes compañeros que cayeron: el Moncada era una victoria porque señalaba un camino. Y ya esa misma noche, en el propio barco, rehuyendo chivatos y espías del gobierno, el movimiento tuvo su primera reunión después de la prisión.
Publicado en la revista Verde Olivo, edición de fecha julio 28 de 1963, pagina 29 bajo "Siempre supimos que el asalto al Moncada culminaría en la victoria".

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