Yo no tuve Reyes Magos, ni siquiera los vi en postalitas, y si alguien me dice que estaban en el libro de primaria, mucho menos los vi.
Sí viví la fantasía colocándoles la noche anterior,debajo de la cama, una cartica con mi deseo: una muñeca. Al despertar volvía a la realidad. Imagino cuánto sufriría mi madre, más que yo.
De aquellos días recuerdo lo que a veces hizo . Una vez escribió con letra de molde que no habían podido llegar, que el próximo año vendrían, haciéndome creer que así escribían los Reyes. En otra ocasión me colocó un blumer en el lugar registrado. La fantasía duró hasta que le encargó al arriero Damito Ramos, que le comprara una sombrillita en Guinia de Miranda. Era el regalo que deseaba mi hermana, pero parece que mi mamá no alertó a Damito y este desde el camino real gritó: " ¡María, aqui le dejo la sombrilla...! .
Hasta ahí el sueño.
Esta realidad la vivió toda la generación pobre de Cuba antes de 1959. Tal vez por eso siempre hemos vivido despierta y con los pies puestos en la tierra.
El verdadero juguete me lo dieron los "magos" Celia y Fidel, cuando un día sentí el ruido de aviones, miré al cielo y presencié una cosa muy rara para mi: descendían bultos en paracaidas. Al abrirlos estaban llenos de juguetes.
La iniciativa tuvo también el propósito de que los niños le perdiéramos el miedo a los aviones, que habíamos adquirido con los bombardeos del ejército de la tiranía de Fulgencio Batista, cuando creyó que disparando, incendiando y matando, iba a impedir el triunfo de esta REVOLUCIÓN CUBANÍSIMA.
Gracias Fidel.
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