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miércoles, enero 10, 2007

la Defensa de Madrid(II)

Hasta su muerte-en 1965-,Jorge Branting fue fiel a la promesa hecha en Madrid y en él tuvimos siempre un verdadero amigo de nuestra causa.

Cuando en 1961 le visité para pedirle su apoyo a nuestra lucha por la anmistía, los amigos con los que tomé contacto me dijeron que iba a ser muy difícil que pudiese verle, pues no estaba bien de salud. Esto era a las 10 de la mañana, y a las 12 me dijeron que a las tres de la tarde Branting vendría a verme al hotel. Durante tres horas hablamos de las cosas de España y le encontré tan entusiasta de nuestra causa como veinticinco años atrás en las trincheras de Madrid.

Visitantes asiduos a nuestras trincheras en esa época eran, entre otros, el corresponsal de la "Pravda" Koltsov y, sobre todo, Román Karmén, filmando con su máquina ataques y contraataques. Este hombre, algunas veces nos ponía en verdaderos aprietos pues lo mismo se subía encima de las trincheras que se ponía a filmar desde lugares completamente batidos por el enemigo. Los combatientes le admiraban y le querían no sólo por su valentía, sino también por su jovialidad. A nuestro lado estaba el gran poeta chíleno Pablo Neruda.

OFENSIVA ENEMIGA POR EL NOROESTE-

Convencido por los combates de noviembre de que sería sumamente difícil vencer la defensa republicana en las inmediaciones de Madrid,Franco eligío, para la ruptura del frente, el sector del sur de Pozuelo, desde Alcorcón hasta Valdemorillo, cerca de las pendientes de Guadarrama.
Con vistas a esta operación, los rebeldes inician ya, el 14 de diciembre, una operación parcial para apoderarse de Boadilla del Monte como base de la próxima ofensiva. Después de tres días de encarnizados combates, toman dicho punto.

El objetivo inmediato del enemigo era: salir a la carretera Madrid-El Escorial, cortar las comunicaciones entre el frente de Madrid y el de Guadarrama, rebasar las fortificaciones de Madrid e irrumpir por el Noroeste en la capital.

Se suponía que el frente de Guadarrama caería por si mismo después de esto. Así que, con la operación de enero de 1937, los fascistas perseguían un objetivo decisivo de gran envergadura: tomar Madrid, destrozar el frente de Guadarrama y poner fin a la guerra.

Para llevar a cabo esta operación se destacaron, como primer escalon de la agrupación de choque, cerca de 15.000 hombres, de 100 a 120 piezas y 50 tanques; todo al mando del general Orgaz.

En el sector de la ruptura, de 10 kilometros, había ocho batallones republicanos, con un total de cerca de 3.000 hombres y en todo el sector tres baterias.

En la mañana del 3 de enero de 1937 los facciosos comenzaron la ofensiva; rompieron el frente y desalojaron a nuestras fuerzas 2-3 kilómetros hacia el Norte.

De Villanueva del Pardillo hasta las Rozas hubo una ruptura de 8 kilómetros que nadie tapaba, pues los batallones leales se replegaron en direcciones divergentes:hacia Torrelodones y El Pardo.

Se creó una situación muy desfavorable para nosotros.El frente estaba rotp sin disponer de ninguna clase de reserva.

Los fascista tenían la completa posibilidad de apoderarse de El Pardo por la dirección Noroeste, pero estaban tan agotados por los dos días de combate y por la enérgica resistencia leal que se vieron forzados a detenerse y perdieron todo el día 5 para rehacerse y traer nuevas reservas.
El día 6 el enemigo prosiguió su ofensiva y, después de tomar Aravaca, continuó avanzanado por la carretera de La Coruña hacia el puente de San Fernando.

En la noche del 8 al 9 recibí la orden de trasladarme rápidamente con tras batallones desde Villaverde a ese sector del frente. Al llegar, en las primeras horas del día 9, nos encontramos con que el enemigo salía a lo alto de la Cuesta de las Perdices y las fuerzas anarquistas que defendían ese sector se replegaban cruzando el Manzanares.Sobre la marcha, con una batallón, paramos en seco el avance del enemigo hacia el puente de San Fernando,mientras los otros, dos atacaban su flanco izquierdo desde el Pardo.Durante todo el día 9, en los merenderos de la Cuesta de las Perdices se combatió furiosamente, cuerpo a cuerpo. El arma más empleada fue la bomba de mano.Muchas veces cayeron juntos,bajo su metralla, los combatientes de ambos bandos.
Ese día murieron heroicamente el teniente Enrique Menedolio y el soldado Salvador Juan, después de haber destruido dos tanques enemigos. Allí cayó también el comisario Alejandro Gonzáles.

El día 10 el enemigo pasa a la defensiva en todo el frente,quedando fijado en este sector hasta el fin de la guerra. El plan de tomar Madrid por el Noroeste también había fracasado.
Después de tomar parte con otras fuerzas en varios contraataques, el día 14 mis tres batallones fueron relevados y, una vez tomadas las medidas para su traslado a Villaverde, yo mismo salí en esta dirección.

Cogimos la carretera que desde la playa de Madrid salía a Fuencarral. Poco después el coche de la escolta tuvo una dificultad de motor y se detuvo.Nosotros continuamos el viaje.A un kilometro y medio fuimos detenidos por un grupo de seis hombre armados que parecían un control-de los que había en abundancia-. Nos encañonaron con los fusiles al chofer, al ayudante y a mí y nos ordenaron levantar los brazos.Les dije que sí no veían la bandera de coche del jefe de Brigada.
Me respondieron que la veían y que sabían quien era yo que bajásemos del coche que me iban a liquidar allí mismo: que el Comite de Defensa de la C.N.T. me había condenado a muerte por lo que había hecho hacía cuatro días con las fuerzas anarquistas(me había esforzado en parar su desbandada) y que ellos eran los encargados de ejecutar la setencia.Procuré ganar tiempo para ver si llegaba el coche de la escolta o, por lo menos, aprovecharme de un descuido de ellos para sacar la pistola.

Y la suerte estuvo una vez más a mi lado: no habían transcurrido tres minutos de discusión cuando se oyó el ruido del motor.

Comencé, entonces, a bajar del coche con las manos en alto por delante. En ese momento, los cinco hombres de la escolta saltaban de su coche sin que éste se hubiera parado aún del todo. Mientras los anarquistas quisieron acudir a ellos, nosotros saltamos del nuestro y un par de minutos después todo había terminado y continuábamos viaje a Madrid.

Entre todos los provocadores introducidos en la F.A.I. se había convertido en una obsesión el liquidarse, como liquidaron a tantos otros.

Una vez, yendo de Madrid a Alcalá, me tirotearon el coche.

Y en otras ocasión, cuando de regreso de un mitin en el Cine Monumental iba en auto por la Castellana, hicieron una maniobra con dos coches, y sólo gracias a la sangre fría del chofer-José Martínez- que conducía el mío no nos estrellamos contra los árboles.
El primer intento de asesinarme tuvo lugar una vez que salía del cuartel del 5 º Regimiento a la una de la madrugada para acercarme a la calle de Ávila. Esta calle está al lado del cine Europa, donde los anarquistas-"enemigos de todo autoritarismo"-tenían una "comisaría" de policía.
Yo marchaba tranquilamente y al ir a doblar la esquina se echaron sobre mí cinco hombres, arracándome la pistola que llevaba colgada de una correa y privándome de toda posibilidad de movimiento.

Como comenzaron a arrastrarme hacia el cine y a llamarme fascista, me di cuenta de que eran los anarquistas y de que se trataba de darme el "paseo".Entonces comencé a gritarle que yo era del 5º Regimiento y comunista. Todo esto ellos lo sabían perfectamente, pero yo lo hacía para que algunos de los vecinos, que comenzaron a asomarse a las ventanas, fuesen a avisar al cuartel del 5º Regimiento.

La oficina la tenían montada en los bajos del cine, en una gran sala que daba a la calle principal. Al llegar a la puerta me metieron dentro de un empujón. Así, dejaron de sujetarme un momento, que yo aproveche para sacar otra pistola que llevaba escondida-esta ha sido la norma que he seguido toda la guerra- y, de espaldas a la pared, amenazarles con tirar si se acercaban a mi, La cuestión era ganar tiempo para que pudieron venir los camaradas a sacarme de allí y no dejarme llevar al sótano, pues eso significaba aparecer por la mañana en la Dehesa de la Villa acribillado a balazos. Se trataba, pues, de ser salvado o de morir, allí mismo, pero llevándome a unos cuantos por delante. Yo me aprovechaba, además, de que a los anarquistas no les interesaba armar una ensalada de tiros en aquel lugar donde muchos vecinos podían oírlos.

No habían pasado quince minutos desde que se habían apoderado de mí, cuando se oyeron fuertes gritos en la calle y un centinela entraba anunciando que milicianos del 5º Regimiento estaban rodeando el edificio. En ese momento, Carlos y un grupo de camaradas entraban pistola en mano, en la sala. El jefe de la banda dio toda clase de disculpas asegurando que se trataba de un error y que los que lo habían cometido serian castigados.

Por esta vez, el intento de liquidarme les había fallado, pero como se ha visto, no seria el último
EL CERRO DE LOS ANGELES
El Cerro de los Ángeles, bautizado durante la guerra "Cerro Rojo", es una altura que se encuentra a 13 kilómetros al sur de Madrid, al lado de la carretera deCadiz y frente a Getafe.
En lo alto del cerro había una ermita y un monumento religioso. Esta altura tenía una indudable importancia militar y en noviembre el mando republicano había intentado su reconquista, pero sin resultado positivo. El ataque se había hecho de día, sin sorpresa alguna, y fracaso.
Yo prepare un plan para su conquista, mas realista que el puesto en practica en noviembre y, por lo tanto, con muchas mas posibilidades de éxito.

Se trataba de atacar el cerro de noche, por sorpresa.Varios batallones de mi Brigada conocían perfectamente el cerro y sus alrededores, pues habían estado allí tres días antes de la operación de Seseña y otros cuatros días después de la operación. Además, no habíamos dejado de seguir recogiendo todas las informaciones posibles sobre la organización defensiva del cerro.
Por fin recibí la autorización para atacar el cerro, pero el jefe de la División se empeñaba en que fuese realizado a la manera clásica; es decir, preparación artillera y actuación de tanques y aviación. Yo me negué, y al final fue aceptando mi plan.

En la noche del 18 al 19 de enero concentre los batallones "Victoria","Amanecer" y "Thaelmann" en Perales del Rió, durante todo el día 19 se les explico el conjunto de la operación y, sobre todo, se explico a cada Batallón, Compañía, Sección, Escuadra, e incluso en ciertos casos a cada hombre, su misión concreta.

A las 11 de la noche del 19 al 20 se pusieron en marcha los batallones; a las dos de la madrugada todos estaban al pie de las posiciones que debían atacar. Pasaron al ataque media hora mas tarde, después de que los equipos encargados de ello habían cortado las alambres en diferentes puntos para abrir paso a los primeros destacamentos.

El ataque fue simultáneo desde todos los puntos, y a las cuatro de la mañana el Cerro Rojo estaba en nuestro poder, con más de 400 prisioneros, entre ellos el jefe del sector, comandante Ricardo Belda López. Este fue cogido en la cama y, momento después, le llevaron al lugar cercano desde donde yo dirigía la operación. Al anunciarle los que le conducían quien era yo, se cuadro y al hacerlo, el capote que traía sujeto con las manos se abrió y apareció en calzoncillos, indumentaria tan poco marcial que el hombre no sabia a donde mirar. En vista de ello, di la orden de que le llevaran a donde lo habían cogido para que se vistiese y calzara. El comandante Belda hizo mas tarde diferentes llamamientos a sus compañeros del Ejército franquista para que abandonarán la lucha contra la Republica.

La operación se había hecho casi sin bajas por nuestra parte, pero el enemigo no tarde en reaccionar y comenzó a enviar fuerzas desde Getafe y Pinto.

Durante toda la mañana los tres batallones, sin ningún apoyo de artillería, rechazaron los contraataques del enemigo y solo al comienzo de la tarde aparecieron unos cuantos aviones nuestros y algunos tanques y, ya a media tarde, refuerzo de infantería.

Pero en ese momento las fuerzas y los medios que el enemigo había concentrado contra nosotros era tan superioridad que nuestras fuerzas fueron rechazados del cerro después de sangrientos combates, durante los cuales tuvimos gran cantidad de bajas.

Entre los muertos estaba el jefe del Batallón "Victoria", Miguel Valverde, capital del Ejército al estallar la sublevación y que desde el primer día se había puesto al lado del pueblo; entre los heridos graves, Manuel Puente, comisario de la 1º Brigadas. Los dos caídos cuando, a la cabeza del Batallón "Victoria", se lanzaron al asalto de los últimos reductos enemigos del cerro.
Este pequeña operación fue mi tercera operación de noche, en las que luego mis fuerzas habrían de adquirir un dominio bastante considerable.

Pero esa operación debía ser, asimismo, la primera en que yo había de darme cuenta de los métodos y una mentalidad que luego habría de encontrar en cada una encontrar en cada una de las operaciones en que tome parte.Me refiero a la falta de aseguramiento de una operación con los medios necesarios para conseguir el éxito correspondientes a los objetivos previstos.Aqui habría de ver, también por vez primera, otro fenómeno, ligado al anterior que luego habría de encontrar en todas nuestras operaciones ofensivas: me refiero a que nuestras mandos superiores se vieron tan sorprendidos por el éxito de la operación como el propio enemigo, con la diferencia de que los mandos enemigos reaccionaron con mucha mas rapidez que los nuestros.

Al ser herido Puente, queda vacante el puesto de comisario de la 1º Brigada, que paso a ocupar S.Alvarez. Yo me había encontrado con Álvarez un mes antes de la guerra, en la escuela de cuadros que el Partido había creado en Madrid, donde él estaba como alumno y yo iba a explicar como organizar el trabajo entre las fuerzas armadas.Comenzada la guerra, me lo encontré de nuevo montando guardia en el local del Comité Central del Partido. Al organizarse la 1º Brigada, el Batallón de Milicias Gallegas paso a formar parte de ella como 4º Batallón. En ese momento Álvarez fue nombrado comisario político de dicho Batallón

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