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sábado, diciembre 23, 2006

L@s comunistas Argentin@s y la III Internacional

Contribución al XV Seminario Comunista Internacional
"Experiencias pasadas y presentes en el movimiento comunista internacional"
Bruselas, 5 - 7 de mayo del 2006
Aportes y límites de la III Internacional Comunista en relación al nacimiento del comunismo en Argentina

Seminario Comunista Internacional


Partido de la Liberación de Argentina

1.- LA FUNDACIÓN.


El Partido Comunista Argentino surgió el 6 de enero de 1918 como una escisión dentro del viejo Partido Socialista Argentino creado en 1896. Los jóvenes y demás militantes que rompieron con la dirección reformista y socialdemócrata de Juan B. Justo, adoptaron el nombre de "Partido Socialista Internacional".

El impulso revolucionario y marxista hacia la fundación del comunismo estaba abonado por causas internas propias del país, donde el reciente "Centenario" de la independencia del país –1910- aún mostraba las lacras de la dependencia del imperio británico y el hambre de las masas populares, bajo gobiernos oligárquicos y fraudulentos paridos por la llamada "Generación del ´80" (presidencias de B. Mitre, D. F. Sarmiento, N. Avellaneda, J. A. Roca, M. Juárez Celman, etc).

En 1918, cuando se produce aquella ruptura en el PS, ya gobernaba la burguesía nacional a través de la Unión Cívica Radical y el presidente Hipólito Irigoyen, tras la aprobación de la ley del sufragio universal. Aún con cambios respecto a sus predecesores oligárquicos, ese gobierno burgués limitado no había hecho cambios de fondo. Incluso hacia el movimiento obrero continuaba una política de represión, que se mostraría con toda crudeza en 1919 con la represión policial a la huelga de los obreros metalúrgicos de los Talleres Vasena en Barrio Parque Patricios.

Esa represión, que mató a una decena de obreros y a otros más durante los entierros de los primeros, más la semiinsurrección que la replicó en la Capital Federal, se conoció en nuestra historia con el nombre de "Semana Trágica".

Fue en ese tiempo de conflictos sociales y políticos en que no casualmente nace el comunismo local. Junto con esas conmociones locales, su parto estuvo vinculado también al ascenso de las luchas obreras en todo el mundo motivadas por la victoria de la revolución socialista de Octubre dirigida por los bolcheviques de Lenin y Stalin. Recordemos que la III Internacional Comunista aún no había nacido en enero de 1918. Recién lo haría en marzo de 1919.




2.- CUADROS ENVIADOS POR LA INTERNACIONAL.


En 1921 la flamante organización tomó el nombre de Partido Comunista Argentino, adhiriendo así a una de las veintiún condiciones puestas por la Internacional Comunista según la sugerencia del escrito de Lenin de julio de 1920 para los partidos que querían adherirse a la misma (ver Lenin, "Acerca del movimiento comunista y obrero internacional", pág. 289).

Obviamente ese tema del nombre no fue el principal de los requisitos, que acentuaban la necesidad del marxismo revolucionario, los soviets, el internacionalismo proletario, el trabajo en el movimiento obrero y los sindicatos, la lucha de clases allí y en el campo, la agitación en las Fuerzas Armadas con vistas a las insurrecciones, la solidaridad con la Rusia soviética, el centralismo democrático, la ruptura completa con la socialdemocracia y el centrismo, etc.

En esos años la importancia que la Internacional Comunista daba a los pueblos de América Latina era menor, lo que estaba en correspondencia con el auge de las revoluciones en Rusia, algunos países de Europa como Alemania y Hungría, y el creciente despertar de las masas obreras, campesinas y estudiantiles en China.

Los primeros países latinoamericanos en recibir alguna ayuda y orientación política fueron México, por donde anduvo en 1919 Mijail Borodin (el que aparece como personaje de la novela de André Malraux "La condición humana" sobre la insurrección de Shangai) y Argentina. Otros cuadros de la IC fueron posteriormente a Brasil, donde en 1934 y 1935 promovieron junto con el comunismo local la insurrección de Luiz Carlos Prestes durante el gobierno de Getulio Vargas, intentona que es derrotada.

En la década del ´20 llegaron a Buenos Aires sucesivos dirigentes de la IC para colaborar con el desarrollo del PCA, sobre todo en la formación de cuadros y educación marxista, ambas asignaturas pendientes en esos años.

De la actuación de esos cuadros ha quedado algún registro en libros y biografías. Uno fue Heifez Guralsky (alias Rústico), un bolchevique judío que militó primero en el Bund y fue enviado a Buenos Aires por la Internacional dirigida entonces por G. Zinoviev.

Otro fue un ex diputado alemán, Artur Ernest Ewert, que colaboró en Buenos Aires y en Montevideo (donde debió trasladarse el Buró Sudamericano de la IC tras el golpe de Estado en Argentina en setiembre de 1930). Ewert ayudó a la insurrección de Prestes en Brasil, donde fue detenido y torturado brutalmente, muriendo finalmente en Alemania Democrática.

El tercer extranjero fue el suizo Jules Humbert Droz (alias Luis), quien fue sindicado como operador de N. Bujarin. La interpretación de algunos autores (Isidoro Gilbert, "El oro de Moscú") es que los cuadros que venían a estos alejados destinos llegaban sancionados en la IC por sus diferencias políticas.

El cuarto internacionalista fue el alemán Jean Jolles (alias Alonso), también acusado a posteriori de tener una tendencia o filiación trotskizante.

Nuestra apreciación es que esos internacionalistas aportaron lo suyo en los tópicos ya mencionados de educación marxista y formación de cuadros. No es que Argentina fuera un páramo en la materia (Juan B. Justo, fundador del Partido Socialista, había traducido al español el Tomo I de "El Capital" de Carlos Marx).

Es posible que también esos compañeros, al calor de la revolución bolchevique, hayan colaborado y enseñado cómo el naciente Partido Comunista Argentino debía penetrar en el movimiento obrero. No es que este movimiento estuviera dando sus primeros pasos, pues ya en 1878 se había fundado la Unión Tipográfica y lanzado la primera huelga obrera. En 1890, cuando se conmemora por primera vez el 1 de Mayo como Día Internacional de los Trabajadores, se celebra sólo en dos países de América Latina y el Caribe: Argentina y Cuba.

Al hablar de esos fundadores del PCA debemos mencionar a Luis Emilio Recabarren, chileno, que unos años después fundaría el Partido Comunista de Chile.




3. - CARÁCTER DE LA REVOLUCIÓN.

Por supuesto que la ayuda de la Internacional Comunista a su sección argentina no pasaba solamente por el trabajo en directo de aquellos cuadros, agrupados en el Buró Sudamericano.

Más importante que eso fue la influencia positiva de los primeros congresos de la IC realizados en Moscú, que debatían temas trascendentes para nuestros partidos. Algunos podían enviar sus delegados y participar directamente de esa experiencia. El PCA estuvo entre éstos, y algunos dirigentes suyos como Rodolfo Ghioldi y José Penelón fueron delegados. Ambos fueron designados miembros del Comité Ejecutivo de la IC: Penelón, primer secretario general del PCA, lo fue en 1924.

En esos primeros congresos de la IC comenzó el debate sobre el carácter de la revolución en los países dependientes, sus particularidades respecto a las de los países imperialistas o europeos. La revolución china entre 1924 y 1927 estimuló esa búsqueda, iniciada ya en tiempos de Lenin (ver su informe al II Congreso de la IC, en agosto de 1920, y su "Informe de la Comisión sobre los problemas Nacional y Colonial", respecto a las condiciones en que los comunistas podían apoyar a los movimientos nacionales en las colonias).

Si descubrir las contradicciones específicas de la realidad argentina era difícil para los militantes y dirigentes argentinos del comunismo, mucho más complejo le debe haber resultado a los internacionalistas, que no conocían profundamente la sociedad y que venían de militar en otros procesos revolucionarios e imbuirse de sus rasgos.

No disponemos de documentos que demuestren el aporte concreto de los internacionalistas Rústico, Luis, Alonso o Ewert en relación al debate sobre cómo era la sociedad argentina de entonces y la revolución necesaria para transformarla. Sí sabemos que en 1928 la Internacional Comunista trató y debatió sobre el carácter de la revolución en América Latina, preparando una conferencia latinoamericana.

El dato más significativo de avance en esa dirección se produjo precisamente en la Conferencia Comunista Latinoamericana, entre el 1 y el 12 de junio de 1929, en Buenos Aires. Esa reunión definió por primera vez la necesidad de una revolución antiimperialista, antiterrateniente y antifeudal, democrática, etc, camino al socialismo.

Además de Rodolfo Ghioldi, Luis Sommi y Victorio Codovilla –dirigentes del PCA- habría participado el amauta peruano José Carlos Mariátegui. Este dirigente del comunismo peruano, llegó a la correcta conclusión de que "el marxismo no debe ser copia ni calco sino creación heroica".




4.- ERRORES DEL PCA.

Definir de hecho que la revolución latinoamericana era antiimperialista y antifeudal, en dirección al socialismo, esto es, que tenía etapas que recorrer antes de plantearse la fase socialista, fue un gran progreso, en rechazo del planteo trotskista. Esa Conferencia y ese descubrimiento colectivo abrió un período muy feliz del comunismo argentino, que creció en las luchas obreras, en el sindicalismo, en el movimiento por las libertades democráticas y en las campañas de apoyo a la revolución de Octubre y luego en la solidaridad con la España republicana.

Aquella caracterización implicó también una superación de la táctica de "clase contra clase", orientación que venía de la Internacional Comunista en los años ´20 y había sido necesaria para enfrentar a los socialdemócratas y socialfascistas. Estos habían colaborado con los asesinatos de Rosa Luxemburgo y Carlos Liebknecht en Alemania, y habían permitido la sangría obrera de la primera Guerra Mundial.

Afortunadamente ya en 1929 y a comienzos de la década del ´30, esa teoría de "clase contra clase" había caído en desuso y se estaba gestando dentro de la IC la idea del Frente Unico Antifascista. El ascenso de Adolfo Hitler a la cancillería alemana en 1933, y aún antes de Benito Mussolini en Italia, empujaban a los comunistas de todo el mundo en dirección a plantear la amplitud de un frente antifascista. Esto se formuló con precisión en el informe de Jorge Dimitrov en el VIII Congreso de la IC en agosto de 1935: "Por un frente único antifascista".

Como dijimos, desde la Conferencia Comunista Latinoamericana de 1929, en adelante, el comunismo avanzó a pasos rápidos en el movimiento obrero y otros frentes. Hubo otra Conferencia Comunista Latinoamericana en 1934, en Moscú, centrada en promover la lucha armada de Prestes en Brasil.

Se dejaba atrás una etapa inicial donde, por no resolver adecuadamente el contenido antiimperialista de la revolución, el PCA había cometido serios errores políticos. Por ejemplo, había definido como "fascista" al gobierno burgués de Irigoyen y lo había tomado como enemigo principal. En realidad éste fue derrocado en 1930 por el golpe de Estado que abrió el ciclo golpista en la Argentina moderna (golpes militares en 1930, 1943, 1955, 1966 y 1976).

El de 1930 "tuvo olor a petróleo", dijeron los historiadores y analistas, pues fue inspirado por las multinacionales del petróleo disconformes con que en 1927 el gobierno yrigoyenista hubiera fundado la estatal YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales).

De todas maneras, a modo de disculpa de los pioneros del comunismo, debemos aclarar que Irigoyen y su partido, la Unión Cívica Radical (UCR), tenían conductas muy represivas con el movimiento obrero. En su primer gobierno habían mandado a la policía a matar obreros de Vasena y, dos años más tarde, en 1921, habían autorizado al Ejército a fusilar peones tras el levantamiento obrero en la provincia de Santa Cruz. Más de mil obreros rurales fueron fusilados por orden del teniente coronel Héctor Benigno Varela en la masacre conocida como de la "Patagonia Rebelde" (Osvaldo Bayer, "Los vengadores de la Patagonia trágica").

Esa masacre, inspirada por la Sociedad Rural "Argentina" y los estancieros británicos del sur tuvo el visto bueno de Irigoyen. Como sabemos, la burguesía nacional y sus partidos en el poder suelen comportarse también como represores, buscando que el imperialismo y la oligarquía no los derroquen. En 1930, luego de hacer el trabajo sucio, esa ilusión de las autoridades de la UCR se desmororó y los generales Uriburu y Justo se hicieron del poder con un cuartelazo.




5.- ACIERTOS Y DESCOMPOSICIÓN FINAL.

Luego de definir en rasgos generales la revolución pendiente en esa etapa, el PCA vivió su década gloriosa entre 1936 y 1946. Su rol en la clase obrera fue destacado y eso le permitió fundar y dirigir 19 sindicatos y federaciones nacionales, entre ellos los de la Construcción, Gráficos, Madera, Carne, Ferroviarios, etc.

El capitalismo mundial vivió su crisis a partir de 1929, que lo llevó en definitiva a la Segunda Guerra Mundial y este proceso también afectó a Argentina. La prosperidad del "Centenario", el "granero del mundo" con sus exportaciones agrícolas y ganaderas, terminó por desbarrancarse con la crisis del comercio mundial detonado por el derrumbe de la Bolsa de Wall Street.

De allí la enconada resistencia obrera y el rol creciente del PCA. Al tramo 1930-1940 se lo bautizó la "década infame", con una dictadura militar subordinada al imperio británico y estadounidense, defendiendo los intereses de la oligarquía nativa. Y el comunismo creció. En 1936, por ejemplo, lideró una extraordinaria huelga de los obreros de la construcción que desembocó en un paro general contra el gobierno del general Justo y en lucha de barricadas en la Capital Federal, con ataques a comisarías.

Esas luchas reivindicativas tenían su contenido político nacional e internacional, como cuando el PCA lideró la campaña de solidaridad con España republicana. Varios de sus militantes y dirigentes fueron a combatir en las Brigadas Internacionales. En esto el Partido aceptaba las orientaciones de la Internacional Comunista, que organizó esa solidaridad concreta. Codovilla, Juan José Real, Fanny Edelman y otros dirigentes del PCA estuvieron en España en la guerra civil, ocupando diversas funciones. Del mismo modo Rodolfo Ghioldi estuvo en 1935 junto a Prestes en Brasil y cayó preso por varios años.

Lamentablemente, aún en ese valioso período de su vida, el PCA no resolvió bien la estrategia y táctica, o programa concreto para impulsar la revolución en la Argentina. Lo suyo padeció de limitaciones sindicalistas, o de mera lucha gremial, clasista pero limitada en política.

Por eso, cuando debió intervenir en política, tras la "década infame" y el golpe de junio de 1943, se volvió a equivocar, pero esta vez más feo. Ya había calificado a Irigoyen de "fascista" y volvió a repetir el error frente al naciente peronismo, en 1945. Codovilla y Ghioldi caracterizaron a la movilización popular del 17 de octubre de 1945, punto de partida del peronismo, como una jornada lumpen-policial. Y al movimiento fundado por Perón, como "nazi-peronismo".

No sólo eso, sino que para las elecciones de febrero de 1946 el PCA se unió a los partidos de la oligarquía, como el Partido Demócrata, o de la burguesía más conservadora, como la UCR, para formar la "Unión Democrática". El embajador norteamericano Spruille Braden auspició esa formación para enfrentar al peronismo, que terminó ganando esos comicios con apoyo de gran parte del movimiento obrero y de sectores más postergados de la sociedad ("los descamisados").

La cúpula del PC no puede echar la culpa de esa trastada a la Internacional Comunista porque ésta fue disuelta por Stalin y el PCUS en 1942, como parte de las negociaciones y concesiones a los aliados británico y estadounidense a fin de que abrieran el demorado "segundo frente" en Francia.

Se cavó así un abismo entre el marxismo-leninismo y la clase obrera argentina, que con variaciones aún perdura como un serio problema que necesita solución de nuestra parte. En el fondo, los gravísimos errores de análisis de clase que llevaron a caracterizar mal al peronismo tenían que ver con la formación libresca y liberal de los dirigentes del PCA. Su visión de la historia era mitrista (por Mitre), sarmientina (por Sarmiento) y a favor del libre comercio, en contra del proteccionismo. En este sentido no hacían más que continuar con la visión histórica de Juan B. Justo y el Partido Socialista.

Con esa óptica sesgada, todo lo que tuviera alguna definición nacionalista, como el yrigoyenismo o el peronismo, pasaba a ser automáticamente "fascismo" y contrario a la "tradición libertadora de Mayo". Esta línea, para el PCA no sólo incluía a los próceres Mariano Moreno, Manuel Belgrano y José de San Martín, sino también a Bernardino Rivadavia, el presidente que contrató el leonino y usurario préstamo con la Baring Brothers de Inglaterra.

El otro error funesto de la dirigencia del PCA fue confundir internacionalismo con seguidismo a la URSS. Todo lo que dijera o viniera de Moscú debía ser automáticamente entendido como verdad revelada y aceptado sin chistar. Así se moldeó un partido sin criterio propio ni opinión crítica. Mientras en el PCUS estaba José Stalin, era una cosa. Pero Codovilla y Ghioldi también repitieron y dijeron que sí a lo que contrabandeó luego N. Kruschev y posteriormente L. Breznev, y así de seguido, quienes revisaron el marxismo y enterraron las mejores tradiciones leninistas.

De ese modo se preparó el terreno para la completa degeneración del PCA, que se completó en los años ´50, agudizada porque en los ´40 ya aplicaba una línea tomada de Earl Browder, el secretario general del PC estadounidense de tendencia oportunista de derecha. Esa ya era una línea revisionista, de confiar en que la alianza de los comunistas con las autoridades norteamericanas –que la URSS había aplicado bien durante la guerra- debía continuarse más allá de ésta. Decían, siguiendo a Browder, que EE.UU. abonaría el desarrollo y el bienestar de los pueblos en la posguerra. Así lo declaró Codovilla en un reportaje a la revista chilena Ercilla en 1946.

El clasismo sindical y el Socorro Rojo en apoyo a la Madrid heroica, empezaba a ser cambiado por un revisionismo que confiaba en EE.UU. y se enfrentaba con el segundo movimiento nacional-burgués, el peronismo. En cambio Stalin tuvo varios gestos positivos con Perón, incluso recibió poco antes de su muerte al embajador argentino en Moscú, Leopoldo Bravo, y le propuso que Argentina formara parte de una América Latina unida frente al imperialismo yanqui.

La tragedia de la pérdida del destacamento de clase marxista en nuestro país quedó patentizada en 1955, cuando lejos de rectificar, la dirección del PCA sirvió de apoyo y comando civil del golpe gorila de ese año. La "Libertadora", inspirada por la oligarquía y el imperialismo, tumbó al peronismo. Fue la completa descomposición del PCA.

Durante diez años, 1955-1965, la clase obrera careció de su partido de clase, proceso que empezó a revertirse en abril de 1965 cuando un grupo de intelectuales de la juventud socialista fundó Vanguardia Comunista, actual Partido de la Liberación. Comenzaba otra búsqueda de formación del Estado Mayor dirigente de la clase obrera que aún dura. Esa búsqueda fue sangrientamente reprimida por la dictadura militar en 1976, el genocidio y las 30.000 desapariciones de militantes populares, entre ellos muchos dirigentes de nuestro Partido, incluido su secretario general Roberto Cristina (ver Américo Soto "Vidas y luchas de Vanguardia Comunista").



6.- UNA CONCLUSION SOBRE LA INTERNACIONAL.

De esa experiencia concreta de Argentina, el Partido de la Liberación extrae una opinión histórica favorable en rasgos generales hacia la existencia de la Internacional Comunista y de su importancia para apoyar a los partidos comunistas incipientes en los países del Tercer Mundo. Por supuesto, que no se trata de repetirla ahora tal cual fue sino buscar un internacionalismo proletario con formas políticas y orgánicas más flexibles, con el poder de decisión indelegable de los destacamentos nacionales, que deben buscar la verdad en los hechos de sus propias realidades. Estos deben consultar con los partidos hermanos y con mayores experiencias positivas, pero tienen que poner énfasis en la síntesis de sus experiencias de combinación del marxismo-leninismo con la situación concretas de sus respectivos países.

Además se trata de politizar esa experiencia histórica. Creemos que hay que reforzar en forma urgente la unidad de los partidos comunistas nucleados en el Seminario de Bruselas, para formar cuanto antes una Conferencia de Partidos Marxista-Leninistas, o Coordinadora, o Bloque, con planes de trabajo y campañas políticas conjuntas. Esa Conferencia debería tomar como bandera táctica principal la formación de un frente político antiimperialista, con eje la clase trabajadora mundial, los gobiernos de Cuba y Venezuela, los movimientos revolucionarios de Colombia, la resistencia de Irak, los movimientos por la paz en EE. UU. y Europa, los pueblos de Africa y Asia, etc.

Ese Frente debe servir para defender el salario, el trabajo, las conquistas laborales, las libertades democráticas, los recursos naturales, la soberanía nacional y la paz. Debe enfrentar al imperialismo y en especial a la superpotencia yanqui, su política neonazi de "guerras preventivas" para dominar el mundo, el saqueo y la depredación de los pueblos.


Sergio Ortiz

Secretario general del Partido de la Liberación (PL) de Argentina.

31 de marzo de 2006

pl@pl.org.ar

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