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miércoles, agosto 02, 2006

La Gusanera de Miami da verguenza ajena

Sergio Ortiz

La noticia sobre la operación a que fue sometido el comandante en jefe de la revolución cubana, compañero Fidel Castro, permitió que laspersonas de todo el mundo pudieran aquilatar mejor las diferencias entre losverdaderos cubanos y los gusanos de Miami.

Y no me refiero a los enfoques políticos antagónicos entre laabrumadora mayoría de los once millones de ciudadanos del país de José Martí, de un lado, y esa gusanera. Esas diferencias son obvias: unos estáncon Patria y las conquistas de la revolución; los otros con el imperio y subloqueo.

Me refiero a otra clase de valores. La masa del pueblo quedópendiente de las noticias, con una cuota de aflicción y esperanza en que elpresidente mejore su salud, confiando en sus reservas físicas y morales, yen la dedicación de sus médicos. Estos, mal que le pese a la gusana HildaMolina, son de excelencia para todos los cubanos y ciudadanos de otraslatitudes que necesitan su atención.

En cambio, los gusanos que no pasan de ser grupos poco numerososrespecto a los millones de cubanos e incluso dentro de la colectividad quevive en Estados Unidos, se largaron a festejar en las calles de Miami. Lohacían a bordo de sus costosas camionetas. Otros de a pie, agitaban banderascubanas y estadounidenses. ¿No habrán visto que el trapo de estrellas ybarras está siendo quemado por la mayoría de los mil millones de musulmanesy de otras personas en sus manifestaciones de todo el mundo en repudio alaval que la Casa Blanca da al genocida estado de Israel para bombardear Gazay El Líbano?

Esa mezcla rara de lúmpenes, gusanos, mafiosos, terroristas,ricachones y la cuota de confundidos que nunca falta, estaba festejando lasupuesta muerte de alguien. Festejaban la muerte, ellos que se dicencristianos y debieran ser compasivos, solidarios y fraternos con el serhumano. Son estúpidos, porque Fidel Castro no ha muerto y quizás en algunassemanas esté de nuevo en un puesto de lucha.

La gusanera se ha apresurado afestejar, como le pasó más de una vez a Celia Cruz, que decía querer comonorte de su vida volver a La Habana cuando Fidel hubiera muerto. ¿Noaprenden estos apologistas de la muerte? ¿Qué van a decir si el comandanteles espeta desde su lecho de operado con éxito, "los muertos que vos matáisgozan de buena salud"? Esos amigos de George Bush deberían tomar nota de que Fidel dejóprovisoriamente sus tareas en manos de una media docena de dirigentes delPartido y el gobierno.

Quiere decir que allí en Cuba hay un colectivo dedirección, además de una personalidad extraordinaria. Hay equipo y nosolamente una superestrella. Por supuesto que Fidel algún día dejará de vivir. Pero los gusanos deben saber que eso ocurrirá cuando el organismo del estadista lo decida, no cuando Miami y la licorera Bacardí lo dicten. Aún así, cuando eso ocurra, la gusanera y sus sponsors del Departamento de Estado y la CIA nodeberían alegrarse.

Fidel Castro ha sido uno de los grandes del siglo XX yya lo es del siglo XXI. Cuando no esté más físicamente entre nosotros, serátambién el hombre del siglo XXII para multitudes de los cinco continentes.Todos sabrán quién fue ese gran hombre. Es posible que entonces muy pocosrecuerden quiénes fueron unos tales Bush, Rumsfeld y Cheney.

Fidel habrá sangrado de su intestino. Pero la gusanera sangrapor la herida irreparable de la gran revolución de 1959, por lasexpropiaciones de sus mansiones, empresas y latifundios; por la derrota quesufrió en Playa Girón, por los avances de la medicina y salud de Cuba, porsus proezas deportivas y culturales, por su conversión en potenciabiomédica, por la victoria de toda Cuba con Fidel al frente cuando recuperóal niño Elián González, porque la CIA no pudo matarlo pese a 644 intentos.

El comandante se morirá algún día, cuando él lo disponga, no cuando losfrustrados sepultureros de Miami lo quieran. Mientras tanto éstos van aseguir sufriendo cuando lean los partes médicos y comunicados que él mismoredacte desde el hospital.

Sepa la gusanería que la herencia de Fidel Castro no serán los900 millones de dólares con que lo calumnió Forbes sin ninguna prueba, sinomillones de verdades y cosas positivas hechas en beneficio de los cubanos yla humanidad. Bush y la Fundación Cubano-yanqui sólo pueden legar a sus fanáticos una parva de mentiras, falta de valores morales, cárcelesilegales, "daños colaterales" y misiles. Y con eso no van a ir a ningunaparte. Sólo podrán hacer pequeñas caravanas en lujosas camionetas en Miami,tocar bocina y hacer un poco de ruido ante las cámaras de la CNN o losfotógrafos del Miami Herald, todo muy fugaz. La vida es otra cosa. La gusanera festeja una muerte que no es tal y da "vergüenzaajena".

SERGIO ORTIZ miembro de MIL POR CUBA y dirigente del Partido de la Liberación (PL)

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